Signos , Teoría y práctica
de la educación , 22 Octubre – Diciembre 1997 Página 56-61 ISSN 1131-8600
MERCADO, EMPLEO Y
FORMACION PROFESIONAL
ANTÓN BORJA
En este trabajo se aborda, en primer lugar, el análisis de los cambios
tecnológicos, organizativos y económicos acaecidos en los últimos tiempos tanto
en la esfera productiva como en el conjunto de la sociedad. Desde esa
perspectiva se señalan algunos rasgos del tejido socioproductivo español (nivel
tecnológico, cualificaciones...), abordándose a continuación el estudio de la
evolución del mercado de trabajo. A partir de la situación descrita se
presentan algunos de los aspectos más relevantes de las nuevas concepciones de
la profesionalidad y de la formación profesional, tal y como aparecen en la
LOGSE. Desde los nuevos enfoques de la formación profesional las capacidades
que han de adquirirse no son sólo técnicas sino también organizativas, de
comprensión de los aspectos socioeconómicos, de cooperación, de relación con el
entorno y de respuesta a las contingencias. Finalmente el autor señala como la
evolución económica a partir de los años 80 se inscribe en un modelo neoliberal
cuya repercusiones en la vida económica y laboral son analizadas desde una
perspectiva crítica para proponer de manera alternativa un modelo cooperativo y
de democracia salarial.
En el campo tecnológico,
en los últimos veinte años se ha producido una evolución importante en el
ámbito de la la infomiática, tanto en su modo de utilización como en su campos
de aplicación. De la automatización rígida se ha pasado a la automatización
programable (robots, control numérico...) que permite la adaptación a las
nuevas exigencias de la producción. Esta evolución tecnológica favorece:
*
la integración de los procesos productivos, con el consiguiente ahorro de
tiempo productivo
*
la flexibilidad productiva, facilitando la variedad creciente de los productos
y la flexibilidad en el uso de los procesos productivos.
*
la complejidad del sistema productivo, considerando los componentes del
sistema, sus interconexiones y los flujos dinámicos de información.
Las innovaciones
tecnológicas, y en especial las nuevas tecnologías de la información, influyen
no únicamente en la esfera productiva, sino también en el funcionamiento global
de la sociedad y en la cultura individual y colectiva. Basta señalar los
avances tecnológicos en la salud, en la organización ciudadana (meteorología,
telecomunicaciones, tráfico...), así como la importancia creciente de la
información en el modo de vida de los ciudadanos, produciéndose un auténtico
cambio cultural.
En el campo económico las
tendencias se orientan a:
*
la variabilidad creciente de los productos y servicios para adaptarse a una
demanda cambiante y más exigente;
*
la aceleración de los intercambíos internacionales;
*
la creciente valoración de la calidad de los productos y de los servicios por
parte del cliente;
*
la mejora de 1a gestión empresarial para ajustar los costes y los plazos de
entrega, y
*
la gestión de la mano de obra más ajustada, según las variaciones en la
actividad productiva (flexibilidad laboral), y más diversificada, aumentando la
importancia de la subcontratación (reducción de costes).
Estas tendencias se
extienden, en la esfera productiva, tanto a los sectores industriales como a
los servicios. Como ejemplos ilustradores se pueden señalar la evolución de la
industria del automóvil, valorándose cree ientemente la calidad y la renovación
de los nodelos y la calidad, y en el sector de banca y seguros el aumento de la
variedad de productos financieros a ofrecidos y la competencia existente dentro
del propio sector.
Los cambios económicos
han tenido y tienen una gran influencia, asimismo, en la dinámica social. El
paro creciente, especialmente en los jóvenes, la permanente desigualdad de
rentas (que afecta negativamente a amplios sectores de población), los cambios
cualitativos en la demanda de bienes y servicios o la disminución de las
prestaciones sociales por parte de las diversas Administraciones son algunos de
los aspectos más relevantes.
Finalmente, los cambios
organizativos se producen tanto en la esfera productiva como en la vida social.
En la esfera productiva hay que resaltar que las estructuras de categorías
profesionales y de cualificaciones son el resultado de las nuevas tendencias
económicas, temológicas y sociales que se traducen en esquemas organizativos en
las empresas, así como en el reparto y distribución del trabajo.
