El resumen de la situación de la psicología en un mundo cada vez más psicologizado —si se admite el barbarismo— puede explicar que en el seno de estas escuelas la crítica está muy enraizada desde sus orígenes, a pesar del dogmatismo que los mejor instalados intentan, también desde siempre, imponer. Poner en cuestión los modelos al uso y abrirse al debate es un síntoma saludable en esta como en otras ciencias de las llamadas humanas. Por esta razón, aunque no sea la norma, en las escuelas dominantes aparecen tendencias como el conductismo radical, que intenta volver a otras ciencias sociales que, como la fenomenología, el contexto o las condiciones ambientales, fueron abandonados por la psicología en la intención de hacerse científica. Otro tanto sucede con el psicoanálisis, en sus distintas variantes todas declaradas hijas de Freud, cuyos críticos están haciendo su propio análisis del discurso y la conversación. No es tanto una crítica a las escuelas, como al dogmatismo imperante en ellas, renuente a cambiar técnicas que se manejan como si fueran artículos de fé.
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