[Abril de 1999]
Preocupaciones y supuestos en los estudios de recepción
teatral
(4.195 palabras - 9 páginas)
Lic.
Miguel Angel Santagada ©
Centro de Estudios de Teatro y Consumos Culturales,
Escuela Superior de Teatro, Universidad Nacional
del Centro Provincia de Buenos Aires
@
1.
Los estudios de recepción teatral
Nuestras investigaciones (1) de tipo
empírico-interpretativo persiguen la finalidad de comprender las prácticas
teatrales desde una perspectiva de análisis cultural que asume como punto de
partida la "recepción" de espectáculos efectuada por los
espectadores. El campo de la recepción teatral es concebido como un conjunto de
fenómenos observables gracias al empleo de diversos procedimientos empíricos,
reconstructivos y hermenéuticos, todos ellos conjugados en procura de analizar
las interrelaciones entre productores, productos textuales, consumidores y
contextos culturales. Por productores nos referimos a los directores, elencos y
dramaturgos responsables de los productos textuales, que en nuestra
aproximación equivalen a los espectáculos teatrales exhibidos durante una
temporada. Con el término consumidores pretendemos representar a los
espectadores teatrales en tanto asistentes a determinado espectáculo y también
con respecto a sus prácticas preferenciales en materia de apropiación de bienes
artísticos, periodísticos y televisivos, hábitos de lectura de textos
literarios, revistas y periódicos, disposición hacia la música, la cinematografía
y la pintura, etc. De esta forma, las prácticas de los consumidores que ofician
de "receptores" de cierto espectáculo teatral son concebidas como
indicadores probables de las influencias de los contextos culturales que pueden
afectar o mediar la interpretación y disfrute de las obras teatrales que ocupan
la atención de la investigación.
Lo sustantivo de las interrelaciones en que
se concentran nuestros estudios, por lo tanto, comprende en primer lugar el
proceso que se desarrolla en la sala, en relación estricta con aquello que
denominaremos sus condicionantes externos. Estos últimos fundamentan el interés
de los estudios de recepción teatral por circunstancias de naturaleza
extra-teatral, cuya función entendemos importante en virtud de que la dinámica
comunicativa iniciada por el espectáculo reconoce en la existencia de diversos
factores una destacada gravitación en la decisión que toman los espectadores
por asistir a determinada función. Entre tales condicionantes, en una rápida
enumeración podemos citar el prestigio de la sala, de la compañía, de la pieza
dramática, la instancia de la crítica especializada, las campañas promocionales
o publicitarias, etc. También es probable que el conjunto de prácticas que
caracterizan a los diversos grupos de consumidores culturales, sus expectativas
y sus preferencias, tenga alguna influencia en la apropiación de sentidos del
producto textual que efectúan los espectadores, lo cual se añade a la polisemia
característica del texto para tornar más imprevisibles aún las respuestas que
determinado espectáculo puede provocar.
Creemos justificado el interés en las
relaciones entre productores, productos textuales, consumidores y contextos
culturales en el hecho de que la apropiación de sentidos del producto textual
es una actividad que realizan los espectadores de acuerdo con ciertas
características de sus prácticas culturales, las cuales pueden configurar
expectativas comunes, preferencias similares o estrategias de apropiación del
sentido de los espectáculos, que resultan sorprendentemente análogas entre
individuos pertenecientes a diferentes niveles de la estructura social. Cuánto
contribuyen los contextos culturales a establecer patrones de interpretación
más o menos homogéneos dentro de una determinada clase (socioeconómica, etaria,
de género, de profesiones, de oficios y ocupaciones, etc.), hasta dónde llega
la libertad de lectura de los receptores, cuál es la fuerza manipuladora del
texto y cuánto debe su eficacia a la legitimidad de la fuente, son asuntos que
la teoría de la comunicación ha estado considerando desde siempre. Los estudios
de recepción a que aludimos intentan especificar estas cuestiones mediante
tareas de campo destinadas a la obtención de datos recabados entre esa porción
restringida de consumidores culturales que conforman los espectadores
teatrales.
2.
El trabajo analítico en los estudios de recepción
Por cierto, las tareas investigativas de
campo demandan una elaborada definición de los términos implicados en el
planteo de la problemática que acabamos de sintetizar. Los asuntos comprendidos
en el campo de la recepción teatral corresponderían a un espectro amplísimo,
que se extiende desde la decisión de asistir a determinado espectáculo, hasta
la interpretación que elaboran los espectadores a propósito de determinado
segmento sígnico, pasando por las cuestiones de proyección e identificación con
los personajes, anticipación o sustitución del argumento, juicio acerca de la
probidad de los actores, etc. Los múltiples aspectos de un texto escénico complican
aún más el panorama. ¿Qué vemos de una obra teatral? ¿Qué registramos y qué no
registramos de ella? ¿Cuánta atención prestamos a lo novedoso que puede
proponernos un espectáculo? ¿Cuánto puede incidir esa atención en nuestra
comprensión o en nuestro disfrute de la obra? Por otra parte, ¿de qué depende
nuestro juicio valorativo acerca de una pieza teatral? ¿De la actuación? ¿De la
dirección escénica? ¿De la intriga? ¿Del conflicto? ¿A qué se refiere alguien
que nos dice que cierto espectáculo le gustó?
Como vemos, son muchos los interrogantes y
algo inespecíficas, quizá, las respuestas a que podamos acceder por el momento.
Sin embargo, las preocupaciones de los estudios de recepción parecen
representar un prometedor estímulo para el trabajo intelectual, que tenga para
ofrecer, además de estudios de una marcada sofisticación, una clave, un aporte
significativo, para una comprensión de los procesos culturales en pequeña,
mediana y gran escala. Una tarea inicial en los estudios de recepción ha
consistido en lo que denominaremos trabajo analítico. Éste se aplica a
especificar los supuestos que dominan la investigación y a precisar los campos
de aplicación a que puedan ir destinados los resultados que se obtengan. La
importancia asignada al trabajo analítico se debe fundamentalmente al hecho de
que las tradiciones académicas -ya ocupadas de temas generales, ya atareadas en
tópicos específicos de la cuestión- no se desarrollaron suficientemente como
para facilitar un marco conceptual que condujera los estudios de recepción
teatral hacia resultados progresivos, o al menos acumulables.
El trabajo analítico, pues, intenta
estructurar una zona de las prácticas culturales si bien no despoblada de
conceptos pertinentes, en buena medida librada a su propia suerte, ya que el
énfasis casi exclusivo otorgado a la estética de la producción restó
posibilidades para ordenar de forma conceptualmente satisfactoria el conjunto
de hechos involucrados en la recepción teatral (2). Propondremos más abajo un
ejemplo acerca de la forma en que el trabajo analítico puede conducir los
estudios de recepción, pero nos parece oportuno revisar previamente tradiciones
de estudios de recepción de textos literarios y de textos mediáticos, a fin de
señalar con mayor claridad los supuestos de nuestra línea de trabajo.
3.
Expurgando entre los estudios de lectura y los estudios de
recepción
La cultura occidental ha adjudicado desde
tiempos remotos a la interpretación y comprensión de textos escritos una
indiscutible valía. Por esa razón, las normas para la exégesis correcta de
textos con función cognitiva o estética debieron imponerse desde instituciones
que, como la escuela, la crítica especializada y diferentes círculos
intelectuales, pretendieron dictaminar acerca del sentido exacto de los textos modelando
así las prácticas culturales. Atenta a esta situación, la línea de estudios
empíricos acerca de la lectura literaria, iniciada por I. A. Richards (1929),
asumía como hipótesis general que el proceso de aprendizaje por el que los
individuos se hacían lectores versaba en la incorporación de reglas de
asignación de sentido de los textos que configuraban las expectativas y
prefiguraban, por tanto, los efectos posibles de la lectura. Este proceso
desembocaría en una especie de búsqueda criptográfica, llevada a cabo por los
lectores, de los efectos sobre los cuales había tratado la instrucción. En
cierto modo, es verdad que las personas escolarizadas aprendemos a leer los
textos literarios de acuerdo con exigencias similares a las que se aplican en
campos del saber tan distintos como la biología y la matemática. Sin embargo, o
bien ese aprendizaje no es un logro completo, o si lo es, habría que decir que
compite desfavorablemente con otras instancias de aprendizaje cultural. Con la
progresiva influencia de los medios electrónicos de comunicación y el
consecuente desplazamiento de la escuela y de otras instituciones tradicionales
como agencias primordiales en la imposición de lecturas preferenciales, el
panorama descrito por los estudios de lectura se ha visto drásticamente
modificado. Por un lado, el alcance social y la variedad de estilos, temáticas
y contenidos que posibilitan medios como el cine y la televisión llevarían a
desconfiar de hipótesis acerca de expectativas tan uniformemente compartidas
por los espectadores/lectores. Por otro lado, es razonable suponer que las
propias prácticas de consumo cultural arrastran, por así decir, las reglas que
tornarían inteligibles y estéticamente placenteros los textos. En virtud de
estas circunstancias, los estudios de lectura aportarían algunos elementos muy
generales para los estudios de recepción, tales como la función de las agencias
culturales referida a imponer lecturas preferenciales, y a la férrea
uniformidad de expectativas e inclinaciones de los lectores. Por lo demás, esta
línea de estudios ha enfatizado exclusivamente la cuestión de la lectura
literaria, un proceso que aunque tiene su lugar en la esfera del esparcimiento
(3), se aplica sobre un medio de comunicación que demanda del receptor una
clase de participación muy diferente de la que reclaman medios como la
televisión, el cine o el teatro.
A diferencia de estos estudios, inspirados
en el prestigio de la literatura y en la importancia decisiva adjudicada a la
correcta interpretación de los textos, desde las ciencias sociales han surgido
corrientes de trabajo que se aplicaron a la cuestión de la recepción a partir
de planteamientos y motivaciones diferentes. Al menos dos de tales corrientes
proceden de los estudios norteamericanos acerca de las audiencias mediáticas.
Con diferencia de pocas décadas, dos dominantes líneas de investigación han
tomado la iniciativa de los estudios de recepción, provenientes ambas de la
sociología descriptiva de amplio desarrollo en las academias estadounidenses.
Esta dependencia conjunta respecto de las ciencias sociales signó la adopción
de métodos de búsqueda y validación de resultados, que terminó emparentando a
dichas corrientes, a pesar de sus mutuas diferencias en cuanto al planteo
conceptual específico.
En un caso, suele imputarse a los pánicos
originados (4) por la sucesiva aparición de nuevos medios de comunicación
registrada durante el siglo XX la creciente preocupación por la relación entre
las audiencias y los mensajes que, gracias a las nuevas tecnologías y dispositivos,
comenzaron a circular y a ser consumidos por mayor cantidad de personas.
Naturalmente, el temor que podía suscitar la aparente omnipotencia de los
medios de comunicación con respecto a la también supuesta fragilidad
intelectual de los individuos que constituían sus audiencias no fue el único
factor que dio origen a los tempranos estudios de recepción. También el interés
comercial de las empresas anunciantes ofició como un motivo para que se
desarrollaran investigaciones en torno a los efectos que eran capaces de lograr
los por entonces incipientes mensajes mediáticos. Para un sistema de medios de
comunicación de masas básicamente sostenido por el aporte de la propaganda
comercial es comprensible que la mayor o menor eficacia persuasiva de los anuncios
cobrara un sesgo decisivo a la hora de contratar espacios destinados a una
campaña publicitaria. Esto último explica el desarrollo de un procedimiento de
investigación altamente sofisticado, que permite observar poblaciones muy
numerosas en plazos relativamente breves. Más allá de cuál de los factores
indicados haya tenido mayor gravitación en el surgimiento y posterior
perfeccionamiento de esta línea de estudios de recepción, lo que consideraremos
relevante es el hecho de que se asumiera como un principio básico la
correlación en términos de causalidad entre los mensajes irradiados y la
conducta posterior de los espectadores. Dicha suposición podría parafrasearse
mediante la pregunta ¿qué hacen los medios con la gente?, la cual oficia de
emblema de una concepción que adjudica a los consumidores de mensajes
mediáticos una actitud pasiva e influenciable respecto de los contenidos
-morales, ideológicos, estéticos- de amplia circulación.
Frente a la cuestión por el impacto de los
mensajes mediáticos, la otra línea de trabajo planteó interrogantes de un
sentido inverso (5). En lugar de pretender que las audiencias estuvieran
conformadas típicamente por individuos manipulables, esta corriente fundamentó
sus estudios en la hipótesis de que, independientemente de los contenidos
manifiestos u ocultos de los mensajes mediáticos, se abría una franja de
experiencias personales que condensaban deseos, inquietudes, preocupaciones o
simplemente preferencias de los espectadores. Estos últimos -se pensaba-
extraían de los mensajes mediáticos gratificaciones que en muchos casos no
resultaban coincidentes con las expectativas que en materia de efectos o
eficacia persuasiva de los mensajes habían planteado sus propios productores.
La corriente en cuestión –conocida como de los usos y gratificaciones, para
diferenciarla de la otra, que se concentraba en el estudio de los efectos-
enarbola la cuestión de qué hacen los públicos con los [contenidos de los]
medios, y propugna un debate acerca de las posibilidades creativas y recreativas
de los individuos en vista de los consumos culturales que despliegan. De esta
forma, esta línea de estudios parece dar una respuesta concluyente al altamente
problemático asunto del poder de la emisión. Al descontextualizar acríticamente
las capacidades de resistencia de los individuos, poniéndolas por encima de
toda posible manipulación, los postulados básicos de la corriente de los usos y
gratificaciones parecen implicar que el monopolio del sentido se aloja en los
lectores (6) –y más aún: en cada lector-, con lo cual el panorama
cultural del consumo de bienes simbólicos resulta reducido a aspectos más o
menos invariantes de eventos singulares tomados parcialmente.
4.
Los supuestos de los estudios de recepción
De acuerdo con lo expuesto, nuestra línea de
trabajo se orienta según algunos principios sostenidos por las corrientes de
estudios de recepción brevemente indicadas. De los estudios de lectura
retenemos la concepción general acerca de la función de las agencias que
prescriben lecturas preferenciales sobre los textos, pero no asumimos que tales
agencias logren mantener sus imposiciones de un modo incontestable y
permanente. Asimismo, el énfasis que esa corriente de estudios coloca sobre los
procesos de lectura literaria no se compadece con los procesos de recepción en
el teatro, donde la variedad de estímulos significantes condiciona una forma de
participación del espectador que desborda no sólo el intercambio de información
verbal, sino incluso la competencia expresiva del lenguaje cotidiano.
La línea definida como de los usos y
gratificaciones puede aportar a los estudios de recepción teatral sus
conjeturas acerca de las posibilidades creativas que frente a los textos
exhiben los espectadores. Aunque deberíamos matizar la creencia en una ilimitada
capacidad de usar los textos y, de hecho, rechazamos el supuesto implícito
acerca de un origen sólo individual de las estrategias de apropiación del
sentido, la corriente de los usos y gratificaciones ofrece para nuestros
estudios una sugerente concepción de los públicos, según la cual la actividad
en lugar de la pasividad y la selectividad en lugar de la
manipulabilidad serían características discretas de los individuos y por tanto
un aspecto central de la recepción. En lo que concierne a la recepción teatral,
podríamos considerar de un modo análogo dichas características, pero procurando
indagar en qué consisten, cómo operan y de dónde proceden, no sólo en el
transcurso de un espectáculo, sino como condicionantes de la elección por
determinada pieza y como tendencias generales a favor de temáticas, géneros y
estilos específicos.
Finalmente, la corriente de estudios de recepción
que priorizaba los efectos por encima de otras consideraciones nos permitirá
plantear, en contraposición, algunos supuestos sobre los que se fundan nuestros
estudios de recepción. En primer lugar, los estudios referidos a los efectos
logrados por los mensajes verbales plantean una situación altamente abstracta,
en la que cada espectador se encontraría completamente aislado respecto no sólo
de las demás personas, sino también de su propia historia personal, de su
competencia comunicativa, de sus hábitos de consumo, etc. En segundo lugar, la
exclusiva preocupación por los efectos sólo puede mantenerse en consonancia con
el supuesto acerca de la manipulabilidad de los espectadores, una concepción
muy problemática si se repara en las condiciones generales en que transcurren
los procesos de recepción. Esto es, los espectadores (a) consumen aquello que
normalmente ellos mismos u otros miembros de su grupo de pertenencia eligen a
partir de un conjunto no siempre muy amplio de opciones; (b) se apropian de los
textos de acuerdo con modalidades y competencias desarrolladas o adquiridas con
independencia de esos textos y (c) resignifican los textos de un modo que se
deriva menos del contenido de esos textos que del intercambio comunicativo que
se mantiene con los miembros del entorno social. Por último, la nula referencia
de estos estudios al contexto sociocultural en que transcurren los procesos de
recepción lleva a pensar en que la producción social del sentido o bien no
tendría gravitación en los eventos de interpretación individual, o bien sería
el resultado de una extraña suma de estos. En cualquiera de los dos casos, nos
enfrentaríamos nuevamente con una intrincada dificultad. Con nuestros estudios
de recepción, por ende, planteamos que las actividades sociales significantes
(7), entre las que se encuentra la recepción teatral más que nada como
un aspecto susceptible de ser estudiado a fondo, remiten a prácticas culturales
más ampliamente generalizadas, las cuales permiten recuperar una perspectiva
global de la vida social para comprender las formas y alcances de la
intervención creativa/resistente de los individuos y para analizar cómo se
orienta la acción social a partir de la producción de sentido.
5.
Un ejemplo: "Decir sí"
Para ejemplificar brevemente cómo se aplican estos
supuestos en un estudio de recepción específico, referiremos una parte de la
investigación de campo realizada en 1995 en el marco de tres funciones
especialmente organizadas para la obra "Decir sí", de Griselda
Gambaro.
La puesta en escena de "Decir sí" que
comentamos es un espectáculo breve (de aproximadamente 50 minutos de duración).
Sólo dos personajes desarrollan la acción: El Cliente y El Peluquero. El
director dispuso que las butacas de la sala rodearan en forma circular la
escena, cuyos límites (paredes) estaban insinuados por delgados hilos de nylon.
En el centro de la escena se dispuso un sillón giratorio, que ambientaba el
espacio dándole una apariencia de peluquería de barrio. Con respecto a la trama
de "Decir sí", baste con describir que la obra se ubica en la
tradición del teatro del absurdo, y que El Cliente, a pesar de todo su empeño
por agradar al Peluquero, sólo encuentra desprecio y arrogancia en el
comportamiento del otro, quien acaba obligándolo a rasurarlo y, hacia el final,
cuando aparentemente se dispone a atender a su cliente, lo asesina.
Los encuestados fueron alumnos del cuarto año de
bachillerato de tres colegios de la ciudad de Tandil, una ciudad de cien mil
habitantes ubicada a escasos cuatrocientos kilómetros de Buenos Aires. Las
colegios fueron escogidos de acuerdo con el perfil socioeconómico de sus
estudiantes. Los formularios de la encuesta que comentaremos fueron entregados
y recogidos durante un intervalo dispuesto aproximadamente cinco minutos antes
del final. La consigna solicitaba a nuestros espectadores que indicaran cuál
podría ser el final de la obra. Las opciones consignadas en el formulario
fueron: (a) El peluquero dice al cliente que todo era una broma, y lo atiende
normalmente; (b) El cliente se cansa de los malos tratos y se retira indignado
y (c) El peluquero se disculpa y se justifica contándole una historia personal
conmovedora.
Los cuestionarios considerados en nuestro análisis
suman 170, distribuidos de la siguiente manera (8): Colegio privado de la
ciudad (Clase alta): 39 encuestados, Colegio público de la ciudad (Clase Media):
97, y Colegio público de zona periférica (Clase baja): 34. Un detalle de los
datos obtenidos con respecto a las preferencias de géneros televisivos, y su
distribución por la pertenencia a los tres colegios de la muestra, acerca de
las preferencias televisivas, se expone en la tabla 1, en el apéndice. Cabe
consignar que no se observaron diferencias elocuentes entre las respuestas de
las mujeres y las de los varones de cada institución escolar con respecto a las
opciones ofrecidas. En cambio, son significativas para nuestro análisis las
correlaciones que se establecen entre el tipo de institución educativa y las
respuestas obtenidas a nuestra consigna.
Describimos a continuación, en el cuadro 1 las
respuestas obtenidas. Según puede verse, se registra una desproporción entre
los individuos de cada una de las categorías consideradas respecto de las
respuestas pedidas. Así, mientras el 45% de los encuestados pertenecientes a la
clase socioeconómica alta marcó la opción A, el 23% de los de clase baja y sólo
el 6% de los individuos de la clase media lo hizo. Esta circunstancia parece
indicar una suerte de correlación entre los patrones de apropiación del
espectáculo a que recurrieron los encuestados y el tipo de colegio donde
asisten (o bien a la categoría socioeconómica que le adjudicamos, de acuerdo
con el establecimiento educativo al que acuden).
Cuadro 1
Correlación entre colegios y opciones de respuestas
al pedido de anticipación del final de "Decir sí" (en porcentajes calculados sobre el total
de cada opción)
Opciones |
Clase alta |
Clase Media |
Clase baja |
El peluquero declara que se trata de una broma... |
45 |
25 |
30 |
El cliente se retira indignado... |
6 |
10 |
84 |
El peluquero se disculpa... |
23 |
44 |
32 |
Nuestro estudio se apoya en algunos
supuestos de diversas tradiciones, tanto de estudios literarios como de las
ciencias sociales. Como la corriente de los usos y gratificaciones, este
trabajo propone considerar a los espectadores como personas activas, capaces de
vérselas con los textos y de decodificarlos de formas no previstas por los
propios productores. Como la corriente de los efectos, consideramos
metodológicamente útil el procedimiento de las encuestas, que permiten tratar
grandes porciones de información y observar el comportamiento de una audiencia
numerosa. El objetivo de los estudios de recepción que nos hemos trazado
consiste en formular comparaciones entre aspectos diversos de los espectáculos
teatrales, concernientes o no a los contenidos explícitos de las obras, y la
forma general de respuesta de los espectadores ante tales aspectos.
Interpretamos los resultados de esas comparaciones
en referencia al sistema sociocultural circundante, al cual concebimos como una
configuración histórica de prácticas sociales, de formas de usos y de
comunidades de interpretación. En principio, sostenemos que como no está claro
si el sistema sociocultural se comporta de modo autónomo respecto de las
estructuras políticas y económicas, los esfuerzos encaminados a entender los
procesos de recepción pueden aportar a ilustrar tan compleja cuestión. Por
ello, nuestros estudios de campo proceden a partir de la pregunta orientadora
¿en qué aspectos se diferencian los públicos específicos en la producción
social del sentido?
Dejamos planteada la inquietud de esbozar algún
tipo de conclusión para los datos expuestos en el cuadro 1. Como estudiosos de
la recepción, confiamos en las capacidades del lector para suplir las
deficiencias y completar las omisiones del texto.
Apéndice
Tabla 1 Distribución de preferencias televisivas
|
Clase alta |
Clase Media |
Clase baja |
Telenovelas, y unitarios |
25 |
66 |
26 |
Noticieros y programas de opinión |
4 |
6 |
3 |
Películas |
9 |
10 |
2 |
Documentales |
1 |
7 |
3 |
Bibliografía
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Methuen.
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Williams, Raymond. (1980) Marxismo y Literatura. Barcelona,
Península.
Notas
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN
BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre del autor, 1999; título del
texto, en Revista Latina de Comunicación Social, número 18, de junio de 1999,
La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/77sant/agada.htm
Revista Latina de Comunicación Social
La Laguna (Tenerife) - junio de 1999 - número
18
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina