LIBROS
EL MUNDO EN LA AGONIA*
Miguel A. Villagran (1)
Miguel
Delibes es muy conocido por sus novelas y narraciones, pero también es
reconocido porque en ellas destacan sus preocupaciones sociales y su defensa
del medio rural, por eso estamos ante un libro que vaticinó con certeza el
futuro que nos espera; es un aviso sobre los peligros para el hombre si no se
pone coto al despilfarro y abuso de los recursos de la Naturaleza.
El libro es la
transcripción del discurso que Miguel Delibes pronunció cuando ingresó en la
Real Academia Española de la Lengua, en mayo de 1975, y su contenido no tiene
nada que ver con reflexiones en torno al lenguaje y su pureza y esplendor, sino
que es un alegato claro contra el sentido del progreso entendido como despilfarro
y destrucción del entorno. Hay que resaltar el carácter premonitorio y avisador
que tiene este discurso de Delibes, ya que en ese año (1975)) estas
preocupaciones estaban lejos -en nuestro país- de los movimientos políticos y
sociales.
Se aportan datos tan
contundentes como estos: entre Europa y Estados Unidos, con un 16% de la
población mundial, devoramos el 80% de los recursos de la Tierra, limitados e
irrecuperables; que un periódico de gran tirada se come diariamente seis
hectáreas de bosques; que el mar Báltico es un pozo de infección; que en todos
los mares es imposible la línea de recuperación de la pesca (posibilidad de
que se desarrollen más peces que los que se pescan):
Pero a la vez se nos
hace reflexionar sobre este progreso que comporta una minimización del
hombre, y sobre nuestro papel de mera pieza en este mecanismo de despilfarro y
destrucción.
El libro se lee
rápidamente, de una sola sentada; es ameno, asequible, sencillo, y las
ilustraciones son las justas para deleitarnos unos momentos de lectura
verdaderamente placenteros e insustituibles por el consumo de «cosas» a las
que el poder nos quiere hacer creer que es el sentido de nuestra vida.
En resumen, Delibes nos
hace concluir que en lo único que merece ser «conservador» es en la preservación
de la Naturaleza y en mantener un sentido del progreso entendido como
ensanchamiento de una conciencia moral universal que rechace los valores del
dinero y el valor del hombre como amedrentador y dominador de los demás.
Y, finalmente, un
párrafo de nuestro libro comentado:
... El verdadero
progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar
cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la
Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del
despilfarro mientras los otros dos tercios se mueren de hambre, sino en
racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la
comunidad a lo necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis, y
establecer las relaciones hombre-naturaleza en un plano de concordia.
Porque si la aventura
del progreso, tal como hasta el día la hemos entendido, ha de traducirse
inexorablemente en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia
y de la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza;
del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación
del hombre por el hombre y la exaltación del dinero, en ese caso, yo, gritaría
ahora mismo, lo que el protagonista de una conocida canción americana: «¡Que
paren la Tierra, quiero apearme!».
* Delibes, Miguel: «El mundo en la agonía». Círculo de Lectores.
Barcelona 1988
(1)
Extraido de la revista «Páginas», 6.
Enero - Marzo 1991.