Prácticas de consumo y comunicación social
RESTITUTO ZORRILLA
CASTREJANA
La investigación sobre las relaciones entre la
comunicación y el consumo se encuadra en lo que un reciente libro titulaba
“les nouveaux territoires
de la communication” (1).
Dentro del “territorio” de la comunicación social, las relaciones de los mass
media con las prácticas de consumo han desbordado las tradicionales fronteras
de la publicidad, estableciendo nuevos usos y prácticas de comunicación.
Varios cambios han acontecido para que sucediera
este nuevo equilibrio en el sistema de comunicación. Por un lado, se ha asumido
e interiorizado la ideología de la sociedad de consumo, de la que la cultura
de masa basada en la mass media es parte integrante,
marcando el nuevo estado del sistema a partir del cual debe comenzar toda
reflexión. En segundo lugar, ha emergido un nuevo movimiento social, todavía en
barbecho ‑las asociaciones de consumidores‑ cuyas reivindicaciones
van mucho más allá de lo que permitiría el tradicional concepto de consumo,
poniendo en apuros en más de una ocasión a las instituciones pilares del
capitalismo, como la banca. La incidencia de este nuevo agente social se
manifiesta en un hecho todavía inusual en nuestras áreas, pero habitual en
EE.UU., como que las firmas comerciales tengan en cuenta la opinión de las
organizaciones de consumidores a la hora de lanzar un nuevo producto o marca
al mercado. Finalmente, la publicidad ha sido absorbida por el nuevo concepto
de “marketing”, que, apoyado, entre otras, en la teoría de la comunicación,
ha creado unas técnicas de persuasión que alcanzan al individuo o unidad de
consumo (o compra) en su totalidad. En la práctica, no dan respiro al presunto
comprador.
Desde la perspectiva de la comunicación, tales
cambios han transformado también muchos estereotipos. El usuario de los medios
‑prensa, radio y televisión- tiende a comportarse como un consumidor,
siendo selectivo en la calidad de los productos, no teniendo inconveniente de
cambiar una “marca” (periódico, emisora) por otra si no le agrada la que
“usaba” hasta ahora. La vieja fidelidad a un periódico, hecha a imagen de los
deseos y gustos del lector, ha dado paso al lector que
busca la prensa de “calidad” de contenidos y forma, sin importar mucho su
ideología. No está tampoco lejos de este comportamiento la difusión del
“consumo electrónico”, especialmente del famoso vídeo o magnetoscopio doméstico
que hace al consumidor independiente de la televisión comercial y pública,
permitiéndole programar su tiempo de ocio a su guisa. Y en la misma línea
habrá que situar las “asociaciones de telespectadores”, que acaban de
organizarse internacionalmente al amparo del proyecto “Eureka” de
comunicación para Europa. Llegará el día en que tales asociaciones lancen una
campaña de boicot a una emisora o canal de televisión como protesta por la
manipulación de la información, igual que hacen hoy sus homónimos de consumo
contra productos o comercios que perjudican al consumidor.
Otros hechos no dejan de inquietar al comunicólogo.
Toda la difusión de las noticias o, dicho en otros términos, toda la
comunicación massmediática, se efectúa actualmente en
un contexto comercial. Los medios de información ya no sólo venden los espacios
libres a los anunciantes, sino que venden la audiencia. La vieja y familiar
relación entre emisores y lectores (oyentes o espectadores) ha dado paso a la
nueva relación emisor / anunciante. Esto es lo que prima, gobierna y domina
en el nuevo contexto comunicativo / informativo, ante cualquier otra
alternativa. ¿Cómo inciden todos estos cambios en las estructuras
comunicativas, tanto psicológicas como sociales? He aquí un campo abierto a la
investigación empírica.
Algunos hechos recientes hay que interpretarlos a
la luz del nuevo entorno de la comunicación. Ciertos sectores comerciales,
como algunas empresas de bienes de consumo, se están constituyendo últimamente
en propietarios de los medios de comunicación.
Un ejemplo bastará para ilustrar esta-nueva tendencia. En la candidatura a la televisión privada de “Univisión Canal 1”, promovida por el grupo periodístico “Zeta”, ‑que finalmente no la obtuvo, como es sabido‑ varias empresas de bienes de consumo, como Freixenet, Puig y Nutrexpa, tenían una participación de, al menos, el 25 por ciento. En la televisión “Telecinco”, que promueve el grupo “Anaya”, la ONCE, Berlusconi y otros, “Chocolates Trapa” (Juan Fernández Monreal) tiene una participación del 15 por ciento. Éstos son hechos públicos, aparecidos en la prensa (2), pero sin duda encontraríamos otros casos semejantes si profundizáramos en nuestra investigación (3).
Tenemos, pues, un número suficiente de indicadores
que van surgiendo en torno a las prácticas de consumo y de la comunicación
como para suscitar la curiosidad del comunicólogo, especialmente si es
sociólogo, por saber qué cambios acarrearán tales conductas en el sistema de
la comunicación social.
(1) Cfr. “L’explosion de la communication.
La naissance d’une nouvelle
idéologié”, de Ph. Breton y S. Proulx, La Découverte/Boréal, París, 1988,
p. 89.
(2) Cfr. EL PAÍS, 27‑4‑1989.
(3) Cfr, EL PAÍS, 11‑5‑1989.
Se dice aquí que “un grupo de inmobiliarias y de alimentación de Madrid y
Extremadura” tienen el 10 por ciento restante.