El
tratamiento informativo de las drogas
(2.789 palabras - 6 páginas)
Dr.
Francisco Javier Fdez. Obregón
©
Departamento de prensa de Coalición Canaria (Senado
español)
Las funciones de los medios de comunicación de
masas están claramente definidas y tienen un desarrollo armónico y equilibrado.
Su cometido es informar, formar y entretener. Sin embargo, no siempre se logran
estos objetivos, ya que la formación muchas veces pasa a un segundo plano.
Es cierto que toda información lleva implícita una
dimensión formativa, así como que todo proceso formativo exige la presencia de
contenidos informativos. Pero existen notables diferencias entre ambos
procesos. Mientras que la formación persigue como meta la transmisión y
consolidación de pautas culturales de reconocimiento estable y profundo, la
información lo hace con una dimensión más transitoria, puntual y diferenciada.
El equilibrio de ambas dimensiones resultará definitivo en el proceso de
comunicación asignado socialmente a la prensa.
Las actitudes que sustentan ambos procesos, esto es
la curiosidad y la necesidad, responden, también, a un sistema de orden
secuencial y lógico. La curiosidad aparece como desencadenante de interés
genérico por los conocimientos, mientras la necesidad lo hace para que los
mismos posibiliten la resolución efectiva de situaciones y conflictos
concretos.
Desde tales supuestos, no resulta descabellado
aceptar que el actual modelo periodístico es parcial y reduccionista,
respondiendo más al esquema informativo-descriptivo-curioso que al
formativo-interpretativo-de necesidad. O mejor, que el actual modelo
periodístico controla el interés suscitado por la curiosidad, en relación a lo
novedoso e impactante, y poco o muy poco el interés que sustenta las
necesidades reales, en relación a individuos o colectivos concretos.
Esta circunstancia es la que está propiciando la
pervivencia de un periodismo acorde al modelo preconizado por la información
general y su presunción universalista, en detrimento de un periodismo
especializado acorde a la cualificación, intereses y necesidades de audiencias
concretas.
Especialización
Especializarse significa renunciar a lo general
para dedicarse a lo particular. Al igual que la cultura de masas ha supuesto un
enfrentamiento dialéctico entre «apocalípticos e integrados», la
especialización, en su aspecto más amplio, es objeto, igualmente, de posiciones
distintas y, en algunos casos, antagónicas. Mientras un sector considera positiva
esta parcelación de los conocimientos, como instrumento necesario para una
mayor profundización en los mismos, otros ven la especialización como una
limitación del saber humano.
Así la cosas, la especialización periodística surge
como una exigencia de la propia audiencia cada vez más sectorizada y como una
necesidad de los propios medios por alcanzar una mayor calidad informativa y
una mayor profundización en los contenidos. Se trata de lograr una prensa en
profundidad.
Pero cuando hoy se habla del periodismo
especializado, con referencia a los medios impresos, como un fenómeno
relativamente reciente, surgido tras el impacto de los audiovisuales y su
autoridad en la primacía de la noticia, "se corre el riesgo de olvidar
–como indica María Pilar Diezhandino– que la novedad de tal fenómeno radica en
los elementos nuevos que la impulsan. Desde luego, ni la masificación
informativa ni las nuevas tecnologías de la comunicación la han inventado. La
especialización de los contenidos periodísticos nació con el desarrollo de la
propia prensa".
Está en ciernes la creación del «periódico a
medida»: "Ahí está la posibilidad de la «confección a medida» que
permitirá al periódico, teniendo en cuenta la cantidad de información que cada
día no encuentra cabida en sus páginas, ofrecer un material adicional
personalizado, de acuerdo con los intereses específicos de quien lo
solicita", abunda Diezhandino.
Pero surge un nuevo problema, el paso de la
comunicación de masas a la comunicación colectiva e individual ocasiona, entre
otras cosas, un divorcio entre redactores y lectores, ya que los primeros
desconocen las verdaderas preocupaciones de los segundos.
El periodista de finales del siglo XX necesita una
formación superior a la de épocas anteriores. No le basta con tener sentido
innato de la noticia ni con elaborar sus mejores trabajos en un corto espacio
de tiempo. El periodista de nuestro tiempo debe poseer unos conocimientos
teóricos y técnicos que le conviertan como especialista en comunicación dentro
de una sección específica de la información periodística. Fontcuberta comparte
la teoría de que el periodista tiene la obligación de seleccionar y valorar
aquella información que, por una circunstancia u otra, interesa a un grupo o al
conjunto de la sociedad. "La especificidad de la profesión de periodista
pasa asimismo por convertirse en un verdadero especialista con capacidad para
seleccionar, valorar y comunicar con rapidez el contingente de informaciones
generadas en las diferentes áreas de conocimiento de la realidad social que
configuran hoy la información periodística" .
En resumidas cuentas, el futuro de la profesión
periodística pasa por la especialización y en ella está su independencia frente
a la empresa y también el cumplimiento de su función social. Sólo un análisis
de la realidad existente permitirá establecer una relación amplia y ajustada de
las especialidades que se deben atender. Pero, los profesionales de la
información deben ser quienes marquen la senda de los futuros cambios dentro
del mundo de la información: "Y como sucede –dice Consuelo López Vila– con
todas las dinámicas sociales, si el grupo implicado no realiza la reflexión y
hace los cambios o reajustes oportunos, es arrastrado por la corriente y son
otros los que conciben las reformas y las llevan a cabo dejando en el camino a
aquellos que pretendieron que todo siguiera igual".
El deseado modelo comunicativo
Los medios de comunicación social representan, tras
lo expuesto, un factor decisivo para cualquier proyecto de comunicación en
materia de sanidad (una de las múltiples vertientes de la información sobre
drogas). Difícilmente podrá pensarse en la generación y consolidación de pautas
saludables de conducta, es decir, en la existencia de una verdadera cultura
saludable sin la mediación de la comunidad social, tanto en su versión
redaccional como en la publicitaria.
Ahora bien, para que esto se cumpla resulta
necesario introducir profundas modificaciones en la propia práctica
periodística, tanto entre profesionales, como de contenidos y su tratamiento.
En la práctica se constatan profundas lagunas en la
dimensión formativa sanitaria de los medios de comunicación social, como
consecuencia de una atención, casi exclusiva, a los aspectos
informativo-descriptivos. Lo que importa son las novedades, los datos
estadísticos, las técnicas, etc., desposeídas de elementos de interés humano y
muy alejadas de las verdaderas necesidades y, esto es, de la atención de las
audiencias. Estamos hablando de medios destinados a públicos genéricos, no a
los monográficos cuyos destinatarios son los propios profesionales sanitarios,
y que se rigen por criterios distintos.
Se ha generado una especie de "círculo
vicioso": no hay presencia de informaciones tendentes a dar a conocer
iniciativas o acciones encaminadas a corregir problemas como el de las
drogodependencias, que es el que estamos analizando aquí, porque no interesa o
no interesa lo suficiente. Pero el problema radica en que el planteamiento no
es el adecuado. Es decir, se ha generado una dinámica de desinterés, frente al
interés objetivo y real, por desconexión de los profesionales con las
audiencias. De hecho, hace no muchas fechas un diario local ubicaba una
información generada por un colectivo de padres de toxicómanos en la parte
inferior de la página, a dos columnas y en página par. La petición de los
padres era, si no revolucionaria, sí llamativa. Pero carecía de la
espectacularidad que demandan los medios, de la espectacularidad a la que se
nos ha acostumbrado. No había delitos, muertes o decomisos. No había venta.
Los medios de comunicación sólo buscan la
espectacularidad, lo que provoca el comentario de tasca o de venta. No han
sabido elevar las cotas de interés. Si se parte del viejo axioma periodístico
de que el que un perro muerda a un niño no es noticia, pero sí que un niño haga
lo propio con el can, nos daremos cuenta de que el actual tratamiento de las
informaciones relativas a las drogodependencias gira en torno a hechos
luctuosos, incautaciones, frías estadísticas donde se resalta un dato
estremecedor, una egoísta y equivocada búsqueda del denominado "interés
humano.
Se acusa a los medios de comunicación de ser los
responsables de que la superficialidad ocupe el lugar que debiera atribuirse al
rigor y la búsqueda de la verdad.
La prensa moderna, desde sus orígenes, obedece a
una lógica mercantil. Al tener que competir para sobrevivir en mercados
estrechos y muy disputados, tiende naturalmente a primar lo sensacional y los
grandes titulares. Esa lógica comercial y competitiva, reivindicada por los
editores, conduce a privilegiar lo emotivo, lo nunca visto, lo llamativo.
Esa dialéctica se torna difícil en una época como
la actual en que se cuestiona hasta la línea divisoria de lo que es ético y lo
que no lo es, lo que es legítimo y lo que no lo es, a la hora de hablar del
derecho a la información y a la libre expresión. En la esfera mediática en la
que el valor supremo es decir y mostrar lo que pasa, la determinación de los
justos límites de la libertad de expresión es inevitablemente indeterminada.
Porque lo que resulta evidente es que el ideal de honestidad y de
responsabilidad está bien, pero es poco para contrarrestar las fuerzas del
mercado y la dinámica de la información que conducen casi genéticamente a
privilegiar lo nuevo y lo extraordinario.
El tratamiento de la información sobre
drogodependencias
En consecuencia, cuando se habla de drogas en los
medios de comunicación se utilizan términos más o menos neutros u objetivos:
jóvenes, cánnabis, heroína, arresto, al lado de otros menos asépticos: delito,
represión, droga.
No es lo mismo –como ejemplo– utilizar el término
''droga'' que el de ''cánnabis'' en el relato periodístico. La polisemia e
indefinición que acompaña al término ''droga'' permite su utilización en
discursos a su vez vagos e imprecisos; el nombre de una sustancia concreta
exigiría mayor rigor en su tratamiento informativo, algo que la propia falta de
especialización de los profesionales evita.
A la información en prensa se le atribuye, frente a
la proveniente de otros medios –televisión– una mayor profundización. El medio
televisivo inyecta a su público información fragmentada que no favorece el
desarrollo de un marco de conocimiento adecuado para el receptor. Pero para
nuestra desgracia, estas diferencias iniciales se van suavizando en detrimento
del mayor rigor atribuido al medio prensa. La fragmentación es patrimonio de
todos los medios de comunicación. En ninguno de ellos se puede hablar de
discursos completos, integrados, lineales, coherentes, acerca de la realidad
social que circunda al fenómeno drogas. En los medios domina la fragmentación y
la descripción parcial; lo que está ausente es lo que mejoraría la comprensión
de los hechos. Siempre se rescata lo llamativo, aquello que el profesor De
Pablos llama ''manchones amarillos''. La información como un todo pudiera
desvirtuar el contenido supuestamente preciso que el redactor pretende
conseguir. Es mejor subir a los altares del titular el aspecto truculento o
alarmista que la explicación real de los hechos.
Es en el consumo donde el fenómeno drogas adquiere
la dimensión de problema social. Sin embargo, su protagonismo queda relegado a
un segundo lugar en comparación con el tráfico, que se convierte en el
verdadero protagonista desde el punto de vista numérico, de las noticias que
tratan el tema drogas.
En la prensa se muestra la preocupación social
desde una visión oficializada. Distinguimos dos grandes apartados de noticias:
* En el primero, el relato periodístico se
construye muy vinculado al resultado de encuestas, estudios, informes,
opiniones de expertos, etc. que proceden de distintos organismos o
instituciones.
Este tipo de noticias contribuyen a reforzar una
imagen de preocupación social, en un doble sentido paradójico: incrementa la
alerta –incremento del consumo– y tranquiliza –imagen de control
constitucional– ante el problema.
* Un segundo apartado es el que hace referencia a
las noticias que abordan el consumo desde las acciones de control. El relato
periodístico en este contexto narra lo que hacen las instituciones y, sobre todo,
las autoridades desde distintos ámbitos –sanitarios, políticos, sociales,
policiales–. En estos relatos lo que subyace es la idea del control por las
distintas autoridades.
Dentro de este contexto de control conviene reseñar
el papel de las familias, que en la prensa aparece en una oposición
contradictoria: se le atribuye un papel de control, a nivel micro, y se la
describe en un espacio de impotencia –no sabe actuar ante el problema–. Aquí
podemos encontrar la explicación de la minusvaloración que realizó el
periodista al tratar las demandas de los padres de toxicómanos en el ejemplo
que pusimos anteriormente.
El tratamiento de la información sobre
drogodependencias ha evolucionado en las últimas décadas hasta llegar a la
situación actual. La tesis doctoral de J.J. Sánchez Carrión 'La representación
de las drogas en la prensa de Madrid.1966-80' marca las características propias
de cada época:
* En la década de los años 60, la imagen del
consumidor corresponde a colectivos de pobreza y/o marginalidad. La droga no es
legal, pero tampoco hay presión hacia su control.
* En la década de los años 70 comienza la
identificación del consumidor como persona joven, con una actitud crítica hacia
lo social, lo político, las formas de vida convencionales. A los drogodependientes
se les ve como alborotadores que requieren del uso de la fuerza para ser
controlados.
* A medida que transcurren los años 80, la
información social va confirmando una imagen de extensión progresiva del
consumo de drogas. La droga no entiende de grupos sociales. Así, la heroína se
asocia a grupos marginales que afrontan el futuro con desesperanza. En el otro
extremo, los consumidores de cocaína son vistos como personas hiperactivas y
con éxito social.
* En los años 90 emerge y se va consolidando un
nuevo consumo de nuevas sustancias de síntesis. Los medios confirman la imagen
de iniciación en el hábito de este consumo entre colectivos cada vez más
amplios de jóvenes provenientes de clases medias e integradas. Se habla del
'problema de la droga' de forma genérica para justificar la actitud de las
nuevas generaciones del desencanto, que encuentran cobijo en estas sustancias
por no hallar estímulo alguno en una sociedad donde cada vez resulta más
difícil abrirse camino. La información sobre las drogas acapara gran parte de
los espacios informativos.
¿Cómo se puede cambiar esta dinámica? ¿Cuándo van a
asumir los medios de comunicación social que su auténtico papel es mejorar, con
la información como referente, la sociedad a la que sirven y representan? Que
un perro muerda un niño, como indicábamos anteriormente, nunca será noticia,
pero quizá sí lo sea que ese niño sea atendido rápida y convenientemente, que
el perro esté vacunado gracias a una acertada campaña informativa y, por
último, que seamos capaces de enseñar a ese niño el porqué del mordisco y lo
absurdo que resulta ver al arrepentido animal como a un enemigo.
Resulta obligado, pues, hablar de un viraje, si no
de 180 grados, sí bastante notorio. Si se ha asumido que el problema de la
droga abarca muchos aspectos, no se puede seguir abundando en la idea de la
fragmentación. La fragmentación lleva a imágenes equivocadas del problema, a
que el drogodependiente simplemente sea visto como un ser marginal que delinque
para poder conseguir lo que necesita. Quizá sí se ajuste más a la realidad la
imagen que la sociedad tiene de los enfermos de sida. Y recalcamos lo de
enfermos porque si en un primer momento el sida era contemplado como un castigo
divino hacia viciosos y personas de conducta desviada, ahora ya existe el caldo
de cultivo necesario para poder trabajar desde la tolerancia y la comprensión
en el colectivo de los afectados por el V.I.H. Es posible que el tratamiento de
la información sobre drogodependencias sea más complejo, pero ello no es óbice
para seguir estimulando y manteniendo actitudes equívocas.
Bibliografía y referencias
* DE PABLOS COELLO, J.M.: 'Manchones de amarillo en
prensa', curso de
doctorado del programa 'Rigor informativo en
prensa, radio y televisión' (1994-96),
Departamento de Ciencias de la Información de la
Universidad de La Laguna.
* DE PABLOS COELLO, J.M.: 'Amarillo en prensa'.
Col. Canarias Universidad. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 1997.
* DIEZHANDINO, M. P.: "La especialización en
los medios impresos", en La Prensa ante el cambio de siglo, Deusto,
Bilbao, 1988.
* FERNANDEZ DEL MORAL, J. y ESTEVE, F: Fundamentos
de la información
periodística especializada, Síntesis, Madrid, 1993.
* FERNANDEZ OBREGON, F.J. :'El compromiso social de
los medios de comunicación de masas', en Jornadas sobre Alcohol y Juventud:
Estrategias en Prevención, Influencia de los Medios de Comunicación y
Accidentes de Tráfico, Santa Cruz de Tenerife, 18 y 19 de octubre de 1996.
* FONTCUBERTA, M.: La noticia, Paidós, Barcelona, 1993.
* LOPEZ VILA, C.: "La especialización en el
periodismo", en Periodistas, nº 27, noviembre 1989, Madrid.
* ORIVE, P (compilador y editor): Comunicación
sanitaria, Dossat 2.000, Madrid,
1994.
* Tratamiento periodístico de las drogas y las
drogodependencias, Coordinadora de ONGs que intervienen en Drogodependencias,
Colección Observatorio, Madrid, 1996.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN
BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre del autor, 1999; título del texto, en
Revista Latina de Comunicación Social, número 22, de octubre de 1999, La Laguna
(Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999coc/34obre.htm
Revista Latina de Comunicación Social
La Laguna (Tenerife) - octubre de 1999 - número 22
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 - 5820
http://www.ull.es/publicaciones/latina