Esta pregunta que pulula permanentemente en la mente de los chicos de fin de milenio y que responde a un imaginario social en crisis, a un imaginario que se retira cada vez más al conformismo, se ha convertido en el ``dedo acusador" que con una fuerza inusitada señala una tras otra las tareas del docente en el aula.
``¿Y a mi qué me interesa?...
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