INTERNET: DE LA PANGEA ELECTRÓNICA HASTA EL ONANISMO DIGITAL
María Dolores Guzmán Franco y Ramón Ignacio Correa García
Universidad de Huelva
Los autores de este artículo se
cuestionan las interrogantes que Internet plantea a la sociedad actual y a la sociedad
futura. Las luces y las sombras de esta tecnología de la información y de la
comunicación originan un dilema de difícil solución: de un fabuloso instrumento
igualitario y democrático puede pasar a ser una forma más de control social
cuando se convierta en una de las estrategias preferidas de los grupos
poderosos.
The authors of this article are questioned the queries that Internet
outlines to the current society and the future society. The lights and the
shades of this technology of the information and communication originate a
dilemma of difficult solution: of a fabulous equitable and democratic
instrument it can become an other social control way when it becomes one of the
favorite strategies of the powerful groups.
DESCRIPTORES: Internet, Nuevas Tecnologías,
Reflexión.
Hoy se calcula en más de 100
millones los usuarios de Internet, pero en la próxima década serán más de 1.000
millones (si utilizamos cifras estadísticas hablando de Internet estaremos
seguros de contribuir al síndrome de la «babelografía»), ya que esas cifras
quedarán obsoletas en el mismo momento de salir de la imprenta e incluso en el
momento de ser escritas).
En nuestro caso, en España en 1998
existen alrededor de 1,3 millones de personas conectadas a la Red que está registrando
uno de los ritmos de crecimiento más elevados de Europa en el número de
usuarios de Internet con una variación de hasta un 180% a pesar de que la
tarifa única que se aplica en nuestro país sigue siendo cara en comparación con
otras aplicadas en Europa Occidental y en los países nórdicos. Estas cifras
contrastan con un estudio de la Fundación BBV («Cultura, Tecnológica y
Tecnologías de la Información»), donde se describe que casi la mitad de los
españoles, un 43,4% mayores de 14 años no sabe usar ordenadores ni tienen
intenciones de aprender su manejo. El perfil mayoritario del usuario es
masculino, juvenil, activo educativa o laboralmente, con buen nivel formativo,
clase social media-alta y residente en grandes ciudades (Fuente: http://www.el-mundo.es/navegante).
De Internet a Internet 2.
El ritmo de crecimiento está
siendo vertiginoso. Es más, aún Internet no está plenamente consolidada en las
estructuras sociales cuando se está ya hablando de Internet 2, una Red mil
veces más rápida que la actual. Para que nos hagamos una ligera idea bastará
este símil: todo el contenido de los 30 volúmenes de la Enciclopedia Británica
tardarían 27 horas para ser transmitidos a través de un módem. Con la fibra óptica
de Internet 2 haría falta...¡1 segundo!
Se trata, en principio, de un
proyecto de autopista de la información reservada al tráfico informativo entre
Universidades que se adhieran a esta idea: permitirá tomar clases desdes campus
lejanos, leer libros almacenados en otras instituciones, llevar a cabo
investigaciones entre laboratorios distantes y crear, en fin, una
«ciberuniversidad planetaria» o, si se prefiere, una universidad global que
abrirá sus puertas, inevitablemente, a otras instituciones (Pisani, F., 1998 en
«Internet 2» en http://www.elpais.es/p/d/temas/pisani/4pisan16.htm).
Internet, fuente de recursos para
la información.
La fuente de documentación que
podemos encontrar en la Red parece casi ilimitada (en el sentido de su
crecimiento y magnitud de datos). En el caso de temas educativos podemos
indagar y acceder a bases de datos o información privilegiada que, de no ser
por este sistema, nunca podríamos llegar a disponer de ella (aquí se hace
patente una de las visiones del sociólogo canadiense especialista en medios de
información, Marshall McLuhan, cuando concibió los mass-media como
extensiones de nuestros órganos sensoriales). Sin embargo, no únicamente
podemos acceder a fuentes documentales, sino que también la Red se ha
convertido en un foro de opinión a escala planetaria sin ningún tipo de censura
previa o cortapisa legal, una especie de Hyde Park Corner cibernético.
Una nueva tecnología que crece a
ritmo arrollador: cuestiones planteadas.
Ahora bien, esta Amazonía
electrónica con dimensiones cancerígenas en cuanto a su crecimiento desordenado
hacen afirmar a J. L. Cebrián que las especiales características de la Red
vierten sobre ella la sospecha de una contribución al caos (Cebrián, 1998) y
que la desaparición de jerarquías aparentes y la autonomía de su desarrollo
hace que muchas decisiones recaigan en los propios usuarios.
