LA FORMACIÓN PERMANENTE
Desde hace pocos años, una
vez que se han completado las grandes reformas estructurales del Estado y
ciertas demandas sociales se han cubierto, el sistema educativo comienza a
manejar más introspectivamente su función, de modo que parece llegado el
momento de acometer acciones sobre las personas que ejercen dentro de la
función docente.
A ello se han dedicado
tanto la academia como la administración con diversa fortuna según el narrador
de turno. En este monográfico se pasa factura a las estrategias, agencias,
agentes, discursos, etc. que han crecido af lado y dentro de fa denominada formación
permanente.
A la luz de los datos que
arroja el ministerio o las CC.AA. el cuerpo docente participa ampliamente en
actividades de formación y no creemos que otro colectivo de trabajadores pueda
presentar los porcentajes que maneja la administración, donde miles de docentes
dedican anualmente cientos de horas en cursos, seminarios, jornadas, etc.
Pongamos varios ejemplos. Para el curso 1994/95 en el territorio MEC se
censaban 153.000 docentes como participantes en actividades de Formación; en
ese mismo año la C.A. de Andalucía destinaba 50 millones a actividades de
formación (aparte del coste de la infraestructura de CEPs); Cataluña dedicaba mas
de 100 millones, etc. A nivel estadístico puede afirmarse que, cuantitativamente
y año tras año, el profesorado dedica un extenso tiempo fuera de la jornada a
la formación continua. Resulta extraño por tanto la continua llamada a
mantener la calidad, el conocimiento de la reforma, la preocupación por la
profesionalidad, etc. etc., cuando por otro lado parece que la mayoría de los
docentes se encuentran en una permanente formación.
Ya que hemos utilizado
algunas cifras podemos seguir con los números para indicar la importancia que
posee para ciertos organismos la preocupación por la formación. Para ello
acudamos al BOE de 14 de abril de 1998. En el apartado correspondiente a las
ayudas para la realización de actividades de formación se maneja la cifra de
203 millones para la formación repartida entre ciertas entidades. No vamos a
dar la relación de todas pero sí de aquéllas mas "benefciodos". En
primer lugar aparecer la FERE (Federación Española de Religiosos de la
Enseñanza) con 39 millones; en segundo lugar la Confederación Española de
Centros de Enseñanza con 18 millones; luego aparecen cifras más modestas, pero
entre los sindicatos CC.00, FETE UGT, CSIF, STES y ANPE se reparten 38
millones. Entre todas estas organizaciones se llevan el 50% del total. Como
vemos la administración pública no puede hacerse cargo de todas las necesidades
y necesita acudir a terceros para flexibilizar y permitir que otros agentes
sociales puedan organizar la formación de manera "particular".
Algunos ya conocen la propaganda de los sindicatos avisando de la homologación
de sus cursos con equis horas de formación reconocida( y las rebajas para los
sindicados). Ya Petras (I) en su momento acusó a los sindicatos de clase de
convertirse en "sindicatos de servicios" (podíamos hablar también de
las agencias de viajes, los seguros, etc.) pero quizás no adivinaba hasta qué
punto.
Una parte de la formación
permanente se ha convertido en un mercado donde también la administración ha
rebajado los costos. Desde hace varios años los famosos sexenios han alterado
la vida de docentes y han llovido las críticas hacia esta modalidad de
reconocimiento burocrático de la formación. En algunas comunidades se ha
decidido poner más cercano el listón y solo son necesarias 60 horas, con el
"refuerzo" de que actividades tales como acompañar a los estudiantes
en el viaje de estudios supone ya cinco horas por día (2).
Poco a poco las
facilidades para cumplir con la administración y obtener un ligero aumento de
sueldo se van consiguiendo. Del mismo modo que la liberalización del mercado
permite buscar la formación (y su acreditación correspondiente) entre muchas
ofertas. Además la progresiva descentralización y la puesta en marcha de
estrategias donde el centro se convertirá en lugar de autoaprendizaje trae
consigo un abaratamiento del producto. Cada vez se necesita menos al experto y
la formación permanente comienza a navegar más libre de patronos institucionales
o académicos.
En este número varios
autores revisan apartados de la formación permanente desde un punto de vista
que consideramos novedoso y actualizado. Tanto YUS, R. como ZURAURRE, B.
analizan la historia de las estrategias institucionales a nivel local y
estatal, dejando ver que el panorama no resulta especialmente optimista.
MARTINEZ BONAFE, J. y el grupo formado por OGALLA, M., MURRILO, F, y RODRIGUEZ,
S. dedican especialmente sus trabajos al discurso de la academia y la figura
del asesor realizando una crítica controvertida sobre el producto y el proceso
de la filosofía que reflejan ciertos tópicos asumidos en la formación
permanente. GIMENO, por su parte, destina su espacio a realizar una llamada al
"sentido común" y formular una propuesta de búsqueda de la
profesionalización mediante el crecimiento personal y cultural.
Esperamos que su lectura
provoque alguna reflexión sobre la situación actual de la formación permanente
y las consecuencias que tiene para el docente y la escuela pública en general.
Notas
(1) PETRAS, J. La crisis
del sindicalismo español. Ajo-blanco. 1997. pags. 28 33.
(2) BOJA n° 50, de 5 5 1998.