La
informatización de las PYME en España
Su alcance y efectos
Juan
José Castillo (*)
Sucesivas encuestas regionales sobre la
informatización de las empresas en España y sus efectos permiten adelantar
algunas conclusiones. Entre ellas, que la introducción de la informática es muy
reciente y que, aparentemente, no tiene repercusiones sobre el nivel de empleo.
Hacer un balance global de la informatización de las PYME en España es ‑como se verá‑ tarea difícil, por una serie de razones que exponemos a continuación, a la par que iniciamos el comentario y presentación de los distintos estudios de que se dispone sobre el asunto.
La primera observación que cumple hacer se refiere
al distinto alcance, tanto en lo que concierne a los sectores estudiados como al ámbito geográfico,
los datos aportados o el tamaño de las empresas. Por ello, aunque intentemos
extraer hipótesis válidas para nuestra investigación, el alcance de las mismas
se verá mediado por la dificultad de comparar, y a veces ni siquiera
contrastar, resultados de los distintos trabajos, llevados a cabo con
criterios, finalidades y objetivos enormemente dispares.
De las encuestas que presentamos a continuación,
por ejemplo, sólo la catalana abarca a todos los sectores. Las restantes
están, en distintos grados de especialización, referidas a sectores
industriales.
Las fechas de realización, en muchas de ellas son
recientísimas, habida cuenta de uno de los rasgos en que hemos hallado una alta
coincidencia: lo reciente de la informatización.
Otra razón para la precaución en las comparaciones
viene dada por la variación de las definiciones de informatización, que, si en
casi todos los casos es matizado, al menos por
funciones y áreas, en algunas se puede reducir a lo que podríamos llamar «el
grado cero de la informatización»: el uso de un ordenador,
ya sea propio o subcontratado. La definición utilizada por IKEI (1984) nos ha
parecido adecuada para establecer ese mínimo: «se considera informatizada a toda empresa que utilice servicios
informáticos en ordenador propio, compartido o ajeno para la ejecución de una
o más funciones».
La propia definición
de PYME es también un obstáculo para la generalización/comparación de los
estudios: en el caso de la encuesta de TEKNIKER las PYME llegan hasta los 600
trabajadores. En otros, como el caso de Valencia, se trata en la práctica de
empresas mayores de 20 trabajadores, precisamente en un tejido
industrial caracterizado especialmente por el predominio de la empresa menor,
lo que lleva a la sorprendente constatación de que el 88 por ciento de las
PYME valencianas cuentan con, al menos, un ordenador.
En otros casos aún, la definición de PYME se ha
hecho con un criterio de facturación: hasta 700 millones anuales, lo que
incluiría unas 600.000 empresas. Se trata de un estudio llevado a cabo por una
empresa de ordenadores que nos ha facilitado los datos bajo reserva de
confidencialidad y globalidad en su comentario.
El grado de informatización que se
obtiene, para toda España, de esta encuesta es del 84,8 por ciento. Con
variaciones muy sensibles, como se podía esperar: el 83,4 del metal desciende
al 62,5 para el automóvil y hasta el 29 por ciento para la construcción. Pero
los porcentajes son altos en el sector de maderas (87 por ciento), electrodomésticos
(80 por ciento); textil y confección (82 por ciento) o seguros (76 por ciento).
La compra del ordenador se ha realizado en un 76,9
por ciento de los casos en los años 1983‑1986. Y las empresas que poseen
ordenador lo utilizan en las siguientes funciones:
‑ el 89 por ciento para la contabilidad
‑ el 68 por ciento
en nóminas
‑ el 61 por ciento
en facturación
‑ el 15,5 por ciento para la gestión financiera
‑ el 4,5 por ciento en el control de calidad
‑ el 61 por ciento
en CAD‑CAM
‑ el 22 por ciento
en Estadísticas
‑ el 24,8 por ciento en Producción
En relación con la dimensión de la empresa, encuestas de interés (CHIP‑TEA‑CELOS,
1986) escapan a la posibilidad de su explotación para nuestro objeto en la
medida en que: a) conciernen principalmente «a empresas de un cierto volumen y
entidad», sin que nos sea posible tratar los datos en función del tamaño; en
este caso concreto se trata de un 20 por ciento de empresas «pequeñas», más un
26 por ciento de empresas «medianas»; sobre un total de 212 encuestadas, b) en
segundo lugar porque no sabemos el universo de referencia de esa muestra de
empresas.
Lo más que podemos obtener es una confirmación de
algunos rasgos que hemos identificado en otros estudios: que el 22,3 por
ciento de las empresas dicen tener microordenadores desde hace más de tres
años, aunque nos queden dudas sobre la extrapolación de que «la mentalización
hacia el uso de herramientas microinformáticas es ya un fenómeno cuyo
planteamiento de partida ya ha arraigado en la empresa», puesto que el
ordenador ha entrado en el 58 por ciento de estas empresas en los dos últimos
años.
Igualmente se puede destacar, comparando esta
encuesta con su precedente (AUTOMÁTICA e INSTRUMENTACIÓN, 1985), el que, entre
los objetivos declarados por los entrevistados en la introducción del ordenador
personal en la empresa, de 1985 a 1986, la mejora de la calidad pase de
concentrar un 4 por ciento de respuestas, a un 17 por ciento.
Igualmente importante es que la utilización del
ordenador con el objetivo de descentralizar pase del 14,9 al 30,4 por ciento.
Inversamente, se reduce el porcentaje de quienes mencionan la productividad
como objetivo, que, sin embargo, sigue ocupando el primer lugar (el 56,3 por
ciento).
En algún caso, digno de destacarse por la propia
importancia de la entidad productora del informe, ADAMICRO, una asociación
cuya finalidad es, precisamente, la promoción de las nuevas tecnologías,
tenemos una información que puede ser interpretada de muy diversas maneras, y
desde luego no unívocamente como muestra de la difusión de la
microelectrónica.
Nos referimos al análisis global de las primeras
800 diagnosis subvencionadas llevadas a cabo por esta institución, bajo el
patrocinio de la Dirección General de Electrónica e Informática del
Ministerio de Industria y Energía. Este servicio, dirigido especialmente a las
PYMES, se subvenciona al 100 x 100 en su primer nivel, consistente en una visita
de un técnico que da lugar a un informe sobre la empresa. Un segundo nivel,
subvencionado al 50 por ciento, consiste en el estudio más detallado de algún
problema que haya sido detectado en el primer nivel.
Frente a casi 1.000 diagnosis del primer nivel, tan sólo 90 « anteproyectos» (segundo nivel) salieron adelante, desarrollándose finalmente «más de 20 proyectos» (ADAMICRO, 1986).
Estas diagnosis se ponen en marcha a mediados de
1982. El universo de «demandantes» se alcanza por medio de la publicidad con mailings generalizados y con la colaboración ‑en
algunos casos decisiva‑ de las autoridades
autonómicas. No se dirigen a empresarios con menos de 10 trabajadores e intentan
llegar preferentemente a quienes no tienen otro recurso y, sobre todo, en las
áreas de producción/fabricación (1).
Analizar, por tanto, las respuestas
a este tipo de ayuda al desarrollo tecnológico requiere más de una
cautela: los demandantes de ayuda a la primera
diagnosis son casi en un tercio catalanes, quizá gracias al apoyo prestado a
la difusión de esta iniciativa por la Generalitat de
Cataluña. Con estas precauciones, sin embargo, nos encontramos con que la
incidencia de este servicio de diagnosis, es decir, el porcentaje de
empresarios que lo demandan, proviene, fundamentalmente, de Barcelona (29 por
ciento), Madrid (13 por ciento), Navarra (12 por ciento), Asturias (8 por
ciento) y Valencia (5,5 por ciento).
El «perfil típico» de las empresas interesadas en las
aplicaciones de la microelectrónica se atiene a estas características:
‑ Se hallan en zonas con mayor arraigo industrial.
‑ Pertenecen a sectores de actividad
manufactureros cuyo proceso de trabajo esta dividido en muchas etapas o bien,
fabrica muy diverso tipo de productos.
‑ Su problemática tecnológica se
centra en control de procesos de producción o mejora e innovación de productos
por medios electrónicos.
‑ Su
facturación supera anualmente los 500
millones de pesetas.
‑
Su plantilla es superior a 50 empleados y tiene departamento técnico de alto nivel.
Por sectores industriales predominan la fabricación
de productos metálicos (CNAE‑31): 18 por ciento; la construcción de
maquinaria y equipo mecánico (CNAE‑32):
11 por ciento; la industria química (CNAE‑25): 10 por ciento y las
industrias de productos alimenticios, bebidas y tabaco (CNAE‑41/42):9 por ciento. (REGULACIÓN Y MANDO AUTOMATICO, 1985).
LA AUTOMATIZACIÓN DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA
La encuesta CIM, realizada entre julio y septiembre
de 1987 sobre una muestra de 1.000 empresas de distintos sectores de actividad
(2) y con una facturación superior a los 200 millones de pesetas, es la primera
que se ha hecho a nivel nacional sobre la automatización
de la industria española. Ha sido encargada por CETISA (editora, entre otras
publicaciones de CIM y Automática e
Instrumentación) a SOFEMASA
con el patrocinio del Banco de Crédito Industrial. (Puig y Solé,
1987).
Los objetivos que se plantearon son: conocer el
nivel de automatización y el equipamiento, estimar la evolución de la
inversión en automatización, conocer el recurso a la asistencia externa utilizado
por las empresas y determinar el impacto de la automatización sobre la
fuerza laboral.
En la medida en que la presentación de los
resultados se ha hecho en base al tipo de proceso
utilizado por las industrias de la muestra (continuo, discontinuo o discreto)
es difícil hacer una lectura que permita determinar la situación de las PYMES
dentro de este nivel global de automatización; si
bien, los datos acerca de la industria de proceso discreto («caracterizada
por el tamaño relativamente reducido de las empresas») pueden proporcionarnos,
aunque sesgadamente, alguna información sobre ésta.
Del total de la muestra están automatizadas el
66 por ciento de las empresas (distinguiendo entre éstas las de bajo
nivel, que sólo utilizan componentes de automatización ‑10 por ciento‑
y las de alto nivel que utilizan algún sistema de automatización ‑56 por
ciento‑).
En el resto de las empresas de la muestra que no poseen ningún tipo de automatización, la principal causa que se contempla es el reducido tamaño de la empresa. Siendo un 83 por ciento de estas empresas las que declaran no tener ningún plan de automatización.
En lo que se refiere al tipo de equipamiento
utilizado, destaca la creciente utilización de equipos CAD/CAM (aunque
realmente lo que se utiliza es el diseño) en la industria de proceso discreto
(10 por ciento) fundamentalmente en el diseño de producto y en el control de
producción. Las empresas encuestadas han recurrido mayoritariamente (87 por
ciento) a la asistencia del proveedor en la implementación de sus equipos.
Por áreas, en las empresas se ha automatizado más
en el departamento de producción, con mucha diferencia sobre los departamentos
de control de calidad, oficina de estudios, métodos de trabajo e investigación
y desarrollo.
Un aspecto interesante que se refleja en la encuesta
es la distorsión existente entre las expectativas de introducir la
automatización y la evaluación de sus resultados. La rentabilidad aparece como
una de las principales razones para la automatización, mientras que el
incremento de la productividad aparece diluido entre otras razones. Sin
embargo, en la evaluación de los resultados éste se convierte en lo más
positivo de la automatización. La reducción de la mano de obra aparece como
un objetivo no cumplido, en la medida en que se encuentra entre las razones
principales de la automatización y no ocupa un lugar destacado como resultado.
«La automatización no satisface las expectativas
iniciales del industrial, aunque paradójicamente las suple con una serie de
ventajas no esperadas en primera aproximación».
(Puig y Solé; p. 74).
Así pues, aunque el efecto sobre la reducción de
mano de obra es un efecto esperado, los datos de la encuesta reflejan que en
el 88 por ciento de los casos no ha habido despidos. En cuanto a las nuevas incorporaciones, en un 42 por ciento
de empresas altamente automatizadas se ha contratado personal, si bien no
ha ocurrido lo mismo en las empresas de baja automatización en las que este
porcentaje es mucho menor. La formación para el reciclaje de la plantilla sólo
se ha dado en las empresas con un alto nivel de automatización (4 por ciento
reciclaje de toda la plantilla). El conocimiento y el
uso de las ayudas institucionales para la automatización ha resultado de un 60
por ciento, en el primer caso (63 por ciento de las industrias de proceso
discreto, cifra equiparable al porcentaje de industrias de proceso discreto
automatizadas), siendo las entidades más conocidas las de la Administración
Central (CDTI, IMPI, ADAMICRO), los organismos de las Comunidades Autónomas
Vasca (SPRI), Valenciana (IMPIVA), Catalana (CIDEM) y Andaluza (SOPREA) figuran
entre los que más se conocen.
El recurso de las ayudas ha sido de un 43 por ciento
de la muestra (siendo el 50 por ciento de la industria discreta el mayor porcentaje
de empresas que las han solicitado). Las causas
aducidas por las empresas que no han solicitado ninguna ayuda han sido, en
primer lugar, la consideración de que no les son necesarias, seguida de la
falta de información.
LOS USUARIOS DE LA INFORMÁTICA EN CATALUÑA
La encuesta «Usuarios de la informática en
Cataluña», realizada por EICE bajo el patrocinio del Institut
Catalá de Tecnología, el Centre de Cálcul de Sabadell, S. A., y el Centre Divulgador de la
Informática, S. A., de la Generalitat de Catalunya, se llevó a cabo en junio y julio de 1987, en una
muestra representativa de 500 empresas pequeñas y medianas catalanas.
A través de ella, y concentrándose en la informática de gestión, se trató de «determinar cuáles son las dificultades con que se encuentran las empresas a la hora de informatizar y qué necesidades tienen en materia de aprendizaje e información». Las empresas entrevistadas tienen entre 10 y 200 empleados, salvo en el caso de las profesiones liberales, y representan aleatoriamente ‑respetando el peso económico respectivo‑ todos los sectores económicos, excepto la Administración Pública y las Finanzas (EICE, 1987) (3).
Los sectores representados en la muestra lo son en
la siguiente proporción:
EN LA MUESTRA DE EMPRESAS
ENTREVISTADAS EN CATALUÑA, 1987
Sector |
% |
Agricultura Construcción Transporte Comercio / Distribución Manufacturas /
Fabricación Comunicación / Energía Sanidad Educación Otros servicios Profesiones liberales |
1,2 4,8 6,6 19,0 38,6 3,8 4,0 6,2 12,4 3,4 |
Fuente: EICE, 1987
Por número de empleados las empresas de diez
empleados (los profesionales liberales) representan el 3 por ciento. Las
empresas que ocupan entre 10 y 30 trabajadores representan el 62,4 por ciento
de la muestra. Si a éstas añadimos el 19,8 por ciento de las que ocupan entre
31 y 60 trabajadores podremos afirmar que la
encuesta se centra, realmente, en un abrumador 82,2 por ciento de pequeñísimas
empresas. De hecho, otros tramos dimensionales están poco representados:
las empresas entre 151 y 200 trabajadores componen únicamente el 4,8 por ciento
del total.
De los resultados globales sobre el nivel de informatización, el primer rasgo
destacable es que dos de cada tres empresas afirman tener ordenador (un 66 por
ciento). Por sectores es el comercial/distribución el
más informatizado (81 por ciento); le sigue Manufacturas/fabricación, con un
74,6 por ciento.
Entre las empresas sin ordenadores (34 por ciento)
hay muchas de 10 a 15 empleados (el 46 por ciento de éstas), concentrándose las
informatizadas en los tramos de empleo de 60 a 100 trabajadores, para descender
nuevamente el uso de los ordenadores en las empresas entre 160 y 200
trabajadores. No hay, por tanto, correspondencia lineal entre dimensión e
informatización. Los profesionales
liberales entrevistados conforman el sector menos informatizado; tan sólo lo
están en un 35 por ciento de los casos. Y cuando se les pregunta a estas
empresas (168 sobre 500) las razones de la no informatización,
la tercera parte de ellas dice que piensa comprarlo más adelante y de ellos, a
su vez, la tercera parte antes de un año.
La informatización es un fenómeno reciente en las empresas catalanas: más de la mitad de las empresas se han informatizado después de 1984. Conjuntamente con este fenómeno se observa que la mayoría de las empresas (el 56 por ciento) han ido ampliando las aplicaciones, desarrollándolas progresivamente, sin que el fenómeno contrario, la reducción de equipamientos, aparezca en ningún caso.
Las aplicaciones más frecuentes del ordenador
en las empresas nos dan una dimensión aclaratoria de los porcentajes antes indicados.
La informática se utiliza en campos muy diversos: desde las nóminas hasta el
control de producción o fabricación; pero, si se ordenan los porcentajes de aplicación
principal, la contabilidad y
facturación cubre el 65 por ciento de los casos, seguida por almacén y stocks, con un 9,9 por ciento. La gestión viene
señalada a continuación en un 4,8 por ciento de los casos y la educación
y aplicación industrial en sendos 3 por ciento. Las demás aplicaciones
cubren un 12,6 por ciento de los casos.
Las aplicaciones vistas por sectores industriales
muestran cómo el diseño sobresale en comunicación/energía o cómo el almacén
destaca en el sector comercio/distribución. Igualmente muestra la poca difusión
del control de producción, incluso en el sector industrial (únicamente
el 2,8 por ciento lo utilizan). El software utilizado
suele ser hecho a medida, ya sea por encargo (61 por ciento de los casos) o de
realización propia (el 31 por ciento de los casos).
Un 44 por ciento de las empresas no utilizan software estándar o empaquetado,
según manifiestan, «porque no se ajusta a sus necesidades».
En cuanto al personal informático, la cuarta
parte de las empresas que tienen un ordenador tiene un departamento de proceso
de datos. A la pregunta de si cuenta, en cualquier caso, con personal
informático, «una tercera parte de las empresas (responden que) tienen entre
uno y tres informáticos» (EICE, 1987, p. 19).
La mayoría de las empresas optan por reciclar a su propio personal al instalar el ordenador. En el 20 por ciento de los casos se contrata a técnicos del exterior. Para la elección del software el recurso a un asesor exterior a la empresa se ha hecho en el 46 por ciento de los casos. Las razones que los directivos de empresa entrevistados dan para llevar a cabo la primera informatización es, en la mayor parte de los casos, el agilizar el trabajo y para llevar la contabilidad. El objetivo de reducir personal no aparece significativamente.
Según estos mismos directivos, no ha habido
problemas para la implantación de la informática derivados de la actitud de
los empleados, que ‑según afirman‑ ha sido entusiasta en la mitad
de los casos, mejorando las actitudes en general con el transcurso del tiempo.
La informática ha sido utilizada escasamente para fomentar relaciones entre empresas: sólo el 10 por ciento de las empresas informatizadas están conectadas a una red de comunicación: 35 empresas en total, de ellas 14 industriales y 13 comerciales.
INFORMACIÓN, AUTOMATIZACIÓN Y ROBOTIZACIÓN
EN LA INDUSTRIA DEL PAIS VASCO
Los resultados de esta encuesta constituyen la
primera fase de un estudio más amplio realizado por IKEI (Instituto Vasco de
Estudios e Investigación) sobre la robótica industrial en el País Vasco en 1984
(IKEI, 1984) (4).
Esta primera fase se ha centrado en el estudio del nivel de informatización de la industria y en la estimación del grado de implantación de equipos automáticos flexibles y robots; en la medida en que se presupone una relación entre informatización, especialmente de la producción, y el acercamiento a los procesos de fabricación flexible y robotización.
Esta encuesta fue realizada sobre una muestra de 370
empresas de distintos tamaños (sólo un 8 por ciento de la muestra son empresas
mayores de 500 trabajadores) y sectores de actividad en toda la Comunidad
Autónoma del País Vasco.
El nivel de informatización en la industria vasca es
del 43 por ciento. Este porcentaje se ve reducido dado el peso que las empresas
de menos de 50 trabajadores tienen (el 83 por ciento de la industria) y su bajo
nivel de informatización, que sólo alcanza el 34, 7 por ciento. Así, el grado
de informatización aumenta considerablemente para los otros estratos de empleo,
con la práctica totalidad de las empresas informatizadas en los más altos
(73,5 por ciento entre 100 y 249 trabajadores; 69,4 por ciento entre 50 y 99
trabajadores).
De la misma manera que existe una correlación clara
entre el tamaño de la empresa y su nivel de informatización existe una aparente
independencia entre éste y el sector de actividad al que las empresas
pertenecen. Esto puede tener su explicación en la mayor implantación de la
informática en la gestión frente a la producción, lo que supone una menor
diferenciación por sector de actividad.
CUADRO 2. NIVEL DE INFORMATIZACIÓNPOR SECTORES INDUSTRIALES EN EL PAÍS VASCO, 1984 |
|
Informatización sectores |
% de empresas informatizadas |
Energía-agua Caucho-plástico Papel-edición |
100 86 63 |
Alimentación Metálicas básicas |
53 52 |
Textil Maquinaria eléctrica Química Maquinaria no eléctrica |
48 47 44 43 |
Artículos metálicos Material de transporte Construcciones
metálicas Madera-mueble Cemento-vidrio-cerámica |
35 35 33 30 21 |
TOTAL |
42 |
La
función más usada dentro de la gestión (todas las empresas que utilizan la informática
realizan funciones de gestión) es la contabilidad ‑90 por ciento‑,
seguida de la gestión de nóminas y la facturación ‑70 por ciento y
64,8 por ciento, respectivamente.
En la
producción utiliza la informática sólo un 6 por ciento de las empresas,
porcentaje que se reduce si se consideran más de dos funciones de producción (2
por ciento). En este caso también el tamaño de las
empresas influye en el resultado, ya que si no se
consideran las empresas menores de 50 trabajadores el porcentaje de empresas
informatizadas alcanza el 24 por ciento; sin embargo,
tal vez por la menor complejidad productiva de las empresas de esta dimensión
que tienen informatizada la producción, casi la mitad realizan más de tres
funciones. Las más usadas en todo el conjunto (ese 6 por ciento) son: la
gestión de almacén (65 por ciento), la planificación de la producción (50 por
ciento) y el seguimiento de los productos en curso (42 por ciento), figurando
el CAD/CAM como una de las menos usadas (3,2 por ciento), «porcentaje este que
se queda reducido a un mero 0,2 por ciento cuando se considera todo el
colectivo industrial vasco, incluyendo el sector no informatizado» (IKEI, 1984,
p. 33).
Los equipos utilizados (tanto en gestión como en
producción) son propios en un 70 por ciento de los casos y atendidos por
personal de las propias empresas. El 27 por ciento de las empresas recurren a
la subcontratación de los servicios informáticos que utilizan y sólo un 3 por
ciento comparte este tipo de equipos con otras empresas de la misma zona o
sector. Las empresas de menor dimensión son las que recurren en mayor
proporción a la subcontratación, limitándose en este caso la utilización casi
exclusivamente a las funciones de contabilidad y de gestión. Más del 80 por
ciento de los equipos se han instalado en los últimos cinco años, pudiendo
calificarse el proceso de informatización como algo muy reciente.
En lo que se refiere a cuestiones estrictamente
relacionadas con el trabajo y el empleo sólo se ha planteado en la encuesta el
personal informático empleado, sin entrar en ninguna otra valoración. El número
medio de personas empleadas en el área informática es de 2,4 personas y sólo el
0,4 por ciento tiene la categoría de analista programador; de tal manera que
la gran mayoría son personal administrativo preparado para el uso del ordenador
de la empresa (codificadores, operadores, administrativos, etcétera).
En las expectativas de introducción de la
informática o de la ampliación de su uso, la dimensión constituye una vez más
la variable más significativa. Sólo el 5 por ciento (frente al 73 por ciento en
las grandes empresas) de las pequeñas empresas tiene previsto ampliar o
introducir la informática en su actividad. Las razones que puede limitar esta
ampliación también son distintas. Mientras que para las pequeñas empresas las
mayores dificultades radican en el coste de los servicios informáticos y en su
reducida dimensión, en las medianas y grandes la limitación se
centra en problemas de financiación.
La evaluación del nivel de automatización flexible
refleja que sólo un 12,9 por ciento de la industria cuenta con algún equipo
automático programable (el caso típico es la máquina herramienta de control
numérico (5), estableciéndose una relación directa entre la utilización de la
informática y de estos equipos: un 80 por ciento de las empresas que disponen
de ellos están informatizadas. La robotización, sin embargo, es un proceso con
muy poca difusión. Sólo poseen robots un 0,5 por ciento de las empresas (un
total de 30 unidades en el País Vasco) y tan sólo un 2 por ciento se han
planteado introducirlo en las empresas de menor dimensión.
Aunque el grado de innovación registrado en los
últimos cinco años sea relativamente significativo, los estudios monográficos
sobre una parte importante del sector del metal en la propia Comunidad Autónoma
Vasca, el «sector de la mecanización con arranque de
viruta» (TEKNIKER, 1986), muestran, igualmente, una escasa implantación de las
máquinas herramienta de control numérico: tan sólo
un 2,2 por ciento en una comarca tan representativa como el Bajo Deba.
Este estudio, que es únicamente la primera fase de
otro más ambicioso que ha de estudiar el sector en todo el País Vasco, nos interesa
reseñarlo, porque forma parte de un estratégico esfuerzo institucional que comprende
«estudios dirigidos a proporcionar ayuda a la industria, particularmente en lo que
se refiere a los conocimientos sobre la incorporación de las nuevas tecnologías
de los sistemas modernos de producción» (TEKNIKER, 1986, p. 1).
La información recogida concierne a 124 empresas de hasta 600 trabajadores, incluidas en los sectores de la CNAE 31, 32, 36, 38 y 39. Estas empresas tienen un nivel de informatización muy bajo en el área de la producción, algo más desarrollado en el área de administración: el 26,1 por ciento de las empresas usan la informática sólo en la administración; el 2 por ciento, sólo en la producción y el 11 por ciento, en ambas áreas. El 60,4 por ciento de las empresas no se han informatizado en diciembre de 1985.
La organización
del trabajo ha mejorado ‑según los entrevistados‑ en el 84 por
ciento de los casos por la utilización de la informática. Igualmente ha
mejorado la calidad del trabajo y la productividad. Si la conclusión general es que la informatización no parece haber
afectado al empleo reduciéndolo, sise desprende de la encuesta que actualmente
las empresas producen más y mejor sin necesidad de contratar nuevo personal.
El personal de la empresa que se ha convertido en usuario de informática no alcanza más
que el 20 por ciento de los empleados en las empresas informatizadas, aunque
las diferencias son suficientemente grandes como para hallar un 16 por ciento
de estas empresas, donde el personal usuario de informática alcanza el 50 por
ciento. Sobre cómo se haya adaptado a este personal para el uso de la
informática y los cambios eventuales en sus cualificaciones,
la encuesta de referencia no nos facilita información.
NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA INDUSTRIA MADRILEÑA
La encuesta Nuevas
tecnologías y empleo en la Comunidad de Madrid (Consejo de Relaciones
Laborales, 1986) nos permite una aproximación a la difusión de la informatización
en los sectores industriales, de la que sigue siendo la tercera zona
industrial de España, precedida de Cataluña y el País Vasco. El 21 por ciento
de la población activa total (1.783.700 personas) pertenece al sector
industrial, frente a un 61,6 por ciento de los servicios.
El universo sobre el que se realizó el estudio
estuvo constituido por los establecimientos industriales madrileños de cinco o
más trabajadores, un colectivo estimado en unas 7.000 empresas. La muestra
(1.400 entrevistas) se estratificó por clase de actividad y tamaño en
términos de personas ocupadas, y las entrevistas se realizaron a responsables
de las empresas.
La celebración, el 18 de diciembre de 1986, de una
jornada de estudio en torno a los resultados de esta encuesta nos permite aquilatar
mejor tanto los datos obtenidos como el juicio y comentario de empresarios y
sindicalistas (Consejo de Relaciones Laborales, 1987).
Para valorar más atinadamente ‑en lo que a
informatización se refiere‑ los resultados conviene identificar lo que
los autores del informe incluyen bajo el rótulo «nuevas tecnologías». Si el primer componente de las «nuevas tecnologías» casa
perfectamente con nuestro interés, no sucede lo mismo con los restantes. Así,
efectivamente, son considerados «todos aquellos instrumentos, herramientas,
maquinarias, equipos, aplicaciones, etc., que hagan uso de la microelectrónica
para su funcionamiento, programación, regulación y control».
Pero, además, se incluye cualquier «modificación
sustancial de las técnicas de producción» y se citan como ejemplos la
«automatización» o la «reducción de mano de obra» (!).
Se incluyen en tercer lugar los nuevos materiales
y, finalmente, como cuarto componente, cualquier «cambio cualitativo» en los
métodos de organización de la producción: los ejemplos son la descentralización
productiva, la flexibilización o la reducción de la mano de obra.
Por ello hemos analizado los resultados de la
encuesta centrándonos en dos respuestas a la pregunta quince sobre utilización
de las nuevas tecnologías, que, específicamente, se refieren al uso de la
microelectrónica en la gestión o la producción de las empresas. Hemos
considerado, asimismo, las respuestas que conciernen al cuarto componente que
acabamos de mencionar y que la encuesta considera como «nuevas formas de
organización», y que no nos parece tener nada que ver con el uso de la
informática.
El 56,5 por ciento de las empresas encuestadas no utiliza nuevas tecnologías en el amplio (y variopinto) sentido que se le ha dado en esta encuesta. Pero si nos atenemos al uso de la informática, los porcentajes son realmente mucho más bajos: sólo un 33,1 por ciento de las empresas utilizan la informática en la gestión, mientras que sólo el 17,5 por ciento lo hacen en la producción, sin que esos porcentajes sean acumulativos (véase cuadro n. ° 3).
Los porcentajes de empresas innovadoras, y las de
usuarios de informática varían enormemente por sectores, siendo, sin
embargo, siempre menores las aplicaciones a la producción.
En el cuadro 4 se presenta la información general
obtenida de esta encuesta, distribuida por tamaños de empresa. La impresión
general es que, aunque observemos una correlación negativa entre tamaño de
empresa menor e innovación‑informatización, la gran diferencia se juega
en el tramo de ocupación entre 5 y 19 empleados, máxime si no se considera el
de «500 y más», en la medida en que puede ser escasamente representativo.
Los porcentajes mencionados se refieren al total de las empresas de la muestra. Si consideramos ahora tan sólo las empresas innovadoras, las que han respondido afirmativamente a la pregunta de si utilizaban alguna nueva tecnología, los porcentajes de éstas que usan microelectrónicas en la gestión o la producción se distribuyen así, en función del tamaño de la empresa (véase cuadro n ° 5).
Lo que ‑a nuestro juicio‑ confirma, considerando
el colectivo de las empresas innovadoras, que el papel que juega la informatización
se ve poco influido por el tamaño de las empresas, especialmente si se
excluye el tramo de 5 a 19 empleados. En cambio, sí que parece que la «tercera
vía», la reducción de efectivos o la descentralización, juega un papel
crecientemente importante a medida que nos hallamos ante tamaños mayores de empresa.
Si analizamos ahora más en detalle las funciones informatizadas en las empresas, en el área de la gestión, nos encontramos con una preponderancia masiva de la contabilidad (89,1 por ciento), la facturación (81 por ciento), la gestión de stocks (66,5 por ciento) o la gestión de nóminas (52,1 por ciento), con un ranking de importancia muy semejante si se consideran los distintos tamaños de empresas.
En el área de la producción ‑como hemos dicho‑ el nivel de aplicaciones es notablemente menor, ocupando los primeros lugares la programación y control de máquinas de control numérico (35,5 por ciento de las empresas innovadoras), la gestión de almacenes (30,9 por ciento), la gestión y el control de producción y el control de calidad. El diseño asistido por ordenador no es utilizado ‑y ello es bien revelador‑ más que en el 9,3 por ciento de las empresas innovadoras. Y sin embargo, se eleva a un 12,2 por ciento en las empresas entre 20 y 49 ocupados. (Véanse cuadros 6 y 7.)
En lo que concierne a la antigüedad de las
innovaciones, el 59 por ciento de las
empresas ha incorporado la informática hace menos de cuatro años: «sólo caba reflejar este hecho en dos
cifras: el 64,1 por ciento de empresas con NT de
gestión las han adoptado después de 1982 y 31‑58,3 por ciento de ellas lo
han hecho durante 1985‑86». (Consejo de Relaciones Laborales, 1986, vol. I, p. 28.)
Preguntados los empresarios por las razonas que
justifican su decisión de innovar tecnológicamente, las principales opciones
fueron:
%
de empresas innovadoras
‑ Incrementar
la eficiencia 46,
0%
- Adecuarse a los
requerimientos
del mercado 33,6
%
- Mejorar la calidad de los
productos 33,4
%
- Aumentar la productividad 31,7 %
- Reducir costes 22,5
%
Sobre la forma de llevar a cabo las innovaciones
tecnológicas, esta encuesta ofrece una información novedosa para España al
preguntar por el grado y el momento de la eventual participación de los
afectados por las innovaciones tecnológicas. Sólo para el personal directivo
los niveles de participación se pueden considerar altos (94 de las empresas
innovadoras), siendo muy bajos en el resto de las categorías de trabajadores.
En cuanto a los efectos sobre el
empleo y las cualificaciones, la inmensa mayoría de
las empresas innovadoras no parecen haberse visto afectadas por los cambios tecnológicos: no hay prácticamente, en el 70 por ciento
de los casos ni altas, ni bajas ni reciclaje del personal.
LOS SISTEMAS INFORMÁTICOS DE GESTIÓN EN LAS
PYME DE LA COMUNIDAD VALENCIANA
Una reciente investigación propiciada por el IMPIVA
y debida a Sancho Cuenca (1987), sobre la Evolución y futuro de los
sistemas informáticos de gestión en las PYME”s industriales de la Comunidad
Valenciana, nos permite conocer algunas informaciones básicas sobre una
región que supone el 10 por ciento del PIB en la economía española y un tejido
característico de pequeña empresa (Renau, 1986).
Aunque no toda la información recogida aparezca
sintetizada en el trabajo de referencia, esta investigación se encuadra en un
estudio detallado, minucioso y directo que, además de las encuestas a las
empresas, ha dirigido su demanda de información a las empresas de hardware y
software.
Una primera nota que extraemos del estudio se
relaciona con el establecimiento de un censo de empresas que se refleja en que
«el número de encuestas fallidas (por bajas) ha sido muy alto ‑aproximadamente
el 30 por ciento‑ sobre todo en el estrato bajo de empleo (hasta nueve
empleados), de modo que la representatividad es baja para este segmento de
empresas» (Sancho Cuenca, 1989, p. 138).
La encuesta se llevó a cabo en febrero-marzo de 1987 a 211 empresas, sobre 300 presupuestadas. La distribución sectorial de las empresas encuestadas muestra un sesgo notable hacia las empresas de madera y mueble (el 38, 9 por ciento de la muestra), siguiéndole el metal (con 11,47 por ciento) y la cerámica‑vidrio con 6,6 por ciento, calzado, con 3,8 por ciento; curtidos‑piel, 2, 8 por ciento y confección, 2,4 por ciento. Un gran apartado de varios reúne el 33,2 por ciento de las empresas.
Aun así, de los resultados podemos destacar, con
los autores del estudio, algunos rasgos:
‑ Un alto nivel de presencia del ordenador en las empresas; en las
empresas de más de nueve empleados, el 88 por ciento de las mismas cuentan con
un ordenador.
‑ Un «bajo nivel de la informatización de la gestión ‑sólo
aplicaciones de contabilidad facturación y nóminas.
‑ La característica es una baja inversión en hardware (por debajo de
los dos millones de pesetas) con frecuencia en PCS.
‑ La información es muy reciente:
en más de las tres cuartas partes de los casos se ha llevado a cabo en 1986‑1987.
‑ El 43,5 por ciento de las empresas no dispone de personal
especializado en la gestión informática y el 78,4 por ciento no dispone de un
solo programador.
‑ La gran difusión del ordenador contrasta con la utilización poco
eficiente que hace el empresario de esta «potente herramienta», «por carecer
de la formación precisa para plantear las soluciones técnicas adecuadas a los
problemas de gestión en la empresa».
‑ Preguntados los empresarios sobre «cómo se sensibilizó la empresa
de la necesidad de utilización de la informática», sendos 27 por ciento dicen
haber respondido a la necesidad de mejorar la calidad y por el volumen de
datos a tratar. Un 20,6 por ciento dice haber respondido a las necesidades de
la innovación tecnológica, mientras que un 7, 3 por ciento buscaba la
reducción de los puestos de trabajo.
CONCLUSIONES
Aunque la investigación de la que este artículo
forma parte es una primera exploración de un terreno complejo que suele abordarse
con ópticas demasiado limitadas o parciales, sí parecen destacar algunas
conclusiones evidentes.
Evidencias como la recientísima fecha de la
informatización de las empresas o la aceleración de la difusión en los últimos
dos ó tres años, el uso de la informática en muy diversos sectores y
situaciones de empresas, sin que, por ahora, puedan utilizarse esquemas
simplistas para interpretar la información de la PYME, del tipo atraso‑modernidad,
sectorial o dimensional.
A través de las encuestas analizadas, y de los
estudios de casos que componen la parte central de la investigación de la que
este artículo forma parte, se constata, en efecto, además de una fecha reciente
en el inicio de la informatización ‑lo que impide que haya podido cuajar
aún la experiencia y la maduración necesarias‑, el hecho de que son muy
altos los porcentajes de pequeñísimas empresas informatizadas: tómense los
casos de Valencia o de Cataluña como indicación, con más de dos tercios en un
caso y el 88 por ciento en el último. Y si el porcentaje es menor en Madrid,
observamos en esta región que la informatización no está vinculada al tamaño
menor o mayor de las unidades productivas.
Por otra parte, junto con esta oleada informática
que en más de la mitad de los casos ha llegado en los últimos años detectamos,
como rasgo general, un uso «antiguo»: mucho más en administración que en
producción; mucho más en facturación o contabilidad que en control de procesos.
En lo que concierne a los efectos de la introducción
de la informática sobre la cantidad
de empleo, tanto los análisis de las encuestas que hemos presentado como
los casos que hemos analizado en detalle, reiteran una y otra vez la escasa
influencia, cuando no se afirma la nula repercusión, sobre el volumen global
de empleo de cada empresa.
Dos prevenciones se deben hacer aquí para matizar esas reiteradas afirmaciones: si se continúa considerando la empresa sola, fuera del ámbito del sector, sin tener como enfoque su consideración en relación al proceso completo de producción y su poder de mercado, se hace más difícil entender lo que realmente está sucediendo en el tejido productivo. Habrá pequeñas empresas cuya aportación a la generación de empleo global es más que dudosa, puesto que simplemente se ha exteriorizado de la gran empresa. Otras, en cambio, manteniendo el mismo número de trabajadores, pueden estar interiorizando funciones que antes descentralizaban, puestos de trabajo que desaparecen en otro lugar del sistema productivo.
La segunda prevención que debe hacerse ante esta
aparente permanencia del empleo enlaza con la consideración que acabamos de
hacer. La productividad de las pequeñas empresas puede haber aumentado notablemente,
sea en cantidad o en calidad, sin haber recurrido a nuevas contrataciones.
Es decir, se debe tener presente la producción y
los cambios de producto, junto a la situación de mercado de la empresa, para
evaluar el empleo potencial influido por la estrategia de informatización.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Adamicro: Servicio de diagnosis industrial subvencionado. Diagnosis de 800 diagnosis, Madrid, Adamicro (1986).
Automática e instrumentación: «Empleo de la
informática de gestión en España. Encuesta Tea‑Cegos» ,
in Automática e Instrumentación, diciembre 1985, pp. 67‑68.
Chip‑Tea‑Cegos: II Encuesta Tea‑Cegos
sobre el uso de la microinformática en la empresa ‑española (1986),
Madrid, Tea- Cegos, 1986, 65 p.
Consejo de Relaciones Laborales: Nuevas tecnologías
y empleo en la Comunidad de Madrid, Madrid, CRL, fotocopiado, 1986, 4
volúmenes.
Consejo de Relaciones Laborales: Nuevas tecnologías
en la industria madrileña, Madrid, Comunidad de Madrid, 1987, 121 p.
(EICE): Els usuaris d’ informática a Catalunya,
Barcelona, Centre Divulgador de la Informática (1987), 32 p.
Ikei: Informatización, automatización y
robotización en la industria del País Vasco, San Sebastián, IKEI (Instituto
Vasco de Estudios e Investigación), 1984.
Puig, Ferrón; Sole, Alber: «La automatización de la industria española», in CIM
(Barcelona), n.°. 1, diciembre 1987, pp, 71‑84.
Regulación y Mando Automático: «30.000 millones para
la industria vasca», in Regulación y mando automático, julio 1985, p. 39.
Reanu, Juan José; Menguzzato,
Martina: «La PYME valenciana ante el futuro», in Papeles de Economía Española.
Economía de las Comunidades Autónomas, n.° 4, 1986, pp,
283‑294.
Sancho Cuenca, Carlos: Evolución y futuro de los
sistemas informáticos de gestión en las PYME’ s industriales de la Comunidad
Valenciana, Valencia, IMPIVA, 1987, VII+373 p.
Tekniker: Situación tecnológica y actividad económica del
sector de la mecanización con arranque de viruta en la
C.A. V. (PIME) (1 p fase: Bajo Deba)
(San Sebastián), Tekniker (1986), 88 p.
Notas
(*) Con la colaboración de María Victoria Jiménez. Andrés Alas y Maximiano Sánchez.
Este artículo forma parte de una investigación realizada para la Dirección General V de la Comisión de la CEE sobre .La informatización de las PYME en España y sus efectos sobre el empleo y la organización del trabajo», terminada en septiembre de 1988.
(1) Entrevista con Juan C. Escudero, ADAMICRO, 12
enero 1988.
(2) Estos sectores son: siderurgia y fundición,
energía eléctrica, papel y carbón, química, madera, corcho y muebles, transportes,
material eléctrico, plásticos, tratamiento de metales, electrodomésticos,
agroalimentaria y materiales de construcción. El número de estas empresas se
estima entre 8.000 y 12.000.
(3) Toda la información utilizada aquí proviene del estudio realizado por EICE. Agradecemos al CIDEM y al CDI, ambos en Barcelona, el habernos amablemente facilitado la consulta de esta investigación.
(4) Ese objetivo es de especial interés, puesto que,
entre otras cosas, quiere averiguar «los obstáculos de índole técnica, profesional
y financiera que frenan la efectiva introducción (de estos equipos) y las
políticas, tanto privadas como públicas, que pueden contribuir a impulsarla»
(IKEI, 1984, p, l).
(5) Estos últimos resultados ‑advierten los
autores del informe‑ deben, por la metodología de encuesta realizada,
interpretarse con ciertas cautelas.