El actual proceso de transformación de la formación docente continua que se intenta llevar a cabo en el sistema educativo, constituye una valiosa oportunidad de profundizar la tarea docente y elaborar una propuesta orientada a insertarse en los ámbitos de la comunidad docente a nivel local, nacional, regional y global.
La velocidad con que se multiplica el conocimiento, la transformación vertiginosa del conocimiento en información, la necesidad de disponer rápidamente de ella para desenvolverse estratégicamente en contextos complejos y poco anticipables, hace necesario un nuevo escenario de formación.
En nuestro país la reforma educativa comenzó por una actualización del conocimiento propuesto que, pedagógica-mente considerado, definió contenidos. Es decir, la primera etapa de nuestra reforma se centró en el qué de la enseñanza y del aprendizaje. Esta definición como estrategia transformadora, atraviesa todos los niveles del sistema y pone sobre el tapete la cuestión docente. Así se crearon itinerarios formativos (capacitación, reconversión, transformación de la formación docente) tendientes a redefinir el vínculo docente con la información y el conocimiento.
Estos circuitos resultaron necesarios pero no suficientes. El peligro fundamental está en volver, a través de la llamada actualización docente, a desconocer la caducidad del conocimiento, y el hecho de que la escuela transmite ciertos conocimientos que, en el mismo momento de su transmisión están siendo revisados, rectificados o superados por las comunidades científicas
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