El siglo XX se caracteriza por grandes proyectos económicos que marcan el fin del milenio. Entre estos proyectos está el neoliberalismo, modelo que "sólo debiera valer para el consumo, vale ya para todo, incluso los bienes más espirituales dejan de ser apetecibles si no se muestran como bienes de consumo" (Camps, 1993 : 20). Este proyecto neoliberal toma gran fuerza a nivel mundial a través del proceso de globalización de la economía, acompañado de "la transformación del estado, el establecimiento de formas de mercado que dan pausa al llamado capitalismo salvaje, crisis de la democracia, deterioro ambiental" (Díaz Barriga, 1994 : 27), todos ellos fenómenos que inciden en todos los campos y niveles de funcionamiento de la sociedad en donde se pugna por una calidad de producto, una eficacia de la práctica, un fortalecimiento industrial y empresarial, un progreso científico, un mercado comercial mundial, un consumismo y una consecuente deshumanización en la que hay un "debilitamiento de la condición cualitativa, individual, "personal" del ser humano" (Figueroa, Lyle, 1993 : 269).
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