Entrevista con...

MIGUEL ANGEL SANTOS GUERRA

 

Joaquín Ramos García*

 

Miguel Angel Santos Guerra es profesor del Departamento de Didáctica y Organigación Escolar de la Universidad de Málaga, donde, además, dirige el ICE de dicha Universidad. Dirige, también, la revista educativa " Plazuela''.

Su campo de investigación está centrado en la comprensión de la realidad organigativa de los Centros educativos, donde propugna que se realice, por el propio equipo de profesores, una evaluación cualitativa que permita comprender la naturaleza de los discursos, relaciones y prácticas que se dan en él, de manera que subraye el valor de los procesos y mantenga una visión estructural del Centro que permita tomar las decisiones oportunas para mejorar y desarrollar la profesionalidad docente.

Asiduo colaborador de diversas revistas de educación como Cuadernos de Pedagogía, Infancia y Aprendizaje, Investigación en la Escuela...

 

Es  autor  de las siguientes  publicaciones:  " Yo  te educo, tú  me educas " ( 1.982

Imagen y Educación " (1984), " Coeducar en la escuela. Por una enseñanza no sexista y liberadora" ( 1.984 ), " Cadenas y Sueños: Contexto organizativo de la escuela " ( 1.989 ), " Investigar en organización " ( 1.990) y " Hacer visible lo cotidiano " ( 1.991 )

 

Kiki: Vivimos en un periodo de cuestionamiento y de revisión que genera incertidumbre en el hom­bre actual que se ve desbordado por la gran cantidad de cambios produci­dos en estos últimos años ( caídas de muros, fracaso de un modelo de so­ciedad, guerras informatizadas... ).

La escuela, que no escapa a esta inestabilidad socio/político/eco­nómica general, ve cuestionada su eficiencia como institución por la gran cantidad de conflictos que han ido surgiendo en estos últimos años  (escasa formación profesional del profesorado, obsolencia de métodos y contenidos, deficiencias en la edu­cación en valores... ), lo que ha traído consigo la pérdida del prestigio social que tuvo antaño.

 

* M.C.E.P. Sevilla

 

¿Qué función debe cumplir la escuela para recuperar el prota­gonismo cultural y social que tuvo antaño?

M.A. Santos: Lo importante no es recuperar el protagonismo de la escuela, sino ponerlo al servicio de auténticos valores. La escuela ha de formar a los individuos como los océanos forman a los continentes, retirándose.

 

En lo que estoy plenamente de acuerdo es en la necesidad de que la escuela se adapte a las situaciones nuevas que la sociedad va confor­mando. El alumno/a llega hoy a la escuela con un caudal importante de conocimientos ( recibidos de la televi­sión, de la cultura ambiental, de la vida familiar, de la experiencia adquirida,... ). La misión de la escuela hoy ha de consistir en facilitar al alum no/a los medios para convertir ese conocimiento fragmentario, someti­do a intereses, poco riguroso, en co­nocimiento científico. En proporcio­narle los criterios para el análisis y la crítica de ese conocimiento ( y de su génesis ) y las preguntas necesarias para romper la necia hipótesis de la neutralidad del conocimiento. La es­cuela ha de poner el conocimiento al servicio de los valores. Otra misión de la escuela es mantener un compromi­so por la igualdad, por la corrección de las situaciones de los favorecidos.

El carácter contradictorio de los fines que se le encomiendan a la escuela requiere un debate sobre la naturaleza de la misma. Se pide a la escuela que prepare a los alumnos/as para los valores (solidaridad,pacifismo,autenticidad, libertad, justicia, ... ). Al mismo tiempo se le pide que pre­pare a los escolares para la vida (insolidaria, belicista, superficial, opresiva, injusta,...). ¿ Cómo romper esa incongruente misión y cómo de­cantarse hacia la educación para los valores sin poner a sus educandos a los pies de los caballos?.

 

En sí misma, la escuela, ha de encarnar las condiciones y desarrollar las reglas que pongan de manifiesto una concepción participativa, dialo­gante, flexible, respetuosa, tolerante del trabajo y de la convivencia. La escuela no puede educar para la li­bertad desde una estructura autorita­ria, no puede educar para la solidari­dad desde un funcionamiento indivi­dualista. El currículum oculto de la escuela ofrece a los alumnos/as un conjunto de aprendizajes altamente eficaz.

