El viernes, 23 de julio, amaneció lloviznando en la ciudad de México. Gracias a la bonanza económica de los primeros años de la década de los ochenta, pude construir una pequeña casa en la sierra del Ajusco. Esa mañana la lluvia caía suave, ancestral. Una lluvia que parecía estar allí desde siempre. Una lluvia eterna. "Un chipi-chipi...
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