INCLUSIÓN DE LAS FAMILIAS EN LA ESCUELA





Por Mª Amparo Rosa Torres


El presente artículo habla de la importancia que tiene conseguir que en los centros escolares se de una buena relación entre las familias de los/as alumnos/as y el equipo educativo ya que la educación atañe a la comunidad educativa y a la familia por igual.







La educación de los niños y de las niñas no se puede concebir sin tener en cuenta su núcleo familiar, sus padres o tutores. La familia es una parte integrante y un elemento de nexo entre lo que pasa fuera o dentro de la institución escolar, así pues las puertas de la escuela deberían permanecer abiertas con tal de establecer una comunicación mutua, fluida y significativa.


Pero actualmente la integración de las familias en el contexto educativo no es, en muchos casos, la más adecuada para favorecer un correcto desarrollo de los alumnos y alumnas. Esta es una realidad innegable en buen número de centros y reconocerlo no debería ser negativo, ya que el concienciarnos sobre esta realidad es el primer paso necesario para cambiarla.


Debemos tener en cuenta que familia y escuela no pueden vivir de espaldas y actuar cada una por su lado, sino que pueden ser dos contextos diferentes con sus idearios y principios educativos propios, que no siempre van a converger en un mismo criterio de actuación ni de opinión, con lo cual los niños y niñas se encontrarán con personas y relaciones distintas que no tienen por qué ser entorpecedoras, sino por el contrario, enriquecerán su bagaje de experiencias y le harán crecer en su grado de autonomía. Las divergencias que observe le ayudarán a abrirse al mundo social, observar otras formas de entender la vida y aumentar su moral autónoma.


Esto es así, siempre y cuando exista un sentido democrático de la educación y no se convierta el ambiente escolar y familiar en dos bloques de fuerzas dispares que lo que pretenden es sobreponerse uno por encima del otro.


Para que se de un entendimiento mutuo y la cooperación sea continua deben darse dos tipos de entendimiento entre contexto educativo y familia.



ENTENDIMIENTO CON EL CENTRO


Antes de matricular a un hijo o hija en un determinado centro educativo, la familia tiene que informarse sobre el carácter y estilo del mismo. Ya sea a través de referencias externas o por experiencia directa, es necesario conocer previamente el ideario del centro, su modo de ser y de hacer, su proyecto educativo y los diseños curriculares que de este se derivan, los valores que pretende fomentar, las normas por las que se rige, los servicios que ofrece, así como otros aspectos de su estructura organizativa y del equipo de profesionales que lo componen, entre otros.

Uno de los condicionantes del grado de entendimiento inicial es la disposición más o menos abierta y democrática de la escuela, así como su actitud más o menos receptiva y cercana ante los padres.

La escuela ha de constituir, también con respecto a las familias, un ejemplo de diálogo en su disponibilidad y en su reconocimiento del otro como interlocutor.




ENTENDIMIENTO PERSONAL


Se basa en el anterior, aunque es más complejo y más lento, y también más importante y acaba redundando en él, en tanto que alimenta el sentimiento de comunidad y de responsabilidades compartidas entre los diversos agentes educativos.


Es muy difícil que se de una buena integración de las familias en el contexto educativo sino se da un cierto entendimiento personal. Puede que aún dándose un buen entendimiento, la integración de las familias no sea la deseada, por factores como pueden ser la falta de tiempo que tienen muchos padres debido al trabajo. Para que exista cooperación y un buen entendimiento debe poseerse un determinado nivel de madurez y de integración personal.


La falta de participación puede obedecer a otros motivos (como padres separados, divorciados, régimen de visitas, imposibilidad de acercamiento a la madre por acoso, nuevos padres-acompañantes, custodia compartida, la cada vez más usual carga por parte de los abuelos en la crianza familiar que repercute en su asistencia a reuniones, entrevistas ocupando el lugar de los “atareados” padres,…)pero la falta de entendimiento es muchas veces una señal de unas habilidades socio-emocionales y comunicativas pobres, bien por parte de las familias, del equipo docente o de ambos.


Por tanto lo más importante es:


Se pone de relieve la conveniencia de:


  1. Establecer relaciones entre ambas partes que faciliten la comunicación y el conocimiento tanto del ámbito escolar como del familiar.


  1. Posibilitar el compartir ciertos criterios educativos que sean capaces de limar las discrepancias que puedan existir.


  1. Orientar a las familias a nivel educativo, mediante charlas, coloquios,…


  1. Vivir de manera tranquila y segura al percibir esa coordinación.




Pero de poco sirve que la escuela convoque entrevistas y reuniones de padres o programe jornadas de puertas abiertas, si no se da una disposición positiva de unos hacia otros y no se está capacitado para una relación emocionalmente sana.


Tener entendimiento no significa estar de acuerdo en todo ni compartirlo todo. Una identificación absoluta entre familia y escuela podría ser incluso perjudicial, mientras que una diversidad respetuosa e integradora puede llegar a ser muy beneficiosa para los alumnos y alumnas.


Llegar a establecer una buena sintonía personal exige aprender a aceptarse como interlocutores válidos, a escucharse abiertamente, sin prejuicios y sin juzgarse, a intercambiar sentimientos y sensaciones además de ideas y reflexiones, a tenerse en cuenta unos a otros y a contar unos con otros. La seguridad que proporciona al niño el hecho de saber que sus maestras y maestros y sus padres se valoran mutuamente facilita una base segura desde donde explorar, experimentar y aprender.


Los padres tienen que ser suficientemente maduros como para otorgar su confianza a los profesores incluso cuando discrepen con ellos, y los profesores que no creen realmente en el ser humano y se sienten impotentes y desanimados, tienen que hacer lo posible por superar este estado, acercarse humanamente a sus alumnos y alumnas y contar de verdad con las familias. No es lícito que se quejen de ellas y que al mismo tiempo sólo les tengan en cuenta cuando hay problemas o cuando se les necesita para algo.

Tampoco lo es, que quieran solamente un perfil determinado de familia, los que acatan todo cuanto hagan y no molestan ni se entrometen. Los padres por su parte, tampoco pueden delegar sus responsabilidades en la escuela, no puede buscar en la escuela un sustituto para educar.




FACTORES QUE FAVORECEN UNA BUENA INTEGRACIÓN


- Madurez o competencia socio-emocional: Es indispensable para que se produzcan el entendimiento y la cooperación. Tanto las familias como el profesorado, tienen que emprender un proceso de estructuración personal que incluye conocerse mejor, aprender a comunicarse para descubrir lo que se tiene en común y lo que se puede hacer en común, construirse de mejor manera y transformarse a partir del intercambio, y ser capaces de desarrollar una actitud progresivamente más receptiva, acogedora y tolerante frente a la diferencia y frente al otro.


Una mayor competencia socio-emocional contribuirá a una mejor relación y ésta a su vez facilitará una cooperación más eficaz. Es necesario que la relación se establezca desde las personas que son y no exclusivamente desde el rol que ejercen, ni por supuesto desde la posición jerárquica que a veces adoptan las instituciones educativas. Familia y escuela deberían acercarse persona a persona y asumir un compromiso conjunto, en lugar de mirarse con recelo y preguntarse de quién es la culpa de los despropósitos. Así se podrá evitar, por ejemplo, que el profesor se alíen con el alumno contra los padres, que los padres y profesores se alíen contra el alumno, o que el alumno se aproveche de la rivalidad, la desconfianza o las ignorancias mutuas.


Un buen educador trata de establecer una relación lo más sana y beneficiosa posible con cada alumno y su familia. Pueden caerle mejor o peor, pero deber otorgarles siempre un valor y reconocimiento. Lo importante no es la simpatía o antipatía que pueda sentir, sino aprender a tratar los sentimientos que se le desvelen, de tal manera que pueda ayudar al niño/a a hacer frente constructivamente a los aspectos positivos y negativos de su vida.


Tendrá que aprender a ser depositario de sentimientos intensos y complejos de los alumnos y de los padres, sin dejarse paralizar por ellos. Esto le exige revisar sus propios deseos y temores, su visión de la vida, de las personas y de la educación, y ver hasta qué punto transfiere a la relación educativa aspectos vulnerables de su personalidad.


Los padres tienen que procurar exactamente lo mismo. Sus conflictos no resueltos pueden dificultar o impedir la relación con sus propios hijos y también con el docente. Algunos ejemplos los tenemos en los padres que depositan en los educadores todo aquello que les supone un esfuerzo, que necesitan afianzar su autoridad oponiéndose a ellos, que viven como un ataque personal los problemas escolares de sus hijos, que poseen visiones rígidas de la educación o que idealizan la figura del profesor. Los padres también pueden tener miedo a ser criticados por defectos de disciplina o de enseñanza, todo esto puede dar como resultado unas relaciones tensas o una inhibición total de la comunicación.



- Nuevas formas más cálidas y cercanas de relación: El aprendizaje de habilidades socio-emocionales, siempre que se realice con un trasfondo afectivo y ético, capacitará a padres y profesorado para idear y cultivar nuevas formas de relación más fecundas y satisfactorias. La fórmula de integración que propongo, basada en la empatía o sintonía personal, exige un nuevo enfoque de las formas tradicionales de relación. Reuniones y entrevistas, en lugar de plantearse como informaciones sobre el curso o informes sobre el niño, deben convertirse en una ocasión para que profesores y padres establezcan contacto como seres humanos en proceso continuo de crecimiento, y no como personas acabadas que sólo pueden intercambiar información.


Sería óptimo, por ejemplo, que los profesores preguntaran a los padres aquello que les preocupa y aquello que esperan y también aquello que les gustaría que realmente conozcan de ellos porque creen que les puede ayudar y al revés. Del mismo modo, deberían dedicarse elogios y prodigarse un poco más en muestras de afecto y reconocimiento mutuo. A unos y otros mostrar su humanidad les hacer sentir menos seguros y más vulnerables. Al profesional de la educación le resulta más cómo escudarse en el rol y a los padres acusar a la escuela y a la sociedad de las cosas que van mal.


Desentenderse de aquello que nos supera siempre es más sencillo que asumir la propia responsabilidad y adoptar la actitud constante de revisión y mejora que caracteriza a la persona madura.



- Una nueva concepción de espacios y tiempos: También los espacios y tiempos deben organizarse bajo una nueva concepción. Es preciso que incluso los espacios de la escuela hablen y transmitan también esta voluntad de diálogo. Participar conjuntamente en actividades formativas, lúdicas o festivas, con un piscolabis final que facilite el acercamiento distendido, podría ser un ejemplo de ello.



- Intercambio y cooperación continuados: La educación implica por igual a la familia que a la comunidad educativa. A la familia porque es la que deja las primeras marcas sobre los esquemas innatos del niño; y a la comunidad educativa porque puede reafirmar, reconducir, ampliar, compensar e incluso modificar estas señales familiares tempranas. El papel de los padres es primordial pero el de la escuela no es menos importante, y ni unos ni otros se pueden desentender.


El educador es mucho más que un transmisor de conocimientos y la relación con las familias es un elemento clave para una comprensión más amplia del alumno. Para algunos educadores la relación con los padres –al igual que con determinados niños- es un fastidio. Representa un obstáculo o una interferencia para la tarea que creen que les es propia: enseñar. El profesor que es consciente de que su labor es acoger y educar, y para ello se acerca a las familias, no siempre podrá abarcar ni mucho menos solucionar los problemas que se derivan del hogar, pero tendrá sin duda alguna, un mayor conocimiento del niño y podrá entenderlo mejor. En cualquier caso, la importancia del maestro ante determinadas situaciones familiares nunca puede ser excusa para no acercarse a ellas, si bien tampoco puede llevarlo a convertirse en asistente social, benefactor, detective o perseguidor de las familias.




En definitiva, dos de las principales instituciones educativas y agentes de socialización: FAMILIA Y ESCUELA, necesitan de un correcto trabajo coordinado para favorecer un exitoso proceso de desarrollo del individuo que les importa, es decir, EL NIÑO.























DOSSIER DE PAUTAS PRÁCTICAS


¿De qué forma se podría potenciar y mejorar la relación entre familia y escuela?


Existen vías de relación entre la familia y la escuela, que podemos clasificar de la siguiente manera:


  1. VÍAS LEGALMENTE ESTABLECIDAS

  2. VÍAS DE INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN

  3. OTRAS VÍAS



  1. VÍAS LEGALMENTE ESTABLECIDAS:


1. Reuniones: Suelen ser contactos informativos de carácter unidireccional (los/as maestros/as hablan y las familias escuchan o intervienen poco).

Como mínimo se realizan de 3 a 4: una al inicio del curso y las tres restantes al final de cada trimestre.

El objetivo de las mismas ha de ser facilitar información sobre los temas generales del grupo-clase, el proponer propuestas que ayuden a mejorar la relación familias-centro (por ambas partes).


2. Entrevistas: Se trata de uno de los instrumentos más importantes para establecer contacto con los padres para el intercambio de información en torno al niño, la puesta en común y búsqueda de distintas estrategias educativas, y normalmente ofrece muchos más datos que otros canales.

El objetivo que caracteriza este tipo de relación es el de establecer un contacto más directo que nos permita recabar el máximo de información sobre el contexto en el que crece el alumno/a.

Conviene realizarlas en los siguientes momentos:


En todas ellas un aspecto muy importante es el de generar un clima de comunicación, para ello es necesario contar con tiempo e intimidad suficiente.

Es muy importante utilizar un lenguaje sencillo, comprensible por los padres y mantener una actitud neutral, no tomando partido en los conflictos familiares ni haciendo juicios de valor sobre las conductas de los padres.


3. Informes: Los informes sobre la evolución del niño en la escuela se hacen periódicamente y suelen adoptar la forma de una evaluación de los progresos efectuados.

Existe un inconveniente que es el riesgo de “etiquetar” o encasillar al niño con las evaluaciones escritas, pudiendo condicionar negativamente su desarrollo. Por ello es importante constatar los avances del niño respecto a su propia evolución y no en comparación con una determinada medio o con su grupo.

Se realizan tres informes (uno al final de cada trimestre) como mínimo.


4. AMPA: La asociación de madres y padres de alumnos constituye un canal de participación democrática en el centro al cual tienen acceso todas las familias de los/as alumnos/as escolarizados.


5. Consejo Escolar: Está formado por el profesorado, las familias, el alumnado, un representante del municipio y un representante del personal no docente del centro.

Su composición varía en función del número de unidades que tenga el centro, pero siempre habrá igual número de representantes, tanto por parte del ámbito escolar como del familiar, con voz y voto, ya que el/la secretario/a del centro tiene voz pero no puede votar, al igual que los representantes de los alumnos/as.

El Consejo Escolar constituye la pieza clave de la participación del conjunto de la comunidad educativa en la programación y funcionamiento del centro.


6. SPE (Servicio Psicopedagógico Escolar): Forma parte de la comunidad educativa e interrelaciona directamente con ella y con las familias.

Está compuesto por trabajadores sociales, psicopedagogos/as y logopedas.



  1. VÍAS DE INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN:


1. Contacto informal diario: Es el que se da con mayor frecuencia sobretodo en la etapa de Infantil, ya que los niños van a la escuela acompañados por los padres.

El contacto cotidiano favorece el intercambio sobre hechos concretos y actuales de gran relevancia para comprender al niño/a.

Este contacto cotidiano no puede ni debe sustituir a otros encuentros en un marco más formal (entrevistas, reuniones,...).

Hay que evitar ciertos comentarios negativos delante de los niños, ya que pueden ser malinterpretados por éstos o puede servir para reforzar una situación problemática.


2. Cuestionarios: Pueden aportar de forma sistemática bastante información en torno al niño.

Los cuestionarios pueden ser cerrados, abiertos o semiabiertos.

Cuando más suelen realizarse es en la etapa de Infantil y lo que más nos puede interesar son los datos sobre la evolución general del niño hasta ese momento, sobre su historia educativa (por quien ha sido cuidado el niño además de por sus padre y sobre las características actuales del niño y de su entorno familiar.


3. Información escrita: Una importante vía de información sobre temas generales del centro es la información escrita en sus distintas formas: carteles, folletos, cartas, circulares,…

Existe el riesgo de que este tipo de información pase inadvertida para ciertos padres y por ello deberá ser atractiva y útil, escrita en lenguaje desprovisto de tecnicismos y alejado de la jerga profesional.

Se puede trasmitir distintos tipos de contenido: menús del comedor, convocatorias a actos (reuniones, fiestas, etc.), informaciones de orden general (noticias breves, convocatorias de otras instituciones, etc.).



  1. OTRAS VÍAS:


1. Escuela de padres: Consiste en un plan de formación sistemática dirigido a padres y madres, que se desarrolla a lo largo de un período de tiempo, con un compromiso de asistencia continuada, para tratar temas educativos.

La formación se realiza a través de la reflexión sobre la experiencia propia y la del resto de los participantes y se trabaja mediante técnicas de grupos aquellos temas seleccionados por el grupo mismo.

La iniciativa de las mismas puede partir desde cualquier institución relacionada con este tema: municipio, consejo escolar, AMPA, claustro,… Por norma general suelen estar coordinadas desde el SPE.


2. Fiestas y salidas extraescolares: Son aquellas actividades organizadas por el centro escolar que tienen carácter extraordinario, como pueden ser semanas culturales, fiestas de Carnaval, salidas extraescolares… Pueden convertirse en “jornadas de puertas abiertas” en la que se las familias tienen acceso al centro. Este acceso puede ser también de mayor o menor participación según la relación que el centro mantenga con las familias y del interés que se demuestre entre ambas partes. El abanico de posibilidades es muy amplio y va desde la simple asistencia, hasta la implicación activa en la preparación de la jornada.

También las salidas del centro, las excursiones,… suelen ser un buen motivo de colaboración para algunos padres.


3. Participación en el aula: En un mayor grado de interacción estaría la entrada de las familias a la vida del aula. Hay muchos modelos que posibilitan este tipo de actividades y cada uno de ellos tiene un grado diferente de interacción. Entre los más comunes:

- Talleres semanales

- Participar en actividades docentes como: aula de informática.

- Preparación de fiestas

- Obras de teatro.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: