EDUCACIÓN PARA LA PAZ DESDE UNA VISIÓN
HOLÍSTICA PARA LA CONFORMACIÓN DE UNA CIUDADANÍA CRÍTICA
Gloria
María Abarca Obregón, Sofía Herrero Rico y Andrea Francisco Amat
Resumen:
La presente comunicación pretende reflexionar sobre
la importancia de la Educación para la Paz (EpP) para la construcción de una
cultura de paz. Esta iniciativa parte de una perspectiva holística que incluye tanto la paz interna como la
paz externa. A partir las experiencias personales y cotidianas, queremos
generar un diálogo sobre las capacidades y la responsabilidad humana dentro de
la promoción de culturas para hacer las paces.
Nuestra propuesta, que va de lo micro a lo macro, incluye el análisis de los discursos mediáticos audiovisuales y como estos
contribuyen o dificultan la creación de espacios de paz.
Palabras
clave: Educación para la
Paz, Cultura de Paz, Ciudadanía Crítica
INTRODUCCIÓN
La importancia de que las
experiencias educativas sean sistematizadas, permite no sólo un hermoso compartir,
sino también un desarrollo profesional y personal en quienes realizan dicha
sistematización. De este modo se le otorga a la praxis una presencia y voz ante
las interrogantes de la educación que a su vez nos facilitará ir construyendo
caminos para ir avanzando en la labor educativa.
La presente comunicación está
realizada desde diferentes posturas educativas de una manera integral que se
unen a través del hilo conductor de la Educación para la paz (en adelante EpP).
Es importante remarcar que esta propuesta fue llevada a cabo como un taller
práctico (dialógico-participativo) en la Ciudad de Santiago de Compostela en el
marco del Foro Mundial de Educación y Cultura de Paz, donde participamos
conjuntamente las tres personas autoras del presente artículo. A través del
análisis y reflexión de esta primera iniciativa, queremos dar conocer una forma
de integrar diferentes perspectivas, estilos y miradas encaminadas a la
construcción de una ciudadanía crítica. Estos estilos diferentes y a la vez
integrales construyen una propuesta de EpP desde las vivencias cotidianas y las
diversas maneras de hacer las paces. En ella se incluyen los aspectos
personales, sociales y políticos de la paz.
El objetivo es contribuir desde
la educación formal, no formal e informal en la construcción de una ciudadanía
crítica desde una perspectiva holística y partiendo de las experiencias
personales y cotidianidad, incluyendo, asimismo, el entorno mediático.
Consideramos que este Congreso nos ofrece una
oportunidad para compartir nuestra experiencia y, al mismo tiempo, participar
en este privilegiado espacio de encuentro, donde a través del diálogo vamos
construyendo conjuntamente una nueva educación. Como diría Freire (1999, p.
24), «la reflexión crítica sobre la práctica se torna una exigencia de la
relación Teoría/Práctica sin la cual la teoría puede convertirse en palabrería
y la práctica en activismo».
1.- Construcción de Cultura
de Paz desde una perspectiva holística
1.1. Educación y
Cultura de Paz.
Actualmente, la EpP se ha convertido en tema de
discusión, investigación y centro de atención de pedagogos, profesores,
educadores, maestros y, en general, de todas aquellas personas comprometidas
con la educación y con el baluarte de la paz (UNESCO, 1945). En nuestra
opinión, este empeño de educar para la paz se debe, lamentablemente, a la
cultura de la violencia que reina en nuestra sociedad y su consecuente
reproducción educativa a todos los niveles: directa, estructural y cultural. No tenemos más que escuchar la televisión o la radio para escuchar las historias de violencia que se narran de la
cotidiana vida.
Debido a ello, se ha generado un gran debate e investigaciones que han
depositado la confianza en la EpP como una de las claves fundamentales para la
transformación de la actual cultura de violencia a la Cultura de la Paz.
En la actualidad, EpP no puede considerarse, por tanto, un lujo o
una utopía sino que se ha convertido en una necesidad. Si queremos transformar
la cultura de la violencia en una Cultura de Paz, hemos de aunar esfuerzos para
que las bases donde se asienta la Educación y toda su estructura sea en sí
misma pacífica y, consecuentemente, eduque a los seres humanos para el
entendimiento mutuo, la justicia y la paz.
