INTRODUCCIÓN
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se caracteriza como un patrón persistente de inatención, exceso de actividad e impulsividad, resultado tres subtipos básicos según el DSM-IV-TR (APA, 2002): el redominantemente inatento/desorganizado (TDAH-I), con dificultades tanto en la organización y
planificación, como en atención sostenida. El subtipo predominantemente hiperactivoimpulsivo,
cuya característica neuropsicológica básica sería la dificultad significativa en autorregular su comportamiento, debido a una disfunción en el control inhibitorio, y por último, el subtipo combinado (TDAH-C), es decir, tanto con sintomatología de inatención, y de exceso de actividad e impulsividad, siendo de los tres subtipos el que aparece con más frecuencia.
Cuando hablamos de TDAH estamos haciendo alusión a un trastorno con una enorme incidencia en las escuelas (de cada 4 clases, aparece aproximadamente un niño con TDAH), enormemente comórbido (frecuentemente aparecen ligados a él otros trastornos como las dificultades de aprendizaje, ansiedad, depresión, tics, epilepsia, etc.), y con un pronóstico incierto respecto a la sintomatología nuclear, especialmente en lo que concierne a la impulsividad, que suele mantenerse en la vida adulta.
Hoy en día sabemos que la intervención de este trastorno debe ser multidisciplinar, abordando aspectos psicopedagógicos y farmacológicos de forma combinada. De esta forma, se deduce que la coordinación de los distintos profesionales que intervienen debe ser máxima, tanto en el proceso de diagnóstico como de tratamiento.
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