Tratamiento escolar del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH).
Raúl Tárraga Mínguez.
Llicenciat en psicopedagogia. Universitat de València.
Mestre de Pedagogia Terapèutica.
Resumen:
En el presente artículo se exponen las técnicas de
intervención conductuales y cognitivo-conductuales más habituales para abordar
el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
en el contexto escolar: alabanza, refuerzo, contrato de contingencias, economía
de fichas, extinción, costo de respuesta, autoinstrucciones, y autoevaluación
reforzada. Finalmente se reflexiona sobre las potencialidades y beneficios de
este tipo de intervenciones.
Palabras clave:
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
técnicas de modificación de conducta, estrategias cognitivo-conductuales.
1. Introducción.
El Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad (TDAH) es un trastorno relativamente frecuente en nuestras
escuelas (7-8% de la población escolar empleando los criterios del DSM-IV),
caracterizado por 3 grupos de síntomas fundamentales: inatención,
hiperactividad e impulsividad.
Estos tres grupos de síntomas convierten
a los alumnos con TDAH en los perfectos candidatos para tener problemas de
adaptación en la escuela, ya que el contexto escolar requiere exactamente las 3
habilidades en las que estos alumnos tienen problemas: la escuela exige
atención y concentración durante períodos prolongados, exige estar sentado y
relativamente quieto gran parte de la jornada escolar, y finalmente exige
respetar normas de convivencia, y tener un estilo de comportamiento reflexivo
opuesto a la tendencia a la impulsividad de estos alumnos.
Estos problemas de adaptación no pueden
ser ignorados por la escuela, ya que representan unas necesidades educativas
especiales que muy probablemente repercutirán en un bajo rendimiento escolar,
por lo que los estudiantes con TDAH deben recibir la atención psicopedagógica
adecuada para atenuar los síntomas del trastorno.
2. Atención psicopedagógica a los
estudiantes con TDAH,
La atención psicopedagógica de los
estudiantes con TDAH debe basarse en reducir los 3 síntomas principales
anteriormente expuestos. A continuación se exponen algunos de los
procedimientos más habituales:
2.1.
Técnicas de
modificación de conducta.
Uno de los procedimientos con más arraigo
y que han demostrado con mayor persistencia sus resultados positivos a corto
plazo (aunque presenta una serie de limitaciones), es el empleo de técnicas de
modificación de conducta. La modificación de conducta es especialmente
recomendable para alumnos de educación infantil y primer ciclo de primaria, ya
que en estas edades los alumnos todavía no han adquirido un desarrollo
cognitivo suficiente como para aplicar técnicas de autorregulación, sino que
necesitan de una ayuda o guía externa (el profesor), que les recuerde cuáles
son las conductas correctas en la escuela. Estas técnicas son utilizadas cuando
se quiere reforzar e incrementar la conducta realizada, son: la alabanza, el
refuerzo, el contrato de contingencias y la economía de fichas; igualmente la
modificación de conducta puede emplearse para reducir o eliminar conductas no
deseadas, en este caso debe aplicarse: la extinción y el costo de respuesta.
·
La alabanza
es una técnica básica que consiste en realizar un comentario o verbalización
positiva acerca de la conducta del alumno. Este comentario o verbalización debe
incluir dos elementos fundamentales: 1. La felicitación o la alabanza en sí,
por ejemplo: “muy bien, buen trabajo, estudependo, lo has hecho fenomenal”, y
2. La descripción de la conducta positiva, por ejemplo: “lo has leído con mucha
atención, has hecho la letra muy bien, estás trabajando concentrado y bien, has
traído hechos los deberes”.
La alabanza pierde un porcentaje muy alto
de eficacia cuando no se describe la conducta positiva (en ese caso el alumno
sabe que ha hecho algo bien, pero quizá no sepa lo que ha hecho bien), o cuando
se hace referencia a una conducta negativa anterior; por ejemplo si se dice al
alumno “muy bien, es la primera vez en la semana que traes los deberes”, el
alumno puede entender que es suficiente con traer los deberes una vez por
semana. La técnica contraria a la alabanza sería la extinción, que
consiste en retirar cualquier tipo de atención ante una conducta no deseada por
parte del alumno. Esta técnica es útil para reducir conductas inadecuadas que
los alumnos realizan esperando una respuesta por parte del profesor.
·
El refuerzo
consiste en conceder al alumno una recompensa cuando realiza una conducta
adecuada. Normalmente, esta recompensa suele ser un elemento material
reforzante para el alumno o un privilegio (por ejemplo borrar la pizarra,
recoger 5 minutos antes, etc.). Para ser eficaces, estos privilegios deben ser
motivadores para los alumnos e incluso suponer un reto o un estímulo para
presentar un buen comportamiento; deben presentarse inmediatamente después de
la realización de la conducta positiva (pierden eficacia progresivamente cuando
se alejan de la realización de la conducta); y deben ser variados, para evitar
que pierdan atractivo para los alumnos. La técnica contraria al refuerzo sería
el costo de respuesta (o pérdida de privilegios), que consiste en
retirar al alumno un refuerzo (por ejemplo, reducir unos minutos el patio) con
el objetivo de reducir una conducta no deseada. El costo de respuesta se rige
por los mismos principios de eficacia que el refuerzo.
·
El contrato
de contingencias consiste en un documento escrito en el que las partes
implicadas (profesor y alumno) se comprometen por un lado a realizar un
comportamiento adecuado durante un tiempo determinado, y por otro lado, a
ofrecer una recompensa acorde a la conducta realizada. El contrato debe ser
revisado en un período de tiempo razonable, y debe tomar la forma de un
verdadero documento legal, en el que ambas partes establecen un acuerdo y
aceptan unos compromisos.
·
En la economía
de fichas, profesor y alumno pactan por un lado las recompensas que el
alumno pretende conseguir, y por otro lado las conductas que el alumno debe
realizar para conseguir dichas recompensas. Posteriormente, se pacta cuántos
puntos (o fichas) se consiguen con cada conducta, e igualmente cuántos puntos
(o fichas) son necesarios para conseguir cada privilegio. El funcionamiento de
la economía de fichas se realiza durante toda la jornada escolar, y el alumno
recibe y pierde puntos en función de su comportamiento. Al finalizar el día o
la semana, los puntos se canjean por las recompensas, con lo que se consigue
que el alumno se proponga comportarse bien durante períodos de tiempo grandes.
2.2.
Técnicas
cognitivo-conductuales.
Las técnicas cognitivo-conductuales son
una combinación de los principios anteriores con estrategias de corte
cognitivo. Estas estrategias suponen ir un paso más allá que las anteriores ya
que no sólo se intenta eliminar o reforzar conductas, sino que además se trata
de influir en el procesamiento cognitivo del alumno para que en el futuro sea
él quien autorregule su comportamiento, sin necesidad de la presencia de un
adulto que aplique la administración de refuerzos o retirada de los mismos.
Estas técnicas son especialmente útiles para alumnos desde segundo ciclo de
educación primaria, ya que han adquirido un desarrollo madurativo suficiente
como para autorregular su comportamiento. Las estrategias
cognitivo-conductuales más habituales son las autoinstrucciones y la
autoevaluación reforzada.
·
El procedimiento
de las autoinstrucciones consiste en enseñar al alumno a decirse a sí
mismo qué es lo que tiene que hacer para afrontar una tarea. Las secuencias
autoinstruccionales más habituales constan al menos de 3 estadios que
corresponden con los 3 estadios básicos del procesamiento de la información por
los que atravesamos cuando afrontamos una tarea cognitiva: planificación,
automonitoreo, y autocomprobación. En la práctica, estas autoinstrucciones
suelen plasmarse en secuencias verbales que el alumno se dice a sí mismo; por
ejemplo: ¿Qué tengo que hacer? (planificación de la tarea); ¿Lo estoy haciendo
bien? (automonitoreo y autosupervisión mientras se realiza la acción); y ¿Lo he
hecho bien? (autocomprobación una vez finalizada la tarea).
Existen diversos programas que adaptan la
secuencia autoinstruccional primitiva de Meichenbaum y Goodman (1971) a alumnos
de diferentes edades; en estos programas suelen presentarse las
autoinstrucciones en forma de apoyos gráficos que recuerdan al alumno cada una
de las verbalizaciones que debe decirse a sí mismo. Estos apoyos gráficos se
emplean hasta que el alumno finalmente interioriza las autoinstrucciones, y las
incluye en su propio repertorio de estrategias cognitivas.
