La transformación de los modos de actuación de los docentes en la
dirección del proceso pedagógico profesional.
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
SILVERIO BLANCO NÚÑEZ
Sancti-Spíritus. Cuba.
Autores:
Lic. Deivis Buchaca Machado.
Lic. Rosabel Rodríguez Martínez.
Lic. Milagro González Gómez.
Lic. Lisette Pérez Rodríguez.
Lic. Bárbara Campos Díaz.
Año: 2007
RESUMEN
El presente artículo propone reflexionar en torno a los criterios e ideas
presentes en el pensamiento pedagógico cubano sobre la necesidad de transformar
los modos de actuación del docente en la dirección del proceso de
enseñanza-aprendizaje para educar en valores morales. Para ello, se analizan
algunos planteamientos de los pedagogos más destacados en diferentes épocas
históricas evidenciándose, que dicha transformación ha sido una máxima
presente, ante la necesidad impostergable de fortalecer la identidad nacional,
en cada proyecto educacional defendido por el magisterio cubano. Sin embargo,
los modos de actuación profesional a desarrollar para lograrlo adecuadamente,
aún constituyen una aspiración.
Palabras claves.
Modo de actuación.
Valores.
Pedagogía.
Enseñanza.
Aprendizaje.
Introducción
Ante los retos que hoy plantea la sociedad se
destaca con mayor urgencia la necesidad de que la escuela sea no sólo un lugar para transmitir y
enseñar conocimientos, sino, también un lugar donde se aprenda a convivir, a
respetar a los demás. Donde las normas, actitudes y valores morales constituyan
objetivos básicos. De ahí, que una de sus principales funciones sea la
socializadora, mediante la cual, debe responder a las exigencias que la
sociedad demanda de la misma. Por lo que el proceso educativo que desarrolla la
escuela lleva implícita una propuesta en valores.
El cambio continuo que en la sociedad tiene lugar
requiere, a su vez, de procesos de cambios cualitativamente superiores en la
calidad de la labor educativa y por consiguiente de que esos cambios sean
instrumentados por el personal docente que en ella labora.
Desarrollo.
En la ciencia pedagógica contemporánea inciden
corrientes y teorías que sobre la base de presupuestos filosóficos,
socioeconómicos y psicológicos, más diversos pretenden explicar su objeto de
estudio: la educación de la personalidad del hombre.
Lo anterior
unido a la tradicional dificultad de la pedagogía para establecerse como una
ciencia independiente se ha visto reflejado en sus resultados investigativos.
El maestro, como científico y como profesional de
la pedagogía respectivamente, se pierden, en ocasiones, en esta variedad de
críticas y enfoques teóricos por lo que su práctica pedagógica no logra,
siempre, ser consecuente con las demandas que la sociedad impone a la escuela
como institución educativa.
En tal sentido, no debe asombrarnos que en la
práctica pedagógica del maestro se impusiera la supremacía de la instrucción,
como categoría que identifica al conocimiento, con respecto a la educación
identificada con la formación de intereses, convicciones, ideales y valores
como un reflejo de la imagen puramente cognoscitiva de la ciencia pedagógica.
Siguiendo esta línea de pensamiento se han
desarrollado modelos educativos que responden a
El hombre y la mujer a lo que se aspira supone la adquisición de
conocimientos, hábitos, habilidades que desarrollen su capacidad de crear, juzgar, animar, aportar y trasformar en las
condiciones contemporáneas, y hacerlo con conciencia profesional y actitud
axiológica que atienda el interés colectivo en función de las necesidades
básicas de la humanidad.
En América Latina estas y otras tendencias han sido
asumidas con gran eclecticismo en un intento de orientar la realidad educativa
(teórica y práctica).
El Dr. Justo A. Chávez en su conferencia "El
Congreso de Pedagogía: Un Laboratorio para
Como
se puede apreciar, las problemáticas reflejadas en los congresos ofrecen una
noción de cómo se han enfocado algunas
concepciones pedagógicas en la región.
En nuestro país, sin que la educación se vea
alejada de las dificultades antes mencionadas, se ha defendido la pedagogía
como ciencia -al caracterizarse la pedagogía cubana por responder a un proyecto político-social determinado,
condicionado históricamente; poseer fundamentación filosófica como resultado de
la adecuación del pensamiento más progresista a la realidad histórica-concreta
del país; presentarse en cada época el
fin de la educación con un sentido realista y específico, encaminado a la
formación integral del hombre y la mujer
en su más amplio y elevado concepto. ¿Quiere decir lo anterior que
nuestros maestros han logrado ubicar a los valores en justa unidad con el
conocimiento?
Por supuesto que no. El reclamo que en este sentido
hacen diferentes pedagogos cubanos a través de la historia lo revela. Como
revela además, que un elemento importante ha sido el modo de actuación asumido por
los maestros en su práctica pedagógica, la cual ha divorciado la unidad
entre lo instructivo y lo educativo al concederle mayor relevancia a los
conocimientos(instrucción).
En este sentido, es interesante recorrer algunos puntos de vista de
destacados cubanos que desarrollaron su obra desde fines del siglo XVIII,
dentro de los que se destacan: Félix Varela, José de
En el pensamiento ético de estos educadores es característico el alto
sentido del humanismo plasmado en las ideas que poseen sobre el hombre como ser
natural y parte inseparable de la naturaleza, lo que les permite situar los
valores como algo común a todos los hombres. Consideran las ideas de los hombres
acerca del bien y el mal como resultado del conocimiento y la valoración que
tienen del mundo y sus objetos, por tanto, le conceden un importante papel a la
educación en este proceso.
Félix Varela (1787- 1853) Brindaba en sus clases conocimientos, promoviendo
la reflexión. Su método estaba dirigido a lograr el conocimiento con el uso de
la razón y en esa medida promover el desarrollo de la conciencia. Todo su
quehacer pedagógico reflejó su sentimiento humanista que se manifestó en la
atención, la preocupación y las relaciones que establecía con sus discípulos,
inculcándoles los más preciados valores humanos. Son estas concepciones las que
van a guiar la formación y
desarrollo de valores como la modestia,
la honradez, la justicia y la sencillez.
Las concepciones pedagógicas alcanzaron un
importante matiz a través de las ideas de José de
Afirmó que
era imprescindible emplear métodos
especiales para llevar a cabo el trabajo formativo. Recomendó con gran acierto pedagógico, el papel educativo que
juega el ejemplo del maestro, en la
formación de las nuevas generaciones:
"Por eso el primero de sus deberes, debe ser el de dar el ejemplo a
sus alumnos (...). En una palabra, el
maestro debe más bien decir a sus
discípulos "haced lo que hago"; que "oíd lo que digo". (2)
Como resumen e integración del pensamiento
pedagógico de vanguardia de la centuria que se analiza, encontramos el ideario
pedagógico de José Martí(1853- 1895), en el que se integran de manera orgánica
las concepciones filosóficas, políticas, axiológicas y educativas. Para Martí
el hombre y la mujer necesita ante todo
independencia pues solo así podrá desplegarse en toda su dimensión humana. Toda
su actividad, todo su accionar estuvo dirigido a contribuir al
perfeccionamiento humano, por eso su
labor en la formación de valores hay que verla a través de su propia vida. Sus
ideas sobre la formación moral se encuentran en todo su pensamiento, en la
manera de concebir el proceso de la enseñanza y el aprendizaje mediante
el ejemplo del maestro, con el papel educativo del trabajo vinculado al
estudio.
Desde su práctica y su pensamiento pedagógico los prestigiosos maestros
del siglo XIX hicieron filosofía constituyendo esta a su vez, basamento de su
pedagogía. Durante su quehacer constante, demostraron la necesidad que tiene
En la etapa de ( 1899 – 1902 ) se reorganiza el sistema escolar, la
enseñanza elemental, se forman maestros, se
aumentan las instituciones escolares, pero en nada se resolvieron los
problemas del pueblo. La esfera de la educación volvía a ser el escenario
propicio para enfrentar “ la batalla por la conciencia “.
Así, en el período de ocupación otros pedagogos comprendieron estas realidades y su repercusión para nuestro pueblo. A partir de 1902 figuras
relevantes como Enrique José Varona ( 1849- 1933) y Valdés Rodríguez continúan
actuando en la vida pública e impusieron sus ideas y su prestigio en materia
pedagógica.
Varona al valorar la labor del maestro expresaba: “... no baste que sean
meros transmisores de los conocimientos necesarios. Enriquecer la inteligencia
es bueno, útil , es indispensable, pero hecho todo eso, aún queda lo mejor por
hacer, reformar suavemente el corazón, dirigir con tino la conducta, templar el
carácter. Esta es la grande obra que demandamos a nuestros maestros, esto es lo
que exige imperiosamente la salud de nuestra Patria, en los críticos momentos
en que trata de estructurar sus fuerzas “.(3)
Se destacan también, Arturo Montori, Luciano Martínez y Alfredo M.
Aguayo, entre otros que alcanzaron o consolidaron su madurez intelectual en
este período.
Alfredo Miguel Aguayo (1866-1948), considerado el
Padre de
"La educación - precisa Aguayo- consiste en
transformar los intereses de los niños y
niñas en valores de carácter permanente, y reconstruir estos valores dándole
forma de ideales capaces de guiar la vida. La escuela es un taller de valores
humanos".(4) Afirma, además, que en
la nueva concepción de la didáctica o dirección
del aprendizaje, enseñar no significa transmitir conocimientos, sino estimular, guiar o
dirigir el aprendizaje.
En esta etapa está latente la necesidad de que
en el proceso educativo los niños y niñas no sólo se apropie de
conocimientos y habilidades, sino también forje su carácter y su voluntad, base
su conducta en sentimientos nobles y elevados, adquiera una cultura superior y
madure como persona integral y plena.
Durante las décadas
del 40 y el 50 el discurrir crítico sobre la educación adquiere una
configuración más definida. La producción teórica que quizás representó mejor
esa tendencia fue el ensayo de Medardo Vitier,
Fines de la Educación, publicado en 1952, que recogió gran parte
de las mejores ideas aportadas por el Positivismo, el Pragmatismo, y el
Idealismo Filosófico en el terreno pedagógico. Sin embargo, prevalece en él un
humanismo ético de contenido axiológico - espiritual. Para Vitier el fin
determinante es el hombre, pero un hombre cuya naturaleza la definen valores
éticos trascendentes en la historia.
Después de
Tomando como base el análisis crítico de los
problemas heredados de la seudorepública, en el
Mensaje Educacional al Pueblo de Cuba se definen los lineamientos
del sistema educacional. En este documento las distintas definiciones
conceptuales no se reducen a aspectos particulares del desarrollo social o
individual, sino que se les dota de gran integralidad, y de un contenido
axiológico concreto.
La década del 60, y principalmente sus últimos años, se caracteriza por
un despliegue del pensamiento pedagógico cuya base filosófica era el marxismo –
leninismo pues esta aporta la base teórica metodológica a
La década
del 70 tiene entre sus logros principales el plan de Perfeccionamiento del
Sistema Nacional de Educación, tarea de encomiables esfuerzos desde el punto de
vista científico, metodológico y social. Otro hecho de gran trascendencia para
la educación cubana es el Congreso Nacional de Educación y Cultura(1971), donde
se expresó claramente que la educación no podía ser apolítica ni imparcial, ya
que esta es entendida como un fenómeno social e históricamente condicionado por
las necesidades de las clases sociales y sus luchas e intereses a lo largo de
la historia.
El
valor formativo sigue siendo en esta etapa una aspiración como rasgo distintivo de
la enseñanza, entendida como dirección del aprendizaje. Unos la
conciben más ligada a la
formación o modificación de conductas, otros
a la formación de valores,
actitudes, sentimientos, no obstante
reconocen las limitaciones que existen respecto a los métodos educativos.
Durante la
década del 80 se inicia la rectificación de tendencias negativas, cuyas nocivas
consecuencias desde el punto de vista teórico e ideológico provocaron la
pérdida de la importante tradición humanista del pensamiento pedagógico cubano,
que dentro de su profundo legado, nos dejó una concepción crítica y original
sobre el significado de los valores éticos y espirituales en la formación del
hombre.
En la década del 90 la sociedad cubana toma conciencia
de este resquebrajamiento. La audiencia
de
En los últimos años se ha desplegado una ardua labor encaminada a la
solución de los problemas existentes en la formación de valores; dentro de las
personalidades que han trabajado esta temática podemos citar entre otros, a la
doctora Nancy L. Chacón , quien elabora
etapas a tener en cuenta en el proceso de formación de valores, así como
requerimientos metodológicos generales que deben tenerse en cuenta para
desarrollar estrategias educativas y acciones para la formación de valores
morales.
Al realizar una valoración sobre los retos que tiene en la actualidad la
escuela cubana, la doctora Esther Báxter (1999), hace referencia a que
“... La época actual reclama que todo el
sistema de influencias educativas, en las que ocupa un lugar fundamental, la
escuela, la familia y la comunidad trabajen cohesionadamente de forma de no
trasmitir mecánicamente a niños y niñas, adolescentes y jóvenes las tradiciones
políticas, culturales, combativas, laborales.
Por tal motivo debemos reflexionar en como las conductas que
evidencien la adquisición de sólidos
valores morales no son el resultado de un proceso espontáneo, sino por el
contrario de una acción educativa sistemática
que no obvie el empleo de métodos como, el ejemplo, la exigencia, la
crítica y la autocrítica, la persuasión y el estímulo, entre otros. Así como,
de una adecuada dirección pedagógica que
incluya a la familia y a la comunidad,
las relaciones que se establecen entre los miembros del grupo a que pertenecen,
las organizaciones estudiantiles y de masas en un acto peculiar, auténtico,
sistémico e individualizado ya que el hombre y la sociedad requieren que este
sea formal, científico, pero también dinámico, culto , que haga vivir y sirva
para vivir, donde todos son sujetos individuales, pero a la vez, se multiplican
y se enriquecen en sus interacciones,
para promover una actitud consciente.
Como se ha
podido apreciar tradicionalmente el maestro, se ha esforzado por dotar a sus
alumnos de los conceptos, leyes y teorías que desde los marcos de una
asignatura puede aportar determinada ciencia, así como, de los adelantos
científicos - técnicos que continuamente se producen y que deben estar
reflejados en el sistema de conocimientos del contenido que imparte. Sin
embargo, al recorrer algunos momentos del quehacer pedagógico cubano
encontramos que siempre existieron aquellos que se opusieron a tal tendencia y
se proyectaron por enseñar a sus alumnos a valorar la responsabilidad que
implican las consecuencias de estos descubrimientos, en función de cómo son
utilizados por el hombre y la mujer y cómo la actividad científica debe
responder a un sistema de normas éticas y principios establecidos socialmente
en virtud de que estos respondan a las necesidades del ser humano y no a la
agudización de estas.
El profesor, ante la responsabilidad de la
educación de la sociedad, y en especial de la joven generación, debe
convertirse en un transmisor de los valores inherentes a su propia ciencia y desarrollar modos de actuación en
sus alumnos que demuestren la adquisición de estos con vistas a lograr una formación más sólida
e integral. Lo anterior, ha sido una máxima presente, ante la necesidad
impostergable de fortalecer la identidad nacional, en cada proyecto educacional
defendido por el magisterio cubano, Sin embargo, los modos de actuación
profesional a desarrollar para lograrlo adecuadamente aún constituyen una
aspiración.
Los modos de actuación : consideraciones sobre su papel en el desempeño profesional de los
docentes y la dirección del aprendizaje.
Lograr
que los cambios necesarios para alcanzar el fin expuesto, se hagan realidad en
la práctica escolar es un proceso complejo que implica situar a los docentes
como sujetos reales del cambio en el marco de su actividad pedagógica.
La actividad pedagógica está dirigida
precisamente, a la transformación paulatina de la personalidad del educando en
función de la imagen del hombre que necesita la sociedad para continuar el
desarrollo logrado. Es un proceso dinámico que requiere de un alto nivel de
planificación y proyección. Esta no es una actividad espontánea, tiene carácter
programado y su realización encierra una serie de funciones entre las que se
distinguen: la instructiva, la informativa, la educativa, la orientadora, la
desarrolladora, la cognitiva, la investigativa, y la movilizadora. A su vez se
manifiestan tipos de acciones de acuerdo con las funciones predominantes y
dentro de ellas encontramos las relacionadas con la dirección del proceso de
enseñanza – aprendizaje donde se incluye como un importante recurso al profesor
y esto implica el valor que posee para
Diferentes
paradigmas se reflejan en la didáctica entre los que se distinguen:
Con
relación al profesor señalan que pone énfasis en transmitir conocimientos, es
centro de la actividad, se anticipa a juicios y razonamientos del alumno,
ofrece pocas posibilidades para que él elabore y trabaje mentalmente, organiza
la enseñanza exigiendo la reproducción fundamentalmente, tiene tendencia a
tener sólo en cuenta el resultado, enfatizando en la fase ejecutora con limitada
participación del estudiante en la orientación y el control. No siempre utiliza
el diagnóstico pedagógico con un enfoque científico integrador, que determine
las dificultades y potencialidades de sus alumnos.
En tal sentido es válido reflexionar con las palabras de la destacada
investigadora E, Báxter (1999), cuando expresó:
‘’El desarrollo integral de la personalidad se produce esencialmente en
la relación del escolar con sus profesores y sus diversas asignaturas, pues en
cada asignatura y en cada profesor hay potencialidades para el desarrollo
moral, vocacional y general de los escolares” (5). Lo anterior apunta a la
transformación de los modos de actuación profesional como una vía que modifique
los resultados que hoy exhibe la práctica escolar.
Investigaciones
realizadas en diferentes países evidencian la relación entre los modos de
actuación del profesor, el rendimiento y motivación de los estudiantes. Por lo
que la
preparación del docente en esta dirección es una condición necesaria
para superar algunos problemas de la educación.
Para ello, como planteara nuestro José Martí no puede tener métodos artesanales y
rudimentarios, sino ser capaz de orientarse independientemente. ¿Cuál sería en
este caso el papel del maestro? Su forma de enseñar debe tener en cuenta lo
anterior, así como la interrelación subjetiva, con otros compañeros, con los
padres y con los alumnos, se debe propiciar el espíritu crítico ante lo mal
hecho, despertar la curiosidad, aceptar la alteridad y hacer frente a las tensiones
inevitables entre los seres humanos con un espíritu altruista mediante el
diálogo y el intercambio de argumentos. El docente debe utilizar además, los
elementos que otras ciencias como la sociología y la psicología aportan a la
pedagogía, en aras de aprovechar las potencialidades de cada uno de los
contextos donde el estudiante actúa para lograr mediante la unidad de los
procesos cognoscitivo y motivacionales-afectivos la integridad de la
personalidad.
Lo anterior conduce a reflexionar acerca de los modos de actuación
profesional ¿Qué entender por modo de actuación profesional pedagógico?
Al
particularizar los modos de actuación en la actividad pedagógica profesional,
es necesario puntualizar, que ella no esta compuesta por una secuencia de
acciones fijas si no que su estructura esta dada en general por determinada
secuencia de acciones o complejo de acciones, o ambos inclusive, que se
superponen o interrelacionan de diversas formas.
De ahí se explica, que para que el educador obtenga óptimos resultados
en su gestión profesional, debe estar motivado, tener clara dirección en su
actuación, sostenerse en la misma, poseer los conocimientos necesarios,
desarrollar un sistema de acciones y operaciones en correspondencia con las
condiciones que le permitan desarrollar habilidades, hábitos capacidades y
sobre todo dominar qué no conoce, cómo lo hizo, qué pasos ejecutó, cuál de
ellos le resultó más difícil y por qué.
En consecuencia si el profesor no posee la orientación debida con
respecto a su contexto de actuación no logra desarrollar las acciones y
operaciones que requiere el modo de actuar.
En esta dirección (L. García, 1996) al definir modos de actuación
profesional expresó “son las formas históricamente condicionadas de
desempeñarse el docente, constituido por el conjunto de métodos y estados para
la comunicación y la actividad pedagógica, los cuales revelan un determinado
nivel de desarrollo de sus habilidades y capacidades, así como de constructos,
rutinas y esquemas y modelos de actuación profesional.”(6)
Por su parte J. Remedios (2001) entiende por “modo de
actuación en la actividad pedagógica profesional al sistema de acciones, para
la comunicación y la actividad pedagógica, que modela la ejecución del docente
en un determinado contexto de actuación, las cuales revelan el nivel de
desarrollo de sus conocimientos, habilidades, capacidades, potencialidades
creadoras y le sirve como medio para autoperfeccionarse”. (7)
El
autoperfeccionamiento docente se asume según el criterio L. García “como un
proceso que parte de la conscientización por cada docente de la importancia de
su actuación como sujeto. Es, por ello, un proceso de autoconciencia y de
acción. (8)
Con el
propósito de reconocer las acciones que pueden constituir invariantes en los
modos de actuación relacionados con la función de dirigir el aprendizaje en la
actividad pedagógica se requiere reflexionar en función de las siguientes
interrogantes.
¿Qué entender
por dirección del aprendizaje?
¿Qué
características debe tener la dirección del aprendizaje para enfrentar los
retos actuales que se le presentan a la escuela cubana y particularmente en la
formación de valores morales.
Con el fin de
dar respuestas a estas interrogantes se parte de los criterios ofrecidos por la
doctora en ciencias pedagógicas, Josefina López Hurtado en el Seminario
Nacional a dirigentes de la educación 1979.
Dada las
particularidades del proceso pedagógico donde el objeto es sujeto de su propia
transformación, por constituir un ser activo que tiene sus particularidades y formas
de experiencias diferentes se hace evidente las potencialidades del tipo de
dirección denominado caja blanca o transparente que permite penetrar en las
manifestaciones de los procesos. Así, ante una misma respuesta de los
estudiantes en la solución de un problema pueden existir formas de la actividad
cognoscitiva esencialmente diferentes, para algunos alumnos el resultado puede
ser un efecto de la memoria, para otros un pensamiento independiente; ello
explica la importancia de controlar las vías por las cuales el estudiante llega
al resultado.
En consecuencia con lo anterior se hace necesario precisar que en la
concepción asumida del aprendizaje es necesario atender en su dirección, a la
estructura de esa actividad por una parte, y por otra, destacar que el carácter
de la actividad realizada por el alumno es lo que en gran medida determina la
calidad de los resultados que se obtengan.
En función de
dar respuesta a las exigencias de un proceso de aprendizaje, educativo,
instructivo y desarrollador se trabaja en la actualidad en la preparación de
los docentes para poner en práctica, las exigencias didácticas que se plantean
en el Seminario Nacional para el personal Docente, (nov./2000) que a
continuación se relacionan:
Ø Diagnóstico integral del alumno para las exigencias del proceso de
enseñanza aprendizaje, nivel de logros y potencialidades en el contenido de
aprendizaje, desarrollo intelectual y afectivo valorativo.
Ø Concebir un sistema de actividades para la búsqueda y exploración del
conocimiento por el alumno desde posiciones reflexivas y con independencia en
el escolar.
Ø Diseñar las formas de
participación activa del alumno, en los momentos de orientación, ejecución y
control de la actividad.
Ø Concebir un sistema de actividades que desarrollen en las alumnas y
alumnos los procesos de análisis, síntesis, comparación, abstracción y
generalización, que posibiliten la formación de conceptos y el desarrollo de
los procesos del pensamiento.
Ø Desarrollar formas de actividad y comunicación colectivas, que favorezcan
la interacción de lo individual con lo colectivo en el proceso de aprendizaje.
Ø Vincular el contenido de aprendizaje con la práctica social y estimular
la valoración por el alumno en el plano educativo.
Se trata
entonces, de precisar que se adopte la concepción psicológica y pedagógica del
aprendizaje, con un enfoque metodológico marxista, desde una posición
histórico–cultural, respetando las leyes de la pedagogía: Relaciones del
proceso docente-educativo con el contexto social: la escuela en la vida y Relaciones
internas entre los componentes del proceso docente-educativo: la educación a
través de la instrucción así como, los principios que rigen el proceso
pedagógico: Unidad de lo instructivo,
educativo y desarrollador en el proceso pedagógico, Unidad de lo afectivo y lo
cognitivo, Carácter científico e ideológico en el desarrollo de la
personalidad, Carácter colectivo e individual de la educación y el desarrollo
de la personalidad, Unidad de la actividad y la comunicación y Vinculación de
la educación con la vida y del estudio con el trabajo.
Conclusiones
La
transformación de los modos de actuación de los docentes en la dirección del
proceso de enseñanza-aprendizaje para la educación en valores morales ha
constituido un reclamo histórico que caracteriza la tradición pedagógica
cubana, ante la necesidad impostergable de fortalecer la identidad nacional
debido a las constantes amenazas a
nuestra soberanía. Estas persisten
por lo que es también, una necesidad actual.
Los
criterios emitidos por los estudiosos del tema, establecen la relación entre
los modos de actuación del docente en la dirección del proceso
docente-educativo y el aprendizaje de los estudiantes, proceso mediante el cual
se adquieren los valores morales.
Desde
la didáctica el profesor debe desarrollar modos de actuación, al operar con sus
categorías, que le permita una mayor optimización en la unidad de la
instructivo, educativo y desarrollador.
CITAS Y REFERNCIA
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