Por otro lado, el sistema educativo
está siendo afectado por los procesos sociopolíticos actuales como son la
globalización, la guerra preventiva, los terrorismos, los fundamentalismos, los
unilateralismos, la manipulación de la información y la mentira, tanto en su
dimensión de política educativa como en su dimensión didáctica y organizativa
(Jares, 2005). Se trata pues de analizar estos procesos, comprenderlos, para
luego dar una respuesta educativa desde los valores de justicia, respeto,
noviolencia y Cultura de Paz. Nos encontramos ante nuevos problemas y demandas
sociales que exigen al sistema educativo dar respuesta una vez más. De aquí se
desprende la importancia de Educar para la Paz.
Para que
esta EpP sea posible deberemos facilitar las habilidades, medios y recursos
necesarios que permitan la reconstrucción de nuestras capacidades y
competencias humanas para hacer las paces, pues sabemos que podemos hacerlo. La
educación tiene que enseñarnos a hacer las paces los unos con los otros. En
este sentido, hacer las paces es entendido como un aprendizaje. Sabemos que
somos capaces de hacerlo y sólo tenemos que aprenderlo.
1.2. Educación para la paz desde una visión Holística
La EpP no es el simple hecho de desear la paz,
aunque esto sea fundamental. Como menciona Monclús (1999, p.8) « nadie deja de reconocer que la
paz es lo más prioritario para la sociedad y la especie humana, es entender en
sí, lo que la paz implica desde una
perspectiva y actuar en positivo». Pero la EpP va más allá, se trata de desarrollar la
plenitud del ser humano para su beneficio y el de los demás, donde la paz no es
una utopía imaginable sino realizable, debido a las características mismas del
ser humano.
La EpP es un espacio de encuentro donde la práctica educativa puede generar propuestas de transformación para una sociedad más justa y pacífica, otorgando voz a todos los miembros de la comunidad. Se trata de retomar este diálogo continuo entre teoría y práctica, a través de una propuesta de EpP con una visión de paz holística, donde los docentes pueden encontrar opciones y alternativas que les den movilidad en el sistema educativo formal, o propuestas alternativas en la educación no formal, que les permitan generar plataformas, redes de trabajo y espacios de transformación hacia una verdadera Cultura de Paz.
Actualmente, tanto los estudios para la paz como
las investigaciones para la paz
reconocen este amplio terreno de trabajo y buscan cubrir las diversas
dimensiones de la paz, integrando un diálogo con la diversidad y complejidad de
los seres humanos en el mundo. En este sentido, la paz y la educación son
comprendidas desde una perspectiva holística, que
integra la paz interna, la paz social y la paz ecológica. Como expone Tuvilla
(2004, p.16) «la educación que esta concepción
inspira busca la armonía del ser humano
consigo mismo (paz interior), con los demás (paz social) y con la naturaleza
(paz ecológica) en distintos ámbitos: personal, familiar, escolar, social,
nacional e internacional. Elementos que
reagruparemos aquí en dos dimensiones de la paz, la interna y la externa
1.2.1. Dimensión Interior
En la teoría de la paz holística, la paz interior es aquella que se desarrolla en el ámbito intrapersonal y permite la unión entre el individuo y el mundo. Según Fernández Herrería (2004, p.903) «se refiere a la dimensión intrapersonal o interior de la paz…su dimensión personal interior, sobre todo desde una perspectiva integral, que no sólo se centre en lo afectivo emocional (por ejemplo se reconoce la enorme importancia del desarrollo de la inteligencia emocional para la maduración de actitudes y conductas pacíficas) sino también en lo mental y espiritual (que no es igual que religioso)».
Esta paz interior es una dimensión complementaria de las otras expresiones de la paz y están íntimamente relacionadas. De hecho, la relación que tiene el ser humano consigo mismo se reflejará en la relación que tenga con el mundo exterior. Y así, con ese complejísimo juego de interacciones, “generamos nuestra realidad interior y la proyectamos hacia el mundo exterior, que reaccionará de forma más o menos consecuente con lo que de nosotros reciba” (Grian, 2004, p.123).
En este sentido la paz interior es entendida como un ciclo de pertenencia donde el individuo es parte de una sociedad que recrea y, al mismo tiempo, la sociedad conforma a este individuo. La paz holística hace mención a la paz interna como parte de ésta, no como exclusividad o responsabilidad total de la construcción de una sociedad hacia una Cultura de Paz, pero si parte de su conformación en su medida justa y equilibrada.
Entramos, de esta forma, al cuestionamiento principal de la paz interior: la dicotomía ¿de dónde se debe trabajar la construcción de la paz, si desde lo individual o desde lo social ?. Para responder a esta pregunta es necesario entender que no es una lucha de prioridades sino un trabajo conjunto, en todos los espacios, donde lo que se busca es la complementariedad. Al reconocer la complejidad de nuestra realidad individual, comunitaria, social, nacional, regional y global, nosotras entenderemos que la paz interior y la paz exterior, son procesos complementarios que se viven simultáneamente. Por tanto, en EpP es importante incluir estrategias que incluyan el desarrollo de la paz tanto en su dimensión interna como externa.
Llevar a cabo estas dimensiones en el contexto escolar, permite al docente no sólo trabajar para y con los demás sino consigo mismo, es permitirse el espacio de reflexión sobre sí mismo y su actuar. Una vez que se tiene el contacto con las necesidades propias, el contacto con uno mismo, le permite ir creando este tipo de experiencia en el contexto de la escuela.
Las actividades que pueden ejemplificar a la dimensión interna, son ejercicios de respiración, visualizaciones, el trabajo con Mándalas, música para el desarrollo, ejercicios de gimnasia cerebral, etc. incorporar algún otro tipo de actividad que propicie este tipo de espacios de paz interna.
1.2.2.
Dimensión externa
Como vimos en el apartado anterior, la paz
interior genera una conciencia y un espacio de silencio para sentir y vivir esa
interconexión con uno mismo, con el otro y con el ambiente. Pero también existe
la dimensión externa de la paz.
La dimensión externa de la paz hace referencia a lo expresado en los aspectos de interrelación humana, sociales y políticos, « volcada más hacia lo externo, ha desarrollado un concepto de la paz en su dimensión social, basado en los aspectos económicos, políticos, jurídicos, culturales y sociales.» (Fernández, 2004, p. 903). Dimensión que ha empezado a estar más presente, a través del trabajo de ONGs, plataformas, movimientos sociales y en algunas escuelas, en donde los conceptos de paz y sus implicaciones sociales se han empezado a desarrollar, tratando de llegar a la conformación de Culturas de Paz.
Aunque esta dimensión pareciera necesaria y común, es un aspecto que en muchos lugares y disciplinas aun sigue sin ser reconocida, pues es el trabajo de la paz, un eje transformador de nuestro actuar en el espacio en el que nos encontramos. Por tanto, se considera importante incorporar actividades que fomenten la concientización social-política y que nos permitan ir ejerciendo una ciudadanía crítica y responsable. De este modo, se potenciará la creación de sociedades cada vez más equilibradas donde las personas ejerzan su poder de actuación mediante la participación activa y sean agentes de transformación.
Las
siguientes estrategias son algunas de las prácticas que pueden fortalecer y
favorecer esta paz social-política (dimensión externa) en la educación.
Remarcamos una vez más que no son exclusivas, sino inclusivas y son una de
muchas; pero que permiten ir perfilando un estilo de enseñanza orientado a una
EpP integral y holística.
2. construcción de ciudadanía crítica a través de la
Educación para la Paz
2.1. Desde nuestras experiencias cotidianas (De
la dimensión Interna a la Interpersonal)
Proponemos una EpP que tiene que
partir de nosotros mismos (nivel micro: paz personal, interior, intimista o
interna), como vimos en los apartados anteriores. Debemos hacer las paces desde
nuestras experiencias cotidianas, con nuestra familia, amigos, compañeros,
vecindario (paz interpersonal, paz social), para posibilitarnos hacer las paces
con el resto de seres humanos y con la Naturaleza (nivel macro: paz
intrapersonal, paz gaia).
Por tanto, quisiera que
reflexionáramos sobre estas sencillas cuestiones desde nuestra cotidianidad.
Preguntas como ¿Soy capaz de transformar mis conflictos por medios pacíficos?;
¿Son mis conductas y comportamientos cotidianos pacíficos?; ¿Estoy siendo una
influencia positiva para los demás, la sociedad en general, así como para con
el Medio Ambiente? o ¿Qué hago yo para contribuir a la Cultura de
Paz?, pueden ayudar a dicha reflexión.
A través del anàlisis y reflexión de videos y otros materiales educativos
nos damos cuenta como somos reproductores, muchas veces incluso sin darnos
cuenta, de la cultura de la violencia y la exclusión. En este sentido, tomando como referencia el
poema Los niños aprenden lo que viven
de Dorothy Law Nolte y Rachel
Harris (2005) vemos la importancia de Educar para la Paz, siempre comprometidos
con valores y con el objetivo de ser una influencia positiva para los demás,
así como para el medio ambiente, siempre partiendo de nuestras experiencias
cotidianas.
Los niños aprenden lo que viven
Si los niños
viven con reproches, aprenden a condenar.
Si los
niños viven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los
niños viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.
Si los
niños viven con lástima, aprenden a auto compadecerse.
Si los
niños viven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los
niños viven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los
niños viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si por el
contrario:
Viven con
ánimo, aprenden a confiar en sí mismos.
Viven con
tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Viven con
elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Viven con
aceptación, aprenden a amar.
Viven con
aprobación, aprenden a valorarse.
Viven con
reconocimiento, aprenden que es bueno tener una meta.
Viven con
solidaridad, aprenden a ser generosos.
Viven con
honestidad, aprenden qué es la verdad
Viven con
ecuanimidad, aprenden qué es la
justicia.
Viven con
amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás.
Viven con
seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás.
Viven con
afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir
Cuadro 1. poema Los
niños aprenden lo que viven de Dorothy Law Nolte y Rachel Harris (2005)
A la conclusión que podemos llegar
tras la reflexión de su contenido es la importancia de educarnos en valores de
paz. Reuniendo todos los que nombra el poema serían: ánimo, confianza,
autoestima, tolerancia, paciencia, elogio, aprecio, aceptación, aprobación,
reconocimiento, solidaridad, honestidad, ecuanimidad, respeto, amabilidad,
consideración, seguridad, responsabilidad, compromiso y amor.
¿Cómo podríamos educar, entonces, para la Paz y
en valores? Esta labor abarcaría la educación formal, no formal e informal.
En nuestra vida personal (educación
no formal e informal): A través del día a día, de nuestras experiencias y
relaciones cotidianas; respetando, comprendiendo, dialogando, escuchando a los
demás, reconociendo, siendo empático, responsable, amable, cooperativo,
solidario, abierto de mente, libre, curioso por aprender de las diferencias, cuidando
a los demás, participando activamente en la vida político-social, siendo un
ciudadano crítico, creando comunidad, formando redes sociales, entre otras.
En la escuela (educación formal):
Enseñando EpP como una disciplina transversal y a través de recursos educativos
(libros, historias, juegos cooperativos, valores, análisis del mensaje de
canciones, cuentos, dinámicas de grupo, poemas, comentarios de textos, análisis
de noticias, dilemas), recursos audiovisuales (documentales, videos,
fotografías, dibujos, música), a través de métodos socio-afectivos, actividades
de sensibilización, creando redes, por ejemplo.
En este sentido, se hace necesario,
en primera instancia, la reconstrucción del concepto de Paz a través de nuestra
cotidianidad, definiéndola no sólo en comparación con su antagonista, guerra o
violencia (paz negativa) si no en su sentido más amplio (paz positiva). Veamos
a continuación cómo la podríamos definir, imaginar, pensar, interpretar y,
asimismo, incluiremos en esta posible conceptualización frases cotidianas que
usamos en relación con el término.