 

Hay que estar atento a las refor­mas para que el sentido profundo de la renovación no se centre en aspec­tos superficiales ( en el arreglo de las fachadas). Y cuando se atiende al sentido profundo del cambio, es pre­ciso realizar la evaluación de las mis­mas. Muchas reformas, emprendidas para favorecer a los menos favoreci­dos, han sido convertidas por la socie­dad en reformas que han favorecido a los ya más beneficiados, sugiere atinadamente Papagiannis.

Kiki: En la sociedad actual los Medios de Comunicación de Masas están plenamente integrados en el hogar familiar, de hecho la vida ho­gareña de la familia se nuclea en torno a ellos, teniendo de esta mane­ra una gran incidencia en la regula­ción de pautas de conductas, actitu­des y valores, en la determinación de gustos, modas y hábitos, y en la for­mación de estados de opinión.

Los niños y niñas, indefensos y sin capacidad de análisis, suelen pa­sar un promedio de más de mil horas sentados delante del televisor, lo que conduce, por una parte, a una unifor­midad de la infancia caracterizada por la igualdad en la identificación de aficiones y gustos sin importar el ori­gen territorial y social de cada uno, y, por otra parte, a disminuir sus capa­cidades creativas y expresivas.

La escuela, hasta ahora, está al margen de esta realidad siendo inca­paz de dedicar un tiempo y un espa­cio para realizar un trabajo de análisis sobre los M.C. al objeto que nuestras alumnas y alumnos comprendan pa­ra qué sirven, cómo funcionan y qué pueden obtener de ellos para que aprendan a manejarlos.

¿Que tratamiento deberían tener los Medios de Comunicación en la escuela ?

M. A. Santos: Pocos podrán dudar del poder de los medios de comunicación sobre la configura­ción psicológica de los individuos de nuestra sociedad. Los llamados me­dios de comunicación son tan pode­rosos que incluso la imagen que tenemos de ellos depende de ellos mismos.

 

Los medios de comunicación es­tablecen una difusa frontera entre la realidad y la ficción. Si se conecta la televisión y se contempla una esce­na de violencia, disparos y muerte, no sabremos inmediatamente si se trata de una película o de una filma­ción en directo en un lugar de con­flicto. La proliferación del lenguaje icónico da predominio a la esfera de la creatividad frente a la de la racio­nalidad y da lugar a un fenómeno de homogeneización de la cultura, ya que las obras se producen de forma industrial y no artesanal y muchísimas personas, de cualquier clase y posición, reciben los mismos estímulos.

 

En cuanto a la esfera de los valores, tanto en los contenidos co­mo en la forma de transmitirlo, los medios de comunicación dan pábulo a la filosofía del éxito, de la compe­tencia, de la apariencia, del consumo, de la provisionalidad, del placer, del individualismo, del dinero, del poder. Incluso desde el punto de vista estric­tamente técnico es más fácil filmar la guerra que la paz, la apariencia que el ser, el consumo que la renuncia, la posesión que la carencia.

La solución a estos problemas no es el establecimiento de la censura sino la educación de los ciudada­nos en una sociedad democrática. Hace algunos años escribí un libro " Imagen y educación", so­bre este apremiante- problema. Lo que allí planteaba era la necesidad de poner la escuela al servicio de la educación para la imagen y no sólo la imagen al servicio del trabajo de la escuela. Se les llama medios de comunicación, descubriéndose en la semántica el carácter instrumen­tal de los mismos. Es una visión limitada y parcial.

La escuela debe formar a ciu­dadanos que puedan situarse críti­camente ante los medios. Para evi­tar sus manipulaciones, para discri­minar la calidad de sus productos,para disfrutar de las obras maestras e, incluso, para poder expresarse en ese lenguaje de nuestro tiempo. A los niños/as se les pide que cuenten lo sucedido. Y para ello se les entrega una pluma, pero no una cámara. Quien domina como emisor un len­guaje puede entenderlo mejor como receptor, porque conoce su gramáti­ca, su semántica y su sintaxis. En una población de analfabetos visuales es fácil que la minoría que maneja los medios pueda controlar la opinión de la mayoría y crear su jerarquía de valores.

Kiki: Actualmente en la escuela se da una peligrosa tendencia de po­tenciar las disciplinas científicas y la adquisición de destrezas instrumen­tales dejando en manos de la iniciati­va privada las actividades comple­mentarias, lo que perjudica a las cla­ses menos pudientes que no pueden financiarse este tipo de actividades extraescolares.

