La
intervencion comunicacional en el estado
(4.017 palabras – páginas)
Lic. Dionisio Egidos ©
Licenciado en Comunicación Social. Profesor Adjunto
de la Cátedra de Teoría y Metodología de la Investigación. Profesor de la
Cátedra de Comunicación Institucional. Escuela de Ciencias de la Información.
Universidad Nacional de Córdoba. Investigador de la Secretaría de Ciencia y
Técnica Nacional. Coordinador del Area de Comunicación Social de la Unidad
Ejecutora Municipal en el Programa Materno Infantil y Nutrición.
Lic. Stella Regis ©
Licnciada en Comunicación Social. Magister en
Administración Pública. Profesora del Taller de Imagen Institucional. Profesora
de la Cátedra de Comunicación en Publicidad y Propaganda. Escuela de Ciencias
de la Información. Universidad Nacional de Córdoba. Investigadora de la
Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación. Coordinador del Area de
Comunicación Social de la Unidad Ejecutora Provincial en el Programa Materno
Infantil y Nutrición.
Lic. Iris Roisen ©
Licenciada en Comunicación Social. Profesora del
Taller de Medios en el área de Radio. Profesora de la Cátedra de Radio. Escuela
de Ciencias de la Información. Universidad Nacional de Córdoba. Componente de
Comunicación Social de la Unidad Ejecutora Provincial en el Programa Materno
Infantil y Nutrición.
Introducción
El rol del estado en cada momento histórico podría
concebirse como una expresión político-ideológica del conjunto de temas que
afectan a uno o más sectores de la sociedad y que constituyen el objeto de su
acción, su dominio funcional.
Es en cierto modo, una decantación de las políticas
o toma de posición predominantes y en consecuencia la conformación de un
aparato institucional orientado a resolver las cuestiones en el sentido
elegido, poniendo en juego para ello los diversos recursos de poder que en cada
momento está en condiciones de movilizar.
En este contexto, la salud puede ser entendida como
una reivindicación de orden personal que cabe a cualquier individuo y que se
convierte en una preocupación de la sociedad en su conjunto. Las condiciones
generales que primen en esta materia gravitan sobre las personas que la
componen. La decisión de centrar las acciones de salud desde la perspectiva de
la atención primaria, permite pensar actividades puntuales pero también una
estrategia de salud con el objeto de disminuir las tasas de morbi-mortalidad en
general y particularmente las materno-infantiles al ser considerados estos
grupos como los más vulnerables.
Son estrategias porque a través de las actividades
planificadas para la atención de las mujeres y niños se tiende a prevenir
complicaciones durante el embarazo y parto, el bajo peso del niño al nacer, el
nacimiento precoz, las enfermedades evitables, entre otras problemáticas, con
el consiguiente ahorro del gasto en salud.
Como actividad específica facilita el desarrollo de
la educación para la salud a través del contacto del profesional con la mujer y
el niño, en donde el primero tiene la oportunidad de escucharla, reconocerla
como sujeto social con sus problemáticas específicas, y conjuntamente
reorientar los hábitos de alimentación, higiene, preparación para el parto y la
lactancia, etc.
En este marco la provincia de Córdoba suscribió con
el gobierno nacional un convenio de adhesión, y con la municipalidad de Córdoba
un convenio de ejecución, para llevar adelante el Programa Materno Infantil y
Nutrición: PROMIN.
Este programa orienta sus acciones dentro de la
estrategia de atención primaria de la salud. Está destinado a mujeres en edad
fértil y a niños menores de cinco años. Es financiado por el Banco Mundial y
depende en su planificación general del Ministerio de Salud y Acción Social de
la Nación.
Desde su formulación, es un programa que impulsa
acciones focalizadas en sectores de pobreza estructural y de ejecución
descentralizada a través de provincias y municipios.
Los principales objetivos son:
. disminuir las tasas de morbi-mortalidad materna e
infantil a través de acciones focalizadas en la población de riesgo y de la
articulación de los programas de salud, nutrición, alimentación complementaria
y desarrollo infantil en ejecución y que actualmente se encuentran dispersos.
. promover el desarrollo psicosocial de los niños
entre dos y cinco años.
. disminuir la prevalencia de la desnutrición
materno-infantil en las áreas de intervención.
Con el desarrollo del programa se pretende transformar
un modelo de salud basado en la asistencia de la enfermedad, en un modelo de
promoción de la salud. Asimismo, tiende a transformar las acciones de
desarrollo infantil –segmentadas- en un modelo integral de desarrollo
bio-psico-social.
