[Abril de 1999]
La imprenta en la localidad sevillana de Estepa
(3.270
palabras - 7 páginas)
Dra. Antonia González Borjas ©
Responsable
de prensa en el Hospital Universitario de Valme (Sevilla)
A lo
largo de la historia el ser humano ha conocido distintas revoluciones que han
modificado radicalmente su forma de vida. La imprenta fue una de ellas. Ésta
significó la culminación de un largo aprendizaje de la escritura en Occidente y
trajo consigo novedades en la reproducción de las informaciones. Su huella en
la historia de la civilización es incuestionable. Steinberg la refleja del
siguiente modo:
"No
es posible comprender completamente los acontecimientos políticos,
constitucionales, eclesiásticos y económicos ni los movimientos sociológicos,
filosóficos y literarios sin tener en cuenta la influencia que la prensa de
imprimir ejerció sobre ellos" (1).
1. INTRODUCCIÓN: EL INVENTO DE GUTENBERG
Inventada
a mediados del siglo XV por el alemán Johann Gensfleisch zum Gutenberg, la
imprenta de los tipos móviles se difundirá rápidamente por toda Europa en la
segunda mitad de ese siglo. Tal propagación de la técnica impresa se canalizó
en una doble línea (2): a través de los oficiales que habían trabajado con
Gutenberg y que quisieron establecerse por cuenta propia, junto a la
paralización comercial que se produjo en Maguncia en 1462 tras la prohibición
de instalar imprentas, lo cual obligó a los tipógrafos de la ciudad a
extenderse por Europa.
En
España, serían los impresores itinerantes alemanes los introductores del nuevo
invento. El primer texto impreso en nuestro país data de 1472, es obra de Johan
Parix de Heildeberg y se trata del conocido "Sinodal" de
Aguilafuente. En Sevilla, los primeros impresos fueron unas bulas para la catedral
hacia el año 1473. A su vez, tres españoles se declararon introductores de la
imprenta en la capital hispalense en el colofón de un libro impreso en su
taller durante 1497. Eran Antonio Martínez, Alfonso del Puerto y Bartolomé
Segura, cuyas primeras obras están fechadas en 1477 ("Sacramental" de
Clemente Sánchez Vercial) (3).
Los
más famosos tipógrafos de la Sevilla del siglo XVI fueron los Cromberger,
ubicados en la actual calle Pajaritos. Durante bastante tiempo y hasta entrado
el seiscientos, los talleres estuvieron desperdigados por toda la ciudad;
aunque en la mayoría de los casos estos se congregaban en lugares más o menos
céntricos, siendo la calle Sierpes la que albergara un mayor número de ellos
(4). Ya en la primera mitad del siglo XVII los impresores que trabajan en
Sevilla ascienden a 34 (5), más del doble que en los mismos años del siglo
precedente, catalogado éste como la época dorada de la imprenta sevillana (6).
En muchas ocasiones, la tónica seguida era el funcionamiento de talleres bajo
las órdenes de viudas de los mismos, como por ejemplo Clemente Hidalgo y Alonso
de la Barrera. Varios son conocidos por una única impresión y de además escaso
cuerpo, como Juan de Escobar y Jorge López de Herrera. Otros sobrepasan el
centenar, caso de Francisco de Lyra o Simón Fajardo. A ellos hay que sumarles
prensas un tanto peculiares, como es el caso de la Imprenta Real del Sello o de
los Sellos (desconociéndose su responsable), así como las conventuales y las
particulares (don Fernando Afán de Rivera, duque de Alcalá) (7).
Asimismo,
en esta etapa fue importante la corriente migratoria hacia Lima de los
impresores localizados en Sevilla para el ejercicio de su oficio. Aunque sólo
queda constancia material del trabajo de dos impresores allí afincados,
Jerónimo Contreras y Jorge López de Herrera; en los inicios de la imprenta
limeña figuran apellidos conocidos que hacen prever a sus investigadores el
parentesco con los españoles: Gómez de la Pastrana, Lyra y Cabrera (8).
Desde
finales del siglo XVI ya se observa el "olfato periodístico" de
algunos impresores, puesto que en los abundantes pliegos sueltos que vieron la
luz se capta la predisposición de algunos de ellos en determinadas piezas. No
debemos olvidar que nos situamos ni más ni menos que en la antesala del actual
periodismo. Impresores sevillanos, como Rodrigo Cabrera, imprimen las famosas
"Relaciones"; o sea, textos versificados unos y prosificados otros,
cuyo precio y rápida lectura los hacían proclives a un gran mercado. El
analfabetismo reinante no suponía mella, pues en cualquier momento alguien y
sin concertación previa podía dar a conocer sus contenidos a los demás. En este
sentido, las relaciones o pliegos noticieros más prodigados en las prensas
hispalenses fueron los referentes a los sucesos bélicos desarrollados en
Europa, especialmente en los que estuvo implicada España, que fueron casi
todos.
2. LA IMPRENTA EN ESTEPA
El 24
de noviembre de 1883, la publicación más importante de la producción
periodística estepeña, El Eco de Estepa, aprovechaba el primer aniversario de
su fundación para elogiar en uno de sus artículos a la imprenta. El eje del
mismo fueron "los cuatro siglos que había tardado en generalizarse por
estos rincones llamados pueblos" (9), desde que se inventara allá por el
siglo XV. Sin duda, el escrito se convierte en una extraordinaria fuente
historiográfica al permitirnos conocer con su narración la llegada de la
imprenta a este municipio.
2.1. LLegada tardía
A
pesar de que la imprenta se introdujera en Sevilla en el siglo XV, hasta 1621
no se tiene constancia de la aparición de algún impreso fuera de la capital.
Será a partir de esta fecha cuando empiecen a ver la luz obras en localidades
sevillanas. Pero en la mayoría de las localidades de la provincia tardaría en
proliferar la imprenta. Estepa fue una de estos municipios rezagados en recibir
el invento de Coster y Gutenberg, haciéndose esperar cuatro siglos desde que
éste recalara en Sevilla. Según Aurora Domínguez, el ámbito de la provincia de
Sevilla estuvo acotado en este sentido a contadas ciudades: "En el citado
año nos encontramos con tres obras que ven la luz en Marchena. Posteriormente,
funcionarán otras prensas en Osuna, Écija y tal vez en Utrera" (10).
La
primera máquina de imprimir (una prensa de madera) fue traída a Estepa por Luis
de Campos y Mendoza en el año 1859. En ella se hicieron numerosas ediciones de
obras de texto para la instrucción primaria, novenas, romances populares, papel
pautado y modelaciones para la secretaría del ayuntamiento y otros textos
administrativos. En 1861 esta imprenta pasó a ser propiedad de Cristóbal
Velasco que, valiéndose primero de un oficial y después de su sobrino, José
Gómez, continuó los trabajos de Campos. Finalmente, en marzo de 1867 acabaría vendiéndola
a José Hermoso y Muñoz, fundador de la Imprenta Hermoso donde más tarde
imprimiría el decano de la prensa estepeña: El Eco de Estepa.
La
segunda imprenta también la trajo a Estepa Luis de Campos y Mendoza, quien la
explotaba en el año 1864. Cansado bien pronto de ella, como también se cansó de
la anterior, la vendió. En marzo de 1868, Aureliano Chacón Juérez ya era su
dueño y lo continuaría siendo hasta su fallecimiento. Después, el 13 de agosto
de 1874, la compraba José Hermoso y Muñoz y la refundió con la anterior
"formando de este modo la bien surtida que posee y dirige" (11).
La
imprenta daría lugar a una revolución cultural e informativa de la que, como
hemos reseñado, no estuvo exento el ámbito local. Dentro de los aspectos
novedosos, el mecanismo de la imprenta introduce entre el escritor y el lector
un elemento técnico extraño (distanciador y despersonalizador) que hace de la
palabra impresa algo que parece que no proceda de la mano del hombre, algo
sacro, algo que sólo por el hecho de aparecer impreso se objetiviza, se
convierte en documento, en algo de lo que no se puede dudar. Este fenómeno de
"sacralización" del texto impreso existe incluso en nuestros días, al
menos en determinados ámbitos culturales, lo cual evidencia aún hoy el gran peso
de la prensa escrita sobre los media audiovisuales.
Este
invento permitió el nacimiento de un flujo informativo más constante y con más
amplia difusión. En Estepa, a su vez, la imprenta colaboró en la prosperidad de
la industria "del mantecado". El pequeño negocio familiar de los
dulces de Navidad, de carácter puramente artesanal, adquiere tintes comerciales
apoyándose en este invento. Éste posibilita la elaboración de cajas y
envoltorios para los dulces con una mayor calidad y marketing para los propietarios.
