RECREANDO LOS ÚTILES DE LA INFANCIA: ¿EDUCACIÓN O MERCADO?

 

Concha Sánchez Blanco

 

 

En las aulas de Educación Infantil es fácil encontrar diversos materiales, útiles y objetos que los niños y niñas utilizan con el pretexto de favorecer el desarrollo intelectual sin que el docente se cuestione sobre la incidencia de este uso. La autora en este trabajo advierte de los posibles riesgos que entraña el uso indiscriminado y acrítico de estos útiles que pueden generar y transmitir valores y actitudes diferentes a los que se pretendían.

Creemos que el papel de la escolaridad temprana sería el de ofrecer momentos y vivencias que permitan el análisis conjunto, docente y alumnado, sobre los procesos sociales que hay detrás de los diferentes útiles.

 

1.   Un presente con historia

 

Comenzaré este artículo refiriéndome a ciertas cuestiones relativas al papel tan esencial que se le ha venido atribuyendo a los materiales (1) para el desarrollo del niño y la niña de Educación Infantil que reflejan la influencia ejercida por algunas de las ideas de Montessori y Decroly (2) en las concepciones curriculares de esta Etapa y que forman parte de la tradición pedagógica. De hecho, por ejemplo, para Montessori el material constituyó el eje estructurador de su método educativo hasta tal punto que no han faltado las críticas, sobre todo porque a menudo los niños y las niñas se convertían en prisioneros de un material, situación que desde cierta posición economicista, como veremos en este artículo, interesa que se siga repitiendo.

Vistoso, susceptible de manipulación y que hiciera posible el autocontrol del error, constituían las características de un material montessoriano construido para la educación sensorial de los niños y niñas y que sigue siendo empleado en las escuelas con esta misma finalidad, pues Montessori pensaba que los sentidos eran el soporte de la inteligencia. Esta consideración sigue estando muy arraigada y pervive en Educación Infantil, hasta el punto de llegar a ignorarse no sólo el componente socioeconómico y cultural que rodea a los objetos, sino incluso también los mismos descubrimientos que se han venido produciendo en la psicología en el campo de la inteligencia. Es, desde nuestro punto de vista, Montessori la precursora del material sofisticado y elaborado por expertos y cuyas ideas han sido hábilmente comercializadas originando un importante mercado en los tiempos que corren.

Para Decroly, sin embargo, el material está al servicio del desarrollo no sólo de los sentidos sino también de la inteligencia, pues aquéllos vienen a ser un soporte más de ésta pero no tienen este carácter exclusivista que les concedía Montessori. Para este autor no es posible separar la exploración sensorial de una actividad organizada en la que está involucrado el sujeto en su globalidad. Así, pues, aunque la primera relación con el objeto sea sensorial, esa relación no hace referencia a una propiedad aislada, sino a una totalidad organizada. El material elaborado por Decroly está en sintonía con la actividad que se considera esencial en el niño y la niña como es el juego. De ahí que considere necesario recurrir a objetos de la vida cotidiana hasta el punto de adquirir el rango de juguetes. Decroly eleva, por así decirlo, "el carrete de hilo" a la categoría de "la regleta montessoriana". Es, en definitiva, un gran precursor de prácticas tan habituales de los profesoras y profesores de Educación Infantil como es recoger materiales de desecho en las aulas y de la fabricación "casera" de juguetes que sustituyan los materiales pedagógicos más sofisticados. Decroly es ‑podemos afirmar‑junto con las hermanas Agazzi, de los primeros autores que ligan, al menos indirectamente, ciertas cuestiones de índole socioeconómica a la utilización de material pedagógico porque viene a plantearse la posibilidad de fabricar útiles pedagógicos de forma barata con objetos de la vida cotidiana.

 

2. Del compartir y algunas de sus dilemas y contradicciones en los escenarios escolares.

 

El uso de material en la escuela en la Etapa Infantil no es ajeno a la circulación y reproducción de valores y a la hegemonía de unos sobre otros. De ahí la necesidad de una reflexión crítica en la comunidad escolar en torno al tipo de material presente en las aulas y la utilización del mismo, sobre todo si tenemos en cuenta cómo los niños y niñas son socializados desde muy temprano en un consumo desaforado necesario para la supervivencia de un sistema productivo neoliberal donde el mercado tiene el gran poder de convertir en urgentes todas las necesidades; unas necesidades que no todo el mundo tiene la posibilidad de satisfacer y que condenan a muchos a vivir encadenados al trabajo en el sistema productivo (SANCHEZ BLANCO, 1994a, 1997b). Ahora bien, conviene apuntar que el consumo, como señala ORTIZ (1989:58) no es malo en si mismo como pretenden hacer creer moralistas y sociólogos; no son malos los ascensores, los bellos platos, los electrodomésticos, las ediciones generalizadas de libros de bolsillo, vestidos, discos, etc. Sin embargo, lo que no resulta legítimo es producir esas necesidades en los potenciales consumidores y luego convertir en un imposible el disfrute de las mismas, ya sea por recursos económicos limitados o por falta de tiempo por permanecer atado permanentemente a la cadena de producción.

Lo más superfluo, con el auxilio de los medios de comunicación, acaba por convertirse en una necesidad vital que debemos satisfacer si no queremos ser tachados de deprivados en una sociedad donde ser pobre se está convirtiendo poco más o menos que en un "pecado" respecto al cual sólo el santo consumo puede devolvernos la "gracia". La Educación Infantil debería tener un papel muy relevante en la denuncia de este tipo de situaciones. Los profesores y profesoras tendrían que recuperar una reflexión en torno al sentido de la desigualdad económica en las aulas, al significado de ser pobre y no poder consumir en los tiempos que corren, a los conflictos que pueden surgir en los escenarios escolares porque los niños y niñas miran, manipulan con deseo y movilizan relaciones de poder en relación a aquellos objetos que en casa no tienen y que sin embargo pueden ver, tanto en los medios de comunicación, como a compañeros y compañeras con los que interaccionan cotidianamente. Los mismos escenarios escolares con el material presente en las aulas infantiles tienen la potencialidad también de movilizar tales deseos porque, no olvidemos, que la posesión de todos estos objetos tiene la virtualidad, gracias a las campañas publicitarias, de señalar a sus usuarios, de hacer simbólicamente de marcadores sociales (PÉREZ TORNERO y OTROS, 1992:30). Asimismo tampoco podemos dejar de convertir en objeto de nuestras reflexiones el significado de la desigualdad económica en la vida del enseñante y la importancia de una toma de conciencia por su parte acerca del grado de privilegio económico, de posibilidad de consumo, en el cual le puede situar el hecho de disponer de un empleo como docente mejor o peor remunerado y más o menos estable frente al alumnado y las familias; así como, las posibles repercusiones de esta situación en su práctica en los escenarios escolares.

Las aulas infantiles a menudo se convierten en lugares muy controvertidos debido, entre otras circunstancias, a que en ellas coexisten los valores más contradictorios. Entre estos valores se encuentran aquéllos que se generan en relación a la posesión y/o utilización de objetos, tan abundantes en la Educación Infantil. Convendría tomar conciencia acerca de la no neutralidad del material de las aulas y de cómo introducir un objeto en una clase significa poner en circulación una serie de valores que guardan una estrecha relación con el contexto sociocultural, político y económico en que viven niños y niñas. De ahí, que sea una necesidad que las comunidades educativas de los centros lleven a cabo todo un proceso de discusión crítica en relación a los propios valores y aquéllos en los cuales se pretende socializar a los pequeños y pequeñas.

No se olvide que la utilización de material en la Educación Infantil a menudo ha sido sacralizada (3) por no pocos profesoras y profesores de esta Etapa que han caído en una especie de dictadura de tales objetos al considerar éstos como condición imprescindible para tener una buena práctica, de manera que niños y niñas, maestros y maestras acaban subordinando sus acciones a la presencia o ausencia de éstos. Por un lado este mito ha venido alimentando un no hacer, pues la falta de material se ha utilizado como una buena excusa para ello (SACCHETTO, P.P, 1984: 113‑115). Por otro, la pervivencia del mismo en los tiempos que corren ha sido capaz de generar ingentes beneficios económicos a un sin fin de casas comerciales que se encargan de lanzar al mercado nuevos productos pedagogógicos que asimismo pretenden generar en los docentes de los más pequeños y pequeñas nuevas necesidades de material, muchas de ellas superfluas para una práctica comprometida y responsable, logrando de esta manera incrementar los beneficios de este mercado. Téngase en cuenta, que la presencia de un material didáctico no garantiza una práctica comprometida. Por el contrario, es en la discusión en torno al cómo hacer con ese material, en los principios de procedimiento que subyacen a su utilización, donde podemos encontrar esa garantía. No obstante, a pesar de todas estas dificultades señaladas, conviene apuntar la inestimable ayuda (4) que dicho material puede prestar a la práctica educativa si su utilización fuera precedida de una discusión crítica en los equipos docentes y/o en el seno de la comunidad escolar en general, así como, por supuesto, con los niños y niñas. Se trataría de reflexionar sobre los valores que todos estos útiles de la infancia pueden transmitir por sí mismos y a través del uso que de ellos hacen adultos, pequeños y pequeñas.

Tendríamos que convertir en motivo de reflexión en los equipos docentes ciertas organizaciones de material en las aulas de Educación Infantil porque bien pudieran estar remitiéndonos a los valores hegemónicos presentes en nuestro medio sociopolítico y económico donde a menudo el deseo de poseer objetos conduce a un consumo desaforado muy apropiado a la sociedad de mercado en la que estamos inmersos. Así, convendría analizar cómo en los espacios escolares coexiste la propiedad colectiva con la propiedad individual (SANCHEZ BLANCO, 1994a, 1997b), e incluso ciertos objetos supuestamente colectivos se privatizan (las perchas, los cajones y los casilleros de aula, son algunos ejemplos) y algunos espacios (el lugar donde colocar la colchoneta de la siesta; el espacio de comer o de pintar). Un caso extremo de privatización de objetos colectivos del aula tuve la oportunidad de observarlo en un centro infantil en el cual cada silla tenía pegada la fotografía de uno de los niños o niñas del aula de manera que finalmente acababan por interiorizar que aquella silla les pertenecía y que sobre ella tenían más derechos que el resto de sus compañeros y compañeras. A veces incluso, en Educación Infantil, bajo el pretexto de enseñar a los niños y niñas algunas letras de alfabeto los docentes recurren en sus prácticas a situaciones en las cuales los nombres de los pequeños aparecen en multitud de objetos y materiales del aula olvidando que tales estrategias pueden muy bien estar potenciando encubiertamente procesos de privatización y/o posesión de objetos en la escena escolar.

Es necesario, pues, generar una discusión crítica en los equipos que lleve a analizar hasta qué punto la "gestión" que lleva a cabo el profesorado en el aula de Educación Infantil acerca de la presencia y utilización de los objetos colectivos y privados de los niños y niñas y los mismos comportamientos de éstos, puede guardar una estrecha relación con la política de gestión de la propiedad en el contexto socioeconómico y cultural en el que vivimos (SANCHEZ BLANCO, 1994a, 1997b). Se trata de un contexto que debe convertirse en motivo de discusión en los escenarios escolares pues potencia la exclusión de los sujetos por razones económicas. El tener es hasta tal punto importante en la sociedad de mercado en la que estamos que el ser adquiere sentido si sirve para adquirir riqueza y poder en ésta. Así, a pesar del discurso curricular del "compartir" pensemos también en ciertas contradicciones que tiene lugar en las aulas en torno a los objetos privados que traen los niños y niñas porque se utilizan como eje para organizar actividades en el aula (construir torres con los bloques que ha traído una compañera, por ejemplo) hasta el punto de convertirse en esenciales para la realización de las mismas. En tales casos, el profesorado tendría también que estar atento para no convertir a este niño o niña que posee el juguete en el centro de la actividad de la clase. Hay además, no olvidemos, diferencias en el tener derivadas muy a menudo de diferencias económicas porque

no todos los niños y niñas tienen o varía la cualidad o la cantidad de lo poseído (SANCHEZ BLANCO, 1994a). Los hay además que poseen a destiempo y el mercado se encarga de ello, de manera que, por ejemplo, cuando unos llegan a tener algunos de los objetos relacionados con la "fábrica Disney", otros compañeros y compañeras disponen ya de los materiales comercializados con la última producción de esta factoría. Así, no es igualmente admirado por los otros en las aulas infantiles el niño o la niña que dispone de objetos alusivos a la producción de "La Sirenita", que aquellos otros que representan personajes de la película de "Hércules", "el Príncipe de Egipto" o la más reciente película "Bichos", pues en cada caso todos estos objetos marcan socialmente de diferente manera a los pequeños y pequeñas porque vienen a definir si están o no a la última moda.

