Los espectaculares cambios sociales recientes afectan de modo específico tanto a la familia, como a la escuela. Las familias actuales son núcleos de convivencia y de educación más frágiles que en el pasado y, en consecuencia, el desarrollo de sus funciones educativas puede requerir de un reconocimiento y apoyo mayor del que se les dispensaba en épocas anteriores por parte de los poderes públicos, la escuela y la sociedad en general. Los autores ofrecen criterios para analizar la nueva realidad con el objetivo de contribuir a que las familias y la escuela lleguen a representarse sus propuestas de educación y logren coordinarlas conjuntamente.
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