Sobre la Enseñanza de Lenguas Asistida por Ordenador (ELAO) e Internet

 

Descriptores: NTIC, Internet, enseñanza de lenguas

Resumen:

         El artículo realiza un breve recorrido histórico a través de las diversas aplicaciones que el ordenador ha tenido en el aula de segundas lenguas y lenguas extranjeras. Se hace especial incidencia en el concepto de tecnología que cada una de estas propuestas ha defendido para introducir el papel que Internet puede tener en el aula de segundas lenguas y lenguas extranjeras. Precisamente, el papel que Internet ha de tener en la enseñanza/aprendizaje de lenguas no maternas es el eje central de esta contribución, en la que se discuten tanto sus ventajas como sus inconvenientes

 

Datos de la autora:

Montserrat Casanovas Catalá

Universidad de Lleida

Facultat de Ciències de l'Educació

Departament de Didàctiques Específiques

Complex de la Caparrella s/n

25192 Lleida

Telf.: 973 702313

Fax: 973 702305

Correu electrònic: m.casanovas@didesp.udl.es


Sobre la Enseñanza de Lenguas Asistida por Ordenador (ELAO) e Internet

Montserrat Casanovas Catalá

Universitat de Lleida

 

 

La época que nos ha tocado vivir está marcada por los cambios sociales derivados de los nuevos avances tecnológicos, que han influido en muchas esferas de nuestra vida, incluida la educación. Este sector no queda (no puede quedar) al margen de esta transformación social y actualmente ya no es posible imaginar una enseñanza de cualquier materia y nivel educativo que no integre, de alguna u otra manera, los medios que la tecnología ofrece.

Vamos a centrarnos en este artículo en el ámbito de la enseñanza de lenguas no maternas. El uso de la tecnología informática en el aula de segundas lenguas y lenguas extranjeras no puede considerarse una novedad reciente. Desde las primeras propuestas de la Enseñanza de Lenguas Asistida por Ordenador (ELAO) hasta las modernas teorías de enseñanza y aprendizaje que incorporan los medios digitales se ha evolucionado enormemente en cuanto a la aplicación de estas nuevas herramientas. La gran revolución, sin embargo, parece que está por venir de la mano de Internet, puesto que la tecnología digital y las aplicaciones relacionadas con Internet ofrecen al profesorado un abanico de posibilidades sin parangón que ha de enriquecer la práctica docente.

Los progresos tecnológicos y los avances de las teorías de aprendizaje de lenguas son los dos motores responsables de la evolución en el uso de la tecnología en el aula de segundas lenguas y lenguas extranjeras. Así, las primeras manifestaciones de la ELAO, en los años sesenta y principios de los setenta, se fundamentaban en un modelo behavourista de aprendizaje en el que el ordenador era visto como un tutor mecánico que valoraba los ejercicios basados en la repetición sistemática del alumnado (drills). La perspectiva comunicativa, mayoritaria desde finales de la década de los setenta y los ochenta, surgió como reacción a esta aproximación behavourista, apoyada en el sistema de estímulo y respuesta. La principal diferencia entre ambas propuestas es que desde la óptica comunicativa se hacía hincapié en que aquello realmente relevante en el aprendizaje de una lengua no es la destreza en el manejo de unas formas lingüísticas determinadas, como se proponía desde la aproximación formal behaviourista, sino el uso de dichas formas, partiéndose, pues, de un acercamiento funcional al proceso de enseñanza/aprendizaje. De ahí que se entendiera que la gramática había de enseñarse implícitamente y que los alumnos debían generar producciones de lengua originales en lugar de manipular formas prefabricadas. Detrás de estas propuestas se hallan las teorías cognitivas que reconocen que el aprendizaje es un proceso creativo de descubrimiento, expresión y desarrollo personal. Por ello, de acuerdo con estos presupuestos teóricos, variaron sustancialmente los objetivos de la aplicación de la tecnología. El progreso técnico contribuyó, asimismo, a este cambio, ya que las herramientas utilizadas permitían, cada vez más, mayores posibilidades para el trabajo individual. La aparición del microordenador en 1973 fue uno de los puntos de inflexión en el cambio cualitativo generado.

La última etapa de la ELAO, denominada integradora, basa sus planteamientos en un enfoque sociocognitivo del aprendizaje de la lengua, que considera primordial el uso del lenguaje en un contexto comunicativo real y significativo. El empleo de la tecnología desde esta perspectiva, englobada bajo las siglas TELL (Technology Enhanced Language Learning), busca la integración tanto de las distintas destrezas lingüísticas (comprensión oral y escrita y expresión oral y escrita) como de la tecnología desde un punto de vista global en el aprendizaje del discente, no como una mera herramienta puntual (Warschauer/Healey 1998).

  El nuevo planteamiento enfatiza, precisamente, estos presupuestos mediante la exposición de los estudiantes a medios en los que pueden comunicarse libremente con otros aprendices o con hablantes nativos de la lengua meta. Esta es la razón por la que se consideran elementos como el procesamiento de la información, la comunicación auténtica, el uso de lenguaje real y la autonomía del aprendiz como constructor de su propio proceso de aprendizaje, presupuestos clave en la mayoría de las teorías sobre aprendizaje y la enseñanza de lengua de esta última década.

Como se ha destacado en numerosas ocasiones (cf. Bartolomé 1996), la aparición de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) supone un cambio social substancial (Castells 1997; Lévy 1997) sin marcha atrás posible. La trascendencia de dicho cambio debe tener una repercusión de igual dimensión en los planteamientos educativos. Las características actuales de la sociedad, con una visión global del mundo y una relevancia radical del manejo de la información, van a exigir a nuestro alumnado que sea capaz de manejar (y evaluar) una gran cantidad de información, así como de comunicarse más allá de las lenguas y las culturas. Ello supone una redefinición de los papeles tradicionales de la instrucción (Lévy 1997), transformando tanto el que tradicionalmente se ha otorgado al aprendiz, básicamente pasivo y receptor de los conocimientos, pero también, evidentemente, el del maestro, quien ya no es (no puede ser) solamente un transmisor de información, sino un facilitador de los rudimentos (las técnicas) que necesitan los discentes para poder interpretar, organizar, evaluar y seleccionar la información que les llega. Los alumnos se han de convertir en participantes activos en su proceso de aprendizaje y, si la escuela ha de preparar para la vida, el maestro debe empujarles a ser exploradores y creadores de lengua más que receptores pasivos.

Como decíamos al principio, la generalización del uso de Internet y de la comunicación electrónica ha supuesto un nuevo acercamiento tanto a las herramientas hábiles para la enseñanza de las lenguas no maternas como a las consecuencias que esos medios pueden tener para la transmisión de estos conocimientos y, lo que es más relevante, para el modo de entender el proceso educativo. El análisis de algunas de sus posibles aplicaciones en el aula va a permitirnos ilustrar el debate de fondo sobre la introducción de las TIC en la enseñanza y aprendizaje de lenguas extranjeras y en la educación en general.

Desde nuestro punto de vista, es de vital importancia tener en cuenta que, como se ha notado en numerosas ocasiones (Trenchs 1998; Trenchs 2001) el mero hecho de disponer en el aula de herramientas tecnológicas de las que anteriormente carecíamos no comporta una mejora automática en los conocimientos y las habilidades de los discentes, sino que, en palabras de Guitert (2001:38), esos nuevos medios "requieren ir acompañados de unas opciones educativas y de unas perspectivas ideológicas y de configuración del mundo". No debemos olvidar que nuestro objetivo último es la enseñanza de una lengua y que la tecnología no es ni un método ni una teoría para llegar a esa meta. Se hace por ello necesaria una revisión de las razones por las que la tecnología de la información y la comunicación puede ayudar en el proceso de aprendizaje. Dichas razones son las que deben soportar planteamientos pedagógicos que, como expone Trenchs (2001), consideren tanto la práctica de los docentes como las experiencias empíricas realizadas en cada área de conocimiento.

Dos son los ámbitos que se benefician directamente de la introducción de esas tecnologías y en los que podemos hallar algunos de los motivos que, a nuestro entender, justifican su introducción en la didáctica de las segundas lenguas y lenguas extranjeras: los materiales didácticos y el proceso de aprendizaje en sí.

En lo concerniente a los materiales didácticos, dos pares se oponen en el contraste aula atecnológica/aula tecnológica: materiales preparados versus materiales reales y fuente única versus fuente múltiple. Por lo que se refiere al primer binomino, relacionado con la naturaleza de los recursos didácticos, Internet y sus distintos canales posibilitan el acceso a material real (realia), material con un valor añadido que no puede despreciarse. El uso de realia en el aula ha sido defendido por numerosos autores (cf. Berwald 1987), quienes señalan que los recursos específicamente preparados para el entorno escolar no ofrecen una muestra de lengua realista y que, por lo tanto, no preparan al alumno para enfrentarse a la lengua que van a oír y leer fuera del aula. Además, la realia virtual -que es la que proporciona la World Wide Web (WWW), por ejemplo- está disponible las 24 horas del días, los 365 días del año. Una ventaja más que se deriva del tipo de materiales digitales disponibles, lejos del formato único del libro de texto, es que Internet ofrece al alumnado la oportunidad de descubrir múltiples soportes en los que pueden basar su educación, puesto que los contenidos curriculares pueden llegarles en formatos muy diversos, desde la página web hasta el vídeo, pasando por diferentes tipos de archivos sonoros. La multiplicidad no se halla únicamente referida a la naturaleza de los recursos en sí, sino también a su procedencia. Así, pues, frente a una sola fuente en la instrucción tradicional, a menudo dogmática e incuestionable, acercamos al alumnado a orígenes múltiples de información, cuya fiabilidad y veracidad necesita ser contrastada.

Esta heterogeneidad nos conduce al segundo aspecto destacado anteriormente: el papel de las TIC en el proceso de aprendizaje. Empleando las herramientas digitales los alumnos se enfrentan, como decíamos, no sólo a diferentes tipos de soportes y formatos sino también (y lo que es más relevante) a una gran variedad de actividades en las que no son receptores de conocimientos sino también creadores. Por lo tanto, de alguna manera, el aprendizaje se vincula a la acción, promocionando, de este modo, la significatividad del proceso. El medio digital es básicamente interactivo y propone actividades vinculadas significativamente al entorno real del aprendiz. Dichas actividades pueden emplear uno o varios canales de Internet y están relacionadas, por ejemplo, con los procesos de comunicación sincrónica, como en el caso de los chats, o asincrónica, como el correo electrónico. Ello permite la relación real del aprendiz bien con una audiencia conocida, como pueden ser otros alumnos o hablantes nativos de la lengua meta, bien con un receptor desconocido, como es el caso de la creación de su propia página web, espacio al que puede accederse desde cualquier lugar del mundo.

Estas, y muchas otras, propuestas llevan al estudiante al contacto real, hasta ahora difícil de lograr, con la lengua meta y con los usuarios (nativos o no) de dicha lengua. Esta característica lleva a una segunda razón que viene a justificar la implementación de las TIC en el aula: la relación entre lengua, comunicación y cultura. A pesar del énfasis que las teorías de aprendizaje lingüístico otorgan a la comunicación, el esquema comunicativo de las clases de lengua se reduce, muy a menudo, a un único emisor (el docente) y a varios receptores pasivos (el alumnado).

La aparición de Internet ha supuesto un cambio radical en el concepto mismo de ordenador, puesto que éste ya no es únicamente un instrumento para procesar la información, sino que también (y básicamente) es un medio para la comunicación cotidiana y fuera del aula: es una herramienta de la vida, que no necesita adaptación alguna para su uso en el espacio escolar. Esta significatividad vital ha sido aprovechada, sobre todo desde el ámbito anglosajón (Warschauer/Healey 1998), en el aula de segundas lenguas y lenguas extranjeras, con su implementación en proyectos educativos en los que es imprescindible el uso de alguna de las aplicaciones de Internet, como los chats o el correo electrónico, antes mencionados. Este último es, quizá por su fácil manejo y aplicación, el medio empleado con más profusión y con objetivos más diversos, que van desde contactar con otros aprendices o nativos de la lengua meta o intercambiar información y materiales entre profesionales de la enseñanza, hasta la correspondencia entre participantes de entornos virtuales en las simulaciones, por ejemplo.

Progresivamente, la WWW empieza a explotarse como herramienta didáctica. Es la aparición más reciente dentro de este panorama digital y la que, desde nuestro punto de vista, brinda una gama más amplia y variada de actividades y recursos. Las posibilidades que la WWW ofrece para el aula son innumerables como prácticamente lo son las páginas que la componen. Debe tenerse en cuenta que a finales del año 2000 se habían censado más de 2,1 billones de páginas, a las que se les añadían 7 millones de páginas nuevas diarias. A pesar de la espectacularidad de las cifras, se espera que ese volumen sea ampliamente superado y, así, se estima que a finales del año 2001 se registraron más de 4 billones de páginas en la red. De este volumen se desprende la multiplicidad de sus contenidos y posibilidades. La WWW puede ser fuente, entre otras cosas, de ejercicios (para realizar con conexión o para ser impresos) sobre cualquier destreza lingüística y para cualquier nivel educativo, de materiales sobre muy diversos contenidos curriculares (cf. Casanovas Catalá 2001, 2002), o de recursos adicionales para la elaboración de actividades complementarias.

El camino no ha hecho más que empezar y todavía son muy escasos los estudios que se han realizado sobre el impacto de las TIC en el aula, especialmente en el caso de la aplicación de estas tecnologías en el ámbito escolar español. Aunque resulta por ello muy arriesgado predecir su papel en la educación del futuro, en general, y en la enseñanza y el aprendizaje de lenguas extranjeras, en particular, parece, por el progreso observado en estos últimos años, que su aplicación supondrá un cambio cualitativa y cuantitativamente importante y extremadamente ligado al paso de una sociedad industrial a una sociedad de la información (cf. Castells 1996, 1997).

No parece descabellado, pues, que su relación con la transmisión y gestación de la información resulte clave para su introducción necesaria en el aula. Esta necesidad de integrar, más si cabe, la sociedad en la escuela propicia, como decíamos, un cambio en los roles que tradicionalmente se había otorgado al docente y su función deriva hacia la de facilitador, relegando a un segundo plano su papel de controlador del proceso educativo. De semejante manera, el alumno se ve involucrado, con el uso de Internet, en un medio que le ofrece la posibilidad de un aprendizaje activo, colaborativo y constructivo.

Desde nuestro punto de vista, las escuelas (la escuela) se enfrentan a uno de los principales retos del siglo XXI, porque, además de tener que preparar a los alumnos en las destrezas tradicionalmente consideradas, deberán capacitarlos para su vida personal y profesional en la era de la información. No ser analfabeto funcional supondrá, pues, tener un grado de capacidades mucho mayor del que hoy por hoy es necesaria. Las facilidades derivadas de la introducción de las TIC en la vida cotidiana y también profesional suponen ser competentes no solo para navegar por la red y sus diferentes canales sino también para manejar con rapidez y eficacia la gran cantidad de información que se ofrece. Por estas razones, tal y como proponen Warschauer/Healey (1998), quizá la perspectiva habría de cambiar y el profesorado de lenguas no tendríamos que preguntarnos cuál es el cometido de las tecnologías de la comunicación y de la información en la clase de lengua extranjera sino que deberíamos incidir sobre cuál es el papel del aula de lengua en la sociedad de las tecnologías de la información.

 

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