La breve historia del uso del ordenador en la enseñanza de idiomas revela aciertos y errores, pero, sobre todo, unas enormes potencialidades que puede aprovechar la enseñanza del español.
La historia del ordenador en la enseñanza de los idiomas es breve, un poco más de treinta años en el caso de los macroordenadores y menos de diez en el de los microordenadores. A pesar de esto, los estudiantes y profesores los usan hoy en todos los niveles de la enseñanza de la lengua y la literatura, desde las clases de principiantes hasta la tesis del doctorado. El estudiante típico, por ejemplo, usa el ordenador para practicar y aprender el vocabulario y la gramática, para procesar palabras en las clases de composición, para obtener información de las bases electrónicas de información y para sus trabajos trimestrales y semestrales escritos en las clases de literatura. Los profesores los usan en el procesamiento de palabras para crear materiales de enseñanza, para escribir ponencias, artículos y libros, para mantener las notas y la información relacionada con sus clases, para la telecomunicación, para obtener información de fuentes como la bibliografía electrónica de la Modem Language Association, para transmitir manuscritos a los editores y para cambiar información con colegas en las universidades por todo el mundo.
Los primeros programas para la enseñanza de los idiomas extranjeros, como PLATO (Lógica Programada para Opciones Automáticas de Enseñanza) en la Universidad de Illlinois en Urbana‑Champaign, trataban principalmente problemas de gramática, sintaxis y vocabulario y se usaban en macroordenadores, muchos de los cuales requerían teclados y pantallas especiales incompatibles con los ordenadores grandes en otras universidades. Aunque estos programas a veces alcanzaban un admirable grado de destreza, no podían adaptarse fácilmente a los microordenadores, que iban reemplazando a los macroordenadores en la enseñanza.
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