Dinamarca: una desregulación estrictamente
controlada
Kim Minke
Al repasar el debate público acerca de los medios de
comunicación de Dinamarca, vuelve a ponerse de manifiesto la posición dominante
de la televisión. El IL debate popular, como el de las elites o los políticos,
gira en torno a la televisión. Durante varios decenios la atención se centró
en la necesidad, conveniencia, etc., de un segundo canal de televisión danesa.
El argumento que finalmente pareció inclinar la balanza a favor del segundo
canal fue el de que la nación necesitaba más televisión danesa para
contrarrestar la influencia de la televisión transnacional y por satélite. La
reacción del público ha sido un aumento de su consumo televisivo de una manera
solamente marginal, pasando de 11 a 13 horas por semana.
Se ha producido un aumento del consumo de programas
de entretenimiento, ya sea de origen extranjero o producidos según los
formatos que se comercializan internacionalmente, como por ejemplo los
programas de la ruleta de la fortuna. Se diría que los horarios de
programación están orientados a la obtención de buenas cifras de audiencia,
incluso en el antiguo canal monopolista y todavía subvencionado al 100 por
ciento. Los programas dedicados a la cultura y a las bellas artes están siendo
relegados a las últimas horas de la noche, y los respetables caballeros que
antes abogaban por la competencia y la libre empresa empiezan a preguntarse si
verdaderamente lo que ellos defendían era ese batiburrillo de concursos,
bingos, besuqueos y tiros.
Pero el nuevo canal necesita el dinero de la
publicidad, y el antiguo canal no quiere quedarse con mucho menos del 50 por
ciento del tiempo de audiencia, debido a que, por lo que se puede deducir, la
obtención de los derechos de licencia, que no deja de ser una decisión
política, podría verse amenazada a largo plazo si el canal llegase a la
situación de canal de minorías, aunque fuera de elite. De nuevo el debate se ha
convertido en gran medida en un debate sobre la alta y la baja cultura, tal y
como ocurrió anteriormente con la música popular, las películas, etc. Los dos
canales daneses han alcanzado el equilibrio de una igualdad de atención de los
espectadores, y después de la primera época de programación competitiva
frontal, ahora evitan la emisión simultánea del mismo tipo de programas. No
obstante, la competencia de los canales vía satélite, y sobre todo del
interescandinavo ScanSat/TV3, impide que los canales vuelvan a modalidades más
paternalistas de programación.
El debate sobre el Mercado Único de la CEE, y los
últimos cambios producidos en Europa Central y del Este han pesado sobre la
parte del debate que se refería a la televisión de producción nacional contra
la influencia de la cultura popular de distribución internacional y sumamente
comercializada. Por lo menos de momento, el nacionalismo cultural y
lingüístico ha dado paso a la apertura a una perspectiva europea común.
Naturalmente, sería perfectamente posible abarcar ambas dimensiones (alta cultura
contra baja cultura y cultura extranjera contra cultura nacional) en una
perspectiva integral, pero, quizá por la influencia de la televisión, parece
que para el debate público basta con una sola dimensión.
ESTRUCTURA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y
REGULACIÓN
La actual legislación sobre retransmisiones
especifica quién tiene permiso de difusión: Radio Dinamarca, TV2, y
sociedades, clubes y otras entidades nacionales siempre que las autoridades
correspondientes les concedan permiso. A continuación, la ley de la difusión
especifica la organización, la financiación y las maneras de dirigir las
empresas. Es de destacar que las únicas empresas comerciales a las que se les
permite ejercer una influencia decisiva en los servicios de difusión local son
los periódicos y los vendedores libres. RD y TVD son instituciones públicas y
autogestionadas, y no hace falta decir que no cuentan con inversores privados.
No está permitido el establecimiento de redes de emisoras locales.
RADIO
Radio Dinamarca (RD) (Corporación de Radiodifusión
Danesa) inició su servicio nacional de radio en 1962, después de una época
anterior de difusión de clubes de radio privados. RD se transformó en una
institución de radiodifusión de monopolio público, y dicho monopolio de las
ondas de radio, y posteriormente de televisión, se prolongó hasta la década de
los 80.
Radio Dinamarca nunca ha estado dirigida por el
Gobierno, pero hasta hace poco su consejo de directores se elegía de manera
que siempre era un reflejo aproximado de la composición y el poder de los diferentes
partidos parlamentarios. La radiodifusión se sufragaba mediante el pago de un
canon por licencia.
En 1951 surgió una segunda emisora de radio, y en
1963, una tercera. Actualmente, el Canal Uno lleva los programas de asuntos
sociales y culturales, y el Canal Dos es el canal de la música clásica, pero
también el de nueve emisoras de radio regionales en manos de RD desde 1975. El
Canal Tres es el canal de música moderna y de boletines informativos horarios.
La radio nacional privada se introdujo después de un
período de prueba que se prolongó desde 1983 hasta 1986. Los derechos de
radiodifusión los conceden los consejos de radiodifusión local, que siempre
han adoptado una actitud vacilante a la hora de excluir solicitantes de
cualquier tipo. La situación no es estable, pero en una detallada
investigación se descubrió que hay 300 emisoras en funcionamiento al servicio
de 5.000.000 de daneses en competencia con el gran hermano que es RD. Algunas
de ellas empezaron como emisoras de aficionados; otras pertenecen a partidos
políticos, sobre todo cristianodemócratas; otras, a grupos cristianos; otras,
al movimiento gay, etcétera. Desde 1988 se permitió la introducción de la
publicidad comercial en la radio nacional, pero hasta el momento la situación
fragmentaria y la ausencia de tasas de audiencia documentadas han retenido a
los posibles anunciantes. De todos modos, ya se están formando cadenas de
emisoras, y se está llevando a cabo un proceso de concentración. Las emisoras
más comerciales y que cuentan con más recursos están tratando de establecer
cifras de audiencia aceptables. Esta situación, casi italiana, puede estar
dando paso, lentamente, a la acción de las fuerzas de mercado.
TELEVISIÓN
El monopolio de RD se hizo extensivo a la televisión
desde que en 1953 se pusieron en funcionamiento las emisoras de prueba. DR‑TV
fue la única cadena de televisión danesa durante más de treinta años, mientras
que la competencia de la televisión transnacional de Suecia y Alemania sólo se
dejaba sentir de una manera marginal. Durante estos treinta años, DR‑TV
transformó su concepto de servicio público en un estilo ligeramente
paternalista de difusión, que, no obstante, se marcó niveles bastante altos.
Cuando la posibilidad de establecer un segundo canal
se acercaba a su realización, se discutió si sería conveniente que lo dirigiera
RTD, como fue el caso de la televisión sueca cuando introdujo un segundo canal
unos años antes. Pero parecía que un amplio sector del espectro político
opinaba que RD se había vuelto un tanto burocrática e incluso extravagante, así
que se decidió constituir un segundo canal, de manera que tuviera que encargar
gran parte de su producción de programas a productoras extranjeras e
independientes. El segundo canal de la televisión nacional se estableció en
1988, financiado en parte por los derechos de licencia, y en parte por los
beneficios de la publicidad. TV2 es independiente de Radio Dinamarca, tiene
sus oficinas generales en Odense y está gobernado por un consejo de dirección
compuesto por ocho personas sin filiaciones políticas directas, aunque cinco de
ellos son nombrados por el Ministerio de Comunicaciones. Radio Dinamarca ha
adoptado recientemente un consejo directivo similar, con el fin de mantener el
nivel competitivo en lo tocante a las capacidades de gestión y toma de
decisión.
TV2 supuso una novedad en el debate público danés
porque tenía anuncios y porque estaba organizado a imagen y semejanza del
británico Channel 4, en cuanto que en sus estatutos se estipula que solamente
producirá programas nuevos propios, mientras que los demás los comprará a
productoras independientes. No obstante, a diferencia del Channel 4, se trata
de un canal de interés general basado en una plataforma legal muy similar a la
de Radio Dinamarca. El director gerente de TV2 hace referencia a las
obligaciones de servicio público de su canal y opina que la única diferencia
de éste con Radio Dinamarca radica en la forma de financiación. Por lo general,
en el debate se ha pasado por alto el hecho de que no se ha producido una desregularización
real y de que el establecimiento de TV2 como entidad autogestionada (después
de que el ministro de Comunicación elija al consejo) no constituye, ni mucho
menos, una privatización, o por lo menos de ningún modo una privatización del
tipo de la TV1 francesa, por poner un ejemplo.
El sistema de TV2 consta de ocho emisoras regionales
que deben empezar a funcionar entre 1987 y 1990. Mientras que a RD todavía no
se le permite introducir publicidad ni en radio ni en televisión, se supone
que los anuncios contribuirán a la administración del sistema regional de TV2.
