Futuro de la comunicación y conocimiento
(6.628 palabras)
Lic.
Raymond Colle ©
Pontificia Universidad Católica de Chile
Durante miles de años, el hombre ha estado
preocupado predominantemente por asegurar e intercambiar bienes materiales.
También se ha preocupado del desarrollo del conocimiento y de la acumulación y
transmisión del mismo. Pero nunca como hoy ha sido tan grande la cantidad de
personas que se han dedicado a esta tarea. Nunca ha estado al alcance de tantas
personas tal cantidad de información. Ya es un lugar común hablar del mundo
como de una Aldea Global. Sin embargo, esta realidad implica un importante fenómeno
de cambio que afecta el futuro de la humanidad.
Quisiéramos aquí remontarnos a los orígenes del
concepto de Aldea Global y señalar algunas características de la nueva era que
está naciendo para luego buscar una iluminación en los escritos de alguien que
se revela ser un precursor de la nueva concepción del mundo que muchos
científicos empiezan a sugerir o declaran buscar: Pierre Teilhard de Chardin,
paleontólogo, místico y -discutido- filósofo.
Aldea global e hiperconciencia
En 1964, Marshall McLuhan llamó poderosamente la
atención de los estudiosos de los fenómenos de comunicación al publicar su obra
"Understanding Media", la cual produjo un gran revuelo no sólo en los
círculos académicos sino que llegó al público común, poniendo en evidencia un
fenómeno que todos reconocen desde entonces como una característica de este fin
de siglo: la reducción aparente de las distancias y la integración mundial
sobre la base de las telecomunicaciones.
Escribía McLuhan:
"Después de tres mil años de una explosión
producida por tecnologías mecánicas y fragmentarias, el mundo occidental sufre
una «implosión». Durante la era mecánica, hemos extendido
nuestro cuerpo en el espacio. Hoy, después de un siglo de tecnología eléctrica,
es nuestro sistema nervioso central mismo que hemos echado como una red sobre
el conjunto del globo, aboliendo así el espacio y el tiempo, al menos en lo que
concierne a nuestro planeta. Nos acercamos rápidamente a la fase final de las
extensiones del hombre: la simulación tecnológica de la conciencia. En esta
fase, el proceso creador de la conciencia se extenderá colectivamente al
conjunto de la sociedad humana, tal como ya hemos, a través de los diversos
medios, extendido nuestros sentidos y nuestro sistema nervioso."
(Primeras líneas de "Understanding
Media")
Muchas tesis de McLuhan fueron posteriormente
rebatidas, pero no ésta de la transformación del mundo en una aldea planetaria
(parte del título de una obra posterior del mismo autor). Al contrario, ha sido
quizás una de las más estudiadas y profundizadas, dando origen a una importante
trilogía de obras que investigan el prodigioso cambio cultural que estamos
viviendo: "El shock del futuro", "La tercera ola" y
"El cambio del poder", escritas por Alvin Toffler.
Aunque también se ha admitido que los medios de
comunicación pueden ser entendidos como extensiones de nuestros sentidos y,
así, de nuestro sistema nervioso, pareciera que casi nadie prestó atención o
entendió la alusión de McLuhan a la extensión de la conciencia como "fase
final de las extensiones del hombre". Estas palabras pueden parecer
crípticas, aunque no ocurre así si leemos lo que escribió 33 años antes Pierre
Teilhard de Chardin. Ni la idea de la "implosión" ni la de un nuevo
tipo de conciencia le eran ajenas. Y quizá haya sido quién sugirió alguna de
estas ideas a McLuhan.
En efecto, en un escrito de 1931, podemos leer ya
la idea de la "implosión" de nuestro planeta:
"La marea humana lo ha cubierto todo. La
Tierra está definitivamente cercada por el espíritu. Y, bajo el progreso
constantemente acelerado de los medios de comunicación aéreos y etéreos,
disminuye a ojos vistas, hasta convertirse en un ámbito irrisoriamente pequeño.
Paralelamente a esta reducción geográfica (la más impresionante y rápida), el
mundo sufre claramente otros géneros de agotamiento bajo nuestras continuas
investigaciones." ('La energía humana', p.42)
Y la idea del desarrollo de una conciencia
universal, más allá de la agregación de conciencias individuales, es un concepto
central en el pensamiento teilhardiano: "Las energías humanas elementales
no actúan en desorden, a capricho de las leyes estadísticas... Tienden a
componer sus radiaciones individuales en una pulsación única, es decir, a
constituir un conjunto organizado.
No podemos alcanzar ningún progreso decisivo en
nuestras concepciones del mundo animado mientras que, permaneciendo en la
escala «celular», no sepamos emerger por encima de los
seres vivos para ver la Vida, por encima de los hombres para descubrir la
humanidad: ... la realidad física, poderosa, en la que se bañan y se
influencian todos los pensamientos individuales hasta formar, por su
multiplicidad ligada, un solo espíritu de la Tierra.
Flotando por encima de la biosfera, cuyas capas
fluyen gradualmente por él, el mundo del pensamiento, la noosfera, comienza a
dejar irradiar su corona." (La energía humana, pp.128-129, Texto de 1937)
.
¿Cómo se ha desarrollado la reflexión
sobre esta "Era de la información" que estamos viviendo? Es lo que
consideraremos ahora, buscando también las intuiciones ya presentes, con
anterioridad, en el pensamiento teilhardiano.
Tercera ola
Los problemas que plantea el rápido avance
tecnológico de hoy fueron el tema, en
1970, de la primera obra de Alvin Toffler: "El
shock del futuro". El autor la inicia precisando las razones de la actual
velocidad del cambio:
"Pasan siglos y milenios y, de pronto, en
nuestro tiempo, estallan en pedazos las fronteras y se produce un súbito
impulso hacia delante. La razón de esto es que la tecnología se alimenta de sí
misma. La tecnología hace posible una mayor cantidad de tecnología, como
podemos ver si observamos un momento el proceso de innovación. La innovación
tecnológica se compone de tres fases, enlazadas en un círculo que se refuerza a
sí mismo. Ante todo está la idea creadora factible. En segundo lugar, su
aplicación práctica. En tercer término, su difusión en la sociedad. Y el
proceso termina, se cierra el círculo, cuando la difusión de la tecnología que
encarna la nueva idea contribuye, a su vez, a engendrar nuevas ideas
creadoras."
(Toffler, 1971, pp.39-40) .
Leyendo a Teilhard, encontraremos ideas parecidas
de aceleración del desarrollo: "Demasiado hierro, demasiado trigo,
demasiado automóviles; y, además, demasiados libros, demasiadas observaciones;
y también demasiados diplomas, demasiados técnicos y demasiados peones, o,
incluso, demasiados hijos. El mundo no puede funcionar sin producir seres
vivos, alimentos, ideas. Pero su producción sobrepasa, cada vez más, su poder
de consumo y asimilación." ('La energía humana', p.40).
Pero el siglo XX se caracteriza especialmente por
un enorme avance del conocimiento y por el desarrollo de medios de comunicación
que agilizan el intercambio y la difusión del mismo. Ya desde 1955, en los
Estados Unidos, existían más trabajadores en el sector terciario (de los
"servicios") que en los sectores primario y secundario juntos. En los
términos de Alvin Toffler, es justamente este factor el que determina el paso
de la "segunda ola" a la "tercera ola", o sea de la era de
la industrialización a la era de la información. Pero, además, podemos observar
a partir de 1977 que, por primera vez en el mundo, ese país concentra ya más de
la mitad de su fuerza laboral en "el negocio" de la información y su
PNB se relaciona en un 45% con esta actividad. Así nace una nueva era con
nuevos requerimientos:
"Al tornarse la información más importante que
nunca, la nueva civilización reestructurará la educación, redefinirá la
investigación científica y, sobre todo, reorganizará los medios de
comunicación. Los medios de comunicación actuales, tanto impresos como
electrónicos, son totalmente inadecuados para enfrentarse a la carga de
comunicaciones y suministrar la variedad cultural necesaria para la
supervivencia. En vez de estar culturalmente dominada por unos cuantos medios
de comunicación de masas, la civilización de la tercera ola descansará sobre
medios interactivos y desmasificados, introduciendo una imaginería sumamente
diversa y a menudo altamente despersonalizada dentro y fuera de la corriente
central de la sociedad." (Toffler, 1980, p.341).
Ya hemos visto que Teilhard percibía la importancia
de los medios modernos de comunicación. También percibió que obligarían a
buscar nuevos modos de vinculación y nuevas exigencias educacionales:
"El acontecimiento principal y específico de
nuestra era biológica no es, inicialmente, otra cosa que la compresión,
compenetración y aglutinación paroxismales de la masa humana sobre sí misma
bajo el abrazo planetario. (...) En ningún momento de la historia -decidámosnos
por fin a reconocerlo- se ha encontrado el hombre tan completamente vinculado
(activa y pasivamente) como hoy, por el propio fondo de su ser, con el valor y
el perfeccionamiento de todos los demás que le rodean. Y todo indica que este
régimen de interdependencia no hará más que acentuarse en el curso de los
siglos venideros." ('La activación...', p.199) .
Lo señalado por Toffler es especialmente válido
para el campo de la electrónica, principal sustrato de los progresos de los
medios de comunicación. Todos los avances de que hemos hablado están
íntimamente relacionados con la industria electrónica. Aunque llegada bastante
recientemente a la escena del mundo, se ha convertido en la cuarta industria
más grande el mundo (después del acero, el automóvil y los productos químicos).
Como tal dispone de enormes recursos para la investigación y, más que en
cualquier otro caso, sus propios productos más avanzados (los computadores)
sirven de instrumentos para acelarar aún más su desarrollo. Esta velocidad
implica permanentes cambios, especialmente perceptibles en el área de la
informática y las comunicaciones.
"Los mismos cables coaxiales, fibras ópticas,
radioenlaces y satélites de comunicaciones que transmiten millares de
telefonemas se usan también para transmitir señales de telégrafo, datos y
televisión. Paulatinamente, toda clase de señales de comunicación -datos, voces
e imágenes-, incluídas las imágenes de la Tierra vistas desde el espacio y las
de planetas lejanos vistos desde naves espaciales, se convierten en la forma
digital de impulsos intermitentes para la transmisión, conmutación, registro y
recuperación. La diversidad de modos de comunicación se ha convertido en algo
sometido a uso y regulación humanos, un simple aspecto de la utilización de una
tecnología digital común para la transmisión, procesado, conmutación,
almacenaje y recuperación." (Inose, p.27) .
Todos los hilos se han unido, todas las señales
discurren por los mismos circuitos, todos los mensajes terminan siendo
alcanzables en una misma máquina: el omnipresente computador. Así, todos los
procesos de comunicación se concentran y se interrelacionan; una sola
"malla" envuelve nuestra planeta como una nueva esfera: la "infosfera".
Personalización
Pero, en esta nueva esfera, el modo de ser de las
personas se ve afectado más directa e íntegramente que nunca. Después de la
uniformización a qué llevaba la era industrial, la nueva infosfera entrega al
hombre una visión más compleja de sí mismo y lo lleva a una mayor
diferenciación:
"No podemos transformar todos nuestros medios
de comunicación y esperar continuar inalterados como personas. Una revolución
en los medios de comunicación debe significar una revolución en la psiquis.
Durante el período de la segunda ola, la gente se bañaba en un mar de
imaginería producida en serie. Unos relativamente pocos y centralmente
producidos periódicos, revistas, programas de radio y televisión y películas
alimentaban lo que los críticos denominaban una «conciencia
monolítica». Se incitaba continuamente a los individuos a compararse
con un número relativamente pequeño de modelos y a valorar sus estilos de vida
en relación a unas pocas posibilidades. En consecuencia, la gama de estilos de
personalidad socialmente aprobados era relativamente reducida. La
desmasificación actual de los medios de comunicación presenta una deslumbrante
diversidad de modelos y estilos de vida con los que compararse.
Además, estos nuevos medios de comunicación no nos
suministran trozos plenamente formados, sino quebrados fragmentos y destellos
de imágenes. En vez de dársenos una selección de identidades coherentes entre
las que elegir, se nos exige que ensamblemos nosotros una: un
«yo» configurador o modular. Esto es mucho más difícil y
explica por qué tantos millones de personas están buscando desesperadamente una
identidad. Empeñados en ese esfuerzo, desarrollamos una sublimada conciencia de
nuestra propia individualidad, de los rasgos que nos hacen únicos. Cambia, así,
la imagen que de nosotros tenemos. Exigimos ser vistos y tratados como
individuos." (Toffler, 1980, p.375).
Aquí, ciertamente, el pensamiento de Teilhard
-aunque coincide en la implicancia de efectos psíquicos- supera ampliamente la
dicotomía que plantea Toffler entre uniformización (en la segunda ola) e
individualización (en la tercera).
"Nos encontramos, por el juego de nuestro
crecimiento, en la doble necesidad de profundizarnos nosotros mismos y
simultáneamente de pasar, de alguna manera, a lo que nos rodea. Sucede, pues,
sin duda, que estos dos gestos no son tan opuestos como parecen, sino que se
encuentran ligados en la armonía de un solo movimiento profundo. El hombre
evita comunicarse con otro hombre porque teme disminuir su personalidad al
compartirse. Intenta crecer, aislándose. Pues bien: si el universo es
orgánicamente posible, lo contrario es lo verdadero. El don que hacemos de
nuestro ser, lejos de amenazar nuestro yo, debe tener por efecto
perfeccionarlo." ('La energía humana', pp.69-70)
La personalización a través de la unión
(comunicación y don de sí mismo) es otro tema recurrente en el pensamiento
teilhardiano y apunta en la dirección misma -espiritual- de la evolución del
universo:
"Así reaparece, no solamente en el fondo, sino
por encima de nosotros mismos, la ley de convergencia fundamental. La unión nos
ha hecho hombres organizando, bajo el control de un espíritu pensante, los
poderes confusos de la materia. Va a hacernos, además,
«superhombres», haciéndonos elementos sometidos a un alma
superior. La unión en el interior nos ha personalizado hasta aquí. Ahora es la
unión en el exterior la que va a
«supra-personalizarnos»." ('La energía humana', p.70)
Así, la aparición de las redes de comunicación y la importancia creciente de la
información en la cultura y la economía no son meros fenómenos casuales sino -a
juicio de Teilhard- el producto de una ley evolutiva: tarde o temprano, la
humanidad había de llegar a una nueva era caracterizada por fuerzas tendientes
a superar el proceso evolutivo de la individuación:
"Hacia fines del siglo XIX, se ha podido
plantear seriamente la cuestión de si la hominización no se aproximaba, por vía
de pulverización y de desmigajamiento, a su fase final. En esta época (...) el
aislamiento mutuo de las partículas humanas, exaltadas en sus tendencias
egoístas por el primer establecimiento de una cultura prácticamente universal,
se ha hallado como de justicia impelido a un máximo." (El grupo...,
p.103).
"Ahora bien, precisamente en ese momento
empezaron a aparecer en el horizonte, como nubes cargadas a la vez de
tempestades y de promesas, las grandes fuerzas, todavía insospechadas, de la
totalización." (Ibídem, p.104) . La humanidad se ha comprimido sobre sí
misma por efecto del crecimiento demográfico, aumentándose del mismo modo su
"temperatura psíquica". Esto le ha llevado a buscar mecanismos que
permitieran al mismo tiempo la armonizaciónentre sus integrantes y una mayor
libertad interior de los mismos. Se produce convergencia y se amplía el poder
de la reflexión. El conocimiento crece y se intercambia cada vez más rápida y
multitudinariamente: la esfera de la información o -en la perspectiva de
Teilhard- la esfera del conocimiento rodea cada vez más perceptiblemente el planeta.
Noosfera
Esta situación fue descubierta por Teilhard de
Chardin hace 50 años. Propuso así el concepto de "noosfera" (esfera
del conocimiento, por semejanza con la biosfera y la estratosfera que envuelven
la Tierra):
"Las energías humanas elementales no actúan en
desorden, a capricho de las leyes estadísticas (...) Tienden a componer sus
radiaciones individuales en una pulsación única, es decir, a constituir un
conjunto organizado.
No podemos alcanzar ningún progreso decisivo en
nuestras concepciones del mundo animado mientras que, permaneciendo en la
escala «celular», no sepamos emerger por encima de los
seres vivos para ver la vida, por encima de los hombres para descubrir la
humanidad: (...) la realidad física, poderosa, en la que se bañan y se
influencian todos los pensamientos individuales hasta formar, por su
multiplicidad ligada, un solo espíritu de la Tierra. Flotando por encima de la
biosfera, cuyas capas fluyen gradualmente por él, el mundo del pensamiento, la
noosfera, comienza a dejar irradiar su corona." ('La energía humana',
p.128-129) . "La noosfera es una película casi imperceptible si se la
compara con las magnitudes astrales. En realidad, esta delgada superficie es
nada menos que la forma más progresiva bajo la que nos es dado comprender y
contemplar la energía universal. En esta envoltura tenue pasa la esencia de las
inmensidades que bordea: la nota superior alcanzada por la vibración de los
mundos." ('La energía humana', p.131) .
Cambios en la "psicosfera" -
Cerebralización
Toda la historia del hombre es historia de cambios.
Sin embargo, el siglo XX se caracteriza por una aceleración enorme de los
mismos, especialmente en el campo del conocimiento.
"El hombre no ha cesado de profundizar el
conocimiento que tiene de sí mismo y del universo, y esto en un ritmo que,
desde hace diez mil años, sigue una espiral ascendente. Hubo un gran salto
adelante con el invento de la escritura, pero la evolución siguió sin embargo
desesperadamente lenta durante siglos. (...) Antes de 1500, Europa no publicaba
más de mil obras por año, según las estimaciones más generosas. (...) En 1950,
la cadencia se había acelerado tan brutalmente que la producción europea había
llegado a la cifra de 120.000 obras por año." (Toffler, 1971, p.42).
La situación en 1950, sin embargo, es apenas
comparable con la de hoy. Al avance en las comunicaciones y la investigación
científica hubo que sumar el papel preponderante de la tecnología informática.
"El computador hizo una entrada triunfal en el
mundo hacia 1950. Su poder de análisis sin precedente y su capacidad para
difundir un abanico de datos extremadamente variados en cantidades fabulosas y
a una velocidad que desafía la imaginación han hecho de él la fuerza principal
que preside a la última aceleración en el desarrollo de la ciencia. Gracias a
él y a otros instrumentos cada vez más eficaces para explorar el universo
invisible que nos rodea, nuestros conocimientos se multiplican a una velocidad
que corta el aliento." (ibídem, p. 43). Tal aceleración no puede sino
perturbar al Hhmbre y afectarlo psicológicamente.
"En nuestra sociedad «saber es
cambiar» -y la adquisición más y más rápida del saber, al alimentar
el motor de la tecnología, conlleva la aceleración del cambio. (...) La
cadencia cada vez más rápida del cambio es al mismo tiempo una fuerza
psicológica. Aunque la psicología, hasta hoy, la haya casi totalmente ignorado,
destruye nuestro equilibrio interior y modifica nuestra actitud ante la vida. La
aceleración exterior se traduce por una aceleración interior." (ibídem,
p.44) .
"Para sobrevivir, para escapar de lo que hemos
llamado el shock del futuro, el individuo debe hacerse infinitamente más dúctil
y más competente que nunca antes." (ibídem, p.46).
Las comunicaciones y el vertiginoso desarrollo del
conocimiento llevan a un mundo diferente del que hoy conocemos.
"Se está formando una nueva civilización.
Pero, ¿dónde encajamos nosotros en ella? Los cambios tecnológicos y
las agitaciones sociales actuales, ¿no significan el fin de la
amistad, el amor, el compromiso, la comunidad y la solicitud hacia los demás?
Las maravillas electrónicas del mañana, ¿no harán las relaciones
humanas más vacías y distantes de lo que son hoy?" (Toffler, 1980, p.353)
.
Estas son las preguntas con las cuales Toffler
introduce sus reflexiones acerca de "La nueva psicosfera". La era
industrial tuvo su propia infosfera y, ligada a ella, su
"psicosfera". Pero, prueba que los cambios afectan a la psiquis,
desde los años setenta se han creado y difundido miles de "terapias"
para reintegrar la personalidad. El recuento que hace Toffler de esta tendencia
está refrendado por la experiencia y los estudios de psicólogos y psiquiatras,
algunos de los cuales -como Lola Hoffman, en Chile- tienen plena conciencia de
que estos fenómenos están ligados a una nueva etapa evolutiva de la humanidad:
"Teilhard de Chardin no alcanzó a ver con sus
ojos la explosión de conciencia que se produce en estos momentos, acelerada vertiginosamente
debido al progreso de la técnica en el terreno de las comunicaciones. Sin
proponérselo, los científicos y técnicos lograron el milagro de la
simultaneidad en el planeta. Una aldea global cuyos habitantes conocen, en el
momento de producirse, lo que ocurre en todas partes. La conciencia se expande
así a una velocidad impredecible. (...) Desde hace unos veinte a treinta años,
dice (Lola Hoffmann), el número de personas que quieren ser personas, es decir,
tener una vida significativa y llena de sentido positivo, aumenta en progresión
geométrica. Esto se manifiesta en una vida mejor, en todos los planos."
(Sierra, p. 191-192).
Teilhard, sin embargo, había percibido el auge de
la investigación científica y preveía una aceleración en este campo, ligada
-para él- a una nueva etapa de la evolución humana:
"La investigación, que ayer era una actividad
de lujo, está en proceso de convertirse en una importante, de hecho en la
principal, función de la humanidad. Como en el caso de todos los organismos que
la precedieron, pero en una escala inmensa, la humanidad está en proceso de
"cerebralizarse." ('El futuro del hombre').
"Cerebralizarse" es descrito por Teilhard
como un proceso de desarrollo de la conciencia, de las facultades superiores.
Es prepararse para dar un nuevo "gran salto" hacia delante en la
evolución, donde el espíritu podrá vencer a la materia, formándose una
comunidad espiritual de alcance universal.
"En un grado muy general puede decirse (y aun
debe decirse) que la investigación -definida como un esfuerzo impreciso para
descubrir incesantemente mejores disposiciones biológicas- representa una de
las propiedades fundamentales de la materia viviente. Tomada ahora más
estrictamente en su sentido habitual de tanteo reflexivo, la investigación es,
una vez más, necesariamente, tan vieja como el despertar del pensamiento sobre
la Tierra. Y, sin embargo, considerada en la plenitud generalizada y consciente
de sus operaciones, la investigación (es esencial darse cuenta de ello)
corresponde a un desarrollo completamente reciente y extremadamente
significativo de la hominización." ('El grupo...', p.116) .
La dedicación al crecimiento del conocimiento es,
en realidad, la vocación más profundo del hombre, al punto de que la
supervivencia de la especie y su paso hacia una nuevo estado dependen de ello.
"La investigación es, en verdad, la forma
nativa natural que reviste la energía humana en el instante crítico de la
liberación. Así se explica que en torno a la Tierra humana, a medida que
progresa su unificación, se forme una atmósfera, cada vez más densa y más
activa, de preocupaciones inventivas y creadoras: vapor primero inconsistente,
se hubiera dicho, y como flotante a todo viento de capricho y de fantasía, pero
medio temiblemente irresistible, en realidad, a partir del momento en que,
captado y preso en el torbellino de una aspiración poderosa, empieza (como
podemos comprobar de visu) a replegarse sobre sí, para atacar lo real como un
solo dardo, siguiendo una sola dirección concreta, no sólo para gozar o saber
más, sino para ser más." ('El grupo...', p.117).
Si bien McLuhan quizá captó algo de ello al hablar
de una fase final de "extensión de la conciencia", no parece ocurrir
lo mismo con Toffler.
Saber, poder y ser
Según Teilhard, saber más es el camino para ser más
y en ello se juega el futuro: "El porvenir del mundo está vinculado a
cierta unificación social humana, que depende a su vez, en último extremo, del
pleno juego, en nuestros corazones, de ciertas atracciones hacia el ser-más,
atracciones sin las cuales toda ciencia, toda técnica, se deshacen sobre sí
mismas." ('La activación de la energía', p.169).
Los expertos ya advierten acerca de la
superabundancia de informaciones sin desarrollo del conocimiento, a punto de
que podría causar un retroceso del mismo, por falta de una adecuada
organización de los procesos de comunicación en intercambio. Éste es un nuevo
desafío para el espíritu humano y la indicación de que estamos en una verdadera
crisis de crecimiento. Crisis en que solamente la fe
en el hombre y la fe en la energía vital que nos
anima, el amor que es alfa y omega, puede conducirnos adecuadamente para crear
una nueva era, caracterizada por una mayor unión de las conciencias.
"Saber para ser", ésta es la razón última
de la investigación y de las comunicaciones. Pero no todos tienen conciencia de
ello. Y en esto se diferencia, esencialmente, el pensamiento teilhardiano del
pensamiento de Toffler y de otros estudiosos de los actuales cambios
culturales, para quienes "Saber es poder":
"A pesar de excepciones y desigualdades,
contradicciones y confusiones, estamos presenciando uno de los cambios más
importantes en la historia del poder. Porque ahora resulta indiscutible que el
conocimiento, la fuente del poder de más alta calidad entre todos ellos, está
cobrando inusitada importancia con cada nanosegundo que pasa. Por lo tanto, el
más importante de todos los cambios de poder no se produce de una persona, un
partido, una institución o una nación a otra. Es el cambio oculto en las
relaciones entre violencia, riqueza y conocimiento, a medida que las sociedades
ganan aceleración camino de su colisión con el mañana." (Toffler, 1990,
p.539).
Aunque la era de la información, la "tercera
ola", ha de producir grandes cambios sociales en la medida en que el
"poder" se estará trasladando hacia nuevos centros, la última palabra
no puede ser reservada a algunos nuevos "dueños" de este poder sino
que ha de distribuirse pacíficamente por toda la noosfera:
"Viene el tiempo (y llegará) en que la masa se
dará cuenta de que los verdaderos éxitos humanos son los que triunfan de los
misterios de la materia y de la vida. Se aproxima el momento en que el hombre
de la calle comprenderá que hay más poesía en un instrumento destinado a
desintegrar los átomos que en un cañón. Sonará, entonces, para el hombre, una
hora decisiva: aquella en que el espíritu del descubrimiento absorberá toda la
fuerza viva contenida en el espíritu de la guerra. Fase capital de la historia
en la que, al sumarse el poder transformado de las armadas y los ejércitos con
este otro poder que la máquina habrá liberado, una marea irresistible de
energías libres avanzará hacia los círculos más progresivos de la
noosfera." ('La energía humana', p.147) .
"El mundo (...) está en vías de reunir en sí
los elementos de un cuerpo superior y nuevo. Toda la cuestión (...) reside en
que emerja pronto el alma que, con su aparición, vendrá a organizar, a
aligerar, a vitalizar este cúmulo de materia estancada y confusa. Pero esta
alma, si existe, no puede ser más la "conspiración" de los
individuos, asociándose para elevar un nuevo piso al edificio de la vida. Los
recursos de que disponemos hoy, los poderes que hemos desencadenado, no podrán
ser absorbidos por el sistema estrecho de los cuadros individuales o nacionales
de que se han servido, hasta ahora, los arquitectos de la Tierra humana.
(...) Hemos sido conducidos a (...) reunir piezas
demasiado grandes para el uso que queríamos darles (...) La edad de las
naciones ha pasado. Se trata ahora para nosotros, si no queremos perecer, de
sacudir los antiguos prejuicios y de construir la Tierra." ('La energía
humana', p.40).
Está claro que la propuesta de Teilhard no es de
tipo político, aunque apunta vagamente a algún tipo de organización
transnacional que eliminaría la necesidad de los recursos de fuerza
(ejércitos). Su planteamiento es esencialmente ético. Ha de implantarse lo que
llama una "moral de movimiento", para la cual el supremo criterio de
bondad reside en la contribución al desarrollo del espíritu en la Tierra, a
diferencia de la antigua "moral de equilibrio", que apunta a un
equilibrio estático entre derechos y deberes, lo cual limita la energía humana
en vez de dinamizarla (Cf. 'La energía humana', pp. 115-117).
****
"Intentarlo todo y empujar todo hasta el final
en la dirección de la mayor conciencia, ésta es, en un Universo reconocido en
estado de transformación espiritual, la ley general y suprema de la moralidad:
limitar la fuerza (a menos que no sea para obtener más fuerza todavía), ése es
el pecado." ('La energía humana', p. 117)
El nuevo poder social habrá de estar, así, al
servicio de ley suprema, favoreciendo la unión personalizadora y propugnando la
espiritualización.
Energía humana y teosfera
Entendiendo las telecomunicaciones como extensiones
de nuestros sentidos como lo propuso McLuhan- y viendo como su red cubre
nuestro globo terráqueo, es casi imposible no compararlas con nuestro sistema
nervioso Pero se trata ahora de un super-sistema nervioso, que conecta el gran
cuerpo de la Humanidad. No sólo observamos una confirmación de la idea de
McLuhan, sino de la hipótesis más antigua y más profunda de Teilhard que,
analizando el papel del Espíritu en el desarrollo de la humanidad, señaló la
existencia de una Energía unificadora, presente en la naturaleza desde la
creación (Alfa) y conducente -irresistiblemente- hacia una nueva realidad
espiritual:
"Es, evidentemente, muy difícil (y un poco
vano) intentar adivinar lo que será la Tierra después de la duración de un
período geológico. Pero un punto, al menos, parece estar fuera de duda por el
análisis del hecho presente: es que, a menos que nos resolvamos a admitir que
el Cosmos es algo intrínsecamente absurdo, el crecimiento del Espíritu debe ser
tenido por irreversible. «El Espíritu, en su conjunto, no retrocederá
jamás.» Dicho de otra manera: «En un Universo de naturaleza
evolutiva, la existencia del Espíritu excluye, por estructura, la posibilidad
de una Muerte en la que desaparecieran totalmente (es decir, más exactamente,
en la que no serían conservadas en lo más escogido) las conquistas del
Espíritu.» Tal es la garantía..." ('La energía humana', p.43)
Esta energía cósmica se transforma en el hombre y
se manifiesta en él de una triple manera:
"a) La energía incorporada es aquella que la
lenta evolución biológica de la Tierra ha acumulado y armonizado gradualmente
en nuestro organismo de carne y nervios: la sorprendente "máquina
natural" del cuerpo humano.
b) La energía controlada es aquella a la que, a
partir de sus miembros, el Hombre llega a dominar ingeniosamente a su alrededor
con un poder físico, por medio de «máquinas artificiales».
c) La energía espiritualizada, en fin, es aquella
que, localizada en las zonas inmanentes de nuestra actividad libre, forma la
materia de nuestras intelecciones, afecciones, voliciones...
Todo sucede, en suma, como si cada individuo humano
representara un núcleo cósmico de naturaleza especial, irradiando alrededor de
sí ondas de organización y de alertamiento en el seno de la materia. Un núcleo
semejante, tomado con su aureola de animación, es la unidad de la Energía
Humana." (La Energía Humana, pp.125-126)
Aquí está, por lo tanto, la respuesta
-optimista- a las preguntas de Toffler:
"Los cambios tecnológicos y las
agitaciones sociales actuales, ¿no significan el fin de la amistad,
el amor, el compromiso, la comunidad y la solicitud hacia los demás?"
(1980, p.354)
No, no es el fin, aunque puede ser un período
de crisis y, por lo tanto, de búsqueda y de vacilaciones. La fuerza de unión
propia de la energía cósmica, llegada al nivel consciente, no es otra que el
amor, valor central del cristianismo, que hace de esta religión la guía más
indicada para que la Humanidad penetre en la nueva era y pueda pasar,
finalmente de la noosfera a la teosfera, Punto Omega de la evolución.
"En la riqueza creciente de su formulación, el
amor no solamente totaliza las disposiciones psicológicas del Mundo en un
momento dado, sino que aclara y resume en él todos los esfuerzos del Pasado:
las dos condiciones esperadas por las que podríamos reconocer que representa
realmente la forma buscada por la Energía Humana... De donde, finalmente, la
sugestión siguiente: Por dos puntos críticos, la Energía Humana ha tomado ya la
forma que le conocíamos en este momento: aparición, primero, de la Vida, de
donde ha salido la Biosfera; aparición, después, del Pensamiento, terminando en
la Noosfera. ¿No estaría en curso, desde el nacimiento cristiano del
amor, una metamórfosis ulterior, la última: la toma de conciencia de un
"Omega" en el corazón de la Noosfera, el paso de los círculos a su
centro común: la aparición de la «Teosfera»?..." (La
Energía Humana, p. 173)
Amor
Llama nuestra atención -como una posible
característica de este fin de siglo- el hecho que científicos dedicados a la
física y a la biología hayan llega do -sin ninguna pretensión filosófica- a
concluir, igual que Teilhard, en la existencia de una energía de unión de
carácter inmaterial. Biólogos y antropólogos han llegado a la conclusión que,
en el caso del hombre, el comportamiento que consiste en compartir no es de
tipo cultural sino que está biológicamente inscrito en la especie humana. A
decir de Humberto Maturana, no solo tenemos una tendencia innata a recolectar
todo lo que podamos, sino también una tendencia innata a compartir. Y la
"mirada del otro" es determinante para "convencernos" a
actuar de este modo (Maturana, 1990, p.80). Este autor coincide plenamente con
Teilhard cuando escribe que la historia de los homínidos es por esencia una
historia basada en el compartir. Y agrega que
"El espacio social surge bajo la emoción de
aceptación del otro, bajo el amor y cada vez que eso se acaba, se acaba la
dinámica social" (Maturana, 1990, p.95).
Pero la visión de Teilhard se extiende más allá de
la biología, según el principio de que no existe nada que no haya sido
preparado en etapas evolutivas anteriores. Así, las cosas no tienen solamente
una realidad "externa" sino también una realidad "interna"
-inmaterial-, que corresponde al aspecto síquico o espiritual de la evolución
que solo se hace patente, con claridad, en el Hombre.
"En su forma más general, y desde el
punto de vista de la Física, el amor es la cara interior, sentida, de la
afinidad que une y atrae entre sí a los elementos del Mundo, centro a centro.
(...) El amor es potencia de enlace inter-céntrico. Por consiguiente, está
presente (al menos en estado rudimentario) en todos los centros naturales,
vivos o pre-vivos, de que está formado el Mundo; representa también, entre esos
centros, la forma más profunda, más directa, más creadora de interacción que
pueda concebirse." (La Activación de la Energía, pp.73-74)
Extrañamente, estas líneas también recuerdan
reflexiones semejantes de un gran investigador de la física cuántica: David
Ohm.
"Ésa es mi propuesta: que la materia inanimada
es una abstracción que obtenemos cuando abandonamos el potencial de la vida.
Pero tal vez haya algo más que un potencial. Tal vez exista una especia de
energía viva en toda la materia que se manifiesta en nosotros de ciertas
maneras que no hace en la piedra. Si así fuese, si existiese una especie de
inteligencia generalizada a través de la naturaleza, resulta entonces que la
proposición especulativa de que la materia inerte puede responder a nuestro
pensamiento no es tan ilógica. Éste sería el dominio de lo paranormal.
Cuando llegamos a la llamada experiencia mística
podría decirse también que esta unicidad se lleva al grado n." (Citado por
R. Weber en K. Wilber & col., p.241)
Así, varios científicos de hoy, que han
reflexionado sobre la naturaleza de la materia o de la vida, no dudarían en
confesar con Teilhard que "El amor es la más universal, la más formidable
y la más misteriosa de las energías cósmicas." (La Energía humana, p.35)
Conclusión
El desarrollo del conocimiento y su difusión
universal, a través de las nuevas redes y los nuevos medios de comunicación
están transformando claramente nuestro mundo. Surgen numerosas preguntas como
también enfoques pesimistas, que se derivan de ciertos comportamientos
aberrantes explicables en época de crisis. Pero también es importante reconocer
la confluencia de la reflexión de científicos y de místicos que, desde diversas
disciplinas y, algunas veces sin contactos entre ellos, apuntan en el sentido
de un crecimiento espiritual de la humanidad.
El mismo Teilhard reconoce ser tributario de
filósofos e investigadores de principios de este siglo como Bergson y el doctor
Carrel (cf. La Energía Humana, p.136). Pero la convergencia y las coincidencias
se han vuelto a producir después de la muerte de Teilhard, tal como lo muestran
los autores que hemos citado. El físico Fritjof Capra en un texto que resultó
muy polémico en el campo de su especialidad ("El Tao de la Física")
emitió el planteamiento de la confluencia de la física y de la mística. Según él,
si bien física y mística dedican su atención a elementos diferentes y usan
herramientas y técnicas diferentes, no tendría nada de extraordinario que los
mejores en ambos campos lleguen a conclusiones parecidas en torno a los
principios que sustentan la realidad que observan:
"La física cuántica es un modo no corriente de
percepción mediante instrumentos muy sofisticados. Así que, por un lado,
tenemos científicos que experimentan en la materia con ayuda de instrumentos
muy sofisticados, y por otro místicos que experimentan en la conciencia con
técnicas muy sofisticadas de meditación. Ambos alcanzan niveles no ordinarios
de percepción y en estos niveles no ordinarios parece que son muy semejantes
los modelos y principios de organización que observan." (Capra, citado por
R. Weber en K. Wilber & Col., p. 268).
El planteamiento de Teilhard sobre "el
Interior de las cosas" explica con toda claridad esta convergencia y
complementación de las diversas formas del conocimiento. No queda más, en
consecuencia, que aceptar el "desafío del cambio" y consagrarse, en
lo posible, a la más noble tarea propuesta a la Humanidad: la investigación.
Pero ello exige, necesariamente, una conversión:
"Para sostener y prolongar el inmenso,
incoercible y legítimo ímpetu de investigación en el que se encuentran
comprometidos en manera incomparable en nuestra época la mayor y la más viva
parte de la actividad humana, es necesaria una fe, una mística. Tanto si se
trata de guardar para el hombre el gusto sagrado de su esfuerzo, como si se
trata de darle el desinterés requerido para una siempre
indispensable colaboración con sus semejantes, una
religión es el alma biológicamente necesaria al porvenir de la ciencia. Ya no
hay humanidad concebible sin ciencia. Pero no hay ciencia posible sin una religión
que la anime. De esta religión en la ciencia, el cristianismo es una fórmula
ejemplar. ¿Habrá que añadir que está en ella la fórmula necesaria,
como si la Tierra no pudiera ir hasta el final en los desarrollos auténticos de
sus actividades más que convirtiéndose? Nos inclinaríamos a creerlo así, a
juzgar por la náusea y la desesperación ante el esfuerzo, tan francamente
confesadas a nuestros días por no creyentes particularmente lúcidos. No me
atrevería a decidir. Queda (es lo menos que se puede decir) que el sabio
cristiano se presente ante todos como el mejor situado y el mejor armado para
desarrollar en sí mismo, y para propagar alrededor de sí, el tipo humano nuevo
que hoy parece esperarse para hacer avanzar más lejos la Tierra: el investigador
que se consagre, finalmente, por amor, a las tareas de la investigación. No el
adorador del mundo, sino que el adorador de algo mayor que el mundo, a través,
y más allá, del mundo en progreso. No el Titán orgulloso y frío, sino Jacob
luchando apasionadamente con Dios." (La Energía Humana, p.195-196)
BIBLIOGRAFIA
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y civilización, Labor, Barcelona,1985.
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Tours, 1968.
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1973.
- id.: La activación de la energía, Taurus, Madrid,
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Toffler, A.: Le choc du futur, Denoël, París, 1971.
(En castellano: El shock del
futuro)
- id.: La Tercera Ola, Plaza & Janés,
Barcelona, 1980.
- id.: El cambio del poder, Plaza & Janés,
Barcelona, 1990.
Wilber, K. & col.: El paradigma holográfico,
Kairós, Barcelona, 1987.
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Este texto ha sido publicado originalmente bajo el
título "Comunicaciones y
conocimiento - Hacia un mundo nuevo", en la
revista de filosofía "Logos", de
México (1997, pp.77-97).
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE
LATINA EN BIBLIOGRAFIAS: Nombre del autor: título del
artículo, en Revista Latina de Comunicación Social número 5, de mayo de 1998;
La Laguna (Tenerife), en la siguiente URL: http://www.lazarillo.com/latina/a/93colle.htm |