El valor del compartir se acentúa cuando huimos de la rigidez en la distribución de material en función de las diferentes aulas del centro, de manera que hay frecuentes idas y venidas de éste por las diferentes clases porque se entiende que los niños y niñas tienen en las acciones de los adultos de la escuela un modelo para el aprendizaje de este tipo de actitudes. Esta circulación de los objetos por las aulas hace innecesaria la multiplicación de materiales de forma repetida con el consiguiente ahorro económico actitud ésta que se enfrenta abiertamente a la sociedad de mercado que tenemos. Igualmente, nos enfrentamos a este mercado cuando en el aula hay una preocupación por el cuidado y conservación del material colectivo en lugar de tirar y reponer. Sin embargo, no olvidemos que un discurso y una práctica centrados en el niño o niña que entiende como irresolubles los conflictos afectivo-sociales que genera el compartir en edades tempranas, tiene la virtualidad de generar importantes beneficios económicos porque, finalmente, los profesores y profesoras pueden acabar interiorizando la necesidad de abundancia de un mismo material dentro de las aulas o de un uso individualizado de los mismos, con el fin de evitar tales conflictos sociales. Por el contrario, un discurso y una práctica en esta Etapa que defiende la necesidad de aprender a compartir en estas primeras edades, así como el papel de los profesores y profesoras como agentes generadores de estrategias en el aula en relación al desarrollo de tales actitudes, se enfrenta abiertamente con ese consumismo de material en las clases y en los centros de forma indiscriminada. Téngase en cuenta que la presencia en el aula de material que trascienden un uso individualizado genera una menor necesidad dentro de las aulas en cuanto al número de tales objetos. Por ejemplo, una almohada larga frente al "famoso" cojín o un triciclo con transportín permiten que puedan ser utilizados por dos pequeños o pequeñas generando una necesidad menor de consumo de tales objetos.

 

3.   De ciertas prácticas culturales en relación al material en las aulas de Educación Infantil.

 

Son muchos los profesores y profesoras de Educación Infantil que haciéndose eco de movimientos ecologistas se han aventurado a ocupar parte del tiempo de su trabajo en tareas manuales destinadas a emular con material de desecho aquellos juguetes que venden diferentes casas comerciales de productos pedagógicos. Así, en el caso de esta Etapa habría que señalar también, que el docente no sólo obtiene el calificativo de innovador por la variedad, espectacularidad y abundancia de objetos que es capaz de conseguir para el aula infantil. Tal apelativo se intensifica si además es capaz de fabricar con los más diversos materiales aquellos objetos que tan atractivamente proponen las diferentes casas comerciales de productos pedagógicos, dedicándose para ello a una intensa labor de reciclado de materiales aparentemente inservibles.

Ahora bien, conviene tener en cuenta que no faltan las ocasiones en las cuales los docentes que se dedican al reciclado no son comprendidos por sus compañeros y compañeras y/o por otros miembros de la comunidad escolar, argumentando su oposición a este tipo de prácticas con razonamientos basados en la necesidad de cuidar la higiene de espacios y materiales utilizados por los niños y niñas pequeños de manera que cualquier práctica docente en ningún caso constituya un peligro para ellas y ellos. No se olvide además, que tanto la higiene de espacios y materiales, como la misma higiene de niños y niñas se ha convertido en una manifestación de la eficacia del profesorado sobre todo en el primer ciclo, consideración ésta que emerge de la misma condición femenina de muchos de los docentes que trabajan en esta Etapa y por lo tanto, de los roles que culturalmente se le ha venido atribuyendo a la mujer. Asimismo, la presencia de material de desecho y/o viejo, además de ser malinterpretada como sinónimo de falta de higiene, también es asociada a la pobreza.

De esta forma, hay centros que llegan a evitar a toda costa tal material porque pueden no ofrecer una buena imagen a ciertos padres, madres o tutores y tutoras de los pequeños y pequeñas. Prefieren, por el contrario, que todo aparezca nuevo y ordenado más acorde con los significados sociales que se han construido en torno a la riqueza y bonanza económica. Y en el caso de utilizar algún material de desecho porque también es vendible entre las familias la preocupación por temas ecológicos‑ éste material de desecho se selecciona cuidadosamente de manera que fundamentalmente sólo entra en el aula aquél al que a menudo nos vienen acostumbrando las campañas publicitarias: papel usado y cajas de cartón y envases de vidrio ‑en el caso de niños y niñas más mayores‑ o plástico.

Sin embargo no faltan los docentes que tratan de hacer prevalecer en este tipo de prácticas en torno al reciclado ciertos valores relativos a la conservación del medio ambiente y al consumo controlado que quieren potenciar desde las edades más tempranas y se arriesgan con una gran variedad de materiales para reciclar. No obstante, a pesar de la legitimidad de los motivos que se persiguen en este tipo de intervenciones, las profesoras y los profesores no deberían perder de vista que la introducción de material de desecho en las aulas, aunque resulte un contrasentido, también puede inducir a los pequeños y pequeñas, incluso a los mismos adultos, al consumo de todos aquellos productos cuyos envases se desechan cotidianamente y que se reciclan en la clase. Tales circunstancias hacen necesario que se introduzca esta cuestión como motivo de reflexión y discusión en el seno de los equipos docentes, así como con los niños y niñas en las aulas infantiles.

Por otro lado, téngase en cuenta que emulando productos de las casas comerciales utilizando material de desecho, contradictoriamente bien podríamos estar transmitiendo a los niños y niñas la necesidad de sucedáneos de juguetes para seguir sintiéndose parte de esa sociedad consumista en la que viven. Deberíamos analizar si en el fondo con tales sucedáneos finalmente se está contribuyendo más bien a legitimar ciertas aspiraciones de consumo de los sujetos que sólo unos pocos pueden alcanzar y que otros, por el contrario, se encargarán de sustituir. Con ello, no quiero decir, como ya señalaba anteriormente, que el consumo sea en sí mismo malo, lo que es injusto es generar ciertas necesidades en los pequeños y pequeñas y que luego no quepa la posibilidad de suplirlas.

