Los ordenadores y la enseñanza de las lenguas extranjeras
Joseph A. Feustle Ir.
La breve historia del uso
del ordenador en la enseñanza de idiomas revela aciertos y errores, pero, sobre
todo, unas enormes potencialidades que puede aprovechar la enseñanza del español.
La historia del ordenador
en la enseñanza de los idiomas es breve, un poco más de treinta años en el caso
de los macroordenadores y menos de diez en el de los
microordenadores. A pesar de esto, los estudiantes y profesores los usan hoy
en todos los niveles de la enseñanza de la lengua y la literatura, desde las
clases de principiantes hasta la tesis del doctorado. El estudiante típico, por
ejemplo, usa el ordenador para practicar y aprender el vocabulario y la
gramática, para procesar palabras en las clases de composición, para obtener
información de las bases electrónicas de información y para sus trabajos
trimestrales y semestrales escritos en las clases de literatura. Los profesores
los usan en el procesamiento de palabras para crear materiales de enseñanza,
para escribir ponencias, artículos y libros, para mantener las notas y la
información relacionada con sus clases, para la telecomunicación, para
obtener información de fuentes como la bibliografía electrónica de la Modem Language Association, para transmitir manuscritos a los
editores y para cambiar información con colegas en las universidades por todo
el mundo.
Los primeros programas
para la enseñanza de los idiomas extranjeros, como PLATO (Lógica Programada
para Opciones Automáticas de Enseñanza) en la Universidad de Illlinois en Urbana‑Champaign, trataban
principalmente problemas de gramática, sintaxis y vocabulario y se usaban en macroordenadores, muchos de los cuales requerían teclados y
pantallas especiales incompatibles con los ordenadores grandes en otras
universidades. Aunque estos programas a veces alcanzaban un admirable grado de
destreza, no podían adaptarse fácilmente a los microordenadores, que iban
reemplazando a los macroordenadores en la enseñanza.
La mayoría de los
programas de hoy se escriben para los microordenadores como el Apple IIe, el Macintosh, o
para la familia IBM de PC y participan en la general migración de la computación
de los macroordenadores a los microordenadores,
aunque hay todavía unos trabajos significativos que se llevan a cabo en los
mini, como el VAX de la Digital Equipment Corporation, y los terminales inteligentes de 32‑bit,
como el RT de IBM.
Muchos de los primeros
programas para la enseñanza de los idiomas extranjeros se desarrollaron por
programadores que, en el mejor de los casos, tenían un conocimiento superficial
de las lenguas extranjeras y casi ninguno de la pedagogía, o por profesores
cuyo conocimiento de la programación era asimismo deficiente. Debido a la
pequeña cantidad de memoria y la lentitud de procesamiento de los microordenadores
tempranos, estos programas con frecuencia no producían los acentos y
diacríticos necesarios para los idiomas extranjeros, aceptaban muy limitadas
respuestas de los estudiantes que los usaban, y daban limitadísima reacción a
una respuesta incorrecta. Ahora, la mayoría de las universidades están tan bien
equipadas que la calidad y la capacidad de los ordenadores mismos ya no es un
problema: es el software, los programas que hacen funcionar a los ordenadores,
lo que define el estado de la cuestión de la enseñanza con ordenador de los
idiomas extranjeros.
Aunque los programas de
hoy representan mejoras sustanciales en comparación con sus predecesores,
todavía es raro encontrar uno que muestre el máximo en programación, pedagogía
y conocimiento lingüístico. Aun los mejores apenas alcanzan el nivel inferior
de los más elementales programas comerciales de procesamiento de palabras. La
gran mayoría está destinada a usarse en los Apple II,
los menos poderosos de los ordenadores que se usan hoy en día en el mundo
universitario. Pocos programas hay para el más poderoso Macintosh o el PC/PS2
de IBM. Los programas de hoy se escriben en varios lenguajes de ordenadores (BASIC, Pascal, L, Lisp, Prolog) y vienen de numerosas fuentes: de profesores que
escriben sus propios programas, de editores que se especializan en programas
que se concentran en discretos problemas gramaticales, independientes de un
texto o programa de estudios en particular (ser frente a estar,
el pretérito imperfecto frente al absoluto, los usos del subjuntivo, por
ejemplo), pero en los más de los casos vienen de las editoriales que publican
los libros de texto que se usan en las clases del nivel universitario y que
generalmente se dan gratis a los que adoptan estos libros para las clases de español.
La mayoría de los programas pueden copiarse como se necesite; otros,
desafortunadamente, están cerrados y requieren que se paguen las copias
adicionales.
Se esperaba que la
entrada de las editoriales comerciales llevaría la tecnología de la enseñanza
de los idiomas extranjeros con ordenadores a un nuevo nivel de excelencia, al
disponer ellas de los recursos fiscales necesarios para subvencionar la
creación de programas de primera categoría. Lamentablemente tal no es el caso,
pues las editoriales mismas no han decidido el papel que tendrá el ordenador
dentro de su programa total de instrucción. Para la mayoría de ellas, el
ordenador no es más que un accesorio a su producto principal: el libro de texto.
Y hay competencia con otras tecnologías, como el vídeo. Algunas editoriales han
sido víctimas de programas de inferior concepción y ejecución técnica y
lingüística. Éstos contienen errores gramaticales, dan ejemplos incorrectos del
uso, aceptan y dan respuestas incorrectas, marcan erróneas las respuestas
correctas, y cometen otros errores que los inhabilitan para el uso de las
clases. Con frecuencia estos programas emplean extrañas combinaciones del inglés
y el español: emplean el inglés para comunicar toda la información relacionada
con el uso del ordenador y del programa mientras relegan el español al papel
del idioma en el cual uno hace ejercicios gramaticales pero que no usa para la
“verdadera comunicación”. Muchas editoriales comerciales también tienen gran
dificultad en ajustar la enseñanza con el ordenador a las tendencias
pedagógicas contemporáneas con su énfasis en la pericia en la lengua hablada.
Las demandas de hoy para
la competencia en la lengua hablada, mejor conocidas con el nombre del
“Movimiento de pericia” tienen las raíces en el desencanto con el método audiolingual de enseñanza de los idiomas extranjeros que
en los 60 y 70 producía estudiantes que, competentes en la gramática y la
pronunciación, no podían hablar el idioma extranjero lo suficientemente bien
para comunicar efectivamente con otras personas. El “Movimiento” se inició
entre varias agencias del gobierno federal de los EE.UU. en respuesta a sus
necesidades de evaluar acertadamente las habilidades con idiomas extranjeros
de sus empleados potenciales. No hay libro de texto hoy que no proclame, de
una manera u otra, su apoyo para la “pericia comunicativa”. El “Movimiento”
también ha dado origen a una amplia variedad de métodos de enseñanza
concebidos para facilitar y promover la competencia comunicativa: la Reacción
Física Total, el Método Natural, y el Método Silente para mencionar algunos. Ha
sido difícil integrar el ordenador con estos métodos dado su común énfasis en
el habla, una de las áreas donde el ordenador tiene poco que ofrecer en estos
días. Además, al contrario del pasado, cuando dominaba una metodología, la
audio‑lingual por ejemplo, no hay hoy ningún método para la enseñanza de
los idiomas extranjeros único, dominante.
LA
INSTRUCCIÓN POR ORDENADOR
Una de las áreas claves
del hoy desacreditado método audio‑lingual fue el laboratorio de lenguas
extranjeras. Un laboratorio de lenguas extranjeras contiene grabadoras con las
que los estudiantes practican la lengua hablada escuchando grabaciones hechas
por nativos, grabando sus propias respuestas, comparando las diferencias y
aprendiendo de ellas. En los años 1960, el laboratorio de lenguas se creía el
remedio universal para todas nuestras dificultades en hablar idiomas extranjeros.
Ahora, se considera que fue un error serio confiar a las “máquinas” la
producción de estudiantes competentes. Para la mayoría de los maestros y
profesores de hoy, el laboratorio de lenguas fue su primer encuentro con la
tecnología electrónica. Acordándose de las altas expectaciones y los consecuentes
fracasos del laboratorio de lenguas, estos maestros son escépticos respecto a
las afirmaciones de todas las tecnologías, y de la del ordenador en
particular. Como antes se mencionó, mucho del software temprano no servía para
los fines serios de instrucción. Esto, combinado con los recuerdos de los
anteriores fracasos de la tecnología, dio origen a una tendencia de crítica
negativa del ordenador como nada más que un juguete costoso que daba vueltas a
las páginas electrónicas o que creaba tarjetas electrónicas sin poder mostrar
cualquier ventaja pedagógica sobre los tradicionales libros de texto, cuadernos
de ejercicio y el papel y el lápiz. Esta crítica, claro, es del software,
parte del cual sí que es banal, y no del ordenador mismo.
Los cálculos del tiempo
que se necesita para producir una hora de instrucción por ordenador varían
entre 300 y 400 horas. Muchas editoriales comerciales no han querido pagar los
precios que exigen los programas de primera categoría y los profesores que
escriben sus propios programas generalmente lo hacen sin recompensa. Sus
esfuerzos muchas veces no cuentan para la promoción o la pertenencia (tenure) en los departamentos de lenguas extranjeras
donde sigue imperando el análisis de la literatura y donde la pedagogía no se
toma en serio o, a lo mejor, se mira con desdén y desconfianza. Mientras hay
profesores que son programadores cabales en BASIC,
la mayoría de ellos usa lenguajes como PILOT (indagación programada aprendizaje
o enseñanza) o escriben con programas de creación automática como Dasher.
PILOT es un lenguaje que,
por lo general, retiene el poder que ofrecen BASIC y
Pascal mientras simplifica la creación de una lección. Un programa en PILOT se
basa en solamente tres mandatos: E (escribir el texto en la pantalla), A
(aceptar la respuesta que el estudiante da) y C (comparar la respuesta del
estudiante con la que se ha designado como la correcta por el autor del
programa). Hay 32 mandatos adicionales que dan expansión a estos tres básicos.
Aunque es un lenguaje de ordenador relativamente sencillo, PILOT sí requiere
algún conocimiento de la programación para aprovechar su potencial completo.
Dasher, un
programa publicado por Conduit para la familia Apple II y IIe de
microordenadores, no requiere ninguna habilidad de programación. El profesor
escribe las instrucciones, los ejemplos, las preguntas, respuestas, y las
opciones para una unidad instruccional, y el programa
se encarga de hacer lo demás combinando esta información y produciendo una
lección completa y lista para usarse en el ordenador. Dasher
recibe su nombre de la manera en que analiza y marca con rayos solamente la
parte incorrecta de la respuesta y así no requiere que el estudiante la escriba
otra vez desde el principio, quizá introduciendo más errores tipográficos
mientras trata de corregir los primeros. Aunque Dasher
es fácil de usar, uno tiene que trabajar dentro de los límites establecidos
del programa. No hay manera de ajustarlo a las preferencias pedagógicas del
profesor. Calis es un programa semejante para la
familia PC y PS/2 de ordenadores IBM que se produce en la Duke
University.
Hay un consenso general
entre los profesionales de que los ordenadores son muy útiles para la enseñanza
de tareas reiterativas tales como los ejercicios gramaticales, la práctica del
vocabulario, y ciertos ejercicios de la composición escrita. Diferente del
profesor, el ordenador tiene paciencia eterna y muchos estudiantes
actualmente prefieren hacer sus ejercicios de práctica con el ordenador porque
pueden hacerlo en privado, sin arriesgarse a la vergüenza de una respuesta
incorrecta enfrente del profesor y los demás estudiantes. Los estudiantes que
usan el ordenador se corrigen la primera vez que se equivocan y no perpetúan el
mismo error por toda una sesión de estudio. Estas correcciones son inmediatas;
los estudiantes no tienen que esperar hasta el día o la semana siguiente para
que el profesor evalúe el trabajo y descubra si han contestado bien o no. El
ordenador les ofrece un aprendizaje personalizado y autocontrolado
que acomoda las necesidades del que aprende despacio así como del más
adelantado. La mayoría de las universidades mantienen laboratorios de
ordenadores que están abiertos las 24 horas del día; así los estudiantes tienen
un acceso virtualmente constante al material de estudio. Mis estudiantes de
español en la University of
Toledo usan los ordenadores un promedio de 75 minutos por sesión de práctica.
Algunos terminan sus tareas en el ordenador en un período tan breve como 35
minutos; otros trabajan hasta dos horas con los mismos ejercicios. Unos
estudiantes encuentran que trabajan mejor por la mañana; otros me han dicho
que prefieren trabajar en sus tareas de español después de la medianoche. En
los casos donde el estudiante ha faltado a la clase o que obviamente es
deficiente en alguna área de estudio, lo mando a trabajar en el ordenador hasta
que haya alcanzado un nivel más aceptable de destreza.
Los programas del
ordenador para la enseñanza de idiomas extranjeros tienden a agruparse en
varias categorías: ejercicios y práctica, tutela, juegos, programas de la
inteligencia artificial, e hipertexto/hipermedia. De
las cuatro, las primeras dos son todavía las más comunes.
Los programas de
ejercicio y práctica se usan después que un elemento de gramática se haya
presentado formalmente en la clase, el subjuntivo en las cláusulas nominales
para citar un ejemplo difícil para el estudiante norteamericano. En el
ordenador, el estudiante puede practicar el punto gramatical hasta aprenderlo.
Los programas de tutela tratan de enseñar material que no se ha presentado de
antemano en la clase. Además de los ejercicios para practicar y asegurar la
comprensión del material, los dos tipos de programas permiten que el alumno se
aleje del tema principal de estudio hacia otros relacionados que pueden
repasarse antes de que vuelva a continuar con el asunto principal. Los
ejercicios actuales típicamente requieren que el estudiante llene un espacio
en blanco, que escoja una respuesta de entre varias y, a veces, que indique
que lo que se presenta en la pantalla es cierto o falso. Lo más fácil en la
creación de tales ejercicios es la presentación de la pregunta o del problema;
lo más difícil es la anticipación de las respuestas incorrectas que el
estudiante pueda hacer y la comunicación al mismo de información sobre el
error más significativa que las frases como “Te equivocaste. Hazlo otra vez”,
que muchos programas dan a manera de respuesta a un error.
DE LOS
JUEGOS AL HIPERTEXTO
Uno de los primeros tipos
de programa que se usaba en la enseñanza de los idiomas extranjeros fue el
juego. Se intentaba aprovechar la popularidad de los juegos en vídeo como Pacman y Starblaster con el fin
didáctico de enseñar. El mejor y simultáneamente el peor ejemplo de este
género fue el “Verdugo”. En este “ejercicio” el estudiante tiene que competir
con el reloj del ordenador y resolver un problema gramatical o traducir una
palabra antes de que se acabe el tiempo y la patética figura del hombrecito
que aparece en la pantalla muere a manos del verdugo. Motivados por el impulso
lúdico, muchos estudiantes creen más interesante olvidarse de las intenciones
pedagógicas del juego y cometer errores o dejar que se acabe el tiempo
simplemente para ver ahorcado al hombrecito del juego. Resultó que la manía de
los juegos de vídeo duró bastante poco; igual estos del “Verdugo”. Con la
llegada de los programas de inteligencia artificial, la atracción de los
juegos ha pasado a un nivel más elevado y pedagógicamente más firme. En éstos,
el estudiante entra en una “conversación” con el ordenador haciendo y
respondiendo a preguntas mientras trata de obtener información para resolver
un problema, para explorar un espacio o ganar el juego contra la “máquina”.
Todo va bien con tal que uno no sobrepase el limitadísimo vocabulario que se
ha programado para el juego. Una vez que el alumno descubre que puede engañar
al ordenador, el valor pedagógico disminuye. Aunque pueden enseñarse ciertos
elementos del vocabulario y la gramática de esta manera, estos juegos nos
convencen de su “artificialidad” desde el principio, ya que no hemos formado el
hábito de “hablar” con los ordenadores.
El hipertexto es un
programa de ordenador que nos ofrece métodos completamente novedosos para
organizar la información y conectarla para formar documentos electrónicos
únicos. En este sentido, el hipertexto es tan nuevo como los ordenadores y tan
tradicional como la etimología de la palabra texto: una textura de hilos que se
extienden gracias al programa y encadenan en un todo electrónico obras originales,
estudios críticos, bibliografías, fondos históricos, fotografías,
diapositivas, dibujos, sonido, música y voz.
Generalmente asociamos el
texto con el papel con las revistas y los libros. Un documento hipertexto
libra el texto de los límites tradicionalmente impuestos por el papel, su
tamaño, formato y costo. No se “lee” un documento hipertexto como se lee un
libro: desde la primera hasta la última página. El hipertexto es no‑lineal.
Ofrece muchas lugares donde empezar y terminar. El autor de un documento
hipertexto crea un contexto. El lector no “lee”, sino que explora el contexto
tratando cada componente no aisladamente, sino como parte de una estructura
mayor en la cual todo está conectado. Por ejemplo, en una presentación por
hipertexto de la literatura barroca, este contexto puede incluir un tratamiento
de la historia del período, dar ejemplos de la manifestación del barroco en el
arte, la arquitectura, y en la música. Puede hacer esto en un documento
electrónico sin tener que tratar individualmente con libros, discos,
grabaciones en cinta, diapositivas, o vídeo porque los combina a todos dentro
del ordenador. El “lector” puede pasar de un medio a otro y apreciar mejor cómo
la literatura no nació ni existió aislada, sino que era parte de un contexto
cultural interrelacionado más grande.
La organización del texto
de una manera no-lineal no es exclusivamente del mundo de los ordenadores. Mis
trabajos con el hipertexto me recuerdan frecuentemente la novela 62, modelo
para armar (1968), de julio Cortázar, cuyo entrecruzamiento de hilos de
narraciones que ocurren en Londres, París y Viena es un ejemplo acabado de la
textura en prosa narrativa. Esta novela, claro está, se derivó de los experimentos
anteriores en estructura abierta no‑lineal en Rayuela, de 1963.
Empleando la textura narrativa y el desarrollo no‑lineal, Cortázar, como
novelista, trataba de provocar reacciones específicas en sus lectores;
nosotros, como profesores, también podemos efectuar en nuestros estudiantes un
conocimiento mucho más profundo de la literatura por medio de técnicas
semejantes: la literatura en contexto por el hipertexto.
Generalmente se considera
a Teodoro Nelson el padre del hipertexto gracias a su trabajo en el sistema
hipertexto de editar en la Brown University
en 1967 y 1968. Sus esfuerzos han seguido evolucionando en Brown
en la forma de un proyecto extenso conocido originalmente como Contexto‑32
y ahora como Intermedia, Contexto‑32, bajo la dirección del
profesor George P. Landow,
en un curso de inglés, Literatura inglesa desde 1700 hasta el presente,
constituido por 1.000 fichas de texto e imágenes gráficas y 1.300 conexiones
que crean un contexto que da énfasis a la interrelación de todos los aspectos
de la época victoriana. Se usaba originalmente por estudiantes en workstations IBM RT que empleaban el sistema de operación
UNIR. Ahora como Intermedia, se usa en los Apple
Macintosh II con la variante Apple de UNIX, A/UX.
Un proyecto hipertexto
semejante está desarrollándose en la Harvard University bajo la dirección del profesor Gregory Crane, Proyecto Perseo, como han dado en llamarlo,
combina la literatura griega antigua, historia, mapas, un diccionario en‑línea
en el ordenador y el programa “Morfeo”, para ayudar a los estudiantes en la
traducción del griego antiguo. El profesor Crane ha
implementado este proyecto en HyperCard, un programa
de Apple Computers.
La Musa Atena (también conocido como el Proyecto Atena) es otro ambicioso esfuerzo hipertexto que se
desarrolló en el Massachusetts Institute
of Technology con
subvenciones de la Digital Electronic Corporation e IBM. La Musa está diseñada para facilitar la
creación por la facultad del MIT de materiales vídeo interactivos basados en
combinaciones de texto, gráficas, vídeo y audio destinados para los cursos de
estudiantes no graduados. Partes de este programa ya se usan en algunos de
los 450 workstations de 32‑bit gráficos en el
recinto universitario del MIT. Muchos de estos workstations
son capaces de combinar el movimiento en color del vídeodisco,
la televisión de cable, el audio digital, y las imágenes gráficas de alta
resolución.
Los materiales Musa para
la enseñanza del español se componen de una narración con vídeo interactivo que
crea situaciones en las cuales los estudiantes pueden formar un entendimiento
más profundo del uso práctico y de la dimensión cultural del idioma. Titulada No
recuerdo, la narración se desenvuelve en Bogotá, donde el estudiante tiene
que ayudar a un científico amnésico de habla española a localizar un frasco
que contiene un microorganismo genéticamente realizado que provoca la amnesia
y que es una amenaza seria para toda la América latina. El programa emplea la
inteligencia artificial para analizar las preguntas y los mandatos, y así
determinar la dirección de la acción.
Hace pocos meses, la
Fundación Giovanni Agnelli hizo una donación a 16
universidades, bibliotecas y museos en los Estados Unidos de copias de una
enciclopedia de la civilización italiana en videodisco, de Italia, que
se usa en los ordenadores Macintosh II, y del hardware asociado. Este programa
hipertexto se compone de 20.000 fotografías, 15.000 pantallas de texto y 500
diagramas, y abarca la historia, la economía, las humanidades y ciencias, el
arte y la arquitectura de Italia desde el período preetrusco
hasta el presente.
Por mi parte, estoy
trabajando en una edición en hipertexto de Prosas profanas, del poeta nicaragüense
Rubén Darío, que se prepara simultáneamente en HyperCard
en un Macintosh SE y en un PS/2 Modelo 80 en Guide,
un programa hipertexto para el PC publicado por Owl
Internacional. Tengo también en varias etapas de desarrollo un libro
electrónico que combinará fotos (blanco y negro y color), texto, y ejercicios
escritos y orales. Esto dos proyectos están destinados al CD‑ROM (Disco
compacto read‑only-memory), un medio de almacenamiento electrónico que
puede contener más de 570 megabytes de información,
el equivalente de más de 230.000 páginas de texto.
De todos los diferentes
tipos de programas de ejercicio en el ordenador, los estudiantes prefieren los
que se relacionan directamente con el libro que se usa en las clases, en
nuestro caso Puntos de partida (New York: Random House).
Mis estudiantes trabajan con tres programas; uno parcialmente relacionado, y
dos derivados directamente del texto.
UNA
PROMETEDORA EXPANSIÓN
Las áreas que más
necesitan práctica adicional son las conjugaciones verbales y el vocabulario.
Mis estudiantes realizan esto con Practicando español, un programa para
el Apple II escrito por Robert
Phillips de la Miami University
(Oxford, Ohio). Estos ejercicios son sencillos pero eficaces. El ordenador da
un sujeto o un pronombre personal y el estudiante tiene que responder con la
forma verbal correspondiente. Los errores se reintroducen en el ejercicio
hasta que el estudiante haya contestado correctamente. Se ofrece la práctica
con las conjugaciones en todos los modos y tiempos verbales. Los ejercicios de
vocabulario son semejantes y el estudiante puede escoger entre el responder
con la palabra correcta española a una traducción dada en inglés o al revés.
El segundo grupo de
ejercicios es un producto comercial también destinado para el uso en la línea Apple II de ordenadores, “Dasher Drills” para Puntos de partida. Es una serie extensa
de ejercicios que corresponden cada uno de ellos al material en los capítulos
del texto. El estudiante no tiene que hacer otra cosa que meter el disquete en
el ordenador y apretar el botón. Una vez iniciado el programa, éste guía al
estudiante a la elección del capítulo y el ejercicio por medio de una serie de
menús que presenta el programa. A veces el estudiante tiene que responder con
una palabra, otras tiene que escribir una frase completa. El programa trata
de dar al estudiante una reacción analítica amplia a lo que éste escribe. Por
eso, y por la lentitud de procesamiento del Apple II,
Dasher tiene fama de lento, a veces dolorosamente
lento. Pese a que los estudiantes de español de la University
of Toledo compran cada año cientos de ejemplares de Puntos
de partida, teníamos que comprar estos ejercicios del ordenador a un costo
adicional. Compramos dos juegos de ejercicios que no pueden copiarse, lo cual
quiere decir que en cualquier momento dado solamente dos estudiantes de unos
300 que estudian en las clases elementales pueden usar los ejercicios. Por
esto, y por el interés que tengo en la creación de programas, escribí
ejercicios para acompañar al texto. Éstos pueden reproducirse el número de
veces que se necesite y mantengo copias en cada uno de los laboratorios de
ordenadores de la universidad.
Mis ejercicios están
escritos en PILOT y se usan en la familia IBM de microordenadores. Aunque no
son tan refinados como quisiera que fuesen, he notado mejoramientos
significativos en los estudiantes que los han usado durante los últimos dos
años. Estos ejercicios emplean el español desde el momento en que el estudiante
enciende el ordenador. Ofrecen práctica con el vocabulario y la gramática.
Ofrecen una selección en el menú del programa con la cual los estudiantes
pueden dejarme en los discos comentarios (a veces buenos) y preguntas para así
abrir un diálogo con ellos vía la “máquina” a fin de poder tratar mejor sus
problemas y aprovechar más eficazmente el tiempo que tenemos para las clases.
Cada ejercicio se compone de un máximo de 25 preguntas, problemas o palabras
del vocabulario que se presentan al azar para que no se repita nunca la misma
secuencia de preguntas.
Para muchos estudiantes,
las clases de español son su primer contacto con los ordenadores y con la
enseñanza facilitada por éstos. Hace pocos años, hice una encuesta a unos 60
estudiantes sobre sus experiencias previas con los ordenadores. Solamente dos
de ellos habían usado un ordenador antes de matricularse en la clase de
español. Aunque esta proporción poco a poco cambia, para la mayoría de los
estudiantes del primer año universitario las clases de español siguen siendo
su primer contacto con la “alta tecnología”.
En las clases de
literatura, exijo que se escriban todos los trabajos trimestrales en el ordenador.
Mis experiencias han sido muy positivas en que los estudiantes me dan trabajos
superiores, ya que están más dispuestos a revisar y pulirlos una vez que se den
cuenta de cuán fácil es escribir con un procesador de palabras. En algunos
casos he tenido que limitar el número de revisiones permitidas para que mis
estudiantes no abusaran de los recursos de computación en nuestro laboratorio
de lenguas extranjeras.
También estamos
experimentando con un bulletin board electrónico y file server
para los colegas en la Asociación Americana de Profesores de Español y
Portugués. El sistema está en operación en nuestro miniordenador
VAX y permite que los colegas de todos los Estados conecten vía módem o vía la
red interuniversitaria BITNET y compartan
información los unos con los otros. En este momento, hay bastante poca
información en el sistema: unas bibliografías de diferentes escritores,
información relacionada a los ordenadores y su uso en la enseñanza del
español; programas de HyperCard, listas de
vocabulario, reseñas de programas, etcétera. El sistema tiene apenas un año de
vida y espero que tanto la calidad como la cantidad de la información aumenten
rápidamente en los años que vienen, ya que este tipo de recurso electrónico de
data no es posible, por razones de dinero, en el mundo comercial, pero sí es
viable con el apoyo de la universidad y así puede seguir atendiendo a las necesidades
de los colegas. Como la BITNET ahora conecta universidades desde Israel hasta
Singapur, espero que este sistema electrónico sirva de repositorio para más y
más información procedente de todo el mundo hispánico.
Los ordenadores han
penetrado virtualmente en todas las áreas de la investigación y enseñanza de
los idiomas extranjeros. A pesar de la falta de calidad todavía de muchos de
los programas, anticipo una expansión y crecimiento continuados, sobre todo a
la luz del poder para la organización electrónica del material que ofrece el
hipertexto. Por fin llegamos hoy al punto en que no hay que ser un programador
profesional para poder aprovechar los recursos pedagógicos del ordenador.
Ahora disponemos de la capacidad de incluir las imágenes en color, el texto, y
hasta el sonido en los programas de instrucción en los microordenadores más comunes
al ambiente universitario. Hasta es concebible un futuro no lejano en el cual
el libro no se use. Existirá electrónicamente dentro del ordenador sin el
papel y la encuadernación hoy tan costosos. Todavía queda mucho que aprender y
una de las primeras lecciones que más debe llamar la atención es el no repetir
los errores de los primeros años de la enseñanza de idiomas extranjeros con el
ordenador. Por una razón u otra, todavía se empeña hoy en la creación de
complejos programas en ordenadores cuyos sistemas de operación, tamaños y
configuraciones especiales imposibilitan su empleo en muchas otras
universidades. Los PC y Macintosh del presente tienen suficiente capacidad,
sólo que no la estamos aprovechando. No se aprecia el tiempo que se requiere
para crear los programas de instrucción en lenguas extranjeras que se necesitan
hoy y en la década que viene. El ciclo de cambio en el mundo de los microordenadores
es de tres años. Han pasado ya varios ciclos desde la introducción del Apple II y todavía se produce gran parte de nuestro
software para esas máquinas ahora anticuadas y apenas se rasga la superficie
de lo que ofrecen los Macintosh II, los SE o la serie de ordenadores basados en
los CPU 80286 ([y a fines de este año o a principios del que viene, Intel anunciará el 80486]).
El papel que tienen los
ordenadores en la educación post‑secundaria seguirá creciendo y
expandiéndose querámoslo o no. Con un poco de suerte y un mucho de trabajo, el
aprendizaje de los idiomas extranjeros, el español en particular, participará
en y aprovechará la constante evolución de esta tecnología.
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