Una de las razones principales de esta solidez, es el cambio que la gente está experimentando respecto a las empresas. Más en concreto, por ejemplo, la gente que sale de las universidades ya no piensa sólo en colocarse en una gran empresa, y disfrutar de una vida aparentemente “tranquila”, sino que piensa en montar su propio negocio. En Norteamérica, el emprendedor es un héroe, se permiten los errores (todo el mundo puede equivocarse, pero allí se tolera más...), y se dispone de fácil acceso a capital. En Europa no aceptamos tan fácilmente que te equivoques en los negocios (“a ese el negocio no le va bien...” equivale a “es un inútil...”).