Así pues, con esta emulación de productos supuestamente pedagógicos del mercado utilizando material de desecho se corre el peligro de estar "vendiendo" indirectamente todos esos objetos y/o juguetes de las casas comerciales, pues en el fondo bien se puede estar haciendo una publicidad gratuita de los mismos que intensifica la demanda de tales productos entre los niños y niñas y/o entre sus padres, madres o tutores y tutoras, a pesar de tener como pretensiones iniciales que los pequeños y pequeñas aprendan la utilidad del material de desecho. No olvidemos, por lo tanto, que si en estas prácticas docentes la utilidad de tales productos viene dada porque con ellos se pueden construir "cosas" que se asemejan a esos productos que venden las casas comerciales de material pedagógico, entonces estamos generando o intensificando los deseos de poseer tales objetos. Téngase en cuenta, además, que la dinámica publicitaria del mercado basada en tópico "debes tener lo mejor" y en procesos en los cuales nuevos productos traicionan viejos productos, nos hace interiorizar que realmente necesitamos lo mejor que se traduce en necesitar los originales (5). Así, los niños y niñas con este tipo de prácticas docentes bien pueden estar aprendiendo a necesitar los originales de los juguetes que se emulan con material de desecho en los escenarios escolares.

Sería necesario, por el contrario, fabricar con este material de desecho juguetes, objetos diferentes a los que se publicitan, para que los niños y niñas aprendieran, no tanto a imaginarse los juguetes que no tienen, sino a jugar con los que sí tienen. Asimismo, tendríamos que adquirir el compromiso de presentar en las aulas situaciones tanto de disfrute sin material, como contextos donde el material utilizado se aleja de aquél que las casas comerciales se encargan de vender, incluso poniéndoles la etiqueta de juguetes tradicionales. En este caso, no se pierda de vista que el calificativo de tradicional bien puede ser deformado y utilizado comercialmente para referirse a aquellos juguetes que desde la óptica del mercado todo niño o niña debería poseer.

El papel de la escolaridad temprana no tendría que ser ofrecer con exclusividad material de las casas comerciales o sucedáneos de las mismas para que los niños y niñas manipulen e investiguen, sino más bien material de la vida cotidiana misma a través de los cuales los pequeños y pequeñas podrían realizar aprendizajes que van más allá del desarrollo de un conjunto de habilidades cognitivo‑motrices. Así, téngase en cuenta que tales útiles cotidianos les pueden ofrecer la posibilidad de ir explorando el contexto sociocultural donde se encuentran, la sociedad y el mundo que les ha tocado vivir, así como también puede llegar a aproximarlos a otros ámbitos culturales y a sociedades diferentes porque, no olvidemos que cualquier objeto ha sido producido dentro de conjuntos de historias, relaciones y habilidades específicas y determinadas.

Pero además conviene no perder de vista que los objetos que se ofrecen a los niños y niñas pequeños tienen el valor de mercancía de manera, que como señala PAUL WILLIS (1994: 173,174), "no han caído del cielo. Persigue el rastro de cualquier mercancía hasta la fábrica y te espera un mundo de sorpresas ‑procesos de trabajo complejos, jerarquías humanas, disciplina, raros regímenes de control y motivación humanas directiva, conflicto, cansancio y, menudo también, sufrimiento. Estas cosas nos resultan muy familiares respecto de lo que producimos pero las olvidamos respecto de lo que producen los otros". Es este olvido lo que origina, según Willis, una fascinación por el objeto de la cual deberían huir las prácticas de los profesores y profesoras de Educación Infantil. Esta fascinación acaba convirtiendo los objetos en fetiches que dificulta los procesos de toma de conciencia de los niños y niñas acerca del funcionamiento social del mundo en el que viven. Así pues, es necesario trascender en las prácticas docentes este fetichismo y analizar con los niños y niñas los procesos sociales que hay detrás de los objetos que utilizan.

Conviene recordar aquí ciertas reflexiones de profesoras y profesores de Educación Infantil que consideran que no tiene sentido que los niños y niñas aprendan a enroscar y desenroscar utilizando cierto material de las casas comerciales cuando la vida cotidiana produce multitud de objetos con los cuales los pequeños y pequeñas tienen la oportunidad, no sólo de llevar a cabo tales procesos (frascos, botes, tuercas y tornillos...); sino que además, les permiten sumergirse en el mundo real. Tales útiles vienen a dar cuenta de la vida cotidiana de las personas y su presencia en el aula contribuye a generar no pocas discusiones críticas en relación al mundo más próximo y más alejado y por lo tanto, en torno a los significados que arrastra todo éste material y su función como mediador en las relaciones que las personas establecen entre ellas. Bajo tales planteamientos se estaría transcendiendo una utilización de los objetos como puros fetiches en masa, sin pasado, ni futuro, productores de juegos estandarizados e incluso empobrecidos. Los profesores y profesoras de esta Etapa tendrían que adquirir el firme compromiso de introducir en las situaciones de aula esta visión social del material, de los objetos, de manera que todos ellos perdieran ese fetichismo que convierte el poseer en un placer privilegio de unos pocos. Este fetichismo, no olvidemos, tiene la virtualidad de ignorar cualquier discusión acerca de las necesidades reales que en torno a ellos tienen los niños y niñas, los profesores y profesoras e incluso, elude abordar un análisis de la historia de producción colectiva que rodea a los objetos dentro y fuera de las aulas.

Por otra parte, no olvidemos, que el material introducido en el aula pueden marcar la hegemonía de unas prácticas socioculturales sobre otras, de unos ámbitos sobre otros. Sin embargo, no menos cierto es que a través de los útiles que introducimos en las aulas de Educación Infantil se puede transmitir a los niños y niñas un respeto por una gran diversidad de contextos. Así, todos estos objetos nos pueden permitir introducir a los pequeños y pequeñas en un "aprender a escuchar" voces diferentes de aquellas que emergen en su contexto más inmediato, como bien podría ser el mundo rural, grupos minoritarios como los gitanos, mujeres luchadoras, pobres y personas sin techo, emigrantes y refugiados, pescadores, obreros y obreras de las fábricas .... Los útiles de la infancia en los escenarios escolares deberían permitir a los pequeños y pequeñas sumergirse en la reflexión en torno a esta multitud de situaciones que ha menudo han venido siendo ignoradas en la escena escolar, de manera que han venido a formar parte del denominado curriculum nulo (6). Tales consideraciones representan un desafío para las prácticas docentes si pretendemos que en los escenarios escolares los niños y niñas de ámbitos socioculturales diferentes dejen de vivir tempranamente relaciones de exclusión y dominación.

Téngase en cuenta, además, que incluso los mismos objetos fabricados en el aula por el grupo antes que materiales didácticos, son signos socioculturales cargados de significado afectivo que en el intercambio se convierten en vehículos de comunicación, en la producción de huellas concretas de las etapas de la historia del grupo. Asimismo, a menudo también tales objetos en los centros constituyen huellas importantes, no sólo de la memoria individual de niños y adultos, sino también de la historia institucional y de la lógica que regula las relaciones entre sus habitantes (SACCHETTO, 1984:126).