¿Cómo se podría interrela­cionar la formación extraescolar con la escuela para superar esta situación actual?

M. A. Santos: Las mal llamadas actividades complementarias ( en este concepto se deja ver su condi­ción de actividades de relleno, de segundo rango ) contienen un alto poder educativo. Muchas de ellas per­miten desarrollar actitudes, adquirir destrezas y compartir experiencias verdaderamente relevantes y signifi­cativas. La escuela, obsesionada por los saberes científicos y las destrezas instrumentales, suele dar la espalda a estas otras actividades no incorpora­das al currículum explícito.

Hoy se está debatiendo el tema de la jornada única. En ese debate se produce, a mi juicio, una extrema confusión, ya que no se diferencia entre la jornada de la escuela, la jor­nada del profesorado y la jornada de las alumnas/os.

 

Mientras más tiempo estén los alumnos/as en la escuela, más fácil será favorecer a quienes fuera de ella no disponen de medios, cultura e iniciativa para realizar actividades de formación. Si se deja la tarde libre para que las familias organicen activi­dades formativas com­plementarias nos encon­traremos con que mu­chos alumnos/as no las tendrán ya que sus fami­lias no las consideran im­portantes o no tienen di­nero para sufragarlas. Mantener mucho tiem­po la escuela abierta no significa que los profeso­res/as tengan que tener una jornada prolonga­da. No. Otros profesio­nales pueden hacerse cargo de la escuela, ya que existe un paro preocupante entre los profesores/as. Es, pues, una cues­tión económica al servicio de una concepción democrática de la escue­la.

Una parte del debate se halla secuestrada por los intereses políticos y económicos. Otra por la confusión conceptual y la debilidad argumental puesta al servicio de intereses espu­rios de los profesionales y de las fami­lias. Hay que purificar el debate en dos sentidos: en primer lugar hacien­do más exigente la línea del discurso, en segundo lugar expurgándolo de intereses abstractos. El principal eje del debate ha de asentarse sobre los intereses verdaderos de los destinata­rios del servicio que una escuela au­téntica debe prestar en una sociedad democrática.

 

Cuando la respuesta más ambi­ciosa exige un aumento de los presu­puestos destinados a la educación nos encontramos con las argucias de los políticos que sesgan la selección de los argumentos y se hacen garan­tes de intereses de terceros que, cu­riosamente, les permiten defender los suyos.

 

La escuela no puede mantener­se de espaldas al ocio y al enorme potencial educativo de las actividades que yo llamaría paralelas.

 

Actividades que deben formar parte del currículum escolar ya que no son un simple adorno, un curioso complemento a los programas regla­dos. De la misma manera que el tra­bajo ( no tenerlo, que sea monótono, que esté mal remunerado... ) hace desgraciadas a muchas personas, el ocio es un campo en el que se destru­yen muchas personas arrastradas por el tedio, la manipulación comercial o los intereses económicos de quienes manejan la droga. Dicho sea de for­ma positiva: en el ocio se puede en­ contrar una fuente de relaciones en­riquecedora, de disfrute personal, de iniciativa creadora. La escuela no de­be estar de espaldas a esta vertiente de alto potencial educativo.

Kiki: Las prácticas docentes se inspiran más en la rutina, en la rigi­dez, en la improvisación y en el ado­cenamiento que en una planificación seria que tenga en cuenta las reales necesidades de desarrollo de la niña o niño que acuden a la escuela. La mayoría de las actividades se realizan sin saber muy bien el por qué y el para qué sirven.

¿Qué estrategias y medidas debería emplear la Administra­ción para incidir de una manera efectiva en la función docente?

M. A. Santos: Se ha repetido hasta la sa­ciedad que la formación del profesorado es la piedra angular del cam­bio y de la mejora en la escuela. La cuestión fundamental es saber qué estrategias condu­cen a la formación y al perfeccionamiento efi­caz de los profesionales de la enseñanza.

La formación de­penderá de la concep­ción de profesional que se tensa.

 

Si se concibe al profesor como un simple ejecutor de las prescripcio­nes ministeriales, su formación con­sistirá en hacerle sumiso y eficaz res­pecto a su comprensión y cumpli­miento. La principal tarea, en este caso, es que las prescripciones sean valiosas, que las reformas estén bien diseñadas y que las consignas lleguen de forma clara. Este profesional po­drá ser sustituido por unos textos bien diseñados y construidos que orienten su tarea en el aula. Si, por el contrario, se concibe al profesional como un experto que diagnostica, comprende e interviene en el aula de forma conceptual y adaptada, su for­mación dependerá de la capacidad de realizar autónomamente estas ta­reas.

La didáctica, en el primer caso, será una ciencia de aplicación. En el segundo caso, una ciencia de investi­gación e indagación.

 

 

Desde estos presupuestos la Administración, a mi juicio, debe de­sarrollar las estrategias de formación a través de la investigación de¡ profe­sorado sobre su propia práctica. Lo cual supone crear condiciones orga­nizativas, psicológicas y metodológi­cas para que sea posible llevar a buen término proyectos de indagación grupal e individual. No basta hacer una declaración de intenciones. No basta hacer pública la teoría que sostiene esta tesis. Hace falta crear condicio­nes para que sean viables.

Todavía es más inquietante que se hagan planteamientos en una lí­nea y que se prescriba en sentido contrario. Así está sucediendo en nuestro país con la exigencia de acre­ditar horas de cursos como un medio de formación obligada.

Esto por lo que respecta al per­feccionamiento. Habría que exigir también una mayor atención, un ma­yor tiempo y un mayor esfuerzo en la formación inicial del profesorado de todos los niveles.

Kiki: ¿Qué opinas de la actual Reforma del sistema educativo que pretende ser implantada a base de decretos y normas en el BOE?

 

M. A. Santos: Es difícil resumir en pocas palabras un fenómeno tan complejo como una reforma educati­va que contiene aspectos estructura­les, aspectos metodológicos, aspec­tos organizativos... Me parece bien que se aumente la escolaridad obliga­toria, que se atienda con mayor énfa­sis la educación infantil, que se diver­sifique la optatividad curricular en el bachillerato, que se potencie la for­mación profesional, etc. Otra cosa es que se pretenda mejorar la calidad a través de la promulgación de leyes, de la aplicación de teorías o del cam­bio de estructuras. Como explica Mi­chel Crozier, ya desde el mismo título de su obra, " No se cambia la socie­dad por decreto ".

La decisión del cambio es descendente, la concepción del mismo es jerárquica, la explicación se lleva a cabo a través de cursos. Pero no se modifican las condiciones de trabajo, no se aumenta y mejora la formación inicial, no se ofrecen motivos para el entusiasmo a los pro­fesionales que van a llevarla a cabo. Todo es peligroso porque, como de­cíamos, la reforma han de llevarla a cabo los profesionales en los centros y en las aulas.

Kiki: La reforma del Ciclo Supe­rior de la EGB se está llevando a cabo sin que se hagan transformaciones en los equipos directivos, en la confi­guración de las plantillas, en la flexi­bilización del espacio y del tiempo...

­ ¿Cómo podrá llevarse a la práctica la dimensión interdisci pli­nar del currículo manteniendo rí­gidamente establecidos los patro­nes de distribución espacio/tem­porales, el agrupamiento de los alumnos, la asignación disciplinar de los docentes...?

M. A. Santos: He dicho en otros lugares "Cadenas y Sueños: el contexto organizativo de la escuela" e "Investigar en organización" que una organización rígida es un obstá­culo casi insalvable para el cambio. La fundamentación sociológica; psicoló­gica y didáctica de la reforma se es­trella contra unas estructuras poco flexible que actúan como cadenas que aherrojan los pies del que desea moverse.

La rutinización de los comporta­mientos institucionales actúa de fre­no para el cambio. Cuando se produ­ce una fuerte mecanización no se ponen en cuestión los planteamien­tos, las relaciones, los resultados. Y si se cuestionan no se ponen medios que exigen modificaciones de las ac­titudes y de las prácticas educativas.

La escuela es una institución paralítica ya que para moverse nece­sita de la aquiescencia y de la ayuda de otras organizaciones. La escuela tiene una marcada heteronomía res­pecto a la Administración, a la socie­dad, a la tradición y a las exigencias propedéuticas de su dinámica inter­na.

Si se analiza detenidamente la Ley de Reforma se verá el escaso relieve del componente organizativo de la escuela. Se plantean los funda mentos psicológicos del aprendizaje, se hacen propuestas-metodológicas, se hace filosofía del cambio pero nc se tiene en cuenta que esa Reforma ha de realizarse en contextos concretos, en escuelas concretas, en claus­tros cuyos profesores/as tienen nom. bres y apellidos.

Imaginemos que se diseña un coche de línea estéticamente atracti­va, de potente motor, de mandos manejables, de carrocería consisten­te, de materiales de calidad pero nc se tiene en cuenta dónde va a efec­tuar el recorrido ni quien va a ser su conductor, ni si hay combustible sufi­ciente y de calidad para la marcha. El esfuerzo será vano. Si se exige a un conductor inexperto conducirlo, el fracaso será seguro. Si al conductor se le pide una alta velocidad y no hay combustible suficiente, la irritación del conductor estará más que justifi­cada. Eso sí, el coche quedará precio­so en las fotografías de los anuncios.

Kiki: Las estructuras organizati­vas de los Centros pueden ser un freno o un estímulo a la hora de emprender una acción de innovación curricular.

¿Crees que los Centros públi­cos se encuentran en óptimas con­diciones para avanzar hacia un modelo organizativo que estimule la innovación curricular ?

M. A. Santos: Los Centros pú­blicos no se hallan en óptimas condi­ciones. Esta es una cuestión impor­tante por dos motivos: el primero se refiere a esas condiciones que hacen viable y convierten en estimulante la innovación. El segundo es el contras­te de las condiciones de los Centros públicos con las de los Centros priva­dos.

No es justo que una institución que ha de ponerse al servicio de ciu­dadanos para corregir desigualdades sirva para acentuarlas de manera tan descarada.

Las condiciones a las que nos referimos son de diverso tipo: Unas de carácter organizativo (tamaño del Centro, configuración de la plantilla en torno a proyectos, baja ratio pro­fesor/alumno, tiempos de dedicación de los profesores/as que permitan trabajar de forma reflexiva y colegia­da... ), otras tienen carácter didáctico ( medios materiales abundantes, apo­yos técnicos externos e internos, es­trategias de perfeccionamiento fáci­les y eficaces... ), otras tienen carácter socioeconómico ( mejora del status profesional y económico, considera­ción elevada de las funciones docen­tes, atención a la formación inicial, sensibilidad ante los planteamientos de los profesionales... ).

No digo que todo dependa de la Administración. Los profesores son también responsables de la calidad del trabajo que se realiza en las escue­las. De hecho, en un mismo Centro, dos profesores/as que cuentan con las mismas condiciones trabajan y vi­ven su profesión de manera comple­tamente distinta. La llamada a la pro­fesionalidad de los docentes es una parte indispensable para el aprove­chamiento de las buenas condicio­nes. Lo que no es aceptable es exigir al profesorado un cambio, una nueva actitud, una práctica renovada sin que las condiciones que la hacen po­sible se tengan en cuenta previamen­te.


Kiki: La formación del profeso­rado, la inicial y la permanente, tie­nen un marcado cariz individualista

obviando claramente al Centro como unidad funcional.

¿Cómo se podría subsanar esta deficiencia en la formación del profesorado?

M. A. Santos: Creo que la for­mación inicial, la actividad profesio­nal y el perfeccionamiento del profe­sorado tienen un marcado carácter individualista. Las consecuencias de este hecho se concretan en una prác­tica que acentúa la acción de cada profesor en cada aula en detrimento de la vertiente colegiada de la educa­ción.

Hoy se está insistiendo en la necesidad de modificar el enfoque, ya que la concepción colegiada de la acción favorece el desarrollo de acti­tudes cooperativas, multiplica la efi­cacia de la actividad, favorece los aspectos fundamentales, evita las la­gunas y las contradicciones... Al mis­mo tiempo, ese modo de concebir la acción educativa en el Centro como una tarea compartida, y colegiada convierte a la acción en una excelente estrategia de perfeccionamiento. Diagnosticar, planificar, actuar y ana­lizar colegiadamente facilita la com­prensión y, desde ella, la mejora de los profesionales y de sus prácticas.

El Centro se considera como la unidad funcional de planificación, ac­ción, evaluación y cambio educativo.

Y desde esa concepción se exige el diálogo, la actitud tolerante, la cons­trucción de plataformas de discusión y de intercambio, la coordinación ver­tical y horizontal... Como consecuen­cia se hace más coherente la práctica con la formulación teórica que se pretende transmitir a los alumnos/as acerca de la importancia del trabajo en equipo, de la cooperación y de las actitudes de solidaridad y de ayuda.

El currículum oculto que encie­rra la dinámica del Centro escolar puede ser analizado e interpretado a la luz de los principios que inspiran el Proyecto educativo del Centro y que ha de ser fruto de la participación de todos los estamentos y personas que lo integran.

Se me pregunta por los medios de subsanar esta realidad en la for­mación y en el perfeccionamiento del profesorado. Ahora hay que subsa­nar, pero es más importante prevenir para que no siga sucediendo.

 

La solución se encuentra en la revisión dé los planes formación del profesorado. Voy a poner un ejemplo al respecto. En el ICE dé la Universi­dad de Málaga hemos puesto en marcha un proyecto de formación inicial de profesorado de Enseñanza Media que denominamos de Forma­ción en el Centro. Un instituto alber­ga la experiencia y su Claustro se convierte en el equipo de formación. Los alumnos y alumnas realizan en el Centro las sesiones teóricas, las sesio­nes específicas respecto a la didáctica y las prácticas tanto generales como de asignatura. Las prácticas genera­les se refieren a la vida organizativa del Centro: Claustros, Consejo esco­lar, reuniones con padres y madres... En definitiva, la formación tiene co­mo eje la vida del Centro y es en él donde encuentra sentido y relevan­cia:

En cuanto al perfeccionamiento también es posible realizar proyectos de formación basados en la actividad global del Centro. Pondré aquí un ejemplo que pronto verá la luz en una publicación realizada por los profeso­res/as del Claustro. Me refiero a una investigación realizada por un Claus­tro de profesores sobre agrupaciones flexibles de las alumnas/os del Cen­tro. Durante dos años, todo el profe­sorado de la escuela trabaja en una experiencia que permite avivar la dis­cusión, poner en práctica ideas y so­meterlas al análisis, tanto interno co­mo externo.

Kiki: En su libro "Hacer visible lo cotidiano" define a la escuela como un "micro/ecosistema" que tiende a perpetuarse a sí mismo. A lo que contribuye la parcialidad y los intere­ses de los distintos sectores implica­dos en la educación (administración, padres, docentes ...) que impiden comprender de una manera global la realidad escolar para impulsar desde dentro un cambio real de las relacio­nes que se establecen dentro de ella.

 

¿Por qué se hace tan difícil evaluar lo que sucede en los cen­tros escolares ?

 

M. A. Santos: En efecto, se hace difícil evaluar lo que sucede en los Centros escolares. Y no es fácil analizar las causas. Podríamos referir­nos al planteamiento marcadamente individualista de la acción educativa, al miedo que conlleva recibir una mi­rada crítica sobre lo que cada uno hace, a la comodidad que supone evitar un trabajo que ahora resulta complementario y gratuito, a la com­plejidad de la tarea que se realiza en los Centros, a la simplificación que tradicionalmente se ha hecho del éxi­to/fracaso de los Centros, reducién­dolo a los resultados académicos de los alumnos/as.

Ese criterio simplista tiene dos consecuencias preocupantes: la pri­mera es el reduccionismo de la finali­dad explícita o implícita de la tarea educativa de la escuela. La segunda es la falta de análisis respecto a la causalidad (es decir, de la explicación) que se da a esos resultados. Si las alumnas/os han suspendido deberán de repetir. Son ellos los responsables de su fracaso.

La evaluación de los Centros se ha realizado por iniciativa externa de la Inspección a través de cuestionarios de carácter cuantitativo. Ha sido una evaluación poco valiosa ya que sólo ha dado opinión el profesorado, el instrumento ha sido poco sensible a la complejidad y los protagonistas no han conocido muchas veces los resultados.

Otro tipo de pretendida evalua­ción ha sido la elaboración de la Me­moria de Centro, impuesta por la Administración. En general, se ha convertido en un puro trámite. El pro­fesorado ha redactado unas páginas y se han agrupado los informes para conformar un documento de carác­ter burocrático.

Kiki: Las actividades de evalua­ción en la escuela son escasas y sim­plistas, están más,atentas a los resultados que á los procesos, y tienen una escasa incidencia en las prácticas do­centes. Baste el ejemplo de la Memo­ria final que los Centros envían a la Administración detallando todo lo realizado a lo largo del curso pero sin realizar el más mínimo análisis sobre el cómo y el por qué se hizo y sin realizar la más mínima valoración sobre los resultados obtenidos.­

Estas prácticas se ven favorecidas por el escaso tiempo que el profesorado dedica a las actividades evaluadoras a lo largo del curso en su jornada laboral.

¿Qué tipo de evaluación ha­bría que realizar en los Centros para que se refleje en un cambio cualitativo de las prácticas docen­tes? ¿Y en qué condiciones se de­bería realizar?

M. A. Santos: Lo que propon­go en "Hacer visible lo cotidiano. Teo­ría y práctica de la evaluación cualita­tiva de los Centros" es una evaluación de iniciativa interna con facilitadores externos, de carácter cualitativo, atenta a los procesos y no sólo a los resultados, en la que participan todos los miembros de la comunidad esco­lar, tendente a favorecer la compren­sión de lo que sucede en el centro y que acabe produciendo una mejora de la práctica educativa.

La evaluación, así entendida, se convierte en un medio excelente de perfeccionamiento y en un camino para la innovación educativa de cali­dad. El cambio es casi inevitable, ya que si se evalua es para comprender y si se comprende es casi inevitable que surjan estrategias de cambio.

Como se apunta en la cabecera de la cuestión, para realizar este tipo de evaluaciones es imprescindible que se den unas condiciones y unos requisitos. Esta evaluación absorbe un tiempo importante de los profesio­nales: negociar los criterios y las nor­mas éticas de la evaluación, realizar entrevistas, hacer informes, negociar los resultados de la evaluación... To­das estas actividades requieren un tiempo que no se debe detraer del tiempo de ocio o de la vida familiar de los profesionales.

Otra condición es generar me­canismos para que los profesores/as que realicen este tipo de actividades no se vean perjudicados respecto a los que no las hacen o a los que hacen otras de menor valía. Me refiero a la asistencia a cursos o a la presencia en Congresos cuya acreditación pone a los asistentes en franca ventaja en la carrera meritocrática.

Kiki: Hasta ahora la participa­ción de los padres y madres con/en la escuela viene siendo testimonial (recogida de notas, asistencia pun­tual a reuniones...)

¿Cómo podríamos cambiar la actitud de las madres y los padres respecto al proyecto educativo de la escuela ?

M. A. Santos: Los padres y las madresjuegan un papel de indudable importancia en la tarea que realiza la escuela. No sólo como colaboradores sino como coautores del proyecto educativo.

La falta de experiencia exigirá un largo tiempo de trabajo coope rativo. Algunas Asociaciones de Pa­dres y Madres han entendido su tarea como la jueces del profesorado. Con­secuentemente los profesores/as han rehuido cualquier encuentro más allá de los estrictamente obligatorios. Otras han enfocado su actividad co­mo una sustitución de las responsabi­lidades profesionales de los profeso­res/as, lo que ha provocado conflic­tos y fricciones. Otras han sido meras comparsas de las decisiones del profesorado, ignorada su actuación por el autoritarismo y silenciada su voz por el menosprecio.

   Es difícil conseguir un cambio en la educación sin que los pa dres/madres lo entiendan, lo quieran y lo busquen juntamente con el pro­fesorado y los propios alumnos/as. La obsesión por las calificaciones, la indiferencia ante­ los problemas de la evolución, la falta de rigor en el aná­lisis de las causas del fracaso, hacen más compleja la comprensión de los ya por sí mismos complejos fenóme­nos del aprendizaje.

 

   Integrar a los padres/madres en el proyecto educativo no es una ame­naza para el profesorado sino una gran ayuda. Si la familia y la escuela no dialogan, no colaboran, no discu­ten sobre las discrepancias será difícil conseguir un desarrollo armónico y un avance eficaz en los aprendizajes y en la educación.

   La edad de las alumnas/os hará diversa la intensidad y la naturaleza de la participación de los padres en el proyecto. Cuando el alumno es ma­yor puede buscar por sí mismo aque­llo que le importa.

  Las relaciones de la comunidad educativa han de superar los estrictos cauces de la legalidad. Formación, información, participación y comuni­cación son los cuatro pilares de la acción educativa de la comunidad.

   Los canales para el desarrollo de esas cuatro vertientes son múltiples: indivi­duales y grupa­les, verbales y es­critos, legales y voluntarios. Es necesario que las diversas iniciati­vas sean valora­das de forma adecuada. Es fre­cuente en algu­nos Centros que se desista en la intención del tra­bajo participativo con los padres y madres si tiene lugar una mala experiencia. El pesimismo hace acto de presencia y se desvanecen las pretensiones. El pesimista siem­pre se considera realista. También es realista aquel que sólo ve los agujeros en el queso.

   

Kiki: La escuela cumple un im­portante papel en la socialización y culturización de las nuevas generacio­nes. En la escuela se aprenden nor­mas, valores y pautas de conductas; entre éstas destaca un conjunto de comportamientos y expectativas ads­critos al sexo.

   La escuela debe de actuar para no afianzar las diferencias que social­mente se establecen en función del sexo para que los/as escolares apren­dan a vivir/sentir la igualdad en la relación niño/ niña como algo natu­ral.

¿Crees que éste es un proble­ma superado hoy en día?

   M. A. Santos: La coeducación es un compromiso de carácter ético que la comunidad educativa no debe de olvidar. ¿Cómo puede afrontarse el reto de la educación desde una discriminación que atañe a las actitu­des, al discurso y a la práctica? Mu­chas personas pensarán que éste es un problema superado por el hecho de que las leyes reconozcan la igual­dad de hombres y mujeres. No es así. La sociedad no se cambia por decre­to.

   La interminable historia de la discriminación ha dejado mucho las­tre en las estructuras sociales, en la cultura y, sobre todo, en las actitudes de las personas. Las formas de discri­minación no han desaparecido: se han hecho más sutiles. De ahí la ne­cesidad de análisis finos para detec­tarlas y de fortaleza interior para su­perarlas.

   En algunos casos la. discrimina­ción es todavía descarada y brutal. Ahí está el caso de la Iglesia que mantiene la negativa de acceso al sacerdocio para las mujeres. Ahí está el trato vejatorio de la mujer en mu­chos comportamientos sexuales y en los juicios que pretenden valorarlos. Ahí está el derecho ejercido de los empresarios a la hora de la contrata­ción de personal.

   El sexo deseado, las expectati­vas familiares, la educación diferen­ciada, la profesión elegida y ejercida, las relaciones interpersonales, el juicio moral sobre los comportamien­tos... siguen abriendo heridas en el corazón de las personas. De las discri­minadas en un sentido y de las discri­minadoras en otro, también cruel.

Hace años publiqué un libro "Coeducar en la escuela. Por una en­señanza no sexista y liberadora "en el que contaba una experiencia llevada a cabo en un Centro escolar del que era Director. Toda la comunidad edu­cativa (profesores, profesoras, pa­dres, madres, alumnos y alumnas) trabajamos durante un año fo­calizando la atención en el aná­lisis, la comprensión y la mejora. La primera tarea consistió en de­tectar las pautas sexista instala­das en la vida del Centro y en las actitudes de los profesionales. La segunda, en el diseño de un plan de acción sistemático y co­legiado. La coeducación era una tarea de todos y de todas.

 

Coeducar en la escuela no es introducir un nuevo cuerpo de contenidos para que las niñas y niños aprendan nuevos con­ceptos. No es solamente evitar la dis­criminación lingüística. Es, sobre to­do, desarrollar actitudes respetuosas, generar, condiciones de igualdad, fa­vorecer las relaciones equilibradas y respetuosas entre los sexos.

 

La familia juega aquí un impor­tante papel ya que de poco serviría intensificar la vertiente coeducativa en las escuelas, mientras los padres y madres mantienen en sus vidas y en sus criterios educativos las pautas dis­criminatorias respecto a las hijas.

 

Mientras la igualdad se resta­blece es imprescindible establecer cri­terios de discriminación positiva res­pecto a la mujer. Aunque sólo sea para que se acelere el paso de la justicia. También para que en lo más cercano, en lo más vivo de nosotros se fortalezca el respeto a la dignidad de cada persona.

 

Bibliografía citada en la entrevista:

-''Imagen y educación", Editorial Anaya, 1.984.

- "No se cambia la sociedad por decre­to". Michel Crozier, INAP, Alcalá de Henares, 1.984.

-''Coeducar en la escuela. por una ense­ñanza no sexista y liberadora", Ed. Zero Zyx, Madrid 1.984.

-"Cadenas y sueños: el contexto organi­zativo de la escuela". Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga, 1.989.

-''Investigar en organización", Serv. publ. Univ. Málaga, 1.990.

- "Hacer visible lo cotidiano. Teoría y práctica de la evaluación cualitativa de Centros escolares", Editorial Akal, Madrid 1.990.