LA ENSEÑANZA COMPRENSIVA
COMO ALTERNATIVA ESCOLAR
PARA EL PRÓXIMO FUTURO
Benjamín Zufiaurre Goikoetxea*
A finales del siglo XX las instituciones educativas,
después de muchas reformas, siguen sin resolver aún el reto de atender los
cambios sociales, productivos y educativos que reclama la sociedad de la
información y la tecnología. El peso de la inercia y los contradictorios
intereses que confluyen sobre las instituciones educativas hacen que las
múltiples reformas abordadas se queden en algo anecdótico y testimonial. Es
necesario superar la lógica disciplinar y abordar la acción educativa desde una
perspectiva interdisciplinar, holística, heterogénea y crítica que permita
compaginar lo concreto con lo abstracto, lo singular y particular con lo
general, lo simple con lo complejo, lo divergente con lo convergente, lo
individual y lo colectivo...
Contextualización del fenómeno
comprensivo
La idea y la práctica de la comprensividad
en la enseñanza fue introducida en Europa procedente de los E.E. U.U. a principios
de siglo (HAMILTON, D.
1996). Por aquel entonces, y desde 1893, la Asociación Nacional de Educación
Americana tenía abierto un fuerte debate acerca del funcionamiento de la
escuela superior estadounidense. Lo que se pretendía era afrontar el reto del
futuro de la educación, que según se mantenía, debía servir al mismo tiempo
como preparación para la enseñanza secundaria y como preparación para la vida.
Con todo, la pretensión de
estos debates era la de dar contenido a las metas, finalidades, objetivos,
programas de enseñanza, y también, estructura de la escuela superior, o en
palabras de KRUG. E.A.
(1964): "reconstruir los ideales sociales y educativos como nuevo
experimento pedagógico" con la pretensión de "universalizar la educación
secundaria y analizar, al mismo tiempo, las deficiencias que se podían detectar
en el sistema educativo".
También por entonces, el movimiento a favor de la medición de la
inteligencia se encontraba en auge. Y en este contexto, la idea de que las
escuelas tenían el potencial y las posibilidades de orientar a niños y niñas
de diferentes capacidades y habilidades hacia diferentes opciones laborales
tenía fuertes apoyos. En cualquier caso, el encuadre histórico de este proceso
de reflexión en relación a la comprensividad se dió en un momento de cambio
económico, social y político importante.
Por aquella época, caracterizada también, por el desarrollo de la
industrialización, la división del trabajo se interpretaba a la luz de la
aplicación de las ideas de F. W. Taylor y su propuesta de "producción
racional". Según estas ideas, la "producción social" podría ser
mucho más eficiente si las operaciones que realizasen los trabajadores
cualificados se orientaran a guiar la labor de los no cualificados. A partir de
aquí, se podría garantizar una mayor productividad de los trabajadores no
cualificados, quienes en consecuencia, contarían con un salario inferior.
*Universidad Pública de Navarra.
Los informes que sustentaban aquel debate sobre la enseñanza
secundaria y la escuela superior americana eran:
- por un lado, el "Report del Comité de los
Diez" (1983) que se caracterizaba por cierta visión aristocrática acerca
de lo que era o podía ser la educación.
- por otro lado, los "Principios cardinales de
la Educación secundaria", con una orientación más moderna puesto que se
sustentaba en claves más democráticas.
En cualquier caso, lo
que si quedaba clara era la idea de "nueva educación" con la
pretensión de dar cabida a la "nueva naturaleza" de la "nueva
sociedad americana". Conviene añadir que aquellas pretensiones de
"educación para toda la ciudadanía" encajaban con un amplio
movimiento a favor del "progresivismo" en los U.S.A., lo que sucedía,
además, en un tiempo en el cual existía una gran preocupación acerca de cómo
inducir a los sectores inmigrantes en el sistema de valores dominantes de los
U.S.A.. En conjunto pues, se abrían interrogantes que hacían referencia a la
relación entre escolarización y mercado de trabajo, y también, a las
relaciones entre escolarización y ciudadanía.
Por aquel entonces,
Taylor reconocía dentro del esquema de su proceso de reorganización de la
producción industrial que los trabajadores no cualificados debían de tener una
visión general del proceso de trabajo en su conjunto. Y a partir de esta idea,
proponía que la supervisión y orientación de grandes colectivos de
trabajadores no cualificados correspondería a un cuerpo de "élite"
mejor preparado y formado.
Las ideas de Taylor se dirigían
hacia modelos diferenciados de escolarización en la enseñanza secundaria.
Estos modelos debían servir, al mismo tiempo, como preparación del alumnado
para estudios superiores, como preparación para el trabajo, y como preparación
para la vida. Además, esta reorganización de los sistemas de producción
debiera ser asumida por el sistema escolar de los U.S.A.: escuela elemental y
preparación comercial para el personal operario y escuela secundaria
diferenciada para la "élite" que convenía estuviera preparada para
los procesos de producción.
El
debate educativo y social de la época
Con todo, desde una
perspectiva histórica, el contexto en el que toma forma la opción escolar
comprensiva deberá analizarse a la luz de los cambios económicos, sociales y
políticos, de aquellos tiempos. Siguiendo esta opción comprensiva, el modelo de
escolarización que se propugnaba no se orientaba por una linea de ofertar un
curriculum común único, antes bien, se seguía la opción de ofertar curricula
variados dentro de un marco escolar común para todas y todos, un tipo de
"curriculum fragmentado", individualizado y diferenciado, antes que
una opción de "curriculum social".
La responsabilidad de
la "escuela secundaria", era pues múltiple: atender las necesidades
del mercado laboral, las necesidades de la democracia, las necesidades diversas
del alumnado, hacer país y, siguiendo el ritmo de los tiempos, preparar a los
jóvenes necesarios para continuar estudios superiores, a las jóvenes para el
mercado del matrimonio, y a una mayoría para el mercado laboral.
Dentro de este debate
en relación a la escuela secundaria, J. DEWEY (1899), se preocupaba por estrechar las relaciones
entre casa y escuela, lo que intentaba desarrollar en la práctica en el
curriculum de su "escuela-laboratorio". Esta escuela incluía ocupaciones
como "plantar", "coser" y otras, porque de hecho, estas
ocupaciones marcaban la vida escolar con la industrialización. Lo que Dewey,
J. pretendía, con esto, era reestablecer la influencia positiva que podía
tener hacer alusión en la escuela a los profundos cambios en el modelo de vida
americano y, en especial, "a los cambios que afectaban a la sustitución
del sistema industrial doméstico por el sistema fabril; al uso de la
maquinaria en lugar de la labor manual, a la alta especialización en los procesos
de producción que impulsaba la división del trabajo..." (COMISSION ON
THE REORGANIZATION OF SECONDARY EDUCATION, 1918:
7).
Se trataba de insistir
en las nuevas oportunidades que se podían presentar a la sociedad desde la
escuela en un momento, de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX,
cuando se percibía un declive en los modos de vida familiar, y cuando la
inmigración, proveniente ahora de la Europa del Sur y del Este, se agrupaba en
las grandes ciudades en lugar de en entornos familiares como aquellos primeros
inmigrantes, irlandeses e ingleses, entre otros, en los U.S.A.
Por otro lado, por aquel entonces también, algunas
organizaciones de productores tenían sus intereses a favor de una
"educación vocacional" que pretendía y defendía modelos de educación
secundaria diferenciados en los USA. A este debate contribuye J. Dewey, quien
criticaba el hecho de querer "convertir las escuelas en prefábricas",
lo que, según el, llevaba a un mal uso del dinero público.
Es por entonces, y en
este contexto, cuando aparece el Report ''Principios Cardinales para la
educación secundaria" en 1918. Según recogía el Report (1918: 19):
"la escuela superior comprensiva tenía más sentido como modelo de
organización de la educación secundario en los USA que otras opciones escolares
superiores especializadas". El ideal de "escuela común" del
siglo XIX parecía tomar forma con estas propuestas y, con ello, se abogaba por
contribuir al entendimiento social y por contribuir, también, a la disminución
de las desigualdades sociales.
Según recoge el Report
(¡bid.: 9), la nueva educación secundario seria democrática al objeto de
"desarrollar en cada individuo el conocimiento, los intereses, los
hábitos y poderes que se localizaron en su espacio y estuvieran a su alcance
para poder formarse en la dirección de fines nobles". Los diferentes
Programas de Estudio que aparecen, ofrecen destinos de clasificación que pueden
marcar una cierta especialización para los y las estudiantes de la educación
secundaria.
Las siete grandes
finalidades de la Educación Secundaria que se recogían en el Report, se
organizaban en torno a algunos principios como: Salud, Saber resolver procesos
fundamentales (lectura, escritura, aritmética), Ser miembro útil en la
sociedad, Vocación, Ciudadanía, Uso adecuado del tiempo libre, Carácter y
actitud ética ante la vida. Y serán estos principios los que marcarán el
decálogo de acciones a emprender para garantizar el futuro escolar en los
U.S.A. a partir de entonces.
Con todo, se trataba de
trazar unas estructuras de organización funcional para que los diferentes
campos de conocimiento se pudieran recontextualizar en, al menos, uno de los
siete principios o finalidades mencionadas que se podían interpretar, también,
como "ejes de convergencia transversales". La pretensión, entonces,
era hacer más relevantes los contenidos curriculares ajustando éstos a la vida
y a la percepción de las y los escolares de la educación secundaria.
Readaptación del modelo escolar comprensivo con la evolución de los
tiempos
A partir de estos
precedentes, con el paso del tiempo, el modelo de escolarización comprensivo de
primeros de siglo en los E.E.U.U., procede a irse readaptando, de una u otra
manera, a nuevas situaciones del desarrollo en unos u otros paises en función
de las tendencias políticas imperantes. Tanto es así, que los ideales de
"justicia social" y de "igualdad de oportunidades"
aparecerán detrás de determinadas tendencias progresistas, en cuanto que
políticas educativas, avanzado el siglo XX. Sin embargo, esto no quiere decir
que se deje de lado la función productiva y de preparación para el trabajo que
también tiene la escuela.
Pero junto con esto,
también se van desarrollando modelos contrapuestos que se amparan en la
diferenciación educativa con el apoyo a la escuela privada, o también, en la
organización disciplinar y disciplinada de las actuaciones escolares. Se trata
de esquemas educativos que apoyan la selección, la competitividad, la sumisión,
como opciones educativas alternativas. Con todo, con el paso del tiempo, la
educación secundaria comienza a diversificarse hacia una cierta comprensividad
en los últimos años de la educación primaria y primeras etapas de la
secundaria, para más adelante extenderse hacia una mayor especialización y
vocacionalización de las enseñanzas post-obligatorias. Se trata de que éstas
se dirijan hacia una pronta especialización del alumnado con la pretensión de
que pueda acoplarse al mercado de trabajo emergente. Mientras tanto, un sector
social pudiente continuará su escolarización hacia estudios superiores con la
finalidad de prepararse como élite del futuro.
De forma paralela, el
empleo productivo de la primera civilización industrial caracterizado por la
transformación de bienes primarios en productos más elaborados, evolucionará
hacia un mercado de "consumo", de comercialización, de trabajos
intermedios, de ventas, o de búsqueda de nuevos mercados, lo que lleva a toda
una serie de empleos que requieren de habilidades masculinas diferentes de aquellas que caracterizaban el período y las funciones propias de
la primera revolución industrial.
La
flexibilidad de los modelos de producción, evoluciona:
- de aparecer guíada por la aplicación de los esquemas de producción
racional "Ford - Taylor", durante años anteriores,
- a situarse en un orden "toyota" de esquemas de producción
flexibles (CORIAT, 1993 : 20-23).
Poco a poco esta flexibilidad comienza a extenderse al sistema educativo.
Pero con todo, lo que si acontece es que mientras la reorganización
estructural de la enseñanza secundaria apoya la idea de un alargamiento de los
tiempos de escolarización, las resistencia internas a favor de la innovación y
la dinamización escolar, resultan también evidentes.
En este sentido, conviene decir, que los cambios escolares de hecho no
resultan fáciles. Resulta complicado conjugar unos criterios de
"eficiencia saciar', -relacionados con una opción de escolarización
instructiva categorizable en tanto que preparación fundamentada por causas
externas: sea necesidades de un mercado de trabajo, o también, de "guarda
y custodia", o de disciplinamiento de las individualidades-, con unos
criterios de "polivalencia" o de "plurifuncionalidad"
educativa, como preparación para la vida y para un futuro compartido y democrático.
De hecho, las concepciones liberales en educación siempre acostumbran
a arrastrar rémoras conservadoras, en cuanto que miedo al cambio y defensa de
los privilegios. A esta opción se podría y debería enfrentar una tendencia
alternativa socializante, compartida y progresiva a favor del cambio y de la
evolución social.
En el contexto de este debate, las escuelas, como instituciones
mayoritariamente al servicio de un orden social establecido, tienen una
marcada tendencia a desarrollar un tipo de curriculum social y moral ligado a
algunos principios conservadores: cuidado, protección, buen comportamiento,
disciplina, antes que a principios más cercanos a lo que demanda la evolución
social: polivalencia, flexibilidad, desarrollo de capacidades, actividad.
Podría decirse que, como instituciones sociales que son, parecen mirar más
hacia el pasado que preparar para el futuro. Tienen tantas funciones
sociales, morales, y políticas que atender, que sólo pueden reaccionar muy
tarde a las ágiles demandas de desarrollo productivo.
De otro modo, podría también decirse que las demandas de la educación
no aparecen recogidas en los resultados y las pretensiones de la
escolarización. Los sistemas educativos se acercan a una estrategia de
organización anclada en lo establecido: de tipo "fordista", mientras
los sistemas productivos evolucionan siguiendo una estrategia que sigue la
línea de unos sistemas de producción y de organización "flexible y
creativa", de tipo "toyota" o lo que es decir, abriendo un
nuevo espacio hacia la revolución
de la "calidad" con la sociedad tecnológica. MURGATROYD,
S. MORGAN, (1993). Siguiendo a JACKSON, Ph. (1991)
y TORRES, J. (1991), lo que se debe aprender en las escuelas son disposiciones
relacionadas con la obediencia y la sumisión a lo autoridad, lo que aparece
ligado a un tipo de conocimiento encorsetado, descontextua¡izado y no conectado
con la realidad.
Pero aún en este contexto, poco proclive a los cambios, conviene
decir, porque así se ha constatado, que las experiencias de desarrollo de modelos
escolares comprensivos durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta, han
tenido notable éxito en diferentes paises de Escandinavia, Gran Bretaña (donde
es especialmente relevante el caso de Escocia), Canada, Australia, Nueva
Zelanda. (ZUFIAURRE, B. 1996/1999). En todas estas experiencias, ha quedado
claro, y por ello se debe destacar, que el éxito o el fracaso relativo de la
experimentación comprensiva en las enseñanzas, depende de los encuentros y
desencuentros políticos que se dan en los procesos de aplicación en la
práctica real de la reorganización comprensiva.
Las diversas experiencias resultan y han resultado ser lo
suficientemente ricas y de interés y, a partir de aquí, se puede afirmar que el
debate educativo en relación a la "comprensividad" no está aún
cerrado. Tanto es así, que la plasmación de una escuela común comprensiva en la
educación secundaria puede ser considerada una alternativa escolar válida en
el año 2000. Una vez culminada esta fase comprensiva, en periodos de
escolarización postobligatoria, se podrá profundizar en otras líneas de
escolarización más especializadas. Igualmente, corresponde decir, que el
debate sobre la reorganización de los programas de enseñanza desde la
perspectiva de los intereses de vida, antes que de cariz academicista, es a
día de hoy un debate abierto al futuro y relacionado con una idea de
comprensividad de cuanto corresponde enseñar y aprehender en las escuelas.
El desarrollo y las metas de la
Educación
Podría decirse que las finalidades de la educación, como preparación
para el desarrollo humano, el estímulo de capacidades, la participación activa
en la sociedad y en la vida, la construcción del futuro, han sido ciertamente
traicionadas por el fenómeno de la escolarización a partir de las premisas de
la sociedad industrial. Tanto es así, que la separación entre fuerzas manuales
y mentales, teoría y práctica, conocimiento y acción, enseñar y aprender, han
llevado a que los propósitos de la educación se puedan haber traicionado en su
misma evolución.
Como resultado, la vida escolar aparece dividida en materias académicas,
temas y lecciones, sobre la base de disciplinas estructuradas y que siguen
criterios disciplinados. El alumnado, almacena piezas y datos de conocimiento
que se memorizan, repiten y nunca critican. Tal como mantiene DEWEY, J. (1989: 159): "los contenidos
culturales aparecen descontextualizados y lejos del mundo de la experiencia
del alumnado. Estos contenidos se trabajan, además, de forma
aislada y no interrelacionada, de tal manera que se persiguen y defienden
estrategias individuales
de trabajo". Diríase, que el objetivo claro de
la escolarización es segregar individualidades, diferenciarlas, nunca
establecer relaciones entre los distintos grupos o campos del conocimiento, ni
tampoco integrar el conocimiento en situaciones reales de vida colaborativa.
La percepción de los sistemas de producción, caracterizados como proceso
de transformación de la materia prima bruta en materia más elaborada, se
distorsiona cuando en las escuelas se juega con conocimiento y cultura
fragmentada y no referida a situaciones de vida. El curriculum escolar aparece
organizado como repetición de viejos modelos e ideas y, mientras tanto, el
alumnado y el profesorado poco pueden hacer para dar un cierto sentido y
significado a lo que van haciendo.
Las metas del aprendizaje escolar refuerzan la capacidad de las y los
estudiantes hacia la obediencia y la sumisión. Guardar las formas es lo importante,
no tanto la reconstrucción cultural. Y mientras esto acontece en las escuelas,
el mundo de la producción y del mercado evoluciona y requiere de
individualidades con ciertas habilidades, capacidades, modos y estilos de conocimiento,
de valores, y de formas de entender y de desarrollar la actividad. Esto empuja
a que las escuelas como instituciones se deban ir preparando para afrontar el
reto de un nuevo estilo de capacitación con nuevos conocimientos, valores,
capacidades, estilos, que encajen más con una filosofía del progreso y de
evolución.
En la sociedad de la información y de la tecnología
(el cuarto estadio en la evolución, o tercera revolución industrial), a la
escolarización y a la educación se le plantean grandes retos. Pero
desgraciadamente, por otro lado, estos retos se plantean en tiempos de crisis
económico - productiva. De las y los trabajadores se espera una mayor
capacitación, creatividad, flexibilidad, y autonomía en el trabajo. Mientras
tanto, la producción de masas, rentable y de bajo costo, se concentra en
determinados territorios y con determinados colectivos que no requieren de
grandes esfuerzos en educación y que, en consecuencia, tienen pocas
expectativas salariales. Por un lado, se impone "ser profesional" con
gran capacidad de autonomía, por otro, una "preparación común" para
entender y participar en los múltiples procesos de trabajo.
Comprensividad y polivalencia
educativa
En este nuevo contexto, la enseñanza
comprensiva, entendida como se hacía en los U.S.A. a principios de siglo, se enfrenta a nuevos retos. Como sistema
puede contribuir a desarrollar en el alumnado un sentido de comprensión acerca de lo que hace, una
tendencia a involucrarse y a
participar del dinamismo de la vida, un disfrutar
de situaciones escolares desde una perspectiva práctica, lo que es decir, por
otro lado, "ser capaz" de aplicar los conocimientos a la investigación,
al desarrollo tecnológico, a la resolución de problemas. Esto nos lleva a
apoyar desde la escuela una formación polivalente y multifacética, que implica
o conlleva organizar las actuaciones escolares desde una perspectiva
interdisciplinar, multilateral y tecnológica amplia.
Las y los estudiantes
no estan destinados a memorizar o/a repetir viejos esquemas de formación.
Antes bien, deberán crear, buscar y emprender nuevos caminos que les ayuden a
resituarse en un nuevo orden internacional, post-industrial y tecnológico.
Esto plantea serias consecuencias en cuanto que exige afrontar una nueva organización
de la escuela y de los procesos de escolarización: grandes cambios
metodológicos, trabajo activo por proyectos, la actividad como base de la
experiencia y del conocimiento, la cooperación y participación siguiendo
líneas de trabajo en equipo compartido, favorecer una capacidad de respuesta a
la complejidad de las situaciones de vida para poder afrontar los nuevos retos
del desarrollo... En suma y para resumir, ser
capaz, lo que es una característica comprehensiva, y no tanto, ser objeto
de conocimiento.
La flexibilidad
curricular que esto conlleva, está en oposición a los modelos escolares
cerrados en relación a su actividad y organización. Disciplina, orden,
pasividad, se sitúan hoy como valores un tanto caducos "per se".
Mientras tanto, el desarrollo de capacidades (no el logro de credenciales), la
resolución de problemas, la aplicación del conocimiento, la planificación de
las tareas, o lo que es decir, plantear y buscar soluciones a situaciones
complejas, la creatividad ante las nuevas demandas tecnológicas, la
participación y colaboración, entre otros, son nuevos ejes sobre los que
vertebrar el curriculum escolar.
Se trata de integrar las actividades escolares en un sentido integral
e integrado del curriculum, y como tal transversal. La organización tradicional
de las disciplinas académicas resulta ser un acervo cultural importante de
nuestra sociedad, una pieza de museo a conocer y ante la que situarse, pero si
no se usa creativamente y se le resitúa ante las nuevas demandas del
desarrollo, no tendrá sentido como esquema formativo válido para afrontar los
retos de la sociedad multinacional y multifacética del siglo XXI.
Las necesidades de las
individualidades de los diferentes contextos del desarrollo, tanto a nivel
personal como social, estarán también detrás de la necesaria reorganización
curricular que demanda el futuro. A partir de aquí, las escuelas deberán
aparecer como centros de información y de conocimiento a los que acudirán las
individualidades para ser asistidas y guiadas en su búsqueda del conocimiento.
Hoy día, los procedimientos,
las aptitudes, las habilidades ante el trabajo y el conocimiento, son más
importantes que la acumulación de conocimientos. Los conocimientos aparecen
bien archivados con el recurso a la tecnología y deberán ser manejados con
creatividad. Por otro lado, las ideas no aparecen divididas en temas y materias
sino que constituyen ideas genuinas con su propia estructura lógica interna.
Como tales, son ideas más o menos globales, interdisciplinares, activas,
comprensibles, sobre las que podemos opinar, tomar parte, reformular,
avanzar...
El curriculum basado en
disciplinas, tuvo sus raíces en la tradición humanista, y se fue adaptando a
algunos intereses modernos ante el desarrollo, (HAMILTON, D... 1989/1990). Los Estados regularon la enseñanza
escolarizadora con instituciones concebidas como espacios y como lugares de
aparcamiento para endoctrinar. Y, con todo, la escolarización se convirtió en
algo diferente a la educación. Por otro lado, la evolución social y tecnológica
implica un cambio económico, social y cultural importante, en cuanto a
cantidad y calidad. En esta tesitura, los contenidos culturales tradicionales,
si bien nos sirven y tienen gran validez como herencia cultural, no son
suficientes en su estructuración organizativa - histórico - cultural para
favorecer el desarrollo de competencias profesionales y sociales de un nuevo
orden tecnológico del desarrollo.
El mundo de la producción
cambia más rapidamente que la educación debido a la estructura interna de ésta
como organización burocratizada y conservadora. A otro nivel, la ciencia no es
nunca neutral, antes bien, está al servicio de las ideas. En este contexto,
conviene considerar que los desafíos del futuro en cuanto a la paz, la igualdad
de oportunidades, la salud, el consumo, el medio ambiente, entre otros,
podrían situarse como ejes alternativos para reestructurar el curriculum, a
nivel internacional, y desde una opción multicultural y tecnológica.
A finales del siglo XX, el reto
es afrontar los cambios sociales, productivos y educativos, que acarrea la cultura
de la "tecnología de la información". A estos cambios se tendrá que
adaptar la ciencia y la evolución social. Y esto implica reorientar los propósitos
y metas de los modelos de escolarización,
- no a la luz de viejos
esquemas conservadores en el terreno de la moral y de las costumbres que
coartan la evolución,
- como tampoco a apoyar
esquemas liberales de organización productiva de la vida que en el fondo
defienden la cultura de los viejos feudos de riqueza y de intereses,
- sino a la luz de nuevos esquemas internacionales más abiertos, en
cuanto a costumbres, modos de vida, y esquemas de desarrollo productivo.
Y estos cambios, se quiera o
no, deberán apoyarse en mecanismos compensadores de las desigualdades con un
sentido de democracia activa, al menos, para con ello evitar consecuencias
tipo: migraciones masivas, bolsas de pobreza y de marginación, que dificultan y
agreden al modelo de desarrollo liberal, con guerras y agresiones, inseguridad
ciudadana, entre otras.
Reestructuración
comprensiva: Algunas reflexiones
Estos cambios apoyan la
idea de una nueva reestructuración comprensiva de la enseñanza escolarizadora,
en estrecha conexión con un sistema de formación continuada y permanente o para
toda la vida, o también sujeta a las necesidades de la cambiante evolución
social, económica y política. Desde esta opción, construir el conocimiento es
dar sentido y significado a lo que se va haciendo. Esto implica aplicar el
sentido común a los procesos de enseñanza y de aprendizaje, integrar el
conocimiento aplicado a las nuevas funciones que debe atender la escuela y a
los procesos y opciones de escolarización que debe desarrollar ante el futuro,
e igualmente, facilitar y apoyar la adecuada capacitación social, personal y
productiva, para que las personas escolarizadas y formadas puedan afrontar las
necesidades que deriven de su evolución
Pero, ¿cuanto tiempo le
va a costar a nuestra civilización occidental reorganizar el curriculum
académico "modernista", o también, disciplinado y basado en disciplinas, que
rige desde hace un largo siglo? Esto es algo que sólo tiene una respuesta
política y social. El tiempo que la política, los políticos, y las mentalidades
de la misma sociedad y de sus individualidades, puedan evolucionar y
resitúarse ante los desafíos del desarrollo. A partir de aquí, corresponderá
reorganizar nuevos sistemas de referencia, establecer nuevos ejes
vertebradores del curriculum, al objeto de reorientar y favorecer una nueva
infraestructura intelectual y del conocimiento del curriculum escolar para la
sociedad de la información y de la tecnología.
Otro aspecto sobre el
que reflexionar, es acerca de cúanto tiempo deberían las y los estudiantes
seguir un curriculum comprensivamente organizado, previo a una necesaria y
posterior especialización sujeta, también, a continuo cambio. A este respecto
la respuesta podría ser más clara. El tiempo necesario para preparar al
alumnado en un sentido amplio, rico en experiencias, con los conocimientos,
aptitudes, habilidades, necesarias para afrontar fases posteriores de
educación especializada, profesional o superior, en la enseñanza post-obligatoria.
El curriculum comprensivo se desarrollaría a lo largo de toda la enseñanza
obligatoria hasta los 16 o 18 años,
y abarcaría u
organizaría todo un continuum curricular polivalente, integrado,
multifacético, aplicado, participativo, creativo, rico en experiencias, y con
pluralidad de caminos formativos adaptados a los diferentes itinerarios y
posibilidades personales.
Sin embargo, frente a
estos retos y demandas, las actuaciones que habitualmente van tomando forma en
una situación generalizada de crisis de valores y de patrones educativos y
sociales, fruto dicho sea de paso, de un debate ideológico-político anquilosado
por presiones varias que establecen claros impedimentos al progreso la
evolución, sea:
- Las presiones de un
liberalismo político que se caracteriza por la defensa de la flexibilidad, la
libre elección educativa, la diferenciación, el individualismo, la defensa de
la libre opción y de ser o no querer ser supuestamente autónomos y, por tanto,
no regulados desde marcos institucionales.
- Las presiones de un
neo-liberalismo globalizante que defenderá la selección entre lo supuestamente
mejor, o en mejores condiciones de partida y que excluye a todo lo demás; o la
supervivencia de lo más fuerte como principio de evolución y de progreso; la
cosificación y deshumanización del desarrollo, catalogable ahora en valor
económico; la competitividad como clave de mejora; la no regulación del libre
mercado desde los Estados nación.
-
Las presiones del conservadurismo, con fundamentos y pilares anclados en el tradicionalismo, la vuelta a los orígenes, los valores
históricos, las disciplinas académicas establecidas, las materias
instrumentales, los principios religiosos y morales, la disciplina, el orden,
el privilegio, o también, la diferencia entendida como ley de vida.
Estas presiones ideológicas y políticas, junto con las inercias de lo
que se conoce, se ha dividido, lo que siempre se ha hecho, o el mismo miedo
unido al cambio, cuestiona algunos
principios de orden social que pueden fundamentarse en el desarrollo equilibrado,
las políticas de bienestar colectivo, la movilidad social, la cooperación, la
participación... Y todo esto se acostumbra a justificar por razones de costos
económicos, por las urgencias mismas de la competitividad, o por situaciones de
crisis de valores, ante lo cual, conviene recuperar éstos (los de siempre) sin
mayores reflexiones acerca de si son o no los adecuados a los nuevos tiempos
del desarrollo o de la evolución.
En este caso, además, la organización curricular de las enseñanzas
vive y se desarrolla entre múltiples y contradictorias influencias que empujan
y contribuyen a que los cambios no sean nunca reales. Se encuentra anclada en
los supuestos clave de una educación caracterizada por los patrones de la
primera sociedad industrial: enseñanzas instrumentales de fundamento
disciplinar y con criterios de aplicación disciplinados (ZUFIAURRE: 99), lo que es tanto como
decir, una opción de pensamiento y de práctica modernista tipo
"fordista"
-
con referentes humanistas en su discurso y la aplicación de unos criterios de
valor y de funcionamiento social y escolar de orden tradicional,
-
con referentes progresivos en relación a una mayor o menor cercanía a los
intereses y demandas del alumnado, pero que toman forma como discursos
tecnocráticos con supuestas intencionalidades en cuanto a la estructura y los
contenidos de las enseñanzas,
- con aplicaciones vocacionales, en cuanto a orientaciones educativas
hacía una especialización para una dedicación profesional o de habilidades
válidas para instrumental izar la educación hacia un mundo "operario",
la mayoría de las veces demasiado primario por la falta de reflejos que
impera en las macro-organizaciones, y más especialmente si burocratizadas,
-
con opciones de habilidades económicas y sociales para acomodarse a los nuevos
modos de organización productiva, pero habitualmente faltos de reflejos y de
inversiones para que ésto sea real en la práctica de los hechos, todo lo cual,
si seguimos las caracterizaciones de HAMILTON,
D. (1990) y CARR W. (1996), nos sitúa en un contexto que se remonta a las acepciones,
curriculares vigentes desde el siglo XVI (humanismo), XIX (progresivismo), XX
(vocacionalismo y habilidades económicas y sociales). Un muy triste panorama,
por tanto.
En consecuencia, y fruto de todo esto, los discursos y las prácticas
educativas de los Reformas educativas liberales (de los que participa la
LOGSE), están abiertos a la más pura frivolidad de las interpretaciones y las
actuaciones que nada más, a modo de ejemplo, resumimos en diez, no por ser las
únicas, ni porque queramos excluir a otras.
I .
Defender los cambios educativos a nivel discursivo y obstaculizarlos con unas
prácticas anquilosadas y sujetas a casuísticas de orden burocrático, con
favoritismos para los cargos intermedios y mucha improvisación en las
realizaciones, por no saber si ser capaces de arbitrar el "cómo
hacer", pero sitúando el cambio siempre al margen de los Proyectos de
Trabajo compartido.
2.
Recurrir a viejas prácticas y discursos ante el miedo a lo nuevo, a la
flexibilidad y al cambio. En este sentido, garantizar una cierta seguridad en
cuanto al "saber hacer", porque así ha sido siempre, y porque ampara
y protege el no querer hacer ni comprometerse al cambio.
3.
Abrir las escuelas a la participación de las familias como mecanismo supuesto
de apertura, pero con referentes, también, de imposición de pautas, modelos,
valores, disciplina, uniforme, o también como apertura a un mercado escolar
abierto a libre elección, y que por consiguiente, obstaculiza la adecuada
planificación pública.
4. Introducir nuevos discursos escolares que bajo
supuestos de "calidad" en cuanto a organización "eficaz",
niegan el funcionamiento "eficiente" en clave social. En este
sentido, las técnicas de medición, tipo evaluación de resultados, hacen un flaco
favor puesto que descontextualizan las condiciones y condicionantes de las
organizaciones.
5.
Apoyar el sentido de la "educación como inversión". Esto significa
que los accionistas son los clientes, que éstos pueden exigir una cierta
"calidad", sea real o aparente, y que los modos de funcionamiento
''Jerarquico-organizativos" con direcciones de peso resultan los más
efectivos. En cualquier caso, la idea fría de competitividad, se opone a
cualquier visión de servicio público que sólo puede analizarse en su justo contexto.
6.
Confundir discursos: escuela pública/privada y su sentido estatal burocratizado,
o autónomo y eficiente, para poder acomodar situaciones de defensa de
privilegios, consagrar la diferenciación social y económica, con mecanismos muy
complejos y aparentemente atractivos a nivel social, familiar y también
político.
7.
Dar un valor de mercado a los servicios educativos en unos tiempos de
sobreeducación que dan aún mayor importancia al "credencialismo"
educativo superior (universitario, masters...), a la "meritocracia"
de hacer todo lo que cuenta para "tener más", en lugar de "hacer
más y mejor".
8.
Reorientar los feudos corporativos de los sectores profesionales del
profesorado, caracterizados no por su saber hacer educativo, sino por su
capacitación de contenido "disciplinar" cerrada a la integración, o
a la participación - acción colectiva.
9.
Desdibujar el tratamiento, educativo común, básico, integrador, comprensivo,
abierto a una posterior especialización variada y flexible, por viejas
prácticas disciplinares de corte más "fordista" que acomodativo y
flexible.
10. Proclamar las excelencias del "desarrollo
profesional docente" cuando los discursos, las valoraciones y las
opiniones, sobre lo "qué es" y "debe ser" la educación, son
de lo más variopintos e incluyen a caso todo: políticos, empresarios,
familias, escritores, artistas, filósofos y todos los demás sectores
profesionales quienes sientan "cátedra", solución y remedio, desde
una absoluta falta de respeto hacia lo qué es o puede ser la profesionalidad
docente.
Referencias y Bibliografía
APPLE, M. (1986:A): Ideología y Currículum. Madrid: Akal.
APPLE, M. (1986: B): Educación y Poder. Barcelona: Paidos -
MEC.
AULA PAIDEIA (1994): "El milagro de la comprensividad",
Cuadernos de Pedagogía, n° 230, (Noviembre 1994). Barcelona.
BARNETT,
R.
(1994): The limits of competence: Knowledge, higher education and society.
Bristol (USA). Open University Press.
BEARE,
H.; SLAUGHTER, R. (1993): Education for the twenty first century. London. Routledge.
BOWLES,
S. & GINTIS, H. (1979): Schooling in copitalist America. London. Routledge and Kegan
Paul.
BUNGE, M. (1969): La investigación científico. Barcelona:
Ariel
BUNGE, M. (1980). Epistemología. Ciencia de la ciencia.
Barcelona: Ariel.
CARR, W. (1996): "Principios comprensivos e ideales
democrático" en Zufiaurre, B. Comprensividad, desarrollo productivo yjusticio
social. Barcelona: Ed. ICARIA.
COMMISSION
ON THE REORGANIZATION OF SECONDARY EDUCATION (1918): Cardinal Principies
of secondary education. U.S. Government Printing Office. Washington DC. U.S.A.
COOMBS,
Ph.
(1985): The world crisis in education: The view from the eighties. New York:
Oxford University Press.
CORIAT, B. (1993. 2nd. Ed.): Pensar al revés: Trabajo y
organización en la empresa japonesa. Madrid: Siglo XXI.
DALE, R. ( 1989):
Politics in the state and educational policy. London: Open University Press.
DEWEY, J. ( 1899): The school and society. University of Chicago Press.
Chicago.
DEWEY, J. (1914): A policy of industrial Education. New Republic, No. I. (pp.
11 - 12)
DEWEY, J. (1916):
Democracy and Education. New York: The Free Press.
DEWEY, J. (1982): Democracia y Educación. Buenos Aires:
Losada.
DEWEY, J. (1989): Como pensamos. Nueva exposición de la
relación entre pensamiento reflexivo y proceso educativo. Barcelona: Paidos.
DURKHEIM, E. ( 1975): Educación y Sociología. Barcelona:
Península.
JONES, K. (1983):
Beyond progressive education. London: The Macmillan Press Ltd.
HAMILTON,
D. (1989):
Towards a theory of schooling. London: The Falmer Press.
HAMILTON, D. (1990): Learning about education: An unfinished
curriculum. (Edición española 1996. Trillas). Milton Keynes: Open
University Press.
HAMILTON, D. (1996): "What is a comprehensive
curriculum", en Zufiaurre, B., Comprensividad, Desarrollo Productivo y Justicia
Social. Barcelona. Ed. ICARIA.
JACKSON, Ph. (1991): La vida en
las aulas. Madrid. Morata - Paideia.
KLIEBARD,
H.M.
(1994): "The cardinal principies report as archeologic deposit''. Documento
de trabajo. University of Wisconsin. Madison. U.S.A. (pp. 22).
KRUG, E.A. (1964):The
shaping of the American High school. Vol. I (pp. 100). Harper and Row. New
York.
LINGARD,
B., KNIGHT, J., PORTER, P. ( 1993): Schooling Reform in hard times. London: The
Falmer Press.
MIREL, F. ANGUE, D. (1994): "High standards for
all? The struggle for Equality in the American High School. Curriculum 1890 -
1900". American Educator no. 18 (pp. 4-9, 40-42).
MURGATROYD,
S., MORGAN, C. (1993): Total quality management and the school. Buckingham: Open
University Press.
SALTER,
B.
& TAPPER, T. (1981): Education,
politics and the State. London: McIntyre Grant.
TAYLOR,
F.W.
(1970): Management científico. Barcelona: Oikos Tau.
TORRES, J. (1991): El Curriculum oculto. Madrid: Morata.
TORRES, J. ( 1994): Globalización e interdisciplinariedad:
El curriculum integrado. Madrid: Morata.
ZUFIAURRE, B. (1995): "Educación, Sistema productivo y
post-industrialización", en Cuadernos de Pedagogía, n° 232. (Enero - 1995:
73-79). Barcelona.
ZUFIAURRE, B. (1996): Enseñanza comprensiva, desarrollo
productivo y justicia social. Barcelona: Ed. Icaria.
ZUFIAURRE, B. (1999): "Democracia, desarrollo y progreso:
Dificultades para el cambio curricular" en KIKIRIKI, Publicaciones MCEP.
No. 55-56 (pp. 84-96). Morón. Sevilla.
ZUFIAURRE,
B.
( 1996): Comprehensive polyvalent schooling: Options for a technological
future en Pedagogy, Culture and Society. Vol. 7, No. I (pp: 153-164) London.