ORIENTACIÓN ESCOLAR Y CULTURA
COLABORATIVA DEL
PROFESORADO: ANÁLISIS DE UN CASO EN EDUCACIÓN INFANTIL
Fernando Sánchez Lanz*
El
análisis y la descripción de la colaboración desarrollada entre las profesionales
de un equipo educativo y de cómo ésta ha sido construida, nos acerca a una
forma alternativa de entender la orientación escolar. A través de este estudio
de caso, centrado en un centro de educación infantil peculiar, podemos
entender los significados y valores que encierra la cultura de trabajo colaborativo
entre docentes y orientadores en el desarrollo de prácticas educativas más
innovadoras.
Aún después de transcurridos algunos años de
los comienzos de la implantación de la LOGSE y de la generalización del uso de
términos como "orientación" o "asesoramiento psicopedagógico",
todavía nos encontramos en la actualidad con muchas y muy diferentes prácticas
y definiciones de lo que es la orientación escolar o la acción psicopedagógica.
Este exceso de definiciones no es sino la expresión de la indefinición
conceptual y/o pragmática de lo que aquí y ahora se incluye dentro de ese
ámbito. En este sentido, la actual presencia de diferentes perspectivas en el
tratamiento de la acción psicopedagógica hace necesaria una reflexión profunda
tanto de lo que corresponde al campo de estudio e investigación de la
orientación como disciplina, como de lo que corresponde al marco de actuación
profesional de los orientadores escolares. En el caso del presente trabajo,
vamos a tratar de centrarnos en el estudio de la acción psicopedagógica
concreta desarrollada por una orientadora en un centro de educación infantil
que posee unas características organizativas y una cultura de trabajo
colaborativa peculiares, lo que nos permitirá ir realizando reflexiones acerca
de la orientación escolar al hilo de una realidad práctica concreta y
alternativa.
Descripción del contexto
El centro al que nos referimos tiene unas
características un tanto especiales, en cuanto a que su modelo organizativo no
se corresponde con la generalidad de los centros públicos de nuestro país. Se
trata de la EIM Triquitraque de Puerto Real -Cádiz-, una escuela pública de
titularidad municipal, lo cual constituye una de sus características más
relevantes. Esta peculiaridad, unida a la no obligatoriedad de esta etapa en
nuestro sistema educativo, permite que en este centro se desarrolle desde hace
ya cinco cursos escolares un trabajo docente muy autónomo respecto a la
administración central. Su línea de trabajo básica ha estado siempre enmarcada
dentro de una perspectiva crítica de la enseñanza. Estos son los antecedentes
que definen al equipo educativo; todos y todas comparten la misma línea de
trabajo, hablan el mismo lenguaje, y además cuentan con la posibilidad de
desarrollar innovaciones con una autonomía absoluta.
A todo esto podemos añadir que el reducido
número de profesores/as y de alumnado permite el establecimiento de unas
relaciones mucho más cercanas. Así, las discrepancias, las divergencias,
están siempre centradas en el trabajo educativo. Un reflejo de todos estos
aspectos que venimos comentando lo podemos encontrar en la estructura
organizativa del centro: no existe la figura de director, sino que todas las
responsabilidades son compartidas; todos los profesores rotan con su grupo de
alumnos por todas las edades; las decisiones se toman en el seno del equipo
educativo o en colaboración con los padres y madres (salvo algunas decisiones
políticas que son impuestas, referentes a cuestiones económicas); todos los
niños y niñas se pueden relacionar con todos los profesores de la escuela, al
estar diseñados espacios tanto propios para el grupo edad como comunes para
todas las edades; la escuela está abierta al medio manteniendo relaciones
fluidas con las familias y con el barrio donde ésta se encuentra ubicada.
Junto al profesorado de esta
escuela trabaja también una pedagoga del Gabinete Psicopedagógico del Área de
Educación del Ayuntamiento. Ésta realiza, entre otras, las funciones de coordinación
entre las dos escuelas infantiles municipales de la localidad, aunque
fundamentalmente su trabajo se centra en la orientación psicopedagógica de
estos centros.
