EL PLACER DE LEER...
LA TELEVISIÓN
María Angela Trucco*
Se ha constatado
estadísticamente que nuestros hijos e hijas dedican demasiadas horas a ver la
televisión y que, a menudo, desde muy pequeños, lo hacen a solas. Poco se sabe,
sin embargo, sobre la atención y el grado de implicación que invierten en esta
actividad.
Es probable que al crecer se adapten a las
costumbres que imperan en la mayoría de las familias: pensemos, por ejemplo, en
la cantidad de niños y niñas que almuerzan con el televisor encendido, o en la
multitud de jóvenes que la utilizan como ruido de fondo mientras están
estudiando...
Una mirado atenta a los "modos de
expresión" de la televisión puede ayudarnos a distinguir y a valorar en
apenas unos instantes la calidad de
sus narraciones.
Estoy
convencida de que, hoy en día, este modo de ver la televisión hace que acabemos
por desconfiar de ella, ya que una actitud ociosa o despreocupada disminuye
las posibilidades de elegir y de distinguir. Sucumbir sin darse cuenta a
mensajes esperpénticos, ruidosos, impresionantes, violentos, deformes,
insólitos y de calificativos semejantes no conduce ni al relax ni al
bienestar, sino más bien, al atontamiento, al torpor y a una despreocupación
sólo aparente.
La pequeña
pantalla nos tiene acostumbrados a mensajes simples y rápidos, y a un trabajo
"en cadena, empalmando dibujos animados, series, culebrones y thrillers en
un rosario sin fin de estereotipos intercambiables: nuestra ración de ficción.
Algo que llena la cabeza de la misma manera que hincha la barriga, sacia, pero
no aprovecha al cuerpo. Digestión inmediato. Uno se siente tan solo después
como antes. (2)"
Nuestra
escuela, que dedica años de práctica a la lectura de los signos escritos, no
puede ignorar el hecho de que la televisión sea un medio más difuso que el
papel impreso, ni puede dejar pasar por alto que un uso tan desenfrenado de la
pequeña pantalla aparte cada vez más a los usuarios (de la escuela y de la
televisión) del placer de la lectura, y de la posibilidad de reconocer, elegir
y exigir una mayor calidad en la programación televisiva.
Existe en
nuestra escuela, incluso (o más bien, sobre todo) en la más avanzada, una
desconfianza soterrada en lo que respecta a la televisión, considerada, a
menudo, un subproducto cultural; se tolera porque forma parte de la
experiencia cotidiana del alumno, pero no es digna de tener en consideración
(excepto si se pretende realizar una labor estadística sobre el número de
horas que el alumnado pasa delante del televisor o sobre sus programas
favoritos).
Con
frecuencia, los maestros nos sentimos en la obligación (como es lógico) de
prevenir a los padres sobre las nefastas consecuencias de una larga permanencia
de los niños delante del televisor, pero nos resulta difícil tener que adoptar
una postura formativa.
En algunas
ocasiones, se organizan actividades de lectura de la imagen y de análisis del
lenguaje cinematográfico, con el fin de animar a los alumnos a crear películas
amateur con una cámara de vídeo... Pero más frecuente es la proyección de largometrajes
o documentales orientados a introducir algunas disciplinas y a hacerlas más
atrayentes, empujando así a la lectura...
* Docente a tiempo completo en una escuela elemental.
Ha trabajado en el Gruppo Nazionale *Antropología del MCE y se ocupa
actualmente del Gruppo Territoriale de Génova. Colabora con el IRRSAE de
Liguria en cursos de reciclaje laboral para el profesorado.
En general,
se tiene poco en cuenta que nuestros alumnos no son más que pequeños
espectadores y que, como tales, debería ayudárseles a crecer y a mejorar,
haciéndoles experimentar el placer de leer (no necesariamente ver) la
televisión, como un texto complejo, fascinante y misterioso.
Leer la
televisiónLeer la televisiónLeer la televisión
Leer. En la
página 1042 del Grande Dizionario Garzanti della Lingua Italiana aparece,
junto a otras, la siguiente definición: "Entender el significado de
determinados signos"... (por ej.: leer una fórmula química, leer música,
leer un mapa, la mano, las cartas...). Para poder leer los objetos a los que
hago referencia es preciso, por tanto, haber superado con éxito el esfuerzo de
aprender el significado de los signos concretos que los componen y que no son
comprensibles a primera vista. Sin embargo, cualquier persona, desde su más
tierna infancia, puede comprender la comunicación televisiva y sentirse atraído
por ella.
La televisión elabora un
lenguaje de validez universal, comprensible en su totalidad porque se dirige a
una percepción sensorial amplia e inmediata. En la pantalla todo ocurre muy
deprisa: las imágenes, los sonidos, los movimientos, los colores... nos bombardean
casi sin darnos cuenta; en muchos casos, recibimos mensajes sin ser conscientes
de ello y, con frecuencia, no notamos la presencia de modelos comunicativos
que nos hacen partícipes (... en el fondo, las imágenes cinematográficas y
televisivas son bastante parecidas a las que vivimos en la intimidad de
nuestros sueños...).
El espectador medio está
acostumbrado a tener en cuenta sólo el contenido más evidente y manifiesto de
lo que cuenta la televisión; tiende a considerarla como una mera fuente de
relax y/o de noticias. Por esta razón se compara a menudo la televisión con
una trampa en la que se cae con facilidad: no hace falta ningún tipo de
preparación previa para dejarse atrapar por una oferta de entretenimiento libre
de preocupaciones y de información/espectáculo que, aunque más de una vez
aburre y decepciona, sin duda, atrae...
Leer. "Seguir con
los ojos los caracteres de una escritura, entendiendo el significado de
palabras y frases" (Diccionario Garzanti, op. cit.). Con respecto a la
televisión, se suele reservar a los expertos en la materia o a los críticos la
labor de analizar su "escritura" y los signos que la componen: y es
que... (la comunicación audiovisual no necesita alfabetizar a sus espectadores
para atraer su atención! ... Pero tal vez sean estos últimos los que
necesiten aprender a reconocer los signos constitutivos de la televisión para
"verla mejor" y extraer de lleno su grado de potencialidad
comunicativa.
En
definitiva, se trata de "leer" la televisión para probar una nueva
manera de divertirse apelando a la atención y a la participación. Hay que
aprender a "leerla" para disfrutar del placer de dejarse atrapar por
las distintas modalidades narrativas, para dejarse fascinar por la magia de
los elementos que la componen.
Al igual que
en la literatura, en la televisión se puede comprobar que existe una cierta
indiferencia hacia el ensimismamiento, así como hacia la frivolidad; de hecho,
la indiferencia ensimismada puede hacer que la frivolidad parezca pensante y
opaca (3).
La escuela, ¿buena maestra de T.
V.?
Con ayuda de
un vídeo y de una videoteca bien surtida se puede poner en marcha una actividad
escolar que haga aflorar las percepciones experimentadas delante de la pantalla,
identificar los elementos constitutivos de la comunicación audiovisual,
renovar las emociones que despiertan ciertas secuencias, confrontar distintos
modos de expresarse con la cámara...
Toda imagen
televisiva es premeditada: incluso la más sencilla y próxima a nuestra
percepción habitual es resultado de quien decide (con los medios técnicos de
los que disponga) qué y cómo hacernos ver.
Para
detectar esta consciencia, aparentemente banal, es preciso aprender a reconocer
la presencia de la cámara, su posición con, respecto a la escena observada y
sus movimientos... Todo programa televisivo no es obra exclusiva de quien
aparece en la pantalla, sino también de quien se encarga de elegir las imágenes
que hay que filmar, de quien decide los encuadres, los ángulos, la música, el
montaje, la sucesión de todo lo que se narra; toda retransmisión es fruto de un
trabajo en equipo: al igual que el cine, la televisión es una construcción
colectiva.
Podemos
intentar, primero con los adultos y después también con nuestros alumnos, un
"viaje" al interior de la pantalla, que active en el espectador la
capacidad de descubrir, al principio, en distintas fases, los recursos técnicos
y expresivos utilizados por aquellos que, aun no estando a la vista,
contribuyen a construir la narración.
Los
"signos particulares" que forman los lenguajes audiovisuales y
construyen sus múltiples significados son tantos y tan complejos que hay que
saber apreciarlos, reconocerlos con atención, confrontarlos y analizarlos
incluso más de una vez.
Resulta
muy beneficioso para la educación de los chicos darles la oportunidad de ver
una y mil veces las imágenes televisivas desde distintos puntos de vista, y de
permitirles activar una mirada que descubra las conexiones entre lo que les
llega de la pantalla y la emoción que les produce.
Sin
embargo, no hay que olvidar que, para nuestros alumnos, la televisión
significa casi siempre relax, "despreocupación", evasión, ilusión,
juego... por lo que es importante no proponer en la escuela una televisión aburrida
(lo cual no tiene por qué estar reñido con la calidad), y es necesario
esforzarse en seleccionar fragmentos amenos e interesantes, que obliguen a un
uso de la televisión atento y reflexivo, pero al mismo tiempo dinámico y
agradable.
Todo
esto implica una labor previa de búsqueda apasionada, por parte del profesor,
de breves secuencias capaces de hacer partícipes a los pequeños espectadores,
de fascinarlos y de dirigir su mirada hacia los "modos de narración"
de los diversos tipos de programas (películas, telediarios, espectáculos,
debates, deportes, documentales, telefilmes, anuncios...), con el
convencimiento de poder conseguir que madure poco a poco su capacidad de
reconocer, escoger y apreciar narraciones de mejor calidad... (4)
Usar
la televisión (por lo menos en la escuela) de manera no ocasional, con el fin
de comparar breves secuencias cinematográficas y televisivas y considerarlas
desde distintos puntos de vista, puede proporcionar a los niños los
instrumentos necesarios para "desenmascarar" aquellos programas
realizados según esquemas convencionales y fórmulas preestablecidas, nacidos
únicamente por exigencias del mercado.
El
ideal sería conseguir que una mirada atenta a los "modos de narración"
televisivos pudiera conducir a distinguir y a apreciar las narraciones más
elaboradas y complejas (en general, debidas a la pasión y a las ganas de
comunicar)... y esto no sólo en el ámbito de la televisión, sino también, dada
su influencia, en el papel impreso y en el cine...
En la primavera de 1996, el IRRSAE de Liguria Cen colaboración con el
Club Amici del Cinema di GenovaC organizó un curso de reciclaje laboral llamado
TV, cattiva maestra? (*la televisión, )mala maestra?+), donde se proyectaron
películas sobre la temática de la televisión se crearon talleres didácticos
para el profesorado. El presente artículo retoma en parte cuestiones y
problemas afrontados en el taller de profesores de enseñanza básica.
(I)
Traducción del original italiana a cargo de Luis Cerezo Ceballos
(2) PENNAC, D. (1993):
Como una novela. Barcelona: Anagrama, 1993, p.1 13 (Título de la edición
original: Comme un roman).
(3) N. del t.: este pensamiento parafrasea a Italo Calvino en Lezioni
americone, publicada en editorial Garzanti, 1988.
(4) En las clases de segundo ciclo de básica he propuesto desde hace
ya varios años algunas selecciones de vídeo (la mayor parte de ellas, bastante
actuales) que han permitido analizar y confrontar, desde un principio, los
elementos más simples de diversos programas televisivos (encuadres, ángulos,
planos, tomas...) y que, poco a poco, han dado paso al estudio de los
elementos más complejos y cautivadores de la comunicación audiovisual (los
efectos especiales, los movimientos de las máquinas, el montaje, la relación
música/imagen...).
Para una descripción más detallada del material seleccionado y montado
en cinta de vídeo, véanse las actas del curso de reciclaje laboral TV, cottiva
maestra?, a cargo de Augusta Giolito, del IRRSAE de Liguria, Italia.