Y TERCER ENTORNO
Las nuevas
tecnologías de la información y de las telecomunicaciones (NTIT) posibilitan la
creación de un nuevo espacio social para las interrelaciones humanas que
propongo denominar tercer entorno, para distinguirlo del entorno natural y del
entorno urbano (I). Dicha transformación es lo suficientemente importante para
las sociedades contemporáneas como para que pueda ser comparada con las grandes
revoluciones técnicas habidas a lo largo de la historia (escritura,
imprenta...) e incide sobremanera en todo lo que se refiere al conocimiento
humano. Por ello suele hablarse de una sociedad del conocimiento, o también de
una sociedad de la información. La emergencia de ese nuevo espacio social tiene
particular importancia para la educación, porque posibilita nuevos procesos de
aprendizaje y de transmisión del conocimiento que se producen en las redes
telemáticas y no sólo en las aulas presenciales de los pueblos y las ciudades.
El teléfono, la radio, la televisión, el dinero electrónico, los
ordenadores, la memoria digital, los videojuegos, las tecnologías multimedia
y el hipertexto son algunas de las NTIT que posibilitan la construcción del
tercer entorno (E3). Hoy por hoy, las redes telemáticas son la expresión más
desarrollada de E3, debido sobre todo a su carácter multimedia (muy importante
a efectos educativos) y al grado de interactividad que están alcanzando
progresivamente (2).
El tercer entorno no sólo es un nuevo medio de información y comunicación,
sino también de interacción, memorización y entretenimiento. Así como los
seres humanos han de adaptarse y capacitarse para el primer y segundo entornos
(familia, escuela), cada vez será más preciso un alto grado de competencia
para actuar eficientemente en E3. Por ello es preciso diseñar nuevos escenarios
y acciones educativas, es decir, una política educativa específica para el
tercer entorno. Este artículo pretende esbozar brevemente algunos de los
cambios estructurales suscitados por el entorno telemático en los diversos
escenarios educativos y propone una serie de iniciativas para organizar un
sistema educativo en el nuevo espacio social.
*
Instituto de Filosofía, CSIC.
2. Escenarios educativos en el
tercer entorno
Al igual que otras muchas actividades humanas (la guerra, las finanzas,
la investigación científica, el comercio, la medicina, los espectáculos, las
artes, la cultura, etc.), también la educación ha iniciado un proceso de
adaptación al tercer entorno. Puesto que la estructura espacial de E3 es muy
distinta a la de los entornos natural y ciudadano tradicionales, me ocuparé
ante todo de analizar algunos nuevos escenarios educativos de E3, sin perjuicio
de que también los agentes, los contenidos y los métodos educativos también
cambien. La modificación de los ámbitos y materiales es tan profunda que
centrándonos exclusivamente en los escenarios podemos hacernos una idea
bastante precisa de los principales problemas suscitados por E3 en los
sistemas educativos.
Conviene distinguir entre escenarios para el estudio, la
investigación, la docencia, la interrelación y la diversión. Dado el alto nivel
de imbricación de la comunidad científica en las redes telemáticas por lo que
respecta a la investigación (teleciencia), es claro que hay que potenciar la
existencia de nuevos escenarios para la investigación en E3 (telelaboratorios,
museos virtuales, bibliotecas y hemerotecas electrónicas, etc.). Aquí no me
ocuparé de la actividad investigadora, centrándome únicamente en los otros
cuatro tipos de escenarios.
2.1: Escenarios para el estudio. El pupitre y la mesa de
trabajo tienen una nueva expresión en el tercer entorno: son la pantalla del
ordenador y la consola con los diversos aparatos periféricos. Si llamamos
tele-estudio a ese nuevo escenario educativo, lo más novedoso es su ubicación.
El telepupitre puede ser portátil y está inserto en una red telemática
educativa. Por ello se puede acceder a él desde casa, desde la escuela o desde
cualquier otro lugar físico, de manera que siempre está disponible para ser
utilizado. La jornada escolar deja de ser un intervalo temporal rígido, o lo
que es lo mismo, la tele-escuela siempre está abierta. Ello implica un cambio
muy importante en los hábitos educativos. Por otra parte, los materiales
educativos cambian por completo. En lugar del lápiz, el cuaderno, los lápices
de colores, la mochila, los mapas y los libros de texto, el utillaje educativo
de E3 está formado por la pantalla, el ratón, el teclado, el ordenador
multimedia, la paleta electrónica, el software y los videojuegos educativos.
El niño y la niña han de aprender a manejar estos nuevos instrumentos y los
creadores de materiales educativos han de saber plasmar el conocimiento en
los nuevos soportes. En la tele-escuela se estudiará ante la pantalla del
ordenador y con el CDI de física, matemáticas, ciencias naturales o lenguas. La
naturaleza deviene tele-naturaleza (programas televisivos sobre animales,
plantas, geografía, cosmología, etc.) y el maestro o profesor que controla
presencialmente las horas de estudio de sus alumnos habrá de aprender a hacerlo
a distancia, a través de una red telemática local. El paisaje para el estudio
cambia por completo.
2: Escenarios para la
docencia. Son las aulas o campus virtuales, a cuyos escenarios se accede
conectándose a una red educativa telemática. Aparte de ser aulas distales, lo
más notable es que dejan de ser recintos con interior, frontera y exterior,
convirtiéndose en redes telemáticas en las que se desarrollan las diversas
acciones educativas. El teletutor, por ejemplo, puede proponer una serie de
problemas previamente diseñados, controlar a distancia lo que hacen los
alumnos en su telepupitre escolar o doméstico, corregirles entrando en su
ordenador, sugerirles ideas, motivarles, etc., pero todo ello en un nuevo medio
que no es físico, sino electrónico. Incentivar el trabajo en equipo en el nuevo
entorno telemático es uno de los mayores problemas de la actividad docente.
3: Escenarios para la
interrelación. Así como los niños y niñas se juntan en rincones, pasillos o
escenarios educativos específicos (teatros, clases prácticas, cines, aulas de
expresión corporal, bibliotecas, etc.), así también las escuelas del tercer
entorno habrán de construir los escenarios electrónicos correspondientes. Pese
a algunas limitaciones importantes, que luego comentaremos, los procesos de
socialización también pueden desarrollarse en el tercer entorno. Enseñarles a
diseñar su propia imagen digital, a moverse, a dirigirse a otras personas en
las escuelas virtuales, a respetar las normas de la cibercortesía, etc., pasan
a ser otros tantos objetivos de la acción educativa. Como en los casos
anteriores, estos escenarios son distales, reticulares, no presenciales,
multicrónicos, etc. Es decir, poseen algunas o todas las propiedades que
definen al tercer entorno como espacio social específico (3).
Lo anterior vale para los
diversos niveles educativos. Algunas Universidades ya han comenzado a desarrollar
sistemas de tele-enseñanza (campus virtuales) que han de ser considerados
como complementarios a los ya existentes en E1 y E2. En esos campus virtuales
se insiste ante todo en el estudio y en la transmisión de conocimientos. Sin
embargo, igual de importantes son los escenarios electrónicos en los que
pudiera desarrollarse una vida universitaria (actividades comunes,
tele-reuniones, trabajo en equipo, etc.). Aquellos campus virtuales que sepan
ofrecer las múltiples facetas de la vida universitaria, y no solo la relación
docente, tendrán un éxito mayor.
4: Escenarios para el
juego y el entretenimiento. Si pensamos en la enseñanza media, conviene
recalcar la enorme importancia que tiene otro tipo de escenario, a los que
genéricamente denominaré patio de colegio. Allí se juega a diversas a cosas,
unas organizadas, otras improvisadas. También se charla, se hacen bromas y
travesuras, en suma, los niños se divierten. Crear este tipo de escenarios en
las instituciones educativas del tercer entorno es indispensable si de verdad
se quiere crear un sistema educativo y no simplemente una academia a
distancia. Por tanto, las enseñanzas medias han de acometer la construcción de
colegios e institutos que tengan tele-patios electrónicos, sin perjuicio de que
los chavales vayan además a los cibercafés ciudadanos y a los locales de
videojuegos. Incluso es probable que la creación de estos nuevos escenarios
educativos sea todavía más urgente que la construcción de campus universitarios
virtuales. En este caso, la adaptación a E3 de las actividades lúdicas de los
colegios y escuelas tiene tanta importancia (o más) que la creación de aulas
electrónicas. El telepatio de colegio ha de ser diseñado con extremo cuidado,
porque buena parte de los procesos de socialización y de adaptación real al
nuevo espacio telemático tendrán lugar en esos ámbitos, que han de ser
netamente interactivos y deben propiciar la invención y la creatividad.
En resumen, se trata de
transferir a E3 los diversos escenarios educativos, incluyendo las casas y
las relaciones entre padres y enseñantes, así como de crear otros nuevos
(musicales, cinematográficos, televisivos, etc.). Ejemplificaremos el cambio
a partir de un escenario canónico, el aula dista¡, pero las tesis que vamos a
mantener valen también para otros tipos de escenarios, incluyendo los
despachos de dirección y planificación.
3.
Propiedades estructurales del tercer entorno.
En este apartado profundizaré brevemente en la estructura espacial del tercer entorno, en la medida en que los diversos escenarios educativos han de adaptarse a su estructura para poder cumplir su función. Tomaré como ejemplo el aula, que en el tercer entorno se convierte en aula distal (o virtual), como ya intenté mostrar en un artículo anterior (4). La transformación de los restantes ámbitos educativos podría ser comentada de manera similar, pero aquí me ocuparé únicamente de las teleaulas, o espacios telemáticos en los que la relación docente/discente se puede producir a distancia y en red.
Para ello partiré de una metáfora que se ha hecho habitual, afirmando que la televisión y la pantalla del ordenador son nuevas puertas y ventanas que se superponen a las ventanas y puertas de las casas y de las escuelas clásicas, generando un nuevo escenario educativo al que denomino aula distal. Esta transformación no sólo se produce en el ámbito educativo. Afecta a las más diversas actividades humanas. Por eso conviene exponer brevemente el cambio de entorno suscitado por las NTIT, antes de ejemplificarlas en el ámbito escolar. Los cambios en los escenarios educativos son similares a los que se producen en otras muchas actividades sociales, y por ello este apartado aborda la cuestión del tercer entorno en toda su generalidad.
Frente a los entornos
natural y urbano, en los que las personas se ven y se escuchan a corta
distancia, el entorno telemático posibilita una visión, una audición y una
interlocución a grandes distancias, tanto espaciales como temporales.
Hablando en términos generales, cabe decir que los dos entornos clásicos son
presenciales, están basados en la vecindad
o proximidad entre los actores o interlocutores y suelen requerir la
coincidencia espacial y temporal para que la interrelación pueda producirse.
Además, son escenarios físicos, analógicos, monolingüísticos, locales,
nacionales, etc., mientras que el tercer entorno es electrónico, digital,
plurilingüístico, global, transnacional, etc. El entorno telemático al que me
estoy refiriendo, cuyo actual exponente son las redes tipo Internet, no es
presencial, sino representacional, no es proximal, sino distal, no es
sincrónico, sino multicrónico, y no se basa en recintos espaciales con
interior, frontera y exterior, sino que depende de escenarios reticulares
cuyos nodos de interacción pueden estar diseminados por todo el planeta, sin
perjuicio de que el aula distal adopte la forma de red telemática local.
Considerado globalmente, el entorno físico-social clásico posibilitó la
construcción de ciudades y edificios en donde pudieran desarrollarse múltiples
formas de interacción, pero siempre limitadas por las propiedades estructurales
mencionadas. El nuevo entorno telemático, en cambio, está posibilitando la
construcción de Telépolis, la ciudad global a distancia, en cuyas teleplazas,
telecalles y telecasas tienen cabida nuevas formas de interrelación, basadas
en las otras cuatro propiedades alternativas (5). Frente a las aulas locales,
situadas en un edificio con muros, puertas, ventanas y sucesivas
compartimentaciones con esa misma topología interior-frontera-exterior (despachos,
aulas, laboratorios, bibliotecas, patios, etc.), la enseñanza en E3 tiene
lugar a través de espacios reticulares que llegan a los profesores y a los
alumnos a través de las telepuertas y televentanas que son la pantalla del
ordenador y del televisor, por mencionar únicamente las interfaces principales
que conectan los espacios docentes con el tercer entorno. Las aulas no desaparecen,
ni tampoco la escuela. Lo que ocurre es que, además de las puertas y ventanas
que conectan con lo próximo, existen también las telepuertas y las
televentanas que permiten conectarnos al
tercer entorno.
Cabe distinguir muchas
diferencias estructurales entre el entorno telemático y los entornos natural y
urbano (6), pero la que se refiere a la distancia tiene, a mi modo de ver, una
relevancia mayor. Por eso distingo los dos entornos diciendo que el primero es
proximal y el segundo dista¡ (7). La escuela que hemos conocido ha utilizado
libros de texto, pizarras, láminas, mapas, pupitres, cuadernos, plumillas,
lápiz y tiza. La teleescuela usa videos, páginas electrónicas, imágenes
multimedia, ordenadores, CD-Roms, teclados y ratones. La segunda no sustituye
a la primera, ni la hace desaparecer; pero sí que inaugura unas nuevas formas
de interrelación docente que merece la pena comentar. No es lo mismo aprender
matemáticas o geografía en un libro, en un mapa o en una pizarra que hacerlo
en pantalla a través de un software matemático o circulando por Internet. No
es lo mismo ver la naturaleza a través de la ventana del aula o subiendo a un
monte en una excursión escolar que contemplar un documental a través de la
televisión. En el primer caso, el instrumento docente está presente ante
nosotros: se puede tocar. Y otro tanto ocurre con el maestro o profesor y los
alumnos o estudiantes. En el segundo caso, tanto los agentes docente/docentes
como los instrumentos están a distancia, lo cual genera relaciones educativas
muy distintas. Adaptarse al nuevo entorno telemático, saberse mover en él, pasa
a ser tan importante como saber calcular, hablar, leer, escribir e incluso
andar. Saber analizar una imagen multimedia y saber componerla o modificarla
es la nueva forma de alfabetización, o mejor, de al fanumerización. Saber
interrelacionarse a través de los artefactos telemáticos se convierte en una
nueva forma de socialización.
La principal
insuficiencia del nuevo entorno es táctil. Las aulas telemáticas permiten
algunas formas de interrelación, pero éstas son exclusivamente audiovisuales.
El teletacto está en una fase muy primaria de investigación, y por ello el
contacto físico no es posible a través de las redes telemáticas. Esta es la
gran ventaja de las aulas clásicas, y en general de los entornos urbano y
natural. Podemos ver animales y plantas a través de la televisión, incluso con
mayores detalles y precisión de lo que resulta factible en el entorno físico,
pero no podemos tocarlos, examinarlos, sentir su materialidad. De la misma
manera, los niños y las niñas interconectados telemáticamente pueden intercambiar
dibujos, escritos e incluso jugar a videojuegos en red, pero están privados de
todas las actividades que implican un contacto físico, tan importantes en esa
fase educativa. Este es el motivo principal por el que, hoy por hoy, la escuela
proximal es insustituible por la distal. La tele-escuela es una implementación
de la escuela presencial, y lo seguirá siendo durante bastante tiempo. Unicamente
si la digitalización y la transmisión a distancia de sensaciones táctiles
llegara a tener la calidad que ya tienen la digitalización, comprensión y
teletransmisión de las imágenes visuales y auditivas podría pensarse en que
la escuela distal fuera una alternativa a la proximal. Esta eventualidad parece
bastante lejana.
Por eso conviene pensar
en el aula como un recinto que conecta, por una parte, con el entorno próximo,
y por otra con el entorno telemático. Dado que los pueblos y las ciudades
clásicas van a seguir existiendo, una educación adaptada a lo que serán las
necesidades del siglo XXI debe desarrollar en los niños y niñas aptitudes para
los tres tipos de entorno, pero entendiendo siempre que los dos primeros
(presenciales, proximales, sincrónicos y concentrados en recintos) siguen
siendo los más importantes. Así como unos juegos presenciales tienen mayor
valor educativo que otros, otro tanto cabe decir de los telejuegos (o
videojuegos) y de los programas televisivos. Desde el punto de vista del tercer
entorno, las horas que dedica un niño a ver la televisión, a los videojuegos o
a navegar por Internet pueden ser comparadas con el tiempo que empleaban o
emplean los niños y niñas que se educan en las calles y plazas de las ciudades
y pueblos, en lugar de acudir a la escuela. Los diversos canales de televisión
pueden ser considerados como las plazas de Telépolis, mientras que Internet es
su calle mayor, a la cual confluyen otras muchas telecalles o redes
telemáticas.
4. Algunas consecuencias educativas.
Implantar la tele-escuela equivale a generar espacios urbanos en Telépolis cuyas funciones sean básicamente educativas. Ello implica varias transformaciones, por ejemplo:
1.- Que determinados programas televisivos diseñados por pedagogos y expertos en las diversas disciplinas formen parte del horario escolar, independientemente de que sean vistos en la escuela o en casa. Esto ya se hace en cierta medida, pero de manera no programada ni reglada. Sacar a los niños de las plazas y calles de Telépolis y llevarlos a la teleescuela implica crear en el espacio telemático y televisivo una serie de telelocales cuyos contenidos y actividades multimedia sean adecuados a la edad, la lengua y al nivel de conocimientos y habilidades de los chavales. Se trata, en suma, de instituir una tele-escuela que incluya unos deberes para hacer en casa (ver la televisión, pero determinados programas; navegar por Internet, pero visitando determinadas direcciones Web; jugar con videojuegos, pero ante todo con aquellos homologados por su valor educativo, etc.), en lugar de dejar que los niños y niñas pululen libremente por Telépolis, y en particular por las plazas y calles donde abunda la violencia, la pornografía, la explotación publicitaria, etc., como ahora sucede.
2.- Estos nuevos materiales docentes, telemáticos y multimedia, habrían de ser elaborados por los mejores especialistas en ciencias y humanidades, pero contando con la colaboración de los/as mejores escritores/as de Telépolis, es decir: los expertos en diseño gráfico, en sintetización multimedia, en análisis de imágenes y sonidos, etc. Así como la revolución francesa llamó a sus mejores intelectuales y científicos para elaborar los nuevos materiales educativos, así también Telépolis ha de poner a trabajar conjuntamente a expertos en cine, música, publicidad, hipertexto, etc. con especialistas en las diversas disciplinas científicas, técnicas y humanísticas con el fin de generar los materiales educativos adecuados para el espacio telemático, y no sólo para el aula presencial.
3.- Aparte de alfabetizar a los chavales para el entorno urbano, hay que alfanumerizarlos para el entorno telemático. Ello implica, por ejemplo, que sepan analizar y construir imágenes visuales y sonoras transmisibles por vía telemática o televisiva, de modo que puedan leerlas, escribirlas y componerlas, y no sólo verlas y escucharlas, como ahora sucede entre los analfanuméricos, que somos la gran mayoría. También se requiere graduar los contenidos educativos multimedia, adecuándolos a las edades y a las diferencias culturales y sociales, en lugar de ofrecer ese maremágnum de oferta audiovisual que actualmente existe en las plazas y calles de Telépolis. Construir las tele-escuelas de E3 conlleva generar sitios (sites) específicos para cada materia y para cada nivel educativo.
4.-
Por supuesto, es necesario formar a los profesores que ejercerán como
teletutores o como teleenseñantes, introduciendo nuevas materias en las
Escuelas de Magisterio y llevando a cabo cursos de reciclaje para los
actuales enseñantes. Esta es una de las primeras acciones a acometer, como
veremos en el último apartado, conjuntamente con la elaboración de los nuevos
materiales docentes para el entorno electrónico y digital.
5.-
Dicho en términos generales, se requiere toda una política teleeducativa, y no
sólo una política educativa (8). La tarea es ingente, pero la institución de
los actuales sistemas educativos en aquellos países en donde existen y
funcionan desde década no lo fue menos.
Notas
(I) Ver ECHEVERRIA, J. (1999): Los señores del aire. Telépolis y el tercer entorno.
Barcelona: Destino.
(2)
Aunque no analizaré este punto, conviene dejar claro que por interactividad
entiendo simetría estricta entre emisores y receptores, no capacidad de opción
entre varias alternativas.
(3)
Ver J. ECHEVERRIA 1999,
parte I, donde se distinguen veinte notas diferenciales del nuevo espacio
social.
(4)
Ver J. ECHEVERRIA (1998):
"La escuela distal", Comunicar 10 (marzo 1998), pp. 27-31, algunas de
cuyas retomamos en este apartado.
(5)
Ver J. ECHEVERRIA (1994):
Telépolis. Barcelona: Destino, 1994 y J. ECHEVERRIA
( 1995): Cosmopolitas domésticos. Barcelona:
Anagrama.
(6)
Ver J. ECHEVERRIA 1999,
parte I, para un estudio más a fondo de las diferencias estructurales entre los tres entornos.
(7)
Tomo la distinción proximal/distal de la obra de NORBERT
BILBENY (1997): Revolución en la ética. Barcelona:
Anagrama
(8)
Para unas propuestas concretas al respecto, ver el Apéndice a Echeverría 1999.