 

4.   De ciertos peligros de un consumo sin crítica en la Educación Infantil.

 

En el otro extremo, nos encontramos con aulas infantiles aquejadas de una inflación de material elaborado y sofisticado que no hacen sino favorecer actitudes consumistas en los pequeños y pequeñas, máxime cuando el material que se va estropeando van siendo reemplazado y en ningún caso arreglado para su reutilización en el aula. En este caso, además, se producen a menudo no pocos bloqueos de los pequeños y pequeñas en su actividad porque lejos de concentrarse en la tarea o en el juego que están realizando, se produce una dispersión de la atención, una falta de concentración y un rápido desinterés por los objetos que manipulan, abandonando la actividad para proceder a manipular otro material. De esta forma, es el deseo mismo del objeto el que se convierte en motor y la razón de ser de la actividad misma del pequeño o pequeña.

Convendría también señalar que una sociedad neoliberal como la que tenemos, en la que prima el poseer frente al compartir, plantea al profesorado un sinfín de dificultades si persigue organizar el aula para desarrollar éste último valor. Los docentes, los propios padres, madres, tutores o tutoras y la comunidad escolar en general, han de tomar conciencia acerca de cómo a menudo encubiertamente con las propias acciones se puede estar potenciando la posesión. Así, comentarios como "no le dejes la cuna no te lo vaya a romper", "mi hija trajo esta mañana un 'avioncito' ¿dónde está?"; "guarda el coche no te lo vayan a quitar"..., representan discursos que entorpecen el desarrollo en los escenarios escolares de actitudes favorables al compartir.

La contrapartida al valor del poseer tan imperante en nuestro medio, estaría también en ofrecer a los niños y niñas abundantes situaciones escolares en las cuales fuera posible disfrutar, jugar sin poseer, sin tener, sin comprar, experiencias éstas tan necesarias sobre todo si tenemos en cuenta una sociedad de consumo como la nuestra donde abundan las necesidades ficticias. No nos olvidemos cómo en los tiempos que corren la necesidad de juguetes para la actividad lúdica se ve reforzada a través de ciertas concepciones presentes en la organización de espacios determinados de juego ajenos a la escuela. Me estoy refiriendo a las denominadas "ludotecas", donde los niños y niñas tienen a su disposición una variada gama de juguetes presentes en el mercado. Conviene, destacar que las iniciativas en relación a la creación de salas de juego y ludotecas han salpicado los más diversos programas escolares como en Galicia el programa de Educación Infantil con carácter itinerante "Preescolar na Casa", que en su segundo Congreso celebrado en Lugo en 1997 presentaba entre sus objetivos la creación de tales espacios de juego. Desde mi punto de vista, las ludotecas tendrían que huir de constituirse en almacenes de juguetes y transformarse en espacios que en lugar de enriquecer el mercado del material pedagógico contribuyendo a incrementar el número de consumidores, más bien fueran lugares para la crítica y la contestación social frente a la necesidad de consumo desaforado que nos invade y que tan a menudo trasladamos a los pequeños y pequeñas.

Por otra parte, convendría referirse al consumo de determinados objetos informáticos que por su utilidad y/o como símbolos de estar

"a la última" han comenzado a invadir nuestra vida cotidiana. Los soportes de las nuevas tecnologías de la información se están convirtiendo para algunos niños y niñas desde las edades más tempranas en juguetes que se poseen y que cada vez más pronto comienzan a marcar diferencias entre los pequeños y pequeñas que tienen y aquellos otros que no poseen tales artilugios, posesión que, por otra parte, puede favorecer que los niños y niñas desde muy pequeños comiencen a vivirse como competentes en un ámbito que tanta trascendencia está adquiriendo para la vida de las personas. Asimismo, respecto a esta competencia para la utilización de esta tecnología, convendría señalar el sentimiento de no competencia que experimentan muchas mujeres en relación a estos artefactos. Es necesaria una toma de conciencia de las mujeres docentes que trabajan en Educación Infantil en relación a tales cuestiones para que incorporen en sus prácticas los desafíos que se derivan de las nuevas tecnologías, e incluso de las menos recientes, para que no se reproduzca en la enseñanza de las niñas esta situación de incompetencia (7).

La posesión de este material tecnológico puede originar diferencias muy profundas entre los pequeños y pequeñas, no sólo por el poseer tales artefactos convertidos tempranamente en juguetes infantiles; sino también, porque la habilidad de usar los tecnologías de la información se está convirtiendo en una herramienta fundamental de desarrollo y por lo tanto de poder entre los sujetos, generando nuevas desigualdades educativas. CASTELLS (1994:39,40), por ejemplo, analiza el papel de las nuevas tecnologías de la información desde el punto de vista de la economía de los países. Considera como característica esencial de esta sociedad de la información que surge, el hecho de que el mundo entero queda interconectado en sus funciones económicas a través de flujos de información y comunicación. El acceso a tales flujos se hace crítico para cualquier economía; y por lo tanto, para cualquier sociedad. Estar desconectado de la red es equivalente a no existir en la economía global. La posición en la red, es decir la función obtenida en la nueva división internacional del trabajo, se convierte en un elemento esencial para definir las condiciones materiales de existencia de cada país o región.

Dentro de esta tecnología que llega a la escuela, la informática se está convirtiendo además en un elemento capaz de acercar a otros mundos; pero de igual forma, contradictoriamente, puede contribuir a sacar a los niños y niñas cada vez más pronto de la órbita referencial de las cosas para actuar, no tanto sobre la vida cotidiana, sino más bien sobre imaginarios y/o realidades virtuales plenamente deformadas. Igualmente, si bien esta avanzada tecnología puede contribuir a enriquecer las reflexiones de los sujetos, paradójicamente, puede contribuir a generar una incapacidad en éstos para observar reflexivamente el mundo que les rodea porque en el fondo sólo se accede a una realidad simulada, que peligrosamente les puede conducir a vivir en la superficie de lo que hay, más que en las profundidades de esa realidad. En este sentido, la Educación Infantil tiene un importante papel para que los niños y niñas sigan volviendo su mirada hacia los problemas, situaciones e injusticias cotidianas, porque es esta mirada puesta en el mundo real, la que garantiza el surgimiento de una inquietud y un deseo permanente de buscar y encontrar soluciones para hacer del mundo un lugar más justo.

Asimismo, dado el peso de los medios de comunicación en la sociedad que tenemos y su influencia en las personas de todas las edades, no estaría demás hacer una reflexión en torno al papel que tales medios puedan estar ejerciendo. Así, una sociedad que dispone de tales medios de comunicación lejos de convertirse en una sociedad más ilustrada y/o informada como pretendía la modernidad, se ha transformado en una sociedad más compleja, más caótica y donde la dominación se sigue ejerciendo por doquier ‑a menudo de forma encubierta‑ porque las diferencias socioeconómicas entre los sujetos, entre las sociedades, entre contextos culturales, se traducen ahora también en diferencias en cuando al poder para acceder a la información y difundirla.

De esta forma, este control de la información viene a representar un nuevo medio de dominación de unos grupos sobre otros, de unos países sobre otros, de unos contextos culturales sobre otros. Sin embargo, como contrapartida y a modo de contrapoder, estos medios de comunicación están igualmente permitiendo que tomen la palabra minorías culturales que denuncian situaciones de opresión y que están contribuyendo a que la realidad no pueda ser vista desde un punto de vista unitario, porque, como bien señala VATTIMO (1 990: 1 8), "vivir en este mundo múltiple significa hacer experiencia de la libertad entendido como oscilación continua entre pertenencia y desasimiento".

La escolarización temprana tendría que adquirir el compromiso de analizar qué uso se hace de la información en los escenarios escolares y los medios para su difusión con el fin de no reproducir un ejercicio despótico del poder que no falta en nuestro medio socioeconómico y donde unos pocos controlan su utilización. Así, la escuela tendría que ofrecer marcos de actividad en los cuales niños y niñas, profesores y profesoras, familiares y otros miembros de la comunidad escolar compartieran la información y sirviera para producir procesos de emancipación frente a sumisiones y dominaciones encubiertas. Y aquí, convendría tomar conciencia acerca de cuan a menudo a las familias, especialmente a aquéllas más desfavorecidas socio-culturalmente, y a los mismos niños y niñas pequeños por su corta edad, se les supone ignorantes y sin capacidad de decisión u opinión, situación ésta que justificaría precisamente una mayor preocupación por el desarrollo de procesos participativos, de discusiones en las donde se comparte información, donde se vieran involucrados tanto los niños y niñas, como los adultos.

En este artículo, no podemos dejar de referirnos a la presencia de múltiples útiles con función higiénico‑sanitaria en la Etapa, sobre todo en el primer ciclo. Con el término material higiénico‑sanitario me refiero a aquél que se utilizan para prodigar a los pequeños y pequeñas ‑o prodigarse en algunos casos‑ atenciones y cuidados corporales. Me refiero así a los pañales, biberones, platos y cubiertos especiales, toallitas, vasos, cremas... que no son en absoluto objetos neutrales porque igualmente pueden marcar diferencias socioeconómicas e incluso culturales entre los niños y niñas. Esta situación hace necesaria una reflexión en los equipos docentes en relación a las normas, requisitos y pautas que se elaboran en los centros en torno a tales objetos cuyo no cumplimiento por parte de las familias origina no pocos conflictos que puede influir en la misma percepción y expectativas que el docente tenga en relación a los pequeños y pequeñas.

No olvidemos cómo las necesidades en relación a tales productos infantiles muy a menudo pasan por situaciones de "marquismo", de manera que ciertos objetos de la firma "X" se acaban necesitando como símbolo de estatus social y/o de y para responder al lema de "sé un buen padre, madre y dale a tú hijo o hijo todo lo que tú no has tenido y has deseado", es el producto pero de una determinada marca o casa comercial. Piénsese en lo relativamente fácil que resulta generar supuestas necesidades infantiles que acaban siendo interiorizadas como reales por lo adultos a través de la publicidad, una publicidad orientada más a enriquecer el mercado de productos infantiles, que a contribuir a garantizar el bienestar de esta primera infancia. A modo de ejemplo, recuerdo aquí el caso de un anuncio publicitario de una conocida marca de pañales donde se le ponía voz a un niño de apenas un año para quejarse porque no veía en el hipermercado esa marca de pañales que tanto necesitaba para que el "pis" no se le escapara. Se trataba por lo tanto, de una necesidad artificial, pues realmente el bebé no pide a su familia una determinada marca de pañales, es el adulto el que lo hace y que además tiene capacidad para llegar a generar en el niño o niña la necesidad de esos pañales y no otros. Muy probablemente, si el adulto no confía en determinados pañales, el niño o niña aprenderá a acabar rechazando cualquier otro tipo de pañal. En este sentido, en las escuelas infantiles no faltan los casos de aquellos padres, madres que llevan a sus hijos e hijas los pañales de casa porque no les gusta que les pongan los que usan cotidianamente en la escuela. Con todo ello, convendría reflexionar en torno a cómo la utilización de marcas de tales productos en determinados centros infantiles de carácter privado, puede muy bien ser utilizados como reclamo publicitario de la calidad y atención esmerada que los niños y niñas escolarizados en el mismo reciben.

 

5.   Para terminar

 

Por último, no podemos finalizar sin presentar ciertos interrogantes referidos a algunos de los útiles que utilizan los profesores y profesoras de esta Etapa Infantil para responder a las demandas de burocracia administrativa y/o como fuente de actividades escolares, sobre todo si consideramos la repercusión que tienen en sus prácticas y por lo tanto, en las mismas acciones de los niños y niñas en las aulas infantiles. La misma reforma educativa, a pesar de su discurso sobre la necesidad de trascender el uso exclusivo del libro de texto (8) en los escenarios escolares, contradictoriamente ha contribuido a un resurgimiento del mercado de las soluciones pedagógicas tanto en Educación Infantil, como en otras Etapas del sistema educativo, al dejar obsoletos ciertos materiales que se venían utilizando en el diseño de las prácticas docentes.

Asimismo, esta reforma ha potenciado una diversificación de todos éstos productos pedagógicos vendidos a modo de soluciones al profesorado, fenómeno éste muy acorde con un mercado que ha encontrado en esta diversificación una estrategia para incrementar el consumo de material pedagógico y hacer distinciones de clase económica entre los sujetos, en función ya no sólo de la marca comprada, sino también de las tipologías de productos consumidos de la misma. Esta situación relatada no hace sino mostrar una faceta más del sistema económico de corte neoliberal en el que estamos inmersos. La diversificación de soluciones pedagógicas presentes en el mercado bien pueden provocar en los docentes, e incluso en otros miembros de la comunidad escolar, no sólo la sensación de cambio del quehacer de la enseñanza (aunque éstos sean ficticios); sino también de autonomía en las elecciones docentes, pues la diversificación de marcas y de productos bien pueden hacer sentir que libertad y capacidad de elegir qué consumir significan lo mismo. Se trata así de una autonomía docente ficticia que se apoya en la capacidad de poder elegir y consumir productos pedagógicos acabados y que olvida que tales elecciones pueden ser hábilmente manipuladas a través de no pocas campañas publicitarias y de las más diversas estrategias de venta. Desde una autonomía real del profesorado aquellas situaciones de elección de cualquier tipo de material estarían empapadas de procesos de reflexión crítica y discusiones en los equipos docentes acerca de los valores presentes en todos estos materiales.

No olvidemos, además, que en esta diversificación del mercado de los materiales cada uno de éstos se ofrecen como panacea a las diversas complicaciones que producen las reformas de los sistemas educativos ‑tanto del diseñó, como del desarrollo del curriculum en las aulas y en los centros en general‑; e incluso, se elaboran materiales para el profesorado nostálgicos de una burocracia escolar menos compleja.

Así, lo mismo se vende globalización, que proyectos separados por áreas; soluciones a problemas individuales de los niños y niñas y soluciones a problemas sociales; trabajo en equipo de los profesores y profesoras y supervivencia individualizada ante los problemas en los centros... Es decir, se vende todo. Se vende la contradicción en sí misma, se vende el tradicionalismo y el progresismo, el conservadurismo y el neoliberalismo (9), de manera que se trata de un mercado que parece conciliar discursos que parecían irreconciliables.

La falta de tiempo del profesorado y la multitud de tareas a las que tiene que dar respuesta, no sólo está generando en los docentes la necesidad de disponer de textos escritos que le ofrezcan actividades para realizar en el aula. También la abundancia y complejidad de las tareas burocráticas a las que tienen que dar respuesta con los cambios del sistema educativo, hacen que entre sus requerimientos de material se encuentren también aquellos materiales que les aproximen a cómo dar forma oficial a sus producciones burocráticas escritas. Es decir, se trata de textos que permiten al profesorado de Educación Infantil incorporar en su discurso una serie de términos y formalismos para que su práctica aparezca como oficialmente normalizada ante la inspección correspondiente. Para concluir, diremos que en cualquiera de los casos, no debemos olvidar, como señala APPLE (1993c:211), que el profesorado transforma el texto empleado cuando lo utiliza en el aula a partir de sus propias experiencias y circunstancias sociales, económicas, culturales y de género. Así, conviene puntualizar que niños y niñas, profesoras y profesores, constituyen activos constructores de significados en los escenarios escolares, de manera que son capaces de reconstruir aquéllos que cualquier tipo de material soporta a partir de sus propias experiencias. Es en la construcción de tales significados, en donde la escuela y la formación de profesores y profesoras debería intervenir, de manera que se camine hacia interpretaciones cada vez más críticas del mundo.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 

APPLE, M. W. y CHRISTIAN‑SMITH, L.K (1991) (Eds.): The Politics of the Textbook. Londres: Routledge.

APPLE, M. W. (1993a): Offcial knowledge. Democratic education in a conservative age, Londres: Routledge.


APPLE, M. W. (1993b): "El libro de texto y la política cultural". REVISTA DE EDUCACION, núm. 301, págs. 109‑126.

APPLE, M. W (1996): "Educación, identidad y patatas fritas baratas". APPLE, M. W: POLITICA CULTURAL Y EDUCACION. Madrid: Morata.

BOWLES, S. y EDWARDS, R. (1990): Introducción a la economía: competencia, autoritarismo y cambio en los economías capitalistas. Madrid: Alianza Universidad Textos.

BRYSON, M. y CASTELL, S. (1995): "A Chip on Her Shoulder?: New Technologies, Gender, and In/Equity". Rev. WOMMEN'S EDUCATION DES FEMMES, Vol. I I, núm. 3, págs. 15‑23.

CASTELLS, M. (1994): "Flujos, Redes e Identidades: una teoría crítica de la sociedad informacional". En CASTELLS, M., FLECHA, R. y OTROS: Nuevas  perspectivas  criticas  en  educación.   Barcelona:  Paidós

( pp. 15‑53)

DECROLY, O. y MONCHAMP, E. (1983): El juego educativo. Iniciación a la actividad motriz. Madrid: Morata.

FLECHA, R. (1994): "Las nuevas desigualdades educativas". En CASTELLS, M., FLECHA, R. y OTROS: Nuevas perspectivas críticas en educación. Barcelona: Paidós (pp.57‑82)

GALBRAITH, J.K. (1992): La sociedad opulenta. Barcelona: Ariel (3a edición).

McLAREN, P.L. (Eds.): Critical Literacy. Politics, Praxis, and the Postmodern. Nueva York: Estado de la Universidad de Nueva York. pp. 193‑215.

MICHELET, A. (1987): Los útiles de la infancia. Barcelona: Herder.

PÉREZ TORNERO, TROPEA, F., SANAGUSTIN, P. y COSTA, P.O. (1992): La seducción de la opulencia. Publicidad, Moda y Consumo. Barcelona: Paidós/Textos.

SACHETTO, P.P. (1986): El objeto informador. Los objetos en la escuela entre la comunicación y el aprendizaje. Barcelona: Gedisa.

RECK, H.U. (1988): "Política conservadora, trabajo, socialismo y utopía". En HABERMAS, J. (Ed.): Ensayos políticos. Barcelona: Península.

RITZER, G. (1993): The MacDonaldization of Society. Londres: Pine Forge Press.

SANCHEZ BLANCO, C. (1994a): La cooperación en Educación Infantil. A Coruña: Universidad de A Coruña (1997).

SANCHEZ BLANCO, C., C. (1994b): "Reflexiones sociocríticas en torno a la reforma del sistema educativo en la etapa de la educación Infantil". En VV.AA: Nuevas Perspectivas Criticas en Educación. Congreso Internacional (Libro de Comunicaciones), Barcelona, 6‑8 de julio, Universitat de Barcelona/Fundació Boch I Gimpera, pp. 196‑ 201 .

SANCHEZ BLANCO, C. (1994c): El desarrollo de actitudes en Educación Infantil. Zaragoza: Edelvives (1995)

SANCHEZ BLANCO, C. (1995): "Estrategias y Métodos de Enseñanza". En SALAZAR GONZALEZ, J. y OTROS (Eds.): Formación de Profesores de Educación Secundaria. Programación y Evaluación Curricular. Madrid: Complutense, pp.131‑143.

SANCHEZ BLANCO, C. (1996): "Socialization in schools".En 6° European Conference on Quality of Early Childhood Education. Developing Adults, Developing Children. Libro de resúmenes de Comunicaciones. Lisboa: Texto Editora, p. 22.

SANCHEZ BLANCO, C. (1997a): "Reproducir versus resistir. Algunas contracciones en la práctica educativa de la Educación Infantil". Revista SIGNOS, núm. 19, 1997, pp. 42‑49.

SANCHEZ BLANCO, C. (1997b): "El uso social de los objetos en la Etapa Infantil: educando para el compartir". Rev. KIKIRIKI COOPERACION EDUCATIVA, núm. 46, pp.18‑24.

TORRES, J. (1991): El curriculum oculto. Madrid: Morata.

TORRES, J. (1994): Globalización e interdisciplinariedad: el curriculum integrado. Madrid: Morata.

VATTIMO, G. (1994): "Posmodernidad: ¿Una sociedad transparente?". En VATTIMO, G., MARDONES, ].M y OTROS (Eds.): En torno a la posmodernidad. Barcelona: ANTHROPOS, pp. 9‑19.

Willis, P. (1994): "La metamorfosis de mercancías culturales".En CASTELLS, M., FLECHA, R. y OTROS: Nuevas perspectivas criticas en educación. Barcelona: Paidós, pp.167‑206.

 

Notas

 

(1) Los términos material y/u objeto se utilizarán en este artículo en un sentido amplio, de manera que las reflexiones estarán referidas tanto al material no estructurado que pueda estar presente en los escenarios escolares de la Educación Infantil para su uso por niños, niñas y adultos (papel, madera, pintura...), como a aquel otro estructurado formado por ciertos útiles escolares (pinceles, lapiceros, rotuladores, punzones, caset, vídeo, ordenador, libros...). Me referiré también en este artículo a los juguetes definidos como tales, como por ejemplo, los camiones, las muñecas, los cacharritos, los animales de plástico o madera... y a aquellos otros útiles obtenidos como desecho (frascos, botes...) y que se utilizan en las aulas de Educación Infantil.

(2) Para un análisis muy detallado acerca de la génesis del discurso en relación al material centrado en el niño o la niña véase MICHELET, A. (1987): Los útiles de la infancia. Barcelona: Herder.. Michelet hace un recorrido por diferentes autores y autoras que han ejercido una profunda influencia en las concepciones acerca del material educativo (Séguin, Itard, Montessori, Froëbel, Decroly...). El material llamado educativo, según Michelet, "permite al niño, por su propia experiencia, la educación de los sentidos y le lleva poco a poco al descubrimiento de las ideas. No constituye un medio para facilitar la enseñanza sino que es la enseñanza misma. Manipular es aprender". (MICHELET, 1987: 14). Véase también la obra de Decroly y Monchamp que a continuación reseño por los abundantes ejemplos que ofrece y que nos permiten entender el origen de algunos de los materiales utilizados en la actualidad en los escenarios escolares de la Educación Infantil la obra. DECROLY, O. y MONCHAMP, E. (1983): El juego educativo. Iniciación a la actividad motriz. Madrid: Morata.

(3) No obstante, no debemos olvidar, que junto a un discurso oficial en torno al juego y los juguetes, se ha dado también en ocasiones toda una concepción práctica de la vida cotidiana que los considera no rentables e improductivos. Véase al respecto TORRES, J. (1991 a): El curriculum oculto. Madrid: Morata (p. 81)

(4) De hecho, en parte, el material didáctico nace justamente, al menos en las intenciones dice Sachetto‑ "para quitar al adulto el papel de único interlocutor del niño; el objeto, el material didáctico, se convierte en interlocutor importante que incluye al niño en descubrimientos cada vez más profundos de los misterios que se esconden en lo compacto de los objetos terminados, resultado de muchas intenciones, operaciones, relaciones entre sujeto y objeto". Véase SACHETTO, P.P. (1986): El objeto informador. Los objetos en la escuela entre la comunicación y el aprendizaje. Barcelona: Gedisa (p.120)

(5) Sobre el aprendizaje que genera el mercado en torno a necesitar los originales véase al respecto WILLIS P. (1994): "La metamorfosis de mercancías culturales". En CASTELLS, R., FLECHA, R. y OTROS: Nuevas perspectivas criticas en educación. Barcelona: Paidós (p.195)

(6) Sobre las denominadas "voces ausentes" en la selección de la cultura escolar, véase TORRES, J. (1994): Globalización e interdisciplinariedad: el curriculum integrado. Madrid: Morata (p.133‑152)

(7) Sobre la necesidad de cambio en torno a las situaciones de incapacidad vividas por muchas mujeres en relación a la tecnología, véase BRYSON, M. y CASTELL, S. (1 995), "A Chip on Her Shoulder?: New Technologies, Gender, and In/Equity". WOMMEN'S EDUCATION DES FEMMES, Vol. 11, núm. 3, págs. 15‑23.

(8) Sobre la cultura y el mercado de los libros de texto y la legitimación de una cultura que éstos son capaces de introducir en los escenarios escolares véase APPLE, M. W. y CHRISTIAN‑SMITH, L.K. (1991) (Eds.): The Politics of the Textbook, Londres: Routledge. Muchas de es circunstancias que rodean a los libros de texto bien pueden estar presentes también en cualquiera de los materiales pedagógicos que se comercializan para los más pequeños.

(9) En el fondo es una cara más de esa alianza de derechas presente en nuestro contexto y a la que se refiere Apple. Se trata de una alianza que combina dos clases de lenguaje: "1) el de los niños como futuros ‘trabajadores', la privatización y la elección de mercado de los 'consumidores', las necesidades de las empresas y la rendición de cuentas y el control más rígido, por una parte, y 2) el de los valores 'cristianos’; la tradición occidental, la familia tradicional y el retorno a los 'contenidos escolares básicos', por otra. Estos dos lenguajes, hablados de forma simultánea, han creado tal alboroto que es difícil oír otra cosa. La unión de estos dos tipos de lenguajes, como hace la coalición de derechas, le otorga un poder inmenso. Amenaza con hacerse verdaderamente hegemónica". Véase APPLE, M.W. (1996): "Educación, identidad y patatas fritas baratas".En APPLE, M.W: Política Cultural y Educación. Madrid: Morata (p.38).