Además de asociar inicialmente la imprenta con la producción de libros,
mayoritariamente de carácter religioso, más tarde literarios y también obras de
pensamiento en los distintos campos del saber; se olvida muchas veces que,
junto a los libros, los impresores produjeron también desde el primer momento
hojas sueltas, pequeños folletos, pliegos noticieros u opúsculos, así como que
ésta contribuyó al lanzamiento de industrias, como es en este caso la del
mantecado, tan importante en Estepa.
2.2. Primeros impresos periodísticos en la localidad
Estepa
forma parte de esos aproximadamente 200 municipios andaluces que han
contabilizado prensa propia, constituyendo una muestra de la prensa local en la
comunidad andaluza. Tras instalarse en ella la imprenta hacia mediados del
siglo XIX, comienzan a circular en el municipio los primeros impresos con
categoría de periódicos. De esta forma, queda inaugurada lo que sería la
historia de la producción periodística estepeña. Se trata de tres
publicaciones, datadas hacia la segunda mitad del siglo XIX, cuya
caracterización común fue el efímero período de vida (12): El Astapense, El
Faro y El Rayo.
En
concreto, la prensa estepeña emerge en 1864, fecha en la que la prensa comarcal
es difícil pues todavía no está consolidada. La misma se reduce a una o dos
capitales comarcales por provincia y en muy rara ocasión existe más de una
cabecera con publicación simultánea. En el caso de la provincia de Sevilla, el
paradigma lo representan Carmona y Écija. Por ello, pese a significativos
esfuerzos, no será hasta 1882, en plena restauración borbónica, cuando
verdaderamente nazca la publicación más importante de su historia periodística:
El Eco de Estepa. Nos referimos a una época en la que se consolidarán grandes
títulos en Andalucía y donde, simultáneamente, la estructura comarcal de los
distritos electorales favorecerá la eclosión de un prensa local relevante en
buen número de ciudades. Pero, en éste y en otros municipios, el esfuerzo
personal será el determinante principal de la pervivencia en el tiempo de
publicaciones. Aseveración que completa Antonio Checa:
"Aquí,
más que en las capitales, la continuidad de los periódicos tiene mucho de afán
personal, con frecuencia de modestos impresores que, a ratos libres, realizan
cada semana su periódico, como ocurre a Baldomero Jiménez en Puente Genil con
'El aviso', o a Manuel Durán, en Ronda, con 'El eco de la serranía', incluso,
en ciudad más grande, a Julián Martos en Linares con 'El eco minero'"
(13).
La
provincia de Sevilla no ha contado (salvo en alguna corta etapa el municipio de
Écija) con ciudades de verdadera relevancia periodística. Antonio Checa propone
como posibles explicaciones la cercanía de la capital con su prensa diaria y
semanal o la inexistencia de cabeceras comarcales comparables a Jerez,
Algeciras o Linares, ciudades con una elevada demografía o con períodos de auge
económico (14). Para el fenómeno contrario, la creación de publicaciones, será
la política un factor enormemente influyente. De hecho, las ciudades con prensa
propia suelen coincidir con los distritos electorales, percibiéndose en las
mismas un elevado componente de periódicos nutridos por las fuerzas políticas
del momento.
La
ciudad de Estepa cuenta con prensa temprana de cierta relevancia en el siglo XIX.
Actuó de sede de partido judicial y de distrito electoral y en estos momentos
es cabecera de comarca, por todo lo cual no es de extrañar el desarrollo de un
significativo periodismo paralelo a sus funciones político-administrativas
dentro de la respectiva provincia.
El Astapense
Bajo
el subtítulo de "Periódico semanal de administración, ciencias,
literatura, artes, economía y mejoras locales" aparecía el 10 de noviembre
de 1864 este semanario. La dirección estuvo representada por Antonio Álvarez
Chocano, a quien auxiliaría el profesor Francisco Gómez Barba; mientras que la
redacción correspondió a una sociedad de literatos y la autoría del Artículo
Prospecto a Antonio Gálvez Cornejo.
Se
trata de un medio de comunicación con una breve existencia, atribuida ésta a la
carencia de apoyo económico. La publicación fue interrumpida por falta de
suscripciones y se volvió a reanudar por un breve espacio de tiempo,
ignorándose las fechas al respecto.
El Faro
Su
primer número tiene fecha 15 de diciembre de 1867, siendo editado por José
Hermoso Muñoz, propietario de la imprenta local (actual Imprenta Hermoso), de
cuyas prensas saldría posteriormente, allá por el año 1882, El Eco de Estepa.
Se
editó con regularidad cada semana hasta el día 5 de marzo de 1868, fecha de la
que data su último número. En esta publicación decimonónica también colaboraba
Álvarez Chocano, quien al parecer imprimía carácter a la publicación. Junto con
él escribían: Rafael S. Reyes, presbítero, Antonio Gálvez Cornejo, Francisco
Hidalgo y Cruz, Wenceslao Guillén y otros.
El Rayo
Este
papel periódico tenía una edición bisemanal. Comenzó su andadura el día 22 de
octubre 1868 y la finalizó el 13 de julio de 1869. La edición también se
atribuye a José Hermoso Muñoz. Contaba con la misma redacción y colaboraciones
que el anterior, aunque aumentada por el concurso de José Quesada y Carcelén y
Félix Camacho y Ayala.
3. PRODUCCIÓN ESCRITA LOCAL: 1882-1994
Tras
los ensayos periodísticos locales de mediados de siglo, será en el año 1882
cuando se funde un semanario con grandes aspiraciones de la mano de un
impresor, José Hermoso y Muñoz, y un abogado, Antonio Aguilar y Cano. Se trata
de El Eco de Estepa, cuya existencia supone el primer proyecto periodístico
consolidado en este municipio, pues sus páginas serán testigos de la época a lo
largo de quince años. Una época, la restauración borbónica, favorecedora de la
germinación de la prensa de índole local y representante de lo que Antonio
Checa ha calificado como "la edad de oro de la prensa local en Andalucía"
(15), en donde las cabeceras comarcales proliferantes se convierten en un
vehículo idóneo para la transmisión de la actualidad más cercana.
El
Eco de Estepa se simultanearía únicamente con otra publicación local: La Voz de
Estepa. Es un semanario que emergió en 1887 a manos de los conservadores (o
"chaquetas", como se les denominaba en aquel entonces) y que moriría
muy joven. Su objetivo primordial era político y se centraba en competir con el
semanario ya existente en Estepa, puesto que sus fundadores se quejaban del
hipotético carácter liberal de El Eco.
La
desaparición de El Eco de Estepa en 1897 significó la desertización
periodística en Estepa por un período de cincuenta y siete años. En efecto,
habría que esperar a 1954 para la aparición de una nueva publicación local, en
este caso municipal. Se trata de los Boletines de Información que editaba el
propio ayuntamiento, los cuales pervivirán durante cinco años. Posteriormente,
nos tendremos que trasladar a la década de los 70 para la llegada de un nuevo
título: La Voz de Inesimpex. Su iniciativa corresponde a un colaborador local
de Abc, Rafael Crespo Ortiz, en nombre de los industriales locales (Industrial
Estepeña de Importación y Exportación), no siendo muy fructífera en el tiempo
pues apenas se mantuvo cuatro meses. Su sucesora sería La Voz de Estepa (2ª
época), cuya fundación también corresponde a Crespo Ortiz con el objetivo de
potenciar el sector local más importante: la industria del mantecado. Sin
embargo, esta cabecera tampoco vería la luz durante mucho espacio de tiempo,
apenas un año. Un decenio más tarde, en el año 1983, nace otra publicación
estepeña como resultado de la iniciativa de un grupo de amigos con inquietudes
culturales: la revista "Amigos de Estepa". Pero su proyección sólo
fue de seis revistas en dos años.
Con
la llegada de la democracia española nos invadió la "fiebre de la prensa
municipal". Estepa participaría de la misma en 1984 con varios boletines,
pero tampoco cuajaría la tendencia, ciñéndose los pocos que se editaron a un balance
de gestión de largos períodos.
En
1986 se produce otra iniciativa local de prensa y con ella resurgiría de las
cenizas, como el ave Fénix, la gran publicación que fuera El Eco de Estepa,
ahora en una segunda época. No obstante, el esfuerzo personal de sus creadores
(adolescentes en busca de la materialización de un bello proyecto) no pasó de
cuatro números publicados durante dos años.
Un
año después nace un título comarcal, La Gaceta de la Comarca Estepa-Osuna. Se
trata de un periódico quincenal, subtitulado independiente, que dirigía desde
Sevilla el periodista ursaonés Pablo Jesús Rivera. Cubría la información de
gran cantidad de municipios; sin embargo, la publicación apenas se mantuvo en
el aire por apenas un espacio de dos años.
Finalmente,
en 1992 emerge un nuevo rotativo estepeño, El Periódico de Estepa, bajo la
dirección del vecino de esta localidad Juan Luis Machuca. Este medio de
comunicación escrita continuaría la tendencia anterior y, siguiendo la misma
suerte que sus antecesores, no llegaría a consolidarse.
Por
tanto, aunque la llegada de la imprenta a esta localidad es tardía, la
producción de prensa de la misma es significativa, tal y como lo ponen de
manifiesto las distintas cabeceras existentes desde 1864 a 1994.
La prensa de Estepa |
||
Título |
Período publicación |
Características |
EL ASTAPENSE |
1864 |
Semanario. Director: Antonio Álvarez Chocano |
EL FARO |
1867-1868 |
Semanario |
EL RAYO |
1868-1869 |
Bisemanal |
EL ECO DE ESTEPA |
1882-1897 |
Semanario bajo sucesivas direcciones |
LA VOZ DE ESTEPA |
1887 |
Semanario. Director: Gregorio Fernández Arnedo |
BOLETÍN DE INFORMACIÓN |
1954-1959 |
Municipal, mensual |
LA VOZ DE INESIMPEX |
1972 |
Quincenario. Director: Rafael Crespo Ortiz |
LA VOZ DE ESTEPA (2ª época) |
1973 |
Semanario. Director: Rafael Crespo Ortiz |
REVISTA AMIGOS DE ESTEPA |
1983-1985 |
Periodicidad irregular |
BOLETÍN DE INFORMACIÓN |
1984-1991 |
Municipal. Periodicidad irregular |
EL ECO DE ESTEPA (2ª época) |
1986-1988 |
Periodicidad irregular. Dirección Colegiada |
LA GACETA DE LA COMARCA ESTEPA-OSUNA |
1989-1990 |
Quincenario. Director: Pablo Jesús Rivera |
EL PERIÓDICO DE ESTEPA |
1992-1994 |
Mensual. Director: Juan Luis Machuca |
NOTAS
(1) STEINBERG, S. H.,
en DÍEZ-BORQUE, José María: El libro, Montesinos, Barcelona, 1985, págs. 65-66.
(2) RUIZ ACOSTA,
María José: "De la mecanización del arte de los escribas", en Revista
Latina de Comunicación Social, número 11, de noviembre de 1998, La Laguna, en
la siguiente dirección electrónica
(URL): http://www.ull.es/publicaciones/latina/a/12mjr.htm
(3) PIZARROSO
QUINTERO, Alejandro y otros: Historia de la prensa, Centro de Estudios Ramón
Areces, Madrid, 1994, pág. 30.
(4) Vid. DOMÍNGUEZ
GUZMÁN, Aurora: La imprenta en Sevilla en el siglo XVII (catálogo y análisis de
su producción): 1601-1650, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de
Sevilla, Sevilla, 1992.
(5) Ibídem. Domínguez
Guzmán atribuye tal profusión al hecho de que Sevilla fuera durante buena parte
del siglo XVII la urbe más poblada de España. Sin embargo, esta autora
considera que no existe relación directa entre el cómputo de impresores y la
producción habida en sus talleres, ya que en algunos casos estos sólo se dieron
a conocer por una obra.
(6) Vid. DOMÍNGUEZ
GUZMÁN, Aurora: El libro sevillano durante la primera mitad del siglo XVI,
Excma. Diputación Provincial, Sevilla, 1975.
(7) Ibídem.
(8) TORIBIO MEDINA,
José: La imprenta en Lima: 1584-1824, Santiago de Chile, 1904-1909, 4 vols, I,
págs. XLI-XLIX.
(9) El Eco de Estepa,
nº 153, 24 noviembre 1883, pág. 2.
(10)
DOMÍNGUEZ
GUZMÁN, Aurora: La imprenta en Sevilla..., op. cit., pág. 39.
(11)
Vid.
El Eco de Estepa, nº 153, 24 noviembre 1883, pág. 2.
(12)
Vid.
AGUILAR Y CANO, Antonio: Memorial Ostipense, Reed. Anel, Granada, 1975, págs. 604
y 605.
(13)
CHECA
GODOY, Antonio: Historia de la prensa andaluza, Fundación Blas Infante,
Sevilla, 1991, pág. 493.
(14)
Ibidem,
págs. 653-668.
(15)
CHECA
GODOY, Antonio: "La prensa en la provincia de Málaga (1808-1983)", en
Jábega, nº 146, segundo trimestre 1984, pág. 63.
FORMA DE CITAR ESTE
TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre de la
autora, 1999; título del texto, en Revista Latina de Comunicación Social,
número 18, de junio de 1999, La Laguna (Tenerife), en la siguiente dirección
electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/87imprenta.htm
Revista Latina de Comunicación Social
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina