El juego como actividad de enseñanza-aprendizaje presenta unos valores claros y reconocidos. Esos mismos valores son los que nos llevan a plantearlo como una herramienta eficaz para evaluar a nuestros alumnos. Los métodos evaluativos clásicos han obviado algunos campos o ámbitos a considerar, especialmente los dominios cognoscitivos y afectivo-sociales. A través del juego podemos valorar estos campos al mismo tiempo que hacemos más agradable y menos traumática la evaluación al alumnado.
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