Como tendencias
significativas se pueden señalar las siguientes:
*
la evolución constante de los mercados, de los productos y de las tecnologías
exige una adaptabilidad de las estructuras y de las organizaciones, lo que
conlleva la adaptación de los colectivos laborales;
*
la complejidad de los problemas, la necesidad de reaccionar rápidamente a las
modificaciones del entorno, evitando las rigideces burocráticas y aproximándose
al cliente, favorecen cierta descentralización y la delegación de poderes de
decisión;
*
la rigidez de las funciones y de las tareas de los trabajadores que predominaba
en la organización tayIoriana de la empresa se cuestiona tendiendo las empresas
más modernas a buscar un mayor acercamiento funcional y una mayor polivalencia
de los trabajadores; y
*
integración de funciones y tareas, la descentralización de responsabilidades y
complejidad creciente de las organizaciones productivas e institucionales, lo
que lleva a incrementar el trabajo en equipo.
Asimismo, conviene
subrayar los cambios que se han originado en la sociedad, especialmente en los hábitos
de vida y en los comportamientos sociales. La evolución de las estructuras
familiares, los cambios en las costumbres, la importancia de la información y
del conocimiento, la urbanización creciente, la influencia de las tecnologías
audiovisuales... son algunos aspectos de la evolución modernizadora de nuestras
sociedades occidentales.
La evolución del
tejido socioproductivo español
Señalemos a continuación
algunos de los rasgos significativos de la actual estructura socioeconómica
española .
La balanza comercial
española (exportaciones menos importaciones) es sistemáticamente deficiente,
siendo compensada habitualmente por los ingresos del turismo. Ello supone una
característica de la debilidad del tejido productivo: el permanente déficit de
los intercambios de mercancías con otros países. Por otra parte, es bien
conocido que la producción industrial española está concentrada en sectores con
un nivel tecnológico medio y Trajo y que 1a especialización sectorial baja en
sectores de demanda de nivel medio débil, en el plano internacional. Así, según
Fernandez Enguita (1.990), la población ocupada supone un 17,3% del total para
los sectores de nivel tecnológico alto; un 22,3% en los sectores de nivel
tecnológico medio, un 38,9% en los sectores de nivel mediobajo, y un 21,5% en
los sectores de nivel tecnológico bajo.
Por otra parte, y en
coherencia con la debilidad tecnológica de las estructuras industriales, se
aprecia que la estructura de las cualificaciones de la población ocupada en la
industria también es baja. Según Ohins (1.990), en 1.989, más del 60% de los
ocupados en la industria española no poseen titulación de bachillerato, y
únicamente un 13% poseen titulación universitaria.
Todo lo anterior conlleva
el hecho de que la competitividad de muchas industrias viene primada por el
factor coste, a costa de la calidad y de otras exigencias del mercado, dado el
bajo nivel tecnológico y las bajas cualificaciones profesionales.
Como un elemento
significativo, se puede indicar que el gasto en "investigación y
desarrollo" para el caso español se sitúa en 0,9% del P.I.B. (1.993)
frente al 1,97% del P.I.B. para la media de la Unión Europea (U.E.) o el 2,24%
de la O.C.D.E.
Si analizamos el mercado
de trabajo, para 1.996 se pueden señalar las siguientes características:
*
la tasa de paro para la Unión Europea es el 10,7% y para el caso español el
19,9%;
*
la tasa de empleo (personal de 15 a 64 años que tienen empleo), en la Unión
Europea es el 60,4%, y en el contexto español el 47,2%.
Es decir, además de tener
menos peso el porcentaje de población activa (que se presenta al mercado de
trabajo, consiguiendo o no empleo) en el caso español respecto a la Unión
Europea, tenemos tasas de paro (relación entre parados y población activa) muy
superiores a la de la Unión Europea. Además, de las personas ocupadas, un 33,6%
tienen contratos no fijos, en el caso español, y solamente un 11% para la Unión
Europea.
Por tanto, junto con
tener bajas cualificaciones, tenemos una estructura de empleos con un
porcentaje alto de precariedad, tres veces superior a la media de Unión
Europea, precariedad que ha de relacionarse con una estructura productiva
basada en tecnologías de bajo y medio nivel que no requieren un trabajo de gran
cualificación. En consecuencia, la contratación de trabajadores no fijos (más
baratos en relación a la de trabajadores fijos) es suficiente para la obtención
de productos competitiva en el mercado, dado que se prima la competitividad por
la vía de los costes (y, por tanto, casi exclusivamente de los costes
salariales) y no por la vía de la calidad (y por tanto mayores prestaciones y
mayor nivel tecnológico). Por todo lo anterior no es cierto que "a
través" de contratos no fijos los trabajadores pueden alcanzar
"posteriormente" contratos fijos, dado que actualmente tenemos cerca
de un 34% de los asalariados con contratos no fijos y en 1.984 no llegaba al 7
% el volumen de asalariados no fijos. Se ha producido, por el contrario, una
sustitución de trabajadores fijos (al jubilarse) por nuevas contrataciones de
jóvenes con contratos no fijos, variando por tanto los porcentajes de
contrataciones en el volumen total de los asalariados.