Hasta el momento, la publicidad de las televisiones regionales no han tenido
éxito, aunque habría que plantearse si ocho regiones televisivas no son una
oferta excesiva de golpe para una población de 5.000.000 de habitantes en una
extensión geográfica limitada. Las empresas regionales han constituido consejos
y comités regionales en los que predominan fuertemente los intereses políticos.
El sistema regional sufre el acoso de varias
cadenas de televisión municipales. La televisión municipal se introdujo en
período de prueba entre 1983 y 1986. Hoy existen alrededor de doce emisoras
municipales, la mayoría de ellas manejadas por una organización‑paraguas
(AEM) establecida por el movimiento sindical. La ley prohíbe la creación de
redes, pero AEM se acerca mucho. Las empresas comerciales, con la excepción de
los periódicos, no pueden establecer emisoras de televisión municipales. En
1989, a las cadenas de televisión municipales se les concedió el derecho de
introducir anuncios en la proporción de un minuto de publicidad por cada diez
minutos de producción propia. Pero con eso apenas se cubrían los costes de
administración de una cadena, ni siquiera vendiendo el tiempo dedicado a la
publicidad, de manera que la televisión municipal está destinada a quedar en
manos de organizaciones ricas, de aficionados o de periódicos que pretendan
utilizar la televisión como medio de mejorar su servicio.
LOS PERIÓDICOS. SU PROPIEDAD Y LA SITUACIÓN
FINANCIERA
El sistema de prensa de cuatro partidos se hallaba
en su apogeo antes de la Primera Guerra Mundial, época en la que treinta ciudades
contaban con periódicos que representaban a tres o cuatro partidos diferentes,
y la cifra había ascendido hasta 143 diarios independientes. Hoy en día quedan
cuarenta y seis supervivientes, y algunos de éstos se encuentran en fase
terminal e incapacitados para sostenerse económicamente a largo plazo. Hace
unos años, el mismo Berlingske estuvo
al borde de la bancarrota, y sólo consiguió salvarse por una inyección de 160
millones de coronas proporcionada por un número desconocido de grandes
empresas, mientras que en el otro extremo del espectro político, Aktuelt (que ahora se llama Det fri Aktualt) ha recibido el doble de
esa cantidad de los sindicatos en una tentativa por igualarlo al Politiken y a Berlingske, aunque de
momento parece ser un esfuerzo inútil. Unos cuantos periódicos de provincias
también están experimentando serias dificultades económicas, y probablemente
no serán capaces de encontrar un patrocinio semejante. El periódico de calidad
de más éxito en Dinamarca, el Jyllands
Posten, se publica en Aarhus, pero se ha convertido en un verdadero
periódico nacional gracias a un atrevido programa de inversiones y a una
gestión inteligente.
Tanto Politiken
como Berlingske son casas
editoriales y también publican los dos periódicos de formato reducido de mayor
circulación de Dinamarca, que son Erska
Bladet y BT
Aparte de Berlinske,
Politiken, Jillands Posten, Det fri Aktuelt, Ekstrabladet y BT, existen
otros diarios nacionales más especializados, con cifras de tirada que oscilan
entre los 10.000 y los 45.000 ejemplares. Así, Borlen, periódico para
empresarios; Information, para los de formación universitaria; IKnsteligt Dagblad (Diario de Cristo), y Land and Folk, el órgano del partido
comunista.
El resto de los diarios son periódicos locales, con
tiradas que van de unos cuantos millares a 75.000. La penetración en los hogares
de los periódicos locales, que hace veinte años era de alrededor del 70 por
ciento, ha descendido hasta el 50 por ciento, mientras que los grandes
periódicos nacionales poco a poco se abren paso en el mercado local.
De los seis grandes periódicos de interés general, Politiken y Ekstrabladet en formato
reducido, así como jyllands‑Posten,
están controlados por consorcios autorregulados; Det fri Aktuelt está controlado por el movimiento sindical, y
Berlingske (junto con él de formato reducido BT), por varias empresas
comerciales danesas que se unieron durante la crisis ocurrida hace unos años.
También los tres grandes, Stiftstidende
de Aarhus, Odense ans Aalborg y varios periódicos provinciales de escasa
envergadura son propiedad de consorcios. Por lo que respecta al resto de los
periódicos, la organización de propiedad típica consiste en sociedades
anónimas constituidas con propiedad diseminada (entre 1.000 y 3.000 accionistas)
y restricciones en los estatutos de la sociedad en cuanto a los derechos de
voto (solamente es válido un voto por accionista, sin importar la cuantía de la
inversión de cada uno, práctica esta que todavía es permitida por las leyes de
sociedades comerciales danesas).
Algunos periódicos se hallan en una fase transitoria
con un consorcio, y van comprando acciones a medida que van saliendo
(normalmente, se supone que por la muerte del accionista). En el caso de los
periódicos municipales, el respaldo municipal es muy fuerte, y cuando un
periódico cierra o es absorbido por otro más fuerte de una ciudad vecina, como
fue recientemente el caso de Slagelse en
Zealand, la comunidad del municipio, y sobre todo los empresarios, suelen
protestar.
Como consecuencia de esta tendencia a la fusión de
propiedades, la formación de cadenas o la compra de periódicos por parte de
otros intereses de capital sólo se producen en caso de hallarse al borde de la
bancarrota. Aunque el relativo aislamiento de negocio de los periódicos de la
intrusión de inversiones ajenas puede contribuir a preservar la integridad de
la formación, los críticos han señalado que la estructura de propiedad puede conllevar
el que no se preste suficiente atención a los cambios comerciales necesarios,
y que la cortedad de miras pueda ser el resultado de una forma de propiedad que
sólo se preocupe de obtener el dinero necesario.
Además de Berlingske
Tidende y BT, la casa Berlingske controla dos periódicos de provincias de
tamaño medio. Una antigua empresa familiar, De Bergske Blade, posee seis
periódicos de provincias, no obstante, la propiedad conjunta no supone una verdadera
cooperación, y por lo que parece, los periódicos apenas se benefician de posibles
medidas de racionalización.
Las leyes danesas de competencia comercial tienen
por objeto reducir las posibles restricciones a la competencia que pueden
derivarse del dominio de una o de unas pocas empresas en un mercado determinado.
El medio para reducir los efectos de una posición dominante es la información:
hacer que el mercado sea transparente a través del comercio y del sondeo de
mercado realizado por alguna agencia de competencia comercial, y posteriormente,
tomar ciertas medidas reguladoras para reducir los beneficios injustos o para
eliminar las prácticas comerciales injustas o restrictivas. Las leyes de la
competencia no capacitan a la agencia para disolver consorcios ni para
realizar ese tipo de acciones tan drásticas.
Dentro de un marco europeo comparativo, se advierte
que en Dinamarca no existe ningún seguro real legal contra los monopolios de
prensa que pueda aliviar al negocio de las actuales dificultades económicas a
largo plazo. Los monopolios municipales sobre las noticias municipales impresas
han sido un hecho desde hace ya mucho, y una situación en la que existan
solamente uno o dos periódicos nacionales de calidad de interés general entra
en los límites de lo concebible.
La mayoría de los editores de periódicos daneses
están en contra de la posibilidad de que el Estado conceda subvenciones a la
prensa escrita, pero siempre se han quejado de la pérdida de los ingresos por
la admisión de publicidad en TV2, y no han dejado de mencionar que en otros
países en los que se ha introducido la televisión comercial, la prensa escrita
ha recibido como compensación de subsidios estatales durante un período de
transición. Los editores de periódicos también han insinuado sutilmente la
cuestión ideológica de que TV2 es, en efecto, un monopolio dirigido por el
Estado de publicidad televisiva y que en realidad están compitiendo con el Estado
danés para obtener ingresos de la publicidad. Quieren presionar a los
políticos para que no vuelvan a levantar los límites de las condiciones
publicitarias de TV2, actualmente restringidas a tres interrupciones
publicitarias en la programación nocturna. El tiempo demostrará si también
están preparando un cambio de actitud con respecto al subsidio estatal.
CONCLUSIONES: EL ASPECTO DE LA DESREGULACIÓN
El Gobierno y el Parlamento daneses han creado una
impresión de desregulación en el campo de la radiodifusión al permitir más
canales, pero al mismo tiempo han regulado los canales permitidos. Como consecuencia,
la legislación danesa de radiodifusión ocupa cuatro veces más espacio en los
libros de leyes de lo que ocupaba hace diez años.
Un segundo factor que contribuye a la impresión de
desregulación es la retirada de los políticos de los asientos de los consejos
directivos de las organizaciones difusoras. En su lugar, ahora el ministro y el
Parlamento nombran a personas que carezcan de representatitivad política o
que estén en posesión de conocimientos especializados, experiencia como consejeros
o similar. Esta sustitución del mandato político por el conocimiento
especializado es una tendencia que puede encontrarse también en otros campos.
Por tanto, la aparente desregulación debería
describirse mejor en los siguientes términos:
Primero: un aumento en el número de canales daneses
de radio y televisión nacionales, regionales y municipales.
Segundo: una comercialización estrictamente
regulada. Existe un monopolio creado por el Estado sobre la publicidad nacional
y regional.
Tercero: se permiten algunas formas de iniciativa
privada, pero solamente en la difusión municipal, y existen restricciones sobre
ella, tales como la prohibición de crear redes y los límites establecidos sobre
la proporción y el tiempo que pueden ocupar los anuncios. También se necesita
el permiso de licencia de difusión de una autoridad.
Cuarto: el sistema de televisión regional en la
mayor parte de los países se considera también sistema local cuando su
servicio llega aproximadamente a una media de 500.000 personas por emisora. En
Dinamarca, en cambio, no corresponde a ninguna noción administrativa,
comercial o popular de regionalismo, y el sistema de televisión regional debe
considerarse como un aparato 100 por ciento político. Probablemente subsistirá
gracias a la inercia del dinero invertido, del prestigio, de los puestos de
trabajo, etc. Los fondos tendrán que ser canalizados hacia ella desde la
parte nacional del sistema TV2, puesto que los espacios comerciales de la
televisión regional son prácticamente inexistentes. El sistema de televisión
regional se está convirtiendo en parte integral de la vida sociopolítica municipal/regional,
y a su alrededor se están desarrollando una cultura política y una cierta
división del poder. Esto también contribuirá a sus posibilidades de
supervivencia. No obstante, las emisiones diarias de noticias son seguidas por
menos del 10 por ciento del público.
Quinto: la televisión municipal danesa es un compromiso
entre los políticos que se sienten obligados a decir que están a su favor y
los políticos que se callan porque están en contra pero no se atreven a
decirlo. Con las restricciones que se le imponen, esto es, ligar el número de
anuncios publicitarios a la cantidad de programas de producción propia, su
viabilidad económica es casi imposible. Más aún, las zonas locales cubiertas
suelen ser demasiado pequeñas como base para una emisora de televisión, con la
excepción de la zona de Copenhague. La construcción de la televisión regional
enfriará en un futuro próximo el entusiasmo político por la televisión
municipal. La combinación de restricciones económicas y de autorización
municipal tenderá a impulsar experimentos, con el fin de encontrar las zonas
geográficas óptimas que puedan cubrir.
Sexto: la radio municipal probablemente seguirá
desarrollándose debido a la elasticidad económica de la producción de radio.
Aunque la creación de redes está prohibida y los concesionarios deben ser
personas del municipio, parece posible que surja alguna forma efectiva de
propiedad de cadenas. En la prensa ya se ha hablado del inicio de este
fenómeno. Hasta ahora la radio municipal ha sido el área disidente de la vida
de los medios de comunicación daneses, puesto que han existido demasiadas
emisoras emitiendo demasiadas horas al día como para poder controlar de manera
eficaz si cumplían las normas, y, por ejemplo, la prohibición de emisión de
programas patrocinados se ha violado descaradamente. Mas aún, la voluntad
política que se esconde tras la ambición de regular los medios parece
ablandarse notablemente cuando se trata de controlar las radios municipales.
Séptimo: La comercialización regulada de la difusión
ha supuesto una programación más popular y menos paternalista, tanto en la
radio como en la televisión, a diferencia de lo que ocurría hace diez años,
cuando Radio Dinamarca tenía el monopolio de ambas. Las reverberaciones de la
repentina absorción a gran escala del dinero de la publicidad por parte de los
medios de difusión se está dejando sentir en la prensa escrita, y sobre todo en
los periódicos. Hasta ahora no han dejado de pedir subvenciones del Estado,
pero creen firmemente en la necesidad del control estatal para contener los
ingresos publicitarios.
De este modo, hasta la prensa libre se ha visto
mezclada en el tira y afloja de las negociaciones para la reestructuración de
la estructura de los medios de comunicación daneses.