DE CÓMO
RECUPERAR LA PALABRA EN CLASE DE LENGUA.Notas para el estudio del uso oral.
Signos . Teoría y práctica
de la educación , 12 Página 40/47 Abril - Junio de 1994 ISSN 1131-8600
USOS ORALES
LUCI NUSSBAUM* luci.nussbaum@uab.es
En
este artículo me propongo apuntar algunos elementos que pueden ser de utilidad
para el tratamiento del uso oral en la clase de lengua. No pretendo presentar
un inventario de actividades ni tampoco una secuenciación de contenidos según
niveles escolares, tareas éstas a mi entender , propias de cada centro
educativo o de los autores de materiales didácticos. Mi intención es, sobre
todo, ofrecer algunos ejes de trabajo para aquellos bloques de contenido de los
programas que se refieren al análisis y reflexión sobre la lengua.
No obstante, una
aproximación didáctica de la lengua no puede desligar la reflexión de la
producción y el uso, menos aún cuando se trata del uso oral. Por ello, algunos
de los elementos de reflexión que aquí se apuntarán constituyen también
indicaciones de posibles actividades de lengua en el aula.
1. Escuela y uso
oral.
Diversas son las razones
por las cuales las instituciones educativas no han abordado el estudio
sistemático de la lengua oral. En primer lugar, el uso oral ha sido relegado
como contenido de aprendizaje escolar a causa del prestigio del que goza la
lengua escrita, lo cual permite entender ––si se toman en consideración
además las dificultades todavía no resueltas que comporta el dominio de la
lengua escrita–
que los programas
educativos hayan focalizado sobre todo el aprendizaje de la norma escrita. En
esta línea de planteamiento, mucho han influido unas ciertas concepciones del
papel educativo de la escuela y una cierta pedagogía directiva, en cuyo centro
se halla el objeto de aprendizaje más que el individuo aprendiz.
La segunda razón, radica
en el presupuesto de que el niño o el adolescente poseen la competencia oral
suficiente para desenvolverse en su vida cotidiana, tanto en la escuela como en
su entorno familiar y social. Ello es cierto, aunque sólo en parte. En efecto,
los estudios sobre el desarrollo del lenguaje en el individuo descubren que
algunos aspectos del uso lingüístico se adquieren en edades escolares (1)
. Cabe precisar que estos aspectos no recubren sólo formas del sistema
lingüístico sino también aspectos pragmáticos, socioculturales y discursivos, del
uso de la lengua ––normas de cortesía, gestión de los turnos de habla,
intencionalidad indirecta, etc (2) ––, cuya adquisición posible gracias al
entorno y al uso cotidiano de la lengua, merecería la atención de la escuela.
Sin embargo , la razón de
mayor peso se halla, a mi entender, en las relaciones entre lingüística y
didáctica de la lengua. Dejando de lado los métodos de aprendizaje de la
lectura y la escritura, cuyos planteamientos ––cualesquiera que sean–– han
tenido en cuenta al alumno y han partido de hipótesis psicopedagógicas de
aprendizaje, la enseñanza de la lengua ha tomado de las disciplinas de
base modelos compactos que, secuenciados–– y a menudo desvirtuados–– han pasado
a constituir programas oficiales o manuales de lengua. Esos modelos compactos
––estructuralistas o generativistas, por ejemplo–– constituyen descripciones de
un sistema de lengua ideal, no descripciones del uso en situaciones concretas
(3).
La introducción, en los
programas de la reforma educativa, de objetivos y bloques de contenido
relativos al uso oral supone, pues, una reacción a los planteamientos
brevemente apuntados que tiene su base en las aportaciones de las ciencias del
lenguaje y de las ciencias de la educación. Algunas ramas de las primeras (el
análisis de la conversación, la etnografía de la comunicación entre otras )
tienen como objeto de estudio el uso oral; las segundas otorgan a éste un papel
fundamental en los procesos de aprendizaje. Nos hallamos así ante una nueva
concepción sobre la lengua y una nueva concepción sobre el individuo
aprendiz, así como sobre las relaciones entre lengua y escuela.
En este sentido, uno de
los grandes cambios operados ha consistido en considerar que el punto de
partida de todo aprendizaje de la lengua debe fundamentarse en el repertorio
verbal del aprendiz cuyo rigor y eficacia la escuela debe encargarse de
ampliar.
En pocas palabras,
podríamos decir que el tratamiento de la lengua oral en la escuela debe
proponerse ensanchar el repertorio verbal de los alumnos para que éstos puedan
usarlo como instrumento de comunicación en situaciones variadas. El tratamiento
de la lengua oral debe también ayudar a los alumnos a descubrir las formas de
la comunicación oral y a comprender un aspecto esencial del ser humano: la
actividad lingüística. Esta finalidad de observación y reflexión tiene un valor
instrumental puesto que ayuda a desarrollar la competencia comunicativa , pero
también tiene un valor propedéutico puesto que contribuye a la adquisición y el
aprendizaje de otras lenguas (Roulet, 1981).
Algunos profesores
afirman que la dificultad mayor que se plantea cuando se pretende abordar el
estudio de la lengua oral en el aula es la carencia de descripciones
generales aplicadas a la enseñanza. Tienen razón: existen descripciones
parciales sobre comportamientos de determinados grupos sociales o sobre
determinados tipos de comunicación, existen marcos conceptuales sobre la
interlocución pero no existen aproximaciones didácticas acabadas.
Esta carencia de
referencias metodológicas que permitan un planteamiento global––como lo permite
la existencia de gramáticas para la descripción del sistema de la lengua— tiene
unas consecuencias pedagógicas no negligintes y de hecho ya constatables en la
enseñanza de lenguas extranjeras. Muchos son los pedagogos de lenguas
extranjeras que reclaman la necesidad de replantear lo que han venido en
llamarse enfoques comunicativos, cuyos principios teóricos y metodológicos se
han visto desvirtuados por la práctica que imponen los manuales de texto.
Muchos de ellos se han convertido en un amasijo de funciones comunicativas
estereotipadas y de reglas gramaticales ilustradas a todo color que traicionan
tanto una descripción gramatical de la lengua coma una descripción funcional de
la misma.
Por lo que se refiere a
la primera lengua, la falta de instrumentos didácticos conlleva a menudo un
planteamiento intuitivo conducente a exigir producción de debates, exposiciones
sobre determinados temas, simulaciones de situaciones comunicativas, etc. sin
precisar objetivos, contenidos ni pautas que permitan al alumno mejorar su
expresión.
No obstante esta
situación aparentemente descorazonadora, creo que es posible, con los
instrumentos que tenemos a nuestra disposición, abordar el tratamiento riguroso
de la lengua oral en la escuela y, tal vez, contribuir al desarrollo de una
teoría sobre la interlocución. No se trata de elaborar una nueva taxonomía que
venga a sustituir la tradicional, sino de ofrecer elementos de reflexión, ejes
de análisis heurísticos.
2. Ver, oir y
hablar: el concepto de negociación
Algunos psicolingüistas
(Krashen 1981 y sus seguidores) distinguen dos procesos diferenciados,
adquisición y aprendizaje, que permiten explicar la manera como los individuos
se apropian de las lenguas. La adquisición constituye un proceso inconsciente
porque la interiorización de las reglas y normas de uso de la lengua se produce
sin que el individuo tome conciencia de ello. Es también un proceso implícito
porque no se adquiere un saber sobre la lengua sino un saber-hacer con la lengua.
La adquisición se orienta hacia la significación, más que hacia las formas que
la vehiculan y por ello se desarrolla, tanto en contextos naturales como en
contextos escolares, a partir de las interacciones verbales (Besse et Porquier,
1984). Cualquier individuo posee esta capacidad, este mecanismo de adquisición
de les lenguas (Language Acquisition Device, al que ya aludía Chomsky).
El aprendizaje, por el
contrario, constituye un proceso consciente que implica en el aprendiz un
conocimiento reflexivo, puesto que apela a saberes sobre la lengua y su uso
explícitamente constituidos y, por lo tanto, se orienta más hacia las formas
que hacia la significación. El aprendizaje genera una capacidad de juicio
lingüístico respecto de las reglas y normas de uso que permite al aprendiz
ejercer un control sobre sus propias producciones verbales (Besse et Porquier,
1984).
El aprendizaje supone una
actividad metalingüística y meta-comunicativa característica del individuo de
cualquier edad. La escuela ha dado énfasis sobre todo al aprendizaje de la
norma y a la creación en el aprendiz de una conciencia sobre lo que es correcto
y lo que no lo es. La propuesta que apuntan los nuevos enfoques pretende dar
cabida también, en los programas escolares, a la reflexión sobre lo que es
adecuado y lo que no lo es según cada contexto. Se trata, pues, de ordenar y
dar sentido a los conocimientos y destrezas que poseen los alumnos y de
``encauzar la curiosidad por la lengua que manejan" (4), al propio tiempo
que, mediante el uso se la lengua, se favorece su adquisición.
De manera esquemática,
dos son los procedimientos que se pueden tomar para analizar el uso oral. El
primero consiste en estudiar los elementos contextuales que dan significado al
producto lingüístico. Ésta es, por ejemplo, la propuesta general de la
sociolingüística y, en particular, de la etnografía de la comunicación. El
segundo procedimiento consiste en un análisis inmanente o interno del producto
lingüístico para tratar de descubrir en él los indicios contextuales. Tal es,
por ejemplo, el procedimiento de la etnometodología y de algunas tendencias del
análisis de la conversación. Una aproximación didáctica al uso de la lengua
debe tratar de aproximar ambas orientaciones para mostrar precisamente la
interdependencia de lo situacional y lo lingüística. A continuación propongo
tres niveles para el análisis que, a mi parecer, permiten la complejidad de los
hechos de habla.
2.1.Aproximación al
contexto discursivo
Un acercamiento
situacional al producto lingüístico debe permitir observar y describir, a modo
de marco preliminar, los intercambios verbales o, si se quiere, las acciones
sociales que comporta el uso de las lenguas. No voy a extenderme sobre este
aspecto, de enorme interés para entender las relaciones entre la lengua y sus
usuarios, puesto que, en este mismo número, A. Tusón explica con detalle los
componentes del hecho de habla a partir del modelo propuesto por Hymes.
Quisiera insistir, sin embargo, en la eficacia didáctica de dicho modelo.
2.2. Aproximación a la
estructura de los Intercambios verbales
Analizar la estructura o,
para decirlo en palabras llanas, la distribución y el sentido de la información
en la comunicación cara a cara, constituye uno de los retos del análisis del
discurso. En ello se hallan implicadas disciplinas como la filosofía del
lenguaje, la ciencia cognitiva, la pragmática lingüística, la sociología, la
psicología social, etc. La complejidad de algunos de los conceptos que aportan
dichas disciplinas aconsejan, para su empleo en el ámbito escolar, una cierta
cautela para no caer en una nueva aplicación mecánica de determinadas teorías.
Existe, sin embargo, un
concepto fundamental que es preciso abordar en la escuela. Me refiero al
principio de negociación que rige las actividades verbales entre individuos.
Los intercambios orales, cualesquiera que sean —conferencias, debates, clases,
conversaciones informales, entrevistas, etc.— están orientados hacia la
consecución de un acuerdo, hacia la obtención de algo: compartir opiniones,
informaciones; obtener productos, informaciones; conseguir actuaciones,
comportamientos o,
simplemente, mantener relaciones por el placer de socializar. El éxito y el
fracaso de tales propósitos , existen un sinnúmero de posibilidades presididas
por la negociación y matizadas por los rituales de la interacción o por la
necesidad de no perder la propia imagen ni agredir la de los interlocutores
(Goffman, 1981; Roulet, 1985).
Analizar la apertura y el
final de los intercambios, los enunciados preliminares de un acto de habla
principal (``perdone Vd., me gustaría, no sé si podrá ayudarme..."), las
modalidades enunciativas (deme/podrá darme/podría darme/ podría, si es tan
amable, darme, etc.), la formulación directa o indirecta de los actos de habla,
su valor ilocutivo, su encadenamiento, los movimientos para introducir, cambiar
o precisar el tema, las causas de los malentendidos y su reparación, etc. puede
ilustrar los elementos pragmáticos del uso de la lengua, mostrar las
estrategias de las que se sirven los hablantes para conseguir sus objetivos y
ayudar a precisar el concepto de competencia comunicativa.
Mucho más complejo es
analizar los mecanismos de construcción del sentido cuando éstos no se hallan
explícitos en los enunciados lingüísticos, porque ello implica conocimientos de
lógica a menudo inabordables en el aula. Sin embargo, se puede iniciar este
trabajo a partir del estudio de aquellas producciones orales y escritas que
presentan vacíos de información desde el punto de vista de la coherencia y que
permiten explicar la presencia de operaciones cognitivas tales como la
presuposición y la inferencia.
2.3. Aproximación a la
organización de los intercambios verbales
Los turnos de habla
constituyen las unidades de organización propias de los intercambios cara a
cara. El análisis de su forma, contenido y distribución es también uno de los
ejes de mayor interés para la escuela.
En primer lugar, se puede
estudiar y comparar —por ejemplo, a partir de una grabación audiovisual— la
distribución de los turnos de habla en una conversación y en un debate o en una
entrevista y en una situación de clase. Se podrá observar que, en unos casos,
existe una persona que otorga la palabra y otras personas que la solicitan. En
otros casos, en cambio, los hablantes utilizarán recursos verbales y no
verbales para obtenerla, mantenerla o cederla. Estos recursos, a veces, serán
adecuados y facilitarán los intercambios; otras veces conducirán al fracaso y
al malentendido.
En segundo lugar, será
interesante estudiar la relación de los turnos entre sí. Un turno podrá tener
relación con el anterior (una respuesta, por ejemplo) o con el siguientes (una
pregunta, la conclusión de un enunciado inacabado, por ejemplo). Un turno puede
tener exclusivamente una función fática para mostrar al interlocutor la propia
atención, el acuerdo requerido o no, etc. Los turnos pueden solaparse entre si,
o tener su propio espacio, constituyen, a veces, comentarios marginales sin
relación con el tema, a modo de soliloquios que no obtienen ninguna reacción en
los interlocutores. El estudio de los tipos de turnos (retrospectivos,
prospectivos, solapados, neutros)puede dar cuenta de las relaciones de poder en
los intercambios, de las dificultades de entendimiento y también de las
estrategias de cooperación.
Las condiciones de
producción de un discurso no son fijas y estables. En este sentido, el concepto
de negociación adquiere una relevancia capital para entender los cambios
contextuales. La situación explica y da sentido al producto lingüístico y en
éste hallamos indicios que remiten a elementos situacionales, a universos
culturales y a conocimientos compartidos. La modificación de las marcas de
persona indicará, por ejemplo, un cambio en el número de participantes, los
deícticos señalarán espacios y tiempos compartidos; los modalizadores
explicarán la relación entre el enunciado y el anunciador, etc.
Estas indicaciones que
aquí se han dado constituyen unos pocos elementos para estudiar el uso oral,
pero también para mejorar las prácticas orales de los alumnos. No se trata sólo
de analizar ejemplos paradigmáticos de uso sino también y sobre todo de
observar el propio comportamiento verbal para poder así introducir en él
futuras modificaciones. Si pretendemos por ejemplo, que los alumnos realicen
exposiciones orales será preciso primeramente explicar cuáles son las
características de este tipo de texto, analizar uno o varios ejemplos, explicar
cuáles son las destrezas que activa su realización preparar una ficha de
observación o un material de registro, llevar a cabo la actividad y finalmente
evaluar el producto obtenido. Así podremos estudiar, por ejemplo, la riqueza
lingüística, la fluidez, la adecuación de variantes y registros empleados, el
significado de las pausas, el uso de muletillas, las estrategias de
compensación de momentos de "crisis" (lagunas de disponibilidad
léxica, vacíos de memoria...) el tono de voz, la sincronización de gesto y la
palabra...
3. Una sonoteca para
las clases de lengua.
