[Abril
de 1999]
Internet y web: viejos conflictos en un nuevo espacio
(1.873 palabras - 4 páginas)
MBA
Johnny Vargas Durán ©
Costa Rica
@
¿Qué tiene que ver un gol de Ronaldo con Einstein?
Ya veremos. Primero imaginemos a un viajero en el tiempo que está de visita en
nuestra época, digamos desde el siglo XV; lo primero en impresionarlo sería la
extrema velocidad a que se vive y cómo los acontecimientos se interrelacionan
frenéticamente para producir otros. Precisamente, Milan Kundera trata este tema
en su libro "La insoportable levedad del ser", y desarrolla una
novela en torno al problema del tiempo y cómo siendo éste el mismo
-teóricamente- percibimos que avanza más de deprisa según nos acercamos al
siglo XXI.
Los días se van más rápido, la semana ya no alcanza
y apenas terminamos el lunes y cuando nos damos cuenta, llegó de nuevo el
domingo y el ciclo sigue así, sin un aparente fin.
Aunque no es un tema muy estudiado, tampoco sería
aventurado lanzar la hipótesis de que la velocidad con que transcurre el tiempo
-en nuestros días- está directamente relacionado con la velocidad con que
recibimos y transmitimos la información.
Si Colón tardó varios meses en regresar de la
actual América a España, allá por 1492, tuvieron que pasar casi 500 años para
que el hombre fuera a la Luna en menos de una semana y para que hoy la señal
del satélite que nos transmitía un partido del Mundial de Fútbol tardara apenas
1/60 de segundo en "subir y bajar"; es decir, un gol de Ronaldo lo
percibíamos apenas 1/60 de segundo después de ocurrido.
Y, se preguntarán, ¿qué relación hay entre un gol
de Ronaldo, Einstein e Internet y la web? Pues mucho. Empezando porque Ronaldo
tiene el récord mundial de cartas recibidas en un casillero electrónico hasta
el momento. Se estiman en varios millones. Y lo otro, de gran importancia, es
la ruptura del espacio como valor absoluto. Aquí es donde entra Einstein y su
Teoría de la Relatividad.
La gran revolución intelectual del siglo XX, apenas
comparable con la gran revolución filosófica de la Grecia clásica en el siglo V
a.C., ocurrió gracias a Albert Einstein y a su tesis de que tiempo y espacio no
son valores absolutos sino relativos, por supuesto que esto tan sencillo apenas
es una reducción simplista de las tesis de Einstein.
Ahora, nos toca unir todo: Ronaldo, Einstein,
Internet y web. Para ello usaremos como pegamento las lecturas asignadas por el
Dr. Federico Iglesias, de Puerto Rico, que nos han hecho reflexionar en algo
que para muchos es pan de todos los días.
Gracias al desarrollo de las Nuevas Tecnologías de
la Información, todo se ha desquiciado -como dijo Hamlet-, espacio y tiempo son
cada vez más relativos y merced a la posiblidad de Internet y web hemos
adquirido el don de la ubicuidad: podemos estar en muchos lugares a la vez, al
mismo tiempo, sin necesidad de movernos del sitio en que nos encontramos.
La parábola de Pitágoras, para explicar a sus
discípulos qué era la filosofía, se ha hecho realidad: el mundo es un gran
mercado, donde unos van a ver, otros a comprar y muchos a pasar de largo. Todo
con solo apretar una tecla.
Y es que todos los autores de los textos leídos y
sopesados coinciden en un punto: estas nuevas tecnologías han dislocado todo el
orden social y amenazan con convertirse en una especie de "hermano
mayor", al mejor estilo de la novela de H.G. Wells., que todo lo mira,
todo lo controla y que tiene poder de vida y muerte sobre los bienes y las
personas.
Los cinco pensadores se lanzan contra las Nuevas
Tecnologías para comprender cuál es su origen, cómo se manifiestan en la vida
real, qué efectos tienen y tendrán sobre la estructura social y de qué manera
los países marginados de este avance podrían enfrentar la naturaleza de tales
cambios, sin ver afectada profundamente sus usos y costumbres.
Todos señalan tales tecnologías como un nuevo
Leviatán, capaz de devorar y destruir a sus creadores, más que de contribuir al
desarrollo de un nuevo humanismo. Más bien, parece una paradoja, informatizada,
que jamás duerme, capaz de estar conectada en red con todo el resto del
planeta, va hacia un severo problema de autismo, pues el pobre ciudadano
conectado a su computadora con el resto del mundo es un infeliz aislado,
manteniendo un monólogo con otros miles en la misma situación.
Al introducir tales tecnologías nadie midió sus
consecuencias y se olvidó que detrás de todas estas máquinas está el hombre y
hacia él deben ir orientados todos los esfuerzos económicos, científicos,
políticos, culturales o educativos. Toda tecnología debe adaptarse a las necesidades
del individuo, de lo contrario se producirá un severo desbalance entre los que
pueden utilizarla y los que por las circunstancias materiales en que viven
tienen impedido el acceso a ella y sus beneficios.
En ese sentido, Fátima Fernández hace hincapié en
la urgencia de distinguir entre las necesidades reales del ser humano y las
necesidades artificiales creadas por una coyuntura tecnológica.
Y es válido preguntarse: ¿Realmente necesitamos
Internet o la web?, ¿Qué beneficios derivamos de las Nuevas Tecnologías de la
Información? ¿En qué nos hace más grandes, como seres humanos, hacer las
compras por computadora? En realidad son viejos problemas en un nuevo espacio,
en este caso el ciberespacio.
La escritora Lilly Bermúdez plantea los riesgos que
enfrentan los países latinoamericanos frente a la expansión de las nuevas
tecnologías de la información y señala que el surgimiento de una sociedad
informatizada amenaza con provocar cambios radicales en las relaciones
interpersonales e institucionales en todos los rincones del mundo. Agrega, muy
acertadamente, la opinión de Moragas en torno a los tres niveles de las nuevas
tecnologías, los cuales retratan muy bien lo que ocurre realmente con esta
tecnologías al fragmentar no solo el público, desde el punto de vista de
mercadeo, sino la conciencia del individuo.
Así como tras la Revolución Francesa surgió el
concepto de ciudadano, como estrategia de comunicación para igualar a todos los
integrantes de la sociedad, el concepto imperante ahora que trata de plantear
la misma identidad es el de usuario. Esta idea es totalmente asexuada,
aséptica, porque usuario es cualquiera, el único requisito es que pueda
conectarse a la red y navegar por ella. De esta manera, un usuario podría ser
hasta otra computadora.
Tal como apunta Bermúdez, desaparece el concepto de
comunicación masiva y es sustituido por el de comunicación particularizada y se
da un aislamiento donde cada cual se encierra en sus propias preferencias y
necesidades.
Es un viejo truco del capitalismo hacer iguales a
los que son diferentes, como un truco ideológico para transformar lo obvio en
aparente y viceversa.
Fátima Fernández expresa muy bien el objetivo de
estas nuevas tecnologías al indicar que son una estrategia de la
reindustrialización.
Ya lo había señalado hacia varias décadas Theodor
Adorno, en "El hombre unidimensional", que la sociedad industrial
carece de imaginación y tiene constantemente que reinventarse, copiándose a sí
misma y apareciendo lo viejo como nuevo. Un ejemplo de lo anterior son las
modas, cuyos cambios son cíclicos y, por ejemplo, hace unos años se usaban los
peinados de los años 60, después los de los 70 y así la sociedad
industrializada se repite a sí misma como única alternativa de supervivencia.
Sin embargo, Adorno no intuyó que esa reinvención
continua y sin fin, como la máquina de movimiento perpetuo de los alquimistas
medievales, crecería exponencialmente gracias a las nuevas tecnologías de la
información.
Muy bien afirma Fernández al manifestarnos que las
nuevas tecnologías pueden arrastrar con la democracia, con el indiscutible
derecho a la discusión pública y con otros elementos de la política, que sin la
intervención tecnológica alguna están convirtiéndose en derechos de papel.
Ahora, como bien indica Elizabeth Safar, están en
entredicho conceptos como los de soberanía y estado, por citar dos de los más
relevantes. El estado en la concepción clásica (la de Platón, la de los
iluministas o incluso de las los liberales modernos) es ya una pieza de museo y
ha sido sustituido por el omnipotente mercado. Un estudio reciente reveló que
de las cien primeras economías del mundo, 50 son empresas privadas, es decir
grandes transnacionales que superan toda frontera y controlan los destinos de
millones de personas. Incluso, los ejecutivos de estas grandes corporaciones
son más poderosos que los jefes de estado y toman decisiones que pueden
desencadenar guerras comerciales de consecuencias más devastadoras que las
militares.
Retomando un viejo clásico de la filosofía, Louis
Althusser, es importante comprender su concepción de la teoría marxista de la
base y la superestructura, en el sentido de que las clases dominantes se ubican
en la parte superior de la pirámide social y desde ahí controlan, con sus
productos intelectuales, el destino de la inmensa mayoría de personas ubicadas
bajo ellas.
Como señalan los autores, por medio de Internet y
web, el capitalismo extiende su control hacia las naciones que no poseen el
acceso a esa tecnología, de ahí la importancia de proteger y fomentar una
industria nacional capaz de producir la tecnología adecuada a la realidad de
cada sociedad.
La teoría del caos nos dice que todo tiende a la
disgregación y que las acciones, una vez desencadenadas, tienen un curso
impredecible. Pareciera que Internet apareció hace un siglo, aunque en realidad
no llega ni a los veinte años.
Con su creación, algunos pensaron que introduciría
una era de cooperación, puesto que tanto el trabajo como el entretenimiento se
digitalizarían. Otros vieron Internet bajo el control de los ciudadanos como un
desafío al control de los medios de comunicación por la clase gobernante. Ni
una cosa ni otra. Internet es a ratos un monstruo de mil cabezas que amenaza
con devorar a sus propios creadores, y por otro una arma terrible en pocas
manos, capaz de convertirnos de nuevo en una tribu de trogloditas, si es que
llegara a apagarse de un momento a otro, como ocurrió con los
"bepers" hace poco a raíz de una falla en uno de los satélites de
comunicaciones.
La dependencia de las nuevas tecnologías de la
información nos está convirtiendo en una especie de bárbaros civilizados,
capaces de acceder al instante a grandes bibliotecas, pero incapaces de
comprender a su vecino, y pero aún: a sí mismos.
Internet y web están haciendo tabla rasa con los
ciudadanos de mundo, creando una aldea global, al más puro estilo de MacLuhan,
sin tomar en cuenta que, según el viejo principio de la ley, no se puede tratar
a los diferentes como si fueran iguales.
Lo que existe es una ficción, similar al gol de
Ronaldo que vemos al instante, cuando en realidad ocurrió en el pasado más
inmediato, y como unos insectos estamos atrapados en la red de la telaraña de
las nuevas tecnologías, y entre más luchamos para desprendernos, más nos
enredamos.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN
BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre del autor, 1999; título del
texto, en Revista Latina de Comunicación Social, número 18, de junio de 1999,
La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/78cosr.htm
Revista Latina de Comunicación Social
La Laguna (Tenerife) - junio de 1999 - número
18
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina