[Junio de 1999]
La España democrática y la primera revista de izquierdas: 'La Calle'
(1978-1982)
(7.949 palabras - 17 páginas)
Lic.
Vanessa Sáiz Echezarreta ©
Lic.
Adrián Pérez Checa ©
Coordina: Dra. Rosa Cal
Facultad de Ciencias de la Información. Universidad
Complutense de Madrid
Tras la muerte del general Franco se inicia en
España un proceso de transición hacia la democracia que tuvo la peculiaridad de
realizarse desde dentro de las propias instituciones de la dictadura. El rey
Juan Carlos I era el heredero del estado franquista. El primer gobierno después
de la muerte de Franco lo encabezó Arias Navarro; pese a las esperanzas en él
depositadas, de inmediato quedó patente que los cambios que pensaba efectuar
pasaban por el mantenimiento de la esencia del régimen anterior (1). Además,
las relaciones entre el rey y el presidente eran poco cordiales.
En 1966 se promulga la ley de prensa, conocida como
ley Fraga (aludiendo al entonces ministro de Información y Turismo) que
sustityó a la ley de guerra Serrano Suñer de 1938 y que supuso una ruptura con
la concepción que la dictadura tenía de los medios de comunicación. Esta ley
acaba con las consignas, el director nombrado por el estado, el férreo control
al que estaban sometidos todos los sectores de la información, y abría una
puerta a la libertad, eso sí todavía limitada por lo que establecía el artículo
2 de dicha ley (2). Algunos medios como 'Cuadernos para el Diálogo', 'Triunfo',
'Cambio 16' o el diario 'Madrid' comenzaron a hacer una oposición decidida,
quizá demasiado pronto y demasiado fuerte, intentando acabar con la idílica
imagen de un país sin problemas y avanzar cuanto antes hacia la democracia. Las
diversas familias del franquismo aprovecharon la oportunidad para hacer
públicas sus diferencias, patentes desde principios de la década de 1960, a
través de la prensa (3) e ir tomando posiciones que les permitiesen afrontar el
cambio desde una buena posición.
Desde noviembre de 1975 la prensa comenzó a
propulsar y transmitir la conciencia de cambio perceptible ya en amplios
sectores de la sociedad española alentando los cambios. Ante esta actitud,
Arias ordenó suspender los anuncios oficiales de semanarios como 'Cambio 16',
'Guadiana' o 'Actualidad Española', considerados como revolucionarios (4). No
existían instituciones para el diálogo democrático y la prensa se convirtió en
el altavoz de cualquier tipo de tendencia política: era el Parlamento de papel.
Durante este período, 'Cambio 16' gozó de una
supremacía absoluta en el sector de las revistas, aunque la competencia comenzó
a ser dura dado el gran número de títulos aparecidos. La prensa semanal es una
empresa de menor entidad que la diaria, que necesita menos capital que un diario
y que responde a los cambios sociales con gran sensibilidad; en ocasiones es
anticipadora de lo que ocurrirá porque sobre ella no pesan tanto los
acondicionamientos de la prensa diaria (5). 'Doblón', 'Realidades', 'Reporter',
'Primera Plana', 'Qué', 'Opinión', 'Contrastes', 'Actualidad Española', 'La
Codorniz', 'Por Favor' son algunos de los títulos aparecidos durante el boom de
la transición.
Mientras estas publicaciones van desapareciendo,
'Interviú' se consolida y en 1977 obtiene tiradas cercanas al millón de
ejemplares. El tipo de prensa amarilla con sexo, información sensacionalista,
sangre y escándalos contó (y cuenta) con gran aceptación por el público y
también de la clase política de la época que se expresó en sus páginas. Para
César Alonso de los Ríos, director de La Calle, su triunfo editorial se debe a
"la bisoñez de nuestros profesionales, la escasa sensibilidad moral y
estética de nuestros dirigentes políticos en el poder y fuera del poder. Este
producto degradante y degradado ha contribuido, sin duda, a desprestigiar una
recién estrenada libertad de expresión, ha contribuido al desencanto, ha
borrado fronteras que siempre debieron estar claras para el público y para los
líderes de opinión" (6).
A principios de abril de 1977 se publicó un decreto-ley
que derogaba el artículo 2º de la ley Fraga y las disposiciones que concedían a
la administración facultades para suspender y secuestrar publicaciones.
Reconocía el derecho a la libre información pero sobre la libertad de expresión
establecía un refuerzo de las posibilidades de actuación administrativa en caso
de ataques a la unidad de España, a la monarquía, a las fuerzas armadas y en
caso de que se publicaran informaciones obscenas y pornográficas. Estas
limitaciones fueron muy criticadas por considerarlas aspectos anacrónicos y,
aunque el respeto a la libertad de información fue la tónica general, hubo
algunos momentos en los que esa libertad se vio amenazada.
En julio, el rey nombra a Suárez presidente del
gobierno, acabando así los proyectos de reforma desde arriba elaborados por
Fraga. El cambio fue notable y enseguida comenzaron los contactos con la
oposición extendiéndolos hasta el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En
diciembre de 1976 se aprobó mediante referéndum la Ley de Reforma Política que
convocaba elecciones para junio de 1977 y configuraba el marco institucional
mínimo para realizarlas (creación de cámaras elegidas por sufragio universal
que elaborarían la Constitución). Antes de las elecciones se produjo la
legalización del Partido Comunista de España (PCE), en situación de tolerancia
desde hacía algún tiempo, era una decisión arriesgada, pero necesaria
El PCE consiguió 27 escaños, que no satisfacían a
nadie, dadas las grandes expectativas creadas por su gran penetración en los
medios sindicales, intelectuales y periodísticos y por la identificación hecha
durante la dictadura entre oposición y comunismo. La Unión de Centro
Democrático (UCD) ganó las elecciones seguida del PSOE y PCE y en último lugar
Alianza Popular (AP), lo que indica un vuelco hacia el centro; las alianzas
entre partidos eran difíciles por las enormes diferencias entre sus
electorados, se impondría un gobierno minoritario de centro, débil y
dependiente de apoyos muy amplios de las demás fuerzas políticas, lo que
provocó la característica más notable de la transición en España: la actitud de
consenso (7).
El consenso se puso de manifiesto también en los
Pactos de la Moncloa, destinados a superar la falta de política económica
anterior mediante ajustes de la economía española a la crisis del momento que
pretendieron reducir la inflación, mejorar la balanza de pagos e instaurar un
sistema de economía de mercado. Con esto también se logró disminuir la tensión
social que había en la calle con huelgas y manifestaciones de diversa índole.
En marzo de 1978 surge 'La Calle', una
revista que proclama que nace a consecuencia de la frustración que le produce
la indefinición política del momento; en plenos debates constituyentes y en
medio del general acuerdo se proclama una revista de izquierdas dispuesta a
tomar partido a la hora de dar información y a defender los ideales en los que
cree.
Tras la aprobación de la Constitución se
convocaron elecciones que tuvieron lugar el 1 de marzo de 1979 y cuyos
resultados confirmaron la tendencia del sistema de partidos. El PCE volvió a
sufrir una decepción en los resultados consiguiendo 4 diputados menos que en
1977 mientras que el PSOE sumaba a sus votos los del Partido Socialista Popular
(PSP) y se consolidaba como fuerza emergente. UCD consiguió la mayoría
parlamentaria llegando a acuerdos con algunos partidos regionalistas.
Aquí se abre una nueva etapa política
marcada por la desaparición del consenso y una progresiva normalización de los
debates y aprobaciones de leyes en el parlamento y funcionamiento del resto de
las instituciones. Lo más difícil estaba hecho y la democracia estaba lanzada.
'El País', un periódico que vio la luz en
1976, supera en tirada al histórico 'Abc', debido a su oportunidad y a que supo
dar una adecuada respuesta a la nueva demanda social (8).
Este mismo año, 'Triunfo', refugio del
progresismo durante los años 60 y revista de donde surgió buena parte de 'La
Calle', pasa a periodicidad mensual para superar los problemas económicos que
una vez pasada la euforia del postfranquismo se hicieron cada vez más
acuciantes. Un caso similar fue el de 'Cuadernos para el Diálogo', que en 1978
también cerró tras intentar superar la crisis pasando a periodicidad semanal en
1976. Quizá la frase acuñada por algunos "contra franco vivíamos
mejor", al fin y al cabo resultó cierta.
El 29 de enero de 1981, Suárez dimite como
presidente del gobierno, crisis que favoreció el intento de golpe de estado del
mes siguiente, aunque la posibilidad de una intentona golpista era algo que se
podía prever.
A partir de este momento UCD empieza a
declinar a la vez que el PSOE comienza a conquistar el centro político con el
replanteamiento teórico llevado a cabo en los congresos de este año. El
abandono del marxismo y una dura oposición a una UCD cada vez más débil sin
Suárez definió la estrategia socialista para acceder al poder.
En octubre de 1982 el PSOE conseguía
mayoría absoluta en las elecciones y finalizaba el proceso histórico de la
transición, aunque en el plano institucional hubiera terminado con la
aprobación de la Constitución (9). En febrero del mismo año salió por última
vez 'La Calle', aunque para ellos en principio aquello suponía
'La Calle' por dentro
'La Calle' publica su número 0 en la semana
del 1 al 7 de marzo de 1978, su portada es una foto de Rodríguez Sahagún con el
titular: "Operación patronos. Al fin lo consiguieron". La revista
realizó su presentación oficial sin embargo el 27 de marzo, el día anterior a
su salida oficial al mercado, en un acto que recogen algunos periódicos del
momento, como 'Diario 16' y 'El País'. Será una revista semanal que en
principio saldrá los martes, con un precio de 60 pesetas, que irá aumentando
hasta las 70. (La suscripción en el 81 cuesta 3.400 pts., 3.500 en Canarias,
7.400 en América, 8.960 en Asia y Oceanía, 5.320 en Europa).
'La Calle' estaba editada por la empresa
Cultura y Prensa. S.A. que en un primer momento tiene como director a Carlos
Sáez de Santa María, y está financiada por 140 accionistas, con un capital
social de unos 50 millones de pesetas aproximadamente.
El eslogan de la campaña de presentación es
el siguiente: "La Calle. La primera a la izquierda". Con esta simple
frase, el semanario se define y presenta sus objetivos básicos, que explicitan
a través de la primera carta del que será su director durante toda la
existencia de la revista, César Alonso de los Ríos. En esta carta que publican
tanto en el número 0, como en el primer número a la venta el 28 de marzo,
Alonso afirma: "Si algo define a este equipo es su voluntad de
replantearlo todo, su gusto por las ideas y el amor a los hechos. Por el
contrario, aborrece los esquemas y el conformismo".
En el primer número, el texto aparece como
editorial y en él se recoge la intención de superar una frustración que sufren
lectores y profesionales, debido a la ambigüedad que los semanarios han
mantenido durante la primera época de la transición; piensan que este hecho ha
anulado poco a poco la esperanza de muchos. 'La Calle' considera que la
política y la vida cotidiana están unidas, de ahí su inclinación a incluir
cualquier tema de interés desde los deportes, sucesos o costumbres.
Pretenden decantarse hacia el público de
izquierda, como ya hemos dicho, y será ésta la ideología de sus profesionales;
sin embargo, no será un órgano de partido. Su plantilla estaba compuesta por
una buena muestra de lo que ha sido el periodismo crítico semanal en estos
últimos quince años.
En cuanto a su equipo, la figura más
relevante y estable será su director César Alonso de los Ríos. Durante 1978
contará como subdirector con Andreu Claret Serra, que estaba en la redacción de
Barcelona, y como redactor jefe con Fernando Lara, que era también crítico de cine.
La crónica política estuvo siempre a cargo de Manuel Vázquez Montalbán que
colaboraba con varios espacios, y después la redacción se dividía en secciones;
entre los jefes de sección que tuvo la revista destacan: Javier Alfaya en
cultura, Miguel Salabert en política, Carlos Elordi en economía y laboral,
Joaquín Francés en internacional, puesto que después ocupó Vicente Romero. La
secretaria de redacción será Paloma Lagunero, hija de uno de los socios
fundadores afín al PCE.
En el 79 se crea la figura del consejero
delegado que en primer lugar ocupó Luis Larroque Allende y posteriormente Jaime
Sartorius Bermúdez de Castro, que traerá uno de los cambios significativos a la
revista.
Su tirada estaba controlada por la OJD y
nunca llegó a superar los 30.000 ejemplares. Su depósito legal, que no aparece
en el número 0, pero sí en los siguientes es el: M 10.733-1978.
En la sección de administración estaban un
director comercial, un director administrativo y un departamento de
distribución. La exclusiva de publicidad la tenía la empresa Velázquez
Publicidad S.A.; con el paso del tiempo esta contrata se restringió a dos
oficinas en Madrid y Barcelona, debido a problemas que más adelante
explicaremos.
La fotografía estuvo bajo la coordinación
de Eduardo Rodríguez, y se trabajaba también con agencias como Contifoto,
Europa Press, Cifra, Flash Press y Keystone-Nemes, pero al poco tiempo el
recurso a las agencias se minimizó al máximo debido a la falta de capital y
tuvieron que trabajar con recursos propios. El diseño y la confección, aspecto
innovador del medio, lo realizaron el equipo formado por Tomás Adrián y Javier
Ureña.
'La Calle' contaba con redacciones en
Cataluña, Euskadi, Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla León, País
Valenciano, Galicia. Éstas eran fijas en las comunidades históricas y
colaboraciones esporádicas en el resto.
Las subsecciones en las que contaban con
redactores especializados, que se irían reduciendo paulatinamente, fueron las
siguientes: parlamento, iglesia, ejército, ciencia y técnica, educación,
urbanismo, deportes, reportajes, entrevistas. En internacional tenían
colaboradores en Francia, Italia, Portugal, Londres, Washington, Ginebra,
Africa Austral. Y la sección de cultura se dividía en artes plásticas, teatro,
cine, canción, historia, televisión y libros. A todo esto hay que añadir los
diferentes colaboradores tanto en humor, como con columnas fijas o artículos
variados gracias a los cuales pudo mantenerse viva la revista durante casi
4 años (10).
Sus medios de financiación siempre fueron
mínimos. La publicidad siempre será escasa, al principio llegan a tener hasta
seis páginas de publicidad en color y algunas en blanco y negro. Al final es
casi inexistente. Algunas marcas que se anunciaron fueron: Cábala, Banco
Atlántico, Citroen, Chrysler, Cepsa, Seat, El Corte Inglés, Paquete Express,
Hacienda, Cruz Roja, Coca-Cola, Plaza & Janés, Grijalbo, agencia de viajes
Aerojet anunciando viajes a Cuba y China, Philips, y con ocasión de elecciones
hay un anuncio del PSOE y otro de UCD. Hay un pequeño anuncio fijo de
reparación de vídeos, y durante algún tiempo otro de un consultorio sexológico,
también crean una sección con el título de "Remitidos", que es un
espacio de publicidad en forma de noticias breves. Tienen publicidad de alguna
revista como 'Mundo Obrero', 'Le Monde Diplomatique' en Español o 'Africa' y
'América Latina, hoy'.
Como forma alternativa de financiación
hacen una campaña bajo el título: "El artista en la calle", es un
conjunto de 150 obras firmadas y numeradas de Renau, Alberti, Equipo Crónica,
Equipo Realidad, Genovés y Corazón. También hay una obra de Ortega. Las
primeras suponen una contribución de 35.000 pesetas y la segunda de 50.000
pesetas.
Estructura y novedades
Las portadas llevan siempre un tema central
y otros tres temas secundarios, con una foto grande o una ilustración de otro
tipo y colores llamativos, salvo en números especiales. Durante algún tiempo
aplicaron una técnica muy común en el periodismo de la época que era la de
"vender por la portada"; buscan el mejor reclamo, por eso ya en julio
del 78 empiezan a utilizarse algunas portadas con mujeres ligeras de ropa o
artistas famosos, todo ello mezclado con los temas densos y duros que les
caracterizan, aunque a decir verdad nunca abusan en exceso de ello.
Los editoriales no aparecen en todos los
números y cuando lo hacen responden a temas conflictivos o de gran envergadura,
amén del primer número. Durante algún periodo se publica algo parecido al
editorial bajo la forma de carta del director, aunque los editoriales siempre
aparecían firmados por éste.
A partir de junio de 1980 añaden una nueva
sección con la que abren la revista que es la agenda cultural en la que
publican todos los actos, convocatorias, recomendaciones de los diversos
campos, el índice lo sitúan detrás de estas páginas, junto con la mancheta.
Como norma general, la revista tras el
índice comienza con política nacional, economía y laboral, después los
reportajes de internacional, sociedad, y por último cultura y las entrevistas.
En la época que se publican informes o encuestas estos sirven de cierre.
Cultura
Esta sección en palabras de su redactor
jefe, Javier Alfaya, se convirtió conscientemente en el "buque
insignia" de la revista, apostando por un concepto de la cultura amplio,
plural y creativo en el que tuviesen cabida todas las propuestas por atrevidas
o desconocidas que fuesen.
Como parte de su labor en la difusión del
arte y la literatura promueven diversas iniciativas, una de ellas es la
publicación de cuentos y obras de teatro breves. Los cuentos semanales
comienzan en julio del 78 y entre los cuentistas están escritores como
Francisco Umbral, David Viñas, Daniel Moyano. Entrevistan y publican por vez
primera un relato de Nelson Marra, relato que estuvo prohibido y que llevó a la
cárcel a Onetti durante 4 años por intentar saltarse la prohibición. Apoyan a
todo el sector cultural de izquierda que combate en aquel entonces por la
libertad.
De la crítica de cine se encarga Fernando
Lara, ahora director de la 'Seminci de Valladolid', siempre tratando de vencer
los tabúes de la época. Cubría todos los festivales importantes del mundo: el
Festival de Cannes, Varsovia o el de San Sebastián.
Se ofrece también la programación de
televisión. Una página dedicada a TVE en la que se incluía la columna de Raúl
del Pozo y otras noticias sobre el ente.
Prestan mucha atención al arte en general,
al conjunto de artes plásticas, crítica de galerías, entrevistas con artistas o
noticias de actualidad. La crítica de libros fue siempre extensa, realizada con
rigor y pluralidad. Además del apartado, en la agenda donde se recogían
novedades se hacía una crítica más extensa sobre algún libro en concreto, o
sobre autores y su trayectoria. A todo esto hay que añadir la columna fija de
Alfaya, 'El mirador'.
Espacios dedicados a la música con crítica
de discos, sellos discográficos o conciertos, entrevistas a cantantes famosos y
reportajes sobre las novedades en el sector. Reportajes de teatro con las
habituales críticas de obras, autores y estrenos.
Mención especial merece la sección del
cómic, en la que cada semana escogen un autor o un personaje y lo describen y
analizan, destacando las luchas en el sector fruto de intereses comerciales
subterráneos, la represión que sufren. Se le otorga tanta importancia que
incluso crea un cómic para la revista, 'Tequila Bang'.
Colaboradores
Los colaboradores son el apoyo gracias al
cual pudo sostenerse la revista tanto tiempo, trabajaron muchas personas de
forma ocasional en casi todas las secciones y muchas de ellas lo hicieron
gratis; aquí recogemos una relación de los colaboradores fijos más destacados
tanto por sus columnas como por sus cómics.
'El bordillo', de Ricardo Cid Cañaveral, de
estilo ácido, lenguaje coloquial malsonante en ocasiones y muy agresivo, cultiva
múltiples géneros (cartas, diálogos, anuncios, críticas...).
'Elogio desmedido de...', de José Joaquín
Goytisolo, no guarda una periodicidad fija, es un esbozo de un personaje.
'La capilla sixtina', firmada por Sixto
Camara (11), seudónimo de Vázquez Montalbán. La columna es de estilo ameno y
costumbrista, construido con unos personajes fijos.
'El estado de la cuestión, cuestión de
Estado', de Manuel Vázquez Montalbán, es la crónica política sobre los
acontecimientos de la semana.
'Los preciosos ridículos', de Maruja
Torres, donde critica diversos personajes de actualidad, después la sustituye
por 'De España para los españoles', crónica costumbrista.
Raúl del Pozo firmaba la crítica de
televisión.
'Cosas del imperio...', de Joaquín Francés
Fox, espacio sin periodicidad fija compuesto por articulo de opinión acompañado
en ocasiones de una viñeta del autor.
Artículos de opinión de personas como Ramón
Tamames, o de curas progresistas como José María de Llanos.
'El Cubri', equipo de tres humoristas, que
realizaba viñetas a color en una página completa y que en mayo de 1979 empieza
con un cómic por entregas, 'Mezquite', ambientado en la revolución y el
ejército mexicano.
Guillen tiene una viñeta o composición tipo
collage de página completa y en color en la segunda página de cada número en la
última. Es una crítica gráfica en tono metafórico y reivindicativo.
Juan Carlos Eguillor se encarga de la
crítica política y social.
'Tequila Bang' es el nombre del cómic que
Víctor Mora escribe y Alfonso Font dibuja para 'La Calle'.
Wolinski, dibujante francés que emplea un
tono muy combativo y provocador, destacan sus trabajos en favor de la
liberación de la mujer
Tex, humor y crítica política.
Reseñamos también las cartas de los
lectores que se publican por vez primera en el número de mayo del 78. Muchas
apoyan a la revista en temas como Otan, colza, antifascismo, pero también se
publican réplicas o ataques feroces. No se inventó nunca ninguna carta pese a
que se encontraran repetidos diversos nombres, ya que algunos lectores
mantenían correspondencia fija. Incluso escriben figuras relevantes como
Fernando Savater.
Política
La sección se inicia con artículos del
director, y suele coincidir con alguno de los temas de portada. A veces este
artículo se sustituye por un editorial como el que se publica criticando a TVE
por encuadrar a 'La Calle' en la extrema izquierda, en contra de ETA, en contra
de la decisión de convocar elecciones, criticando a Superman.
Realizan siempre un seguimiento
pormenorizado de las elecciones, en los primeros números publican encuestas
orientadas a promover la movilización social, escriben sobre el proceso
constituyente, se preocupan por divulgar el contenido de la Constitución.
Establecen incluso una sección especial con análisis de sondeos, resúmenes de
programas políticos; el número 50 será un especial sobre el resultado
electoral. En febrero de 1982 hacen un amplio reportaje de cara a las
elecciones: '¿Hacia dónde vamos?'.
Se recogen las medidas legislativas que
permiten la consolidación de la democracia: abolición de la pena de muerte,
mayoría de edad a los 18, creación de grupos democráticos en el seno de la
policía y el ejército (con los que tenían buenos contactos). Apoyan el
fortalecimiento de políticas locales y de los estatutos de autonomía que
paulatinamente se van aprobando.
Prestan especial atención como al PCE, sus
congresos y las crisis internas, en su última época se identifican en parte con
los renovadores. Pero si por algo apuestan es por el eurocomunismo y la unidad
de la izquierda. Siguen la evolución del PSOE, sus congresos, la unificación
con el PSP de Tierno Galván, la elección de Felipe González como secretario
general y su reconversión ideológica con el abandono del marxismo.
También son claves los reportajes acerca
del proceso de debilitación del gobierno, las divisiones en la UCD y su
desintegración, las críticas a los presupuestos, la reestructuración de las
instituciones, la reforma de la justicia militar, la aparición de brotes y
manifestaciones fascistas, o violencia de extrema derecha junto a criticas
directas a personajes como Garrigues Walter, corruptos como el juez Chaparro,
especulación inmobiliaria, evasión de divisas.
Un foco de interés será siempre el País
Vasco, su estatuto, los movimientos de izquierda, terrorismo sobre todo durante
la ola de atentados del verano del 78. Ante el terrorismo, 'La Calle' mantiene
siempre una postura muy clara donde ponen al mismo nivel los atentados de Eta,
de los Grapo, del estado o de cualquier otro grupo de extrema derecha.
Realizan una campaña en contra de la Otan,
recogiendo firmas a través de un faldón y la denuncia feroz y continuada antes
y después del golpe de esta del 23 febrero, exigiendo una total depuración de
responsabilidades.
Internacional
Los focos de interés son los procesos
revolucionarios, destaca la presencia del Tercer Mundo (Africa y América
Latina), los movimientos de liberación y toda lucha antifascista. Sin olvidar
las críticas al imperio (EE. UU.) y la carrera armamentística, la política de
bloques, el mapa europeo, así como la situación en las antiguas colonias
españolas (Sahara y Guinea).
Por ejemplo, recogen la caída de Macías
Nguema en Guinea Ecuatorial, realizan reportajes sobre el apartheid en
Suráfrica, la revolución en Angola, la promulgación de la Constitución de
Mozambique, los movimientos de lucha por la descolonización y la instauración
de dictaduras.
En América Latina destaca la cobertura de
los movimientos de unificación de la Izquierda en México, la dictadura chilena
y las desapariciones, el genocidio cometido en Bolivia, el empleo de armas
químicas americanas en Cuba. Mención especial merece la cobertura de Ricardo
Cid Cañaveral de la revolución sandinista en Nicaragua.
En Europa se realizan sobre el Ulster y en
Dublín y presentándolos con la fórmula de pregunta-respuesta.
Sobre Italia la información es muy
abundante y contrastada ya que Carlos Elordi era corresponsal de 'La República'
en España. Reportajes sobre la primavera de Praga en abril del 78 donde
tuvieron información de primera mano.
Octavo día
Es una sección de noticias cortas sobre
política, sociedad, comunicación y sucesos. Información de última hora o
noticias relacionadas con la revista como las denuncias a las que se enfrentan,
disculpas o rectificaciones; una especie de cajón de sastre donde podía caber
de todo.
Entrevistas e Informes
Estos espacios se incluían siempre al final
de la revista y solían ser bastante amplios, por lo que se publicaban en dos y
hasta en tres veces.
Entrevistas a figuras relevantes del
panorama cultural y político de la época, tanto nacionales como
internacionales: Marcuse, Alejo Carpentier, Fidel Castro, entrevista muy amplia
presentada en varios números, entrevista múltiple sobre la pena de muerte,
Poulantzas, el director del Instituto Renit, el rector de la Universidad de
Bellaterra, Henri Lefebvre historiador francés, Jorge Luis Borges, Luis del
Olmo, Buero Vallejo, Habermas, Sábato, Francisco Fernández Ordóñez.
Entre los informes destacan: Mayo del 68,
10 años después, Brigadas Rojas, Homosexuales, Juventud, Países no alineados,
El paro (con tablas y mapas de distribución de porcentajes), La situación
general de España. Destacan también la serie de informes por entregas que se
centran en las comunidades autónomas, especialmente amplios como es norma los
de las comunidades históricas, entre ellas el del País Vasco con un especial
"Hablan los vascos", de 4 entregas.
Hacen números especiales en los balances
cada final de año con un resumen de lo destacado: política, economía, cultura e
internacional. El último resumen fue el del 81 con el título "En busca del
año perdido". Otros fueron: México, y ¿Cómo vivimos los españoles?
Sociedad
A esta sección le dedican un gran número de
páginas y es un buen reflejo de la evolución que se produjo en nuestro país
durante los años de la transición. Los temas son muy diversos.
Promueven el asociacionismo popular a
través de los ateneos libertarios, se hacen eco de las manifestaciones obreras
y el conflicto entre sindicatos, la reforma sanitaria y el exceso de
medicamentos. Accidentes en minas y naufragios de pesqueros. La tutela
paternalista de la ONCE con los ciegos, la huelga de profesores.
Educación, reportajes sobre pedagogía, las
guarderías, el impacto de la televisión en los niños, la juventud, su lenguaje,
la apatía y la desmovilización política en la universidad.
La mujer y su lucha por la igualdad. El
servicio doméstico, los abusos y las violaciones, las madres solteras, la
familia y la pareja, la apertura sexual incluyendo noticias y reportajes sobre
la despenalización de la venta de anticonceptivos, la medicina ginecológica, la
homosexualidad o la apertura del primer sexshop en España, drogas y minorías.
Aunque no todo son temas denuncia en sí,
todos tienen ese sentido combativo con el que se intentan acelerar los cambios
para alcanzar las cotas de progreso deseado cuanto antes.
