EL CUERPO,

EL ESPACIO, LA PALABRA Y EL SIGNO

LOGICA DE LA MATEMATICA Y DESARROLLO

DEL LENGUAJE

 

Rinaldo Rizzi

 

En la escuela se pueden hacer distintas didácticas de las matemáticas:

a) La matemática como cuenta aritmética, conjunto formal de ejerci­cios, suma pasiva de reglas vacías sin conexión entre ellas.

b) La matemática como un cál­culo abstracto con fórmulas axiomáti­cas, según la disciplina correcta, pero ajenas a la experiencia del niño.

c) La matemática como una ope­ración de concienciación lógica de la realidad y su consecuente formaliza­ción a través de una activación de las capacidades creativas de los niños. Normalmente las dos primeras son fundamentalmente preferentes o exclusivas en la escuela, a menudo también en la programáticamente "moderna" en los contenidos. Eso ocu­rre cuando la matemática se concibe "en sí misma", como una disciplina totalmente escolar que hay que trans­mitir a un sujeto ignorante, el niño, separada de las demás áreas culturales y, en general, de la vida.

 

ENTRENAMIENTO Y CON­CIENCIACION.

 

Parece obvio que una matemáti­ca del entrenamiento en las cuentas y en el cálculo formal resulta muy poco SIGNIFICATIVA para el niño, en cuanto que no constituye una labor de CONCIENCIACION y ESTRUCTU­RACION de la percepción y observa­ción de elementos y procesos natura­les, de experiencias espontáneas y de vida educativa organizada. Se presen­ta como extraña a un proceso global de discriminación, de análisis y de forma­lización simbólica de los objetos, de los cuerpos, de sus cualidades y rela­ciones, de su organización en el espa­cio y en el tiempo, de su interrelación, de los desarrollos entre elementos re­lacionados y relativos de la vida coti­diana. Esta última nos presenta no tan­to acciones superficialmente repetiti­vas únicamente, cuanto, por el contra­rio, una conexión entre conocimientos adquiridos y nuevos problemas a los que hay que dar, en una relación de socialización, respuestas lo más efica­ces posibles.

 

Si la matemática se reduce a la explicación, árida clasificación, me­morización de fórmulas y mecánico conjunto de ejercicios, en los distintos niveles de edades y de estudios, resulta obvio que será muy pobre la conexión entre el itinerario LOGICO y el itine­rario semántico del lenguaje. Enten­diendo ésto como un proceso de impli­cación total, afectivo-cognoscitiva, y por tanto como acto de aumento de conocimientos y de inteligencia, ope­rativa y comunicativa, y no sólo como acumulación de un saber abstracto, inaplicado e inaplicable en contextos distintos del rigurosamente disciplina­rio y escolar.

 

Para no quedarnos bloqueados en este callejón oscuro y sin salida, hay que dar sentido concreto, operatividad consciente, problematicidad clarifica­dora y en resumen signo significativo al procedimiento didáctico en el aprendizaje lógico-matemático. Con este fin, tenemos presente algunos ele­mentos de nuestra existencia como se­res vivos (pensantes y comunicativos):

 

- Sin cuerpo y sin percepción sensitiva no hay vida ni siquiera vegetal;

- Sin cuerpo, puesto en relación con otros cuerpos, no se construyen las imágenes y los pensamientos;

- Sin relaciones y contactos no tiene lugar un desarrollo de las necesi­dades y por tanto una necesidad de comunicación y de palabra;

- Sin sensaciones, emociones y problemas de vida no subsiste exigen­cia de relación comunicativa porque no hay conciencia de ser y de transfor­marse;

- Sin la comunicación de expe­riencias convertidas en conocimientos no surge la necesidad de realizar nive­les de comunicación y de memoria eficaces en el espacio y duraderos en el tiempo.

 

Si compartimos estas afirmacio­nes/observaciones como constatacio­nes de lo real, entonces se dan una serie de consecuencias en el terreno de la didáctica de las matemáticas:

- La TOPOLOGIA no puede de­rivar más que de las relaciones perso­nales, como sujeto físico, que necesita darse una estructuración de las partes del cuerpo y de establecer una relación clara entre éstas y lo que está fuera de él, o sea, los demás y las cosas en el espacio.

- La ORDINALIDAD no puede fundarse más que en el orden natural de los objetos y de los cuerpos que rodean al niño y de los tiempos de los hechos en relación, ante todo, con él mismo.

- la CARDINALIDAD no puede estar construida más que en la comu­nicación de datos extraíbles de la con­creción de los elementos naturales, vi­sibles, manipulables, modificables en su organización y simbolización.

- La GEOMETRIA no puede na­cer sino de la observación de los obje­tos, de los espacios, de sus intercone­xiones figurativas, dándoles formas y cónicas y representativas que remiten a la fuente.

- La TOPOGRAFIA no puede madurar sino a partir de la relación entre los preconocimientos topológi­cos, ordinales y cardinales, aplicados a la experiencia y a la necesidad de representar un espacio conocido en cuanto a sus proporciones, en primer lugar genéricamente perceptivas, y en segundo lugar reales, al ser mensura­bles y no proporcionales.

- Los PROCEDIMIENTOS, la OPERATIVIDAD y las EXPRESIO­NES matemáticas no pueden fundarse sino en la búsqueda de conocimientos en las situaciones problemáticas natu­rales que los niños tienen constante­mente que afrontar, y a partir de éstas hacer surgir situaciones problemáticas didácticamente organizadas en térmi­nos cada vez más complejos.

 

DAR CUERPO A LOS SIGNOS

 

En un proceso vivo de aprendi­zaje matemático resulta, por tanto, esencial implicar el cuerpo, las manos, los objetos, el espacio, usar los mate­riales didácticos estructurados (en­samblaje, puzzler, bloques lógicos, re­glas de multiplicar, cambio multibase, tablas, geoplanos, transportadores y reglas de cálculo, dados, juegos lógi­cos, máquinas más o menos sencillas) y las estructuradas extraescolares (de los envases domésticos más usuales, a las cajas de botellas, a los cartones de huevo, a las tiras agujereadas del papel de impresora de los ordenadores, al suelo de lozas, a las estructuras geo­métricas externas de los edificios, al papel cuadriculado como instrumento manipulable,.. etc). Igualmente im­portante es implicar a los niños por completo en acciones de movimiento y de ritmo-sonido en una relación constante con materiales ocasionales y signos-símbolos inventados entre to­dos en clase, para definir secuencias, ritmos, relaciones, para captar y repre­sentar diversificación de valores y de significados (tono, duración, intensi­dad, relación superposición,...) y dar así el sentido de la convencionalidad y, por tanto, la relatividad de los signos (de los inventados por los niños en clase a los códigos de la cultura ofi­cial). Todo este trabajo es indispensa­ble para plantear una acción educativa de una progresiva estructuración cog­nitiva del espacio, de las cantidades, de su organización, del movimiento, de las operaciones, de las relaciones temporales, de las constantes y de las variables , de las causas y de los efec­tos en relación con las operaciones y con los elementos puestos en contacto entre ellos. Como alternativa a una matemática "muerta" se trata de activar mediante la implicación directa, sensi­tiva y emocional, una puesta en juego de sus requisitos lógicos, más o menos válidos tanto en general como con res­pecto al problema específico.

 

Actuando de esta manera es el complejo aparato del conocimiento del niño lo que se pone en  marcha y en una permanente inestabilidad evoluti­va. El objetivo que nos tenemos que marcar es conseguir, partiendo de la comprobación directa en lo concreto, descontextualizar la observación, la habilidad, la idea a partir de la expe­riencia concreta para convertirla en concepto, aplicándola a una nueva si­tuación, concebida en parte para con­solidar el dato adquirido y en parte para plantear la exigencia de encontrar nuevas soluciones y claves operativas más eficaces.

 

Se presenta entonces la necesi­dad de establecer una estrecha y ver­dadera relación entre el lenguaje natu­ral del niño (y con él todo sus prerre­quisitos y sus conocimientos más o menos válidos, por tanto implicando también sus prejuicios conscientes e inconscientes), lenguaje sincopado, es decir, mezcla natural-formal, y len­guaje formalizado, llevando a cabo en la escuela una continua labor de con­textualización, descontextualización, recontextualización.

 

Junto al cuerpo físico del niño hay que sumar el cuerpo psicoafecti­vo, puesto que el proceso de conoci­miento para ser realmente incidente tiene que abarcar no sólo la esfera cog­noscitiva (racional-formal) sino tam­bién la naturaleza metacognoscitiva del aprendizaje humano. Sólo así, for­ma lógica, signo semántico, experien­cia operativa y experiencia profunda bi-lógica se puede asociar en una rela­ción de implicación y mutación recí­procas, determinando un reordena­miento efectivo y aumento de la inte­ligencia.

 

De esta relación surge el nexo entre lógica matemática y desarrollo del lenguaje, y viceversa. El problema no tiene solo que ver, obviamente, con la didáctica de la matemática sino con el proceso natural del conocimiento, aunque a nosotros ahora nos interesa observar el aprendizaje desde un ángu­lo concreto: el lógico-matemático.

 

RELACION ENTRE LOGICA Y LENGUAJE.

 

El objetivo educativo está en pe­dirle al niño que pase de la experiencia a la capacidad de su percepción, de su observación, de su discriminación. Además, tarea del profesor es hacer explícito el modelo implícito utilizado por el alumno. Esta labor de concien­ciación es indispensable para poner en marcha una capacidad, en matemáti­cas y en la vida, de organización, de aportación crítica, y no de simple cuenta y habilidad-repetitiva, concreta, aislada del contexto general de la ex­istencia. Considerar la novedad y el obstáculo como hechos naturales y condiciones necesarias para la motiva­ción a un aprendizaje en espiral, signi­fica al mismo tiempo considerar que dificultad y error constituyen no datos que hay que rechazar sino "palancas" educativas. Estas pueden requerir una movilización de los conocimientos personales y favorecer su socializa­ción en una investigación común me­diante una argumentación recíproca y una confrontación de hipótesis y de procesos. De esta manera se procede no por axiomas trasladados y que hay que aplicar pasivamente, sino a través de miniestructuras mentales construi­das a la vez en un itinerario-proceso continuo y en espiral. En esta manera de proceder no lineal y no uniforme entre sujetos y en el tiempo, son pues­tos en entredicho y superados por el niño los datos anteriormente adquiri­dos en la escuela, y los modelos corre­gidos en anteriores y diferentes ámbi­tos pero que se presentan inadecuados a las nuevas situaciones de vida, crean­do una actitud laica que tiende a una estructuración cognoscitiva sistemáti­ca en términos dinámicos, como con­quista personal progresiva y socializada.

 

En la labor didáctica de contex­tualización-descontextualización, además de la relación entre lenguaje natural y lenguaje formal, surge la ne­cesidad de determinar un equilibrio entre aspectos semánticos y aspectos sintácticos del lenguaje lógico-mate­mático. O sea, la significativa especi­ficidad de cada contexto debe acercar­se a la identificación de una estructura simbólica, y viceversa. Esta, para no convertirse en fórmula repetitiva, tie­ne que poderse concretar y ser usada en situaciones existencialmente des­criptibles.

 

Se comprende entonces que es­tablecer límites entre lógica y lenguaje resulta ser una operación no natural. Dicha separación constituye un arma de defensa del docente que esconde sus propios límites culturales y peda­gógicos detrás de una sectorialidad seudocientífica de la disciplina, la au­toridad de su mesa, y un uso dogmáti­co del libro de texto.

 

Efectivamente, hay que conocer bien la disciplina matemática (como, por otra parte, las otras), poseer un rico patrimonio de técnicas; pero éstas se adquieren en el tiempo y se adaptan e "inventan" si:

 

1) HAY AMOR POR EL NIÑO, cuyo nivel cualitativo de aprendizaje crítico depende en parte, no menos preciada, de ti y de tu sensibilidad humana y profesionalidad pedagógi­ca, de tu disponibilidad a escuchar y a la observación autocrítica.

2) HAY ACTITUD CREATI­VA y de aprendizaje continuo en ti para adaptar tu conocimiento a los nuevos y diferentes problemas, para encontrar nuevas resoluciones, para saber utilizar todos los recursos huma­nos y materiales, para buscar nuevas técnicas y aceptar conocimientos y ca­pacidades ajenas, con la finalidad de ofrecer posteriores y más significati­vas estimulaciones al desarrollo con­ciente y motivado del niño.

3) HAY CONCIENCIA de que cada adquisición formal, racional en el resultado de un proceso de experien­cias contradictorias de vida, a las que hay que analizar y comprender para ser subjetivamente interiorizados, par­tiendo de sus propios prerrequisitos psicocognoscitivos puestos en una libre (o sea, realmente vivida y no sobrepuesta) interacción con los estí­mulos externos.

 

En un proceso de aprendizaje así, donde proceso y producto resultan inseparablemente unidos, entonces la estructura lógica del pensamiento (tanto la puramente matemática como la que no lo es) y la forma comunica­tivo-lingúística se convierten en partes de un mismo cuerpo cognitivo que se sustentan mutuamente, llegando a ser uno medida y condición de crecimien­to del otro, como producto y expresión de un robustecerse de la inteligencia y no sólo acumulación de una insípida memorización acrítica y pasiva.

 

En el terreno de la práctica di­dáctica un nivel profesional así no es fácil de alcanzar, ni resulta definible en fórmulas. Ese nivel es conquista constante a través de un estudio de la disciplina, una observación de los ni­ños concretos con los que trabajas, una modificación y adaptación creativa de tu intervención didáctica y trabajo educativo. Este tiene que estar enfoca­do sobre todo a respetar la necesidad tuya y del niño) de entender mientras se hace el qué, el por qué, y el cómo, encontrando en ésto alimento recí­proco para sentirse motivados a apli­car lo que se ha adquirido en contextos nuevos: éstas, precisamente porque son diferentes, te vuelven a plantear la exi­gencia de lanzar nuevas redes y de reali­zar más eficaces habilidades de inter­vención lógica y de claridad semántica en el proceso formal y en la explicación del sentido en posibles ejemplificacio­nes, transferibles a contextos imprevisi­bles y que se pueden resolver a través de operaciones lógicas conscientes y, por lo tanto, comunicables.

 

* Miembro M.C.13: (Italia). Traducción: Pilar Rodríguez Reina