Revista
Candidus Año 2 - No.14 - Marzo/ Abril 2001
Zenair Brito de
Ramirez
EDUCACION PEDAGOGICA O EDUCACION ANDRAGOGICA
Reflexiones para un cambio en la
Educación de adultos
La
Educación de Adultos es un conjunto de actividades que tienen por objeto capacitar
a los individuos después del período escolar para que se adapten a la sociedad
en la cual se hallan insertos.
Aunque tímidamente, cada vez aparecen más grupos que educan adultos a fin de
que éstos adquieran conciencia crítica de su sociedad y luego la modifiquen
dichos grupos son todavía minoritarios en la mayoría de los países del mundo.
Por esto, en el terreno de los hechos, prevalece la primera de las funciones
señaladas.
Los diversos esfuerzos realizados en el campo de la Educación de Adultos se
pueden clasificar así: el primero subraya el papel de las universidades, la
mayor parte de las cuales cuentan con Departamentos, Cátedras o Institutos de
Educación de Adultos. Generalmente, se dispensa una “cultura general” que complementa
y enriquece los saberes de cada uno. En menos grado, también se imparten cursos
con la finalidad de incorporar, a quienes trabajan en los estudios no básicos.
El esquema latinoamericano sigue el modelo francés; en este país se siguen dos caminos
distintos: las Casas de Cultura, donde los adultos interesados amplían
conocimientos y perfilan sensibilidades, valiéndose de bibliotecas, museos,
teatros, exposiciones de arte, conferencias, etc., que tienen lugar en dichas
casas. El segundo de los caminos se esfuerza por atender a las clases sociales
menos elitistas. Se trata de grupos de diversas ideologías, algunos de los
cuales se reúnen en torno a una revista y que animan cursos de estudio y
reflexión.
Refiriéndonos a Venezuela, se observa la alfabetización en las escuelas
nocturnas, bachillerato por parasistema, estudios técnicos dictados por
Empresas filiales al INCE, estudios para mayores de 25 años que desean ingresar
a la universidad con estudios realizados y que han abandonado el ciclo escolar.
Aparte de estas enseñanzas, tenemos otros sectores atendidos por la educación
de adultos; así el perfeccionamiento profesional, que no ha de entenderse como
promoción dentro del ejercicio de la propia profesión, sino como replanteamiento
de los objetivos de la profesión misma.
Otro sector atendido es el de la actualización de conocimientos: se imparten
enseñanzas a sujetos cuyos conocimientos han quedado desfasados con el actual
ritmo evolutivo de saberes y técnicas. Son múltiples los cursos y talleres que
se proponen resolver esta necesidad. Pero el que más se destaca viene
constituido por la promoción socio-profesional: cursos, seminarios, simposios,
talleres, cursos de postgrado para obtener el ascenso dentro de la misma
profesión. Valgan, como ejemplos, los estudios que permiten pasar de categoría
académica a los docentes que realizan cursos de Especialización, Maestría o
Doctorado en su carrera profesional, muy particularmente los docentes que
ejercen funciones en Educación Media, Superior y Universitaria.
Por todo lo que venimos describiendo, pensamos que la educación de los adultos
maduros debe estar con su vida, con sus metas, y sobre todo, que tenga un
sentido para los diversos elementos de nuestra sociedad. El adulto profesional
o el que posee un oficio debe reciclarse permanentemente, y es por ello que
necesita un reaprendizaje, revisar sus conocimientos científicos y
tecnológicos, los cuales avanzan y progresan a una velocidad sumamente
acelerada. Por ello, la formación y capacitación de los adultos se hace cada
vez más necesaria e imprescindible.
Hasta hace unos años, la educación tanto escolar como universitaria, había sido
netamente libresca e intelectual, de la cual observamos como resultante un
grave desequilibrio en el desarrollo de las personas. Por mi condición de
profesora de Psicología no es que sea contraria al intelectualismo, porque
considero a la inteligencia humana como la base esencial y primordial en todas
sus formas racionales de la evolución del ser humano; pero este hombre no sólo
está hecho de inteligencia, tiene además una capacidad afectiva, un sentido
estético, una necesidad de intercambio con la naturaleza, todo lo cual va mucho
más allá de la inteligencia como facultad científica o de manipulación de
conceptos.
La educación de las personas adultas debe ser una educación integral,
holística, una educación total que les permita autorrealizarse y sentirse
útiles a la sociedad a la cual pertenecen. Por ello, los sistemas educativos
según los cuales la educación se encamina sólo a los jóvenes y la adapta a la
mentalidad de éstos, son sistemas que condenan al adulto que no ha tenido la
suerte o la posibilidad de escolarizarse o de profesionalizarse, a un
analfabetismo permanente, ya que por ejemplo, los libros, los métodos
pedagógicos, están orientados en función de la Psicología de niños y jóvenes y
no en una metodología andragógica propia de las necesidades del aprendizaje de
los adultos.
Por ello, la facilitación del aprendizaje de los adultos debe estar
estrechamente relacionada con éste y no con el universo escolar del niño o del
adolescente. La solución debe consistir en elaborar, estructurar y dar una
orientación andragógica al proceso educativo. Entonces, si hablamos de
educación de adultos, también es bueno plantearnos el problema de quiénes o
cuáles son o serán los facilitadores de adultos. Si se concibe al profesor o
maestro de adultos sobre el mismo modelo tradicional pedagógico de niños y
jóvenes, la respuesta creemos sea muy sencilla: no sólo no tendremos
facilitadores de adultos, sino que nunca los tendremos. Pero el facilitador del
aprendizaje adulto, no puede continuar concibiéndose de esta manera ¿por qué?.
En el modelo pedagógico, es el sujeto (llámese alumno) un ente pasivo que se
esfuerza en aprender memorísticamente los conocimientos que le deposita el
profesor. En la educación del adulto el papel protagónico del proceso
orientación-aprendizaje: es el aprendiz adulto o participante. Es éste el que
la recibe, el que se beneficia de ella, es usted, soy yo. Creo que lo que se
aprende mejor, es lo que uno aprende por sí solo; lo que mejor se asimila es lo
que adquirimos por nosotros mismos. Y la educación de adultos fomenta la
capacidad de educarse a sí mismo. De tal manera que, en la perspectiva de la
educación de adultos, ocurre lo contrario que en la educación básica o en el
ciclo diversificado, en cuyos niveles educativos es el maestro o el profesor quien
sabe o dice lo que debe hacer el alumno o cómo lo debe hacer. En la educación
de adultos, el interés se traslada del facilitador al participante. Claro que
en ella existe la presencia del educador, pero ¿quién es éste? Un animador, un
estimulador que facilita el proceso interno del aprendiz adulto. Es emular a
Sócrates, quien enseñaba a sus alumnos a la manera andragógica, no era que
propiamente enseñaba, no le decía me vas a escuchar o me vas a entender, le
hacía simplemente preguntas y el esclavo, que nada sabía descubría por sí mismo
la respuesta. Así en la educación de adultos, el facilitador es un animador del
proceso orientador - aprendizaje del participante.
Factores que Podrían Transformar el
Hecho Educativo
La Evolución Histórica
Las formas educativas han sido siempre cambiantes, pero en la actualidad, el
cambio es constante durante el breve tiempo de una vida individual; esto
invalida seriamente los objetivos, los contenidos y los métodos que eran los
ejes principales de la educación. Por ello, el educador ya no puede
constituirse solamente en proporcionar los conocimientos que valgan para una
vida entera; se hace preciso que pensemos en un nuevo modelo educativo. La
nueva concepción tendrá que ser de utilidad para todas las edades y para todos
los niveles del sistema educativo. Hay que hacer comprender a los educadores
que no importa tanto estar al día en los contenidos de conocimientos como
adquirir una agilidad particular en la asimilación e interpretación de los
datos, siempre cambiantes que el mundo nos envía a cada momento. Las actitudes
interiores de los educandos resultan más importantes que los mismos saberes con
que aquellos ocupan su memoria. Por esto, no es de extrañarnos que se pongan en
tela de juicio las funciones de la acción educadora y que ésta se vea obligada
a buscar nuevos caminos.
Los Adelantos Científicos y
Tecnológicos
A medida que transcurre el tiempo, observamos cómo los conocimientos se
desarrollan cada día con mayor rapidez y, una vez adquiridos, van perdiendo
rápidamente su vigencia. La manera como se ha venido respondiendo a este hecho
ha consistido en aumentar el volumen de conocimientos que se imparten en las
instituciones educativas y prolongar los cursos de escolaridad.
No parece que éste sea un camino que pueda alargarse indefinidamente, con lo
cual esta situación quedará pronto bloqueada, por lo menos, tal como se viene
realizando.
La
Cantidad y Facilidad de Información
Los medios de comunicación social, sea la prensa, la radio, la televisión,
adquieren una extensión y un poder sorprendente. Salvo en las zonas más pobres
del mundo, difícilmente existen personas que escapen del peso de esta
información y de este mercado de ideas. Los acontecimientos pueden conocerse o
incluso contemplarse en el mismo instante en que suceden gracias al adelanto
cibernético de la INTERNET. Esto era imposible hace varios años. Comienza con
la globalización y la virtualización un modelo de civilización planetaria, no
en el sentido del uniformismo, sino en el de inevitables vinculaciones
positivas y negativas.
La actual educación del milenio que apenas comienza tiene que tener presente
este dato tanto para sacar provecho de ello, como para prevenir los peligros
que pueda encerrar, entre éstos, la despersonalización, la masificación. Será
indispensable enseñar a comprender, a interpretar y a utilizar los distintos
lenguajes -hablados, escritos y visuales- de los cuales se vale la información.
La Explosión Demográfica
Este es un factor que abre la puerta
hacia concepciones educacionales radicalmente nuevas. El crecimiento
demográfico se advierte sensiblemente: no sólo mueren menos niños, sino que,
además, se ha prolongado la vida de los hombres, pues existen países donde, por
término medio, ésta alcanza ya los ochenta años, aumentando las necesidades de
educación para las personas de la tercera edad.
Si a la superior cantidad de individuos añadimos una temprana jubilación y el
aumento del tiempo libre, nos daremos cuenta de que resulta inservible la vieja
idea de educación. Pero además, sucede algo más importante; se desarrolla
notablemente la conciencia de que todos los hombres tienen derecho al saber y a
la educación. Las estructuras tradicionales de la educación: Básica,
Diversificada, Secundaria, Profesional, Superior o Universitaria, están
quedando desfasadas por ineficientes e insuficientes. La educación entendida
por muchos como enseñanza, deberá extenderse mucho más allá de los recintos
escolares, pues habrá que asegurar la distribución de conocimientos según las
siempre nuevas necesidades, así como también habrá que modificar la función de
la tarea educadora, convirtiéndola en un proceso unitario y continuo.
Los cambios que se operen a nivel de infraestructura -modos y relaciones de
producción- tienen sus repercusiones en el plano político, debido a las
múltiples elecciones, a los cambios políticos y económicos, a la inseguridad
social de los gremios, a las políticas salariales, al deterioro de la calidad
educativa, etc., originan un desasosiego constante de la colectividad del país,
y por ende, fuertes repercusiones en el orden educativo. Al fin y al cabo, la
educación, máximamente la institucionalizada -la escuela- sólo funciona
focalizada por el poder político. Por ello se hace imprescindible despolitizar
las instituciones educativas, aún cuando sabemos que históricamente su
apoliticidad es falsa o a medias. Toda sociedad sometida a cambios políticos,
no es de extrañarnos que en sus formas educativas resulte inadecuada porque
funcionan para la estabilidad. Con la función que se le atribuirá a la
educación, el proceso educativo no puede ya hacerse cargo de las nuevas
realidades de la esfera política. Es preciso que la educación se convierta en
otra cosa. La duda que experimentamos ante tantos cambios se debe a que creemos
que la vida humana exige un nuevo modelo educativo que invite a la búsqueda de
valores en vez de recitar y pregonar soluciones pretéritas.
Un nuevo modelo educativo debe preocuparse por la responsabilidad personal, sin
la cual resultaría inviable la convivencia. La educación habrá de enfrentarse a
las necesidades que surjan: que el tiempo libre sirva para la realización
personal y no para la desintegración. Entre otras cosas, será la educación de
los adultos la encargada de dar las pautas, cuando las necesidades
educacionales ensayadas tradicionalmente en esta modalidad educativa, resulta
ya, a todas luces, insuficiente y hasta inadecuada.
En realidad, la actual educación de adultos solidifica la desigualdad social,
pues salvo algunas minorías, son insertados en trabajos productivos, se les da
acceso a las carreras universitarias, se les permite la profesionalización,
etc. Desde luego, la formación y capacitación de los adultos ha venido
respondiendo poco a poco a sus exigencias educacionales, pero se trata más de
un medio, a través del cual las susodichas exigencias socioeducacionales se
están abriendo caminos hacia ideas nuevas de educación, que dé una solución válida
por sí misma.
Los objetivos que se han de proponer en la nueva concepción educativa brotan,
inevitablemente, de las necesidades de la población adulta. No existen
objetivos absolutos, aunque algunos puedan parecernos tales en un momento dado.
Esta advertencia fundamental pide mucha modestia y no poco coraje. Asimismo,
requiere imaginación, creatividad, espíritu de equipo y facilidad para la
reflexión.
La constante revisión de los objetivos educacionales implica, por ejemplo, la revisión
automática de los planes de estudio en función de los resultados obtenidos. La
investigación educativa debe ubicarse en el centro de la educación de adultos.
Las computadoras e INTERNET no podrán quedar al margen del trabajo de análisis
de las conclusiones que elabore la investigación.
La educación de adultos en manera alguna consistirá, pues, en la prolongación
de los años de escolaridad; son otros los objetivos que se propone: intenta
alcanzar una nueva noción del quehacer educativo que rompa con la tradicional
forma de entenderlo. La educación de los adultos se propondrá modificar la
sociedad, y consecuentemente, la cultura a través de la cual se manifiesta
aquella. Uno de los objetivos centrales consistirá en abarcar a los ciudadanos
adultos no escolarizados, a los que no han podido culminar su escolaridad, a
los que deseen profesionalizarse y a todos aquellos que tengan el ánimo de
alcanzar su máxima realización.
Además, la educación de adultos no
podrá ponerse en práctica sin cambios sociales muy sustanciosos, pues sin ellos
no es posible un desarrollo cultural justo de todos los ciudadanos adultos:
enseñanza básica, secundaria, superior o universitaria, según las justas
pretensiones de cada uno.
Educación de Adultos y acción política creemos deben ser inseparables, porque
de alguna manera, la primera justifica humanísticamente concretas acciones
políticas de envergadura.
Los objetivos de la educación de adultos, repetimos, no pueden reducirse al
campo recortado de la escolarización (ALFABETIZACIÓN), va mucho más allá, no en
programas y métodos de enseñanza; es mucho más ambiciosa tanto en el ámbito
abarcado como en lo referente a la profundidad a que se apunta. Para ella, la
existencia completa de los aprendices adultos es objeto de preocupación. Por
ello, no resultan ajenos a la educación de adultos: la familia, el mundo
laboral, el ámbito de lo político estricto, la esfera del arte, los deportes,
los medios de comunicación social, las diversiones, la pareja humana o cuanto
se refiere a la faena educadora, todo lo relacionado con las instituciones
educativas, etc.
La Educación de Adultos se propone ayudar al hombre y a la mujer adultos en su
realización personal, llevándoles a desembocar en una sociedad seriamente
democrática cuya aventura aún siendo muy seria puede y debe ayudar
positivamente a la educación venezolana, aspirando además que el proceso
educativo se convierta en una forma creadora de espíritu crítico, de
emancipación y de pluralismo, ya que esto supone ir más allá de las actuales
sociedad subdesarrolladas como la nuestra.
Educación de Adultos y Sistema Escolar
En la Educación de Adultos no se rechaza el sistema escolar, simplemente lo que
se pretende es transformar su estrategia. Tal solución significa la alternancia
entre estudio y actividades laborales; lo que no hace en modo alguno es
suprimir el sistema escolar. Se exige una transformación de la metodología de
enseñanza, de estrategias de aprendizaje, de evaluación. En este panorama, la
educación implica cambios muy profundos de las instituciones educativas que
forman y capacitan a este tipo de población, pero considera que el hecho o
proceso orientación - aprendizaje, puede facilitar -no operar- dichas
transformaciones.
Existen motivos para que la educación de los adultos desee cambiar el actual
sistema escolar. El adulto, es en gran parte, el resultado de sus años
escolares. Si durante este tiempo de su vida recibió una educación que le
desvió el camino que conduce al estudio y al esfuerzo que hace progresar la
riqueza personal, difícilmente puede pensarse en una educación continuada para
el resto de su vida.
La nueva concepción en torno al hombre adulto se debe traducir en algo que
llame su atención, algo que rompa con la actual práctica de un largo período
ininterrumpido de escolaridad pre-profesional, a tiempo completo, seguido de
otro espacio de tiempo, también interrumpido de profesionalización. Dieciocho
años, por ejemplo, de estudios ininterrumpidos no parece que pueden constituir
un elemento positivo, por el grave hecho de permanecer los jóvenes durante este
tiempo en un aislamiento social. En cambio, el trabajo productivo sumado al
estudio, bien sea simultáneamente o de forma alterna, está más acorde con una
concepción del hombre que defiende su desarrollo gracias al trabajo humanizado,
Pero, que difícil resulta programar una reforma radical del sistema escolar que
se conforme a una concepción estructuralmente democrática del ser humano. Sin
embargo, vamos a ser optimistas, nuestro amor por la ciencia andragógica nos
permite esbozar algunas líneas principales:
El obstáculo a salvar es cómo llevarlas a la práctica?. Aparte de los actos
políticos que habría que desencadenar, está el urgente trabajo del cambio de
mentalidades de los educadores, de los estudiantes y hasta de los
representantes, así como la transformación de tantos intereses profesionales
que constituyen en gran parte el juego de la sociedad venezolana.
Al escribir esto, nos inspiramos en todos aquellos cambios que señalan, aunque
sea tímidamente, la nueva dirección. Pensamos concretamente en ciertas
experiencias de la educación de adultos. No es el sistema educativo el que debe
inspirar dichas experiencias, sino muy al contrario, estas últimas las que
pueden echar luz sobre el primero.
En la mentalidad de la mayoría, aún de los señores planificadores del
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, cuando se piensa en reformas
educativas sólo encontramos la preocupación por transformar programas de
asignaturas o Planes de Estudio, es decir, no se ve más allá de una simple
preocupación instructora, abandonándose de esta manera el enfoque realmente
educativo.
Cualquier sistema educativo resultaría
ilógico e infructuoso si no se hace en función del hombre, sin tratar el para
qué último de un determinado fin; lo que sucede es que, con frecuencia, la idea
del hombre real -no la confesada- que existe por debajo de los planes de
estudio, de los programas, de las selecciones, etc. no puede mostrarse por los
notables cambios de mentalidad que las últimas generaciones han conocido.
La Educación de Adultos coloca en sitial de honor de la reforma educativa la
transformación de los objetivos últimos, es decir un cambio si se quiere
antropológico. En este aspecto tocamos la esfera de los valores, los cuales no
se demuestran, hallándonos en un terreno en el que sólo la libertad
significativa del ser humano posee la última palabra. Por todo esto, no es fácil
que la educación de adultos trace con todo detalle una nueva antropología
enclavada en una férrea concepción del mundo. Sólo debe dar algunas ideas
acerca del hombre, suficientes para sostener teleológicamente su particular
concepción educativa, pero eliminando las innecesarias para esta labor, las
cuales pertenecen a las posturas personales de los autores que sustentan dichas
posiciones.
La Educación de Adultos debe defender al aprendiz adulto como una totalidad:
afecto, comunicabilidad, creencias, experiencias, conocimientos, habilidades,
destrezas, cultura, creatividad, etc. como un ser en proceso incesante; que es
disponibilidad y no egoísmo, que es libertad y no automatismo; que es social y
no individualista; que es cooperador y no competidor. Es el adulto visto por la
antropología filosófica como un ser en temporalidad, siempre abierto a la
mudanza.
Dejando a un lado el espíritu filosófico que nos embarga y en el cual hemos
centrado el concepto del hombre adulto, nos vamos a referir a continuación al
otro extremo de la realidad escolar.
La actual acumulación de los programas escolares -desde la educación básica
hasta la universitaria- se debe a la idea de separar el período de aprendizaje
-tiempo escolar- y la época profesional -el resto de la vida-. Esta separación
entiende únicamente al hombre como un ente al servicio de la producción (lo
ergológico), de la que se aprovechan sólo unos pocos de forma sustanciosa.
Si la vida entera es escuela y trabajo, si es educación, pierde automáticamente
sentido la inflación progresiva de los programas escolares. Además, no sólo
padecemos saturación de contenidos de conocimientos; resulta que, con la idea
de que los estudiantes aprendan todo cuanto va a necesitar para el resto de sus
vidas, se le proponen contenidos completamente inadecuados o desfasados de su
desarrollo psicológico.
El aprender a aprender no es posible como no vaya acompañado del aprender a
evaluar (autoevaluación), a aprender a evaluar al grupo (coevaluación) y
también a la evaluación unidireccional del facilitador.
La Evaluación de Adultos señala la necesidad de sustituir las “clases”, tal
como se les concibe en la actualidad como grupos homogéneos de edad, por
“unidades de estudio” en las que cada participante se integrará según sus
posibilidades personales. Asimismo, el facilitador debe prescindir del objetivo
muchas veces inconsciente, de formar a los aprendices adultos a su imagen y el
de convertirlos solamente en hombres y mujeres cultos.
Las transformaciones del sistema
escolar que aquí hemos asomado, parecen exigidas por la nueva concepción de la
educación de los adultos; algunas se tratan de llevar a la práctica en la
actualidad en centros universitarios y sobre todo en Cursos de Postgrado. No
sabemos si tienen un futuro cierto. Se trata de una audacia que es para mí,
como facilitadora andragoga un tanto que considero al mismo tiempo histórico y
teórico.
Educación de Adultos en la Sociedad
Actual
Podemos hablar de unanimidad en la convicción de que el sistema educativo
venezolano atraviesa actualmente una aguda crisis. En todas las reuniones,
jornadas, congresos, simposium, etc. tanto nacionales como internacionales, que
se ocupan de las políticas de enseñanza acusan indefectiblemente la sensación
de crisis generalizada que padecen los especialistas en tales cuestiones.
Podría objetarse que las críticas hechas al sistema escolar resultan injustas
desde el momento en que se radicalizan, defendiendo que la educación aunque
confiese sus fracasos, ha resultado positiva tanto cultural como social y
económicamente. Asimismo, podría añadirse a esto que ensañarse con nuestras
instituciones educativas es castigar al inocente, pues la culpa, en todo caso,
hay que buscarla en la sociedad.
Sea lo que fuere, lo indiscutible es que la conciencia de crisis de nuestras
instituciones escolares está ahí, constituyendo un dato. Difícilmente Félix
Adam hubiese defendido tanto a la Andragogía como ciencia de la Educación de
Adultos, si previamente no se hubiese producido la crisis educativa en este
nivel.
De alguna manera, la Educación de Adultos está desempeñando un papel muy
importante, y más aún es la tabla de salvación dentro del naufragio educativo,
sobre todo cuando respondemos a interrogantes como éstas:
¿Para quién? ¿por parte de quién?, ¿con qué finalidad?, ¿sobre quién?, ¿en qué
medio socio - político? y ¿de qué manera?
Es casi seguro que la Educación de Adultos tal como se concibe en la actualidad
y no como una mera alfabetización se imponga progresivamente en nuestras
instituciones educativas universitarias, ya que de ser así, servirá para que
los más instruidos puedan serlo todavía más, obteniendo más éxitos dentro de
una colectividad competitiva. Siguiendo este camino, probablemente se llegará a
una sociedad con adultos cada vez más capacitados.
Por los momentos, este tipo de educación debe desempeñar un papel encantador
que fuerce al medio social y económico y sobre todo al cónclave político a
crear los medios y las fuerzas posibles en el que pueda tomar vuelo la
educación de adultos.
Tal educación, como la hemos venido descubriendo, puede apreciarse no como una
modalidad más dentro del sistema educativo, sino un modelo andragógico hecho
para y solo para los adultos y aquí reside su novedad.
Hablar de Educación de Adultos es considerar cuestiones políticas, sociales y
culturales, pues se trata, ni más ni menos de educar a la población venezolana
menos numerosa en una sociedad en vías de transformación, y la cual exige
cambiar al ser humano, su psicología y sus relaciones sociales.
Cambiar al hombre es adaptar al ser humano a los cambios técnicos y laborales y
en las que cada cual disfrute de mayor libertad. Se requiere un modelo de
sociedad en el que la cultura no sea propiedad privada de unos, ni tampoco
verbalismo, sino participación vital, con la cual se satisfagan las necesidades
de autonomía, amistad y dicha.
La imagen actual de la Educación de Adultos se resume en que un ser humano se
pone en manos de otro con la finalidad de desarrollarse. La presencia del
maestro facilitador le da la guía o la pauta para que logre sus metas de aprendizaje
y permanezca insertado como servidor útil a una sociedad a la cual pertenece.
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