* Profesor del Departamento de
Didáctica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de
Cádiz. E-mail:
fernando.sanchez@uca.es
La acción psicopedagógica en la EIM Triquitraque
a. Metodología del estudio:
Comenzaremos la descripción del presente estudio comentando brevemente
la metodología empleada. Al pretender realizar una descripción para la
comprensión de una realidad educativa determinada desde la perspectiva de los
protagonistas de su desarrollo, la metodología más adecuada es la propia de un
estudio etnográfico. No queremos con esto decir que este trabajo consista en
un estudio de caso completo. La naturaleza del mismo y la única pretensión de
realizar una pequeña indagación en una realidad concreta, hacen que este
trabajo diste bastante de la complejidad que tiene una investigación
etnográfica completa. Sin embargo, las técnicas empleadas para la recogida y el
análisis de los datos sí que se corresponden con las habitualmente empleadas
en los estudios de caso etnográficos, así como el proceso seguido para la
elaboración de este informe a partir de los datos obtenidos. Se realizaron dos
entrevistas no estructuradas a una de las maestras de la escuela y a la
orientadora.
b. Resultados obtenidos: Análisis de una práctica de orientación en una cultura escolar colaborativa.
Uno de los
aspectos que más llaman la atención en los datos obtenidos a través de las dos
entrevistas es la coincidencia existente entre las respuestas de la
orientadora, sobre el sentido de sus acciones en la escuela, y las que nos
proporcionó la maestra. En efecto, resulta bastante curioso que en un ámbito
educativo como es el de la orientación escolar en el que a menudo se da una
superposición de papeles, confusión o rivalidad entre las funciones de los
orientadores y los docentes, nos encontremos con un centro en el que exista un
acuerdo absoluto entre los roles a desempeñar por cada uno de los implicados en
el proceso. Es muy frecuente oír entre el profesorado numerosas quejas
relativas a la falta de validez práctica de los diagnósticos realizados por los
equipos de orientación, o entre los orientadores lamentarse de la falta de
capacitación profesional de maestros y maestras. Sin embargo en este caso no
sólo hay acuerdo sino que sus formas de trabajo conjunto son consideradas las
más adecuadas.
"María.(I)
nunca viene a la escuela a ver a un niño o a pasarle tests y esas cosas.
Simplemente en las reuniones semanales que mantenemos, hablamos de los niños o
situaciones de clase con las que estamos atascadas... Y entre todos buscamos
soluciones y las ponemos en práctica" (ENTRE 02) (2).
"La
verdad es que sin este equipo educativo no sería posible trabajar como lo hago
aquí. Cuando voy a los colegios públicos, las maestras siempre me demandan que
le solucione algo al niño o niña en cuestión. Me resulta muy difícil establecer
otra relación. Sin embargo aquí, lo que hacemos lo hacemos en equipo"
(ENTRE 01).
Ahora
bien, este acuerdo que aparece entre las dos profesionales involucradas en el
proceso de orientación no es fruto de una casualidad. Muy al contrario, parece
responder a un esfuerzo colectivo por construir unas formas de trabajo
colaborativo, en equipo, como consecuencia de la búsqueda de coherencia entre
sus principios de partida y sus acciones prácticas cotidianas. De esta forma,
las dos entrevistas aparecen continuamente salpicadas de referencias a la
situación particular respecto a la administración de la que dispone el centro
y que les ha permitido construir y mantener estas formas de trabajo.
"Pero esto que
hacemos aquí no se puede generalizar. En los colegios la gente aparece y
desaparece... En cuanto un grupo de maestras empieza a ponerse de acuerdo y a
intentar trabajar de otra manera, las destinan a otro centro. Parece que la
Delegación lo hace con toda la intención. Sin embargo aquí, las maestras de la
escuela están aquí porque comparten un proyecto y quieren participar en
él" (ENTRE 01)
"Nosotras es que ya
veníamos de una cooperativa en la que no contábamos con ningún equipo de
orientación o apoyo. Y nunca nos hizo falta. La verdad es que siempre nos
pareció una barbaridad eso de buscar diagnósticos para los niños porque
entendíamos que eso al final se convertía en una etiqueta que condenaba al
niño y que no aportaba nada a tu trabajo con él en el aula. Así que cuando
llegamos aquí y nos pusimos a trabajar con la pedagoga que compartía esta
forma de ver a los niños con nosotros, todo salió muy bien" (ENTRE 02).
Pero pasemos
ahora a ir describiendo un poco más en qué consiste el trabajo de la
orientadora en la escuela. O mejor dicho, los trabajos; porque, como podremos
ir viendo a lo largo de estas líneas, las funciones de la orientadora exceden
con mucho las del trabajo vinculado al alumnado con problemas de aprendizaje
y desarrollo. El siguiente fragmento de la entrevista, en el que responde a
nuestras preguntas sobre las funciones que desempeña en la escuela, resulta
bastante clarificador:
R: "Es
dificil contar en una entrevista el trabajo que desempeño en Triquitraque. Por
un lado, hago funciones de asesora curricular... pero no como la pedagoga que
va a decirle a las maestras lo que tienen que hacer, sino como una más del
equipo que puede ofrecer una visión más alejada
de lo concreto del aula. Creo que sirvo como una visión complementaria
del trabajo que realizan las maestras con los niños... Pero complementaria en
el sentido de ofrecer otro punto de vista a la hora de reflexionar en equipo
sobre lo que se está haciendo en la escuela...
P: ¿Qué
otras funciones desempeñas?
R: En esta
misma línea, colaboro con los equipos de las dos escuelas infantiles municipales
en una investigaciónacción que desde hace... cuatro o cinco cursos... venimos
desarrollando junto a otras maestras de educación infantil. Y esta
investigación-acción ha sido como el punto culminante de una trayectoria de trabajo conjunto en Seminarios Permanentes...
Creo que esto puede ser un buen ejemplo de otra de las funciones en las que
más me implico, participando en la formación permanente de las maestras.
P: ¿Y aún hay más?
R:
¡Claro!... En realidad yo veo estas funciones como una misma cosa, pero como me
has pedido que diferencie [risas]...
P: Bueno, qué más...
R: Está también el
trabajo con niños o familias con problemas... aunque en esta escuela es muy
distinto a la forma de trabajo en los colegios públicos. Y creo que esta otra
forma de trabajo es uno de los resultados más positivos de la
investigación-acción que antes te contaba. Ahora hemos aprendido a hacer
análisis de casos en equipo, de los casos... problemáticos... entre comillas...
Hemos ido comprobando que los problemas no están en el niño o en su casa, sino
que los presenta en la escuela con las actividades que les proponemos, y es
aquí donde tenemos que buscar respuestas adecuadas para el niño." (ENTRE
01)
Con las
opiniones hasta aquí vertidas comenzamos a disponer de elementos de juicio
para ir configurando el modelo de orientación que en la práctica está
definiendo este equipo educativo. Podemos destacar como uno de los aspectos más
definitorios de este modelo, sobre todo por la redundancia con la que aparece
en las entrevistas realizadas, la naturaleza fuertemente colaborativa de las
relaciones establecidas entre la orientadora y las maestras. No es que la
colaboración de por sí permita definir el rol de la orientadora en cuestión.
Es la definición de cómo entienden la colaboración las profesionales del
equipo educativo que estamos estudiando, y la descripción de cómo ésta ha sido
construida, la que nos permite adentrarnos desde un punto de vista epistemológico
en la propia naturaleza de la función orientadora desarrollada en la EIM
Triquitraque.