A nivel de las estrategias el programa es ejecutado
descentralizadamente por las provincias y municipios.
El PROMIN favorece el fortalecimiento institucional de
las áreas de salud y desarrollo infantil a través de la integración y
articulación de organismos públicos sean estos estatales o no gubernamentales
que desarrollan acciones en estas áreas.
El PROMIN se focaliza en sectores donde la mayor parte
de la población es “pobre estructural”. Promueve la participación en el sentido
de otorgar poder de decisión a los distintos actores intervinientes, para la
transformación que de desea alcanzar. Esto incluye tanto a la población
beneficiaria del programa, como a los trabajadores de la salud, acción social y
educación.
Las áreas de capacitación y comunicación social del
PROMIN se constituyen en los ejes estratégicos desde donde pensar las acciones
e intervenciones.
En este sentido, el eje integrador de las acciones de
PROMIN es la capacitación orientada a fomentar en los recursos humanos el
desempeño de la tarea a través de una metodología participativa, centrada en el
análisis de la realidad y la resolución de los problemas, comprometiéndolos con
los objetivos del programa.
Para favorecer la transformación del modelo de salud y
desarrollo infantil imperante, se incorporan acciones de comunicación social
que operen sobre los aspectos socioculturales de la ejecución del programa.
Estas actividades se orientan a promover en la población objetivo la
incorporación de conocimientos, actitudes y prácticas que mejoren su calidad de
vida.
El componente de comunicación social es
seguramente, el aporte más novedoso de PROMIN. La inclusión de esta área en el
programa tiene que ver con la concepción de que la mejora en la calidad de vida
de la población no se sustenta solamente en el incremento de la cantidad y
calidad de los recursos materiales y humanos disponibles, es necesario conocer
el modo en que ésta los usa efectivamente.
Las acciones específicas del componente de
comunicación tienden a achicar la brecha entre los prestadores y los usuarios;
a reconocer y procurar intervenir en las causas que históricamente han generado
desencuentros entre unas ofertas de salud y desarrollo infantil por el estado y
otras demandas de calidad de vida de la población con necesidades básicas
insatisfechas.
Comunicación social
Desde el ámbito de la comunicación, se considera el
campo de la salud, la nutrición y el desarrollo bio-psico-social, como un mapa
con un orden establecido, en donde diferentes actores pugnan cotidianamente por
modificarlo y redefinirlo, negociando con el poder y las instituciones.
Estas contiendas entre los actores se producen a
través de intercambios de tipo simbólico que van generando identidades, normas,
valores. De esta forma, se articulan intereses y legitiman saberes y poderes en
torno a los temas referenciados en la salud, la nutrición y el desarrollo
bio-psico-social integral.
En este sentido, el Área de Comunicación del
Programa PROMIN dirige sus acciones a los actores principales que intervienen
en la “construcción” del mapa citado y que por sus características han sido
agrupados de la siguiente forma:
Formadores de opinión:
niveles de conducción y decisión política, comunicadores sociales y
organizaciones no gubernamentales.
Este grupo, a pesar de
su heterogeneidad, posee en común, en mayor o menor medida, la característica
de que las acciones que generan influyen en algunos comportamientos de la
población beneficiaria del PROMIN, constituyéndose en consecuencia, en
facilitadores u obstaculizadores de los objetivos del programa.
Las acciones dirigidas a
este grupo pretenden fortalecer la motivación para la toma de posición y
decisión favorables con relación a las madres y niños con necesidades básicas
insatisfechas respecto a temas de salud, educación y nutrición. También se
pretende impulsar el facilitamiento de la ejecución del programa.
Personal
de salud y desarrollo infantil
Éste es también un grupo
heterogéneo en su composición, son los efectores que están en contacto
permanente con la población objetivo del PROMIN, cuyas características son:
hombres y mujeres de profesiones y oficios diferentes, que provienen de ámbitos
económicos y culturales distintos y que poseen cada uno valores que les son
propios.
Las actividades
dirigidas a este grupo tienden a la modificación de actitudes, revalorizando su
tarea frente a la sociedad, dimensionando sus responsabilidades y
comprometiéndolos con la población beneficiaria. También se orientan a que
puedan repensar su función profesional y técnica a los efectos de imprimirle un
sentido de participación y solidaridad social. Además propenden a la
modificación de actitudes para favorecer un comportamiento pro-activo y crear
conciencia sobre la importancia de la tarea que realizan.