Los cimientos de la civilización
occidental están siendo zarandeados por esa aplicación tecnológica como en su
día lo hiciera la imprenta o la televisión, que lograron alterar
sustancialmente las costumbres y comportamientos de la gente. Sin embargo, por
ser un fenómeno en plena evolución como apuntábamos, tenemos más preguntas que
respuestas sobre el nuevo orden social, cultural y económico que implantará la
Red:
- ¿Quién controlará la Red? ¿A qué intereses servirá? ¿Quién
velará por los intereses de los «no conectados»?
- ¿Cómo afectará al mundo del trabajo y a las relaciones
económicas? ¿Se cumplirán los vaticinios integrados del teletrabajo? ¿Se
crearán empresas virtuales con negocios virtuales?
-¿Existirá algún tipo de filtro censor y liberticida en la
información vertida en la Red o asistiremos a la libertad, a posturas
libertarias o al libertinaje más desenfrenado?
- ¿Destruirá la Red nuestra intimidad personal y nuestras
relaciones familiares convirtiéndonos en seres autistas o será un factor y
fuente de socialización, respeto y tolerancia?
- ¿Cambiará Internet la forma de aprender de las personas?
¿Qué papel le será reservado a las instituciones educativas tradicionales y los
docentes?
- ¿Supondrá Internet una transformación que facilitará la
circulación de las ideas liberando nuevas energías intelectuales o supondrá,
por el contrario, la estandarización de las próximas generaciones en su
trivialidad intelectual y la manipulación por parte de nuevos poderes no
sujetos a control democrático?
Internet invierte el modelo
clásico de los medios.
Lo que si parece ya evidente es
que el modelo de comunicación difiere del modelo tradicional de los grandes
medios de masas. Amadou Mahtar M´Bow en la primera clase magistral de la
Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla en 1.989
(«Información y comunicación en el mundo contemporáneo»), expresó en ese
momento parte de lo que queremos resaltar: «...no escapa a nadie que la esencia
de los media consiste en establecer una relación orientada, llamada a veces
‘vertical’, del emisor al receptor. Así, todos los medios de comunicación, sean
cuales fueren -prensa, radiodifusión, televisión, cine- pueden ejercer
cierta influencia sobre sus lectores, oyentes, espectadores...» (Mahtar
M´Bow, 1989, 23).
La idea de «transmisión vertical»
de la información desde los medios hasta los/las receptores/as posee una
importancia crucial que determina la naturaleza y funciones de los medios.
Por las características del flujo
de información y el uso que se hace de ella, aquí sí hay posibilidad de retorno
en los mensajes. La Red es un medio horizontal donde todos los usuarios tienen
una posición jerárquica bastante parecida y su uso implica una postura activa
en la búsqueda de la información, en contraposición a la pasividad televisiva.
De hecho, Internet aglutina las
dos acepciones referidas a los medios: información para las masas (mass-media)
e información para el usuario (self-media). Podemos acceder a través de
nuestro navegador a una página electrónica de una gran empresa comercial o
tener el privilegio de la asistencia virtual a un concierto de música como lo
pueden estar haciendo cientos de miles de personas conectadas a la Red desde
los lugares más diversos del planeta. Sin embargo, también puedo utilizar la
Red para sostener un diálogo con otra persona o un grupo o para enviar un
correo electrónico. De los dos extremos (mass-media y self-media),
el segundo parece ser el prioritario en la Red. Internet es una tecnología que
está dirigida al individuo en solitario y no al grupo, como lo han estado en la
última década el teléfono móvil, el ordenador personal, el walkman o la
TV a la carta,... Las audiencias, fragmentadas hasta el mismo límite de la
atomización, no hacen sino confirmar aún más las tendencias actuales en un
mundo regido por el neoliberalismo donde se entroniza al individuo como el
sujeto activo de las Nuevas Tecnologías.
Considera Cebrián la necesidad de
abogar por unos acuerdos internacionales sobre cuestiones básicas como el
control y la responsabilidad de los contenidos o los derechos de autor
(Cebrián, 1998). En un mundo global la tendencia es la de crear corporaciones
globales, pero no se debe permitir que se confunda globalización con
americanización, en sentido estricto, y occidentalización, en sentido más
amplio. El poder económico de las grandes empresas surgidas de las fusiones por
intereses financieros recíprocos será cada vez mayor y, en consecuencia,
igualmente cada vez más, unos pocos decidirán por otros muchos. Esperemos que
Internet no llegue a ser una provincia más -ésta virtual- del Imperio.
