Revista Candidus Año 2 - No.14 - Marzo/ Abril 2001

Zenair Brito de Ramirez

EDUCACION PEDAGOGICA O EDUCACION ANDRAGOGICA

Reflexiones  para un cambio en la Educación de adultos

La Educación de Adultos es un conjunto de actividades que tienen por objeto capacitar a los individuos después del período escolar para que se adapten a la sociedad en la cual se hallan insertos.

            Aunque tímidamente, cada vez aparecen más grupos que educan adultos a fin de que éstos adquieran conciencia crítica de su sociedad y luego la modifiquen dichos grupos son todavía minoritarios en la mayoría de los países del mundo. Por esto, en el terreno de los hechos, prevalece la primera de las funciones señaladas.

            Los diversos esfuerzos realizados en el campo de la Educación de Adultos se pueden clasificar así: el primero subraya el papel de las universidades, la mayor parte de las cuales cuentan con Departamentos, Cátedras o Institutos de Educación de Adultos. Generalmente, se dispensa una “cultura general” que complementa y enriquece los saberes de cada uno. En menos grado, también se imparten cursos con la finalidad de incorporar, a quienes trabajan en los estudios no básicos.

            El esquema latinoamericano sigue el modelo francés; en este país se siguen dos caminos distintos: las Casas de Cultura, donde los adultos interesados amplían conocimientos y perfilan sensibilidades, valiéndose de bibliotecas, museos, teatros, exposiciones de arte, conferencias, etc., que tienen lugar en dichas casas. El segundo de los caminos se esfuerza por atender a las clases sociales menos elitistas. Se trata de grupos de diversas ideologías, algunos de los cuales se reúnen en torno a una revista y que animan cursos de estudio y reflexión.

            Refiriéndonos a Venezuela, se observa la alfabetización en las escuelas nocturnas, bachillerato por parasistema, estudios técnicos dictados por Empresas filiales al INCE, estudios para mayores de 25 años que desean ingresar a la universidad con estudios realizados y que han abandonado el ciclo escolar.

            Aparte de estas enseñanzas, tenemos otros sectores atendidos por la educación de adultos; así el perfeccionamiento profesional, que no ha de entenderse como promoción dentro del ejercicio de la propia profesión, sino como replanteamiento de los objetivos de la profesión misma.

            Otro sector atendido es el de la actualización de conocimientos: se imparten enseñanzas a sujetos cuyos conocimientos han quedado desfasados con el actual ritmo evolutivo de saberes y técnicas. Son múltiples los cursos y talleres que se proponen resolver esta necesidad. Pero el que más se destaca viene constituido por la promoción socio-profesional: cursos, seminarios, simposios, talleres, cursos de postgrado para obtener el ascenso dentro de la misma profesión. Valgan, como ejemplos, los estudios que permiten pasar de categoría académica a los docentes que realizan cursos de Especialización, Maestría o Doctorado en su carrera profesional, muy particularmente los docentes que ejercen funciones en Educación Media, Superior y Universitaria.

            Por todo lo que venimos describiendo, pensamos que la educación de los adultos maduros debe estar con su vida, con sus metas, y sobre todo, que tenga un sentido para los diversos elementos de nuestra sociedad. El adulto profesional o el que posee un oficio debe reciclarse permanentemente, y es por ello que necesita un reaprendizaje, revisar sus conocimientos científicos y tecnológicos, los cuales avanzan y progresan a una velocidad sumamente acelerada. Por ello, la formación y capacitación de los adultos se hace cada vez más necesaria e imprescindible.

            Hasta hace unos años, la educación tanto escolar como universitaria, había sido netamente libresca e intelectual, de la cual observamos como resultante un grave desequilibrio en el desarrollo de las personas. Por mi condición de profesora de Psicología no es que sea contraria al intelectualismo, porque considero a la inteligencia humana como la base esencial y primordial en todas sus formas racionales de la evolución del ser humano; pero este hombre no sólo está hecho de inteligencia, tiene además una capacidad afectiva, un sentido estético, una necesidad de intercambio con la naturaleza, todo lo cual va mucho más allá de la inteligencia como facultad científica o de manipulación de conceptos.

            La educación de las personas adultas debe ser una educación integral, holística, una educación total que les permita autorrealizarse y sentirse útiles a la sociedad a la cual pertenecen. Por ello, los sistemas educativos según los cuales la educación se encamina sólo a los jóvenes y la adapta a la mentalidad de éstos, son sistemas que condenan al adulto que no ha tenido la suerte o la posibilidad de escolarizarse o de profesionalizarse, a un analfabetismo permanente, ya que por ejemplo, los libros, los métodos pedagógicos, están orientados en función de la Psicología de niños y jóvenes y no en una metodología andragógica propia de las necesidades del aprendizaje de los adultos.

            Por ello, la facilitación del aprendizaje de los adultos debe estar estrechamente relacionada con éste y no con el universo escolar del niño o del adolescente. La solución debe consistir en elaborar, estructurar y dar una orientación andragógica al proceso educativo. Entonces, si hablamos de educación de adultos, también es bueno plantearnos el problema de quiénes o cuáles son o serán los facilitadores de adultos. Si se concibe al profesor o maestro de adultos sobre el mismo modelo tradicional pedagógico de niños y jóvenes, la respuesta creemos sea muy sencilla: no sólo no tendremos facilitadores de adultos, sino que nunca los tendremos. Pero el facilitador del aprendizaje adulto, no puede continuar concibiéndose de esta manera ¿por qué?.

            En el modelo pedagógico, es el sujeto (llámese alumno) un ente pasivo que se esfuerza en aprender memorísticamente los conocimientos que le deposita el profesor. En la educación del adulto el papel protagónico del proceso orientación-aprendizaje: es el aprendiz adulto o participante. Es éste el que la recibe, el que se beneficia de ella, es usted, soy yo. Creo que lo que se aprende mejor, es lo que uno aprende por sí solo; lo que mejor se asimila es lo que adquirimos por nosotros mismos. Y la educación de adultos fomenta la capacidad de educarse a sí mismo. De tal manera que, en la perspectiva de la educación de adultos, ocurre lo contrario que en la educación básica o en el ciclo diversificado, en cuyos niveles educativos es el maestro o el profesor quien sabe o dice lo que debe hacer el alumno o cómo lo debe hacer. En la educación de adultos, el interés se traslada del facilitador al participante. Claro que en ella existe la presencia del educador, pero ¿quién es éste? Un animador, un estimulador que facilita el proceso interno del aprendiz adulto. Es emular a Sócrates, quien enseñaba a sus alumnos a la manera andragógica, no era que propiamente enseñaba, no le decía me vas a escuchar o me vas a entender, le hacía simplemente preguntas y el esclavo, que nada sabía descubría por sí mismo la respuesta. Así en la educación de adultos, el facilitador es un animador del proceso orientador - aprendizaje del participante.

Factores que Podrían Transformar el
Hecho Educativo

La Evolución Histórica

            Las formas educativas han sido siempre cambiantes, pero en la actualidad, el cambio es constante durante el breve tiempo de una vida individual; esto invalida seriamente los objetivos, los contenidos y los métodos que eran los ejes principales de la educación. Por ello, el educador ya no puede constituirse solamente en proporcionar los conocimientos que valgan para una vida entera; se hace preciso que pensemos en un nuevo modelo educativo. La nueva concepción tendrá que ser de utilidad para todas las edades y para todos los niveles del sistema educativo. Hay que hacer comprender a los educadores que no importa tanto estar al día en los contenidos de conocimientos como adquirir una agilidad particular en la asimilación e interpretación de los datos, siempre cambiantes que el mundo nos envía a cada momento. Las actitudes interiores de los educandos resultan más importantes que los mismos saberes con que aquellos ocupan su memoria. Por esto, no es de extrañarnos que se pongan en tela de juicio las funciones de la acción educadora y que ésta se vea obligada a buscar nuevos caminos.

Los Adelantos Científicos y Tecnológicos

            A medida que transcurre el tiempo, observamos cómo los conocimientos se desarrollan cada día con mayor rapidez y, una vez adquiridos, van perdiendo rápidamente su vigencia. La manera como se ha venido respondiendo a este hecho ha consistido en aumentar el volumen de conocimientos que se imparten en las instituciones educativas y prolongar los cursos de escolaridad.

            No parece que éste sea un camino que pueda alargarse indefinidamente, con lo cual esta situación quedará pronto bloqueada, por lo menos, tal como se viene realizando.

La Cantidad y Facilidad de Información

            Los medios de comunicación social, sea la prensa, la radio, la televisión, adquieren una extensión y un poder sorprendente. Salvo en las zonas más pobres del mundo, difícilmente existen personas que escapen del peso de esta información y de este mercado de ideas. Los acontecimientos pueden conocerse o incluso contemplarse en el mismo instante en que suceden gracias al adelanto cibernético de la INTERNET. Esto era imposible hace varios años. Comienza con la globalización y la virtualización un modelo de civilización planetaria, no en el sentido del uniformismo, sino en el de inevitables vinculaciones positivas y negativas.

            La actual educación del milenio que apenas comienza tiene que tener presente este dato tanto para sacar provecho de ello, como para prevenir los peligros que pueda encerrar, entre éstos, la despersonalización, la masificación. Será indispensable enseñar a comprender, a interpretar y a utilizar los distintos lenguajes -hablados, escritos y visuales- de los cuales se vale la información.     

La Explosión Demográfica

Este es un factor que abre la puerta hacia concepciones educacionales radicalmente nuevas. El crecimiento demográfico se advierte sensiblemente: no sólo mueren menos niños, sino que, además, se ha prolongado la vida de los hombres, pues existen países donde, por término medio, ésta alcanza ya los ochenta años, aumentando las necesidades de educación para las personas de la tercera edad.

            Si a la superior cantidad de individuos añadimos una temprana jubilación y el aumento del tiempo libre, nos daremos cuenta de que resulta inservible la vieja idea de educación. Pero además, sucede algo más importante; se desarrolla notablemente la conciencia de que todos los hombres tienen derecho al saber y a la educación. Las estructuras tradicionales de la educación: Básica, Diversificada, Secundaria, Profesional, Superior o Universitaria, están quedando desfasadas por ineficientes e insuficientes. La educación entendida por muchos como enseñanza, deberá extenderse mucho más allá de los recintos escolares, pues habrá que asegurar la distribución de conocimientos según las siempre nuevas necesidades, así como también habrá que modificar la función de la tarea educadora, convirtiéndola en un proceso unitario y continuo.

            Los cambios que se operen a nivel de infraestructura -modos y relaciones de producción- tienen sus repercusiones en el plano político, debido a las múltiples elecciones, a los cambios políticos y económicos, a la inseguridad social de los gremios, a las políticas salariales, al deterioro de la calidad educativa, etc., originan un desasosiego constante de la colectividad del país, y por ende, fuertes repercusiones en el orden educativo. Al fin y al cabo, la educación, máximamente la institucionalizada -la escuela- sólo funciona focalizada por el poder político. Por ello se hace imprescindible despolitizar las instituciones educativas, aún cuando sabemos que históricamente su apoliticidad es falsa o a medias. Toda sociedad sometida a cambios políticos, no es de extrañarnos que en sus formas educativas resulte inadecuada porque funcionan para la estabilidad. Con la función que se le atribuirá a la educación, el proceso educativo no puede ya hacerse cargo de las nuevas realidades de la esfera política. Es preciso que la educación se convierta en otra cosa. La duda que experimentamos ante tantos cambios se debe a que creemos que la vida humana exige un nuevo modelo educativo que invite a la búsqueda de valores en vez de recitar y pregonar soluciones pretéritas.

            Un nuevo modelo educativo debe preocuparse por la responsabilidad personal, sin la cual resultaría inviable la convivencia. La educación habrá de enfrentarse a las necesidades que surjan: que el tiempo libre sirva para la realización personal y no para la desintegración. Entre otras cosas, será la educación de los adultos la encargada de dar las pautas, cuando las necesidades educacionales ensayadas tradicionalmente en esta modalidad educativa, resulta ya, a todas luces, insuficiente y hasta inadecuada.

            En realidad, la actual educación de adultos solidifica la desigualdad social, pues salvo algunas minorías, son insertados en trabajos productivos, se les da acceso a las carreras universitarias, se les permite la profesionalización, etc. Desde luego, la formación y capacitación de los adultos ha venido respondiendo poco a poco a sus exigencias educacionales, pero se trata más de un medio, a través del cual las susodichas exigencias socioeducacionales se están abriendo caminos hacia ideas nuevas de educación, que dé una solución válida por sí misma.

            Los objetivos que se han de proponer en la nueva concepción educativa brotan, inevitablemente, de las necesidades de la población adulta. No existen objetivos absolutos, aunque algunos puedan parecernos tales en un momento dado. Esta advertencia fundamental pide mucha modestia y no poco coraje. Asimismo, requiere imaginación, creatividad, espíritu de equipo y facilidad para la reflexión.

            La constante revisión de los objetivos educacionales implica, por ejemplo, la revisión automática de los planes de estudio en función de los resultados obtenidos. La investigación educativa debe ubicarse en el centro de la educación de adultos. Las computadoras e INTERNET no podrán quedar al margen del trabajo de análisis de las conclusiones que elabore la investigación.

            La educación de adultos en manera alguna consistirá, pues, en la prolongación de los años de escolaridad; son otros los objetivos que se propone: intenta alcanzar una nueva noción del quehacer educativo que rompa con la tradicional forma de entenderlo. La educación de los adultos se propondrá modificar la sociedad, y consecuentemente, la cultura a través de la cual se manifiesta aquella. Uno de los objetivos centrales consistirá en abarcar a los ciudadanos adultos no escolarizados, a los que no han podido culminar su escolaridad, a los que deseen profesionalizarse y a todos aquellos que tengan el ánimo de alcanzar su máxima realización.

Además, la educación de adultos no podrá ponerse en práctica sin cambios sociales muy sustanciosos, pues sin ellos no es posible un desarrollo cultural justo de todos los ciudadanos adultos: enseñanza básica, secundaria, superior o universitaria, según las justas pretensiones de cada uno.

            Educación de Adultos y acción política creemos deben ser inseparables, porque de alguna manera, la primera justifica humanísticamente concretas acciones políticas de envergadura.

            Los objetivos de la educación de adultos, repetimos, no pueden reducirse al campo recortado de la escolarización (ALFABETIZACIÓN), va mucho más allá, no en programas y métodos de enseñanza; es mucho más ambiciosa tanto en el ámbito abarcado como en lo referente a la profundidad a que se apunta. Para ella, la existencia completa de los aprendices adultos es objeto de preocupación. Por ello, no resultan ajenos a la educación de adultos: la familia, el mundo laboral, el ámbito de lo político estricto, la esfera del arte, los deportes, los medios de comunicación social, las diversiones, la pareja humana o cuanto se refiere a la faena educadora, todo lo relacionado con las instituciones educativas, etc.

            La Educación de Adultos se propone ayudar al hombre y a la mujer adultos en su realización personal, llevándoles a desembocar en una sociedad seriamente democrática cuya aventura aún siendo muy seria puede y debe ayudar positivamente a la educación venezolana, aspirando además que el proceso educativo se convierta en una forma creadora de espíritu crítico, de emancipación y de pluralismo, ya que esto supone ir más allá de las actuales sociedad subdesarrolladas como la nuestra.

 Educación de Adultos y Sistema Escolar

            En la Educación de Adultos no se rechaza el sistema escolar, simplemente lo que se pretende es transformar su estrategia. Tal solución significa la alternancia entre estudio y actividades laborales; lo que no hace en modo alguno es suprimir el sistema escolar. Se exige una transformación de la metodología de enseñanza, de estrategias de aprendizaje, de evaluación. En este panorama, la educación implica cambios muy profundos de las instituciones educativas que forman y capacitan a este tipo de población, pero considera que el hecho o proceso orientación - aprendizaje, puede facilitar -no operar- dichas transformaciones.

            Existen motivos para que la educación de los adultos desee cambiar el actual sistema escolar. El adulto, es en gran parte, el resultado de sus años escolares. Si durante este tiempo de su vida recibió una educación que le desvió el camino que conduce al estudio y al esfuerzo que hace progresar la riqueza personal, difícilmente puede pensarse en una educación continuada para el resto de su vida.

            La nueva concepción en torno al hombre adulto se debe traducir en algo que llame su atención, algo que rompa con la actual práctica de un largo período ininterrumpido de escolaridad pre-profesional, a tiempo completo, seguido de otro espacio de tiempo, también interrumpido de profesionalización. Dieciocho años, por ejemplo, de estudios ininterrumpidos no parece que pueden constituir un elemento positivo, por el grave hecho de permanecer los jóvenes durante este tiempo en un aislamiento social. En cambio, el trabajo productivo sumado al estudio, bien sea simultáneamente o de forma alterna, está más acorde con una concepción del hombre que defiende su desarrollo gracias al trabajo humanizado, Pero, que difícil resulta programar una reforma radical del sistema escolar que se conforme a una concepción estructuralmente democrática del ser humano. Sin embargo, vamos a ser optimistas, nuestro amor por la ciencia andragógica nos permite esbozar algunas líneas principales:

            El obstáculo a salvar es cómo llevarlas a la práctica?. Aparte de los actos políticos que habría que desencadenar, está el urgente trabajo del cambio de mentalidades de los educadores, de los estudiantes y hasta de los representantes, así como la transformación de tantos intereses profesionales que constituyen en gran parte el juego de la sociedad venezolana.

            Al escribir esto, nos inspiramos en todos aquellos cambios que señalan, aunque sea tímidamente, la nueva dirección. Pensamos concretamente en ciertas experiencias de la educación de adultos. No es el sistema educativo el que debe inspirar dichas experiencias, sino muy al contrario, estas últimas las que pueden echar luz sobre el primero.

            En la mentalidad de la mayoría, aún de los señores planificadores del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, cuando se piensa en reformas educativas sólo encontramos la preocupación por transformar programas de asignaturas o Planes de Estudio, es decir, no se ve más allá de una simple preocupación instructora, abandonándose de esta manera el enfoque realmente educativo.

Cualquier sistema educativo resultaría ilógico e infructuoso si no se hace en función del hombre, sin tratar el para qué último de un determinado fin; lo que sucede es que, con frecuencia, la idea del hombre real -no la confesada- que existe por debajo de los planes de estudio, de los programas, de las selecciones, etc. no puede mostrarse por los notables cambios de mentalidad que las últimas generaciones han conocido.

            La Educación de Adultos coloca en sitial de honor de la reforma educativa la transformación de los objetivos últimos, es decir un cambio si se quiere antropológico. En este aspecto tocamos la esfera de los valores, los cuales no se demuestran, hallándonos en un terreno en el que sólo la libertad significativa del ser humano posee la última palabra. Por todo esto, no es fácil que la educación de adultos trace con todo detalle una nueva antropología enclavada en una férrea concepción del mundo. Sólo debe dar algunas ideas acerca del hombre, suficientes para sostener teleológicamente su particular concepción educativa, pero eliminando las innecesarias para esta labor, las cuales pertenecen a las posturas personales de los autores que sustentan dichas posiciones.

            La Educación de Adultos debe defender al aprendiz adulto como una totalidad: afecto, comunicabilidad, creencias, experiencias, conocimientos, habilidades, destrezas, cultura, creatividad, etc. como un ser en proceso incesante; que es disponibilidad y no egoísmo, que es libertad y no automatismo; que es social y no individualista; que es cooperador y no competidor. Es el adulto visto por la antropología filosófica como un ser en temporalidad, siempre abierto a la mudanza.

            Dejando a un lado el espíritu filosófico que nos embarga y en el cual hemos centrado el concepto del hombre adulto, nos vamos a referir a continuación al otro extremo de la realidad escolar.

            La actual acumulación de los programas escolares -desde la educación básica hasta la universitaria- se debe a la idea de separar el período de aprendizaje -tiempo escolar- y la época profesional -el resto de la vida-. Esta separación entiende únicamente al hombre como un ente al servicio de la producción (lo ergológico), de la que se aprovechan sólo unos pocos de forma sustanciosa.

            Si la vida entera es escuela y trabajo, si es educación, pierde automáticamente sentido la inflación progresiva de los programas escolares. Además, no sólo padecemos saturación de contenidos de conocimientos; resulta que, con la idea de que los estudiantes aprendan todo cuanto va a necesitar para el resto de sus vidas, se le proponen contenidos completamente inadecuados o desfasados de su desarrollo psicológico.

            El aprender a aprender no es posible como no vaya acompañado del aprender a evaluar (autoevaluación), a aprender a evaluar al grupo (coevaluación) y también a la evaluación unidireccional del facilitador.

            La Evaluación de Adultos señala la necesidad de sustituir las “clases”, tal como se les concibe en la actualidad como grupos homogéneos de edad, por “unidades de estudio” en las que cada participante se integrará según sus posibilidades personales. Asimismo, el facilitador debe prescindir del objetivo muchas veces inconsciente, de formar a los aprendices adultos a su imagen y el de convertirlos solamente en hombres y mujeres cultos.

Las transformaciones del sistema escolar que aquí hemos asomado, parecen exigidas por la nueva concepción de la educación de los adultos; algunas se tratan de llevar a la práctica en la actualidad en centros universitarios y sobre todo en Cursos de Postgrado. No sabemos si tienen un futuro cierto. Se trata de una audacia que es para mí, como facilitadora andragoga un tanto que considero al mismo tiempo histórico y teórico.

Educación de Adultos en la Sociedad Actual

            Podemos hablar de unanimidad en la convicción de que el sistema educativo venezolano atraviesa actualmente una aguda crisis. En todas las reuniones, jornadas, congresos, simposium, etc. tanto nacionales como internacionales, que se ocupan de las políticas de enseñanza acusan indefectiblemente la sensación de crisis generalizada que padecen los especialistas en tales cuestiones.

            Podría objetarse que las críticas hechas al sistema escolar resultan injustas desde el momento en que se radicalizan, defendiendo que la educación aunque confiese sus fracasos, ha resultado positiva tanto cultural como social y económicamente. Asimismo, podría añadirse a esto que ensañarse con nuestras instituciones educativas es castigar al inocente, pues la culpa, en todo caso, hay que buscarla en la sociedad.

            Sea lo que fuere, lo indiscutible es que la conciencia de crisis de nuestras instituciones escolares está ahí, constituyendo un dato. Difícilmente Félix Adam hubiese defendido tanto a la Andragogía como ciencia de la Educación de Adultos, si previamente no se hubiese producido la crisis educativa en este nivel.

            De alguna manera, la Educación de Adultos está desempeñando un papel muy importante, y más aún es la tabla de salvación dentro del naufragio educativo, sobre todo cuando respondemos a interrogantes como éstas:

            ¿Para quién? ¿por parte de quién?, ¿con qué finalidad?, ¿sobre quién?, ¿en qué medio socio - político? y ¿de qué manera?

            Es casi seguro que la Educación de Adultos tal como se concibe en la actualidad y no como una mera alfabetización se imponga progresivamente en nuestras instituciones educativas universitarias, ya que de ser así, servirá para que los más instruidos puedan serlo todavía más, obteniendo más éxitos dentro de una colectividad competitiva. Siguiendo este camino, probablemente se llegará a una sociedad con adultos cada vez más capacitados.

            Por los momentos, este tipo de educación debe desempeñar un papel encantador que fuerce al medio social y económico y sobre todo al cónclave político a crear los medios y las fuerzas posibles en el que pueda tomar vuelo la educación de adultos.

            Tal educación, como la hemos venido descubriendo, puede apreciarse no como una modalidad más dentro del sistema educativo, sino un modelo andragógico hecho para y solo para los adultos y aquí reside su novedad.

            Hablar de Educación de Adultos es considerar cuestiones políticas, sociales y culturales, pues se trata, ni más ni menos de educar a la población venezolana menos numerosa en una sociedad en vías de transformación, y la cual exige cambiar al ser humano, su psicología y sus relaciones sociales.

            Cambiar al hombre es adaptar al ser humano a los cambios técnicos y laborales y en las que cada cual disfrute de mayor libertad. Se requiere un modelo de sociedad en el que la cultura no sea propiedad privada de unos, ni tampoco verbalismo, sino participación vital, con la cual se satisfagan las necesidades de autonomía, amistad y dicha.

            La imagen actual de la Educación de Adultos se resume en que un ser humano se pone en manos de otro con la finalidad de desarrollarse. La presencia del maestro facilitador le da la guía o la pauta para que logre sus metas de aprendizaje y permanezca insertado como servidor útil a una sociedad a la cual pertenece.

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