La vida cotidiana de La Laguna en la prensa
del siglo XIX
(3.232
palabras)
Nadie
podrá conocer una ciudad si no la
sabe
interrogar, interrogándose a sí mismo.
José
Cardoso Pires
Lisboa,
'Diario de a bordo'
Lic. Enrique Rodríguez López ©
Licenciado en Geografía y licenciado en Ciencias de
la Información (La Laguna)
Las coordenadas ciudad y comunicación señalan un
campo de estudio muy amplio. En ese campo se ha abierto una línea de
investigación en el Departamento de Ciencias de la Información de la
Universidad de La Laguna, de la mano del profesor Alemán de Armas (1).
En esa línea de investigación intentamos,
modestamente, participar alumnos del doctorado, aportando trabajos de
investigación que vayan llenado de contenidos tan amplio ámbito de trabajo.
Resulta obvio hablar de comunicación en una
Facultad de Ciencias de la Información, pues su estudio forma parte del plan de
estudio como así ocurre en cualquier facultad donde se impartan estudios de
Ciencias de la Información, por ello no vamos a detenernos en este apartado.
Además, es bastante frecuente que el término comunicación aparezca asociado a
otros como juventud, mujer, sociedad, etc. Y no se hace necesario ampliar
explicaciones.
Del término ciudad sí vamos a hablar un poco más,
porque es tan amplio el contenido del mismo que merece una reflexión que ayude
a comprender el objeto de nuestra investigación y la concepción de ciudad que
manejamos. La ciudad es campo de trabajo de geógrafos, urbanistas, sociólogos,
economistas, etc. Es paisaje y entorno para la mayoría de la gente. Es el medio
donde hemos despertado a la vida social. La mayor parte de nuestras
experiencias básicas se han desarrollado en el medio urbano.
A la ciudad no se han acercado los interesados por
la misma desde el punto de vista científico, sino que ha atraído y atrae a
filósofos y escritores, entre otros, que buscan en ella desde las realizaciones
humanas hasta sus propias señas de identidad.
No podemos quedarnos, cuando hablamos de ciudad, en
aspectos meramente cuantitativos. Lo que procede es ahondar más, pues estamos
hablando de una creación humana excepcional que va más allá de las
consideraciones más elementales, seguridad y alimentación.
Lewis Mumford afirma: "La ciudad se convirtió
en el símbolo de lo posible" (2) y la
dinámica de su evolución ha hecho justicia a esta afirmación. Nunca ha dejado
de ser meta para todas las generaciones, aunque nunca se llegara a alcanzar,
pues, como el horizonte, siempre es inalcanzable.
En la actualidad, la ciudad ha dado un vuelco
sustancial perdiendo en esta última etapa de su evolución características que
le eran consustanciales. Hay una privación sensorial. Se produce un
embotamiento, una monotonía y una esterilidad táctil (3),
porque la experiencia física de la nueva geografía de la ciudad es la
velocidad. Hoy nos movemos a una velocidad a la que nuestros antepasados ni
siquiera podían imaginar. Esta circunstancia ha obligado a la ciudad a
transformarse con ese fin. El movimiento es lo que convierte a las calles en
meros puentes entre lugares. Pierde con ello su función comunitaria, marco de
relaciones sociales de todo tipo y su papel esencial en la trama urbana.
La subordinación de la calle al movimiento la
convierte en un espacio neutro, tanto para los viandantes como para los
conductores. Los primeros porque se mueven como autómatas entre la multitud, la
soledad entre el gentío. La actitud es expectante ante sus iguales que ocupan
las aceras y plazas y vigilante ante el tráfico. Cada vez menos el caminante es
dueño de sus pasos.
Los conductores tampoco son ajenos a la
neutralidad. Su atención debe centrarse en las señales de circulación, en no
perder el ritmo del movimiento, con lo cual sus congéneres que van a pie, así
como las fachadas de los edificios y el paisaje que ve desde la ventanilla de
su coche es como una película a la que se le presta poca atención.
Alejandro Rossi afirma que las calles definen la
ciudad (4). Unas son como la prolongación de nuestra
intimidad, son bulliciosas y promiscuas, otras son como territorio extranjero,
ajenas y distantes. La desaparición de esas calles que nos acogen casi como una
continuación de nuestra casa, que han visto generaciones y generaciones de
niños y niñas jugando confirmará la crisis de la ciudad, mejor dicho, de la
vida ciudadana.