Modelo horizontal que cuestiona
las estructuras jerárquicas.
Las estructuras sociales suelen
estar organizadas jerárquicamente y estructuradas de forma que los grupos
dirigentes, en la cúspide, dirigen a los que ocupan las zonas intermedia y baja
de una supuesta pirámide. Por su especial configuración, Internet, en cambio,
es una sociedad plana, donde aparentemente no hay jerarquías y donde las
posibilidades casi ilimitadas de conexión provocan la sensación de igualdad
social y hasta una especie de fraternidad virtual, donde el síndrome de pulsar
un botón para obtener una respuesta, deposita una confianza ciega en esa
respuesta.
Sin embargo, convendría matizar el
optimismo porque eso nos asienta en la realidad con garantías. Es cierto que
las Nuevas Tecnologías o las autopistas de la información nos permiten
recuperar parcelas de poder y arrebatárselo a las grandes instituciones.
También es no menos cierto que la Red nos permite superar las limitaciones
geográficas y espaciales de nuestro propio cuerpo para crear nuevos vínculos
sociales. En Internet, por otra parte, desaparecen los inevitables
intermediarios de las operaciones comerciales y financieras. Tenemos, en fin,
una gran variedad de información a nuestra elección y en el momento que la
queramos. Pero no todo son parabienes en la Sociedad Digital: los cambios que
estamos llamados a vivir implican contrapartidas negativas tanto para los
individuos como para el conjunto de los grupos humanos.
«Seducidos por la percepción de
libertad sin trabas en nuestras vidas conectadas, seremos incapaces de ver las
formas en que las grandes instituciones mantienen su influencia y restringen
nuestra capacidad de elección. Nos dedicaremos ingenuamente en hacer clic en
nuestros universos on line, en la creencia de que nuestro destino nos
pertenece, cuando, en realidad, las ofertas puestas a nuestra disposición se
basarán fundamentalmente en criterios de rentabilidad...» (Shapiro, A., 1998: «Es
democrática la Red» en http://www.el
pais.es/p/d/temas/wm/pag18.htm).
Todos los riesgos potenciales de
Internet son consecuencias de sus propias características: interactividad,
universalidad, flexibilidad,... Para Shapiro, el nuevo control del individuo
sobre la información podría ser la característica más prometedora de nuestro
mundo mediático y, la más decepcionante, el aspecto más antidemocrático de la
vida on line, porque la Red no posee un carácter intrínsecamente
democratizador y su impacto social y político va a depender del uso que hagamos
de ella.
¿Cómo debemos usar la Red?.
Sugerencias para navegantes.
Sin la intención de ser dogmáticos
ni difundir unas normas estables como si de un recetario de cocina se tratara,
consideremos algunos aspectos que creemos que se deben tener en cuenta a la
hora de hacer uso de la Red:
En primer lugar, habría que buscar
el justo equilibrio entre el mesianismo tecnológico y las hogueras
apocalípticas. Internet no va a traer la salvación al mundo, pero tampoco el
fin de la raza humana; no debemos buscarle un lugar en el Olimpo ni ponerla en
manos de Torquemada como si se tratase de una bruja; Internet no tiene alas de
ángel, pero tampoco patas de cabra,...
En segundo lugar, la libertad de
expresión y la democracia en general, pueden encontrar un buen aliado en la
Red. Pero eso implica que cada uno de nosotros tiene el deber de conservar la
esfera pública dedicada a la interacción ciudadana, sin caer víctimas de las
ilusiones del ciberespacio no dejarnos seducir por la manzana de Eva en versión
digital: el control individual. Pensar que desde un clic del ratón
podemos «gobernar» la información a nuestro antojo o establecer una
comunicación con una persona en la otra parte del globo terráqueo y que esos
dos ejemplos son la panacea y la luz del mundo, no deja de ser un peligroso
espejismo.
Y tercero, en consecuencia con lo
anterior, tenemos que mantener un compromiso para que las Nuevas Tecnologías
permitan la diversidad y la interdependencia, en lugar de la exclusividad y la
segmentación. También para mejorar las comunidades geográficas y no para
hacerlas desaparecer en oníricos universos on line; y por último, ese
compromiso alcanza al deseo de utilizar el recurso de la tecnología para actuar
en la realidad social y no para huir de sus problemas.
Algunos no tardaremos en descubrir
que la invasión de la tecnología en nuestras vidas provocará un cortocircuito
en nuestra capacidad para devolver la intimidad a los ciudadanos. Aún más, las
nuevas circunstancias provocarán un declive del Estado porque las fronteras
físicas perderán su sentido y el comercio electrónico se convertirá en el poder
más influyente (Schawartau, W., 1998: «El futuro no es como lo pintan» en
http://www.el pais.es/p/d/temas/wm/pag20.htm).
La mayor amenaza con la que nos
enfrentamos hoy en Internet no es la violación de la confidencialidad o la
alteración intencionada de datos a través de las acciones de los piratas
informáticos, sino la negación de los servicios esenciales, es decir, aquellos
que consideramos básicos y prioritarios en la Red actualmente y aquellos que
nos pueda hacer llegar hasta nuestros hogares en un futuro muy cercano. Las
oficinas bancarias, por ejemplo, están explotando la faceta del comercio
electrónico al por menor, sin embargo, cuanto más dependemos de las
infraestructuras electrónicas más aumenta nuestra vulnerabilidad en un mundo
con una estructura ya global e informatizada.
«Hackers» al acecho.
A pesar de que la Red es un
espacio virtual donde se pueden cometer actos delictivos, también es una
herramienta propicia para cierto tipo de actuaciones que hacen más verdadera la
afirmación que hacíamos algunos párrafos atrás (cuanto más dependemos de los
sistemas electrónicos más aumenta nuestra vulnerabilidad).
En Marzo de 1998, la Fiscalía de
Málaga investigó un caso de delito de falsedad en documento público: un
estudiante entró en el sistema de la Escuela de Informática y modificó su
expediente académico logrando figurar como aprobado en nueve asignaturas que no
había superado. Se supone que el citado estudiante conocía las claves de acceso
y aprovechando las vacaciones de Semana Santa, con las oficinas de la
Universidad cerradas, manipuló las calificaciones en beneficio propio.
Este tipo de conductas delictivas
puede ser relativamente frecuentes en Internet. A veces, podemos encender
nuestro ordenador, conectarnos a la Red, acceder al grupo de discusión (news)
es.comp.hackers y encontrarnos con mensajes como éste: «Se puede
descodificar la señal de Canal + y verlo en el ordenador con una tarjeta
sintonizadora de TV?».
Actuaciones semejantes las llevan
a cabo los hackers, expertos en informática y comunicaciones que acceden
a sistemas ajenos por pura diversión o por reto intelectual. No se definen como
piratas informáticos, ya que éstos copian ilegalmente programas para su
comercialización ni tampoco con otra cibercultura, la de los crackers,
expertos en romper la protección de programas informáticos y en traspasar las
barreas de seguridad de grandes sistemas. Los crackers buscan extraer
información confidencial, obtener un beneficio económico o simplemente provocar
daños que evidencien su pericia y la debilidad del sistema en cuestión.
Para la mayoría de empresas e
instituciones, estas distinciones semánticas no tienen objeto y estas
ciberculturas son manifestaciones de un mismo fenómeno: una amenaza a la
seguridad de la Red que hay que erradicar. Quizás uno de los casos más comentados
haya sido el de dos jóvenes que entraron en los ordenadores del Pentágono
aunque no accedieron a información «clasificada», según el Ministerio de
Defensa. Lo cierto es que las autoridades militares reconocieron que esos dos
jóvenes habían logrado saltar la barrera de protección de las redes en once
centros militares (siete de la Fuerza Aérea y cuatro de Marina) y posiblemente
en docenas de ordenadores con información gubernamental, incluyendo
laboratorios de investigación de armamento nuclear. En el Manifiesto Hacker
se expresa: «Sí, soy un criminal. Mi crimen es la curiosidad y ser más
inteligente, algo por lo que nunca me perdonaréis. Me podréis a mí, pero no
podéis pararnos a todos... Soy un Hacker, entra a mi mundo . . . El mío
es un mundo que comienza en la escuela . . . Soy más inteligente que la mayoría
de los otros muchachos, esa basura que ellos nos enseñan me aburre . . .
Malditos subrealizados. Son todos iguales» (Fuente: http://www.el-mundo.es/navegante).
Info-ricos vs info-pobres.
Un axioma es una verdad que no
necesita demostración. Éste sería un ejemplo: la concentración de poder en unas
manos que a su vez posee el dinero, la tecnología, dicta los contenidos de los
medios, la información y el entretenimiento, está configurando un nuevo orden
internacional del cuál, como apuntábamos, no conocemos aún las consecuencias de
su implantación.
¿Conducirá esto a abrir una brecha
todavía más profunda y extensa entre ricos y pobres? Con toda la probabilidad a
su favor, sí (y se trata de otro axioma). El 85% del volumen mundial de
negocios en telecomunicaciones está en Estados Unidos, Europa y Japón. Más de
la mitad de los cien millones de usuarios que en la actualidad hacen uso de la
Red se conectan desde Estados Unidos; en cuanto a conexiones per cápita
EE.UU. se sitúa en cuarto lugar después de Finlandia, Noruega e Islandia; los
cinco primeros países con mayor número de ordenadores son Estados Unidos,
Japón, Alemania, Inglaterra y Francia, España ocuparía el undécimo lugar en
esta relación.
Estas cifras no hacen sino
confirmar que el fenómeno informático crece desmesuradamente, pero sólo lo hace
en una ínfima parte de la población y sigue concentrado en los países más
desarrollados. La Era Digital pertenece a los info-ricos con carácter de
exclusiva y para nada tiene en cuenta la geografía del hambre, de la
explotación infantil, de la marginación social de la mujer y otros conflictos
que forman la realidad sensible. Nos dice Cebrián que todos participarán en la
nueva estructura global del mundo, pero unos como amos y otros como víctimas.
Naturalmente, podríamos aliviar a las buenas conciencias diciendo que esta
situación, no deseable, puede impedirse. Pero es improbable que seamos capaces
de hacerlo. La globalización es un proceso que abarca a todos... Los problemas,
los ensueños, las soluciones y las promesas que las nuevas tecnologías aportan
tienden, obsesivamente, a incardinarse en las formas de vida occidentales, que
actúan de filtro de toda incorporación.
Con cualquier fuente de datos
consultados cabría pensar que las oportunidades de ocio, entretenimiento,
educación, empleo o bienestar para los que formen parte del sistema, aumentarán
de forma exponencial, mientras que los ciber-desheredados verán aumentados
-también en forma exponencial- su marginación y su alienación. Participaremos
en un futuro ya presente en la nueva estructura global, inevitablemente, pero
unos lo harán como dominadores y otros como dominados. Por tanto, estamos de
nuevo ante las dos caras de un mismo acontecimiento y en esa faceta, Internet
no ha aliviado esa constante histórica.
Algunos dilemas que origina
Internet.
La sociedad digital se puede
tornar en un fabuloso instrumento igualitario aunque también puede llegar a ser
una forma añadida de dominación o control social cuando se convierta en una de
las armas predilectas del Pensamiento Único (Estefanía, 1997). Este dilema no
es original y puede transplantarse al uso de los medios en general o la misma
utilización de la energía atómica. No son más que el reflejo de una de las
paradojas más aterradoras que nos atan a nuestra contemporaneidad: el hombre,
padre y amo de las Nuevas Tecnologías, vislumbra la lúgubre posibilidad de
convertirse en su esclavo (Cebrián, 1998). Esto no sería más que una nueva
versión del síndrome de Frankenstein (Postman, 1992).
Esa no es la única paradoja
(quizás sí la más importante) de la sociedad digital. Otras afloran y se
desarrollan al compás de estos tiempos. Por ejemplo, concebimos la idea de
globalización a escala planetaria a través de una especie de fraternidad
virtual que no reconoce fronteras, y por otro, asistimos al resurgimiento de
exacerbados nacionalismos, regionalismos, racismos, ideas tribales, etc,...
También, paradójicamente, estamos
tan acostumbrados a recibir cantidades desproporcionadas de información casi
mezcladas con el aire que respiramos y, sin embargo, no se puede llegar a
afirmar que seamos una sociedad mejor informada que la de otras épocas. El
analfabetismo funcional que ha nacido consustancialmente con la sociedad
mediática aún no ha alcanzado su mayor cima de crecimiento: el exceso de
signos, como uno de los síntomas y hasta una de las patologías actuales, pueden
ser la causa directa de nuestra ignorancia.
