Vacaciones en la ciudad
La
ruptura del centralismo de la escuela en el sistema educativo italiano ha dado
vida, hacia finales de los años 70, a un compromiso de energías para la
búsqueda de nuevas formas de educación y formación de la infancia. Y en este proceso,
un papel esencial lo ha desempeñado el "Territorio" del ambiente
urbano.
STEFANO VITALE*
Este fenómeno ha
modificado inclusive el sector de las vacaciones proponiendo situaciones como
los llamados "Centros Estivales".
En muchas ciudades,
particularmente las industrializadas, el desarrollo del Centro Estival, en
ciudad, ha podido representar una ayuda de tipo social para muchas familias:
los niños, que, terminada la escuela, no tenian otro punto de referencia,
podían vivir una experiencia educativa de tiempo libre utilizando las
estructuras de la ciudad. En los centros metropolitanos, tal iniciativa
terminaba luego por unirse a proyectos de más altos vuelos dirigidos a la
"prevención" de la delincuencia juvenil ofreciendo espacios
"protegidos" de actividad y socialización alternativos para combatir
ciertas formas de abandono.
Con el paso
del tiempo han aparecido claras, en las realidades más pedagogicamente
responsables, las perspectivas que podían desarrollarse: más allá del simple
"aparcamiento" o de una aproximación, ya también fundamental,
estrictamente lúdica, ha surgido una linea de tendencias que privilegiando
formas diversificadas de "educación ambiental" valora la ciudad como
colaboradora de la acción educativa.
La
utilización de la ciudad como recurso educativo ha modificado incluso el mundo
de la escuela: "La ciudad como laboratorio" no es ya por tanto un
slogan y, aunque sea con muchas contradicciones, son numerosas las realidades
italianas que han buscado proponer un "sistema formativo integrado"
entre territorio y escuela, para hacer salir a ésta última de sus propios
muros.
Pero el
planteamiento de los Centros Estivales no debe confundirse con una simple
prolongación del "sistema de laboratorios" territoriales que se atreve
a volver a proponer a las chicas y chicos dinámicas educativas, aunque
innovadoras en el plano de los contenidos, pero aún tradicionales en el plano
del método y recorridos formativos. Es preciso, en nuestra opinión, utilizar el
"Centro Estival", un momento de libertad, como una especie de
correctivo de una mentalidad demasiado cognotivista, sin rechazar la
posibilidad de nuevos conocimientos, valorando su originalidad y su
especifidad.
El Centro
Estival en la ciudad es, precisamente, antes que nada un momento de vacaciones
que las niñas y los niños pasan con adultos que ni son sus enseñantes, ni sus
padres, ni instructores deportivos: de esta manera pueden desarrollarse
relaciones y modelos de comportamiento inéditos y sorprendentes.
En segundo
lugar, las niñas y niños y adultos pueden disponer de todo el tiempo: no
existen horarios de "laboratorios" obligatorios ni materias que
desarrollar.
Además, las
actividades pueden ser proyectadas, mejor dicho negociadas y no sólo
programadas a priori: respetando, por consiguiente, la globalidad de las
necesidades de las niñas y niños, favoreciendo su participación real y activa
en la elaboración y realización de las actividades.
Finalmente,
puede desarrollarse una relación más profunda con todo el ambiente circundante
en el que se encuentran inmersos.
Desde este
punto de vista, la ciudad aparece realmente como un laboratorio permanente de
la vida real del grupo. Las diversas iniciativas nacen del contacto con los
recursos de la ciudad: el territorio es "el campo abierto de la
investigación" que respeta el crecimiento, los intereses y las
motivaciones del grupo. Las Inteligencias múltiples" de Gardner no
precisan encasillarse a priori en un castillo omnicomprensivo donde muchas
estancias acaban por ser visitadas presurosamente. Por el contrario, la
historia del grupo puede crear una "casa propia" hecha de salones,
estancias, paredes y jardines cargados de afectividad y conocimiento
realmente explorados, coloreados, jugados, vividos.
Evidentemente
no se olvida el papel de los adultos: los educadores tienen la tarea de hacer
propuestas, orientar al grupo, poner a su disposición posibilidades,
garantizar el funcionamiento de la investigación, hacer descubrir nuevas
posibilidades de acción que no "claven" a los niños y niñas en una
falsa espontaneidad irreflexiva. De la misma manera que no se infravalora la
necesidad de conceptualizar las experiencias vividas: sencillamente es preciso
aprender a "razonar por redes" teniendo en cuenta a los sujetos
auténticos de la acción educativa. Es por eso por lo que ya nos parecen
definitivamente superadas las viejas experiencias de la animación con los
centros estivales "con tema", donde todo esta preordenado por los
adultos y la socialización reducida a un hecho formal centrado en la productividad
y donde los niños y niñas son penosamente obligados a estar durante tres
semanas como una tribu de pieles rojas o de hombres primitivos.
Las vacaciones en ciudad,
si se enfocan adecuadamente en el plano pedagógico, pueden por el contrario
realizar simultáneamente las dos hipótesis formuladas por Ulf Hannerz en su
libro "Explorare la cittá. Antropologia della vita urbana, II Mouleno
1992" (Explorar la ciudad. Antropologia de la vida urbana, El Molino
1992), a propósito de la formación de los sistemas colectivos de significado
necesarios para la adquisición consciente del ambiente urbano: por un lado,
"las personas participan en una misma situación del mismo modo,
interpretando el mismo papel y comunicándose entre ellos a propósito de esta
implicación", de otro lado "el segundo tipo de situaciones es aquella
donde las personas llegan a una especie de conciencia común a partir de
experiencias diversas" (pag. 464-465).
Todo sistema colectivo de
significados se amplía en la medida en que los individuos afrontan juntos
nuevas experiencias y descubren aspectos nuevos de sus sistemas personales de
significados: la ciudad no es sólo el escenario de este proceso, sino un agente
real y activo.
En este contexto,
liberado de los didacticismos preconstituídos, es posible desarrollar, en un
clima de confianza, experiencias de investigación incluso muy intensas que se
revelan a los chicos y chicas como muy útiles, haciéndolos entendidos no
exclusivamente como "alumnos y alumnas", sino incluso como ciudadanos.
Los niños y niñas
acogidos en las actividades de "Vacaciones en la ciudad"
manifiestan, en la mayor parte de los casos, las consecuencias de las
dificultades de la vida urbana habitual: ritmos de vida no adaptados y
fatigosos, alimentación apresurada y desequilibrada, salud frágil, relaciones
poco diversificadas, actividades demasiado estandarizadas.
En este sentido llega a
ser esencial plantear el trabajo según objetivos tendentes a corregir tales
disfunciones y que definan el cuadro de los dispositivos pedagógicos de fondo
en los que insertar la posibilidad de proyectar actividades de "educación
ambiental".
Ahora, sin querer ser
exhaustivos, nos parece importante señalar algunas pistas de trabajo sacadas
de la experiencia concreta vivida en los centros estivales de ciudad con los
CEMEA.
La ciudad es un
ecosistema global: puede partirse desde cualquier punto. Demos un ejemplo: en
la ciudad es preciso desplazarse, probablemente utilizando los medios de
transporte públicos. Ya de por sí, para muchos niños y niñas, es ésta una
novedad y una manera de percibir el paisaje urbano de una manera nueva. Pero es
también principio para hacerse preguntas susceptibles de definir proyectos ya
considerados: ¿existen antagonismos o complementariedades entre los diversos
modos de transporte? ¿Cuál es el impacto de la red de transportes en el paisaje
urbano? ¿Qué otras soluciones originales de desplazamiento, pistas para bicicletas,
islas peatonales, senderos urbanos, etc., podemos poner de manifiesto? ¿Cuáles
son los códigos, las reglas que hay que respetar?
Y pueden utilizarse
instrumentos como:
- la elaboración de un
plano propio de la ciudad,
- el mapa del mundo
conocido y vivido,
- las pistas
alternativas,
- Juegos de observación.
Y desde ahí, veamos
otras. Por ejemplo se observa que la ciudad ofrece espacios verdes: parques
urbanos, plazas, jardines, campos de juego, espacios protegidos, etc.
Se pueden organizar
visitas, recorridos de descubrimiento, y a partir de ahí estructurar actividades
que nos permitan vivir en estrecho contacto con tales espacios, conocerlos,
apropiarnos de ellos y valorarlos a través de su uso directo.
Entonces llegará a ser
interesante poder pasear con lápiz, mapa y plancheta de madera para hacer
dibujos, aprender a utilizar una brújula en la ciudad mediante un juego de
pistas, hacer el plano de una zona a partir de los espacios verdes, utilizar el
mapa o plano heliosensible para inventar imágenes con los elementos naturales
hallados en la ciudad, hacer fotografías o vídeos, construir una maqueta,
habituarse a la lectura del paisaje a partir de las formas, de los volúmenes,
de los colores, jugar con los sonidos de la naturaleza dentro de la ciudad e
inventar una historia, etc.
Y luego, individualizar
los espacios idóneos para un juego deportivo, un espectáculo teatral o de
marionetas, hacer volar una cometa o un globo de gas, jugar con las bolas o el
skateboard... sin desdeñar las oportunidades que la ciudad ofrece para todos y
todas: una excursión en barca sobre el río, un picnic en el parque, un día en
la piscina...
La ciudad es también un
recurso cultural: ofrece espectáculos teatrales, revistas cinematográficas,
museos, exposiciones de pintura y fotografía, existen centros que conviene conocer:
ludotecas, centros sociales, centros de encuentro, equipos deportivos,
veladas de barrio, etc.
Está bien poder hacer el
inventario de estos recursos, valorar sus niveles de accesibilidad, hacer
hipótesis sobre las modificaciones precisas según las exigencias del grupo: no
es un simple trabajo de "contabilidad funcional", sino un modo para
sentirse cómodos en un ambiente que ha llegado a ser demasiado familiar y por
ello extraño (un dossier completo de estas actividades ha sido realizado por
los CEMEA como consecuencia de las jornadas de estudio "Education á
l'environnement en milieu urbain" (Educación en el medio urbano)
-Montreuil 23/29 enero 1993).
Mapas mentales y
percepciones del espacio urbano, búsqueda de sugerencias para nuevas
actividades y utilización de los recursos, transformación del ambiente y
nuevos recorridos cognitivos se entrelazan en una atmósfera lúdica y
consciente al mismo tiempo, en una dimensión de interacciones entre diversas
metodologías y prácticas pero que, poniendo en el centro de sus preocupaciones
la relación entre personas y ambiente, privilegia lo que es típicamente
antropológico, y por ello incluso educativo, está potencialmente presente en
tal relación.
Las
"Vacaciones en la ciudad" no son un "pasatiempo" poco
exótico, sino una ocasión de crecimiento personal y social de muchos modos que
todavía no es valorada a fondo.
*Director del CEMEA del
Piamonte, Italia.