La lógica económica
dominante, neoliberal, busca controlar la inflación y disminuir los
desequilibrios básicos de la economía (déficit exterior y déficit público) y
para ello se hace imprescindible una moderación salarial y un aumento creciente
de la flexibilidad laboral (contratos no fijos). Desde esta perspectiva el
empleo no es más que una variable de ajuste, un coste que es necesario reducir
y que constantemente requiere adaptarse a las condiciones de producción.
Los cambios en la
profesionalidad y en la formación
Los cambios tecnológicos,
económicos y organizativos señalados anteriormente influyen en el mundo
educativo en sus diversos subsistemas: educación general, bachillerato,
formación profesional y universidad.
En este contexto
adquieren una particular importancia las transformaciones que ha habido en la
profesionalidad. En cuanto a la concepción de la profesionalidad, se produce
una evolución de la vieja profesionalidad, ligada a las viejas tradiciones
artesanales y a la industria clásica, y caracterizada por el aprendizaje de un
oficio estable, normalmente orientado a la transformación de un producto, lo
que conlleva el dominio de un conjunto de destrezas, habilidades y
conocimientos técnicos en grado variable. En cambio, la nueva profesionalidad
se caracteriza por el extraordinario empleo de los conocimientos científicos y
tecnológicos en detrimento de la experiencia. Además, los conocimientos
técnicos contienen mayor grado de interdisciplinaridad, dado que los procesos
relacionados con la automatización implican diversas tecnologías. Asimismo, la
necesidad de comprender un entorno productivo y social más abierto, como es el
que incluye a los clientes, suministradores y usuarios, supone manejar un
registro de información mucho más amplio. Esta extensión del entorno implica
para los empleados no sólo conocimientos técnicos y habilidades manuales sino
mejores comportamientos personales, mayor implicación en el trabajo, capacidad
de adaptación, iniciativa, creatividad, capacidad de resolver problemas
capacidad de abstracción de interrelación.
Este conjunto de nuevas
competencias está estrechamente relacionado con conocimientos básicos y
características personales, como es el "potencial" humano. Estas
características de la nueva profesionalidad se van generalizando, haciéndose
cada vez más importantes como elemento de caracterización de la cultura y de la
identidad social.
Las exigencias de
profesionalidad se manifiestan en la LOGSE (1.990) con la implantación de la
"formación básica de carácter profesional". En la educación
secundaria obligatoria, la formación profesional de base se plantea como un
conjunto de conocimientos, aptitudes y capacidades básicas relacionadas con un
número amplio de profesiones. Para el Ministerio de Educación y Cultura se
concreta en:
*
la dimensión práctica y potencialmente profesionalizadora en las materias
tradicionales
*
la educación tecnológica general, a través de la materia correspondiente de
"Tecnología";
*
el establecimiento de objetivos que favorezcan la transición a la vida activa;
y
*
la introducción de contenidos educativos diversificados y optativos.
Asimismo la
"formación básica de carácter profesional" se prolonga en todos los
bachilleratos. En este caso se concreta en:
*
la existencia de varias modalidades (cuatro, actualmente), una de ellas
netamente tecnológica.
*
la configuración de los bachilleratos mediante un abanico de materias con las
que se pueden ofrecer distintos itinerarios formativos.
*
la renovación de los contenidos de las materias tradicionales y la introducción
de nuevas materias de modalidad que permitirán al alumno elegir itinerarios en
función de los estudios posteriores o de la actividad profesional.
Es evidente que se pueden
plantear muchos interrogantes y dudas en la realización práctica de estos
enfoques profesionalizantes, dadas las inercias existentes y las dificultades
de todo tipo (recursos materiales, organizativos, formación del profesorado,
etc...) pero lo relevante en éste análisis es el planteamiento novedoso y
esclarecedor de la necesidad de una formación profesional de base que arranque
en la educación secundaria obligatoria y que culmine con la formación
profesional específica, definida como el conjunto de habilidades, conocimientos
y capacidades relativas a una profesión. Dicha formación comprenderá "un
conjunto de ciclos formativos con una organización modular, de duración
variable..." (LOGSE, art. 30.4)
Este nuevo enfoque de la
formación profesional se entronca con el desarrollo de dimensiones más globales
de la profesionalidad. Unas dimensiones que contemplan, junto con las
correspondientes capacidades técnicas, aquellas otras que afectan a la contribución
personal que cada individuo debe hacer en el proceso productivo:
Capacidades técnicas Se refieren a las capacidades para operar eficazmente
sobre los objetos y sobre las variables que intervienen directamente en la
creación del producto y el servicio.
Capacidades de organización y de comprensión económica: Capacidades para coordinar las
diversas actividades y para administrar conjuntamente los aspectos técnicos,
sociales y económicos, con el objeto de lograr las funciones globales de la
profesión.
Capacidades de cooperación y de relación con el entorno. Se refieren a las
capacidades para integrarse eficazmente en la organización del trabajo de la
empresa, cooperando social y productivamente con otros recwsos humanos.
Capacidades de respuesta a las contingencias: Se refieren a las capacidades
necesarias para responder a las anomalías detectadas en los procedimientos ,
las secuencias establecidas, los equipos, los sistemas, los produetos y/o los
servicios relativos a la profesión.
En la nueva formación
profesional los objetivos que se persiguen no solo se orientan a la adquisición
de conocimientos, sino sobre todo a la adquisición de competencias
profesionales, entendidas "como el conjunto de habilidades, destrezas y
actitudes adquiridas a través de procesos formativos o de la experiencia
laboral que permitan desempeñar y realizar roles y situaciones de trabajo
requeridos en el empleo" (R.D. 676/1.993).
Desde esta perspectiva se
organizan las enseñanzas para la obtención de capacidades profesionales
(realizaciones profesionales con valor y significado en el empleo) Cada título
profesional incluye la expresión de los resultados que deben conseguir en el
trabajo ("especificaciones de competencia profesional") determinadas
ductividad: en un perfil que tiene la doble misión de definir estándares de
competencia reconocidos y aceptados por el sector productivo y de servir de
referencia para la definición de los programas formativos. Con este fin, cada
perfil incluye un conjunto de realizaciones profesionales, que se agrupan en
"unidades de competencia" con valor y significado en el empleo,
reconocidas por la mayoría de los empleadores del sector. Asociado a cada
"unidad de competencia" se definen unos "módulos profesionales"
de carácter formativo. Sus elementos curriculares son los objetivos expresados
en términos de capacidades terminales con sus criterios de evaluación y con los
contenidos de aprendizaje.
Pero este modelo de
fomaación profesional no puede desligarse del modelo económicosocial imperante.
¿Neoliberalismo
económico o democracia salarial?
La evolución económica de
los años 80 y 90, en varios entre ellos España, se encuadra en el modelo
neoliberal dominante, cuyos rasgos esenciales se pueden resumir en:
1. En
cuanto a las formas de obtener la productividad y la calidad:
*
la innovación tecnológica prima sobre la organización de los recursos
*
permanece el taylorismo aunque apoyado en las nuevas tecnologías de la
informática
*
se desarrolla la extemalización y la subcontratación masivas.
2. En
cuanto al destino de las ganancias de la productividad
*
a través del salario, pero individualizadamente
*
fomenta acuerdos de empresa y no negociaciones colectivas.
*
débil acción redistribuidora del Estado; desregulación y competitividad entre
entidades regionales y locales
3.
Consecuencias:
*
ascenso de las tendencias liberales
*
debilidad del sindicalismo
*
marcha acelerada hacia la dualización social
*
poder patronal creciente en materia de organización del trabajo y de la
innovación tecnológica
Este enfoque liberal no
fomenta la interrelación institucionalizada entre mundo educativo y mundo
productivo, no existiendo coordinación entre política económica , política
industrial y política educativa. Por otra parte, la concepción modular de
formación constituye la piedra angular del nuevo sistema formación profesional
ya que, además de conseguirse la adecuación de la formación de los alumnos a
los requerimientos de cua lificación del sistema productivo, permite alcanzar
otros dos objetivos:
*
establecer las correspondencias y conval dones con la práctica laboral y en la
fomnación c pacional, posibilitando a la población adulta la pitalización"
en el sistema educativo de sus aprendizajes;
*
permitir la realización de una oferta modular a la población adulta que sea
motivadora para el progreso en su cualificación profesional.
activo, no existiendo
coordinación entre política económica, política industrial y política
educativa. De aquí que los efectos sociales sean una mayor desigualdad social,
dualización, exclusión social y búsqueda de la competitividad por la vía de la
flexibilidad laboral precarización salarial (no costes).
Frente a este modelo
liberal dominante porros oponerle, siguiendo a Coriat (1.993), un helo de
desarrollo cooperativo y de democracia salarial que se caracteriza por:
1.En
cuanto a las formas de obtener la productividad y calidad
*
equilibrio entre innovaciones tecnológicas, organizativas y sociales de
los mecanismos a instrumentos para mantener adaptadas las titulaciones al cambio
tecnológico y social. Tanto los aspectos relacionados con la inserción y re
*
efecto "cualificador y formador" de la organización del trabajo en la
empresa
*
grupos de cualificación colectiva y de mejora corrido profesional de los nuevos
titulados de fomación = de la calidad profesional, como la detección de nuevas
necesidades de cualiñcación son cuestiones que han de contemplarse, a través de
un "Instituto de cualificaciones" (u organismo similar), paca
completar el entramado institucional necesario para la dinamización de la nueva
formación profesional
*
asociación y red interempresas.
2. En
cuanto al destino de las ganancias de productividad:
*
salarios estabilizados
*
reducción y reordenación del tiempo de trabajo empleo
*
rentas de inserción social e iniciativas locales de
*
desarrollo de recursos humanos (formación continua)
*
gestión institucionalizada y negociada de la movilidad y de la flexibilidad
3.
Consecuencias
*
obtención de beneficios reales de las potencialidades de la revolución
tecnológica
*
permitiendo cambios productivos negociados
*
negociación de largo alcance de nuevos acuerdos
*
potenciación sindical
Desde esta perspectiva se
impulsa un tejido industrial más coordinado, con mayor flujo de relaciones interindustriales,
creándose ventajas colectivas en la apropiación de las mejoras de
productividad, un papel creciente del sector creciente y de las instituciones,
fomentando las relaciones entre el sistema económicoproductivo, el sistema
educativo y el sistema financiero. Conviene subrayar, por tanto, el papel
inicial que juega la política de recursos humanos, desarrollando la formación
continua y la formación inicial con una orientación estratégica (reforzando el
tejido socioproductivo).
Este entramado económico
socialinstitucional (con actores heterogéneos) fuertemente articulado
posibilita avanzar hacia una sociedad más integrada y estable, alejando los
peligros de la dualización social, de la exclusión y de la precariedad laboral.
Reflexiones finales
A la vista de los
apartados anteriores se puede concluir que el nuevo modelo de formación
profesional tiene aspectos muy positivos, en cuanto que fortalece y se orienta
hacia un desarrollo estratégico de la fomlación. Pero los interrogantes se
plantean desde la óptica de un modelo económico liberal que "no
requiere" tal nivel de exigencias profesionales. De aquí que han de ser
los agentes sociales los que deben exigir el desarrollo de dicho enfoque
profesionalizador con los consiguientes recursos y medios, tanto materialescomo
organizativos e institucionales. Tanto los sindicatos, por la mejora colectiva
de las competencias profesionales, como las empresas, que han de encaminarse
hacia una perspectiva estratégica, han de potenciar dicho enfoque formativo.
Ahora bien es posible que, a pesar de las leyes y reglamentaciones aprobadas,
la nueva formación profesional vaya languideciendo en su aplicación
práctica,con lo que seguiremos teniendo, además de un nuevo fracaso escolar, un
tejido productivo débil tecnológicamente e insuficiente de cualificaciones
profesionales.
No es casualidad que
ciertas regiones de Alemania y Austria, por ejemplo, además de gastar más del 2
% del P.LB. en Investigación+Desarrollo, posean colectivos laborales
industriales con un 50-60 % del total con cualificaciones técnicoprofesionales
que, junto con otros factores económicos e institucionales, hacen posible que
tengan tasas de paro menor del 10 % y una dinámica tecnológica-productiva
floreciente.
Por ello, frente al
enfoque, aun muy extendido, de que la formación profesional sigue
considerándose como una enseñanza de carácter asistencial, hay que
revalorizarla desde la perspectiva señalada, impregnando de profesionalidad los
diversos tramos educativos, incluida la universidad.
Todo lo anterior exige
cambios profundos en los diversos actores sociales, así como medidas a corto y
medio plazo coherentes con las perspectivas señaladas. Los retos están
planteados y el tiempo va en contra nuestra. ¿Será posible responder a los
desafíos profesionales de comienzos del siglo XXI?
(*) Antón Borja ha
sido durante 15 años profesor de Formación Profesional. En la actualidad es
profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad del
Páis Vasco Euskal Herriko Unibertsitatea (teléfono de contacto: 94464 77
00, extensión 2277).
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