EL MARCO
CULTURAL PARA
UN
CURRÍCULUM INTEGRADO
Rafael Yus Ramos*
A la pregunta ¿qué es lo que tiene el planteamiento del currículum integrado que no llega a "cuajar" y que hace difícil su generalización? el autor nos responde mostrando que esta propuesta no pueden desarrollarse en un paradigma social y educativo que es refractario a las mismas y que incluso puede contemplarlas como una seria amenaza para su estabilidad y perpetuación. Algo que no tendría mayor importancia si no fuera porque la estabilidad de este paradigma en las escuelas es garantía de la estabilidad del orden establecido en el terreno social y económico al que se supone debe servir.
"Nosotros, en los Estados
Unidos vivimos dentro de las estructuras del capitalismo, con conceptos tales
como competición e individualismo elevados al estatus de virtudes morales.
Reforzar estos conceptos es necesario para mantener la apariencia de que el
privilegio socioeconómico ha sido "merecido" por todos los que lo
tienen y para explicar lejos de las muchas desigualdades que tan visiblemente
contradicen los conceptos fundamentales de democracia y dignidad humana. Lo
que, por tanto, nos llevaría a cualquiera de nosotros a creer que en una forma
de curriculum que signifique promover la práctica democrática, el análisis
crítico de los asuntos sociales, la resolución colaborativo de problemas, y
la integración social democrática, debería mantenerse fácilmente en las
escuelas de tal sociedad, especialmente las escuelas, donde la juventud ha de
aprender sus importantes lecciones sociales" (J.A. BEANE, 1997,
pp.99-100)
¿Por qué el curriculum integrado no prospera en los sistemas
educativos de los países democráticos, incluso a pesar de las
"bendicíones" recibidas por prestigiosos pedagogos y por todos
aquellos equipos docentes que lo han puesto en práctica? Más aún, ¿por qué la
mayor parte de estos equipos, a pesar de la alta satisfacción experimentada en
el curso de su trabajo interdisciplinar, finalmente vuelven a caer en las rutinas
de la enseñanza academicista, dejando tras sí un poso de amargura y
frustración? ¿Por qué, con menos pretensiones, iniciativas bien-recibidas,
muy-aplaudidas, como la transversalidad encuentran serios escollos para su
desarrollo óptimo, hasta el punto de quedar relegadas a un espacio paralelo
opcional?
* Profesor
del IES "Reyes Católicos" (Vélez-Málaga) y miembro del Colectivo
Pedagógico de la Axarquía.
Alguien podría estar tentado a avanzar respuestas simples a lo que se
puede juzgar como una cuestión simple. Por ejemplo, se podría indicar que el
currículum integrado es más complejo, requiere más tiempo de preparación y el
profesorado no está para grandes sacrificios. Caeríamos entonces en el
reduccionismo con que algunos autores pretenden explicar el aparente fracaso
de la reforma o de la escuela pública, ignorando que cualquier profesional
(véase por ejemplo el caso del sistema sanitario) forma parte de una
institución que a su vez está inserta y fuertemente condicionada por un modelo
de sociedad y economía y una cultura que tiene fortísimas implicaciones en la
estructura y funcionamiento de dichas instituciones. Una inercia que el
profesor individual no puede (ni debe) afrontar, y que sólo en contados casos
ha logrado superar con un planteamiento colaborativo inusual, tan inusual como
efímero, por las mismas razones que otros compañeros, más acomodaticios, no
salen de sus rutinas didácticas. Unos y otros son productos de un sistema
educativo claramente orientado desde una cultura dominante que tiende y
necesita autoperpetuarse y que precisamente encuentra y espera de ellos una
vía de perpetuación. Es difícil, en estas circunstancias, responder a las
preguntas socráticas que encabezan este artículo sin analizar previamente las
implicaciones de esta cultura que domina actualmente las escuelas. Nuestro
propósito, con ello, es insinuar los cambios culturales que necesitaría
nuestra sociedad para que, en consonancia con ellos, la integración curricular
deje de ser una mera innovación o experiencia puntera, para constituir un
planteamiento generalizable, al tiempo que explicar por qué bajo la actual
cultura dominante y bajo su sistema educativo consecuente, es prácticamente
imposible (más allá del voluntarismo elogiable de algunos francotiradores) la
implantación de currículos integrados en nuestros centros educativos.
Dos paradigmas culturales
En un trabajo anterior (Yus RAMOS, 1997a) tuvimos ocasión de
mostrar que a lo largo del siglo XX, y de manera
especial en la última mitad, se ha ido produciendo importantes cambios en
multitud de facetas culturales de la civilización occidental que, en conjunto,
convergen en un cambio general de perspectiva, de forma de contemplar la
naturaleza y el quehacer humano, que tiene todas las características de un
cambio de paradigma. Esto es algo que ya han apreciado multitud de autores (ej.
el físico Capra), que aportan numerosos síntomas de que se está produciendo
una profunda crisis de percepción, al tomarse conciencia de que el paradigma
vigente, que arranca de la revolución científica del siglo XVII y tuvo su marco
cultural en la Ilustración y el pensamiento filosófico cartesiano, tiene graves
insuficiencias para abordar la complejidad de los asuntos con que se enfrenta
hoy día la Humanidad. Autores como PIKE y SELBY (1994) han querido ver en ello el enfrentamiento de dos paradigmas
(Tabla I):
a.- Paradigma
mecanicista, analítico o cartesiano, vigente en nuestra cultura
occidental, se fundamenta en el dominio de la mente sobre el cuerpo y de los
seres humanos sobre el resto de la naturaleza, partiendo de la cualidad humana
de razonar y analizar. Esta disyunción es la base de la neutralidad entre
observador y objeto observado y la creencia en la objetividad de la ciencia. La
influencia de esta filosofía en el pensamiento occidental ha sido tan profunda
que aún mantiene gran parte de sus efectos en todas las facetas de la actividad
humana de nuestros días, como es la necesidad de dividir el conocimiento en
temas o disciplinas, con un pensamiento analítico lineal y monocausal de la
realidad. Por otra parte, se sublima el poder de la mente sobre otras formas de
percibir la realidad, como son las emociones, las intuiciones, etc.
b.- Paradigma sistémico, sintético, holístico o ecológico, actualmente emergente a partir de las insuficiencias y los efectos perversos del paradigma mecanicista, junto con los descubrimientos científicos recientes, si bien hunde sus raíces en la visión del mundo de las religiones orientales y de los pueblos indígenas. Se cuestiona la noción de la objetividad de la ciencia y se alcanza la noción de globalidad no fragmentada, la existencia de un universo complejo y caótico como una amplia red de causas en movimiento, de forma que todas las partes están conectadas en el conjunto, integradas de forma que sus propiedades no se pueden reducir a las de sus partes, creando así una dinámica interactiva o complementaria entre su tendencia a autoafirmarse y su tendencia a integrarse en un más amplio sistema ecológico.
Para algunos autores (PANIKER, en TAMAMES, 1984), este nuevo paradigma
debería inspirarse en la ecología, una ciencia que ha nacido ante la necesidad
de un nuevo cuerpo teórico para estudiar las relaciones interactivas, de ahí
que hable de un paradigma ecológico que admite el hecho de la complejidad,
admite los ruidos de fondo (aleatorios), no admite la antítesis entre unidad
y diversidad, superando el pensamiento disociador y dualista. Es un paradigma que rechaza el mito
del progreso ilimitado, recupera la filosofía de lo femenino y niega la
nación-estado para reforzar el concepto de federación planetaria. Del mismo
modo, la vieja conciencia moral se entiende como parte de una conciencia más
amplia, que es la conciencia ecológica, la cual incluye tanto lo individual
como lo social, lo natural, lo cósmico e incluso lo transpersonal.
En resumen, y dadas las limitaciones de espacio para poder
desarrollar este interesante tema (no concluso), queremos poner de relieve que,
aún contando con el peso incuestionable que todavía tiene el paradigma cartesiano
en las estructuras y modos de pensar de nuestras sociedades occidentales,
desde diversas fuentes (ciencia, filosofía, ética, etc.) se está cuestionando
los pilares básicos de este paradigma y todo parece apuntar a una visión más
holística, compleja y solidaria de la realidad, y, en definitiva, a un nuevo
paradigma que por ahora no ha llegado a calar en nuestra cultura, pero que sin
duda, y siguiendo los planteamientos kuhnianos de revoluciones científicas,
acabará sustituyendo al vigente cuando sus insuficiencias o limitaciones no permitan
por más tiempo la sostenibilidad de nuestra civilización o incluso nuestro
planeta.
PARADIGMA
MECANICISTA |
PARADIGMA SISTÉMICO |
El
conjunto equivale a la suma de las partes |
El
sistema no se puede reducir a la suma de las partes |
Los fenómenos se contemplan
aisladamente |
Los
fenómenos se contemplan de forma interactiva |
El observador está separado del objeto
que observa |
El
observador interactúa con el objeto observado |
La mente
está separada del cuerpo. La razón está separada y es superior a la emoción |
La mente y
el cuerpo son uno. Lo racional no es superior y
se integra con lo emotivo |
Preferencia por enfoques analíticos y por
las convergencias |
Preferencia
por enfoques sintéticos y por la
divergencia |
Enfoque
lineal y de causa-efecto de los problemas |
Los
problemas se enfocan de forma causal y dinámica |
El
conocimiento se parcela en disciplinas separadas |
El
conocimiento final es indivisible en disciplinas |
Los
humanos somos diferentes y controlamos la Naturaleza |
La vida
humana está integrada en la Naturaleza y no cabe dominar sino cooperar con
ella |
La
Naturaleza fragmentada necesita especialistas para cada fragmento |
Una visión
global de la realidad reduce la dependencia de los especialistas |
Tabla I. Paradigmas en torno a
la representación de la realidad.
Los
cambios de paradigmas en la Escuela
En este marco general de cambio de paradigma, la educación, como subsistema
enmarcado en el sistema cultural de las sociedades que lo sustentan, está
sometida a las tensiones propias de dicho cambio. Nuestra Escuela, tal como la
hemos vivido los docentes y como la está viviendo nuestro alumnado, son
instituciones que han evolucionado poco desde su creación. Insertas en el
paradigma mecanicista, la Escuela actual aparece como una institución de
carácter modernista aún en tiempos en que culturalmente dominan los planteamientos
reactivos de la postmodernidad (HARGREAVES, 1995). Resulta paradójico, pues,
que los centros llamados a la reproducción de una cultura dominante no hayan
sufrido ningún tipo de remodelación para acomodarse y transmitir de manera más
sintonizada esta cultura. La única explicación que encontramos es que
posiblemente esta falta de adaptación se deba a que otro sistema, que está por
encima del sistema cultural, el sistema económico, dominado por las leyes del
ultraliberalismo, conocido como "mercado", se nutra de la dinámica
clasificadora que sólo unas estructuras modernistas como las escuelas pueden
lograr, en sintonía con ese valor-marco con que se rige: el liberalismo, que
hunde sus raíces en los planteamientos modernistas de la Ilustración y todavía
refuerzan las tesis de la economía capitalista.
Paralelamente, a lo largo del siglo XX, hemos tenido oportunidad de
contemplar numerosos intentos de dar un vuelco a este sacrosanto modelo de
escuela inspirados en las tesis de la modernidad. Prestigiosos pedagogos como
Dewey, Montessory, Ferrer i Guardia, Freinet, Freire, etc., han cuestionado
parcial o totalmente este modelo de escuela inspirado en la modernidad. De este
modo, en la actualidad podemos recoger todas estas contribuciones en una
propuesta coherente y alternativa al modelo de escuela tradicional o
academicista. Este nuevo modelo podríamos llamarlo escuela educativa, siguiendo
la denominación usada por PÉREZ GOMEZ (1999). Se trata de un modelo que, por
sus características, no encaja bien en el paradigma mecanicista y en cambio
casa bien con el paradigma sistémico, que se nutre de elementos de la postmodernidad
y los intentos conciliadores de la ultramodernidad. Sus principales
divergencias respecto a la escuela academicista, elaboradas a partir de las
tesis del citado autor, pueden resumirse en la Tabla II. La dicotomía que se
establece entre ambos enfoques reside básicamente en la función que se espera
que desempeñe, lo que explica que determinadas innovaciones que puedan poner en
peligro su función tradicional, como es la transversalidad, se estrellen o se
"ajusten" hasta perder su función inicial (Yus RAMOS, 1997b).
Veamos con detenimiento estos dos modelos de
Escuela:
I.- Escuela academicista: directamente
conectado con el sistema productivo de nuestras sociedades capitalistas, el
sentido de este modelo viene marcado por su función, esencialmente
socializadora (transmitir acríticamente la cultura social dominante) e
instructiva (perfeccionar los procesos de socialización espontáneos con una
enseñanza academicista cuyo efecto final es la clasificación y selección del
alumnado para una élite profesional). Este modelo encaja bien con las tesis
del paradigma mecanicista. Esto queda reflejado en la propia regulación
administrativa pues, como hemos señalado en otro lugar (YUS RAMOS, 1998a), la propia LOGSE, pese a su
interés por una enseñanza progresista, presenta una ambivalencia contradictoria
en sus valores-guía, que refleja la incapacidad del sistema educativo por
resolver la vieja paradoja educativa que supone tratar de educar en valores,
formar individuos autónomos y críticos, sin perder por ello su papel en la
reproducción social del orden establecido por la ideología dominante. Ello se
traduce en una contradicción entre objetivos de carácter moral y contenidos y
criterios de evaluación de carácter académico y supuestamente neutrales, donde
no encajan otros contenidos dotados de elementos éticos como la propia transversalidad, constructo creado
precisamente para intentar cumplir con dichos objetivos sin cuestionar los
contenidos, tanto en su selección como en su organización. Para conseguir
estos fines, se ponen en marcha varios mecanismos:
a.
Aislar lo escuela del entorno. Dado que hay que organizar una institución que
eduque sin ningún tipo de filtración del "ruido exterior" de los
problemas sociales, la escuela pone en marcha mecanismos de enclaustramiento,
tratando de separar la Escuela de la Sociedad en la que se inscribe. Con ello
preserva a la instrucción de las perniciosas influencias externas y trata de
controlar todas las fuentes educativas y transmitir valores supuestamente
absolutos e inmutables y la Gran Cultura que ha de ser inculcada. Lo que se
enseña, pues, son elaboraciones teóricas abstractas sin apenas conexión con la
vida real, por lo que no es necesario ni prudente "enmarañar" la
enseñanza con ese ruido de fondo. En estas condiciones, la escuela cierra sus
puertas, admitiendo sólo unas relaciones con el entorno social que no avanzan
más allá del formalismo de estructuras como los Consejos Escolares, muy en
sintonía con el modelo político de democracia representativa en que se inserta
la Escuela. Es el modelo imperante de "escuela clausurada" que
analizara TRILLA (1995) y que obviamente empobrece o rechaza iniciativas
renovadoras como la transversalidad (YUS RAMOS, 1999).
b. Dotar a la escuela de una estructura burocrática. Una institución
creada desde la óptica de la razón instrumental, ha de dotarse de una
estructura burocrática que haga posible el planteamiento analítico que está en
el núcleo del cartesianismo. Por ello, siguiendo el análisis de HARGREAVES
(1996) la estructura organizativa se caracteriza por la creación de tiempos y
espacios fuertemente compartimentados o balcanizados, con escasa comunicación
entre ellas, que confieren un marco de comunicación de espacios y tiempos
cerrados e incomunicados. Para mantener esta estructura, se crea un sistema
burocrático fuertemente jerarquizado, con un contexto social autoritario y el
predominio de relaciones verticales unidireccionales, según un sistema de
participación social no coherente con los principios democráticos con que
teóricamente se rige el sistema político en el que se inscribe. Según BERNSTEIN
(1997) en esta estructura domina una pedagogía visible, en cuanto que las
reglas (de jerarquía, sucesión, ritmo y criterio) son claramente explicitados,
reduciendo ambigüedad en las expectativas de docentes y estudiantes. El
contexto psicosocial es, pues, autoritario o centrado en una democracia esclerotizada,
formal o representativa, donde la confianza personal (en los gestores) es clave
para el funcionamiento de la estructura, de modo que los acuerdos se toman sin
mediar deliberación alguna, con una implicación decreciente de los elementos
humanos conforme se desciende en la escala jerárquica, haciendo de la
colegialidad algo artificial, basada más en el acatamiento de órdenes y
distribución de responsabilidades según especialidades y cargos
administrativos.
c.
Organizar adecuadamente las materias. De acuerdo con la balcanización de la
estructura organizativa, el contenido escolar se presenta fuertemente
compartimentado, al frente de los cuales se sitúa un profesorado especializado
en materias escolares de tipo académico o disciplinar, que representan
diferentes formas de aproximación a una única realidad global, siguiendo los
planteamientos analíticos del pensamiento cartesiano que todavía domina en el
quehacer científico occidental. Es decir, siguiendo la taxonomía de BERNSTEIN
(1997), la estructura de las tareas académicas se caracteriza por una fuerte
clasificación y enmarcamiento, dando lugar a un curriculum tipo
"colección". Los contenidos se seleccionan exclusivamente en
función de su virtualidad explicativa y psicopedagógica y se organizan y se
presentan al alumnado según la lógica de cada disciplina. Sin embargo, son
elaboraciones teóricas, predominantemente abstractas, desvinculándose teoría
y práctica y no estableciendo relación alguna con el contexto exterior,
siguiendo la máxima de eliminar el ruido de fondo. En este esquema, los
llamados temas transversales encuentran en este sistema grandes dificultades
para su desarrollo óptimo, quedando relegados a espacios paralelos y
opcionales. Se trata de enseñanzas que, por carecer de significado para el
alumnado, no suelen ser transferidas y utilizadas en la vida real de los mismos,
careciendo de más valor que el de facilitar su tránsito a través de la carrera
de obstáculos del sistema educativo. En la selección de contenidos sólo se
tiene en cuenta la virtualidad explicativa y, al menos en teoría, por su
virtualidad psicopedagógica. Para la
organización de los contenidos, se utiliza como criterio óptimo la lógica de
las disciplinas, y con tal estructura se pretende que sea asimilada por parte
del alumnado.
d.
Potenciar los valores del mercado. Aunque desde una perspectiva declarativa la
Escuela pretende potenciar determinados valores que podemos
llamar"constitucionales" con que se rigen las
sociedades modernas a nivel retórico, lo cierto es que tanto por lo que se
oculta como por lo que se transmite de manera implícita a través de los
mensajes codificados en la estructura organizativa e intercambios
comunicativos, la Escuela, como institución socializadora, transmite de hecho
los valores que imperan en la ideología dominante y que, además, son acordes y
no obstaculizan el desarrollo del modelo económico que sustenta dicha ideología
o viceversa. De este modo, pese a la bondad de metas como la potenciación del
espíritu colaborativo, la escuela potencia de hecho la clasificación y la
potenciación del individuo, desconectándolo de cualquier planteamiento
social, de manera que separa los procesos de aprendizaje de cada individuo del
resto de sus compañeros, a los cuales enfrenta en competencia. Ello se
corresponde con las exigencias contemporáneas de favorecer la competencia en
el intercambio del libre mercado, y explica por qué no se potencia el
aprendizaje colaborativo y por qué se utiliza como único criterio de evaluación
y promoción los desempeños individuales. Por ello, los planteamientos de
"educación en valores" o los temas transversales no encajan bien en
este sistema, no sólo porque organizativamente es imposible, sino porque el
propio sistema transmite mensajes explícitos y ocultos en dirección opuesta a
los valores constitucionales que estos programas tratan de promover desde las
escuelas.
|
PARADIGMA ACADEMICISTA |
PARADIGMA
EDUCATIVO |
|
Función de la escuela |
Socializadora/acrítica Instructiva/selectiva |
Educativa/crítica Instructiva/compensadora |
|
Tipo de aprendizaje |
Memorístico Significativo-irrelevante |
Significativo-relevante |
|
Estructura de las tareas académicas |
Estructura
de tareas con baja ambigüedad y alto riesgo. Discurso
de competencias con fuerte clasificación
y fuerte enmarcamiento. Predominio
de pedagogías visibles. |
Estructura
de tareas con alta ambigüedad y bajo
riesgo. Discurso
de competencias con clasificación débil y enmarcamiento débil. Predominio de
pedagogías invisibles. |
|
Estructura social de participación |
Autoritarismo
y fuerte jerarquización. Predominio
de relaciones verticales de flujo unidireccional. Discurso
de orden social no coherente con el sistema. |
Democracia,
baja jerarquización. Relaciones verticales biyectivas y relaciones
horizontales. Discurso
de orden social coherente con el sistema democrático. |
|
Enfoque de enseñanza |
Enfoque
técnico Enfoque
racionalista Enfoque
natural |
Enfoque
comunicativo. Pensamiento metafórico
y lógica narrativa. |
|
Criterios de selección de contenidos |
Virtualidad
explicativa-aplicada Virtualidad
psicopedagógica |
Virtualidad
explicativa-aplicada Virtualidad
artística-creativa Virtualidad
político-moral Virtualidad
psicopedagógica |
|
Criterios de organización de contenidos |
Estructura
lógica en el alumno |
Estructura
lógica en el docente Relevancia
y complejidad Cultura experiencia¡ |
|
Escuela y sociedad |
Aislacionismo.
Relaciones formales entre escuela y sociedad. |
Aperturismo.
Buenas relaciones entre escuela y
sociedad |
|
Individuo y sociedad |
Separación.
Predominio del individualismo y la competencia |
Integración.
Predominio del colectivismo y la cooperación |
|
Teoría y práctica |
Separación.
Predominio de las elaboraciones teóricas abstractas |
Integración.