Comunicación
Son muy críticos con otros medios, como de
'El País', incluso tienen un editorial dedicado a ello. También atacan a 'El
Imparcial', que contestará en el número siguiente. Atacan duramente a Anson,
director en aquel entonces de la 'Agencia Efe'. Denuncian el negocio y la
corrupción que se produce con el cierre y desmantelamiento de la prensa estatal
por parte de la derecha (12). Critican la mala gestión de RTVE, la asignación
de cargos, el proceso de privatización, la censura soterrada que perdura.
Realizan reportajes sobre movimientos
alternativos en el mundo del periodismo. Como por ejemplo acerca de la coordinadora
de periodistas ambientales, las radios libres o la prensa marginal o
"pasota".
2) Declaraciones del jefe de cultura Javier
Alfaya: "La Calle era eurocomunista"
Javier Alfaya es un ejemplar de esos
periodistas hoy casi extinguidos, que decidieron hacer de su profesión una
forma de vida coherente en la que sus ideas políticas, estéticas y personales
tenían cabida. Un hombre que luchó por la consolidación de la democracia en
nuestro país con el arma que tenía a su alcance: su palabra. No le importa definirse,
es más, considera que definición y posicionamiento son la opción que permite
crear, inventar la realidad que deseamos y por tanto controlar nuestros
destinos.
Hoy dirige una revista de música,
'Squerzo', pero su trayectoria profesional ha transcurrido a lo largo de todo
tipo de proyectos que intentaron establecer un periodismo vinculado a la
izquierda, pero su objetivo fue una izquierda activa, plural, no partidista y
dirigida. Se trataba de alcanzar un peldaño más en el camino a la utopía, sin dejarse
atrapar por los intereses del mercado y el periodismo de consumo.
En el trayecto que Alfaya ha recorrido, una
de sus paradas estuvo en 'La Calle'. Allí fue el jefe de una sección cultural
que aún hoy no ha sido superada. Sobre este período y lo que supuso toda
aquella época tumultuosa nos habló este novelista afable y cordial.
De 'Triunfo' a 'La Calle'
Fueron muchos los que dejaron 'Triunfo'
para ir a 'La Calle', empezando por su director, César Alonso de los Ríos, que
había sido redactor jefe en 'Triunfo', y el propio Alfaya que trabajó para la
revista entre 1965 y 1967, además de colaboraciones esporádicas. Antonio
Elorza, Manuel Vázquez, Fernando Lara, Andreu Claret o Montserrat Roig, son
otros que se mudaron a 'La Calle'.
Las razones que provocan la salida de
'Triunfo' son motivo de polémica, para Alfaya "fue debido a que un grupo
de gente consideramos que 'Triunfo' se quedaba corto para lo que había que
hacer en el país en ese momento, que no iba a estar a la altura de las
circunstancias nuevas que había, que su tiempo había pasado y que se necesitaba
una revista que tuviera una definición e intervención política más clara".
Vinculación con el PCE
Javier Alfaya se queja de que siempre se
haya identificado a 'La Calle' con el PCE, lo cual en su opinión es muy
injusto, porque hubo gente que no era comunista "La Calle, si tenía alguna
inspiración política, era eurocomunismo, éramos todos euros, digamos, unos más
a la izquierda que otros".
En la financiación de la revista, el PCE no
puso nunca dinero. Para la primera inversión todos jugaron con sus relaciones
personales, con personas vinculadas a la Junta Democrática, pero también con
gente de UCD.
También se mantenían buenas relaciones con
el PSOE, y siempre fueron partidarios del entendimiento de las fuerzas
democráticas de izquierda: "En aquel momento pensábamos que el PSOE y el
PCE tenían que ser los partidos que heredaran la situación", comenta
Alfaya. Por su cercanía a la Junta Democrática, la identificación con el PCE fue
común pero la afinidad ideológica nunca se trasladó en forma de directrices o
consignas.
Sin embargo, al final, cuando él ya había
abandonado, 'La Calle' adquirió una identificación muy clara con la plataforma
de los renovadores en el PCE.
Escasez de recursos económicos
Un problema básico que tuvo la revista fue
la falta de capital y de ingresos publicitarios, situación empeorada por el
hecho de ser una revista muy militante. "Todos tomábamos el periodismo
como una misión política y cultural, cosa que hoy suena a chino más o
menos", dice Alfaya.
No tenían medios suficientes para hacer la
revista, "era pura artesanía", tenían un télex por casualidad y
cuidaban de no gastar mucho dinero en teléfono.
Además, 'La Calle' sufrió un boicot
publicitario evidente, "supimos que la patronal, la CEOE, hizo una
circular diciendo que era una revista roja y que nada de publicidad".
Detrás de este asunto, Alfaya opina que estuvo mucha gente porque el momento
era de gran crispación política, prueba de ello es que hubo un intento de golpe
de estado. "El milagro fue que durara tanto, que no se fuera al cuerno
antes. Así no se podía sostener aquello porque éramos muy poquitos".
Cuatro años en los que al principio todavía contaban con capital, pero a partir
de 1980 la revista empezó a resentirse; lo suplían con voluntad, con contactos
personales, tratando de conseguir colaboraciones de personas que tenían
renombre pero no cobraban.
El secreto de la supervivencia: la
colaboración
En aquellos años las cosas estaban menos
mercantilizadas y gracias a la ayuda de mucha gente la revista se mantuvo. Las
páginas culturales tenían gran importancia, decisión que se tomó de forma
deliberada.
Javier Alfaya rescata de 'La Calle' algo
que hoy para él resulta impensable "unas páginas culturales donde cabía
todo". La revista se caracterizó por su interés por la experimentación,
"como no buscabas dinero, podías arriesgarte a buscar formas nuevas de
expresión". En este contexto hay que entender la relevancia dada al diseño
gráfico o la atención prestada al cómic.
"Nos inventábamos la actualidad, no
éramos meros receptores. Era forzar las cosas en el sentido de que hay otras
gentes por ahí quizá menos conocidas pero que tienen interés. No era un
periodismo de consumo, era un periodismo de producción o de intervención",
explica. En contraste, denuncia la degradación de las páginas culturales de los
periódicos hoy: "Cada vez más es todo puro consumismo, sin criterios; no
se intenta interpretar las cosas, simplemente se encargan de recibirlas y lanzarlas
al mercado, sin tratar dar opinión, valorar y analizar las cosas".
Plantearon muchos proyectos innovadores,
por ejemplo hubo una época en la que todas las semanas publicaban cuentos
breves y piezas de teatro, que fue una idea de Moisés Pérez Coterillo, el
crítico de teatro.
Los cuentistas que colaboraban fueron sobre
todo latinoamericanos como los argentinos Daniel Moyano y David Viñas. A modo
de ejemplo, Alfaya nos recuerda que "Julio Cortazar, que era un escritor
carísimo, cuando empezó la revista nos mandó un texto precioso, una
intervención pública que había hecho él sobre la libertad. Al publicarse
aquello, su agente editorial en España, Carmen Valsers, inmediatamente llamó,
pero aquello era un regalo".
Consiguieron entrevistas con Günter Grass,
Jorge L. Borges, Marcuse, Alejo Carpentier. "Aprovechabas que tenías
amigos en muchos sitios, y era un momento en que la gente no te preguntaba oye
cuanto pagáis, o decía esto tenéis que hablarlo con mi agente. Era un momento
mucho más militante que ahora, y podías ir a hablar con un señor sin tener que
pasar por su agente editorial." Todo era más rudimentario y más sano; para
Javier Alfaya "hacer una revista como La Calle hoy, con ese tipo de gente
es imposible, porque ya está en el mercado; en aquella época, por así decirlo,
no había mercado, todavía creían que tenían que hacerlo por razones políticas,
intelectuales o culturales".
En la misma línea de gratitud y generosidad
podemos encuadrar los cuadros que cedieron para la revista artistas de la talla
de Tapies, Pepe Ortega, Eusebio Sempere, Rafael Alberti, Salvador Victoria,
Canogar. "Gente que no nos cobró ni un duro, lo hacían por simpatía hacia
la revista". De esta iniciativa se hicieron dos tiradas y se intentaron
vender para ayudar a la revista, pero los problemas eran demasiado agobiantes
como para mantenerla a flote mucho tiempo más.
El 23 F, un momento crucial
"Cuando se hizo el 23F, uno de los
objetivos fue 'La Calle', supimos después que entre los planes estaba ocupar
'El País', 'Diario 16' y 'La Calle'. Eso salió en los periódicos. La verdad es
que aquellos días vivimos en una tensión tremenda, porque no sabíamos qué iba a
pasar, porque sabíamos que aunque decían que el golpe se había parado, siguió
durante semanas. Hoy se está dando una versión edulcorada de todo ello diciendo
que intervino el rey, pero en los cuarteles había crispación y provocaciones
constantes".
El intento de golpe de estado era la
consecuencia natural de lo que estaba pasando: "Cada vez que decías algo,
hablabas de las conspiraciones de la extrema derecha, de los militares, tenías
la sensación de que estabas en el punto de mira", por eso, para Alfaya,
"el golpe del 23F a nadie le cogió por sorpresa y el que diga lo contrario
es que es tonto, no se daba cuenta de lo que estaba pasando en el país".
La revista era muy crítica y combativa,
además todos tenían un pasado político común militando en el antifascismo, eran
gente muy de izquierda que hoy tendría escaso acceso a los medios. "Era la
primera transición y sabías que te jugabas un poco el país -recuerda Alfaya-.
Si ahora no lo hacemos, si no presionas, esto puede acabar en un aguachirle que
no sea democracia ni sea nada. Había una retórica democrática, un decir las
libertades pero el fundamento era nada. Y claro o pegabas fuerte, quizá para
demostrar una fortaleza que no tenías, o te metías debajo de la cama".
'La Calle' fue tajante con todo tipo
terrorismo: "ETA era un peligro para la democracia, si había que construir
una democracia en este país no era a bombazos ni a tiros en la nuca. Mantener
esta postura costó mucho". Su postura política y el hecho de contar con
Peru Erroteta, un ex etarra, en su plantilla, hacía que recibieran amenazas de
grupos terroristas de ultraderecha.
El país desencantado
"Llega el famoso desencanto, ante el
que muchos decíamos que se desencanta quien ha estado encantado alguna
vez". Para 'La Calle', había una pasividad política impresionante,
comprensible ya que la mayoría de la gente no había participado durante el
franquismo y ahora quedaban al margen de la política por inercia, por falta de
costumbre en la participación en la vida pública. "Creo que ésa fue una de
las causas de que 'La Calle' no consiguiera arraigar" (comenta Alfaya);
"fue una revista de las elites políticas de izquierda. La gente ya estaba
para otra cosa, ya no quería tanto militantismo y eso también influyó en
nosotros; fue como una ventolera de frivolidad".
Ésa fue la época de las chicas de portada,
recurso del que 'La Calle' no abusó demasiado, "una cosa es la libertad de
expresión y otra cosa era la pornografía".
A 'Interviú' lo atacaron mucho, incluso
hicieron un número contra esa revista, haciendo una lectura en la que
demostraban que era la típica revista amarilla, demagógica y sexista, con lo
cual se ganaron la enemistad eterna del Grupo Zeta. "Al final, los que
vencieron fueron ellos, con nosotros acabaron. Yo lo tengo claro, venció una
opción de periodismo que no es la mía, a mí no me gusta y creo que no era la de
ninguno de los que estabamos allí. La gente les dio la razón a ellos y no a
nosotros, es así. A mi, 'Interviú' me parecía, no sé, si un peligro, pero sí la
trivialización de lo que debería ser muy serio".
Suele ser una constante en la historia de la prensa
la relación causa-efecto entre el inicio de un etapa política liberal y el
incremento del número de periódicos aparecidos. Pasó en la guerra de la
independencia, en el trienio liberal y en el sexenio revolucionario durante el
siglo XIX. Suele ocurrir asimismo, como contrapartida, que un alto número de
esas iniciativas periodísticas acaba fracasando y desapareciendo pasado el
fervor inicial, por falta de planteamientos empresariales sólidos o por falta
de lectores, de hueco real en un mercado sobresaturado (13).
En esencia, estas líneas contienen lo que fue la
vida de los semanarios aparecidos durante la transición. 'La Calle' nació
gracias a aportaciones de gente cercana al PCE, pero en un primer momento cada
uno contó con sus contactos personales, por eso participaron personajes de
diversas ideologías. La supuesta vinculación a órganos comunistas concretos de
la revista siempre se ha negado, y han defendido su independencia, si acaso se
sintieron vinculados al eurocomunismo y a la aspiración histórica y nunca
cumplida de la unidad de las fuerzas democráticas de izquierda. Las
manifestaciones de prensa de partido en la revista son residuales, como por
ejemplo los faldones para recoger firmas, o entrevistas a varias personas.
Jorge Martínez Reverte considera que el principal
obstáculo para la consolidación de una prensa de izquierdas han sido los
propios aparatos de los partidos que representan políticamente (14), obstáculo
del que parece no librarse 'La Calle'. La prensa que se edita bajo estas
condiciones de dependencia no puede ser aceptada por quienes no están
interesados en una prensa de consigna partidaria y es vista con desconfianza
por los militantes del propio partido.
En medio del consenso general de la clase política
española y de la prensa, casi un año antes de que se votara la Constitución,
apareció 'La Calle' porque los que la hicieron pensaron que era necesaria una
definición política clara. El nivel crítico de la prensa estaba a la baja desde
las elecciones generales de 1977, y el poder político y mediático coinciden
algo típico de situaciones dictatoriales, sólo después de la consolidación del
marco institucional se recuperó la situación normal de confrontación. 'La
Calle' es, por tanto, producto del desencanto tras el consenso. Manuel Vázquez
Montalbán lo describe como: "el señor Martín Villa renuncia a fabricar la
bomba de neutrones a cambio de que los señores Carrillo o Felipe González
renuncien a la guerra bacteriológica; por su parte, el señor Ferrer Salat
amenaza con lanzar la bomba de hidrógeno si Camacho o Nicolás Redondo apuntan a
la patronal con misiles de cabeza nuclear".
En el mercado de aquellos años resultaba muy
difícil sobrevivir sin hacer continuas aportaciones de capital para subsanar
los bajos ingresos de la venta y la publicidad, ya que la oferta era
desmesurada para un país que no alcanzaba el número de periódicos por habitante
que la Unesco establece para los países desarrollados. A las nuevas
publicaciones del boom tenemos que sumar la antigua prensa del Movimiento que
todavía seguía funcionando, aunque con pérdidas clamorosas, y compitiendo en
publicidad y lectores. Además, la televisión seguía llevándose la mayor parte
de la inversión publicitaria existente (15), que no era muy boyante debido a la
grave crisis económica por la que atravesaba España y que obligaba a recortes
continuos.
Desde un punto de vista sociológico debemos tener
en cuenta los hábitos de consumo y el sistema de valores heredado del
franquismo. Cuarenta años de dictadura produjeron una desmovilización política
de la sociedad española que nadie puede discutir (16), y que operan en
detrimento de cualquier publicación que se centre en temas de actualidad
parlamentaria, análisis de economía, política internacional, etc.
En la transición el periodismo tiene, según el que
fue director de 'Cuadernos para el Diálogo', Pedro Altares, unas
características muy concretas: (17) erotismo de consumo, ambigüedad ideológica
que produce una falta de propuestas políticas alternativas, ausencia de la
cultura, consideración de la mujer como objeto de consumo y una falta de ética
informativa a la hora de explotar los escándalos. Para César Alonso de los
Ríos, la explicación de esto está en el legado de los años anteriores.
Heredamos una sociedad con tendencias muy claras hacia el consumo de prensa del
corazón y deportiva que son las verdaderamente masivas. Favorecidas por el
sistema de valores franquista han continuado una carrera ascendente en la
democracia que no deja hueco para semanarios de información general más
volcados en la política como fue 'La Calle' (18).
Pizarroso explica la desaparición de las revistas
de la transición por la pérdida de protagonismo de éstas frente a una prensa
diaria cada vez más libre y emergente - cuyo ejemplo más paradigmático sería
'El País', y frente a otros medios de comunicación como la radio que
paulatinamente se va liberalizando (19).
Jorge Martínez Reverte analiza el mal
funcionamiento de 'La Calle' como revista de izquierdas englobándolo dentro de
una crisis generalizada del pensamiento de izquierda que repercute en la
credibilidad de los medios comprometidos con un determinado proyecto político
redondo y acabado (20).
Se trata, por tanto, de un fracaso a diversos
niveles como hemos podido comprobar: una ineficaz gestión administrativa,
boicot publicitario articulado desde la patronal, falta de lectores por la
demovilización política, el desencanto, la competencia, agudizado por cierta
tendencia al elitismo de la revista.
Podemos concluir que 'La Calle' constituye uno de
los intentos de combinar en un proyecto financiación publicitaria y competencia
en el mercado con una línea editorial ideológicamente muy marcada en pro de
unos valores al menos muy distintos a los imperantes en las democracias
occidentales del momento.
Notas
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN
BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre
de los autores, 1999; título del texto, en Revista Latina de Comunicación
Social, número 21, de septiembre de 1999, La Laguna (Tenerife), en la siguiente
dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999dse/23callea.htm