·
La autoevaluación
con refuerzo es un procedimiento en el que se enseña al alumno a evaluar su
conducta de acuerdo a unas pautas previamente fijadas en colaboración con el
profesor. En la fase de aprendizaje de autoevaluación de la propia conducta, se
pide al alumno que califique su comportamiento de acuerdo a una escala (por
ejemplo muy mala, mala, buena, muy buena), y posteriormente se compara su
evaluación con la de un adulto. En una fase posterior, el procedimiento suele
llevarse a cabo mediante el chequeo de una serie de acciones o conductas en
ciertos momentos del día. Por ejemplo, al acabar la jornada escolar, el alumno
debe revisar si ha permanecido sentado cuando era necesario, si ha prestado
atención a las explicaciones, si ha terminado las tareas que se le han pedido,
o si ha hablado en exceso o sin solicitar turno. Una vez los alumnos han
aprendido a autoevaluar correctamente sus conductas, puede dejarse que sean
ellos mismos quienes se otorguen puntos en los procedimientos de economía de
fichas (siempre con la supervisión del profesor), para que sean ellos mismos
quienes evalúen sus conductas y quienes otorguen las recompensas o las
retiradas de privilegios.
Ambas
estrategias, autoinstrucciones y autoevaluación reforzada, suelen enseñarse
mediante la misma secuencia instruccional de modelado, práctica guiada, y
práctica independiente. En la primera fase de la secuencia, el modelado, el
propio profesor es quien ejerce de modelo poniendo en práctica la estrategia en
voz alta, de modo que el alumno observa y escucha al profesor para posteriormente
imitarlo. En la segunda fase de la secuencia, la práctica guiada, es el alumno
quien pone en práctica la estrategia, pero con un elevado grado de ayuda por
parte del profesor, dado que todavía se está familiarizando con la estrategia,
hasta que finalmente en la tercera fase de la secuencia, la práctica
independiente, es el alumno quien realiza autónomamente la estrategia, y el
profesor tan sólo se limita a supervisar con un nivel de protagonismo mínimo.
2.3.
Otras intervenciones.
Existen
otros procedimientos de intervención en el TDAH también necesarios, pero en los
que la escuela juega un papel indirecto, sin intervenir propiamente con el
alumno: la formación a padres, y la remisión a especialistas en medicina.
·
La escuela puede realizar funciones de formación a
padres de modo sistemático, mediante las escuelas de padres, o de modo más
puntual, mediante las entrevistas con los especialistas en pedagogía
terapéutica o con los psicopedagogos.
Esta
formación debe basarse en explicar a los padres mediante ejemplos prácticos
diferentes técnicas de manejo del comportamiento en casa, aplicando las
estrategias conductuales y cognitivo-conductuales expuestas anteriormente a
situaciones familiares; enseñando procedimientos para ayudar a sus hijos a
completar las tareas escolares; o simplemente ofreciendo información sobre los
síntomas y el pronóstico del trastorno.
Esta
formación es crucial, dado que en muchas ocasiones los padres no tienen un
conocimiento profundo del TDAH, y en ocasiones esta formación no es totalmente
rigurosa, y proviene de fuentes no científicas que pueden inducir a errores.
·
Igualmente, muchos padres desconocen que el TDAH
pudede abordarse no sólo desde una perspectiva psicopedagógica, sino también
desde un punto de vista médico. Por ello, desde la escuela debe informarse a
los padres que es conveniente consultar con los servicios médicos
especializados (médico de cabecera y posteriormente servicio de
neuropediatría), ya que en ocasiones estos servicios proponen una intervención
farmacológica que en combinación con la intervención psicopedagógica puede
ofrecer resultados muy positivos.
3.
Potencialidades
de la intervención psicopedagógica en alumnos con TDAH.
Numerosas investigaciones han constatado
en las últimas décadas los efectos beneficiosos de la intervención
psicopedagógica de las intervenciones basadas en técnicas conductuales y cognitivo-conductuales
en la escuela (una revisión exhaustiva de estos trabajos puede encontrarse en
el trabajo elaborado por Miranda, Jarque y Tárraga, 2006). A continuación se
exponen brevemente las potencialidades y aspectos más positivos de este tipo de
intervenciones:
En
conclusión, las técnicas de modificación de conducta y las estrategias
cognitivo-conductuales son una herramienta eficaz para la mejora de la
adaptación escolar de los estudiantes con TDAH, por lo que su aplicación en el
aula es muy recomendable. Estas estrategias pueden iniciarse en el aula de
pedagogía terapéutica, y posteriormente pueden generalizarse al resto de
contextos escolares, con una adecuada coordinación de todos los implicados, ya que
es importante que los alumnos perciban que las normas son claras y coherentes
en todas las aulas.
Bibliografía.
APA
(2002). DSM-IV-R-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. Barcelona: Masson.
Meichenbaum,
D., Goodman, J. (1971). Training impulsive children to talk to themselves: A
measure of developing self control. Journal of abnormal psychology, 77, 115-126.
Miranda,
A., Jarque, S., Tárraga, R. (2006). Interventions in school settings for students
with ADHD. Exceptionality, 14, 35-52.