Otra gran contradicción es que el
cibernauta, considerado a sí mismo como ciudadano del mundo e instaurador de un
diálogo universal, se reduce en la práctica a un ensimismamiento casi autista.
Un estudio citado por Emmanuel Peyret nos dice que Internet fomenta el
egocentrismo, que Internet es una gran fiesta donde no conocemos a nadie y
donde los pronombres más empleados son Io, yo, I y je
(Peyret, E., «Egoweb», 1998 en http://www.elpais.es/p/temas/wm/pag7.htm).
La Red parece haberse convertido en un diván de proporciones planetarias donde
hay millones de páginas con detalles de la personalidad de millones de
internautas: los amores de adolescencia, los problemas familiares o de la oficina,
diarios íntimos, animales domésticos, habilidades de tiempo libre,...Cada uno
se presenta como quiere, a veces con una larga retahíla de textos escritos, con
o sin fotografías y sin regularidad periódica. Esta información no tiene más
valor que una conversación trivial en la barra de un bar o en la calle, pero en
muchos casos representan la válvula de escape y la forma de comunicar que
tienen muchos seres que se sienten solitarios.
Se ha comparado también a la Red
con una extensa zona virtual sin fronteras, una zona franca con sus metrópolis
etéreas que bordean los controles de las administraciones y la soberanía de los
Estados. Para Tomás Delclós, Internet se ha convertido en el sexto continente,
en una especie de pangea electrónica (Delclós, Tomás, «El sexto continente»,
1998 en http://www.elpais.es/p/temas/wm/pag2.htm). Es
cierto que entre los millones y millones de navegantes hay nidos de ludópatas y
solitarios porque Internet da cobijo a todos, sin distinción alguna, pero
Internet es algo más que eso. En la Red podemos encontrar desde aquello que aún
es capaz de emocionarnos, de generar sentimientos de solidaridad y simpatía,
hasta lo más sórdido, soez y pérfido. A veces encontramos páginas luminosas
donde los desheredados en los grandes medios encuentran aquí su propia voz que
nos recuerda que aún hay revoluciones pendientes en este planeta (para no ir
más lejos, http://www.ezln.org, página del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, primer movimiento guerrillero que recurrió a Internet para
difundir sus ideas y llevar al ciberespacio la confrontación con el gobierno
mexicano más allá de los límites físicos de Chiapas).
Sin embargo, el lado oscuro de
Internet está compuesto por una legión de mercaderes que instalan su negocio de
sexo virtual en cualquiera de sus múltiples variantes y por grupos radicales
que no se caracterizan precisamente por su capacidad de diálogo y tolerancia.
Concretamente, si nos referimos al cibersexo -cualquier expresión de
sexualidad manifestada en la Red- hay que tener en cuenta que es una de las
actividades preferidas de los usuarios. Algunos buscadores como http://www.altavista.com
tienen registradas más de siete millones de páginas con la palabra sex,
hay cientos de grupos de discusión sobre el tema y es una de las actividades de
comercio electrónico que tiene más éxito. Centenares de miles de internautas de
ambos sexos le dedican atención preferente. Algunos rescatan imágenes eróticas
o pornográficas y no falta quienes aprovechan el nuevo medio para actividades
de pederastia o zoofilia, por poner dos ejemplos muy diáfanos.
Estamos asistiendo al desarrollo
de las autopistas de la información e Internet como el fenómeno medial que va a
suponer un salto cuántico y espectacular en las costumbres cotidianas y cuyas
repercusiones económicas, culturales, de hábitos domésticos, educativos,
consumistas,... no vislumbramos con certeza ya que la revolución digital está
aún en un período de expansión, pero se puede vaticinar que la Red alcanzará
proporciones gigantescas. De eso estamos seguros. Lo que está aún por definir
son las interrogantes que hemos planteado en este trabajo y aquellas que
surjan, inevitablemente, con el devenir de un futuro en el que ya estamos
instalados.
Referencias bibliográficas.
CEBRIÁN, J.L. (1998). La Red.
Madrid, Taurus.
ESTEFANÍA, J. (1997). Contra el
Pensamiento Único. Madrid, Taurus.
MAHTAR, A. (1989). Información
y comunicación en el mundo contemporáneo. Sevilla, Facultad de Ciencias de
la Información de la Universidad de Sevilla.
POSTMAN, N. (1994). Tecnópolis.
Madrid, Círculo de Lectores.