Podríamos relacionarlo con la ausencia de guerra (concepción
negativa del término paz) o con términos más positivos como la condición humana (es una persona muy
pacífica); con la salud (estar saludable,
no padecer enfermedad); con el cuerpo
(sentirse bien físicamente); con uno
mismo (tener un nivel aceptable de autoestima y satisfacción personal, porque has actuado bien
ante un hecho o circunstancia o has cumplido con tus obligaciones, llamaríamos
estar en paz con uno mismo); con la conciencia, la moral o el sentido del deber (se diría estar
en paz con uno mismo); con el mundo en
general (tener unas buenas relaciones interpersonales con los demás y un
contexto socio-cultural aceptable); con
el concepto de reconciliación (cuando se unen de nuevo dos personas o más
se dice «Ya han hecho las paces»);
con el pacto, acuerdo, negociación
(se diría hacer las paces), con el perdón,
con los bellos momentos, música, olores,
felicidad, con la familia, con el
concepto de justicia, igualdad o equidad (por ejemplo, cuando alguien debe algo a otra persona y le
devuelve su deuda se dice «estamos a la
paz, o en paz»); con la satisfacción
de las necesidades básicas (tener para comer, beber, dormir, vestir, y con
los recursos necesarios para vivir sin sufrimiento, se diría «vivir en paz»); con la naturaleza (podríamos utilizar expresiones como «se respira vida, tranquilidad, que ambiente
tan pacífico»; con el placer o el
sexo (podríamos definirla como la paz física), con el silencio (reina la paz); con la libertad (sentirse en paz) e
incluso con la muerte (la frase tan
cotidiana que se dice cuando uno muere «ya
ha descansado» o «ya está en paz»)[i]
Entonces, ¿Es posible hacer las
Paces?. Según la Declaración de Sevilla de
1986 (Adams, 1992) sabemos que no estamos predeterminados genéticamente
para ser violentos, depende más de nuestro ambiente y cultura. La violencia se
considera como una conducta aprendida a través de la socialización, por lo
tanto, no es una fatalidad biológica, es adquirida. En definitiva, la violencia
y destrucción son evitables. Por consiguiente, tenemos las mismas capacidades
para obrar pacífica o violentamente, que respondamos de una manera u otra
dependerá en gran medida de la educación que recibamos. Se destaca y justifica,
por tanto, la importancia de Educar para
la Paz.
Partimos, pues, de la hipótesis de que lo seres humanos tenemos
posibilidades para la paz, en definitiva, podemos hacer las paces. Se destaca la importancia de nuestra responsabilidad
y voluntad para hacer las paces (Martínez
Guzmán, 2001; 2005). Educar para
la Paz es posible desde nuestras experiencias cotidianas. Hacer las Paces es
tarea de todos/as nosotros/as (no solo para héroes, mártires o santos), somos
capaces y competentes para ello. Kant decía que la Paz es hasta para un pueblo
de demonios. El ser humano es el responsable de crear un tipo de
comportamientos y no otros. Tenemos competencias para hacer las paces y
transformar nuestros conflictos por medios pacíficos. En definitiva, podemos
hacer las Paces (Martínez Guzmán, 2005).
La EpP entendida desde este modelo
Reconstructivo- Empoderador (REM) tiene como objetivo la reconstrucción de esas
habilidades y competencias para hacer las paces desde nuestra cotidianidad y
nuestras experiencias personales. Se plantea, pues, como una herramienta para el cambio personal y
social.
Entre los conceptos clave del modelo
encontramos el reconocimiento (Honneth,
1997); el empoderamiento (Bush y Folger, 1996); el compromiso con Valores (Cortina, 1995); la responsabilidad y
voluntad (Martínez Guzmán, 2001; 2005); la capacidad de indignación y empatía
(Strawson, 1995); la comunicación y diálogo (Austin 1971; Habermas, 1990); los sentimientos
y emociones positivas (Martínez Guzmán, 2001; 2005); la cooperación (Rapoport, 1992); la transformación pacífica de conflictos (Lederach,
1984;1985); la deconstrucción (Galtung, 1985; 1993; Bastida, 1994); la reconstrucción (Jares, 1991; 1999; 2004; 2006); Fernández Herrería, 1994, 1996;
Freire,1970) o la imaginación,
fantasía, ilusiones y esperanza (Rodari,1987; 1995; Freire, 1993).
Lo importante de nuestra propuesta
de EpP desde el modelo REM es, por un lado, concienciarse de nuestras
capacidades para hacer las Paces y de las alternativas que poseemos para el
cambio, personal y social. Por otro, comprometerse y responsabilizarse de nuestro poder para hacer las
cosas de maneras diferentes a la lógica de la violencia y destrucción. Y, por último,
esperanzarse, ilusionarse y
empezar a caminar hacia la construcción de culturas de paz mediante nuestro
compromiso y responsabilidad. Todo ello consideramos que es clave en el proceso
de creación de una ciudadanía crítica, participativa y emancipadora.
