El Pensamiento del Profesor: más allá de un
constructo teórico
Graciela Baum.
Resumen.
El presente trabajo plantea un recorrido
eminentemente descriptivo respecto del programa de investigación que aborda el
pensamiento del profesor en tanto constructo teórico-práctico desde una
perspectiva cognitiva y socio-cultural. Su potencial –mas allá de la diversidad
de acercamientos, teorizaciones y metáforas- radica en intentar dar respuesta a
una pregunta básica: ¿cómo y en qué medida la plataforma mental del profesor
impacta y construye tipos de praxis situada a la hora de pensar la clase y
gestionarla?
Palabras clave: pensamiento del profesor – cognición-
conocimiento del profesor- biografía- prácticas docentes –contexto
socio-cultural.
El
pensamiento del profesor constituye un programa de investigación con
consecuencias prácticas y con pretensión de alcanzar repercusiones prácticas,
de ahí su fecundidad y vigencia.
Su punto de
partida es la creencia en que el modo en que el profesor piensa en su enseñanza
determina sus acciones en la clase, por lo cual el avanzar sobre cómo organiza
sus prácticas supondría un principio de modificación y/o mejoramiento de éstas.
Los
primeros antecedentes de este tipo de investigación -que datan de los años ’60-
se encuentran en los programas de investigación sobre la eficacia docente bajo
el paradigma –conductista- de la efectividad o, también llamado
proceso-producto. En él, el producto está correlacionado con la eficacia del
proceso, es decir, con las acciones observables de dirección de la clase por
parte del profesor, tales como el manejo del tiempo, la asignación de tareas,
el uso de indicadores, la provisión de información correcta, el buen uso de
refuerzos, etc.
El tránsito
de preguntarse qué hacían los profesores eficientes a preguntarse cuáles eran
los determinantes de esas acciones se correlaciona con el auge del enfoque
cognitivista y orienta la búsqueda hacia los procesos mentales del profesor. Se
inicia así, a mediados de los años ’70, una serie de investigaciones sobre cómo
el profesor toma decisiones, y se utiliza para este propósito la metáfora de la
mente como un procesador sintáctico de la información –esto es, haciendo uso de
reglas independientes del contenido para ordenar la información proveniente del
medio y relacionarla con la información almacenada. Bajo este modelo, se
estudia cómo el profesor procesa la información a partir de señales que
registra en la clase y cómo elige entre diferentes opciones, las que suelen
graficarse en árboles de decisión. Así, el docente se conceptualiza como un
procesador “racional” que evalúa la situación, se plantea el abanico de
posibilidades, selecciona una y/o la pone en práctica o vuelve a realizar el
proceso de selección para operativizar cada vez más su respuesta. Comporta, por
ende, un modelo se sintaxis.
El
siguiente peldaño en las investigaciones es el del acceso al contenido, al
componente semántico, esto es, entender el procesamiento cognitivo incluyendo
la participación de diversos conocimientos, aquellos con los que se analiza y
da sentido y dirección a la acción -o esquemas de interpretación y acción. Se
inician estudios sobre esquemas, rutinas, teorías, creencias, todos ellos
contenidos en el conocimiento práctico del profesor –entendido como una fusión de
saberes científicos, tradiciones escolares, elementos culturales (una especie
de “saber hacer”) y teorías personales sobre la realidad del aula (una especie
de “saber en uso”). Este saber se configura en relación con factores como la
formación docente, las primeras experiencias profesionales, o las
características del trabajo en las aulas. Otorga suma importancia a las
situaciones y al contexto en que el proceso se desarrolla y a cómo los factores
antes mencionados conforman y se expresan en el contenido del pensamiento
pedagógico del profesor.
En este
sentido, de la complejización del modelo de funcionamiento mental del profesor,
el interés de las investigaciones se traslada al estudio del conocimiento
implicado en las actividades prácticas de los profesores, bajo la hipótesis de
un principio de causalidad compleja que parece gobernar las acciones en el
aula. Se abandona la creencia de que la acción del profesor sea puramente
instrumental y pasan a ser considerados agentes activos en la construcción de su
propia práctica.
Todas las
descripciones del pensamiento del profesor definen dos aspectos: la forma en
que éste se organiza y el contenido que incluye. Por un lado existe la
tendencia a entender este conocimiento en forma de paquetes, relativamente homogéneos
y focalizados en ciertos eventos y acciones; y por otro, la creencia que este
conocimiento adopta formas más generales y holísticas con derivaciones más
amplias a distintos aspectos de la
organización mental de la clase, la práctica personal y la valoración de la
experiencia. en estos estudios se destacan dos conceptos clave: el de esquemas
y el de conocimiento práctico.
Los
esquemas –definidos como unidades molares relativamente complejas que contienen
conocimiento e información procedural sobre el uso de ese conocimiento -se
utilizan para explicar la estabilidad en la conducta del profesor en una
situación compleja, variable e impredecible como la de clase. Según Calderhead
(1988) “los profesores disponen de esquemas pertenecientes a situaciones
didácticas (como el “inicio de la clase”) y de conocimientos prototípicos con
los que pueden identificar situaciones tales como “bloque de aprendizaje”,
“pérdida de tiempo”, “falta de interés”, y de guiones que les permiten dar
respuestas rutinarias a estas situaciones”. La regulación de la conducta que es
producto de la acción de los esquemas crea una armonía de las acciones que
permite manejar el ambiente de la clase y dirigir la atención hacia sucesos
menos predecibles o menos regulares.
Así, si los
esquemas explican los aspectos regulados y regulares, es necesario contar con
alguna noción que circunscriba las maneras más holísticas de conferir
significado y orientar esa acción en función de valoraciones personales. Es
esta noción la que conduce a definir la
enseñanza como el ejercicio de un tipo especial de conocimiento -un
conocimiento práctico- con el que se afrontan los problemas en la clase.
Según
Freeman (1981), este conocimiento se organiza en tres instancias: reglas
–que indican metódicamente qué hacer en una situación particular de clase; principios
–que fundamentan la reflexión sobre la acción y son más inclusivos que las
reglas; e imágenes –que guían la intuición del profesor respecto de cómo
debería ser la enseñanza y cómo realizar sus propósitos. Esto dada la síntesis
de valores, necesidades, sentimientos y creencias que las imágenes comportan y
que se enuncia breve y metafóricamente. Este nivel es el más inclusivo y menos
explícito.
El conocimiento práctico del profesor no es directamente accesible e independientemente de la unidad de análisis a los fines de la investigación, requiere procedimientos de distanciamiento objetivación y reflexión.
En el abanico de investigaciones se
conceptualiza este conocimiento práctico de modos muy distintos, ya sea como
una construcción totalmente individual e idiosincrática, o como una
construcción que presenta patrones comunes relacionados con el contexto social
en que se desarrolla. Ya sea con una forma proposicional explícita y
organizada; o implícita, que se expresa en las acciones del profesor.
Algunos
investigadores –como Clandinin- sostienen que los profesores experimentados
poseen un conocimiento práctico, personal y “recortado por las situaciones”.
Este conocimiento es personal porque constituye lo que la persona es y porque
“surgió de situaciones que tienen contenido afectivo para ella.” Según esta
línea de investigación es necesario comprender la construcción del profesor
sobre la clase como una reconstrucción de la narrativa de su vida, es necesario
hallar la “unidad narrativa” entendida como continuum dentro de las
experiencias vitales de una persona. Según Clandinin y Connelly (1988), “(...)
la unión de una persona determinada, en un tiempo determinado y en un lugar
concreto de todo lo que esa persona ha sido y ha hecho en el pasado y en el
pasado de la tradición que lo ayudó a configurarse.”
Estas
posiciones recibieron críticas basadas en su excesiva individualización y
desconocimiento de las condiciones sociales e institucionales de los sujetos,
en el excesivo énfasis en la acción individual y en la separación conceptual
entre las prácticas del profesor y el elemento institucional. Desde un punto de
vista empírico se cuestionaron los hallazgos de extrema diversidad individual
que apoyan esas imágenes de autonomía y variedad dentro de la “unidad” de la
narrativa individual.
Otros
investigadores como Willynsky –crítico de Clandinin- sotienen la existencia de
formas comunes de pensar y actuar también talladas en la experiencia pero que,
para ser entendidas, hacen necesario entender el marco social y cultural en que
esa experiencia se desarrolla, y, por ende, también entender cómo las teorías e
ideologías que son parte del contexto social dan forma al pensamiento
individual. Según Willysky “(...) Tratando de encontrar los aspectos perdidos
del self en los maestros, Clandinin y Connelly han perdido esta
interdependencia estructural entre self y sociedad.”(Willynsky,
1989)
Volviendo a
la forma en que se expresa el conocimiento práctico del profesor, algunos
autores sostienen que los enunciados del profesor sobre su acción deben ser
interpretados como justificaciones a
posteriori, es decir, que el saber que se expresa verbalmente en una
situación apartada de la acción inmediata –como por ejemplo en una entrevista-
no coincide con el saber de la acción. En esta línea Calderhead (1988) se
plantea la validez de los informes de los profesores, en tanto justificaciones ad hoc frente a la situación de
investigación o racionalizaciones a posteriori.
Esta
distinción entre saber verbalizado y saber de la acción coincide con la noción
de Schön (1992) “conocimiento en la acción”, el cual se manifiesta en nuestras
acciones inteligentes –de ejecución espontánea y hábil- y no es viable de
explicitación verbal. Es la sustancia de lo que el mismo autor denomina
“teorías en uso” –en contraposición con las “teorías expuestas” surgidas de la
necesidad del sujeto de explicar sus acciones (Schön, 1983). Estas “teorías en
uso” o “conocimiento en la acción” suponen un conocimiento que el individuo “no
conoce”, que debe ser reconstruído para ser sometido a análisis y ser
susceptible de modificación. Por ello, los planteos actuales se sustentan en la
reflexión como vía principal de la reconstrucción de lo tácito. El valor de la
reflexión sobre la propia práctica da lugar a las investigaciones sobre el
verdadero funcionamiento de las acciones del profesor. En este ámbito surgen
también cuestiones relativas a la autenticidad de las interpretaciones o
principios explicativos de la acción docente en tanto producto de procesos
reflexivos. Tanto el profesor como el investigador y sus respectivas
interpretaciones de la acción o de la teoría implicada en la acción pueden
elaborar construcciones sesgadas por su propia plataforma mental.
Otros
investigadores afirman que por vía de la reflexión los profesores enuncian
“genuinos principios de acción”, y que las diferencias entre los principios
sostenidos y la acción se deben a interpretaciones diferentes entre el que
enuncia el principio y el que analiza la práctica desde un punto de vista
externo.
Así, este
programa de investigación se superpuebla de conceptos para la categorización y
descripción del conocimiento implicado en las “acciones inteligentes” del
profesor. Entre otros, esquemas, planes, rutinas (“reglas” según el modelo de
Freeman); constructos, teorías personales, teorías subjetivas, teorías
implícitas (“principios” según el modelo de Freman); metáforas, imágenes,
creencias, perspectivas (“imágenes” según el modelo de Freeman). Todos ellos
expresan algún nivel de organización del conocimiento y se caracterizan por ser
una forma de conocimiento personal, orientada hacia la práctica y entrelazada
con la experiencia personal.
Esta
prolificidad conceptual resulta de la confluencia de saberes al interior de
este conocimiento, los cuales responden a una práctica –la de enseñanza- con
aspectos regulares y regulables y con lo que Schön llama “zonas
indeterminadas”. Así, este conocimiento práctico es multidimensional en
relación con las formas en que se organiza, las funciones que cumple y los
modos en que se relaciona con los distintos tipos de acción en la práctica
escolar. Dado que no posee una forma y organización única, combina
explicaciones, creencias y teorizaciones explícitas con dimensiones tácitas e
implícitas.
Volviendo
al punto de partida de este trabajo, la pretensión de este programa de
investigación de alcanzar repercusiones prácticas se plasma cada vez más en la
búsqueda de articulaciones entre conocimiento y acción. Así, aparte de atender
al conocimiento prescriptivo (técnicas) y conceptual (teorías formalizadas) las
investigaciones se orientan hacia el valor formativo de la experiencia
profesional. En este sentido Pope (1998) agrupa los propósitos de investigación
sobre el conocimiento del profesor según dos nociones: “afuera-adentro” y
“adentro-afuera”. Las del primer tipo procuran desarrollar modelos conceptuales
sobre el pensamiento del profesor, evaluaciones críticas de su conocimiento o
sistemas para clasificar distintos tipos de pensamiento; las del segundo tipo
se preocupan porque el profesor pueda clarificar su pensamiento por sí mismo.
Este segundo tipo, según Pope, es consistente con el énfasis actual en la
investigación-acción.
Vemos así que
tanto la importancia que cobra la biografía de un sujeto como estructurante de
sus formas de hacer y pensar como
docente, como la existencia de una unidad narrativa que vincula pasado y presente, pretenden sostener la hipótesis de
que la identificación de la plataforma desde la que se orienta la acción puede
ser un camino para la modificación y mejoramiento de las prácticas
docentes.
En nuestra
opinión, el valor de la investigación sobre el pensamiento del profesor
atraviesa todas las didácticas por disciplinas en tanto supone un docente como
práctico reflexivo en la acción y sobre la acción, co-constructor de un espacio
de búsqueda, con niveles crecientes de accesibilidad al propio conocimiento
práctico a fin de renovar sus prácticas de enseñanza.
Creemos que
en la formación o capacitación del profesorado tanto una orientación
tecnológica como deliberativa pueden conjugarse y confluir en una perspectiva
mediacional cognitiva y social en la que el docente –o futuro docente- tome
decisiones responsables, reflexivas y oportunas. Esto, desde su marco de
referencia teórico-disciplinar, práctico, ideológico, personal, inscripto en un
marco inclusor colectivo e institucional. Se trata, entonces, de un saber
intrasubjetivo- en tanto implica una mirada introspectiva y retrospectiva
-biográfica, autobiográfica, poblada de imágenes-, que se traduce implícita y
explícitamente en el pensamiento, el discurso y la acción docente. Sin embargo,
se trata también de un saber intersubjetivo, en tanto ese pensamiento, discurso
y acción son productos y prácticas culturales, que implican procesos de
diálogo, negociación, consenso e interacción.
En este
sentido, la díada colaborativa profesor-investigador abre un abanico de
lecturas tributarias de plataformas de pensamiento más o menos divergentes con
cuyos aportes –entre otros- se construyen discursos interpretativos y/o
prescriptivos al interior de la teoría didáctica, articulando y optimizando las
relaciones entre pensamiento y acción docente.
Referencias Bibliográficas
- Angulo Rasco, F. (1999). “De la investigación
sobre la enseñanza al conocimiento docente” en Pérez Gómez, A.; Barquín Ruiz, J. y Angulo Rasco,
F. (eds.):/Desarrollo profesional del docente. Política, investigación y
práctica./ Akal. Madrid.
- Feldman, D. Clase 18. El Pensamiento del
profesor. Posgrado en Constructivismo y Educación. FLACSO.Argentina.
- Pope, M. “La investigación sobre el pensamiento
del profesor: una construcción personal”. En: Carretero, M.; Bennet, N.;
Järvinen, A.; Pope, M.; Ropr, E., Procesos de enseñanza y aprendizaje. Buenos
Aires. Aique. 1998.
- Richards, J.;
- Shulman, L. “Paradigmas y programas de
investigación en el estudio de la enseñanza: una perspectiva contemporánea” En:
Wittrock, M., La investigación de la enseñanza I, Barcelona, Paidós, 1989.
-Woodward, T. (1991). Models and
metaphors in language teaching training.