DIÁLOGOS SOBRE FÍSICA CUÁNTICA. IV.
Autor:
José Antonio Montiel Tosso
Doctor
en Ciencias Químicas
Profesor
de Enseñanza Secundaria
Alumno: Me
han surgido algunas dudas sobre las partículas
elementales. En primer lugar, ¿hay
diferencias cuando hablamos de partículas
fundamentales o es lo mismo?.
Profesor:
Aunque a veces se les ha otorgado ciertos matices, últimamente son términos
análogos. Podemos definir las partículas elementales como las que constituyen
el componente último de la materia. No obstante, el concepto de partícula
elemental ha evolucionado considerablemente a lo largo de los años. Recuerda
que en un principio se pensaba que los átomos eran partículas indivisibles,
pero pronto cedieron esta característica a sus componentes: electrones,
protones y neutrones, que hasta la década de 1930 se creían partículas
elementales. Esta hipótesis fue refutada por Dirac de manera teórica y los
posteriores descubrimientos pusieron en evidencia que también éstas eran
partículas formadas por otras más elementales y que, además, existía un gran
número de ellas. Hoy se sabe que muchas de estas partículas son sumamente
complejas, pero se las sigue llamando partículas elementales.
Alumno: Por
lo que dice, no es un término tan claro.
Profesor: En
la actualidad, se emplea también la denominación de partículas subatómicas en
general. El área de conocimiento que se ocupa de ellas es la Física de
partículas, es decir, el estudio de las partículas
elementales y sus interacciones, también llamada Física de altas energías
porque la energía necesaria para estudiar distancias extremadamente pequeñas es
muy elevada, como consecuencia del principio de incertidumbre. Así, para
explorar el interior del núcleo atómico en los modernos aceleradores se lanzan
contra ellos electrones de muy alta energía. Los resultados de estas colisiones
indican que los nucleones no son partículas elementales, sino compuestos por
partículas aún menores, denominadas quarks.
Alumno: Eso
quiere decir que en este campo de la ciencia es esencial el desarrollo de los
medios experimentales, ¿verdad?.
Profesor: Me
temo que sí. Pero hay otro hecho curioso que te quiero comentar. Conforme
avanza la tecnología y se alcanzan niveles de energía mayores se observan más
analogías entre el microcosmos subatómico y el macrocosmos que constituye
nuestro universo, de manera que la Cosmología y la Física de partículas no son
más que dos ramas de un mismo tronco.
Alumno: De
eso también tenemos que hablar pero ahora me interesan mucho más las partículas subatómicas. ¿Cuándo podemos decir que comenzó su estudio?.
Profesor:
Hasta 1932 sólo se conocían tres partículas subatómicas, el electrón, el protón y el neutrón, que
se consideraban elementales. Algunos años antes, Pauli había pronosticado la
existencia del neutrino con el fin de explicar los cambios energéticos en
ciertas desintegraciones radiactivas y en determinados procesos nucleares. Sin
embargo, aún no se disponía de pruebas reales de su existencia.
Alumno:
Empecemos por el electrón. Cuando me explicó la evolución de los modelos
atómicos me dijo que fue descubierto por Thomson.
Profesor:
Efectivamente. A finales del siglo XIX, Thomson había estado estudiando los
rayos catódicos, continuando las investigaciones de Crookes y Goldstein
iniciadas dos décadas atrás. Al introducir gases a muy baja presión en un tubo
de vidrio que tenía soldados en su interior dos electrodos y someterlos a
potenciales eléctricos de 20.000 a 100.000 voltios se producía la descarga,
pero no se observaba luminosidad alguna en el interior del tubo. Sin embargo,
en la zona situada frente al cátodo
(polo negativo) aparecía una especie
de fluorescencia verdosa, atribuida a ciertas radiaciones procedentes del cátodo:
los rayos catódicos.
Thomson estudió las propiedades y
efectos de estos rayos y llegó a la conclusión de que estaban constituidos por
partículas, con carga eléctrica negativa, dotadas de gran velocidad, casi dos
mil veces más pequeñas que el átomo de hidrógeno. Además, las partículas eran
idénticas aunque cambiase el gas del tubo. A propuesta de Stoney les dio el
nombre de electrones. Los electrones tienen una masa en reposo de
9,109·10–31 kg y una carga eléctrica negativa de 1,602·10-19
culombios, que es la unidad básica de electricidad.
Alumno: ¿Cómo llevó a cabo Thomson el
estudio de estos rayos?.
Profesor: Mediante la aplicación de
campos eléctricos y magnéticos consiguió desviar los electrones, habida cuenta
de que son partículas cargadas. Analizando sus trayectorias se puede deducir la
relación carga/masa.
Alumno: Pero...¿verdaderamente los
rayos catódicos salen del cátodo?. No entiendo bien su origen.
Profesor: Cuando efectuamos la descarga
eléctrica a tan grandes potenciales se liberan electrones de los átomos
metálicos que constituyen el cátodo y al mismo tiempo se“ionizan” las moléculas
del gas, que naturalmente eran neutras, y se producen cargas negativas, es
decir, electrones, y positivas, los iones del gas. Estos últimos son atraídos
por el cátodo (negativo) y al chocar contra él no provocan efectos visibles,
pero los electrones libres se mueven hacia el polo opuesto, el ánodo (positivo), chocando contra el otro extremo del tubo y produciendo la
luminosidad característica ya comentada. Lógicamente, los electrones arrancados
al gas por la descarga también se dirigen hacia el ánodo y se mezclan con los
rayos catódicos propiamente dichos.
Alumno: Y esto sucedió en 1897. Ya sé
que unos años después Millikan determinó con gran exactitud la carga del
electrón mediante su experimento de la gota de aceite. ¿Cómo fue?.
Profesor: Básicamente consiste en
ionizar pequeñas gotas de aceite, que se hacen caer por el hueco entre dos
placas. Se ajusta el potencial entre ellas de modo que la fuerza eléctrica
aplicada detenga la caída de las gotas cargadas. Mediante sencillos cálculos, que tienen en cuenta las fuerzas de rozamiento
(viscosidad del aceite), es posible
hallar la carga de las gotas. Todas ellas son múltiplos de una unidad
fundamental, la carga del electrón, e, antes mencionada. Y finalmente, conocida
la carga y la relación carga/masa de Thomson, es inmediato despejar el valor de
la masa del electrón.
Alumno: Yo he estudiado que los
componentes del núcleo atómico son los protones y los neutrones. ¿Cómo se
descubrieron?.
Profesor: En un tubo
de vacío, muy semejante al de la figura anterior, pero con el cátodo perforado,
en 1886, Goldstein efectuó la descarga correspondiente y observó otra
luminiscencia situada detrás del cátodo. Pensó que eran unas radiaciones
susceptibles de atravesar los canales
o agujeros del cátodo y que se movían en sentido contrario a los rayos
catódicos. Se denominaron rayos canales
por razones obvias. La carga eléctrica era positiva
y su masa dependía del gas empleado, siendo los más pequeños los producidos al
utilizar hidrógeno. Algunos años después, se comprobó que su masa era mucho
mayor que la del electrón, su carga igual y de signo contrario, y se les
denominó protones. Era evidente que los protones formaban parte del átomo,
generados al destruirse por causa de la descarga eléctrica dichos átomos de
gas.
Alumno: O sea, no
sucede igual que con los rayos catódicos. La carga y la masa de los rayos
canales varían según el gas. Sólo son protones cuando utilizamos hidrógeno ¿no
es cierto?.
Profesor: Así es, ya que están
constituidos por los iones positivos provenientes de los átomos del gas, cuando
la descarga eléctrica les arranca electrones. Puesto que son positivos se
dirigen rápidamente hacia el cátodo y la mayoría atraviesa por sus agujeros,
yendo a parar contra el extremo del tubo. Cuando el cátodo no está perforado,
es imposible observar estos rayos positivos
y sólo se ven los rayos catódicos.
La masa de un protón es de 1,6726·10-27
kg, aproximadamente 1.836 veces la del electrón. Su carga positiva es igual en
magnitud a la carga negativa del electrón y está presente en todos los núcleos
atómicos. El número atómico de un elemento es característico e indica su número
de protones, que lógicamente será igual al de electrones.
Alumno: ¿Por qué fue
el neutrón la última partícula en descubrirse?.
Profesor: Es la
última de las partículas consideradas estables. La existencia del neutrón fue
profetizada en 1920 por el físico británico Ernest Rutherford y por científicos
australianos y estadounidenses, pero la verificación experimental resultó difícil debido a que la carga
eléctrica del neutrón es nula y la mayoría de los detectores de partículas sólo
registran las partículas cargadas.
Alumno: Puedo
imaginarme la “carrera” de los científicos de los años veinte por “cazar” al
neutrón.
Profesor: Más o
menos fue así. El neutrón fue identificado en 1932 por el británico James
Chadwick, que interpretó correctamente los resultados de los experimentos
realizados en aquella época por los físicos franceses Irene y Frédéric
Joliot-Curie, entre otros. Ellos habían producido un tipo de radiación
anteriormente desconocida mediante el bombardeo de núcleos de berilio con partículas alfa. Cuando esta
misteriosa radiación se hacía pasar a través de una capa de parafina,
las colisiones entre la radiación y los átomos de hidrógeno de la parafina
originaban protones. Chadwick se dio cuenta de que la radiación estaba formada
por neutrones.
La masa de un
neutrón es de 1,675·10-27 kg, aproximadamente un 0,125 % mayor que
la del protón. Es una partícula constituyente de todos los núcleos, salvo el
del hidrógeno ordinario. Ahora sabemos que los neutrones libres, que no forman
parte de un núcleo atómico, se producen en reacciones nucleares. Pueden ser
expulsados de los núcleos con diferentes velocidades o energías, y son
fácilmente frenados mediante choques con núcleos ligeros como los del
hidrógeno, el deuterio o el carbono. Cuando es expulsado del núcleo, el neutrón
es inestable, y se desintegra para dar lugar a un protón, un electrón y un
antineutrino en apenas unos quince minutos.
Alumno: Esta es la idea de partícula
elemental que he tenido hasta ahora, es decir, el núcleo formado por protones y
neutrones, que contiene casi toda la masa del átomo en un espacio mínimo y la
corteza, donde se mueven los electrones en sus diferentes orbitales. ¿Son éstas
todas las partículas elementales?.
Profesor: Ciertamente no. El electrón
no parece tener estructura interna y sí la podemos considerar elemental en el
sentido que deduzco de tu exposición, no obstante desde los años treinta se han
ido detectando numerosas partículas subnucleares.
Alumno: ¿Cómo ha podido ser eso?. ¿Con
qué medios experimentales?.
Profesor: En un principio, mediante la
observación detallada de la naturaleza, concretamente de los rayos cósmicos.
Alumno: Por su nombre, diría que proceden
del espacio.
Profesor: En efecto. Los rayos cósmicos
son generalmente protones, aunque también contienen núcleos más pesados,
emitidos en las reacciones nucleares de las estrellas, incluyendo a nuestro
sol, que alcanzan la Tierra muy acelerados. Por término medio, su recorrido en
la atmósfera es de unos 800 m hasta chocar contra algún núcleo, originando
nuevas partículas, que a su vez pueden volver a chocar, produciendo lo que se
conoce como “cascada”. Estudiando,
con detectores adecuados, dichas colisiones, los físicos de la primera mitad
del siglo XX obtuvieron mucha información acerca de la estructura del átomo.
Alumno: Supongo que el estudio se
completaría luego con la ayuda de los medios más sofisticados.
Profesor: Eso sucedió desde la década de
los cincuenta, con el empleo de los aceleradores
de partículas. La investigación de la estructura atómica con más detalle no
habría sido posible sin el desarrollo tecnológico que permite concentrar las
enormes cantidades de energía requeridas en el estudio
del mundo subatómico. El avance teórico viene ligado al perfeccionamiento de
los aceleradores y detectores de partículas.
Para estudiar las
partículas fundamentales que componen el núcleo se emplean aparatos con
energías superiores a un Gigaelectrón-voltio (GeV). Los aceleradores son
enormes instalaciones de varios kilómetros que permiten generar violentas colisiones entre partículas. Son los
instrumentos de mayor tamaño y más costosos utilizados en Física. Todos tienen
los mismos componentes básicos: una fuente de partículas elementales o
iones, un tubo donde existe un vacío parcial en el que las partículas
pueden desplazarse libremente y un sistema para aumentar la velocidad
de las partículas.
Alumno: ¿En qué consiste ese sistema?.
Profesor:
Ha ido perfeccionándose a lo largo del tiempo. En un principio, las partículas
cargadas se aceleraban mediante un campo electrostático. Por ejemplo, situando
electrodos con una gran diferencia de potencial en los extremos de un tubo de
vacío, los británicos Cockcroft y Walton consiguieron acelerar protones hasta
250.000 eV. A principios de la década de 1930
Van de Graaff diseñó un acelerador estableciendo un potencial entre dos
electrodos y transportando cargas mediante una cinta móvil. Este tipo de
aceleradores lineales puede alcanzar energías de 15 MeV.
Alumno:
¿Por qué se llama acelerador lineal?.
Profesor:
El acelerador lineal,
también llamado “linac” al utilizar las primeras letras de su nombre en inglés,
fue concebido a finales de la década de 1920. Emplea tensiones alternas
elevadas para impulsar partículas a lo largo de una línea recta, sincronizadas de forma que la partícula sea
impulsada hacia delante cada vez que pasa por un hueco entre dos tubos
metálicos, que se encuentran dentro de un cilindro en el que se ha hecho el
vacío.
Alumno: ¿Qué
tamaño alcanza?.
Profesor: El
más grande del mundo se halla en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y
tiene una longitud de 3,2 km. Puede acelerar electrones hasta una energía
de 50 GeV. En teoría, pueden construirse aceleradores lineales de
cualquier energía, pero existe un inconveniente. Conforme los experimentos
demandan más energía se hace necesario incrementar el recorrido de las
partículas aceleradas y eso nos acarrea graves problemas en su construcción.
Alumno: Me
imagino que a partir de un cierto tamaño sería imposible aumentar las
dimensiones del acelerador. No se me ocurre ninguna solución al problema.
Profesor: Pero la
tuvo. El físico estadounidense Ernest Lawrence, de la universidad de Berkeley,
recibió el Premio Nobel de Física en 1939 por un avance en el diseño de
aceleradores llevado a cabo a principios de la década de 1930. Lawrence
desarrolló el ciclotrón, el primer acelerador circular.
Alumno: Comprendo,
se trata de hacer que las partículas den vueltas consiguiendo así un recorrido
mucho mayor.
Profesor: El
ciclotrón diseñado por Lawrence era una especie de acelerador lineal arrollado
en una espiral. En vez de tener muchos tubos, la máquina sólo tiene dos cámaras
de vacío huecas, que actúan como electrodos, llamadas des, cuya forma es la
de dos letras D mayúsculas
opuestas entre sí. Un campo magnético producido por un potente electroimán hace
que las partículas cargadas se muevan en una trayectoria curva, de forma que se
aceleran cada vez que atraviesan el hueco entre las des. A medida que las partículas acumulan energía, el radio de sus
trayectorias se incrementa y se acercan al borde externo del acelerador, por
donde acaban saliendo.
Alumno: Parece que
Lawrence halló la solución definitiva al principal problema de estas
“máquinas”, pues ahora no estamos limitados por el espacio que necesitan sus
largos recorridos.
Profesor: Sin
embargo, surgió otra dificultad. Cuando las partículas aceleradas en el
ciclotrón alcanzan una velocidad próxima a la de la luz, su masa aumenta de
modo apreciable, tal como predice la teoría
de la relatividad. Esto hace que
sea más difícil acelerarlas, y lleva a que los pulsos de aceleración en los
huecos entre las des queden
desfasados.
Alumno: Tengo la
impresión de que hemos cambiado un problema por otro.
Profesor: No
exactamente. El hecho de incrementarse la masa a medida que aumenta a esos
niveles relativistas la velocidad de las partículas es independiente del tipo
de trayectoria. Si se hubieran construido aceleradores lineales con la longitud
suficiente para que los protones o los electrones alcanzasen energías del orden
de los 500 GeV, por ejemplo, también existiría esta grave dificultad. Ahora
bien, en 1945, el físico soviético Veksler y el estadounidense McMillan sugirieron una solución a este
problema diseñando el sincrociclotrón, denominado a veces ciclotrón
de frecuencia modulada.
Alumno: Podemos
decir que constituye un modelo avanzado del original, o en términos actuales,
un ciclotrón de segunda generación.
Profesor: En dicho
instrumento, el oscilador o generador de radiofrecuencias que crea el campo
magnético que acelera las partículas alrededor de las des se ajusta automáticamente para mantenerse en fase con las
partículas aceleradas. Mientras la masa de las partículas aumenta, la
frecuencia de aceleración disminuye para seguir su ritmo.
Alumno: Eso quiere
decir que el radio de la trayectoria se logra mantener constante, a pesar del
aumento de masa porque es compensado con una menor aceleración.
Profesor: Exacto.
Por otro lado, a medida que crece la energía máxima de un sincrociclotrón, se
incrementa su tamaño, porque las partículas exigen unas trayectorias de mayor
radio. El sincrociclotrón más grande tiene 6 metros de diámetro y se encuentra
en el Instituto de Dubna, en Rusia. Es capaz de acelerar los protones hasta más
de 700 MeV y sus imanes pesan unas 7.000 toneladas. El ciclotrón más potente
del mundo, el K1200, empezó a funcionar en 1988 en Michigan (Estados Unidos) y
puede acelerar núcleos hasta una energía cercana a los 8 GeV.
Además, para los
electrones el aumento de masa por efectos relativistas es mucho mayor que en el
caso de los protones y no es válido el método del sincrociclotrón, ya que no es posible adaptarlo a un
aumento de masa tan grande. Por ejemplo, un electrón con energía de 1 MeV tiene
una masa tres veces mayor que su masa en reposo. Para estos casos se utiliza
otro tipo de acelerador cíclico, el betatrón,
diseñados de modo que permiten modificar no sólo la frecuencia de la corriente alterna que alimenta el electroimán sino
el campo magnético existente en la cámara del acelerador.
Alumno: De todos modos, creo que
las energías requeridas actualmente en los experimentos de colisiones entre
partículas han de ser mayores. ¿Verdad?.
Profesor: En la
carrera tecnológica siempre se busca mejorar las prestaciones de los medios
experimentales. El siguiente avance fue el sincrotrón,
el miembro más reciente y con mayor potencia de la familia de aceleradores.
Consta de un tubo, en forma de un gran anillo, por el que se desplazan las
partículas, rodeado de imanes que hacen que éstas se muevan por su centro. Las
partículas entran en el tubo después de haber sido aceleradas a varios millones
de electronvoltios y ya en el interior del anillo son nuevamente aceleradas en
uno o más puntos cada vez que describen un círculo completo alrededor del
acelerador. Para mantener las partículas en una órbita constante, las
intensidades de los imanes del anillo se aumentan a medida que las partículas
ganan energía.
El primer acelerador
que superó la barrera de los Gigaelectrón-voltios fue el sincrotrón de
protones del Brookhaven National Laboratory (Long Island,
Nueva York), que alcanzó valores de 3
GeV. En los años sesenta entró en escena otro sincrotón situado cerca de
Ginebra (Suiza), controlado por el CERN, la Organización Europea para
la Investigación Nuclear, que ya en 1965 logró energías de 40 GeV.
A principios de los
años 1980 se llegó a los niveles de 500 GeV y entró en escena el Fermilab,
nombre con el que se conoce al Fermi National Accelerator Laboratory,
situado en Batavia, a unos 80 km de Chicago. La capacidad de este último
aumentó hasta un límite potencial de un TeV (Teraelectrón-voltio), es
decir, un billón de voltios, en 1983 al instalar imanes superconductores, lo
que le convirtió en el acelerador más potente del mundo.
Alumno: ¿No se ha
producido ningún avance en las instalaciones de estos gigantescos complejos
experimentales desde los años ochenta?.
Profesor: En los
últimos quince años se ha registrado el avance que, hoy por hoy, se puede
calificar como la vanguardia de las altas energías. Me refiero al colisionador con anillo de almacenamiento.
Alumno: Parece una
combinación de métodos ya conocidos.
Profesor: Se podría decir eso
mismo. Un colisionador es una combinación de un acelerador y uno o más anillos
de almacenamiento, que produce colisiones más energéticas entre partículas que
un acelerador convencional. Este último lanza partículas aceleradas contra un
blanco estacionario, mientras que un colisionador acelera dos conjuntos de
partículas que se inyectan en el mismo
anillo, como los electrones y los
positrones que tienen cargas eléctricas opuestas y circulan en sentido
contrario, o en anillos distintos de almacenamiento, cuando hay
que hacer colisionar partículas con la misma carga, y después se hacen chocar
de frente. El colisionador LEP del
CERN, que empezó a funcionar en 1989 es de este tipo. El LEP, siglas en inglés
de gran colisionador de electrones-positrones, abarca una zona extensa de
terreno entre la frontera de Suiza y Francia con un enorme anillo de 27 km
de diámetro construido a una profundidad de 100 m. Por su parte, en 1987, el
Fermilab convirtió su sincrociclotrón en un colisionador con anillo de almacenamiento
e instaló un detector de tres pisos de altura para observar y medir los
productos de los choques frontales entre partículas.
Aunque los colisionadores que se
utilizan en la actualidad son extremadamente potentes, aún se necesitan
superiores energías para comprobar las teorías actuales. Si bien, por
desgracia, el montaje de anillos mayores es muy cara. Ya se ha iniciado la
construcción del gran colisionador de hadrones (LHC, siglas en inglés de Large Hadron Collider) del CERN que
compartirá el túnel que alberga el LEP y se espera inaugurar para el año 2006
con unas prestaciones de 14000 MeV (14 TeV) para los choques entre protones con
velocidades cercanas a la de la luz. En
1988, Estados Unidos empezó a planificar la construcción de un supercolisionador
de 87 km en el estado de Texas, pero el Congreso de dicho país decidió cancelar
el proyecto por razones económicas, cuando ya se había construido
aproximadamente una quinta parte.
Alumno: Hemos
hablado sobre el modo en que los físicos nucleares obtienen las altas energías
para los choques que provocan entre las partículas. Pero... ¿cómo saben qué ha
ocurrido tras esas colisiones tan violentas?.
Profesor: En ese
punto entran en acción los detectores de
partículas. Básicamente, son los instrumentos que ponen de manifiesto, y
en muchos casos hacen visibles, las partículas subatómicas. Es
necesario que reúnan las características de alta resolución espacial y corto
tiempo de respuesta, para obtener la masa,
carga, energía y trayectoria de
las partículas producidas. La gran sofisticación de dichos aparatos se refleja
en los premios Nobel concedidos a sus diseñadores, como Wilson y Charpak. Distinguimos varios tipos, dependiendo del
procedimiento de detección utilizado.
Alumno: ¿Cuáles son las diferentes
clases de detectores más utilizadas y que características las diferencian entre
sí?.
Profesor: En primer lugar, tenemos la cámara de
ionización. Se trata de un recipiente lleno de gas y provisto de dos
electrodos con potenciales diferentes. Las partículas ionizan el gas y estos
iones se desplazan hacia el electrodo de signo contrario, creándose una
corriente que puede amplificarse y medirse. Las cámaras de ionización adaptadas
para detectar las partículas individuales y de radiación se denominan contadores, como el de Geiger,
desarrollado en 1928.
Alumno: Conozco el “clic” tan familiar que emite ese
contador cada vez que registra la presencia de una partícula radiactiva.
Profesor: Es muy
conocido, en parte debido a su aparición en algunas películas. Otro tipo es el
contador de centelleo. Allí, las
partículas cargadas, que se mueven a gran velocidad en los materiales
centelleantes, producen destellos visibles a causa de la ionización, y pueden
registrarse. Dichos materiales son determinados sólidos y líquidos como sulfuro
de cinc, yoduro de sodio o antraceno.
Los detectores de trazas permiten observar
las señales (o trazas) que deja a su paso una partícula en la sustancia que
contiene el detector. Son de este grupo las emulsiones
nucleares, semejantes a las fotográficas, la cámara de niebla y la cámara de burbujas.
Alumno: ¿Es cierto
que la cámara de niebla fue el primer tipo de detector utilizado para el
estudio de los rayos cósmicos?.
Profesor: Así fue.
El principio fundamental de la cámara de niebla fue descubierto por Wilson en
1896, aunque el instrumento no llegó a construirse hasta 1911. Contiene aire,
saturado con vapor de alcohol, que inmediatamente se condensa sobre los iones
que producen las partículas nucleares o atómicas cargadas a su paso por la cámara,
lo que hacen visibles sus trayectorias.
La cámara de burbujas, inventada en 1952 por Glaser, tiene un
funcionamiento similar a la cámara de niebla. Su diferencia más acusada reside
en utilizar un líquido bajo presión a una temperatura algo inferior a su punto
de ebullición, en lugar de aire saturado de alcohol. A lo largo de las
trayectorias de las partículas que atraviesan el líquido se produce la
ionización de sus átomos, y en torno a dichos iones se forman minúsculas
burbujas que permiten visualizarlas. Estos métodos ópticos de
detección han sido paulatinamente sustituidos por métodos electrónicos de
recogida de datos desde que Charpak, en 1968, inventó el contador proporcional
multicable, que permiten el registro de un número mayor de sucesos.
Otros tipos de detectores emplean muchas otras interacciones entre
la materia y las partículas elementales distintas a las eléctricas. Por
ejemplo, el detector de Cherenkov se basa en una radiación especial emitida por
las partículas cargadas al atravesar medios no conductores a una velocidad
superior a la de la luz en dichos medios.
Alumno: Algo parecido a lo que sucede cuando un avión supersónico
atraviesa la barrera del sonido. ¿No es cierto?.
Profesor: Salvo que ahora se ven destellos luminosos en lugar de un
sonido.
Alumno: En todos los casos anteriores se trata de procesos donde
intervienen cargas eléctricas. ¿Y cuando queremos detectar neutrones?.
Profesor: Las partículas neutras
como neutrones o neutrinos no pueden detectarse directamente, pero sí de forma
indirecta a partir de las reacciones nucleares que tienen lugar cuando
colisionan con ciertos núcleos de las sustancias empleadas en el detector. Así,
los neutrones lentos producen partículas alfa, detectables con
facilidad, al colisionar con los núcleos de boro del trifluoruro de boro. Los
neutrinos, que apenas interaccionan con la materia, se detectan en depósitos
enormes de percloroetileno (C2Cl4), gracias a los núcleos
radiactivos de argón que producen cuando chocan con núcleos de cloro. Este tipo
de detector de neutrinos, situado a gran profundidad bajo tierra para evitar la
radiación cósmica, se utiliza actualmente para medir el flujo de neutrinos
procedente del Sol.
Alumno: ¿Cuáles son
los detectores más empleados en los últimos años?.
Profesor: Los
detectores de última generación son un tipo de cámara de burbujas conocida
como cámara de proyección temporal.
Pueden medir las trazas que dejan los haces incidentes en las tres
dimensiones, y cuentan con detectores complementarios para registrar otras
partículas producidas en las colisiones de alta energía. En el CERN, por
ejemplo, existen detectores de varios pisos de altura, formados a su vez por
distintos tipos de detectores concéntricos.
Examinando las trazas puede deducirse la historia de las partículas desde
su formación hasta la desintegración.
LAS PARTÍCULAS FUNDAMENTALES
Alumno: Con todos estos medios para
llegar a tan elevadas energías y estos detectores tan desarrollados el dibujo,
relativamente sencillo, de la constitución del átomo supongo que se habrá
modificado.
Profesor: Puede decirse que ese modelo
del átomo tuvo validez en el primer tercio del siglo XX. En el segundo tercio,
la profusión de nuevas partículas que se incorporaban a las ya conocidas
resultó casi alarmante. El físico finlandés Roos confeccionó el primer catálogo
de partículas en 1963 con cerca de cuarenta identificadas, y en los años
setenta y ochenta se catalogaron varios cientos de ellas.
Alumno: Me imagino que sería urgente
buscar una clasificación útil de todas ellas. Tuvo que ser algo parecido a la
época en que Mendelejeff y Meyer propusieron la tabla periódica de los
elementos.
Profesor: Se han clasificado bajo
distintos criterios, no obstante los principales responden al tipo de interacción que les afecta y al valor de
su espín.
De este modo, llamamos leptones a las partículas que no se ven
afectadas por las interacciones nucleares fuertes, como el electrón o el muón,
mientras que los hadrones son las
partículas sensibles tanto a las interacciones nucleares fuertes como a las
débiles. Dentro de los hadrones están el protón
y el neutrón, pero también un elevado
número de partículas muy inestables, que se desintegran rápidamente. Cuando
estas partículas tienen masas mayores que la de los conocidos nucleones, en sus
productos de desintegración se encuentran protones, y las encuadramos en el
grupo de bariones. Si, por el contrario, son de masa inferior y sus
productos de desintegración sólo muestran fotones y leptones, las clasificamos
como mesones.
Este último es el caso del mesón pi, la
partícula K o el mesón rho.
Alumno: Entonces, ¿cuáles son ahora las
partículas elementales?.
Profesor: Si nos atenemos a las que
existen en los átomos ordinarios serían las ya conocidas de antiguo, esto es,
el protón, el neutrón y el electrón, pero si tenemos en cuenta aquéllas que se
producen en los aceleradores de alta energía, el número se puede elevar porque
hay algunas, como los mesones, de masa intermedia entre el protón y el
electrón.
Es evidente que el concepto de elementalidad debe ampliarse o modificarse respecto a las ideas
clásicas. La física de altas energías ha proporcionado un gran número de datos experimentales, es decir, muchos sucesos
que afectan a colisiones y desintegraciones de partículas, los cuales han
conducido al descubrimiento de una subestructura en la mayoría de estas
partículas subatómicas.
Alumno: Por decirlo de alguna manera, es como si
hubiéramos reducido el tamaño de las “unidades básicas”, de los ladrillos que componen los átomos.
Profesor: Más o menos es eso. El estudio de las
interacciones entre ellas y los fenómenos de desintegración ha permitido
elaborar un nuevo modelo, el llamado modelo
estándar, que reduce mucho el número de partículas elementales,
limitándolas exclusivamente a aquéllas que no ofrecen una estructura inferior,
volviendo un poco de nuevo al concepto
antiguo de la elementalidad. Pero antes de revisar el modelo estándar es
necesario concretar qué son las fuerzas fundamentales, sus características más
relevantes y el modo en que se transmite la interacción.
Grupo de partículas |
Nombre |
Masa (MeV) |
espín |
||
Leptones |
Electrón |
0,511 |
1/2 |
||
Muón |
106 |
1/2 |
|||
Tauón |
1784 |
1/2 |
|||
Neutrinos |
<0,03 |
1/2 |
|||
Mesones |
Pi |
140 |
0 |
||
Kaón |
498 |
0 |
|||
Rho |
470 |
1 |
|||
Bariones |
Protón |
938 |
1/2 |
||
Neutrón |
940 |
1/2 |
|||
Lambda |
1116 |
1/2 |
|||
Delta |
1232 |
3/2 |
|||
Omega |
1672 |
3/2 |
|||
Sigma |
2455 |
½ |
|||
|
|||||
|
Algunos datos de las principales partículas
subatómicas |
|
|||