La teoría es una herramienta para comprender problemas complejos reales |
|
Marco de comunicación |
Espacios y
tiempos cerrados y compartimentados. |
Espacios y
tiempos abiertos y flexibles. Contexto
psicosocial democrático |
|
Papel del profesorado |
Contexto
psicosocial autoritario Heterónomo,
sin capacidad de crear. Portero de
la cultura. Enfoques
transmisivos |
Autónomo,
con capacidad de crear. Portero,
facilitador y animador cultural. Enfoque de
investigación-acción. Enfoque de
pedagogía crítica |
|
Tabla II. Paradigmas en torno a
la educación escolar (elaboración propia, a partir de PÉREZ GOMEZ, 1999).
e.
Formar adecuadamente al profesorado. Si disponemos de una estructura
organizativa balcanizada, con materias fuertemente compartimentadas, es lógico
que se trate de buscar un perfil profesional que se ajuste a dicha
estructura, lo cual nos lleva a la especialización, que hoy día no sólo afecta
a los niveles medios, sino también a los elementales, donde han irrumpido los
nuevos especialistas. En cuanto a su formación, es preciso partir de la idea
de que cuando entran en los centros universitarios de formación inicial, este
profesorado ya ha vivido e interiorizado un modelo de escuela que, a falta de
otros referentes y máxime cuando la estructura lo potencia, tiende a
reproducir. Pero es que los propios centros de formación del profesorado, como
en toda la Universidad, no suele proporcionar un ejemplo alternativo a los
mecanismos de transmisión de la cultura que ya conocen, potenciándose
igualmente los desempeños individualizados y los enfoques competitivos. El
profesorado que sale de estos centros, aunque dispone de referencias teóricas
alternativas en la Historia de la Educación, ya está socializado
profesionalmente, y encaja perfectamente en las estructuras académicas de los
centros educativos. Una estructura que fomentará una enseñanza de tipo técnico
o racionalista, que tiende a promover un aprendizaje de tipo memorístico o bien
significativo-irrelevante para el alumnado, que olvida fácilmente tras superar
los exámenes. En consonancia con esta formación técnico-academicista, no es
sorprendente que en el esquema de la formación permanente en ejercicio, el
profesorado suela preferir cursos de capacitación técnica y de profundización
científica, huyendo de planteamientos que puedan cuestionar su quehacer diario.
De acuerdo con ello, las instituciones de formación del profesorado (CEPs)
suelen ser burocráticas, altamente dependientes de la administración, y
desarrollando un esquema de formación esencialmente transmisivo, tipo
universitario, que encaja bien con ese perfil técnico-academicista que
requiere el sistema (YUS RAMOS, 1998d).
f.
Eliminar la capacidad de creación del profesorado. En una estructura organizativa
burocratizada y jerarquizada dominada por la razón instrumental, cualquier
planteamiento que suponga el cuestionamiento de la estructura y el flujo
unidireccional de dictámenes que dan poder a las instituciones
político-administrativas, es fundamental eliminar al máximo el poder de
creación del profesorado. Pese a la retórica de "currículum abierto y
flexible", es más que evidente que la enseñanza es una de las actividades
más fuertemente reguladas, de modo que al profesorado apenas le queda espacio
para la creación, conduciéndole de hecho a una situación de "proletariza
ción", como señalara MARTINEZ BONAFÉ (1991). La selección y organización
de los contenidos suelen formar parte de programas preestablecidos con
independencia de los contextos situacionales, aptitudes, actitudes o intereses
de la población estudiantil. Ello origina una posición heterónoma al profesorado,
sin capacidad de tomar decisiones relevantes, de crear currículos adaptados a
cada contexto, siendo considerado un técnico que ha de aplicar los proyectos
creados por instancias ajenas a su profesión, dependiendo en última instancia
de elaboraciones cerradas como son proyectos empaquetados o libros de textos.
En calidad de simples "porteros" que dan acceso a la cultura
académica, predominan los enfoques de enseñanza transmisiva y compartimentada
de las materias académicas tradicionales.
2.-Escuela educativa: el
sentido de este modelo, en cambio, viene marcado por una función bien
distinta, esencialmente educadora (abordar críticamente la cultura social
dominante y promover la toma de decisiones autónoma) e instructiva
(perfeccionar los procesos de socialización espontáneos a través de
conocimientos académicos, pero orientados de manera que compense las
desigualdades de origen). Se trata de un modelo que recoge gran parte de las
innovaciones de prestigiosos pedagogos que han tratado de cambiar el modelo
tradicional a lo largo del siglo XX, y que a pesar de haberse experimentado
total o parcialmente en multitud de escuelas y países, y haber recibido los
beneplácitos de investigadores educativos, todavía no ha alcanzado el peso
suficiente como para sustituir a la vieja escuela. Es un modelo que encajaría
mejor con las tesis del paradigma sistémico, ya que admite la complejidad, el
caos y las interacciones sistémicas, al tiempo que se ajusta mejor a las
tendencias de la postmodernidad y a la incipiente ultramodernidad (MARINA,
2000). Enfrentado al sistema productivo de nuestras sociedades capitalistas,
tiene una función básicamente crítico-emancipadora y compensadora de las
desigualdades de origen. Para conseguir estos fines, habría que poner en marcha
mecanismos opuestos o alternativos a los dispuestos en el paradigma anterior:
a.
Abrir la escuela del entorno. La escuela educativa necesita conectar con la
vida, con la realidad exterior, que no se contempla como algo pernicioso, sino
como algo necesario para el desarrollo de unos planteamientos educativos que
parten de las vivencias del alumnado en busca de ese aprendizaje significativo
y relevante. Su interés es integrar deliberativamente los diferentes agentes
educativos (tanto formales como no formales). Pretende con ello
recontextualizar los contenidos escolares, levantar la vista de los libros
académicos e ir a los lugares donde ser origina y se vive cotidianamente el
conocimiento. A menudo ello va de la mano de enfoques activos, con
experiencias fuera de la escuela, obteniendo datos en vivo, experimentando,
manipulando y aplicando el conocimiento. Por otra parte, es un modelo de
escuela que pretende renaturalizar los procesos, es decir, recuperar o aprender
de los procedimientos o estrategias de procesos extraescolares, tales como el
tanteo, el ensayo y error, el aprendizaje incidental, etc. Este modelo de
"escuela permeable" (TRILLA, 1995), bien representado en la
tradición de la "investigación del medio", plantea la interrelación dialéctica
entre escuela y entorno, entre escuela y otras instituciones, incluidas las
escolares, tanto en una realidad cercana (barrio) como lejana (ciberescuelas).
No impide el "ruido de fondo" del trasfondo social en que se inscribe la
escuela, sino que lo asume como conflicto y lo aborda pedagógicamente. Su
planteamiento crítico-emancipador le permite resistir mejor a la lógica implacable
del Mercado, sintonizando mejor con las corrientes sociales que defienden la
igualdad, la justicia ante la diferencia y la interculturalidad. Igualmente
sintoniza con un ideal de democracia real o participativa, en disenso con la
democracia representativa o formalista que se reconoce a la institución escolar
o al sistema político en general. Endefinitiva, es un modelo de escuela que
permite un desarrollo óptimo de la transversalidad (YUS RAMOS, 1999)
al situar como ejes estructuradores del currículo temáticas de interés social
como son los temas transversales. En este sentido, los precedentes de
"escuelas saludables"; "ecoescuelas" "escuelas coeducativas",
etc. exigen para su desarrollo óptimo un planteamiento de apertura social e
interacción comunitaria que normalmente no tienen nuestras escuelas.
b.
Dotar a la escuela de una estructura flexible. Una institución creada desde la
óptica de la razón comunicativa, ha de dotarse de una estructura abierta y
flexible que haga posible el planteamiento sistémico y dialéctico-crítico que
está en el núcleo del paradigma holístico. Por ello, siguiendo el análisis de HARGREAVES
(1996) la estructura organizativa se caracteriza por la creación de tiempos y
espacios muy flexibles, con una comunicación fluida entre ellos, con funciones
y papeles sociales más difusos en sus componentes, que exige un permanente
acuerdo deliberativo o dialógico. Ello requiere una fuerte disminución de
reglamentaciones burocráticas, lo que significa dar mayor autonomía y
confianza a la institución respecto a instancias administrativas superiores,
con objeto de poder dar respuesta a las circunstancias locales y realidades
cambiantes de cada escuela. Por otra parte, esta cualidad infiere a la
institución un marco de comunicación de espacios y tiempos abiertos y
comunicados. Para mantener esta estructura, se ha de crear un sistema
democrático con escasa o nula jerarquización, con un contexto social
democrático y comunitario y con un predominio de relaciones verticales
biyectivas profesorado-alumnado y de relaciones horizontales entre los componentes
del alumnado y entre los componentes del profesorado. Según BERNSTEIN (1997),
dado este carácter abierto y flexible, sus pedagogías son más invisibles en
cuanto que las reglas (de jerarquía, sucesión, ritmo y criterio), menos explicitadas.
Ello supone dotar de mayor ambigüedad a las expectativas de docentes y
estudiantes en cuanto al curriculum, una inseguridad o incertidumbre que no ha
de contemplarse como algo negativo sino una cualidad necesaria e inherente de
las estructuras flexibles. El contexto psicosocial es, pues una democracia real
o participativa, donde la confianza personal (en los gestores) ha de ser
sustituida por la confianza en los procesos, manejando la información,
participando en las decisiones, aprendiendo colegiadamente, diversificando
responsabilidades de manera continua, en función de la demanda, etc., sin
olvidar que los acuerdos han de tomarse tras procesos deliberativos con fuerte
implicación de todos los elementos humanos, haciendo de la colegialidad algo
natural, basada más en la corresponsabilización que en el acatamiento de
órdenes y distribución de responsabilidades según especialidades.
c.
Organizar adecuadamente las materias. De acuerdo con la flexibilización y
apertura de la estructura organizativa, el contenido escolar se presenta de
manera integrada, de manera que las disciplinas queden fuertemente
interrelacionadas en torno a temas-eje de potencialidad integradora e interés
social, como forma más óptima para el aprendizaje de conocimientos,
habilidades y valores que integran una única realidad global, siguiendo los
planteamientos sistémicos del pensamiento complejo que empieza a ser reconocido
en ámbitos metadisciplinares tales como la ecología. Es decir, siguiendo la
taxonomía de BERNSTEIN (1997),
la estructura de las tareas académicas se caracteriza por una clasificación y
enmarcamiento débiles, dando lugar a un curriculum tipo "integrado".
Los contenidos se seleccionan exclusivamente en función de su virtualidad
explicativa y psicopedagógica y se organizan y se presentan al alumnado de
manera que conecte con sus intereses, de modo que la lógica de cada disciplina
sólo interesa al profesor para optimizar sus procesos de enseñanza. Son
elaboraciones que vinculan la teoría y la práctica, partiendo de la relevancia
y complejidad como criterios y estableciendo fuertes relaciones con el contexto
exterior vivido (cultural experiencial). En este esquema, los llamados temas
transversales encuentran en este sistema grandes facilidades para su desarrollo
óptimo, apareciendo como potenciales ejes estructuradores del contenido
escolar. Se trata de enseñanzas que, por poseer gran significado para el
alumnado, suelen ser transferidas y utilizadas en la vida real de los mismos,
teniendo un valor educativo que va más allá de la facilitación de su tránsito
a través de la carrera de obstáculos del sistema educativo. En la selección de
contenidos no sólo se tiene en cuenta la virtualidad explicativa y
psicopedagógica, sino que además se tiene presente su virtualidad
artístico-recreativa y su virtualidad político-moral, aspectos considerados
secundarios o improcedentes desde el paradigma anterior. Para la organización
de los contenidos, la lógica de las disciplinas sigue teniendo su importancia,
pero en la mente del profesorado, para orientarle junto a otros criterios
normalmente ignorados, como es la relevancia para el alumnado, la complejidad
(y por tanto capacidad de dinamizar conocimientos valiosos) y la propia cultura
experiencia¡ del alumnado.
d.
Potenciar los valores de un humanismo mundialista. El curriculum escolar se
elabora de manera que exista una coherencia entre grandes fines o metas y los
procesos de enseñanza/aprendizaje, evitando con ello que dichas declaraciones
caigan en un vacío retórico. Por ello, las propuestas de "educación en valores"
a través de temáticas llamadas "transversales", encuentran en este
planteamiento el marco apropiado para su óptimo desarrollo. La actividad
escolar se orienta hacia la potenciación dialógica, no adoctrinadora, de
valores constitucionales y universales como son los de las sucesivas
generaciones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en busca de
una ética laica, una ética de mínimos que permita el desarrollo moral autónomo
de cada persona. Para ello, los valores han de impregnar la vida del centro,
en todas las fases de elaboración del curriculum, desde el Proyecto Educativo
hasta las programaciones de aula, creando un "clima" apropiado
(democrático, moral) a través del control de los mensajes ocultos y del
lenguaje de los sistemas de organización y comunicación en el centro. Es
evidente que una estructura organizativa y comunicacional como la expuesta en
el apartado anterior es el caldo de cultivo más idóneo para potenciar esos
valores universales que constituyen un humanismo mundialista, solidario con el
resto de la humanidad y el planeta en su conjunto. Por otra parte, puesto que a
pesar del empeño no es posible controlar totalmente mensajes implícitos del
currículum oculto y el alumnado recibe discursos morales diferentes desde otros
ámbitos socializadores, la escuela asume esta realidad en forma de conflicto,
núcleo de la creación de la tensión dialógica apropiada para el desarrollo
moral autónomo. Especial atención se presta al cooperativismo, al fomento de
la cooperación y el espíritu de ayuda solidaria entre el propio alumnado, así
como el fomento de la autorresponsabilidad y autocontrol, asumiendo los
compromisos democráticos.
e.
Formar adecuadamente al profesorado. Si disponemos de una estructura
organizativa abierta y flexible, con materias fuertemente interrelacionadas,
es lógico que se trate de buscar un perfil profesional que se ajuste a dicha
estructura, lo cual nos lleva a la potenciación del profesorado generalista,
dotado de suficientes conocimientos generales de carácter disciplinar como
para poder tomar decisiones curriculares que se ajusten a los procesos de
integración del conocimiento. En niveles superiores, la mayor complejidad de
las materias exigirían una mayor especialización, complementada con habilidades
para la creación de enlaces o conexiones con otras materias que no son de su
especialidad, en el seno de equipos de profesores que trabajan cooperativamente.
La lógica disciplinar está en la mente del profesorado, pero en la selección y
organización de los contenidos ha de prestar más atención a su potencial
relevancia para el alumnado por la posible conexión con su cultura experiencia¡.
De acuerdo con ello, en la formación inicial del profesorado es fundamental
que, en calidad de alumnado, viva y experimente personalmente los procesos
deliberativos de la construcción del conocimiento académico en un clima cooperativo,
dialógico y moralmente impregnado. En su evaluación y promoción no sólo debe
contar sus desempeños personales, sino su trabajo cooperativo y el desarrollo
de habilidades dialógicas y dinamizadoras de grupos. En definitiva, se precisa
una formación que potencie la investigación-acción, la reflexión, la pedagogía
crítica, la capacidad de crear y animar. De acuerdo con ello, en los procesos
de formación permanente o en ejercicio, este profesorado necesitará fundamentalmente
una formación en estas habilidades, potenciando los procesos de reflexión, la
cooperación y la investigación en la acción. Según esto, las instituciones de
formación del profesorado (CEPs) deben ser más horizontales y participativas,
con grandes dosis de autonomía en su gestión, manteniendo un esquema de
formación centrado en los problemas reales de la escuela (YUS RAMOS, 1998d).
f.
Potenciar la capacidad de creación del profesorado. En una estructura organizativa
abierta y poco o nada jerarquizada, dominada por la razón comunicativa, debe
tener grandes dosis de autonomía en la toma de decisiones, lo que supone
cuestionar la estructura y el flujo unidireccional de dictámenes que dan poder
a las instituciones político-administrativas. Es fundamental potenciar al
máximo el poder de creación del profesorado, de manera que sea real el calificativo
de "currículum abierto y flexible", minimizando los dictámenes y
normas reguladoras, de modo que la comunidad educativa primero, y en última
instancia el profesorado, tenga amplios márgenes para la creación, frenando
así los procesos de "proletarización" a que está siendo sometido. De
este modo, la selección y organización de los contenidos deben formar parte
de la responsabilidad de la comunidad educativa y de los docentes, como elementos
profesionales de la misma, teniendo muy presente los contextos situacionales,
aptitudes, actitudes o intereses de la población estudiantil. Ello origina
una posición más autónoma al profesorado, con capacidad de tomar decisiones
relevantes, de crear currículos adaptados a cada contexto, siendo considerado
un profesional o "ingeniero" capaz de crear y aplicar sus propios proyectos
negociados con la comunidad educativa, independizándose así de elaboraciones
cerradas como son proyectos empaquetados o libros de textos. Por ello, además
de "porteros" que dan acceso a la cultura académica, son
facilitadores del aprendizaje y animadores culturales dentro de la comunidad
educativa. Huyendo de los enfoques de enseñanza transmisiva, estará más inclinado
para la enseñanza educativa, la investigación, la reflexión y la crítica.
Conclusiones:
¿Por qué no prospera el currículum integrado?
La integración curricular no es algo nuevo. Como indica BEANE (1997), los que intentan trabajar desde esta
perspectiva están sobre hombros de gigante. De hecho, si tomamos como referencia
la literatura sobre este tipo de experiencias (que en realidad representa sólo
una fracción mínima de lo que realmente se hace) advertimos que es mucho lo que
se ha hecho y lo que se está haciendo, si bien es cierto que estos enfoques han
tenido más eco en otros países (ej. Estados Unidos) que en nuestro propio país,
donde igualmente hay una vanguardia que ha apostado por estos enfoques, si
bien de manera decreciente conforme avanzamos en los niveles educativos. Dicho
esto, también es preciso reconocer que gran parte de las experiencias de
integración han sido parciales o han sido efímeras, agotándose en uno o dos
cursos.
Así pues, ¿qué es lo que tiene el planteamiento del curriculum
integrado que no llega a "cuajar" y dificulta su generalización? En
este artículo hemos pretendido mostrar que estas ideas no pueden desarrollarse
en un paradigma que es refractario a las mismas y que incluso puede
contemplarlas como una seria amenaza para su estabilidad y perpetuación. Esto
no tendría mayor importancia si no fuera porque la estabilidad de este
paradigma en las escuelas es garantía de la estabilidad del orden establecido
en el terreno social y económico al que se supone debe servir.
Existe en torno a la integración muchos tabúes, malentendidos y temores
que se añaden a este aspecto cultural. Uno de ellos es que estos planteamientos
suponen la eliminación de las disciplinas. La integración curricular no es una
simple decisión en torno a cómo presentar los contenidos académicos, ni
tampoco es un posicionamiento ante la polémica entre disciplinariedad e interdisciplinariedad,
un falso dilema porque la interdisciplinariedad no es más que una forma
sofisticada de disciplinariedad y no tiene sentido sin las disciplinas. Desde
los planteamientos de la integración curricular nunca se ha cuestionado el
saber académico de las disciplinas como tal; obviamente es un saber necesario
y útil..., pero en la mente del profesorado. El saber escolar ha de nutrirse
de él pero esto no quiere decir que tenga que ser presentado como se presenta a
un estudiante universitario. La integración plantea la necesidad de establecer
relaciones de diverso tipo, algo que no es posible desde un planteamiento
estrictamente disciplinar, y para ello son más apropiados temas-puente como son
los temas transversales u otros más próximos a los intereses del alumnado.
La cuestión de la integración curricular, como decimos, significa
mucho más, pues en realidad lo que contemplamos como una tarea de organización
de los contenidos es una pieza más dentro de un contexto mucho más amplio y
coherente, un modelo de hacer escuela, de enseñar educativamente. La
integración, entendida como sistema de interrelación de conocimientos
académicos, no tiene posibilidad alguna de desarrollarse en un sistema
escolar en el que los restantes elementos curriculares permanecen inalterados.
Como indicábamos en un artículo anterior (YUS RAMOS, 1997b) este tipo de
opciones no pueden abordarse sin tener presente cuál es la finalidad que
creemos que debe tener la escuela. Son los fines de la escuela los que en última
instancia nos indicarán cuáles son los elementos que hay que reajustar en el
viejo sistema para que, en coherencia, converjan de manera exitosa. El modelo
de escuela en el que se inserta la integración curricular, la enseñanza
educativa que diría PÉREZ GOMEZ (1999), se inserta además en una manera
diferente de contemplar o de "mirar" (HERNANDEZ, 1992) la realidad,
una forma distinta de contemplar las relaciones humanas y nuestra relación con
el medio ambiente, en definitiva, un humanismo nuevo inserto en un nuevo
paradigma cultural que tal vez se asiente en el siglo XXI. Mientras tanto, qué
duda cabe que los loables esfuerzos por investigar sobre el curriculum
integrado, a pesar de nadar contracorriente, tienen la gran virtud de ir
abriendo brecha demostrando en el día a día sus enormes potencialidades y
también sus lógicas insuficiencias que habrá que superar desde la experimentación
y la práctica. Pero hemos de ser conscientes de que una buena parte de sus
limitaciones actuales se debe a la falta de sintonía con el paradigma cultural
actualmente dominante en nuestras sociedades. Eso sí, nadie dice con ello que
debamos esperar a que soplen mejores vientos. Podemos contribuir modestamente a
que mejore el viento.
Referencias bibliográficas
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the core of democratic education. New
York: Teachers College, Columbia Universtiy.
BERNSTEIN, B. ( 1997): La estructura del discurso
pedagógico. Madrid: Morata.
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medio. Una reconsideración sobre el contorno de la institución escolar"
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YUS RAMOS, R. (1997a): Hacia una Educación Global
desde la Transversalidad. Madrid: Alauda-Anaya.
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como constructo organizativo del currículo escolar, en la antesala de la globalidad",
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de dos concepciones educativas en el curriculum de la LOGSE", Aula de
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"Centros de desarrollo profesional versus centros de profesores: de la
instrumentación administrativa a la reprofesionalización", Conceptos, n°
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YUS RAMOS, R. (1999):
"Comunidade e escola: o que a transversalidade oferere", Pátio, nº 10, p.19-22.