Población
beneficiaria del programa
Este grupo está
compuesto por mujeres de entre 15 y 49 años, embarazadas, puérperas, recién
nacidos y niños hasta 5 años de edad estadísticamente objetivados con
necesidades básicas insatisfechas; segmentos de población recientemente
pauperizados -nuevos pobres- e indirectamente familias en riesgo y población en
general.
Las acciones dirigidas a
este grupo tienden a promover cambios positivos de comportamiento que induzcan
a la prevención de riesgos sanitarios y psico-sociales, informándolos acerca de
una adecuada utilización de los servicios existentes, de las actividades del
programa, sus características, el modo de acceder a los servicios y los
derechos y responsabilidades que implican su participación. Se promueve
también, la modificación de comportamientos y se indaga sobre los conocimientos
populares en relación con la salud, la nutrición y el desarrollo
bio-psico-social.
Las estrategias
generales del programa, además de operar como matriz de producción de sentido
de sus comunicaciones, tienen de algún modo, correlato en su política
comunicacional en los siguientes puntos:
Descentralización: este eje implica la planificación
provincial de acciones de comunicación integradas y posibilita la construcción
de espacios de intercambio, cooperación e interacción que promuevan el
desarrollo de los recursos locales.
Focalización: su práctica permite la diferenciación,
caracterización, dimensionamiento y diagnóstico de los diferentes públicos
objetivos del programa y los diferentes modos de intervención que sobre ellos
se ejecutarán.
Integralidad: orienta la propuesta de comunicación desde
la perspectiva del intercambio permanente de los roles de “emisores” y
“receptores” y a la circulación de sentidos múltiples y direccionales.
Fortalecimiento
institucional: se logra a través de la
posibilidad de dejar instaladas redes de comunicación y recursos humanos
formados tanto en la provincia como en el municipio bajo programa.
El componente de comunicación propone sostener
estrategias generales que serán los insumos básicos que posibilitarán la
ejecución del programa. En este sentido se hace necesaria la unificación de
criterios, normativas y pautas en el proyecto local. Al respecto se prevén
diferentes ámbitos de planificación que involucran a distintos actores,
instituciones, niveles de responsabilidad y grados de participación con
relación a las acciones del programa y al público al que están dirigidas.
A partir de la articulación de las estrategias
generales (descentralización, focalización, integralidad y fortalecimiento
institucional) y de los ámbitos de intervención (municipalidad y provincia), el
componente de comunicación social propone trabajar sobre tres modos
comunicacionales para garantizar el abordaje positivo de los objetivos del
programa, equilibrando información oportuna y necesaria al igual que los
contenidos pertinentes. De manera tal que dichos contenidos resulten
complementarios y que los tres modelos queden convenientemente articulados.
Los modelos comunicacionales son: comunicación
masiva, comunicación institucional y comunicación popular.
De ellos se desprende que la táctica comunicacional
a implementar tendrá su eje en los medios masivos de comunicación: radio,
televisión y gráfica; apoyados con la producción de micromedios: materiales estadísticos,
gacetillas; y la implementación de reuniones, acciones de capacitación y de
comunicación cara a cara.
Para los formadores de
opinión, la estrategia de comunicación se centra en los medios masivos de
comunicación (radio, televisión, gráfica). Estos medios, por la más
sobresaliente de sus características: la ubicuidad, están íntimamente
entramados en la existencia de la sociedad.
Esta estrategia se apoya
en los “micro media”, que son los canales de comunicación selectivos
(materiales estadísticos, informes, gacetillas, reuniones), y que generan una
comunicación personal dirigida a individuos y microgrupos con el objetivo de
lograr de ellos un mayor grado de compenetración en los aspectos que aborda el
PROMIN.
Para el personal de
salud y desarrollo infantil las estrategias comunicacionales se basan en
acciones que en su mayoría acompañan las actividades del área ce Capacitación.
Para este grupo, por sus
características, la estrategia de comunicación se centra en acciones para el
desarrollo de la competencia socio-afectiva, aquí cobra fundamental importancia
la sensibilización/motivación del personal, a los efectos de que comprendan que
sus conocimientos profesionales y técnicos y su participación en el programa
son aspectos que conciernen a la propia vida, no tanto como saberes o simples
relaciones profesionales sino como una forma de existir y situarse en el mundo.
En consecuencia será
prioritario perfilar un modelo de participación que les facilite pensar,
actuar, sentir, compartir, para que sus tareas dejen de ser un fin en sí
mismas, y se conviertan en un medio para mejorar la calidad de vida en el
ámbito en donde desempeñan sus funciones. Implica en consecuencia el desarrollo
de la capacidad de interactuar con otros, trabajar en equipo en donde cada uno
pueda autoevaluarse, evaluar a los otros, autoevaluar sus propias capacidades y
las capacidades de los otros.
Esta competencia
socio-afectiva tiene en cuenta también la noción de justicia, entendida ésta
como una virtud que conlleva en sí misma la habilidad y el esfuerzo que debe
realizar cada sujeto para entender al otro y comprender lo que ese otro espera
de él.
Implica además la
libertad, es decir la posibilidad de elegir responsablemente, de manera tal que
siempre sea factible realizar nuevas elecciones impulsadas por la creatividad,
transformando y recreando al sujeto. La dignidad es otro de sus componentes y
al ser una condición común a todos los seres humanos le sirve a cada uno para
ser reconocido como único e irrepetible y permite exigir al otro ese
reconocimiento.
El eje que atraviesa
todo el componente socio-afectivo es el conflicto, imprescindible para la
internalización de conocimientos y modificación de actitudes. Si un sujeto no
entra en conflicto, no confronta con otras opiniones opuestas, no aprecia la
idea del otro como un pensamiento válido, no podrá incorporar nuevos
conocimientos y verá coartadas sus posibilidades de crecimiento tanto en lo
individual como en lo grupal.
La estrategia a seguir
se sustentará en la “educación permanente”, entendida ésta como un proceso
educativo que abarca las distintas etapas del desarrollo humano, en donde
tienen igual importancia la adquisición de información y el desarrollo de
capacidades que le permitan al individuo aprender a aprender, formarse para
intervenir sobre los problemas de esta sociedad tan compleja, de manera tal que
pueda participar en sus resoluciones en forma activa, responsable y creadora.
Para la población
beneficiaria las estrategias comunicacionales se desarrollan en tres ejes bien
diferenciados:
* medios masivos de comunicación: considerando las funciones y atributos
positivos de la televisión, la radio y los medios gráficos, a través de ellos
se difunden mensajes informativos y educativos;
* “micro medios”: materiales gráficos, sonoros y audiovisuales cuyos
contenidos amplíen los conocimientos sobre salud y desarrollo infantil y
orienten los cambios de hábitos y actitudes de la población beneficiaria;
* comunicación popular: se aprovechan los espacios ganados por los
medios de comunicación comunitarios, la ubicación de los centros de salud, los
Centros de Desarrollo Infantil (C.D.I.) y la gradual injerencia de los Centros
de Participación Comunal (CPC). En este sentido, se considera que los hechos,
problemas y necesidades no pueden descontextualizarse, para comprenderlos y
poder intervenir sobre ellos hay que tener en cuenta todos sus vínculos,
relaciones y mediaciones que tienen con la totalidad social de la que forman
parte.
Trabajar en favor de la población objetivo del programa
supone comprometer en el esfuerzo a otros sectores de la sociedad, tales como
los niveles de decisiones políticos y administrativos, las organizaciones no
gubernamentales, los sectores formadores de opinión, etc.
La intervención comunicacional en la primera etapa
del proyecto
La posibilidad de intervención del estado a través
de políticas dirigidas a grupos particulares de población y producir
modificaciones positivas implica incorporar en los análisis y estrategias de
acción, a los usuarios mismos, desde sus propios modos de consumo, como un
espacio clave para comprender los comportamientos sociales.
Esto implica entender al consumo como “un conjunto
de prácticas socioculturales en las que se construyen significados y sentidos
del vivir, a través de la apropiación y uso de bienes”[1]
(1). Es decir, comprender a la salud, la nutrición y la educación como bienes
en los que el valor simbólico predomina sobre el valor de uso y cambio.
Desde esta perspectiva, y en el marco de las
actividades del área de comunicación del PROMIN Córdoba, se realizó un
estudio-diagnóstico sobre las características socioculturales y
comunicacionales de los actores involucrados en el programa con el objeto de
brindar insumos básicos a las áreas de Salud, Nutrición y Desarrollo Infantil;
como así también aportar al diseño de estrategias de comunicación eficaces.
Las conclusiones centrales de este estudio refieren
que algunas mujeres perciben la consulta a los servicios de salud como un
examen. El lenguaje profesional suele ser inaccesible. La relación con el
médico, a veces es percibida como amenazante debido a los cambios en el
comportamiento que son necesarios hacer para ajustarse a la normativa médica.
Por todo esto se presume que el “desencuentro” central entre estos actores en
la práctica de salud, es del orden de los dos mundos simbólicos en juego.
Muchas veces los consejos no pueden ser seguidos
por las mujeres porque no tienen los medios para hacerlo y esto constituye una
fuente de estrés suplementario que produce temor y abandono. La percepción
médica no toma en cuenta el contexto cultural (a veces tampoco el económico) de
las pacientes. La indicación del profesional apunta generalmente a ordenar el
tratamiento ideal u óptimo, que en muchas ocasiones tiene escasas posibilidades
de ser cumplido.[2](2)
La valoración que las mujeres hacen del trabajo
médico está relacionada con el buen trato y no tanto con la calidad o
eficiencia del servicio. El buen trato está asociado a explicaciones
comprensibles, a la posibilidad de que le otorguen tiempo, a que la escuchen a
no sentirse discriminada ni ella ni sus hijos y a la amabilidad en la atención.
Las dudas y la incertidumbre refuerzan el protagonismo del médico y disminuyen
la cooperación y la continuidad de las terapias prescritas.
Muchas mujeres recuerdan el parto como una
experiencia desagradable, dolorosa y peligrosa. Esto puede deberse a la
excesiva medicalización de esta situación, que ha promovido una dependencia
inhabilitante y desnaturalizado un hecho absolutamente cotidiano.
Algunas mujeres comentan la preocupación del médico
por sus pacientes mientras observan un hospital carente de recursos y con
personal administrativo desganado. El médico aparece como el contrapeso
positivo de las deficiencias y el lazo que las une con el sistema de salud.
Es posible observar un contraste notable entre las
demandas de las mujeres populares en relación con la anticoncepción, sus deseos
conscientes y sus reclamos a los servicios de salud y la visión
desculturalizada y de ignorancia que sostienen los profesionales en los
servicios de salud. En este sentido, los agentes de salud atribuyen las
prácticas “erróneas” de las mujeres populares (embarazos no planificados,
espacios intergénesicos muy cortos) a limitaciones cognitivas.
Este modo de interpretar los comportamientos
reproductivos de las mujeres sólo desde una visión, ha dificultado
históricamente las respuestas eficaces desde las instituciones. La planificación
familiar no incluye sólo la asistencia médica y la anticoncepción, tiene que
ver también con un conocimiento de las representaciones sobre la sexualidad, el
género, etc. Esto implica poner énfasis en una perspectiva integral que abarque
no sólo el control de la natalidad sino también la salud y los derechos
reproductivos y sexuales.
En general, en el ámbito de la atención de la
salud, no se pregunta por qué se utiliza determinada técnica o aparatología,
por qué se atiende a los pacientes de una forma en particular, no se reflexiona
sobre los determinantes sociales de la enfermedad.
Esta valoración de lo cotidiano como natural e
inmodificable surge de un sistema de representaciones sociales para el cual, el
cuestionamiento implicaría un cambio que es vivido como amenaza.
En la relación médico-paciente la subjetividad
aparece excluída en dos puntas: el médico es un instrumento de su teoría y el
paciente sólo cobra sentido a partir de ser diagnosticado en su enfermedad.[3]
(3)
Con respecto a las prácticas alimentarias, las
opiniones vertidas por los profesionales de los efectores de desarrollo
infantil, tienen que ver con asociar la desnutrición y la malnutrición de los
niños con la falta de educación de las madres o como resultado de su desidia y
despreocupación.
Se impone una concepción unilateral del abordaje
del problema alimentario que es observado sólo desde el punto de vista
nutricional. Como observa Néstor García Canclini, “la sociedad organiza la
distribución desigual de bienes materiales y simbólicos y, al mismo tiempo,
organiza en los grupos y en los individuos, la relación subjetiva con ellos,
las aspiraciones, la conciencia de lo que cada uno puede apropiarse”, por lo
cual, ciertos alimentos adquieren valor simbólico en la dieta de los sectores
populares.
Con relación a los medios masivos y a las prácticas
comunicacionales, se observó que las mujeres de los sectores populares no
buscan incrementar sus conocimientos acerca del cuidado de sus hijos o de su
salud en los mensajes televisivos. La relación que se establece con los mismos
no es de “información” o “educación”.
En cuanto a las informaciones y recomendaciones
acerca de la salud, tiene un lugar central en credibilidad, el médico.[4]
(4)
Conclusiones
Seguir pensando la transformación del modelo actual
de prestación para la ciudad de Córdoba desde las prácticas mismas de los
actores involucrados, no implica únicamente pensar la intervención del estado
desde su perfil “no intervencionista”.
Es necesario incorporar al debate el papel que le
cabe a la sociedad en la matriz socio-política que se está configurando;
plantear la legitimidad del espacio público y el espacio privado de los
usuarios, como así también la frontera deseable entre sociedad y estado.
Se debe también rescatar el papel de la
participación y la auto-organización social, es decir los nuevos espacios,
actores y mecanismos a través de los cuales pueden crearse contrapesos sociales
e institucionales.
De esta forma, la agenda pública en temas
relacionados con la salud, la educación y la nutrición podrá reflejar
equitativamente las demandas del conjunto de la sociedad.
En este sentido, el área de comunicación social
despliega sus estrategias para todos los actores sociales involucrados, implementando
acciones tendientes a lograr un “significado compartido” en relación con las
temáticas abordadas por el PROMIN.
Bibliografía
APENDICES Y ANEXOS DE PROMIN: Paquetes básicos de
salud, nutrición, desarrollo infantil. Buenos Aires, octubre 1994
MARTIN BARBERO, Jesús: De los medios a las
mediaciones. México, 1995.
MATA, María Cristina: “Públicos y consumos
culturales en Córdoba”. Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de
Córdoba. Córdoba, 1995.
OSZLAK, Oscar (compilador): Estado y sociedad; las
nuevas reglas del juego. Colección CEA-CBC. Universidad Nacional de Buenos
Aires. Setiembre de 1997
POCCIONI, María Teresa: Mujeres y salud. REUN.
Universidad Nacional de la Plata. Julio de 1997.
REVISTA SOCIEDAD: números 8, 9 y 10. Facultad de
Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Buenos Aires. Abril, setiembre y
noviembre de 1996.
TREBER, Salvador: “La salud en el mundo y en la
Argentina”. Artículo publicado en el diario Comercio y Justicia. Córdoba, 6 de
octubre de 1993.
Notas
(1) MATA, María Cristina: “Públicos y consumos culturales
en Córdoba”. Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba.
Córdoba, 1995
(2) SCHAPIRA, Martha: “Representaciones del proceso
salud-enfermedad y la valoración de la atención médica desde la perspectiva de
la mujer”. Cuadernos Médico Sociales Nº 65-66. Rosario, 1999.
(3) CLAVREUL, Jean: El orden médico. Editorial Argos.
Madrid, 1986
(4) Estos datos fueron extraídos del “Diagnóstico
sociocultural comunicacional sobre población objetivo”, realizado para PROMIN
por el Instituto de Investigación y Formación para la Administración Pública.
Este estudio combinó técnicas cuali y cuantitativas para abordar las
problemáticas de: la salud, la nutrición y el desarrollo social. Se llevó a
cabo en la ciudad de Córdoba durante los meses de noviembre y diciembre de 1997
y enero, febrero y marzo de 1998.
Trabajo presentado en la II Bienal de la
Comunicación, celebrada en la Universidad de
Cartagena (Colombia), en mayo de 1999
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE
LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre de los autores, 2000; título del texto, en
Revista Latina de Comunicación Social, número 30, de junio de 2000, La Laguna
(Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000qjn/94egidos.html
Revista Latina de Comunicación Social
La Laguna (Tenerife) - junio de 2000 - número 30
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 – 5820 (año 3º)
http://www.ull.es/publicaciones/latina
[1] MATA, María Cristina: “Públicos y Consumos culturales en Córdoba”. Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba, 1995
[2] SCHAPIRA, Martha: “Representaciones del proceso salud-enfermedad y la valoración de la atención médica desde la perspectiva de la mujer”. Cuadernos Médico Sociales Nº 65-66. Rosario, 1993
[3] CLAVREUL, Jean: El orden médico. Editorial Argos. Madrid, 1986
[4] Estos datos fueron extraídos del “Diagnóstico Sociocultural comunicacional sobre población objetivo”, realizado para PROMIN por el Instituto de Investigación y Formación para la Administración Pública. Este estudio combinó técnicas cuali y cuantitativas para abordar las problemáticas de: la salud, la nutrición y el desarrollo social. Se llevó a cabo en la ciudad de Córdoba durante los meses de noviembre y diciembre de 1997 y enero, febrero y marzo de 1998.