LA ESCUELA: UN PEDAZO DE
VIDA
Una concepción culturalista del aula
Cristobal Gómez Mayorga*
Este
artículo analiza la complejidad de la nueva escuela bajo concepciones
culturalistas del aprendizaje. Además, sugiere dos propuestas metodológicas que
respetan el desarrollo integral del alumnado de Educación Infantil: las
actividades globales y los rincones de actividad libre.
Alguien me dijo en cierta ocasión que antiguamente se tenían hasta 40 alumnos en el aula y que ahora solo se tienen 25. Quería inferir la dificultad de la antigua escuela frente a la actual contemplando sólo un elemento. Yo le argumenté que los 40 alumnos de antes estaban quietos, mientras que los actuales se mueven. Con este argumento quería apuntar uno de los cambios más importantes que se está produciendo en el aula actual. El paso de una escuela tradicional a una escuela moderna conlleva el movimiento como característica primordial que complejiza enormemente la racionalización del centro escolar.
Esta
modernización del centro educativo ha cambiado el aula estructurada por un
aula en continua estructuración, un aula estable por un aula en movimiento,
unos espacios estáticos por una zona de tránsitos, un lugar fijo por un
espacio practicado. De ser el niño o la niña de la 3ª fila se ha pasado a ser
maría o Alberto con toda la complejidad de su identidad cambiante y su
personalidad en continua elaboración. La escuela actual está evitando esta
dificultad cuando se resiste a determinados cambios metodológicos que implican
movilidad del alumnado. Pero a su vez está creando violencia al someter al
alumnado a la disciplina organizativa del tiempo y el espacio.
El
aula es un espacio que en Educación Infantil está por construir, no tanto
físicamente sino simbólicamente. Cada vez que nos llega el alumnado por primera
vez podemos reinventar el aula y debemos ayudara a las familias a redefinir
sus propias concepciones de aula, que consciente o inconscientemente está
determinando el pensamiento de sus vástagos. En esta definición de aula existe una
lucha de significados y experiencias en la que cada individuo aporta sus
visiones, espacios, deseos y necesidades. El alumnado querrá imponer un espacio
a partir de los conocidos, su casa, el parque, la calle, su cuarto, la televisión,
etc. El profesorado negociará en la práctica sus intenciones pedagógicas
explícitas e implícitas con estas imposiciones de factos, y las familias
volcarán siempre en sus hijos las experiencias de escuela que vivieron.
La
organización de aula es viscosa, no está sujeta a las racionalizaciones rígidas
y simplistas. Al aprehenderla cambia de forma. Es por ello que los conceptos
que empleamos para definirla deben ser leves, romos, complejos. Cualquier
conceptualización demasiado precisa dejará que se escape entre los dedos la
vida del aula. Son los instrumentos estadísticos y numéricos los menos
apropiados para aprehender la realidad el aula. La provisionalidad de los
conceptos abiertos, ambiguos, indefinidos; los conceptos en continuo proceso de
conceptualización negociada son los que podemos emplear para comprender algo
de lo que pasa en el aula. Y es que en el aula pasan muchas acosas y a mucha
velocidad. El vértigo que produce esta paradoja de intentar comprender una
realidad compleja con instrumentos indefinidos nos produce cierta angustia. No
obstante, no parece apropiado asumir la tranquilidad que produce los métodos
más simples de conocimientos ya que no nos informa sobre la vida real.
A
veces, no sólo evitamos la complejidad de métodos para estudiar la realidad del
aula, sino que intentamos simplificar el funcionamiento del mismo aula para que
se acople a los análisis simplistas. Por el contrario, creo que debemos de
crear una orga- nización de la clase en la que de forma real surja la
complejidad de una organización social, y en la que se aprenda a vivir en un
contexto cultural real aprendizajes de todo tipo: de toma de decisión, de
autonomía, libertar, sentimientos, voluntades, valores, cariño, respeto, de
luchas de poder, de jerarquías, liderazgo, de deseos, de organización, de
enfrentamientos, de cariños, sueños, etc. No creo que se pueda aprender todos
estos aspectos y situaciones simuladas en aulas empobrecidas con la
simplificación y rigidez de los elementos organizativos ( sitios fijos,
silencio, actividades ritua¡izadas, etc.).
*
Maestro de Educación Infantil.
Desde concepciones de aprendizaje culturalistas (BRUNER, J. 1997) la
cultura da forma a lamente de los individuos y los significados de la mente
tienen sus orígenes en la cultura en la que se han creado. Debemos, por tanto,
crear en el aula ambientes culturales ricos en los que el alumnado se
desarrolle. Los cuentos, vivencias, salidas, proyectos, etc. son situaciones de
aprendizaje propicias que enganchan con el universo infantil. "El pez
Brillo", "Juanito el Pirata" o "la Bruja Maruja",
funcionan como narraciones mitológicas en nuestra cultura de aula: explican
nuestros sentimientos, nos dirigen el camino, nos ayudan en las reflexiones,
nos crean esquemas lógicos y narrativos que nos ayudarán a comprender el
mundo. El teatro que hacemos para la fiesta nos presta sus personajes para
vivir sentimientos, o reflexionar sobre conflictos vitales.
La concepción de cultura escolar implica incertidumbre, complejidad,
imprevisibilidad, duda, algo que sólo profesionales autónomos está dispuestos
a asumir. Autónomos no implica infalibles, sino capaces de asumir los
desaciertos, de encajar los conflictos, de perdonarse los errores.
El aula es una entidad social con una potencialidad de estructuración
social importante por sus características de grupo de iguales, de un tamaño
mediano, con múltiples posibilidades de relación, con relaciones afectivas
fuertes, etc. Este tipo de grupo es hoy necesario en sociedades claramente
desestructuradas, en la que proliferan desestructuraciones familiares, carencias
de organizaciones sociales, desaparición de barrios, etc.
En la escuela se vive en una continua paradoja desarrollando la
individualidad y la construcción social. Del pensamiento subjetivo, único, individual,
pasamos a lo social, a la cultura del aula, a la estructuración social. Entre
esos dos mundos hay un conflicto permanente de intereses y deseos. La labor del
maestro es paradójica en cuando que debe atender a los diferentes desarrollos
individuales dentro de un contexto social que es el aula. Es necesario realizar
un puente entre esos dos sistemas que siempre serán contrapuestos a la vez que
complementarios. A veces, es necesario trabajar en lo individual, otras, en
lo social. Los dos niveles son interdependientes de forma que no podemos
potenciar la identidad del individuo si no es dentro de un contexto de aula con
su propia identidad con sus flujos de relaciones de amistad, de competencia,
afectiva, de celos, de amor, de luchas... de vida.
Frente a saberes acabados que la escuela debe trasmitir mediante la
seducción de los métodos motivadores se propone la concepción constructivista
del saber que se reconstruye de forma negociada mediante actividades diversas
de comunicación en la que los sujetos participan de forma activa, implicando
sus conocimientos, deseos y afectos. Podríamos decir que construimos para
dentro a la vez que para afuera. Nos construimos mientras construimos;
organizamos nuestra mente mientras organizamos el exterior.
Podemos distinguir dos elementos metodológicos que propician en la
práctica un aprendizaje desde concepciones culturalistas: los rincones libres
de actividad y las actividades globales vivenciales.
Las actividades globales vivenciales y los proyectos de trabajo son la forma de conocimiento que mejor se adecuan a las
características del alumnado de infantil y a las finalidades educativas que
perseguimos, ya que cada proyecto es un trozo de vida real que llevamos al aula
y de la que aprendemos. El aula debe abrir la puerta a la vida: a las familias,
al placer, al miedo, al sexo, al cuerpo, a las emociones, a los sentimientos.
No debemos convertir los contenidos en objetos de conocimientos aislados de la
vida, sino en parte integrante de nuestro ser. Estudiar el cuerpo debe
significar ver las posibilidades de conocer, sentir y vivir cada trocito de él.
Debemos hacer huellas con cada uno de los elementos de nuestro cuerpo mientras
vivimos y compartimos las sensaciones que nos produce. Como ya sabemos, el conocimiento
no se trasmite sino que se construye, y construyéndolo construimos la
realidad. Por ello las actividades globales permiten respetar ritmos y estilos
de aprendizajes, acepta la diversidad y crea una identidad de clase al
participar todos de unas narraciones de unas formas de pensamientos, de una
cultura de aula. La narración es una forma de pensamiento y un vehículo para
la creación de significado y no sólo una actividad decorativa. Una salida, una
canción, un cuento o un teatro rea, como diría Bruner, un andamiaje construido
socialmente por el que se mueve la inteligencia.
Creemos que debemos de sustituir nuestras programaciones por
proyectos. En las progra- maciones tradicionales todo está predeterminado las
actividades, los objetivos, la evaluación, el tiempo, etc. Los proyectos de
trabajo enmarcan la actividad educativa sin encorsetarla, están abiertos a la
experimentación y a la creación. Un proyecto es dotar de una actitud educadora
a una actividad cotidiana. Es pasar la realidad por un esquema educativo; una
hipótesis de trabajo, un "se hace camino al andar"; una idea abierta
que la realidad limita; es un problema con múltiples soluciones; es una
pregunta abierta a múltiples respuestas.
Los proyectos de trabajo van tomando cuerpo a medida que se desarrollan, y en
esta construcción participan los familiares, el alumnado y la comunidad. Frente
a las programaciones tradicionales que nos asegura el itinerario de todo el
curso, en las que todo está atado y bien atado, los proyectos crean cierta
incertidumbre a la que, a veces, no estamos dispuesto a exponernos. El
proyecto apunta un camino que al ir recorriéndolo nos ayuda a definirlo. De
ahí, que las programaciones sólo se escriben definitivamente después de
realizadas (Ver algunos proyectos realizados este curso en un resumen de la
Programación Anual). No se puede dejar en el camino múltiples posibilidades
sugerentes que van apareciendo y que no estaban previstas. El día que no pudimos
ir a la radio porque llovía estuvimos hablando de la lluvia, del hombre del
tiempo, de las nubes, de Dios, de la causalidad, de nuestros sentimientos al
no poder ir de excursión, etc. (GOMEZ MAYORGA, 1999)
Como
ejemplo de Actividad Global podemos ver las posibilidades educativas que
surgieron de la canción titulada "Juanito es un pirata", basada en el
cuento "El pirata valiente" de Gusti/Ricardo Alcántara, editado por
SM. Las actividades que surgidas permitieron, de forma natural, trabajar
contenido de los diferentes ámbitos de desarrollo, partiendo de las necesidades
del alumnado. Se aprendieron técnicas plásticas para la construcción de
disfraces de piratas, se experimento con materiales diversos para real¡zar barcos, se realizaron mapas, imaginamos tesoros
escondidos, y fuimos desarrollando nuestra personalidad mientras nos
controlábamos en las luchas simuladas y nos expresábamos de mil y una
formas.(Ver esquema de Programación de "Juanito el pirata") Desde
entonces ''Juanito el pirata" es parte del universo cultural de nuestra
aula.
La metodología
por rincones libres de actividad implica
la creación en el aula de unos espacios vivenciales en donde se produce una
cultura que propicia el aprendizaje (ver plano del aula) En una aula
organizada por rincones de actividades libres es donde mejor se forja la
socialización por que se evidencia de forma real el conflicto entre el deseo y
la realidad, que viene a reducirse a la batalla entre nuestro deseo y todos los
demás deseos (RO- DRIGUEZ GONZALEZ, 1994). La tan cacareada disciplina surge de la propia
convivencia en este espacio social. La lógica del funcionamiento de cada
actividad va creando las normas de convivencia. La reflexión en grupo de los
conflictos que van apareciendo nos ayudan a crear normas de convivencia, a la
vez elaboramos en nuestro interior la necesidad de aceptar normas sociales.
Por otro lado, parece que no es la enseñanza sistemática
individualizada la responsable de los éxitos y fracasos escolares, sino la
pertenencia o no a medios culturales afines a la cultura escolar. PÉREZ GOMEZ
(1998) argumenta que las desigualdades socioculturales de las familias es la
principal causa de las diferencias de desarrollo y de aprendizaje del alumnado.
Con metodologías individualistas estamos acentuando estas diferencias sociales,
potenciando a los que ya están favorecido culturalmente. Solo desde culturas
de aula que acepte la diversidad, que ayude a los más desfavorecidos y que
eduque en el respeto al otro, sea cual sea sus capacidades, podremos prosperar
en el desarrollo integral de todo alumnado.
Educamos para la comunidad si hacemos comunidad,
educamos para la democracia si vivimos la democracia en nuestras aulas.
Educamos en los sentimientos si nos queremos, si establecemos lazos afectivos,
si propiciamos, mediante metodologías abiertas, todo tipo de relaciones.
Educamos para la libertad si dejamos a los niños y niñas libres para actuar a
diario en nuestras aulas. Desarrollaremos su voluntad si les dejamos elegir
entre las múltiples actividades posibles que les ofrecemos. Estas son las
ventajas que propicia una metodología por Rincones de Actividad Libre, en la
que el alumnado decide qué hacer, cuando hacerlo, con quien, para qué, etc.
Argumenta PÉREZ GOMEZ (1998) que la educación es un importante
encarnación de la forma de vida de la cultura, no simplemente una preparación
para ella. Debemos de enseñar a conocer, vivir y disfrutar las acciones
culturales de la vida llevándolas al aula y estructurando el espacio del aula
de una forma acogedora, estética, afectiva y sugerente, construyendo espacios
que respondan a las necesidades del alumnado (HERAS MONTOYA, 1997). El aula se
conceptualiza como una subcultura de aprendices mutuos y crea comunidad
educativa e identidad como aula.
Esta identidad es importante para la elaboración de su personalidad.
Construir culturas escolares de ayuda mutua y educarse unos a los otros es la
forma más completa de educación y solo se desarrolla si dejamos un tiempo y un
espacio libre para que se produzca. Como dice BRUNER (1997), la inteligencia
refleja una microcultura de la praxis, y es esa cultura la que hay que recrear
en el aula. Referencias bibliográficas
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GOMEZ MAYORGA, C. (1998): "El patio dentro del aula".
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HERAS MONTOYA, L. (1997): Comprender el espacio educativo. Málaga:
Aljibe, LAGUIA, Mª J. y VIDAL, C. (1.987): Rincones de actividad en la escuela infantil. Barcelona: Graó.
MARINA, J.A. (1997): El misterio de la voluntad perdida. Barcelona: Anagrama
MARINA, J.A. (1996): El laberinto sentimental. Barcelona: Anagrama
MARINA, J.A. (1995): Teoría de la inteligencia creadora. Barcelona:
Anagrama RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M. (1.994): El niño acorralado. Madrid: Ed.
Libertarias.
PÉREZ GOMEZ, A.I. (1998): La cultura escolar en la sociedad neoliberal. Madrid: Morata
SABATER, F (1.997): El valor de educar. Barcelona: Arie
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STENHOUSE, L. (1997): Cultura y educación. Morón (Sevilla):
Publicaciones TRUEBA, B. (1989): Talleres integrales en Educación Infantil. Una
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