La tendencia hacia la progresiva integración y convergencia global, tecnológica y productiva, de los modos de valorización capitalista en el campo de la comunicación y la cultura ha favorecido en las dos últimas décadas una significativa ampliación de los espacios de reproducción económica en el ámbito «improductivo» de la esfera pública, desarrollando nuevas formas de comercialización e industrialización del trabajo creativo, que ha convertido este sector en una industria estratégica por su elevada e intensiva capacidad de producción de plusvalía, al punto de ser hoy uno de los sectores clave de la economía. La conciencia de este papel jugado por la información y la industria de la cultura en general ha llevado incluso a la teoría económica a un replanteamiento de su objeto de estudio, desplazando la concepción neoclásica por una perspectiva informacional de los procesos de producción e intercambio.
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