Marta Zafrilla,
ganadora del premio Gran Angular: “La novela juvenil nace con la intención de
regar a los jóvenes lectores”
Pilar Muñoz Clares
Carlos Fabretti y
Marta Zafrilla, ganadores respectivamente de los premios Barco de Vapor y Gran Angular
convocados por SM
El pasado 7 de
marzo se fallaron los premios Barco de Vapor y Gran Angular que anualmente
convoca SM. El primero, de literatura infantil, recayó sobre el escritor Carlos
Fabretti con "Calvina" y el
Gran Angular sobre la escritora Marta
Zafrilla con “Mensaje cifrado”. Ambos tienen como objetivo la búsqueda de
lectores jóvenes, ambos hablan igualmente de la posición del nuevo lector en
interacción con otros medios y en el camino hacia la identidad a través del
pensamiento. “Calvina”, según señaló el jurado, destaca por “su manejo de la
intriga y su capacidad para suscitar en el lector preguntas sobre el ser
humano”. En el caso de “Mensaje cifrado”, un joven que compartía con su abuelo
el juego de la oca, hereda cuando aquél muere el tablero, interpretado por la
autora como una metáfora de la vida, y a
través de él deberá descubrir un enigma que resulta pieza indispensable en el puzzle de su
identidad. Hablamos con Marta Zafrilla, escritora murciana de 24 años y autora
de “Mensaje cifrado” novela juvenil en
la que, según ella señala, se invita a reflexionar a través del juego sobre la
ambigüedad de lo humano.
Pregunta.
La literatura juvenil hoy es un reto importante para creadores y un cazalectores en los más jóvenes a los
que se les entiende otros códigos, mediatización de la tecnología, otro tipo de
mensajes, etc. ¿qué hay en tu novela de atractivo para estos jóvenes lectores,
cuáles son sus ingredientes?
Marta
Zafrilla: La literatura juvenil nace, o yo así lo entiendo, con la finalidad de
regar a los jóvenes lectores para que fomenten el placer de la lectura y
crezcan en el interés por la letra impresa. Para llamar su atención, entre
tanta marabunta de películas, intereses y videojuegos, debe emplearse un
lenguaje directo, un argumento que les enganche y una historia original que no
suene a lo de siempre. En “Mensaje cifrado” recurro a un enigma que sostiene la
atención del lector durante todo el trayecto del libro y que al final se
resuelve de una forma inesperada. Y dejo que sea ese mismo lector quien tenga
que aportar su propia visión de los hechos para desentrañar el misterio que
rodea a la trama.
P.
¿Cómo es el protagonista de “Mensaje cifrado”? ¿en qué
medida es reconocible por los lectores jóvenes?
MZ: Santiago
es un adolescente que tenía una íntima relación con su abuelo, con el que
jugaba muchísimo al juego de la oca. Al morir éste, el tablero quedará como
herencia y servirá para llevarlo, casilla a casilla, en su aventura hacia un
enigma que tendrá que descubrir. Creo que los lectores jóvenes van a
identificarse con Santiago en numerosas facetas. Por ejemplo, como a todo
adolescente, a Santiago le resulta difícil no aventurarse en los misterios que
la vida nos pone por delante, es demasiado curioso como para quedarse parado
ante un misterio sin descifrar. Los jóvenes verán reflejados sus gustos
musicales, su forma de expresarse, sus inquietudes vitales y además,
identificarán el uso de la tecnología que caracteriza a los tecnoadolescentes.
P.
En la literatura quizás siempre hay algo de vivido ¿podríamos decir que tu
recuerdo de la adolescencia está de alguna manera recogido en las páginas de
“Mensaje cifrado”?
MZ:
“Mensaje
cifrado” es una obra de la que me encuentro totalmente separada, pues es un
relato objetivado, donde no he incluido prácticamente nada biográfico, salvo
algunos detalles. Me he sentido cómoda abordando una novela totalmente lejana a
mí y donde no me reconociese en el personaje protagonista.
P:
La relación de Santiago con su abuelo es un amor después de la vida, se comunican
tras la muerte, has dado un giro al tópico barroco. ¿Son especiales las relaciones de los abuelos de hoy con los
nietos, pesan sobre la educación?
MZ:
Creo
que a pesar de los cambios sociales y la aparente indiferencia de los
adolescentes por sus mayores, los vínculos que se crean entre abuelos y nietos
es algo que nunca desaparecerá. Antropológicamente encontramos hitos de gran
interés sobre esta figura. En algunas culturas los abuelos han sido figuras
paternales de autoridad, donde el niño debía tomar ejemplo, pero normalmente,
ha predominado un papel desde mi punto de vista más importante, ha sido una
figura emocional, un vínculo con el tiempo. A través de los abuelos el joven
asume valores sociales, se identifica con sus raíces a través del juego y sobre
todo a través de los relatos.
P.
Se contempla hoy la adolescencia casi como un trance con síntomas que a veces parecen olvidados desde la vida de adulto. Esa
brecha es un espejismo fruto del crecimiento, un rechazo quizás a tiempos
pasados?
MZ: Recordemos
que la pubertad es un período de incertidumbre vital en
las personas; los cambios físicos y
mentales introducen a los jóvenes
en un abismo en el que ni ellos mismos se
reconocen. Si cuando
superamos esta etapa olvidamos nuestros
síntomas, no es sólo por
vergüenza o rechazo, sino porque al
superar las inseguridades nos
contemplamos con una personalidad y una
imagen sólida, distinta de la
percepción distorsionada que todo
adolescente tiene de sí mismo. Casi
todos los adultos recuerdan su adolescencia
como una nebulosa de dudas
y reto, pero es en la superación de estos
miedos en donde hemos
crecido como adultos y no deberíamos
olvidarlo.
P:
Publicaste en 2005 un libro de poesía, “Toma sostenida”, y ahora te has
adentrado en la novela ¿Qué había de narrativo en
“Toma sostenida”, qué hay de poético en “Mensaje cifrado”, ¿el deseo de contar es un lugar común en cualquier
forma literaria?
MZ:
Nací
en la poesía con lo cual supongo que ese latido subyace en todo lo que me
propongo escribir. O eso pretendo. Es la búsqueda de una música especial en las
palabras y en las frases, un ritmo con el que alguien al otro lado del folio se
puede identificar. De todas formas en “Mensaje cifrado” he preferido moverme de
otra manera, porque el público al que me dirigía era adolescente; y eso
requiere menos atención a los aspectos formales y mucha más a los aspectos
argumentales.
P.
Cada día se edita más y en la misma medida crece la idea de que se lee menos
¿qué piensas de esto?
MZ:
Creo
que esta afirmación no es válida ni cierta para todos los géneros ni todos los
autores. Indiscutiblemente se publica más que nunca y eso es bueno porque el
abanico de posibilidades se amplía para los lectores. Pero no creo que sea
verdad que cada día se lea menos. Al contrario. Hay más población alfabetizada
y muchos más lectores.
P.
Por tu edad, casi acabas de empezar a ser lectora y pasas a ser reconocida como
escritora, ¿cómo te ves en ese trance?
MZ:
En
absoluto; me recuerdo lectora desde la infancia, devorando cuentos infantiles,
poesía y pronto obras de adultos. Leía poemas de Miguel Hernández a los 10 años
y a Walt Whitman a las 12, figúrate, y ya su ritmo y sus imágenes se me
grabaron en la memoria. Escribir tampoco tardó mucho. Mis padres aún conservan
cosas que escribí con 7 u 8 años, describiendo a mis compis del cole y relatos
similares. Con esos precedentes no es tan raro haber escrito dos libros a los
24; Alfred Jarry escribió su Ubú con 14 –mierdra, emulándolo-.
P.
Marta, un tema esencial para la buena literatura
MZ:
La
literatura no está en el qué sino en el cómo. Por eso resulta absurdo que se
hable de temas literarios y de temas no literarios. Un buen escritor hace que
los temas sean literarios. Y esa es la ambición que perseguimos todas las
personas que tratamos de comunicarnos con el mundo de las letras.
P.
Una recomendación, un consejo para leerte.
MZ:
No
me gustan los lectores que aceptan consejos porque caminan siempre por los
caminos previstos. Yo no los aceptaba y buscaba por mí misma las obras. Y me
fue bien. Que lean sólo aquello que les llame a gritos.
Marta Zafrilla
Díaz (Murcia, 1982) es licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la
Universidad de Murcia. Tras finalizar la carrera se especializa
en marketing y diseño gráfico. Obtiene el diploma en estudios
avanzados con un trabajo de investigación sobre promoción turística.
Actualmente trabaja como redactora en una agencia de publicidad.
Tras ganar un premio de poesía para jóvenes en el instituto donde
estudiaba, se animó a presentar versos y cuentos a concursos, siendo
premiada en Montehermoso, Argentina, Ciudad de Getafe, Alcorcón,
MurciaJoven y MolaJoven con poesía y en cuento en el certamen
literario AJEM. Sus poemas han sido publicados
en antologías y
revistas literarias, pero no es hasta 2005 cuando cuenta con un libro
propio; "Toma sostenida", publicado por la Editora Regional.
Recientemente ha ganado el premio de Gran Angular de SM con “Mensaje cifrado”,
un espaldarazo importante para seguir escribiendo.