De la misma manera que
los centros escolares cuentan con una biblioteca de uso común para profesores y
alumnos, cada centro debería disponer de un banco de material oral auditivo y
audiovisual. Este banco debería estar constituido por todo tipo de documentos
auténticos (5) utilizables en los distintos niveles educativos. La posibilidad
de explotación dependerá más de los objetivos que se persigan que de la
complejidad del documento. Podemos, por ejemplo, visualizar un debate de
temática muy sofisticada para estudiar los mecanismos de toma de palabra o bien
las distintas variedades dialectales, sin abordar el objeto de discusión.
Construir una sonoteca no
es una tarea difícil, aunque requiere un mínimo de infraestructura. Para el
registro de la voz, existen en el mercado numerosos tipos de aparatos, desde
los más pequeños y simples hasta los más complicados. Para el uso escolar, es
suficiente contar, en primer lugar, con un número suficiente de pequeños
aparatos que permitan su distribución en el aula para grabar simultáneamente,
por ejemplo, el uso oral de distintos grupos de alumnos, en segundo lugar, es
importante disponer de uno o varios magnetófonos que cuenten con un buen
sistema de reproducción y que permitan regular el grado de rapidez de la
palabra de manera que, en caso de querer realizar transcripciones este mecanismo
permita entender los fragmentos que presenten dificultades de audición.
Para el registro de la
imagen y el sonido, existen también numerosas posibilidades que van desde el
magentoscopio y la cámara de video hasta el circuito cerrado de televisión. De
todas formas, los aparatos de uso doméstico son suficientes para empezar a
almacenar material audiovisual.
Distinguiremos, sobre la
base de su origen, tres tipos de documentos: los documentos producidos por los
medios de comunicación, los documentos obtenidos en el entorno escolar y los
documentos recogidos en el ámbito escolar.
Los documentos de los
medios de comunicación —radio y televisión— pueden ser obtenidos con facilidad
si los profesores del área de lengua o incluso los alumnos acuerdan encargarse
de su recolección. El muestrario debería contener desde los más formalizados y
previsibles en cuanto a contenido y desarrollo —los noticiarios— hasta los más
espontáneos —las tertulias, que tanto se han puesto de moda últimamente—
pasando por los debates y concursos cuyas normas de interacción están más
reglamentadas. La comparación de los tipos de discurso que se producen en uno y
otro medio puede ser interesante para mostrar la importancia de los aspectos no
verbales en la comunicación. La grabación, a través de un aparato supletorio,
de distintos tipos de conversaciones telefónicas —demanda de información,
reservas de plazas, intercambios entre familiares y amigos, etc.— puede dar
lugar también a numerosas actividades, tales como estudio de los rituales de
inicio y final, preliminares para abordar el tema, formas lingüísticas y
paralingüísticas de la modalización (uso del condicional, entonación, etc). La
comparación de conversaciones telefónicas y conversaciones cara a cara puede
también ilustrar la importancia de los recursos no verbales en la interacción,
así como las estrategias para suplir la ausencia de contacto visual.
Los documentos obtenidos
en el entorno escolar tienen una función semejante a la que tienen, en el área
de ciencias de la observación, las muestras que se recogen para ser
posteriormente estudiadas en el laboratorio. Por otro lado, la recolección de
materiales orales en situaciones naturales permite a profesores y alumnos
convertirse en investigadores que realizan un trabajo de campo, tarea que pone
de manifiesto las dificultades que comporta y las decisiones de carácter
deontológico y metodológico que deben tomarse:
magnetofón
oculto/magnetofón declarado; investigadorpaticipante/investigadorobservador,
etc.
Los materiales orales del
entorno serán sobre todo de tipo auditivo a causa de las dificultades que
comportan las grabaciones audiovisuales en exteriores. Sería interesante que en
las aulas se elaborara una lista de los tipos de intercambios más frecuentes en
el ámbito social en que se halle cada centro escolar, teniendo en cuenta, claro
está, las edades de cada grupo de alumnos y las actividades de su vida
cotidiana. La grabación de breves intercambios verbales en los comercios, en
los centros de la Administración pública, en los centros de recreo, en la
familia o entre los amigos es un trabajo relativamente fácil y, sin duda, muy
motivador para los alumnos.
El tercer tipo de
documentos, aquéllos obtenidos en el ámbito escolar, constituye una de las
fuentes más privilegiadas de reflexión sobre el uso de la lengua. Estos
documentos pueden obtenerse en los espacios de uso común en cada centro (patio
y comedores, por ejemplo) o bien en el interior de las aulas. Los primeros se
asemejarán a los documentos de entorno; los segundos reflejarán más lo que ha
venido en llamarse interacción pedagógica o interacción en el aula. Éstos
pueden registrar los distintos momentos de la vida de cada clase y sus formas
organizativas (trabajo colectivo, en grupo, en parejas), así como diferentes
tipos de texto según los participantes y las normas de interacción (monologal
en las exposiciones de profesores o alumnos; dialogal en el trabajo de parejas
o en las actividades de pregunta respuesta; polilogal en los debates y
discusiones, en el trabajo de grupo, por ejemplo). Igualmente estos tipos de
texto darán cuenta de los distintos discursos presentes en el aula
(constitutivo/regulativo; público/privado; afectivo/distante; formal/informal),
a menudo en una misma actividad, fruto de la activación de distintos parámetros
contextuales.
Proponemos, a
continuación, una lista de los epígrafes que podría contener un archivo de
material oral:
1. Título:
2.Fecha de grabación:
3.Técnica: grabación
auditiva/
grabación
audiovisual.
transcripción:
si no
4.Origen del documento:
entorno/
medios de comunicación/ escuela (especificar en cada caso).
5.Recolector:
alumno....................curso
...................
profesor:.................curso
......................
6.Tipo de texto:
conversación / debate / entrevista ¡ tertulia, etc.
7.Breve descripción de la
situación:
.................................................
8.Posibilidades de USO:
nivel...............................bloque
de contenido.
Las trascripciones son un
instrumento fundamental para el análisis de los documentos orales. Su
realización, sin embargo, es una tarea laboriosa que no siempre podrá
realizarse. Por ello es aconsejable transcribir sólo aquellos documentos —o
fragmentos de los mismos— cuya lectura sea de interés para el estudio de algún
aspecto concreto. Por otro lado, tampoco es necesario emplear códigos muy
sofisticados. Se utilizarán los signos ortográficos habituales y será
suficiente señalar los aspectos prosódicos importantes (pausas, entonaciones
interrogativas, cambios de tono, etc.) mediante signos ortográficos o marcas
sencillas, así como los elementos cinésicos y proxémicos con pequeñas
explicaciones. La transcripción de alguna de las propias producciones orales de
los alumnos es un instrumento idóneo para la autoevaluación de su competencia
comunicativa (6).
4.Ni bien ni mal, sino
de acuerdo
Cuando se analiza el uso
oral, es preciso partir del principio que no existen enunciados correctos e
incorrectos, sino enunciados adecuados o no a la situación y a los propósitos
de los hablantes. Así podemos decir, por ejemplo, que una determinada variedad
de lengua no es mejor o peor que otra, sino que cada una tiene su espacio de
uso apropiado. Durante mucho tiempo la escuela ha evaluado el uso de la lengua
a partir del concepto de competencia lingüística, que apunta a medir el grado
de conocimiento del sistema lingüístico. El concepto de competencia
comunicativa contiene, además, nociones tales como adecuación, adaptación,
apropiación, etc. al contexto eficacia pragmática. La propuesta de un enfoque
didáctico que tenga como finalidad la adquisición y el aprendizaje de la
competencia comunicativa no significa, no obstante, que se deban relegar los
aspectos de dominio del código de la lengua. El conocimiento de sus formas, de
su sistema de reglas internas y de sus múltiples posibilidades para expresar
significados literales constituye una de las mayores tareas de la escuela.
La evaluación de la
competencia comunicativa oral comprenderá así la medida de los conocimientos
lingüísticos de los alumnos y de su capacidad de uso adecuado. No podemos aquí
enumerar los contenidos de evaluación que serán otros que aquéllos que
contenga" cada programa. Sí podemos insistir, en cambio, en la necesidad
de practicar una evaluación continuada de las competencias transitorias del
grupo y de cada uno de sus individuos y en la necesidad de concienciar a los
alumnos de sus carencias y de sus progresos en el uso de la lengua. No
sabríamos tampoco hacer propuestas exclusivas de evaluación porque no existen
actividades específicas para evaluar el uso oral y la capacidad de reflexión
sobre el mismo. Cualquier actividad que parta de las necesidades de los
alumnos, que tenga unos objetivos clara mente definidos y que se dote de unas
orientaciones adecuadas para alcanzarlos constituye una actividad de evaluación
Durante su desarrollo
además, los alumnos preguntan, solicitan ayuda, se auto-corrigen, son
corregidos e incorporan o no las nuevas propuestas con todo lo cual ponen de
manifiesto sus procesos de aprendizaje. El uso de la lengua en la clase tiene
así este doble valor de procedimiento de aprendizaje y de actividad de
evaluación.
De ello se desprende la
necesidad de dotarse de instrumentos de observación de las prácticas orales y
de prever amplios espacios para su comentario. A lo largo de este artículo, se
han apuntado algunos elementos para el registro de la lengua oral en el aula
que pueden adaptarse a cada nivel educativo y al tipo de fenómeno de habla que
se pretenda observar. Kramsch (1984) propone también un trabajo de observación
sistemática de los intercambios verbales durante el trabajo de grupo que pueden
amoldarse para estudiar las situaciones de comunicación más frecuentes en cada
aula o para analizar las formas enunciativas de un determinado tipo de texto. Estas
tareas deben ser realizadas por los propios alumnos mediante fichas previamente
constituidas y notas tomadas por alumnos-observadores o por los alumnos
participantes durante y después de la actividad. Todos estos datos pueden
además contrastarse con la grabación del intercambio para obtener así una
aproximación triangular a la actividad lingüística.
* Luci NUSSBAUM.Departamento
de Didáctica de la Lengua, de la Literatura y de las Ciencias Sociales.
Universidad Autónoma de Barcelona.
Bibliografía
BESSE, H. et PORQUIER, R. 1984: Grammaires et didactique des langues. Paris.
Crédif-Hatier.
CANALE, M. 1983: "From comunicative competence to communicative language
pedagogy" in J. C. Richards and R. W. Schmidt (eds.): Language and
communication. London.
Longman. 2-27.
COTS, J. M. et al. 1990: "Conversa(r)", in Caplletra , Revista de
Filología., 7: 51-72.
GOFFMAN, E. 1981: Forms of talk. Oxford. Blackwell.
KRAMSCH, C. 1984: "Interactions langagiéres en travail de groupe", in
Le Franpais dans le monde, 183: 52-59.
KRASHEN, S. D. 1981: Second Language Acquisition and Second Language Learning. Oxford.
Pergamon.
ROULET, E. 1980: Langue maternelle et langues secondes, vers une pédagogie
integrée. París.
Crédif-Hatier.
1985: "De la conversation comme négotiation", in Le français
aujourd'hui, 17 7-13.
Notas
(1) Véanse, por ejemplo, los trabajos de Piaget.
(2) Es bien sabido, por ejemplo, que los niños no suelen hacer cumplidos. Ello
es debido, sin duda, al hecho de que su valor depende de variables sociales y culturales
que no se dominan hasta bien entrada la adolescencia.
(3) Véanse los artículos de H. Calsamiglia y A. Tusón en este mismo número.
(4) Ministerio de Educación y Ciencia: Diseño Curricular Base. Educación
Primaria: 263.
(5) No trataremos aquí de material publicitario ni tampoco de material
"fabricado" como obras teatrales o películas cinematográficas. Sus
posibilidades de explotación han sido quizás más comentadas y merecerían, en
todo caso, un tratamiento especial.
(6) Las transcripciones permiten también actividades de transcodificación:
convertir la intervención de uno de los participantes de una conversación
telefónica en una carta., una exposición oral en un pequeño artículo. Este tipo
de actividades muestran las restricciones que impone la situación de
enunciación en la producción de textos orales y escritos.