2.2.
Desde los medios de
comunicación (dimensión externa)
2.2.1. El Contexto
Actualmente, los grandes medios de
comunicación de masas realizan una cobertura de los conflictos armados donde
predomina la simplificación, el espectáculo y las imágenes frente al análisis y
la contextualización del conflicto. Se realiza un seguimiento día a día de los
avances militares de la guerra, pero se omite el debate y análisis sobre las
causas del conflicto. De esta forma, se naturaliza la guerra o la violencia
como una salida natural y generalizada. La violencia acaba siendo la noticia
frente a otros acontecimientos que destacan valores personales o actitudes
pacifistas y permanecen invisibles las acciones y procesos de paz que tienen
lugar cada día y que suponen un modo de solución de la mayoría de los
conflictos hoy.
Todo esto sin olvidar la visión parcial que muchos medios de
comunicación ofrecen de la guerra, sobre todo si los grupos de poder (gobierno,
empresas y propietarios de los medios) tienen intereses puestos en estos
conflictos. La censura, el desequilibrio en las fuentes de información, la
selección o la homogeneidad de la información son frecuentes y pueden afectar a
la visión que un ciudadano tiene de un conflicto lejano. En este sentido,
entendemos que los medios de comunicación actúan como agentes socializadores
que mantienen la ideología dominante, es decir, la ideología de las clases
dominantes; una perspectiva que mantienen diversos autores, como Chomsky
(1990), Ramonet (2000) o Bourdieu (2003). Y, en este sentido, entendemos que
defender o promover la resolución bélica de los conflictos se convierte en un
discurso vinculado a la estructura y las lógicas de poder que distan del
interés general de los ciudadanos y la defensa del los derechos fundamentales.
Los medios, con su selección de temas
y su forma de explicarlos, condicionan las imágenes que los ciudadanos tienen
del mundo en el que viven. De esta forma, la agenda de los medios se convierte
también en la agenda de los ciudadanos, los temas que se debaten en la
televisión serán los que después se debatirán en la calle, los estereotipos y
roles que marcan las series de ficción influirán en los comportamientos y
actitudes de los consumidores de estas historias. Los medios juegan un papel
importante en la construcción de la realidad social. A través de lo que ellos
muestran, la gente va configurando una imagen del mundo y formándose nuevas
opiniones y creencias. Lo explica Masterman (2003) cuando afirma que los medios
son importantes moldeadores de nuestras percepciones e ideas, son empresas de
concienciación que no sólo proporcionan información sobre el mundo sino maneras
de verlo y entenderlo.
Y esta labor de construcción de la
realidad es tan o más eficaz cuando no nos damos cuenta, es decir, cuando no
cuestionamos a los medios de comunicación de masas críticamente, sino que
naturalizamos sus mensajes. Si estamos de acuerdo en que los medios son
importantes moldeadores de nuestras percepciones e ideas; entonces se hace
imprescindible dar herramientas para poder “leer” críticamente la información
sobre conflictos bélicos que estos nos proporcionan, para identificar las
connotaciones y posiciones ideológicas que se esconden detrás de la aparente
“objetividad” de las noticias, para buscar otras fuentes de información, para
potenciar el análisis y la contextualización de las causas de los conflictos y
promover discursos que planteen alternativas nuevas y creativas de solución no
violenta de los conflictos.
Una ciudadanía informada es un requisito imprescindible para
construir una Cultura de Paz. Y, por este motivo, es esencial el conocimiento
del entorno, las causas y la complejidad de los conflictos y tratar de
“desnaturalizar” los mensajes bélicos que proyectan los medios. Por ese motivo,
es importante potenciar la competencia comunicativa que permita a los ciudadanos
ser críticos con la información sobre los conflictos que reciben por parte de
los medios de comunicación y a partir de dicha habilidad, desarrollar la
capacidad de producir discursos alternativos. Dos aspectos fundamentales dentro
del proceso de Educación para la Paz para generar nuevas actitudes, dinámicas
de relación y comportamientos para promover una Cultura de Paz. Consideramos
que la Educación en Medios es una propuesta interesante para conseguirlo.
2.2.2. La Educación en Medios
La Educación en Medios tiene como finalidad contribuir a un
consumo activo y crítico de los medios de comunicación de masas y a la
producción de mensajes propios. Siguiendo las definiciones y aportaciones de
algunos teóricos destacados en esta materia (Aparici, 2003 o Pérez Tornero,
2000), nosotros consideramos que la Educación en Medios es aquella que forma
ciudadanas y ciudadanos críticos y autónomos; reclama una nueva alfabetización
acorde con los nuevos lenguajes; enseña a seleccionar, evaluar, contextualizar
y asociar críticamente los mensajes de los medios de comunicación a las
personas y enseña a utilizar creativamente los nuevos lenguajes para que las
personas puedan producir sus propios mensajes.
En definitiva, busca desarrollar la personalidad
de forma integral, la formación de valores y el espíritu crítico. Algo que,
como hemos apuntado, es fundamental para la construcción de una cultura para
hacer las paces.
3. Proyecto Educación para
la paz una experiencia en Compostela
La Educación para la paz se integró con actividades correspondientes a las dos
dimensiones antes descritas, interna y externa. Estaba dirigido a los participantes del Foro Mundial de
Educación, con objeto de favorecer un
taller no sólo teórico sino práctico. El objetivo central era que los participantes identificaran su actuar cotidiano y la interacción que tienen los medios como una
participación en las construcción de la
paz.
Iniciando con actividades relativas al contacto
con ellos mismos, como es respirar, sentir su cuerpo a través de ejercicios de
tensión y relajación, realizar una pequeña visualización para introducir esa
dimensión interna en la que empezamos a relacionarnos con nosotros mismos.
Se dio continuidad con videos en los que ellos
podían ver como a través de experiencias cotidianas que se realizan, al
reflexionar sobre ellos, podemos iniciar la construcción de una Cultura de Paz.
Mostrando posteriormente videos en donde se veía la
relación que existe entre conceptos como paz, violencia o conflicto y las
representaciones que los medios de comunicación hacen de los mismos. Así, a
través del análisis de los fragmentos audiovisuales de ficción e información se
trabajaron conceptos la violencia, el conflicto o la construcción del
enemigo. Por ejemplo, tras la proyección de fragmentos audiovisuales de
campañas publicitarias de BMW, Coca-Cola, Hugo Boss o Adidas, se pasaba a
cuestionar el contexto de producción, el tipo de violencia que emitían los
anuncios y cómo se identifica, los mensajes y valores que se representan y
cómo, los mensajes y valores que quedan excluidos, las técnicas creativas
utilizadas o el discurso emocional.
4. CONCLUSIONES
El vincular las dimensiones externas e internas
de la paz, nos permite ir formando personas más integrales, ciudadanos
participativos, reflexivos, pues lo ven desde situaciones reales. Es aprender a
crear un espacio tanto en lo personal como en el grupo donde encontramos, paz
interna, reflexión y construcción de una paz social-política, a través de lo cotidiano y de la reflexión de
los medios de comunicación.
La EpP no es un modelo rígido o estandarizado,
ni un concepto delimitado que todos al escucharlo entiendan lo mismo. Es
precisamente la riqueza que EpP ha desarrollado, es una forma de hacer, ejercer
y practicar la educación que será desarrollada de acuerdo al contexto y
realidad de cada situación específica, país, escuela, aula o ámbito, que deseé
desarrollarla, en caminada a la construcción de una Cultura de la paz, y que se
reflejará en una práctica de paz.
A través de estas experiencias interpretadas
desde el enfoque diálogico-participativo (Martín Gordillo, 2010) se pretende
como fin último la creación de una ciudadanía crítica, libre y emancipadora.
Por eso, consideramos que está perspectiva se debería tener en cuenta tanto en
los espacios de educación formal como no formal.
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[i] Esta relación de términos que podrían explicar la paz y reflejan en gran medida el uso cotidiano que hacemos de dicho término ha sido elaborada por mi misma en el transcurso de mis investigaciones que realizo en la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz.