Siempre me ha fascinado la teoría que he oído formular a los entendidos en el arte de la televisión: la cámara te quiere o no te quiere. Y si no te quiere, mejor que te dediques a otra cosa. Este es un problema que afecta no sólo a los profesionales de la televisión que hacen su trabajo delante de las cámaras sino también a los políticos y a las personas que tienen que comunicar algo a través de la pequeña pantalla.
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