La desaparición de las "calles con alma"
que reclamaba Ángel Ganivet (5), de las calles que cuentan algo, las que suscitan
entusiasmos visuales, las que provocan reflujos de pensamientos y vivencias a
sus vecinos y reflexiones a los visitantes es rodar por la pendiente hasta
alcanzar una ciudad despersonalizada, sin identidad. Es convertir la ciudad en
el bosque de nuestros cuentos (6).
Estoy seguro de que todos podemos compartir que la
ciudad que deseamos es la ciudad que lleva la historia en sus muros, en sus
campanarios, en las aceras y que a su vez sea símbolo de lo posible como nos
indicaba Mumford. No queremos un museo, pues estaríamos hablando de una ciudad
sin vida, ni la ciudad de las prisas y la deshumanización.
Otro factor determinante de la nueva ciudad es su
excesiva fragmentación, con lo cual se pierde el sentido de unidad que alcanzó
la ciudad casi desde sus orígenes. Los habitantes de la urbe trasladan sus
domicilios a nuevas urbanizaciones en el extrarradio, quedando los centros
históricos casi vacíos. La actividad comercial es lo que le da vida durante
unas horas. Los barrios de las afueras, los suburbios, iguales en todas las
ciudades, conforman lo que algunos autores llaman "la no ciudad".
Lugares sin personalidad definida, nacidos como hongos después de la lluvia, y
que no se incorporan a la ciudad, con lo cual no dejarán seña de identidad alguna.
La aparición de los centros comerciales es otro
síntoma de la división que antes se comentaba. Núcleos artificiales en los que
todo está controlado, el clima, la luz. Un ambiente artificial pretende inducir
al visitante a que haga lo que tenga que hacer, generalmente es comprar, sin
que le reste tiempo aquellos "inconvenientes" que se podría encontrar
en cualquier calle de cualquier ciudad.
Volviendo al principio, al binomio ciudad y
comunicación, vamos a intentar acotar el campo de trabajo. El objetivo
propuesto es analizar la vida cotidiana (7) en la prensa editada en La Laguna durante el siglo
XIX. La justificación para la elección hecha, tanto de la ciudad como de la
época elegida, tiene unos argumentos de orden emotivo que se anteponen a los
puramente académicos, por una razón que creo elemental. Trabajos de esta índole
necesitan de una motivación especial. En este caso, la razón de pertenencia a
la ciudad que me ha visto crecer y la que he visto cambiar, en algunos casos no
como yo quisiera, pero para suplir esas carencias todos tenemos como refugio la
ciudad imaginaria, la que cada uno de nosotros desearíamos y que nos pertenece
enteramente.
La fuente básica es la prensa editada en La Laguna
durante el siglo XIX (8). No creo oportuno entrar en descripciones
pormenorizadas de los mismos, pues hay trabajos importantes que ya se ocupan de
esa labor de investigación (9). No obstante, es conveniente indicar que la
imprenta llega a Canarias relativamente tarde, 1751 (10),
cuando ya funcionaba en algunas ciudades americanas. Los considerados
protoperiódicos estaban escritos a mano. La tirada en general era corta y la
vida de muchas cabeceras también lo fue.
Como acertadamente decía Elías Zerolo, la imprenta
iba a permitir a la humanidad "eternizar el pensamiento" (11) y
los periódicos nos van a servir los hitos de la vida cotidiana de la ciudad,
aunque, como Constancio de Castro (12) reconoce, la vida cotidiana es terra incógnita
para los estudiosos. Es un ámbito poco conocido, incluso poco valorado en los
círculos académicos, quedando relegado su estudio a un segundo plano. Creo que
esta postergación ha tenido especial énfasis cuando hablamos de ciudad, pues se
ha prestado más atención al hacer la ciudad que al habitarla.
A pesar del distanciamiento o de la poca valoración
que se da a la vida cotidiana, creo que tiene una importancia vital, pues
recoge los hechos que se reproducen particularmente y llegan a ser hechos que
tienen consideración social.
El elegir el siglo XIX es fundamentalmente porque
es una época donde el tiempo, su ritmo, era muy distinto al actual. La
estructura social de la época pervive más en el tiempo y la ciudad conserva su
unidad, sus límites reconocibles. Lo urbano se oponía a lo rural con toda
nitidez y no como en la actualidad, donde no se da tal claridad, pues la ciudad
se prolonga más allá de sí misma con un crecimiento a veces incontrolado y
otras tremendamente especulativo.
En el relato de lo cotidiano de una ciudad como La
Laguna en una época como el siglo XIX no se puede esperar el descubrimiento de
acontecimientos excepcionales. Se puede uno, incluso, preguntar si vale la pena
investigar sobre hechos anónimos de los que, a lo mejor, lo que es más digno es
olvidarlos. Cioranescu, en el prefacio de la obra de José de Olivera 'Mi álbum'
(1858 -1862) escribe: "Es La Laguna de la decadencia, pueblerina,
puntillosa e insatisfecha, dormida e inquieta a la vez, como los grandes
enfermos que sienten que ya se les ha escapado la vida." Llora y se
lamenta por la pérdida de los blasones perdidos. Se lamenta en el recuerdo de
un pasado más esplendoroso. A pesar de todo, en ella se vive y como tal es,
inquieta, aunque el sentimiento de quietud y pasividad se recoge ya en un
artículo que aparece en el 'Diario de La Laguna' (13) el
12 de agosto de 1895:
"Como hijos amantes de este pueblo un tanto
pasivo hasta hace poco en su desenvolvimiento material, no podemos menos que
congratularnos del progreso urbano que vemos desarrollarse a nuestra vista.
"A parte de las importantísimas mejoras del
adoquinado de las calles principales de la población, vemos reedificarse y
construirse gran número de casas desaparecidas, desapareciendo el aspecto feo
de muchísimas.
"De seguir así y de formar la proyectada
sociedad constructora, bien pronto reconquistaremos nuestro antiguo esplendor.
"Lo que hace falta es que el municipio dirija
su iniciativa a otras reformas de manifiesta urgencia, como embellecimiento de
paseos y plazas públicas y pronto podremos rivalizar con los pueblos más
importantes de la provincia.
"Bien sabemos que el estado de la hacienda
municipal no permite el plantear grandes obras, pero haciendo algunos
sacrificios en breve tendríamos todas las calles con aceras y mejor alumbradas
de lo que están hoy.
"En esto, que es provechoso para el vecindario
entero, debemos pensar seriamente y unirnos en la labor de engrandecimiento que
todos anhelamos para este pueblo, tan digno de mejor suerte.
"Por nuestra parte, prestaremos nuestro
humilde concurso a los que se constituyan en obreros de tal desenvolvimiento en
pos del cual seguiremos un día y otro alentando a nuestros administradores y
conciudadanos.
"No se olvide la sentencia de que querer es
poder y, si queremos, mucho podemos hacer."
Los párrafos extraídos del 'Diario de La Laguna'
son concluyentes en cuanto a la percepción de sí mismos tenían en ese momento,
pasivos pero anhelantes por conseguir el progreso que les iguale con otras
localidades. Es importante el aspecto de la ciudad, como lo demuestra la relación
de obras que se han realizado en un corto periodo de tiempo:
"Entre las muchas reformas a que hacíamos
referencia en nuestro número de ayer, enumeramos hoy las siguientes:
"Las verificadas en tres casas de la calle de
Viana propiedad de D. José Barrios y que han transformado aquella vía de una
manera agradable.
"La construcción reciente de una bonita casa
en la histórica esquina de Ecce Homo, cuyo dueño D. José Suárez ha dejado en la
misma un nicho para colocar la venerada imagen.
"La fábrica de dos casas en la misma calle
cuyos trabajos se están llevando a efecto.
"Las reformas importantísimas que el Sr. D.
Juan Cumella ha hecho en la suya de la calle de Juan de Vera y la construcción
de otras en la calle de Nava y Grimón.
"La que ha concluido en la de Tabares de Cala
D. Claudio Expósito y las que en la misma vía ha terminado D. Nicolás Amador y
ha comenzado nuestro amigo D. Saturnino Cabrera.
"A este número hay que añadir las dos que D.
Juan C. Bacallado y Cª ha edificado en la calle de San Juan y otras dos que
hemos visto terminadas en la de San Antonio y, sobre todo, la de tres pisos
concluida recientemente en la de Herradores por Dª Julia Riquelme.
"Si a este número añadimos las construidas en
el verano último, se puede asegurar que en dos año se han fabricado y
reedificado en nuestra ciudad más de cuarenta casas en diversos puntos del
recinto.
"Este progreso sería mejor si la falta de
obreros no dificultase la ejecución de otras muchas edificaciones que se hallan
en proyecto y que en breve veremos levantarse.
"Siguiendo por ese camino, repetimos hoy, el
adelanto material de La Laguna será notable, cosa que vivamente deseamos."
Se podrían buscar más ejemplos que ilustraran el
deseo de conseguir una ciudad que saliera del ostracismo y melancolía en la que
estaba sumida desde la pérdida de la hegemonía, de la prestancia que daba ser
capital del archipiélago y ciudad de referencia (*).
A pesar de este pesimismo, la vida sigue y son
otras las preocupaciones que ocupan a los vecinos. La cultura, los espectáculos
musicales tienen cabida en una población pequeña distante, en la que supongo
que no sería fácil preparar un acto como el que se recoge a continuación:
"Sábado, 12 de enero de 1895
(Diario de La Laguna)
"La Sociedad La Fe, incansable en su afán de
proporcionar a los conciudadanos culto solaz y honesto recreo, ha organizado
para mañana a las ocho de la noche un agradable concierto vocal e instrumental,
en el teatro Viana, en el que tomará parte la orquesta de la misma sociedad y
varias personas de reconocida inteligencia en el arte de Bellini y Donizetti.
"El público culto de La Laguna corresponderá
con su asistencia al loable propósito de la aludida sociedad, ya que los
precios de las localidades son bastante moderados y los productos se destinan
al sostenimiento de la banda, que es la honra de la localidad".
La vida social en la calle, cuando el tiempo lo
permitía, era una forma de vivir la ciudad. Los paseos eran el entretenimiento
social para los veraneantes y vecinos cuando llegaba el verano. Estaban tan
arraigados, que se reclamaba a la corporación de turno que sufragara los gastos
de la banda de música que los amenizaba; asimismo, se obligaba a la misma a
mantener la alameda del Adelantado en condiciones adecuadas. Otros lugares de
la ciudad también eran lugares de esparcimiento durante el verano.
Martes 30 de julio de 1895 (Diario de
La Laguna)
* El 27 del corriente, con la velada musical dada
por la Banda Militar de Cazadores, se han inaugurado los paseos con música en
nuestra alameda del Adelantado.
Tanto el citado día como el de antier noche,
en que ejecutó varias piezas la banda La Fe, han estado concurridísimos.
** La concurrencia que, casi a diario, en esta
época estival, acude a disfrutar de lo agradable y ameno del sitio al próximo
bosque de Las Mercedes, hace que sea urgente el que una vez nuestro municipio
emprenda la composición de aquel camino, hoy en deplorable estado.
Se puede comprobar que la inquietud social, la
necesidad de llenar de actividades la vida de la ciudad, era algo cotidiano y
que puede relativizar la pasividad a la que antes aludíamos.
También el mismo día, 30 de julio de 1895, se
recogía lo siguiente:
"Varios jóvenes estudiantes han organizado un
ateneo en esta ciudad con el título de 'El Progreso', y se proponen celebrar
una serie de veladas literarias.
La que tuvo lugar la noche del 25 y a la que fuimos
atentamente invitados, resultó muy brillante, pues los jóvenes que en ella tomaron
parte demostraron con notables discursos, excepcionales condiciones para la
oratoria, y el numeroso público que asistió al acto, y en el que el bello sexo
estuvo representado por distinguidas señoras y hermosas señoritas, salió
sumamente complacido.
Digno de aplauso es el pensamiento de los
aprovechados estudiantes."
Podríamos incluir más ejemplos recogidos en los
distintos diarios y que nos permiten conocer el día a día de esta ciudad y sus
habitantes, que ha tenido sus altibajos, sus momentos de mayor brillantez y sus
momentos de modorra, de letargo, pero que nunca ha dejado de latir.
Para esta ciudad que ya tiene quinientos años, que
ya es abuela, a la que hay que mimar y cuidar como apunta el profesor Alemán de
Armas, es necesario que todos contribuyamos a conocerla mejor, no sólo cuando
se ha vestido de gala, sino también cuando se ponía el traje de diario y el
delantal de cada día. No sólo cuando se empolvaba la cara para ir a los bailes
y paseos en la alameda, sino cuando sus arrugas eran testigo de la melancolía
de los días grises y fríos de los inviernos laguneros.
Notas
(1) Su último trabajo 'Secuencias de la memoria'.
La Laguna, 1997, es una muestra clara de la relación de ambos conceptos. Otros
trabajos precedentes: 'La Laguna, la vivienda tradicional y los problemas de
organización del espacio urbano' (1976); 'Guía de La Laguna' (1986) y
'Patrimonio arquitectónico de Tenerife: problemas y alternativas' (1988) son la
base de las reflexiones contenidas en la obra citada.
(2) 'La ciudad, en la historia'. Pág. 44. Ed.
Infinito. Buenos
Aires, 1979
(3)
Sennet, Richard. 'Carne y piedra', Madrid.
Alianza Editorial, 1997
(4) Rossi, Alejandro. 'Manual del distraído'.
Barcelona. Círculo de Lectores, 1997
(5) El concepto de "calles con alma",
tomado de A. Ganivet, incide en el carácter táctil y visual para los
ciudadanos. Él utiliza este concepto frente a la modernidad; en nuestro caso,
está usado en defensa de la humanización de nuestras calles.
(6) Tonucci, Francesco. 'La ciudad de los niños'.
Madrid. Fundación Germán Sánchez Rupérez, 1997.
Tonucci explica en su obra que, antes en los
cuentos que nos contaban nuestros mayores, el bosque era el lugar de las
trampas, de los animales salvajes, de la oscuridad, en definitiva el bosque era
el lugar donde se pasaba miedo. En la ciudad se encontraba cobijo, era un lugar
que inspiraba seguridad. En las últimas décadas, la ciudad se ha vuelto
peligrosa y hostil, mientras que el bosque se ha vuelto idílico de la mano de
los ecologistas.
(7) El concepto de vida cotidiana que se maneja en
este trabajo es el propuesto por Ágnes Heller en su obra 'Sociología de la vida
cotidiana'. Barcelona, Ed. Península, 1994.
(8) Se han consultado alrededor de treinta
cabeceras, todas ellas editadas en La Laguna.
(9) González Antón, Javier. 'Aproximación a la
bibliografía de la historia de la prensa en Canarias'. Estudios de Periodismo
2, 1993, pp. 53-90. Como obra de recopilación, es importante porque en ella se
recogen gran cantidad de referencia obligadas si se quiere consultar la prensa
en Canarias.
(10) Acirón Royo, Ricardo. 'La prensa en Canarias.
Apuntes para su historia'. Servicio de Publicaciones de la Caja General de
Ahorros. Santa Cruz de Tenerife. 1986.
(11) Revista de Canarias, nº 1, p. 10, 8 de
diciembre de 1878.
(12) 'La geografía, en la vida cotidiana'. Ed. Del
Serbal. Barcelona, 1997.
(*) Nota del editor.- La Laguna fue la primera ciudad fundada como tal
en la isla de Tenerife, la mayor de Canarias y la última que fue conquistada
por los castellanos. Fundada en una zona de clima agradable y fresco, rodeada
de montañas con bosques y campos de cultivo, pronto se transformó en un lugar
ideal para vivir y allí se trasladó con ese objetivo el adelantado de Castilla
o conquistador; de eso modo fue La Laguna la capital de las Islas Canarias,
hasta que con el tiempo la capitalidad pasó a Santa Cruz de Tenerife y, en
1927, con la separación del archipiélago en dos provincias, Canarias pasó a
disponer de dos capitales en las cabeceras administrativas de cada una de las
dos provincias. Con la llegada del régimen de autonomías, cada una de estas dos
ciudades más importantes, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife,
son la capital regional alternativamente por períodos de cuatro años, el tiempo
de cada una de las legislaturas.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE
LATINA EN BIBLIOGRAFIAS: Nombre del autor: título del
artículo, en Revista Latina de Comunicación Social número 5, de mayo de 1998;
La Laguna (Tenerife), en la siguiente URL: http://www.lazarillo.com/latina/a/90enrique.htm |