El fallido decreto sobre las humanidades del año 97 y el muy reciente informe de la Real Academia de la Historia —junio de 2000— ha vuelto a poner de rabiosa actualidad la historia y su materia.
Un asunto que no debió salir nunca de los ámbitos académicos, ha caído en el terreno de la política visceral originando más ruido mediático que reflexiones objetivas.
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