EL DIALOGO COMO MEDIO DE
COLABORACION Y DE APRENDIZAJE INDIVIDUAL Y COLECTIVO
Rosa Mª
Lajfitte
Este
trabajo resalta como el diálogo, la reflexión y el silencio son recursos que
permiten al profesorado reconstruir, reformular y enmarcar las vivencias y sensaciones
de una manera distinta.
En el
momento de entrar en el tercer milenio nos encontramos, dentro y fuera de las
instituciones, con problemas medioambientales y sociales enormemente complejos
que requieren nuevas formas de mirar la realidad que nos envuelve. Es
necesario por lo tanto incidir en un cambio de estructuras de pensamiento y de
percepción que implique aprender a aprender individual y colectivamente
Origen
El tema
del aprendizaje colectivo, lo encontramos tratado dentro de las perspectivas
teóricas de las “organizaciones que aprenden”. En las mismas, las
organizaciones son vistas como organismos vivientes que aprenden dentro de
procesos de reformulación de la propia perspectiva de actuación. Bateson (1972)
y Argyris y Schön (1978), son autores con ideas conocidas dentro de esta
concepción de aprendizaje institucional. Bateson con su extensa aportación
sobre la “mente ecológica” y los tipos de aprendizaje descritos en su teoría
del “deuterolearning” o aprender a aprender. Argyris y Schön con la
utilización del término “learning system” sistemas de aprendizaje, aplicado
también a estrategias relacionadas con el Desarrollo Organizacional, y los
Círculos de Calidad. Más recientemente encontramos nuevas aportaciones a esta
perspectiva del aprendizaje institucional de autores como David Bohm, Donal
Factor, Peter Garret, y posteriormente Peter Senge (1990). Dichos autores a
través de su trabajo experiencia¡ y teórico nos ofrecen nuevas maneras de
considerar el diálogo dirigiéndolo hacia la toma de conciencia de los procesos
de pensamiento que tiene lugar en cualquier situación de interacción y
transacción social.
El diálogo y los procesos intraintercomunicativos
Entendemos
el diálogo, y así lo hemos aplicado a diferentes grupos e instituciones, como
una forma de observar, individual y colectivamente los valores escondidos y las
intenciones que pueden controlar nuestro comportamiento, y poner de
manifiesto las diferencias culturales ocultas que entran en conflicto sin que
nos demos cuenta de lo que verdaderamente está ocurriendo.
El
diálogo puede verse como un proceso colaborativo de aprendizaje por mediación
del cual se cuestiona normas y se busca las teorías implícitas manifestándolas
y reflexionando sobre su adecuación. A través de la expresión, la escucha, la
reflexión y el silencio, se esclarecen ideas, y se comprende mejor la situación
en la que se está sumergido y el tipo de actitudes que necesitan un cambio. Es
un proceso por mediación del cual se puede, reconstruir, reformular y enmarcar
las situaciones pasadas de forma distinta. Dentro del ámbito del aprendizaje
institucional, nos permite destacar las posturas autorreferenciales y auto
rreproductoras con las que las organizaciones funcionan. Dicha interpretación
sugiere que los niveles de cambio y de desarrollo en las instituciones, están
afectados por el tipo de factores que conforman su identidad y el tipo de
relaciones internas y externas que estos factores generan. Mientras disponer y
conservar una identidad es esencial para cualquier sistema, individuo u
organización, es necesario también disponer de sistemas de contrastación
social que permitan realizar una reflexión sobre la adecuación de la misma y
sobre la validez y la satisfacción que produce el tipo de relaciones
contextuales establecidas.
La
interacción social que aporta el diálogo dentro de las organizaciones y los
grupos de trabajo, incide en que el proceso de aprendizaje realizado individual
y colectivamente se desarrolle tanto por el conflicto socio cognitivo,
como por la vía de la cooperación, y facilita el surgimiento del saber reflexivo del que nos habla Habermas.
La interacción creada por mediación del diálogo es esencial para la
construcción de un conocimiento significativo, ya que pone de manifiesto las
situaciones conflictivas comunes y facilita, a la vez, la contrastación de
nuevas ideas y constructos.
En toda
interacción social de este tipo, se requiere prestar atención a la comunicación
intra personal, necesaria para el surgimiento del mencionado saber
reflexivo. El aprendizaje, bajo esta perspectiva, puede verse como un proceso
constructivo interno de autorregulación cognitiva individual, por mediación del
cual se interrelacionan mecanismos psicológicos de construcción, modificación,
diversificación y enriquecimiento progresivo de esquemas de conocimiento. El
sujeto a través de este proceso, modifica, diversifica y construye redes de
significados nuevos partiendo de los que dispone, por lo que procesa,
interpreta, asimila y transforma la información realizada en función de la
propia experiencia. Esto comporta la aceptación de un papel individual activo
y responsable en los propios procesos de aprendizaje y construcción de
conocimiento. Es al tratar de solucionar problemas individuales dentro de un
colectivo, cuando se toma plena conciencia de dicho papel y se ponen en marcha
procesos cognitivos tanto lógicos como creativos e intuitivos dentro de una
postura intencional que implica considerar la propia actuación dentro del
contexto en el que se está sumergido.
La
comunicación ínter personal por otro lado, facilita el reconocimiento de
las situaciones conflictivas individuales afectadas ineludiblemente por los
demás, por lo que es una dimensión esencial para aprender a aprender. Es este
tipo de interacción social que proporciona la oportunidad adecuada para que el
proceso de autoaprendizaje individual y colectivo se desarrolle. El diálogo,
comporta la contrastación de significados entre diferentes individuos, y la
aceptación constructiva de las situaciones conflictivas que pueden surgir de
la confrontación de puntos de vista divergentes, o planteamientos diversos.
El silencio
Los
procesos de comunicación ínter/intra personales basados en el diálogo y la
introspección permiten adquirir una visión más amplia de la situación en la que
nos encontramos, ya que por mediación de los mismos se aprende a observar los
propios pensamientos, percatándonos de su falta de veracidad. El silencio
compartido es un espacio expresivo de unión creado conjuntamente, y a la vez
nos permite utilizar la atención para ampliar nuestra conciencia, al comprender
mejor nuestras reacciones, (formas obsoletas de comportamiento,
interpretaciones equivocadas, etc.), y nos lleva a adoptar una actitud más
creativa a la hora de afrontar los problemas.
Sin la
oportunidad de un reflexión interna y serena la vida activa, ocupada, aparece
vacía y difícilmente puede dar frutos que lleven a un cambio transformador. Hoy
más que nunca es necesario incorporar, tanto en las estrategias de intervención
didácticas utilizadas, como en nuestra vida cotidiana, momentos y espacios de
silencio. Es posible que el siglo XX sea recordado como el siglo en el que se
perdió el silencio. El ruido de las máquinas está continuamente a nuestro
alrededor, lo encontramos dentro de nuestros hogares, en los bosques, en la
montaña, en el mar. Es un ruido que está dentro de nuestras vidas, pero que
pasa desapercibido como si fuera algo normal, como pasa desapercibido el
cambio de las estaciones, pero sabemos que la ausencia de silencio y de paz
diaria afecta a nuestra psique, nuestras relaciones y al planeta.
El
silencio sencillo, por el contrario, lleva a la calma interior, aclara nuestro
pensamiento confuso y permite una mayor comprensión. Permite observar el
contexto en el que nos hallamos con una cierta imparcialidad y facilita el
proceso de dejar fluir la introspección intuitiva. Muchas veces nos es
imposible comprender situaciones que requieren un cambio debido a que estamos
atrapados por enmarques conceptuales antiguos, sólo podemos abrirnos a
situaciones nuevas si podemos tomar conciencia de dichos enmarques y nos
permitimos superarlos. Este tipo de toma de conciencia y comprensión surge más
fácilmente en la quietud, ya que el silencio da paso a nuevas percepciones y a
una comprensión más amplia de la realidad que nos envuelve.
La organización de estrategias de
intervención relacionadas con el diálogo, la reflexión y el silencio
El
diálogo, la reflexión y el silencio, tanto si estamos hablando de procesos
institucionales que requieren un cambio estructural importante, o bien en
actividades formativas y colaborativas deberían utilizarse de forma interrelacionada.
En actividades formativa que pueden ser realizadas dentro de un tiempo y espacio
determinado, las tres deberían ir alternándose en función de cada situación de
aprendizaje. Debido a que en toda actividad formativa, cada participante tiene
su propio ritmo personal , lo ideal es disponer de espacios específicos que
por si mismos faciliten la realización de tareas relacionadas con los aspectos
comentados. La organización del tiempo debe, por lo tanto, ser lo suficientemente
flexible para que puedan generarse procesos de diálogo y de autoorganización, a
la vez que no exista difiicultad para poder encontrar momentos y espacios de
silencio que permitan a los participantes entrar en contacto consigo mismos y
con los demás de una forma más profunda.
No
siempre es posible disponer de un espacio/tiempo adecuado que nos permita
basarnos en el tipo de organización señalada, por lo que en situaciones en las
que existen limitaciones en cuanto la relación tiempo/espacio, la solución
puede estar en planificar actividades “externos” que podríamos llamar “de
continuidad”. Este tipo de actividades de indagación conjuntamente con espacios
de silencio, pueden ser organizadas dentro y fuera del espacio en el que
normalmente se llevan a cabo las tareas formativas, siempre y cuando, se
encuentre momentos para la reflexión en grupo sobre las experiencias
planificadas una vez éstas hayan sido realizadas en un entorno externo. El
proceso intra intercomunicativo basado tanto en el diálogo como el silencio
compartido, como ya hemos señalado, es esencial para aprender a aprender y
aunque requiere una gran flexibilidad en su tratamiento también necesita de una
planificación adecuada que permita una continuidad de las tareas iniciadas.
Dicha planificación considerará también la realización de procesos de revisión
y evaluación en grupo como contrastación a los que los participantes ya han
efectuado individualmente.
Conclusiones
Existen
diferentes barreras y obstáculos a la hora de introducir el diálogo, la
reflexión y el silencio en cualquier grupo de alumnos o equipo de trabajo.
Crisis y frustraciones individuales y colectivas quedan patentes en las
primeras sesiones. Progresivamente, sin embargo, surge la percepción de que
es un proceso enormemente satisfactorio de comunicación, conocimiento mutuo y
colaboración que el hombre y la mujer modernos han casi perdido. Cuando esta
percepción emerge surge el enfado por las situaciones alienantes en las que
solemos encontranos en la actualidad. De ahí surge también, la necesidad
sentida y compartida de continuar el diálogo, incorporando la reflexión y el silencio
como herramientas básicas del cambio transformador.
Referencias Bibliográficas
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