Otra de las
características que nos permiten ir caracterizando este modelo de orientación,
es la función "de facilitadora de procesos" que desempeña la
orientadora (JIMÉNEZ y PORRAS, 1997: 115), procesos
que hacen referencia tanto al trabajo en el aula como al propio desarrollo
profesional de las maestras. Esta forma de entender la orientación nos aleja
radicalmente de la racionalidad técnica, tan imperante actualmente en nuestro
sistema educativo, para ir adentrándonos en una racionalidad de carácter más
interpretativo.
Pero
además de la naturaleza colaborativa de la relación orientadoramaestra y de
la delimitación epistemológica que venimos realizando, de las entrevistas se
desprende también la diversidad de funciones asumidas por la orientadora, si
bien, como vimos anteriormente, éstas son consideradas por ella como una única
función, no concibiendo una labor de orientación que no implique
simultáneamente y comprensivamente a todas. De esta forma, vemos como en esta escuela
se está desarrollando una acción psicopedagógica por parte de la orientadora
que responde muy bien a lo que podemos denominar "las tres funciones del
futuro: liderazgo del cambio, formación e investigación" (JIMÉNEZ Y PORRAS, 1997: 122).
Como
hemos podido apreciar en los fragmentos de las entrevistas citados, la
orientadora centra su intervención en procesos investigativos-formativos
enfocados fundamentalmente a la innovación y el desarrollo profesional de las
maestras. Incluso las labores de orientación más específicas que siempre se
tienen que desarrollar con algún alumno/a o familia que presente una
problemática determinada, son abordadas en colaboración con la maestra, siendo
objeto de un proceso reflexivo que redunda en una mejora de la intervención
educativa que las maestras desarrollan en sus aulas con todo el alumnado.
Pero
esta forma de trabajo no está exenta de conflictos. A pesar de que actualmente
parece existir, a nivel teórico, una amplia aceptación por formas similares de
entender la acción psicopedagógica a la que aquí estamos analizando, no
debemos perder de vista la conflictividad inherente al trabajo del
psicopedagogo o psicopedagoga que en la práctica aparece en las escuelas. Y el
caso que nos ocupa también nos arroja alguna información sobre los posibles
conflictos que pueden surgir:
"Después de tantos años de trabajo juntas, no creo que existan diferencias en la formación que tenemos las maestras y yo para hacer de orientadora. Para trabajar en la escuela hace falta mucha formación, pero ésta no te la da sólo un título universitario sino que se necesitan años de trabajo con niños... Yo creo que para trabajar de orientadora o de maestra deberíamos tener la misma titulación" (ENTRE 01).
"Después
de tantas cosas que hemos construido juntas, todavía resulta más duro entender
que alguien por ser licenciada tenga un sueldo bastante superior al nuestro a
pesar de que trabajamos en equipo y compartimos responsabilidades. A parte de
eso... yo creo también que a A. le vendría muy bien tener algún año una clase a
su cargo y verlo que es eso. Y a nosotras nos vendría también muy bien estar un
año sin la responsabilidad diaria de un montón de niños a tu cargo y poder
hacer el trabajo de A. De esta forma todas veríamos las cosas desde la
perspectiva de las demás. Lo que veo más difícil de resolver es lo de los
sueldos, porque ya nos metemos con los convenios, los sindicatos... en
fin..." (ENTRE 02).
En el caso
que nos ocupa, los posibles conflictos que pueden aparecer cuando una misma persona
desempeña papeles diferentes (conflictividad intrarol) no son nombrados como
algo relevante. Esto muy bien pudiera deberse a que estas distintas funciones
han sido consideradas como necesarias por la orientadora y por el equipo educativo,
no respondiendo en ningún caso a demandas o imposiciones de la Administración.
Sin embargo, sí que son explícitas las referencias a posibles problemas con las
superposiciones o diferenciaciones de funciones y a las diferencias salariales
(conflictos interrol) de mayor o menor intensidad. A pesar de que el origen y
la posible resolución de estos conflictos escapan a las responsabilidades del
equipo educativo de la escuela, no por ello podemos obviarlos. Nos topamos
aquí con unas condiciones laborales y una visión del trabajo escolar bastante
difícil de reorganizar, debido fundamentalmente a presiones externas al trabajo
que se desarrolla en la escuela. En este sentido, parece que la conflictividad
del rol del asesor es algo connatural al mismo, aunque las formas en que se
materialicen estos conflictos difieran mucho en cada contexto escolar.
Conclusiones
Para
finalizar, vamos a resumir algunas de las conclusiones que se pueden extraer
de este pequeño estudio. Son conclusiones, lógicamente, muy vinculadas a la vivencia
concreta del trabajo desarrollado en una escuela muy poco parecida, desde el
punto de vista cultural-organizativo, al resto de las existentes en nuestro
contexto educativo. Pero son precisamente estas diferencias con otros centros,
debidas básicamente a la independencia que esta escuela tiene respecto de la
Administración educativa, las que pueden hacer más relevantes estudios de este
tipo.
Hemos
podido apreciar cómo algunas de las opiniones vertidas en este estudio vienen
a coincidir con los resultados de otras investigaciones. De esta forma, las
referencias a la autonomía profesional de centros, orientadores y profesorado
(CONTRERAS, 1997) parecen ser una de las constantes que se consideran como
condiciones necesarias para poder establecer unas culturas de trabajo
colaborativo entre el profesorado y los profesionales de la psicopedagogía.
Igualmente, la necesidad de tiempo para construir estas relaciones mediante la
reflexión en la acción (ELLIOTT, 1993), aparece como otro de los temas clave. Y
esto es así porque el trabajo en equipo y la reflexión en la acción son formas
de proceder profesionalmente muy difíciles de desarrollar. Actualmente, la
generalización del uso de estos términos parecen hacernos pensar que en las
escuelas se dan estas condiciones de trabajo, cuando lo que se está generando
es una falsa colegialidad (HARGREAVES, 1996) al ser algo impuesto por la
Administración y no sentido como necesario por el profesorado.
Al
mismo tiempo, resulta preciso resaltar la conflictividad connatural que
presenta el rol del asesor psicopedagógico. Incluso en los centros educativos
con culturas de trabajo realmente colaborativas en los que además el orientador
u orientadora no es sentido por el profesorado como un representante de la Administración,
aparecen conflictos entre los roles desempeñados por profesionales distintos
que debemos tomar muy seriamente en consideración. Es verdad que los
condicionantes de todo tipo que actualmente presenta nuestro sistema educativo
no nos permiten vislumbrar soluciones a corto plazo, pero no debemos perder de
vista que la equiparación en la cualificación profesional de los profesionales
de la educación, en la distribución de responsabilidades y de retribuciones son
cuestiones que no podemos pasar por alto para facilitar la construcción de
prácticas de orientación realmente alternativas en nuestras escuelas.
Referencias
bibliográficas
CONTRERAS
DOMINGO, J. (1997): La autonomía del profesorado. Madrid: Morata.
ELLIOTT,
J. (1993): El cambio educativo desde la investigación-acción. Madrid:
Morata.
HARGREAVES,
A. (1996): Profesorado, cultura y postmodemidad. Madrid: Morata.
JIMÉNEZ
GAMEz, R.A. y PORRAS VALLEJO, R. (1997): Modelos
de acción psicopedagógica: entre el deseo y la realidad. Archidona (Málaga): Aljibe.
Notas
(I) Con el
fin de garantizar la confidencial¡dad de las informaciones aportadas por las
dos personas entrevistadas, escribiremos
nombres ficticios: María hace referencia al nombre de la orientadora y Ana
a la maestra.
(2) Para identificar las
entrevistas se ha empleado la siguiente nomenclatura: ENTRE 01 - entrevista
mantenida con la orientadora. ENTRE 02 - entrevista mantenida con la maestra.